Julio de 1936 en Sevilla.

La rebelión en la II División Orgánica.

Ideas clave: Fracaso del golpe en el Estrecho, Juan Beigveder, Sevilla el 19 de julio, Cádiz en 19 de julio, San Fernando el 19 de julio, Campo de Gibraltar el 19 de julio, Jerez de al Frontera en 19 de julio, los abastecimientos rebeldes en 1936, el cierre del Estrecho en julio, Tánger en julio de 1936, Córdoba en julio de 1936, Granada en julio de 1936, Almería en julio de 1936, Málaga en julio de 1936, finales de julio de 1936 en Andalucía, despliegue rebelde desde Sevilla, el Protectorado a finales de julio de 1936, el paso del Estrecho de 25 de julio,

     Fracaso del golpe en el Estrecho.

La batalla por el Estrecho estaba planificada por Mola desde 24 de junio, un mes antes de que tuviera lugar el golpe. Había que trasladar las tropas africanas a la península, y Mola había pensado que llegaran a Málaga y Algeciras, bases desde las que intentarían llegar a Madrid. Las tropas africanas irían sobre Madrid a marchas forzadas por la nacional IV, al tiempo que las de Valladolid irían por la nacional VI, las de Burgos por la nacional I, y las de Zaragoza por la nacional II, y el golpe estaría consumado. Como no tenían camiones para todos, hasta Madrid se desplazarían pequeños destacamentos, los que cupieran en los medios de transporte de qu ese pudiera disponer. El punto más alejado era Málaga, más de 500 kilómetros, una distancia que se podía hacer en dos días.

Nada salió como estaba previsto. Para que hubiera sido posible el paso del Estrecho, se necesitaba la Escuadra, y no se dispuso de ella. En el Cantábrico se abrió un frente de guerra, que afectaba por el norte a la VII División en Palencia y Santander, y a la VI división en el País Vasco. Los encargados del golpe de Estado, interpretaron la acción como una guerra de ocupación, y no como un golpe, y no tuvieron prisa por llegar a Madrid. Cuando llegaron a la cordillera del Sistema Central, fueron paradas en Somosierra y Guadarrama por fuerzas no profesionales, que se constituyeron en nuevos frentes de guerra. Las tropas de la V División, Zaragoza, tenían que dividirse y hacer frente a las de Barcelona, al tiempo que debían avanzar sobre Madrid por Guadalajara. La columna de Zaragoza fue detenida en Guadalajara.

Y tras el fracaso del golpe en Barcelona, se abrió otro frente en Aragón que afectaba a la V División, Zaragoza, la cual se tenía que defender del ataque de Barcelona el el norte de Aragón, y del ataque de Valencia en el sur de Aragón, con lo que el plan de llegar a Madrid por la N-II, tampoco era viable.

El Gobierno entendía que el punto esencial para el triunfo o fracaso del golpe de Estado, era el Estrecho de Gibraltar, puesto que el ejército de África era el único bien preparado de España. Si el ejército de África no pasaba el Estrecho, no habría amenaza de guerra, y el golpe fracasaría, se consumiría en sus propias cenizas. Y tanto Martínez Barrio, como Giral, se habían esforzado en dominar la Armada y la aviación. El paso del Estrecho fue un fracaso desde el primer momento, y ello condicionó el devenir de la rebelión en Andalucía. Los rebeldes insistieron en pasar, pero ya no para el golpe de Estado, sino para una conquista de los territorios peninsulares. Ello cambió por completo el carácter de la rebelión, que de un golpe rectificador de la política, pasó a un proyecto de un modelo de Estado distinto. Y un proyecto distinto, significó líderes distintos entre los rebeldes.

El 18 de julio se bombardeó Melilla, primer punto de la rebelión. El 19 de julio, el crucero “Libertad” recibió orden de bombardear Cádiz, que se había rebelado. Los oficiales no obedecieron, y entonces la tripulación se amotinó y llevó el buque a Tánger. En el crucero “Miguel de Cervantes”, la oficialidad era rebelde, pero al llegar a aguas de Lisboa, se amotinó la tripulación y llevaron el buque a Tánger (Marruecos). Igualmente, el 19 de julio se amotinaron contra sus jefes el guardacostas “Uad-Lucus”, el guardacostas “Uad-Muluya” y el cañonero “Laya”, y se fueron a Tánger, un puerto internacional. Los rebeldes no tenían esos barcos, pero el Gobierno tampoco. El cañonero “Dato”, el guardacostas “Uad-Kert” y el torpedero “T-19” se pasaron a los rebeldes y fueron a Ceuta. El destructor “José Luis Díez” y el destructor “Alcalá Galiano” se sublevaron el 19 y 20 de julio a favor de los rebeldes. Los oficiales del “Alsedo”, que se habían rebelado, fueron detenidos por su tripulación y llevados a Málaga, donde también estaba el “Sánchez Barcáiztegui”, ya recuperado por su tripulación para el Gobierno de al Republica. El acorazado “Jaime I”, no cumplió la orden de ir sobre el Estrecho, sino que se disculpó en que tenía que carbonear y marchó a Vigo, hasta que la tripulación se amotinó y se llevó el buque a Tánger, a donde llegó el 21 de julio.

El general rebelde Francisco Patxot Madoz, cuando fue consceinte del fracaso del paso del Estrecho, se rindió en Málaga ante los milicianos, y el puerto fue ocupado por gubernamentales. Málaga no fue la cabeza de puente para que llegara el ejército de África. Quedaban Algeciras y Cádiz como puntos de entrada a la Península. Fueron los utilizados por Franco, pero con muchas limitaciones, dado que el paso del Estrecho era muy complicado para él.

             Juan Beigveder.

El 19 de julio, Franco dejó como Alto Comisario de Marruecos a Juan Beigveder Atienza, el hombre que debía reclutar soldados moros para la guerra de España, y debía abastecer de alimentos a las tropas rebeldes.

Beigveder nació en Madrid, ingresó en el cuerpo de Ingenieros, siendo destinado a Marruecos, donde aprendió árabe, y se hizo intermediario entre rifeños y españoles. El 18 de julio, un avión republicano atacó Tetuán, y Beigveder convenció al visir de que habían sido los republicanos los que bombardeaban, y no ellos, que se sublevaban contra la República, lo que agradó a Franco. En 1939 sería premiado con el cargo de Ministro de Asuntos Exteriores, pero luego se mostró anglófilo y monárquico, y fue postergado por el franquismo.

         Sevilla en 19 de julio.

El 19 de julio, Queipo de Llano tomó el aeródromo de Tablada, al suroeste de Sevilla. De este modo, los aviones que Madrid enviaba contra las plazas africanas rebeldes, no podían repostar ni cargar en Sevilla, y no podían llegar a sus objetivos africanos partiendo de Madrid, si iban cargados de bombas. Entonces se inició la batalla de Sevilla, en la que los barrios populares luchaban a favor del Gobierno republicano, contra los militares rebeldes. La batalla fue dura.

A las 14:00 horas del 19 de julio, Queipo de Llano habló por Radio Sevilla, y con ello inauguraba una serie de charlas diarias, más bien largas y faltas de contenido, en las que el general se escuchaba a sí mismo amenazando a los “rojos” con palabras soeces. Concretamente, el día 19 Queipo anunció que el Tercio y los Regulares se dirigían a Sevilla, y que “una vez llegados, aniquilarían a los populares como se hace con las alimañas”. Y acabó con un “¡Viva España! ¡Viva la República!” porque el golpe se concebía para rectificar la República, y para nada más.

Lo importante es que Queipo usó la radio para enviar mensajes a los radioescuchas de Andalucía. Eran charlas diarias emitidas por Unión Radio, en las que mentía para convencerles de que la rebelión había triunfado, de que los republicanos eran unos asesinos matacuras, y de que los rebeldes eran la encarnación del bien. Es lo que más tarde hemos llamado desinformación, que es lo normal en todas las campañas de agresión, tanto políticas como bélicas. Se había hecho en la prensa de Estados Unidos en 1898, pero era la primera vez que se hacía por radio. La realidad ya no importaba, sino que lo importante era crear un estado de opinión. Y eran charlas largas, e incluso aburridas. Simultáneamente, Queipo repartíó armas a los hombres de derechas que colaboraban con él. Pero necesitaba las tropas de África, los profesionales militares, para eliminar a los tiradores de los barrios obreros. Aunque en pequeña cantidad, tuvo esa colaboración, y ello fue decisivo para fijar Sevilla como cabeza de puente de la invasión de la Península desde Marruecos. A medida que las fuerzas africanas eran más imprescindibles, su líder, Francisco Franco, iba ganando prestigio entre los rebeldes, y transformando la sublevación en otra cosa muy distinta de aquella por la que luchaban la mayoría de los militares rebeldes del norte de España.

Las tropas de África necesitaban unos puertos de desembarque en la Península, que fueron Cádiz y Algeciras. Los rebeldes fracasaron en cuanto a dominar el puerto de Málaga, que se convirtió en la base de la flota gubernamental republicana en el Estrecho.

Paradójicamente, la situación más difícil para los rebeldes, la vivían en Sevilla, el punto inicial de la sublevación andaluza. El 19 de julio, en Sevilla, la situación era confusa, porque Queipo dominaba el centro urbano, pero no los barrios populares. La resistencia era fuerte, y Queipo, que no era un fuera de serie en estrategia militar, decidió esperar la llegada de las tropas africanas. En el otro lado, entre los republicanos que resistían a Queipo, los milicianos esperaban armas, y atacaron el Parque de Artillería, pero fracasaron y perdieron su oportunidad. Ninguno consiguió los refuerzos que esperaban, y la situación quedó indecisa.

El equilibrio empezó a romperse cuando llegaron a Tablada los primeros aviones con soldados del Protectorado. Cada avión traía 12 ó 14 soldados con su equipo. Sólo había 4 aviones para hacer el puente aéreo, y hacían un máximo de tres viajes diarios, si el tiempo era el adecuado, es decir, con nubes que taparan su vuelo, y el traslado era lento. También unos pescadores pasaron 150 legionarios, y entonces el equilibrio se rompió a favor de los rebeldes.

         Cádiz el 19 de julio.

El 19 de julio por la mañana, llegaron al puerto de Cádiz procedentes de Ceuta, el destructor “Churruca” en misión de protección, y el transporte de pasajeros “Ciudad de Algeciras”, que portaba al Primer Tabor de Regulares de Ceuta. Podían ser unos 400 hombres como máximo, pero tal vez sólo fueran unos 150 hombres con todo su armamento. Era el primer éxito de los sublevados. Estos soldados africanos, mandados por José Enrique Varela Iglesias, se fueron inmediatamente contra los guardias de asalto y contra el Gobernador de Cádiz, y acabaron con ellos. La resistencia de los fieles al Gobierno de la  República aguantó dos horas. Los rebeldes tenían abierto el acceso a Sevilla.

En Cadiz, el 19 de julio los obreros se declararon en huelga, y algunos guardias de asalto les distribuyeron armas,  y fueron capaces de mantener la huelga hasta el 22 de julio, pero era tarde para que tuviera efecto la huelga, y sólo contribuyeron a provocar algunos muertos en la resistencia a la rebelión. La guarnición militar se sublevó el 20 de julio, y tomó la ciudad.

El 19 de julio, a las 14:30 horas, llegó a Cádiz el crucero “Libertad”. Había zarpado el 18 para vigilar las aguas del Estrecho, pero sus jefes pensaban rebelarse. En un momento de la navegación, cuando entró en servicio el cabo radiotelegrafista Antonio Ortegosa, el radiotelegrafista Benjamín Balboa se comunicó con él de modo que no se enterara la oficialidad del buque, y le comunicó que el “Libertad” estaba en rebeldía. Ortegosa reunió a la tripulación y les comunicó lo que estaban haciendo los jefes del buque. Cuando el “Libertad” llegó a Cádiz, recibió órdenes de bombardear la ciudad, y los oficiales se negaron a obedecer la orden, y contestaron con excusas más o menos absurdas. Pero los jefes no contaban con que la tripulación estaba informada de la verdad sobre los que estaba pasando. La tripulación entendió que la desobediencia a bombardear era rebeldía, y ello era motivo suficiente para detener a sus jefes y tomar el mando del buque.

Madrid envió nuevos Jefes a la base naval de San Fernando: el almirante José María Gámez Fossi, jefe de la base de San Fernando fue sustituido por el capitán de fragata Tomás de Azcárate García de Lomas, y el contraalmirante Manuel Ruiz de Atauri, segundo y jefe del arsenal, fue sustituido por Virgilio Pérez Pérez. Los rebeldes se hicieron a tiros con el cañonero “Cánovas”, y con el “Lauria”, y ocuparon el “República” que estaba en dique seco (y le llamaron “Navarra”[1]), y también tomaron los guardacostas “Alcázar” y “Larache”. Pero el “Churruca” escapó del puerto, y la marinería se declaró gubernamental, con lo que el buque cambiaba de bando. El comandante del “Churruca” fue sustituido, por el capitán de corbeta Francisco Biondi Onrubia.

El nuevo jefe de San Fernando, el gubernamental Tomás de Azcárate, fue al Gobierno Civil de Cádiz para defender al Gobernador Mariano Zapico y al Presidente de la Diputación interino Francisco Cossi Ochoa, donde resistían el ataque  de los rebeldes José López Pinto Berizo y José Varela Iglesias, pero el día 19 llegaron los Regulares de Ceuta y tomaron los edificios para la rebelión. Tomás de Azcárate, y Virgilio Pérez, fueron fusilados al poco. El capitán de corbeta Virgilio Pérez, cometió la imprudencia de presentarse ante el jefe de la base, Gámez Fossi, que era rebelde, el cual ordenó detenerle, por lo que sería fusilado el 28 de agosto.

El 19 de julio, por la tarde, el Jefe de la flotilla de submarinos, capitán de fragata Francisco Guimerá, que se había comprometido con los rebeldes, al igual que los jefes de los distintos submarinos, fue detenido por su tripulación, y en los siguientes dos días, fueron detenidos todos los jefes de submarinos, y fueron llevados a Málaga y encarcelados en los barcos prisión.

Los sublevados, sólo dominaban el 19 de julio, el cañonero “Dato”, el torpedero T-19, y el guardacostas “Uad Quert”. Algunos fracasos de los sublevados en el primer día de la sublevación parecían muy evidentes. No habían previsto que las tripulaciones de los buques detuviesen a sus jefes, ni que los aviones hubieran escapado a Madrid los días anteriores al golpe. El fracaso mayor, el de no tomar las riendas del Gobierno en Madrid, vino también de la mano del fracaso de la sublevación en Barcelona, en Málaga y en Cartagena.

El 21 de julio, se insubordinaron contra sus mandos naturales las dotaciones de los buques de guerra que no lo habían hecho los tres días anteriores. Los mandos eran rebeldes y las dotaciones gubernamentales. Las tripulaciones volvieron los buques a la obediencia al Gobierno de la República.

         San Fernando el 19 de julio.

En San Fernando (Cádiz), los rebeldes enviaron contra la base naval a los Regulares que habían llegado de Ceuta. El “República”, aunque no podía navegar, fue dispuesto como batería flotante y disparó sobre Cádiz, para obligarla a rebelarse.

Al otro lado del Estrecho, en los puertos africanos, los rebeldes poseían una flotilla de submarinos, el destructor “Lepanto”, el destructor “Almirante Antequera”, y el destructor “Alsedo”. El Estrecho debía ser de los gubernamentales si las cosas se hacían bien.

En San Fernando, el jefe de la base era José Gámez Fossi, y el comandante del arsenal era el contraalmirante Manuel Ruiz Atauri, ambos rebeldes. Y se había sumado a la rebelión el almirante Juan Cervera, 1870-1952, el cual estaba en Puerto Real en el momento de la sublevación. Cervera había sido Director de la Escuela Naval de San Fernando, y en 1923 Director General de Aeronáutica Naval y Jefe de estado Mayor de la Armada, y tenía mucho prestigio. En febrero de 1936, se había retirado, pero al saber de la rebelión, se presentó en la base y le concedieron el mando. En la base había 4.000 hombres. El Presidente Giral había destituido al teniente coronel Ricardo Olivera, jefe del batallón de infantería de San Fernando, porque sabía que era rebelde, pero no logró hacerse con la base.

En el astillero de La Carraca, estaban en reparaciones el crucero “República”, el cañonero “Cánovas del Castillo”, el cañonero “Lauria”, el buque escuela “Juan Sebastián Elcano”, el guardacostas “Arcila” y el guardacostas “Larache”, y con un poco de tiempo, los rebeldes podían tener su propia flota.

El 21 de julio, la infantería de marina de Cádiz, que se había pronunciado por los rebeldes, asaltó el cañonero “Cánovas” y el cañonero “Lauria”. Intentaban hacerse con algunos buques de guerra.

         Campo de Gibraltar.

También el 19 de julio, llegaron a Algeciras el cañonero “Dato” y el mercante “Cabo Espartel”, con soldados del Protectorado, los cuales tomaron la Línea de la Concepción. Era la segunda cabeza de puente de los africanos, y segundo éxito rebelde.

     Jerez de la Frontera.

El tercer gran éxito rebelde, tras dominar Cádiz y Sevilla, fue dominar Jerez de la Frontera, la comunicación entre Cádiz y Sevilla. Con ello, las tropas africanas, aunque eran pocos en número, pudieron moverse entre Cádiz y Sevilla sin problemas. Jerez de la Frontera también era clave para asegurar las comunicaciones de Sevilla y Cádiz con Algeciras.

     El abastecimiento de los rebeldes del sur.

El abastecimiento a la zona rebelde fue encargado a Gonzalo Queipo de Llano en Sevilla y a Juan Beigveder Atienza en Tetuán, y lo hicieron a través de los puertos de Sevilla, Cádiz y Algeciras, y más tarde, el de Huelva. Para pagar las importaciones, vendían aceitunas, naranjas, vino de jerez y piritas de hierro, fundamentalmente a Inglaterra y norte de Europa. El Gobierno de Burgos, en su día, fijó un cambio de la peseta a 1 libra/42 pesetas, lo que era vender muy caro los productos españoles, pues en Londres se cotizaba la peseta a 1 libra/70 pesetas. Las importaciones también le resultaban caras a España pues debía pagar en Londres al cambio británico. Queipo de Llano incentivó el cultivo de arroz en Sevilla, y fue capaz de abastecer de arroz a toda la zona nacional y al ejército de Marruecos. Para lograr este objetivo, ofreció créditos al 5% para comprar y poner en cultivo las fincas, operación en la que Queipo y sus amigos parece que se quedaron con bastante dinero para ellos, en claro caso de corrupción, pues no había control sobre los pagos de las cuotas. Complementariamente, Queipo hizo una gran campaña de propaganda del régimen, cuyo símbolo más importante fue una “gran promoción” de construcción de viviendas sociales lanzada en marzo de 1937, y que se entregaron en junio de 1938. Lo que no se aireaba en esas campañas de radio y prensa, era que se trataba tan solo de 124 casas, es decir, casi nada.

En agosto de 1936 se creó la empresa comercial mixta hispano italiana SAFNI para la comercialización de piritas, aceite, y lana hacia Italia, con retorno en armas hacia España.

Para las relaciones comerciales con Alemania se creó HISMA-ROWAR, Compañía Hispanomarroquí de Transportes – Rohstoffe und Waren Einkanfsgesellschaft, dirigida por el alemán Johannnes Bernhardt desde Tetuán, que traía aviones de Alemania, y se llevaba el mineral de hierro de Minas del Rif, minas que habían sido requisadas a los franceses e ingleses en 1936. Era insuficiente, y en 1937, HISMA cedió a los alemanes el 60% de la producción de Riotinto, que se les vendía al consabido cambio de 1 libra/42 pesetas, y además Alemania debía convertir sus marcos en libras para pagar a España. Alemania quiso la propiedad de las minas, pero Franco alegó que él sólo dirigía un Gobierno provisional y que la ley sólo permitía la participación extranjera en el 25%. De todos modos, en marzo de 1937 les concedió el 40%. En 19 de diciembre de 1939 les concedería el 75%, creando la empresa MONTANA, unión de las cinco compañías mineras peninsulares. Además, les concedió el control de la Mauretania Mining Company, residida en Tetuán.

En agosto de 1936, la compañía “Riotinto” se ofreció a colaborar con los sublevados y con Hitler, y así comenzó a vender sus productos, cobre y sulfúrico, a la compañía alemana Hisma-Rowak.

De todas maneras, Franco prefería los productos ingleses y norteamericanos a los alemanes e italianos: cuando en junio de 1937 tomó Bilbao, el hierro vasco fue concedido a los británicos, con gran disgusto de Hitler. Ello se hacía porque a Franco le gustaba la maquinaria americana: frente a la compra de 1.200 camiones italianos y 1.800 alemanes, compró 12.000 ford, studebaker y GM. Las exportaciones de Franco a la zona de la libra esterlina fueron en 1937 muchas más que a Alemania: 60 millones de dólares, frente a 41 millones.

Lo que sorprende en toda esta trama económica, es que los británicos, antiguos propietarios de Rio Tinto y Peñarroya, no protestaran de los tipos de cambio de moneda abusivos a que les sometía Franco para llevarse los minerales. Lo consideraban una circunstancia de guerra, y pensaban que ganaría Franco, y que se resarcirían en su momento comprando los despojos de la guerra a precio de saldo.

En la trama civil, un apoyo muy firme de los sublevados, y líder de otros muchos negocios, fue Juan March Ordinas 1880-1962, nacido en Santa Margarita (Santa Margalida-Mallorca) en una familia de comerciantes de productos agrícolas y ganaderos de los payeses de la isla. Juan March dio un paso más en 1909, cuando obtuvo el monopolio de tabacos de Marruecos, lo cual era en principio para abastecer a los españoles en África, pero los soldados mismos se encargaban de llevar a la península cargamentos ingentes de tabaco, para revender a buen precio. Con el dinero de esa empresa, compraba terrenos en Mallorca, Levante y La Mancha, los parcelaba y los revendía a los campesinos en una operación de doblaba el dinero. En 1914, tuvo el segundo golpe de suerte, la guerra, pues organizó transportes para los aliados y ganó mucho dinero que le sirvió para abrir en 1916 Compañía Transmediterránea. Con la segunda base de su negocio, ya no tenía límites su capacidad de invertir y en 1926 creó Banca March. En 1933 fue encarcelado por sus sucios negocios pero se fugó, y en 1936 ayudó a Franco financiándole productos que llegaban desde Marruecos. Tras la victoria de Franco abrió nuevos negocios como Uralita, FECSA (a partir de Barcelona Traction). Murió en Madrid. En 1936 puso a disposición de Franco 15 millones de libras.

Otro apoyo de Franco fue Ignacio Villalonga Villalba, 1895-1973, nacido en Valencia como muchos de los Villalonga. Estudió Derecho en Deusto y fue abogado de la Compañía de Ferrocarriles y Transportes de Valencia. En 1933 era presidente de la compañía Española de Petróleos, y militaba en CEDA. En 1935 fue Gobernador General de Cataluña, y Presidente de la Generalitat durante un mes. En 1936 se unió a Mola. Con estos méritos políticos, en 1940 era vicepresidente de Banco Central, y llegó a presidente de este banco en 1943. Crearía con éxito Dragados y Construcciones, Saltos del Sil, Española de Zinc, Compañía General de Inversiones, Banco de Fomento, Banco Vitalicio, Material y Construcciones, FECSA.

Un tercer apoyo de Franco fue Alfonso XIII, que aportó 10 millones de dólares.

Pero el aspecto más importante que hemos de considerar a la hora de valorar y comprender la situación española en 1936-1939 es el orden público. En el bando rebelde, el orden público fue lo normal, y ello significó que los empresarios de todo el mundo simpatizaran con Franco. Las huelgas fueron prohibidas, los salarios fueron congelados, y las fincas se cultivaban sin robos ni violencias. Ello contrastaba con el desorden del bando republicano en donde las cosechas eran requisadas por cualquier comité, las fincas eran repartidas, nadie cultivaba adecuadamente y llegaron a faltar los alimentos corrientes. Esta política redundó en que la opinión de los españoles se fuera pasando progresivamente a favor de lso rebeldes. El prestigio internacional de Franco creció paulatinamente, a medida de que el prestigio del bando gubernamental disminuía, debido a los múltiples asesinatos, incendios y expropiaciones que se hacían. Franco podía hacer lo mismo, pero desde el poder, pues la población lo tenía prohibido.

      El cierre del Estrecho en 19 de julio.

El 19 de julio, la República puso 5 destructores en el Estrecho de Gibraltar: El “Sánchez Barcáiztegui”, el “José Luis Díez”, el “Lazaga”, el “Almirante Valdés”, y el “Almirante Churruca”. Y días después, se sumaron el “Jaime I”, los cruceros “Libertad” y “Miguel de Cervantes”, y el guardacostas “Xauen”.

Ceuta fue bombardeada el 20 de julio, y el 25 de julio. Melilla fue bombardeada el 26 de julio. El 2 de agosto se bombardeó de nuevo Ceuta, Algeciras y Tarifa.

Con las aguas cerradas, los primeros transportes de rebeldes se hacían precariamente, en barcos de pescadores, o en aviones: El 20 de julio, tres aviones Fokker VII pasaron a 60 legionarios desde Tetuán a Sevilla, y un Dornier Wal, pasó a 24 hombres hasta Algeciras. En la madrugada del 25 de julio, el falucho “Nuestra Señora del Pilar” y el “Pitucas”, pasaron a 150 legionarios hasta Tarifa (Cádiz).

El 31 de julio, el total de hombres transportados a la Península era menor a 900 hombres, y el material pasado por cada hombre era el mínimo para mantenerse en pie de guerra.

El 5 de agosto se organizó un pequeño comboy de barcas de pescadores, cada uno de los cuales pasaba un número pequeño de soldados, lo que sumado a los hombres pasados en avión, sumó unos 2.300 soldados, que era la mayor cifra lograda hasta entonces, pero que estaba muy lejos del objetivo de transportar 30.000 hombres desde África a la Península.

El puerto base de operaciones del Gobierno republicano era Málaga. Y creían tener apoyo de Gibraltar para petrolear, y de Tánger para aguar y comprar comida. Pero Franco hizo una operación de descrédito de la flota española ante Londres, y dijo que eran barcos amotinados en manos de grupos de comunistas, los cuales no podían ser ayudados por las potencias extranjeras en virtud de las leyes internacionales. Y el 22 y el 23 de julio, Gibraltar y Tánger expulsaron a los buques gubernamentales que estaban en sus puertos.

               Tánger.

El 21 de julio, tuvo lugar un curioso hecho en Tánger, al sur del Estrecho: a lo largo de tres días, del 18 al 21, no pararon de llegar buques de guerra españoles. Y allí se concentró una poderosa flota: el acorazado “Jaime I”, el crucero “Libertad”, el crucero “Miguel de Cervantes”, el destructor “Sánchez Barcáiztegui”, el destructor “Almirante Ferrandiz”, el destructor “Churruca”, el cañonero “Laya”, el torpedero T-14, el guardacostas “Uad Muluya”, el guardacostas “Uad Lucus”, y el planero “Tofiño”. Eran buques gubernamentales españoles.

En 21 de julio, la situación de la flota de Tánger era difícil, porque la ciudad se negó a darles petróleo y carbón. Tomó el mando de la flota Fernando Navarro Capdevila, que había sido enviado desde Madrid con ese fin, y ordenó ir a Gibraltar, a donde llegaron por la noche. Gibraltar se negó a ayudarles, porque Franco había telegrafiado a Londres que eran barcos rebeldes y comunistas, que actuaban como piratas. La solución fue enviar a un petrolero español que les abasteció para llegar a Málaga.

         Córdoba.

Pero el éxito no era completo en Andalucía, al menos como tenían previsto los sublevados, porque Granada, Málaga y Almería, no se sublevaban. En esas condiciones, se hacía fundamental el dominio de Córdoba. El punto central de Andalucía, Córdoba, fue atacado y tomado por fuerzas rebeldes desde el primer momento. La experiencia decía que quien dominaba Córdoba, dominaba Andalucía, porque así había ocurrido siempre, al ser Córdoba el punto de paso de la principal carretera de la zona, la Madrid-Cádiz.

El dueño de Córdoba fue el coronel Ciriaco Cascajo Ruiz, 1878-1953, comandante militar de la ciudad, el cual contactó con Queipo de Llano, con los terratenientes, con los falangistas y con los tradicionalistas carlistas, y el 18 de julio depuso al gobernador Antonio Rodríguez de León, aunque para ello tuviera que bombadear el Gobierno Civil. Se sirvió de Luis Zurdo Martín y de Bruno Ibáñez Gálvez, para hacer una de las mayores represiones de España, en la que fueron fusilados a lo largo de los tres años de guerra, no menos de 9.000 personas.

El general gubernamental José Miaja Menant, que estaba en Madrid, quería tener dominados los enlaces de Madrid con Valencia, 350 kilómetros, y con Córdoba, 500 kilómetros. Complementario a este objetivo era el de Martínez Cabrera que quería dominar la carretera Cartagena-Granada, 300 kilómetros, y enlazar con Almería y Málaga.

En la operación de enlazar con Córdoba, Miaja fue muy lento, arrancó de Albacete, a 250 kilómetros de Madrid, y allí reunió hombres de Castellón, Valencia, Alcoy y Cartagena, que venían de muy lejos. Y luego se llegó a Jaén, a 120 kilómetros de Córdoba. El 29 de julio llegó a Montoro, a 50 kilómetros de Córdoba, y allí se detuvo casi un mes, hasta el 20 de agosto. Había perdido tres semanas ocupando la zona desde Adamuz (10 de agosto) y Los Pedroches a Pozoblanco (15 de agosto), al norte de Córdoba, y Torres Cabrera en las inmediaciones de Córdoba (20 de agosto). Miaja perdió demasiado tiempo. Para cuando llegó a Córdoba, ya Varela había ocupado la ciudad, y también toda la carretera de Sevilla a Granada, pasando por La Roda de Andalucía, Antequera (12 de agosto), Archidona (15 de agosto), Loja (18 de agosto) y Granada (20 de agosto).

Miaja asaltó la ciudad de Córdoba desde tres frentes: desde Castro del Río y Espejo por el sur (Comandante Joaquín Pérez Salas y comandante Vigueira), desde El Carpio y Bujalance por el este (el socialista Alejandro Peris Caruana y el comandante José Balibrea Vera que debía tomar Alcolea), y desde El Vacar y Villaviciosa de Córdoba por el norte (comandante Gerardo Armentia Palacios). Coordinaba los movimientos de tropas el comandante de Estado Mayor Juan Bernal, el cual había organizado las tropas en 9 agrupaciones, de las cuales 5 actuarían de ataque y 4 de reserva (comandante García Vallejo, teniente García Doménech, y Bernal que mandaba 2 agrupaciones de la reserva). Era demasiada preparación táctica y demasiada pérdida de tiempo. A la hora de la verdad, apareció la aviación rebelde, y las tropas republicanas entraron en pánico y huyeron. Varela llegó desde Loja, con las tropas africanas, el tercer Tabor de Regulares de Melilla y dos Compañías de la Guardia Civil procedentes de Jaén que se habían pasado a los rebeldes, y entró en Córdoba sin dificultad.

Varela organizó 3 columnas, la del coronel Sáenz de Buruaga, la del comandante Baturone, y la del comandante Álvarez Rementería, que fueron sobre Cerro Muriano (10 kilómetros al norte de Córdoba), Peñarroya, Espejo y Castro, y eliminaron todas las posiciones que había ganado anteriormente Miaja. La derrota gubernamental en Córdoba fue completa. Las fuerzas rebeldes quedaron a las órdenes de Sáenz de Buruaga, y las fuerzas gubernamentales a las órdenes de del teniente coronel Hernández Saravia. Miaja retrocedió hasta Valencia y se puso al mando de la III División Orgánica. Varela se fue a la zona de Madrid. La República daba por perdida Córdoba, lo cual, posiblemente fuera un error definitivo.

    El 20 de julio de 1936 en Granada.

El gobernador militar de Granada, general Manuel Llanos Medina, había sido descubierto como conspirador, y había sido depuesto por el Gobierno el 10 de julio de 1936. Igualmente, el Gobernador Civil, Ernesto Vega, fue depuesto por el Gobierno el 25 de junio, y sustituido por César Torres Martínez, porque Vega no hacía vigilancia sobre los rebeldes de la ciudad. El Gobierno tenía la idea de que en Granada había muchos posibles golpistas.

Las fuerzas disponibles en Granada eran: El Cuerpo de Seguridad y Asalto, que contaba con 300 hombres teóricos y unos 150 en la realidad, a las órdenes  del capitán Álvarez, que se declaró fiel al Gobierno. El Cuartel de la Guardia Civil de Granada, que tenía tan sólo 40 hombres y eran mandado por el teniente coronel Fernando Vidal Pagán, fiel al Gobierno. La Tercera Brigada de Infantería, a las órdenes del general Miguel Campins Aura. Se sospechaba que estaría con los rebeldes, porque era un católico fervoroso, y amigo personal de Francisco Franco. El Regimiento de Infantería nº 2, mandado por el coronel Basilio León Maestre, que contaba con unos 300 hombres. Y el Regimiento de Artillería Ligera nº 4, que era mandado por el coronel Antonio Muñoz Jiménez. Ninguno de los militarestenía clara la decisión que debía tomar ante la sublevación del 17 de julio.

En prevención de la sublevación, el 17 de julio, el aeródromo de La Armilla había sido vaciado de aviones por el Gobierno de Madrid. Los aviones habían sido enviados a Madrid y a Sevilla.

El 18 de julio, Miguel Campins aseguró al Gobernador Civil, César Torres Martínez, que él era fiel al Gobierno. Incluso organizó una columna militar para ir sobre Córdoba, pero se le amotinaron los oficiales. Miguel Campins visitó el día 20 los cuarteles de la Guardia Civil y Guardia de Asalto y comprobó que se habían rebelado, pero ya era tarde para él.

La ciudad de Granada acabó sumándose a la rebelión el día 20 de julio: el general Miguel Campins Aura, como estaba previsto, cumplió la palabra dada a Franco el día 20. Pero no fue Campins quien tomó la decisión de sublevarse, sino el comandante Francisco Rosaleny Burguet, segundo de Campins, que se hizo cargo del mando militar, y se puso en contacto con Queipo de Llano (Sevilla), obligó el 20 de julio a Campins a declarar estado de guerra, y la ciudad fue tomada por unos pocos soldados rebeldes, ayudados por falangistas.

Una vez tomada la ciudad, Francisco Rosaleny destituyó a Campins, y designó nuevos jefes militares por el bando rebelde: Una de sus primeras decisiones fue deponer al gobernador civil, y nombrar en su lugar al comandante José Valdés Guzmán.Valdés denunció inmediatamente a Campins ante Queipo de Llano, por indecisión de primera hora, es decir, por no sublevarse el 18 ni el 19 de julio.El 20 de julio por la tarde, dos coroneles detuvieron en Granada al general Campins, y éste fue llevado a Sevilla, y fue juzgado y ejecutado el 16 de agosto, a pesar de una petición de indulto de Francisco Franco.

El nuevo Jefe de los Guardias de Asalto fue el capitán José Nestares Cuéllar, antiguo jefe de ese cuartel de Asalto.

El nuevo jefe de la Guardia Civil fue el teniente Mariano Pelayo.

El coronel Antonio Muñoz Jiménez, secundado por el coronel Basilio León Maestre, el 25 de julio detuvieron al Gobernador Civil César Torres Martínez, que era republicano, y nombraron Gobernador al comandante José Valdés Guzmán, el cual se ayudó del capitán José Nestares Cuéllar, y del comisario de policía Julio Romero Funes, para hacer asesinatos masivos de cientos de personas en Granada y alrededores. Sólo en el mes de agosto, fusilaron a 582 personas en la ciudad de Granada, y otras más en los pueblos de alrededor.

La Armilla era el aeropuerto de la ciudad de Granada, y fue conquistado por los rebeldes en la mañana del 21 de julio. Llegaron a liberarle en tres aviones fuerzas republicanas de Getafe (Madrid), pero estos pocos soldados y los tres aviones Nieuport en que habían llegado, fueron apresados. Se hizo cargo de La Armilla, Narciso Bermúdez de Castro Zafra-Vázquez. Bermúdez de Castro utilizó los aviones para establecer un contacto regular de Granada con Sevilla, a partir de ese momento.

El resto de defensores gubernamentales de Granada huyó hacia el sur, hasta Motril y Almería.

         Almería.

En Almería, el 20 de julio, el comandante de la plaza y jefe del batallón de ametralladoras, teniente coronel Juan Huertas Topete, y su ayudante y comandante del Cuerpo de Carabineros, Toribio Crespo Puerta, declararon estado de guerra el 19 de julio, ocuparon la Casa del Pueblo, sitiaron el Gobierno Civil, y detuvieron a los oficiales que se mantenían fieles al Gobierno. Pero los Carabineros y Guardias de Asalto no obedecieron a la autoridad militar, y plantearon la lucha contra los rebeldes. Llegaron milicianos de Granada, y a ellos se sumaron muchos voluntarios civiles de la propia Almería, y cercaron a los rebeldes. La llegada desde Cartagena del destructor “Lepanto” al puerto el 21 de julio, y la amenaza de bombardease los cuarteles en los que estaban los rebeldes, fue bastante para que éstos se rindieran, y Huertas Topete se entregara. Pocos días después, los sublevados fueron fusilados sobre la marcha, sin juicio. Almería se quedó en el bando republicano gubernamental.

          El caso especial de Málaga.

Málaga era un tema aparte desde el mismo día 18 de julio. Desde el primer momento, Málaga se consideró a sí misma un caso aparte, ni gubernamental, ni rebelde. Era una provincia industrializada, comercial y vitivinícola, que se consideraba postergada ante los vascos, que se llevaban la siderurgia al País Vasco, y ante los catalanes que se llevaban la textil. Málaga estaba en proceso de desindustrialización desde el siglo XIX, y lo estaría mucho más en septiembre de 1936 con el Gobierno de Largo Caballero que les sacrificaba para ganarse a catalanes y vascos.

En un ambiente de decadencia industrial, el PCE y CNT-FAI eran predominantes entre los obreros malagueños, y los sindicatos eran tan fuertes, que organizaron sus propias milicias y no se consideraban deudores del Gobierno de España. Los malagueños no eran rebeldes porque eran de extrema izquierda, pero no eran gubernamentales porque no les gustaba ser los sacrificados para que las regiones más ricas de España prosperasen. En Málaga los falangistas eran pocos, y apenas una cincuentena se aprestaron a ayudar a los militares rebeldes malagueños.

El Gobernador Militar, general Francisco Patxot Madoz, parecía fiel al Gobierno de Madrid porque había encarcelado a los dirigentes falangistas, y se creía que no había peligro de rebelión por ese lado. Más tarde Francisco Patxot Madoz, jefe del 12 Brigada de infantería en Málaga, sacó sus tropas a la calle el 18 de julio por la tarde, y seguido por la Guardia Civil, atacó el Gobierno Civil de la ciudad. Se unía a los rebeldes. Los guardias de asalto y los milicianos de Málaga le ofrecieron resistencia, y Patxot se retiró a los cuarteles el 19 de julio a las 04:00 horas. Abandonaba la rebelión de modo inexplicado para nosotros. El puerto de Málaga fue ocupado por gubernamentales. Patxot sería encarcelado en el “Delfín”, y en 22 de agosto de 1936, tras un bombardeo de la ciudad, los presos del “Delfín” fueron asesinados por la multitud.

En el plan de Mola, Málaga debía recibir los legionarios y regulares de Melilla, lo cual no tuvo lugar, y al contrario, el puerto de Málaga se convirtió en la base de operaciones de los gubernamentales en el Estrecho.

Las grandes familias malagueñas, los Larios, los Heredia y los Loring, estaban demasiado seguros de su dominio sobre la sociedad malagueña, a pesar de que habían abusado de los salarios, y no se habían preocupado por organizar milicias ciudadanas que les apoyaran a ellos, o a los rebeldes. Ni siquiera se habían preocupado de establecer un gran partido político que pudiera ser manipulado por ellos. Tampoco ellos estaban preparados para una situación de rebelión militar.

Los militares rebeldes fueron muy pocos en Malaga. Algún estudio cita 42 oficiales del Regimiento Vitoria, y nada más. Tampoco los civiles rebeldes eran muchos: Cuando se produjo la sublevación militar, el 18 de julio por la noche, muy pocos “señoritos” llevaron agua y comida a los sublevados.

Mola era conocedor de la situación malagueña, y había pensado que la toma de Málaga sería fácil para los legionarios y regulares de África. Pero el plan falló porque la marinería se sublevó contra sus oficiales, y los barcos no pudieron transportar el ejército de África a Málaga en los primeros momentos de la sublevación. Los fracasos de Barcelona y de Málaga fueron definitivos en el fracaso de los planes de Mola.

En Málaga, Queipo de Llano nos aparece como un hombre completamente despistado e ignorante de las cosas de Málaga. De hecho, en los días anteriores al golpe, cuando se preveía la sublevación militar, llevó a su esposa e hijos a Málaga, pues lo consideraba un lugar seguro cuando iba a dar el golpe en Sevilla. No había tenido en cuenta la fortaleza de los comunistas y anarquistas malagueños. Los días anteriores al golpe, en Málaga se habían enfrentado CNT-FAI con PSOE-UGT. Y el día 10 de junio de 1936, el concejal comunista Andrés Rodríguez, del sindicato de pescadores, había sido asesinado. Se responsabilizó del asesinato a CNT-FAI. Entonces, un grupo de Juventudes Socialistas Unificadas, que eran de ideología comunista, fue a casa del dirigente de FAI, Ortiz Acevedo, le dispararon, y luego incendiaron los locales de CNT y de la Escuela Racionalista. Reaccionaron a su vez los anarquistas y tirotearon la Casa del Pueblo, acabando la acción a tiros con la Guardia Civil. El 11 de junio se celebró el entierro de Andrés Rodríguez, y uno de los asistentes a la ceremonia, el concejal pesoísta y Presidente de la Diputación de Málaga, Antonio Román Reina, fue asesinado. El entierro acabó con tiroteos en muchas calles de Málaga. En uno de ellos murió una niña de 11 años, hija de un anarquista. El 12 de junio, los comunistas asesinaron a otro anarquista. Que este ambiente fuera idóneo para que se refugiasen en Málaga los familiares de Queipo de Llano, no parece coherente.

El 18 de julio, los comunistas, pesoístas y anarquistas malagueños habían llegado a un pacto frente al levantamiento militar que se preveía, y apoyaron a los Guardias de Asalto que defendían al Gobierno de España. La Guardia Civil también apoyaba al Gobierno de España, y la sublevación fracasó. El Ayuntamiento fue disuelto y sustituido por una Comisión Gestora. La Diputación fue disuelta y sustituida por un Comité de Administración y Servicios. E inmediatamente se procedió a la depuración de los funcionarios, cesando a todos los que eran de derechas. También se decretó la huelga general.

Ante esas medidas preventivas de los comunistas, pesoístas y anarquistas, los propietarios y burgueses malagueños huyeron, excepto unos pocos que fueron encarcelados, y alguno que fue asesinado. No hubo desembarco de tropas africanas en Málaga.

La autoridad efectiva de Málaga en los días de la sublevación, era Cayetano Bolívar, un comunista que se nombró Comisario de Guerra, mientras el Gobernador Civil era una mera figura decorativa, sin poder alguno. Los periódicos de Málaga, La Unión Mercantil, El Diario de Málaga y El Cronista, fueron incendiados. Fue respetado El Popular, porque era republicano.

Una vez en el poder, los comités obreros ordenaron la vuelta al trabajo. En ese punto surgieron las discrepancias, pues cada grupo político quería su modelo de sociedad, y no aceptaban que las cosas siguieran igual, sin hacerse la revolución que venían predicando. Habían organizado “comités de barrio”, “comités de fábrica” y “comités locales” en los pueblos pequeños. Y el 19 de julio, crearon un “Comité Permanente de Enlace”, que convivía con el Gobierno Civil, pero representaba el poder real. Formaban parte de este Comité Permanente: el Partido Federal, el PSOE, el PCE, Izquierda Republicana, Unión Republicana, CNT, FAI y UGT. La presidencia de este Comité Permanente la gestionaba una Comisión Ejecutiva. El Comité Permanente se consideraba a sí mismo como asesor y colaborador del Gobierno y del Gobierno Civil de Malaga. Pero en agosto, el Comité Permanente era el autentico Gobierno de la ciudad, y cuando había discrepancias entre el Gobernador y el Comité, se imponía la voluntad del Comité. No importaba que el Gobernador fuera del PSOE, Francisco Rodríguez a partir de 18 de septiembre de 1936, porque no se le respetaba en absoluto. Rodríguez trató de impedir los registros y detenciones arbitrarias que estaban haciendo los milicianos.

Los órganos del Comité Permanente de enlace, eran el Comité de Salud Pública, el Tribunal Popular, y el Comité de Investigación y Vigilancia, y se caracterizaban por su populismo, de modo que en vez de guardar el orden público, contribuían al robo y la violencia injustificados. En el Comité de Salud Pública, F. Millán, del Partido Sindicalista, organizaba detenciones arbitrarias, y le secundaba M Ortiz Acebedo, miembro de FAI. Sus guardias eran procedentes del lumpenproletariado. Buscaban una revolución que decían que iba a ser comunista. A partir de 18 de septiembre, el gobernador Francisco Rodríguez creó el Tribunal Popular, y anuló al Comité de Salud Pública, pero era inoperante. Entonces, creó el Comité de la Audiencia, un órgano sencillo que actuara con rapidez y eficacia, pero la legalidad no pudo ser restaurada.

El 20 de julio de 1936, de madrugada, el “Sánchez Barcáiztegui” llegó al puerto de Málaga, donde estaba el “Lepanto”. El comandante del “Lepanto” creía que Málaga se había sublevado, y por eso había acudido a ese puerto. Los comandantes de ambos buques fueron detenidos y llevados al barco prisión “JJ Sister”.

También llegaron a Málaga los destructores “Alsedo” y “Almirante Antequera”, en los cuales, las dotaciones, alertadas por Balboa, habían detenido a sus jefes y les llevaban a Málaga donde los encerraron en el “JJ Sister”.

El 24 de septiembre, 107 personas fueron “sacadas” de las cárceles de Málaga, el día más aciago de asesinatos de presos. Pero ya en agosto se había asesinado a 212 “desconocidos”, que era como se denominaba a los cadáveres encontrados, en septiembre se encontraron 222 “desconocidos”, en octubre 101 “desconocidos” y en noviembre 41 “desconocidos”. El total suma 583 asesinados.

En septiembre, la CNT pidió la desaparición de los Ayuntamientos y formación de “comités locales de vecinos”.

En noviembre, surgió una discrepancia entre el Comité de Enlace del comunista Cayetano Bolivar, y los miembros de CNT-FAI, que querían otro modelo social, no comunista. Los anarquistas querían un Consejo Popular de Defensa integrado por seis miembros de CNT y seis de UGT, lo cual pondría el Gobierno en manos de los sindicatos. También pidieron la destitución de Francisco Rodríguez.

En 28 de noviembre, Madrid pidió un pacto de CNT, UGT, PCE y FAI, para levantar milicias conjuntas y autónomas, es decir que pospusieran la revolución para después de ganar la guerra. Era un deseo imposible, y Málaga fue un problema para el Gobierno durante todo el periodo 1936-1939,

     Finales de julio en la II División.

Todavía el día 21 de julio, la sublevación no había trunfado en Andalucía, porque se habían sublevado algunas ciudades, pero no las zonas rurales. Las zonas rurales no preocupaban en absoluto a los rebeldes, pues carecían de armamento militar, y serían tomadas a su tiempo. Era una rebelión militar, en la que el campo no contaba demasiado. Entre esas zonas rurales, se incluía a las ciudades de Huelva y de Jaén, porque no tenían guarnición militar importante, y de hecho, apenas notaron el estado de guerra en estos primeros momentos. La Guardia Civil dominaba estas poblaciones y todo dependería de la posición que adoptase la Guardia Civil.

Andalucía tuvo en general un alzamiento más bien fracasado el 18 y 19 de julio, pues los sublevados sólo triunfaron en Sevilla, en Granada, en Cádiz, Jerez, Córdoba, Algeciras y Lucena. Estas ciudades permanecieron en la rebelión toda la guerra, pero prácticamente aisladas hasta bien avanzada la campaña rebelde, y mucho más aislada estaba Granada. El que la sublevación triunfase al fin, se debió sin duda a una mala política del Gobierno republicano de España.

En Sevilla, Queipo de Llano, el general rebelde, se hizo cargo del gobierno de la ciudad sin oposición alguna de los militares, y fue considerado jefe político de la sublevación. La oposición a la rebelión se produjo entre los ciudadanos de los barrios pobres de la ciudad. El 21 de julio, Queipo de Llano utilizó en Sevilla los legionarios que le habían llegado, tropas de élite de la V Bandera de la Legión dispuestas a matar y a morir, y ordenó el asalto al barrio de Triana en Sevilla. El asalto fue dirigido por el comandante Castejón, y duró cuatro días, tras los cuales, los obreros abandonaron la resistencia.

El 21 de julio, los gubernamentales de Granada se refugiaron en El Albaicín, como último reducto, y fueron cañoneados por los rebeldes hasta su rendición.

En Cádiz, el rebelde Varela tomó el mando con tan solo 600 hombres.

En Jaén había unos 700 Guardias Civiles distribuidos en distintos cuarteles de la provincia, y sus Jefes eran el Teniente Coronel Iglesias, y el Comandante Cifuentes. Los guardias civiles no querían comprometerse por ningún bando, hasta estar seguros. Pero aparecieron los capitanes Reparaz, Cortés, y Rodríguez de Cueto, y decidieron que se debían sublevar, refugiarse en Santa María de la Cabeza, y esperar el socorro de Queipo de Llano. Simularon partir para el frente, para no tener problemas, y dieron tiempo a que sus familias llegasen al Santuario, y luego se dirigieron ellos al Santuario, y se declaron rebeldes.

En Huelva había unos 200 guardias civiles, y 200 gurdias de asalto, a los que se suponía fieles a la República. El general Pozas ordenó que una columna de guardias civiles y de asalto, avanzara hacia Sevilla para ayudar a la población civil fiel a la República. Pozas organizó otra columna con mineros de Riotinto y trabajadores de Huelva. Pero la columna de obreros  fue interceptada por los rebeldes y nunca llegó a Sevilla. Y la columna de guardias se sublevó y se pasó a los rebeldes.

     Despliegue militar desde Sevilla.

El 22 de julio de 1936, Queipo de Llano ordenó en Sevilla el reclutamiento de las quintas de 1931 a 1935, ambas inclusive. Y con ellas organizó dos columnas:

La Primera Columna la integrarían soldados del Tercio, Guardias Civiles, soldados de ingeneros, soldados de artillería, tres escuadrones del requeté sevillano a las órdenes del alférez Barrau, unos soldados de intendencia, y unos soldados de caballería. El Jefe de la Primera Columna sería el comandante Castejón. Los objetivos de esta Columna militar era tomar los barrios de San Julián y San Marcos, en Sevilla.

La Segunda Columna estaba integrada por Regulares, algunos soldados del Tercio, falangistas y fuerzas cívicas reclutadas en Sevilla. Su objetivo era tomar el pueblo de El Arahal, es decir, la carretera de Granada, a 46 kilómetros de Sevilla. La toma de un pueblo se denominaba “liberación de ese pueblo”. Y a ello seguía la labor de “limpieza” realizada por los falangistas.

Los rebeldes sevillanos tomaron Carmona, en la carretera de Córdoba, El Arahal en la carretera de Granada, Morón al sur de El Arahal, y Utrera, uno de los pasos hacia Cádiz, y establecieron un arco de defensa alrededor de Sevilla, a unos 40 kilómetros de Sevilla.

Queipo de Llano se encontraba a sí mismo muy gracioso, y se reía de sus propias gracias cuando en las alocuciones diarias por radio, llamaba a Dolores Ibárruri “la puta de Somorrostro que cobraba a dos duros el polvo”, a Indalecio Prieto le decía que era “un cerdo”, y a Azaña le decía que era “un imbécil invertido (maricón)”. Y luego amenazaba con que por cada miembro de la Guardia Cívica que mataran los rojos, él mataría a diez rojos. Pocos días después, dio licencia a la Guardia Cívica para matar “invertidos” (rojos en este caso, aunque tratados todos ellos como maricones).

El 23 de julio, el Gobierno republicano fijó como puerto base de la guerra en el Estrecho, el de Málaga. Málaga se convertía en la capital gubernamental, frente a Sevilla, la capital rebelde de Andalucía.

El 24 de julio, en Sevilla, Queipo de Llano emitió una orden para organizar militarmente a los civiles sevillanos, a los que denominó Fuerzas Cívicas al Servicio de España. Se entendía que eran fuerzas cívicas los que no eran soldados, ni falangistas, ni requetés, y se les había entregado un arma. Quedaban sujetos a jurisdicción militar, y fueron puestos a las órdenes del capitán de infantería retirado Rafael Coronel Torres. Se inscribieron en la Guardia Cívica, en los siguientes días, unos 1.000 sevillanos, y se les encomendó vigilar la ciudad, de modo que se liberara el ejército de estas funciones accesorias. Se incorporaban a las Fuerzas Cívicas, muchos militantes del partido Acción Popular, de Ángel Herrera Oria y José María Gil Robles, aunque estas personas no tuvieran responsabilidad alguna de los que hacían sus militantes. A los miembros de las Fuerzas Cívicas, les ponían un brazalete verde, y les daban un mosquetón y un gorro cuartelero, y les encargaban de actuar como policía en el doble sentido de perseguir el crímen e investigar lo que pensaba y decía la gente.

Las Fuerzas Cívicas se organizaron realmente el 11 de agosto de 1936, y aparecieron como Milicias Nacionales encuadradas en tres Escalones. El Primer Escalón contaba con dos batallones armados, cada uno de ellos con tres compañías de 150 hombres cada una, y se puso a las órdenes del Alcalde de Sevilla, Ramón Carranza, que les llevó a puestos en Llerena, Almendralejo, y Santos de Maimona. El Segundo Escalón estaba mandado por Juan Ortiz Montero. El Tercer Escalón estaba integrado por gente de edad, y se reservó para vigilar la ciudad de Sevilla.

Además, Queipo de Llano creó una Guardia Montada Rural de Sevilla, cuyo nombre oficial fue Grupo Voluntario de Policia Montada, que era utilizada para vigilar las fincas. Tenía su cuartel en el Cortijo del Cuarto. Eran caballistas voluntarios a los que se entregaba un mosquetón. Su jefe era el comandante Alfredo Erquicia, el cual tenía como ayudante a un moro llamado Abselambel Hach ben Mohamed. El uniforme de la Guardia Montada era un mono de trabajo, y botas con espuelas vaqueras. En el primer momento, fueron dos escuadras compuestas cada una de ellas de tres secciones de 28 jinetes cada sección. La misión que se les encomendó, fue ayudar a la Guardia Civil, perseguir a los marxistas que pretendieran esconderse en el campo, y retirar las armas que encontrasen en caseríos y pueblos.

El Jefe Provincial de Falange Española en Sevilla era Joaquín Miranda. Miranda se enorgullecía de tener miles de afiliados, pero todos los días insistía en que todo buen ciudadano debía ser un miliciano nacional activo (rebelde), pues de lo contrario, sería considerado un enemigo de España. Entre salvar a España, e ir contra España, no había espacio para los tibios.

Hasta agosto de 1936, los milicianos rebeldes se limitaron a apoyar a las columnas militares de su zona. Pero en agosto fueron encuadrados militarmente, de modo que fueran capaces de realizar autónomamente misiones militares, como garantizar las comunicaciones entre Sevilla y Cádiz, realizar la ocupación de la provincia de Huelva, garantizar las comunicaciones entre Sevilla y Córdoba, etc. Los milicianos rebeldes salían por el campo en pequeñas patrullas, llegaban a los pueblos y se aseguraban una obediencia total a sus órdenes, como cantar canciones patrióticas, o asistir a misa. Para sus comunicaciones, tenían automóviles y camiones ligeros, de modo que se podían hacer presentes en cualquier pueblo en pocas horas.

En octubre de 1936, las unidades de milicianos rebeldes llegaron a ser 95, y fueron organizadas en 2 Divisiones de Infantería, que suponían 24 batallones. Se calculaba que eran 29.905 hombres. En estos batallones, había 9.490 personas a las que podemos llamar propiamente milicianos, y de ellos 5.410 eran falangistas, 1.520 eran requetés, y 2.560 eran civiles, que es el miliciano puro. El resto de los hombres de esos batallones, eran soldados, unos 20.000, de modo que su eficcia militar era tan buena como la de los profesionales militares.

El 25 de julio, Queipo de Llano dominaba la zona de Algeciras (Cádiz), Cádiz, Sevilla, Écija (Sevilla), es decir, el bajo valle del Guadalquivir. Y tenía de su parte a la ciudad de Granada, aunque rodeada ésta de pueblos partidarios de la República. Como estratega militar, decidió dominar el objetivo tradicional, la carretera Sevilla-Córdoba.

Por su parte, el Gobierno republicano nombró al general José Miaja Menant como Jefe de Operaciones del Sur, y el 28 de julio, Miaja salió de Albacete con 5.000 hombres para tomar Córdoba, recogió nuevos refuerzos en Jaén y en Andújar, pero se detuvo a descansar, y ello le perdió, porque la aviación rebelde y los legionarios africanos del coronel Sáenz de Buruaga, le impidieron entrar en Córdoba. Una vez perdido el objetivo, Miaja se fue a Valencia, desde donde se podía atacar la zona oriental andaluza a través de Murcia, y recuperar lo perdido. Una vez más, el ejército español demostraba su falta de preparación, perdiendo el tiempo en cuestiones que no eran urgentes.

Queipo de Llano ganó Andalucía en agosto de 1936: atacó Sierra Morena occidental, en las provincias de Sevilla y Huelva, y otra columna atacó la carretera de Sevilla a Granada por Osuna, La Roda, Archidona y Loja. Los combates eran pequeñas escaramuzas con repliegue instantáneo a las bases de partida, dejando un destacamento en cada pueblo tomado. Pero ello significaba que cada pueblo podía ser fácilmente retomado por el enemigo.

Andalucía es una región muy extensa, de 87.000 kilómetros cuadrados, y 360 kilómetros de anchura este-oeste en línea recta. Y es una región muy diversa geográficamente, desde las laderas suaves de Sierra Morena al caluroso valle del Guadalquivir, las grandes altitudes de Sierra Nevada que alcanzan los 3.400 metros, y la cornisa al mar Mediterráneo de clima subtropical, dejando a un lado las muy abundantes en agua marismas del Guadalquivir, y al otro el desierto de Almería. Hay zonas mineras en Huelva y Almería, y zonas agrícolas en el valle del Guadalquivir. La zona occidental tiene como centro urbano principal a Sevilla, y la zona oriental tiene su referencia en Granada.

El 18 de julio de 1936, la zona oriental andaluza era predominantemente republicana, excepto Granada, que se veía cercada por los jienenses, malagueños, almerienses, y accitanos de Guadix. En cambio, la zona occidental andaluza era rebelde. Siempre se había considerado fundamental la carretera Córdoba-Sevilla como base del dominio de Andalucía, pues el resto son montañas de muy difíciles comunicaciones.

Los planes de guerra a finales de julio, eran: Queipo de Llano debía dominar Huelva y progresar hacia el norte por Extremadura hasta alcanzar Salamanca y enlazar con los rebeldes de Castilla la Vieja. Además, debía consolidar la carretera de Sevilla a Córdoba, 140 kilómetros, que se considera el eje principal de comunicaciones de Andalucía.

     El Protectorado a fines de julio.

     Al otro lado del Estrecho, el 24 de julio en Melilla, el teniente Sánchez Suárez manifestó que disponía de 6.000 falangistas en el Protectorado, cifra que nos parece exagerada. A los falangistas se les encomendó la labor de investigación o inteligencia, recogida de armas, registros de viviendas y detenciones, las cuales eran seguidas a menudo de “paseos”, que eran fusilamientos. Cada sección de Falange, vigilaba un barrio o una calle de la ciudad, según las dimensiones del objetivo. En Melilla, estos grupos de vigilancia contaban con 200 hombres. Y se abrió un banderín de enganche para la Legión, y una Comandancia Cívica que quedaba subordinada a las Fuerzas de Protección de Falangge Española. El modelo se repetiría muchas veces en distintas zonas españolas.   

Las mujeres también tenían utilidad como auxiliares del ejército, pues se utilizaban para cargar cartuchos.

En el caso de Ceuta, los falangistas incorporados a funciones complementarias del ejército, fueron unos cien, y se les trasladó a la Península. La Guardia Civil les entrenaba en el uso de las armas, y se les encargó la “limpieza” de los pueblso que se iban conquistando, “limpieza de marxistas y liberales”. Los voluntarios para ir a la Península fueron pòcos, y Falange se enfadaba y hacía recriminaciones públicas, que sirvieron de poco. En Ceuta se elaboraron unas listas negras de “masones” que había que eliminar, t la represión duró meses, hasta que pudieron ser localizados y eliminados.

   El paso del Estrecho del 25 de julio.

El 25 de julio tuvo lugar el tercer transporte de tropas africanas a la península. Lo hacían dos faluchos almadraberos de Barbate, pagados por el Marqués de Viesca, y transportaron la 18 Compañía de la 5ª Bandera de la Legión, al mando del teniente de navío Mora Figueroa.

El paso del Estrecho, que es de 15 kilómetros, se tardaba en cruzar una hora en condiciones normales, debido a las fuertes corrientes que le son características. Franco observó la operación desde el Monte Hacho de Ceuta.

El 26 de julio, Francisco Franco puso su Cuartel General en Cáceres. Ello fue de especial trascendencia para el destino de España, pues ante la ineficacia del ejército peninsular, a partir de entonces se pudo contrastar con la eficacia del ejército del Protectorado. Y Franco, un personaje secundario en el golpe de julio de 1936, irá ganando popularidad entre los españoles y prestigio entre los militares, hasta convertir un golpe por la regeneración ética de la política, en un asalto al poder del autoritarismo militar, dictatorial y antidemocrático, con apoyo de los fascistas que quisieron someterse a la idea franquista.

A Cáceres acudió Nicolás Franco Bahamonde, hermano mayor de Francisco, ingeniero naval que había dirigido durante 14 años unos astilleros valencianos, y en octubre de 1935 había sido Director General de la Marina Mercante. El 19 de julio había huido de Madrid, por la carretera de Ávila, y se había marchado a Lisboa. Nicolás fue Secretario General para los rebeldes, y creó un sistema de propaganda en el que su hermano Francisco Franco aparecía como autor de todo lo bueno que sucedía, aunque no hubiera tenido relación con ello, de modo que comenzó “el mito de Franco”. Francisco se lo agradeció nombrándole en 1937 Secretario General del Estado, y enviándole a Lisboa en 1938 para continuar la labor de conseguir armas para los sublevados.

El 27 de julio, Franco, que estaba en Cáceres, dio la orden de avanzar sobre Madrid.

El 27 de julio, se incorporó a la columna rebelde que marchaba sobre Madrid desde Cáceres, el coronel Heli Tella, el cual había traído legionarios y regulares nuevos, pues muchos de los de la primera tanda habían muerto o eran baja casi todos. La efectividad militar tenía un coste humano muy alto.

La marcha de Franco sobre Madrid era un insulto a las fuerzas navarras, burgalesas, vallisoletanas y zaragozanas que, en diez días, no habían conseguido ninguno de sus objetivos. A la postre, Franco no quiso entrar en Madrid y entregar el Gobierno a esos inútiles. Prefirió retirarse hacia Toledo. Seguramente, si le hubieran entregado el Gobierno, hubiera atacado Madrid. Pero entrar en Madrid para imponer un Gobierno democratico y liberal, no era precisamente la idea que Franco tenía para esa rebelión militar.


[1] El “República” fue cambiado de nombre varias veces: primero se llamó “Reina María Victoria” en 1920, luego fue rebautizado como República en 1931, y por fin se llamaría “Navarra” en junio de 1938. Era de una tecnología anticuada y poco útil, y en 1936 estaba casi desmantelado.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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