La cultura española durante la Segunda República.

ideas clave: la cultura española durante la Segunda República, las élites intelectuales españolas en 1920-1940, Novecentistas y vanguardistas españoles, poesía española de principios del XX, novela española de principios del XX, ensayo español de principios del XX, prensa española de principios del XX, teatro español de principios del XX, arquitectura española en la Segunda República, pintura española de principios del XX, cine español de principios del XX, la radio en sus inicios en España,

     La cultura en tiempos de la Segunda República es un tema discutido, polémico y politizado. Algunos se deshacen en alabanzas hacia esta época, y otros la denigran. Quizás ambos tengan razón.

     El vulgo, cayó en la más absoluta vulgaridad: La llegada del cine sonoro en 1932 dio lugar a la típica españolada consistente en llevar al cine el chiste fácil y chabacano de las «revistas» de los cómicos ambulantes, siempre haciendo referencias solapadas o manifiestas al sexo. Todo ello adornado con toreros y cantantes melodramáticos que se decían tonterías amorosas con voz increíblemente falsa, cuyo tono sugería cosas diferentes a las que se decían, como ocurría en los espectáculos populares. Los prototipos de el torero valiente, la flamenca o la cantante desgraciada, el guardia civil cruel, el bandido bueno y el palurdo tonto pero bueno, van a generar una imagen de España que perdurará hasta fin del siglo XX, en España y en el extranjero, aunque de hecho sólo representara una parte pequeña del territorio y una parte pequeña del entramado social español. Es curiosa la contradicción entre este tipo de espectáculos, defendidos por la izquierda como ruptura de la influencia moral de la Iglesia, y la posibilidad perdida de exponer los auténticos problemas reales de la sociedad española, cosa que hicieron excepcional y magistralmente, Luis Buñuel y otros militantes en la izquierda. La iglesia católica prohibía la asistencia a todos estos filmes porque las bailadoras, al bailar, dejaban ver un poco de pierna, casi hasta la rodilla, y porque al final besaban a su amante, o peor, “vivían amancebadas” con alguien durante el transcurso de la historia contada. La verdadera moral social, no parecía importarle demasiado a la Iglesia.

     Los toreros de moda eran El Gallo y Juan Belmonte. Las plazas de toros eran la afición más importante de los españoles, pero, desde 1927-28, había empezado la liga de fútbol que atraía a los jóvenes del norte peninsular, y con ello, aparecía el segundo espectáculo español, el fútbol. El fútbol tenía más seguidores en las ciudades, sobre todo en la mitad norte peninsular, y los toros, en el campo, y la mitad sur peninsular.

     Las canciones de moda en 1936 eran Mi Jaca, Rocío, María de la O, Mari Cruz.

     En cuanto a la política de enseñanza, el esfuerzo del Estado republicano fue magnífico, como casi todos los utópicos que siempre piensan que el remedio de todos los males está en los estudios[1]. La República creó unas 7.000 aulas escolares y duplicó el número de institutos de enseñanza media que existían a su llegada. Había planificado cuatro veces más, pero hay que alabar lo que se hizo.

     La tasa de analfabetismo llegaba al 33% de la población, debido principalmente a problemas de escolarización.

     La Iglesia seguía una política educativa tradicional. Puso su mayor interés en que los niños se aprendieran de memoria el catecismo, bien el del padre Ripalda, bien el del padre Astete, dos jesuitas del siglo XVI, cuyo sistema de preguntas y respuestas era más fácil de aprender de memoria que de comprender. De hecho, ni los profesores de catecismo entendían lo que allí se decía.

     El gran público, de la clase media alta, gustaba de “la revista musical”, género teatral con baile y diálogo zafio y picante, la zarzuela, los sainetes y el teatro cómico de chiste fácil y lo más burdo posible. Evidentemente el público necesitaba evadirse de la realidad. Lo que el público quería y pagaba por ver, eran las revistas de Celia Gámez, los cantaores Angelillo y Estrellita Castro, las zarzuelas, los sainetes de Arniches y el teatro cómico de Muñoz Seca que hacía chistes fáciles sobre políticos y sindicalistas de todo signo.

         Las élites intelectuales.

     Las elites intelectuales eran muy cultas, pero muy minoritarias. Estaban fuertemente influenciadas por los noventayochistas. La fuerte crítica que éstos hacían de la sociedad, les había llevado al ensimismamiento, y de allí al pesimismo. Ambos caracteres tenían como consecuencia que sus críticas sobre la sociedad fueran poco efectivas, por hacerse poco atractivas. Nos estamos refiriendo a Unamuno 1864-1936, Valle Inclán 1869-1936, Antonio Machado 1875-1939, Benavente 1866-1954, Baroja 1872-1956, Juan Ramón Jiménez 1881-1958, etc.

Las actividades culturales, aunque eran muy populares, no podían ser presenciadas por la inmensa mayoría de la población que se conformaba con oír los comentarios y oír repetir las canciones y chistes. El precio de una butaca de teatro estaba entre las 3 y 6 pesetas, el de una butaca de cine entre 1 y 3 pesetas y el de una silla en un cine al aire libre, unas 0,50 pesetas, que era lo que podían pagar alguna vez los más pobres. (recuérdese que una buena retribución eran 12 pesetas diarias, y una mala estaba en las 3,5 pesetas diarias). En cambio, las clases medioburguesas sí que frecuentaban el teatro y espectáculos, y sabemos que Madrid se permitía dos sesiones diarias, a las 6,30 y a las 10,30, con alguna sesión añadida extraordinaria en días de fiesta. Es pura demagogia universitaria el que los españoles odiasen la cultura, y que los universitarios fueran la élite intelectual y la reserva espiritual de occidente. Simplemente, los españoles, no podían pagárselo. Los estudiantes estaban orgullosos de ser élites, muy alejadas de la chusma, y de llevar la cultura a esa chusma.

España se convirtió en una tierra de redentores, élites que debían salvar a los españoles de algo, de la degradación moral liberal, del marxismo, de la tiranía moral del catolicismo, de la derecha caciquil, del capitalismo…

              Novecentistas y vanguardias.

     En 1931, la influencia de los modernistas en la poesía había disminuido mucho, excepto en el caso de Juan Ramón  Jiménez que seguía siendo respetado y publicó Espacio, Antonio Machado, y Ramón María del Valle Inclán.

     Los noventayochistas habían dado paso a los novecentistas o Generación de 1914, movimiento que trataba de influir en la política para cambiar en España lo que hacía mucho tiempo que ya había cambiado en Europa con éxito, y para adaptar y aproximar la España oficial a la España real. Nos referimos a José Ortega y Gasset, Madariaga, Américo Castro, D`Ors, Gómez de la Serna, Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala. Ortega incitaba a la intelectualidad a ejercer sus deberes como ciudadanos y a comprometerse políticamente.

     De ambas tendencias, noventayochistas y novecentistas surgieron las vanguardias, la generación del 27, la novela social y la novela regionalista.

     Las vanguardias surgieron entre 1920 y 1940, para mostrar su entusiasmo por las evoluciones totalitarias triunfantes en el momento, tales como el comunismo soviético y el nazismo. Ambas tendencias eran iconoclastas en el sentido que querían romper con todo lo existente, a lo que tachaban de burgués o socializante, para interesarse por lo abstracto, inverosímil o estrambótico, a lo que ellos llamaban «creación pura». Las artes tradicionales, arquitectura, escultura y pintura, perdían para ellos todo su sentido puesto que debían ser integradas en un sólo arte que podía ser el cine o el diseño industrial. Todo lo socialmente aceptado o asumido por la gente era, por ello mismo, repugnante.

              La poesía.

     La poesía era el arte literario más cultivado en la España de principios del siglo XX. Los escritores escapaban de la realidad exterior, que no les gustaba, para centrarse en su realidad interior, muchas veces atormentada. De ahí, nació el periodo poético más fértil de la literatura española.

     La Generación del 27 era un grupo de poetas minoritario y elitista, y por ello de muy poca influencia, a pesar del bombo que posteriormente se les haya querido dar, grupo que, en la Universidad o en colegios religiosos, se reunían para leerse versos los unos a los otros. Tomaban como signo de identificación el año del tricentenario de Góngora, y se dedicaban a intentar la poesía pura, al margen de las vanguardias. Se trata de Federico García Lorca 1899-1936, Pedro Salinas 1892-1951, Luis Cernuda 1904-1963, Vicente Aleixandre 1900-1984, Jorge Guillén 1893-1984, Gerardo Diego 1896-1987, Dámaso Alonso 1898-1990, Emilio Prados 1899-1962, Rafael Alberti 1902-1999, Manuel Altolaguirre 1905-1959.     En 1932 se publicó Poesía Española, de Gerardo Diego, considerada la culminación del movimiento de la “poesía pura”.

     Sobrevivían de la generación anterior algunos vanguardistas tardíos como Mauricio Bacarisse, 1895-1931; Antonio Espina, 1894-1972; Juan José Domenchina, 1898-1959; y José Moreno Villa, 1887-1955. También sobrevivía la vanguardia ultraísta, la creacionista y la surrealista, aparecida en 1909.

     Salvador Rueda Santos, 1857-1953, malagueño, describe las costumbres andaluzas, era el último de los modernistas y fue muy prolífico: El patio andaluz, 1866; Renglones cortos, 1883; El cielo alegre: escenas y tipos andaluces, 1887; El gusano de luz, 1889; La reja, 1890; Cantos de vendimia, 1891; El tropel, 1892; Piedras preciosas, 1900; Trompetas de órgano, 1903; La cópula, 1906; Fuente de la salud, 1906; Lenguas de fuego, 1908; y en 1932 publicó El Poema de los Besos, pero ya en calidad inferior a su obra anterior.

     Manuel Machado Ruiz, 1874-1947, se quedó en el bando franquista y los socialistas y comunistas españoles dijeron que era un escritor malo, y fue casi borrado de los libros de literatura.

     Antonio Machado Ruiz, 1875-1939, que se había mostrado patriótico en Campos de Castilla, 1912, en 1935 aparecía como miembro del Comité de Escritores por la Defensa de la Cultura, movimiento nacido en París como antifascista de inspiración comunista, en el que también estaba Valle Inclán. Y en febrero de 1936 firmó el Manifiesto de la Unión Universal de la Paz junto a Manuel Azaña y Álvarez del Vayo. Machado publicó, en 1934-1936, 50 entregas de “Juan Mairena, sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo” las primeras de ellas en Diario de Madrid, y luego en El Sol. Se publicó todo junto en 1936. Mairena era un hombre bondadoso y de rectitud moral, que se había sumado a la causa republicana y al marxismo. Respondía a una época optimista de Antonio Machado, que se había enamorado de “Guiomar”, o Pilar de Valderrama. Antonio Machado es muy valorado por los socialistas y comunistas españoles, porque simpatizó con ellos.

     Juan Ramón Jiménez, 1881-1958, había sido la figura indiscutible en la época 1900-1927 de la poesía española, mito de los jóvenes poetas, pero no estaba a gusto en los años de la República, y no publicó sus poemas hasta 1946, bajo el título de Estación Total, donde consiguió la belleza plena en poesía.

     Fernando Villalón-Daoíz Halcón, 1881-1930, conde de Miraflores de los Ángeles, trató de comunicar la realidad de la Andalucía Baja en sus campos, sus gentes y sus costumbres en obras como Andalucía Baja, 1927; La Toriada, 1928; Romances de Ochocientos, 1929.

     Pedro Salinas Serrano, 1892-1951 era un erudito de la literatura y había sido profesor en Francia, donde conoció las vanguardias y se propuso introducirlas en España. Fue el alma de la UIMP, de la que era Secretario, y a donde acudían Dámaso Alonso, Federico García Lorca y otros. En 1933 publicó La Voz a ti Debida, un poema amoroso, y la segunda parte de Razón de amor, otro poema amoroso. Ya en el exilio de Puerto Rico, publicó El Contemplado.Tradujo al español la obra de Proust Vísperas de Gozo, 1926.

     Jorge Guillén Álvarez, 1893-1984, sólo escribió una obra muy interesante: Cántico, 1928, con 75 poemas, reeditada en 1936 por Ediciones El Árbol con 125 poemas, en 1945 con 270 poemas, y en 1950 con 334 poemas. Dialogaba con las cosas sin intención de dominarlas, sino de comprenderlas. Se considera la perfección clásica. El resto de sus obras es de calidad inferior, y en ellas se lamenta del caos que observa su alrededor, y ha perdido el optimismo.

Juan Larrea Celayeta, 1895-1980, era un bibliotecario bilbaíno, que marchó a París en 1926 y publicó en francés. Luego se fue a México y a New York, y su obra pasó por entonces desapercibida en España.

     Gerardo Diego Cendoya, 1896-1987, agrupó a los poetas de la Generación del 27 en “Poesía Española. Antología 1915-1931” y dio un visión general de la poesía de su tiempo. Había llamado la atención en 1924 con Manual de Espumas. Y en 1936 escribió Ángeles de Compostela, publicado en 1940, e inspirado en el Pórtico de la Gloria. Daba sentido musical a su poesía, con formas muy cuidadas.

     Federico García Lorca, 1898-1936, era un escritor reflexivo, consciente de su misión social como escritor, poeta popular amigo de jaranas acompañado de guitarras, y un intelectual incapaz de improvisar, que a su muerte se convirtió en un mito con vida propia como mito. Antes del mito, era un tipo con gracia andaluza y “mala sombra”, capaz del recochineo sobre cualquier tema. Luego el mito pudo con él, y fue tan distorsionado que ya no se le reconoce como fue, sino como se le imagina. Lorca dijo que “ningún hombre verdadero cree ya en esta zarandaja del arte puro, arte por el arte mismo”, y esta frase se ha olvidado y tapado. Lorca sentía la injusticia social, la desigualdad, el sufrimiento humano, y actuaba al margen de ideologías políticas, pero los políticos se quisieron adueñar del mito, y desvirtuaron a Lorca. La Barraca nunca tuvo estridencias políticas, ni manifiestos de izquierdas, y era más liberal que socialista, pero los socialistas y comunistas pugnaron por apropiarse de esa popularidad que adquirió La Barraca. Sólo en Poeta en Nueva York hay una protesta social, pero ya pertenece a otra época de la historia, a 1940. Lorca cantaba al pueblo y el pueblo le reconocía como uno de los suyos. En 1936 decía: “En este momento dramático del mundo, el artista debe llorar y reír con su pueblo. Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura, para ayudar a buscar las azucenas”.

     Dámaso Alonso Fernández de las Redondas, 1898-1990, escribió Poemas Puros, poemillas de ciudad, 1921, que se considera una obra menor frente a sus grandes obras posteriores: Oscura Noticia, Hijos de la Ira, 1944.

Vicente Aleixandre Merlo, 1898-1984, escribió Espadas como Labios, 1932; La Destrucción del Amor, 1935, que se considera su obra cumbre por la que fue premiado con el Premio Nacional de Literatura. En ella desaparecieron las sobrecargas emocionales que suenan a falso o a juventud, y se limitó a cantar a la naturaleza, al amor, y al Universo;  Sombra del Paraíso, 1944; Historia del Corazón, 1954, muestra una persona ya madura y con conocimiento de la vida.

     Juan José Domenchina, 1898-1959, escribió poesía surrealista en Dédalo, 1932. Era crítico en los periódicos El Sol y La Voz. En 1926 publicó la novela El Hábito, y en 1929 la novela La Túnica, que son dos estudios de patologías mentales.

     Emilio Prados Such, 1899-1962, editó la revista Litoral junto a Manuel Altolaguirre. Hacía versos andalucistas, como Alberti, y en 1926 editó Canciones del Farero. En 1936, en Llanto Subterráneo, tocó los temas de la muerte y de los sueños. Luego se exilió a México y se hizo melancólico. En 1954 se publicó una Antología 1923-1954 de sus poesías.

     Rafael Alberti Merello, 1902-1999, salió a la luz en los años anteriores a la República, cuando había una avalancha de publicaciones sociales promovida por la izquierda. Al igual que Emilio Prados y Luis Cernuda, puso la poesía al servicio de la renovación social. Y luego se pasó al servicio del PCE. Empezó como poeta neopopular, folclorista andaluz, en Marinero en Tierra en 1925, obra por la que le dieron el Premio Nacional de Literatura. Siguió La Amante, 1926; El Alba del Alhelí, 1927; siempre en la línea neopopular. Y en 1929 decidió hacer otra cosa en Cal y Canto, 1929, que es una obra caótica que intenta ser gongorista, y también Sobre los Ángeles, 1929, que quiere ser surrealista. Otras obras fueron: Sermones y Moradas, Con los zapatos puestos tengo que morir, Elegía Cívica, las cuales trataban de buscar cosas diferentes. Estas obras se publicaron juntas en Poesía 1924-1930. Y en 1929 se produjo la conversión de Alberti a la política. Primero, tanteó el anarquismo, pero acabó en el PCE. Él se decía “poeta social”. Abandonó la estética purista. Empezó utilizando el teatro como medio de protesta en El hombre deshabilitado, 1930; y Fermín Galán, 1931; y luego se pasó a la poesía, que era el espacio que mejor dominaba: Un Fantasma recorre Europa, 1933; y Consignas, 1933. Su protesta decía que el Gobierno había abandonado al campesinado, y que la burguesía era una clase explotadora. Ya no era verdad en ese tiempo, aunque lo había sido durante décadas, pero Alberti necesitaba ese argumento populista para su obra. Entonces, Alberti y María Teresa León fundaron la revista “Octubre”, y publicaron cosas de Luis Cernuda, Antonio Machado, César Muñoz Arconada, y Arturo Serrano Plaja, e hicieron una poesía-protesta con aires revolucionarios. La revista cerró en 1934, porque la literatura se vende poco. En 1936, Alberti publicó Nuestra Diaria Palabra, y 13 bandas y 48 estrellas, para criticar a las democracias occidentales, y particularmente a Estados Unidos, como le pedía el PCE.

Luis Cernuda Bidón, 1902-1963, empezó escribiendo Perfil de Aire, que luego retituló como Primeras Poesías, donde se muestra becqueriano. En 1929 publicó Un Río de Amor, ya en surrealismo, y en 1931, Los Placeres Prohibidos, también en surrealismo. Se muestra como un poeta torturado que deja ver sus heridas, y son los mejores poemas de su obra. Luego hizo Cántico, 1936; La Realidad y el Deseo, 1936. El poeta se aísla de la sociedad y busca los valores permanentes y fundamentales como el amor, las añoranzas, y la naturaleza misma. Se le califica de romántico fatalista, apasionado, atormentado. Su ejecución poética es fría.

Manuel Altolaguirre Bolín, 1906-1959, trató de dar a conocer a los poetas de su tiempo. Era tipógrafo y fundó varias revistas que él mismo imprimía. En 1922 lanzó la revista Ambos, en colaboración con José María de Hinojosa. Participó en Caballo verde de la poesía, una revista de Pablo Neruda. En 1927, lanzó la revista Litoral, junto a Emilio Prados. Como poeta es de categoría menor, pero es de los más auténticos y humanos de su generación. También era el más joven del grupo.

     Miguel Hernández Gilabert, 1910-1942, fue un pastor de cabras autodidacta, que llegó a Madrid en 1931 porque admiraba a Juan Ramón Jiménez. Luego evolucionó hacia el estilo de Neruda. Se comprometió excesivamente con el PCE, e incluso se alistó en el Quinto Regimiento, un batallón comunista, por lo que los comunistas le han hecho mucha propaganda posteriormente.

     En 1935 se publicó «Flor de Gregerías» de Ramón Gómez de la Serna, una nueva forma de expresar imágenes con humor e ingenio, q ue no es poesía, pero quizás se aproxime más a la poesía que a cualquier otro género literario.

               La novela.

     Así como la poesía de tiempos de la Segunda República igualó y superó a la de tiempos anteriores, la novela entró en crisis. Lo que estaba pasando era que los escritores trataban de romper con la tradición española y pretendían darle un aire internacional, más intelectual, pero mucho menos español, y resultó menos auténtico. Ortega dijo que estaban deshumanizados porque sus novelas no tenían relación con la realidad en que vivían, no recreaban la realidad, sino se empeñaron en mostrar una realidad caótica, que respondía más bien a su sentir personal sobre la realidad. Estaban viviendo momentos muy singulares de España, que no supieron describir, y se limitaron a lamentarse.

Miguel de Unamuno Jugo, 1864-1936, era un bilbaíno que estudió Filosofía y Letras en Madrid en 1880-1883, y se colocó como profesor de Latín en Bilbao. Luego se interesó por el origen del pueblo vasco, y fue profesor de vascuence, pero Sabino Arana le consideró españolista, lo cual fue caer en desgracia ante los vasquistas. Viajó por Suiza, Italia y Francia, y en 1891 obtuvo la cátedra de griego en la Universidad de Salamanca. En 1894 ingresó en el PSOE, ero se decepcionó de ese partido y lo abandonó en 1897. Unamuno tuvo el acierto de interpretar la realidad de España de fines del XIX, desde el punto de vista de la realidad de la gente, abandonando la historia oficial de los políticos, y se hizo muy popular. En 1895, publicó En torno al casticismo. En 1901 fue Rector de la Universidad de Salamanca por primera vez, y escribió por entonces su mejores obras: Niebla, 1907; La Tía Tula, 1907; Abel Sánchez. Una historia de pasión, 1917. Escribió mucha poesía en 1928-1936, la cual no fue publicada hasta 1953. Era agonista y muy personal. El Unamuno de época republicana hablaba de “nivolas”, para designar a novelas pequeñas que pretendían ser capítulos autobiográficos: San Manuel Bueno Mártir, 1930.

     Gabriel Miró Ferrer, 1879-1930 buscaba la sensación pura de la palabra. En 1915, en El Abuelo del Rey, había expuesto la evolución de tres generaciones. A partir de 1921, prefirió describir la sociedad en un pueblo levantino con estampas sociales como El Ángel, El Molino, El Caracol del Faro, y las novelas Nuestro Padre San Daniel, y El Obispo Leproso.

     Ramón Pérez de Ayala y Fernández del Portal, 1880-1962, hizo una novela en dos volúmenes: Tigre Juan y El curandero de su Honra, 1926. Educado en colegios de jesuitas, luego hizo Derecho en Oviedo, y viajó por casi toda Europa. Empezó criticando al catolicismo jesuítico en AMDG, fue uno de los tres firmantes de Al Servicio de la República, 1931, junto a Ortega y Gasset y Marañón. Pero una vez en la Segunda República, se decepcionó por la pugna de las revoluciones sectarias.

     Emilio Carrere Moreno, 1880-1947, tradujo a Verlaine en 1928 y empezó a hacer poemas de nueva factura, y más tarde se especializó en novelas cortas sobre el mundo del lumpemproletariado madrileño.

     Eugenio d`Ors, 1882-1954, hizo La Ben Plantada, 1911, en catalán; y ensayos sobre El Greco, Goya, Picasso, Cezanne, el Museo del Prado…

     Ramón Gómez de la Serna, 1888-1963, es considerdo vanguardista. Hizo La Quinta de Palmira, 1923; El Novelista, 1924; Policéfalo y Señora 1932, que es una novela indigerible.

Benjamín Jarnés, 1888-1949, es de la Generación del 27, nada preocupado por la política. Las revistas Revista de Occidente, La Gaceta Literaria, y La Gaceta Americana, le pedían artículos, e hizo para ellas mucha narrativa. Fundó el “Grupo de Escritores Independientes de Cine” que escribían recensiones de películas para orientar al posible espectador. Formó parte de la empresa editorial PEN Club, donde publicó La Vida de Alejo, 1934, que inició una serie de publicaciones en las que participaron Eugenio d`Ors, Valentín Andrés Álvarez, y Ricardo Gullón. En poética, pensaba que el mundo es monótono hasta que el novelista resalta sus virtudes, su belleza y sus detalles. El prosista transforma la realidad cotidiana en arte. Pero intelectualizó demasiado sus novelas, que se apartaban de la realidad, y no fue por ello muy estimado. Sus obras: El Profesor Inútil, 1926; El Convidado de Papel, 1928; Paula y Paulita, 1929; Locura y Muerte de Madre, 1929; Teoría del Zumbel, 1930; Escenas junto a la Muerte, 1931; Lo rojo y lo Azul, 1932.

Antonio Espina, 1894-1972, tenía un humor vanguardista con divagaciones estilísticas, que mostró en Pájaro Pinto, 1927; Luna de Copas, 1929.

     “La novela social” hace referencia a un grupúsculo de escritores que trataban de criticar la sociedad burguesa desde puntos de vista socialistas o comunistas, poniendo a los políticos de ineptos, y exaltando los valores del proletariado, de las mujeres trabajadoras y la belleza de la exaltación de las masas. Los novelistas sociales rechazaron las ideas del arte puro, y demandaban novelas que denunciasen los problemas humanos reales. Construyeron ficciones de temática proletaria, siempre hablando de derechos obreros y campesinos, y de abusos de la burguesía, hasta aburrir al lector. Entre ellos: José Díaz Fernández; Ramón José Sender, 1901-1982, es agonista y estrambótico, como en Tirano Banderas 1926. Es el escritor protesta. Vivió intensamente antes de la guerra como estudiante de Filosofía y Letras, como periodista para El Sol, y para La Libertad. En 1930 escribió Imán. Y en 1935 le dieron el Premio Nacional de Literatura por Mister Witt en el cantón. No tiene cuidado en matizar las reacciones psicológicas de los personajes. Su fama llegó en 1960 por Requien por un Campesino Español. José Mas; Julián Zugazagoitia; Manuel Domínguez Benavides; César Muñoz Arconada (La Turbina, 1930; Los pobres contra los ricos, 1930; Reparto de la tierra); Andrés Carranque de Ríos (La vida difícil, 1935; Cinematógrafo, 1936); Joaquín Arderius, 1885-1969; Francisco Ayala, (con Tragicomedia de un hombre sin espíritu, 1925; Historia de un amanecer, 1926; Los usurpadores; La cabeza del cordero; Muertes de Perro, pero sólo triunfó cuando ya estaba exiliado); Rosa Chacel, 1898-1994, (Estación de ida y vuelta  1930; Memorias de Leticia Valle, 1945); Rafael Dieste Gonçalves, 1899-1981, (Hora de España, 1937; Historias e invenciones de Félix Muriel, 1943). Ramón J. Sender, Antonio Ramos Oliveira, Manuel Benavides y José Díaz Fernández denunciaban en sus novelas el drama nacional.

     La novela social republicana es para lectores de ideología socialista y comunista, difícil de leer para el ciudadano corriente. En general, durante el franquismo, que cometió el error de prohibir a los autores republicanos, la izquierda se hizo un apropiación de estos autores, a los que considera su patrimonio personal, lo cual o bien desdice de la calidad de los escritores, que no tendrían valores universales, o nos hace dudar de la sinceridad de los “intelectuales de izquierdas”.

     Los escritores regionalistas son casi todos catalanes, vascos y gallegos, aunque alguno sea andaluz, y tratan de exaltar los valores del particularismo y tradicionalismo regionalistas.

El Ensayo.

 Manuel Azaña Díaz, 1880-1940, fundó la revista La Pluma en 1920, y dirigió la revista España. Escribió Libros de poesía francesa, 1918; la novela El Jardín de los Frailes, 1927, y el Estudio Preliminar a La Velada de Benicarló, 1939, donde explica que está naciendo una nueva civilización.

Eugenio d`Ors Rovira, 1881-1954, abogado y filósofo barcelonés, se mostró vanguardista a principios del XX, y en 1906-1922, escribió una larguísima serie de artículos periodísticos que se publicaron como Glosari. Nos habla se superar el utilitarismo y dar más importancia a la dimensión ética y estética de la persona.

José Ortega y Gasset, 1883-1955, fue conocido por unas series de artículos periodísticos titulados España Invertebrada, 1921, en los que expone el problema de los regionalismos, y La Rebelión de las Masas, 1929, en los que expone la nueva realidad del protagonismo político de unas masas predominantemente ignorantes, con algunas excepciones de personas cultas, autocultivadas.

Gregorio Marañón Posadillo, 1887-1960, médico madrileño, tuvo muchas facilidad de publicación de artículos periodísticos sobre medicina, historia, y política, porque fue médico de Alfonso XIII, se opuso a la dictadura de Primo de Rivera, y simpatizó con la Segunda República hasta que en 1931, vio los excesos que se estaban cometiendo. Quizás su obra más interesante desde el punto de vista político, sea Liberalismo y comunismo, 1937.

José Bergamín Gutiérrez, 1895-1983, fue el principal ensayista de la generación del 27, por la calidad de sus escritos. Dirigía la revista Cruz y Raya, creada en 1933, que reunía a todo el grupo de la Generación del 27. Era el menor de nueve hermanos y estudió Derecho en Madrid. Estuvo en París y conoció la literatura francesa. Admiraba a Juan Ramón Jiménez. Organizó el II Congreso de Intelectuales Antifascistas. En México colaboró en la revista España Peregrina, en 1940, revista de Juan Larrea. Escribió en contra de la Iglesia y en contra de Ortega y Gasset. También dirigió la Editorial Cruz y Raya, y la Editorial Séneca, la cual publicó Poeta en Nueva York, 1940, a Federico García Lorca, y las Obras Completas de Antonio Machado. Pasó a Venezuela, Uruguay, París, y volvió a Madrid. Obras suyas son El Cohete y la Estrella, 1923 (un libro de aforismos); El Arte de birlibirloque, 1930 (sobre la vida cultural española clásica y castiza); La Cabeza a Pájaros, 1934 (de nuevo aforismos); Mangas y Capirotes; España en su laberinto teatral del XVII; Disparadero Español, 1936-1940, que recoge los artículos de Bergamín desde 1933.

Ernesto Giménez Caballero, 1898-1988 era un vanguardista y escribía en La Gaceta Literaria. Hizo el libro Notas Marruecas de un soldado, 1923; Yo Inspector de alcantarillas, 1928. Y se pasó al bando fascista.

Melchor Fernández Almagro, 1893-1965, era periodista y escribió en ABC. Sus obras: Vida y Obra de Ángel Ganivet, 1925 (Crítica literaria); Vida y Literatura de Valle Inclán, 1943; Orígenes del Régimen constitucional en España, 1928; Historia de la Política de la España Contemporánea, 1968.

Antonio de Marichalar Rodríguez Monreal de Codes, 1893-1973, marqués de Montesa, escribió La Mentira Desnuda en 1933, y varias colaboraciones en Los Lunes del Imparcial, y en Arte Español.

José María de Cossío Martínez-Fortún, 1892-1977, se formó en los jesuitas de Valladolid, donde estudió Derecho, y luego hizo Filosofía y Letras en Salamanca. Romances de tradición oral en La Montaña (Santander), 1919; Los toros en la poesía española, 1931; Romancero Popular de La Montaña (Santander), 1933; La obra literaria de Pereda, su historia y su crítica, 1934.

Dámaso Alonso Fernández de las Redondas, 1898-1990, es también ensayista en Soledades, 1927, sobre Góngora; La Lengua poética de Góngora, 1935; Poesía Española. Ensayo sobre los métodos y límites estilísticos, 1950, sobre los clásicos españoles.

Salvador de Madariaga Rojo, 1886-1978, que escribía por igual en inglés, francés o español unos trabajos historicistas de prosa elegante. Se educó en Francia, e hizo ingeniería. Llegó a España en 1911, y se hizo de la Liga de Educación Política en 1912. En 1914-1918 trabajó para los británicos escribiendo en español. En 1928-1931, fue profesor de español en Oxford. En 1931, fue embajador en Washington y más tarde diputado. En 1932, embajador en Francia y Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes. Se opuso al imperialismo nipón, y al italiano, a los revolucionarios españoles del socialismo de clase, y a los franquistas. Y publicaba en periódicos, revistas, radio, e imprenta. Durante la República, destacó España. Ensayo de Historia Contemporánea, 1930, y Anarquía o Jerarquía, 1935. Siguió publicando muchísimos ensayos, novelas, y poesía hasta su muerte en 1978.

     En 1937-1938, ya en época de guerra, se publicaría la revista Hora de España, de ideas netamente republicanas.

                   La prensa.

     Los periódicos más importantes eran: El Heraldo de Madrid; ABC; Ahora; El Debate, católico y conservador, origen de CEDA. Mucho menos importantes eran El Liberal, La Libertad, La Voz, El Sol, e Informaciones.

     Aparecieron en 1935: «Ya«, un periódico de Editorial Católica que hacía propaganda de CEDA y formaba grupo con El Debate y la agencia Logos. Pasó a ser el segundo periódico más vendido. «Política«, periódico que apoyaba a Azaña. «Arriba» que era el periódico de Falange Española, sustituido de julio a octubre por cierre, por «Haz«. Fue cerrado en marzo de 1936. «Democracia«, que era el órgano del ala derecha de los socialistas, dirigido por Andrés Saborit en favor de Besteiro. «Claridad» órgano del ala izquierda del socialismo, la de Largo Caballero. Los buenos hombres de derechas de toda la vida compraban la revista «Gracia y Justicia».

     Al igual que sucedía en la política, los dueños de medios de comunicación y espectáculos estaban divididos en dos bandos, y ello se reflejó en el mundo cultural.

Las firmas que aparecían en los periódicos eran: Gaziel, Fabián Vidal, Zugazagoitia, Javier Bueno, Julio Camba, José Pla, Fernando Vela, Pedro Mourlane Michelena, Corpus Barga, González Ruano, Manuel Bueno, José Luis Salado, Luis de Oteyza, Antonio Zozaya, Gonzalo Reparaz, Wenceslao Fernández Flórez, Luis de Tapia, Ortega, Unamuno, Marañón, Baroja, Pérez de Ayala, Ramón Gómez de la Serna, Azorín, Jarnés, Sénder, Espina, Marichalar, Salinas, Guillén, Lorca, Alberti, Aleixandre…

         Revistas de época republicana.

     Se escribieron miles de artículos y recensiones periodísticas, como nunca había ocurrido en España. Los artículos hablaban del saber, de la opinión, de la doctrina sobre algo, de respuestas a otros artículos, de movimientos literarios extranjeros…

     Las revistas eran por lo general semanarios o revistas quincenales. No había prisa por publicar los artículos: Revista de Occidente; Octubre; La Gaceta Literaria; Cruz y Raya; Litoral; Literatura; Los Cuatro Vientos; Isla; Frente Literario; Leviatán; Madrid; España; Poesía; Héroe; Caballo Verde de la Poesía; Noroeste; Plan; Brújula; Diablo Mundo; Índice Literario; Tensor; Nueva Cultura; El Gallo Crisis; Nuestro Cinema.

     Después de la guerra aparecieron El Mono Azul; Hora de España; España Peregrina; Romance

     La Revista de Occidente era una revista de minorías intelectuales. Ortega y Gasset mantenía una tertulia en el local de la revista, y acudían a ella periodistas, profesores, literatos, y negociantes, todos adictos a la palabra de Ortega y Gasset. Trataban de todo lo que se les ocurría: filosofía, psicología, sociología, literatura, y también hacían traducciones de obras extranjeras y editaban alguna obra. La Revista apareció en julio de 1923, y perduró hasta julio de 1936. Reapareció en 1963 hasta 1975. Y todavía reapareció una tercera y una cuarta vez en 1983.

     La Gaceta Literaria estaba especializada en Literatura. Su director era Ernesto Giménez Caballero, alias Gecé, y era apolítica en 1927-1928. Progresivamente se inclinó al fascismo, y se retiraron muchos de sus colaboradores. Y en 1929, entró en crisis. Cerró en 1 de mayo de 1932. El Secretario era Guillermo de la Torre, un poeta ultraísta que sabía mucho de literatura, y puso a los españoles al corriente de la actualidad literaria española y europea. Gecé pretendía dar a los jóvenes un órgano de expresión para debatir sobre literatura, y sobre todo sobre las vanguardias. Pretendía incluir en la cultura española lo sefardí y lo hispanoamericano, junto a lo europeo occidental. En parte, La Gaceta Literaria copiaba el patrón de La Revista de Occidente, y también estableció una editorial.

     Cruz y Raya duró de 1933 a 1936. Estaba dirigida por José Bergamín y se la veía como la revista de izquierdas. Quería explorar los problemas contemporáneos a la luz del marxismo, pero acogía las aportaciones de autores de diversas ideologías que se interesaran por el pensamiento, la ciencia o la literatura. Hizo una antología de la poesía y de la prosa de varias épocas en diversos países, tuvo una sección crítica de libros, planteó temas éticos y existenciales. Pero siempre fue minoritaria. Editó: La Realidad y el Deseo; Cántico; Bodas de Sangre.

     Litoral, era la revista de Emilio Prado y Manuel Altolaguirre, y tuvo tres temporadas, la primera de las cuales fue en 1926-1929. La última fue en México.

     Verso y Prosa se editó en Murcia en 1927-1929.

     Carmen, Revista Chica de la Poesía Española, era la revista de Gerardo Diego. Llevaba un suplemento titulado ”Lola, amiga y suplemento de Carmen”, que daba noticias de nuevas ediciones, nuevos poetas, homenajes…

     Literatura era la revista de Ricardo Gullón y reseñaba otras revistas literarias, porque muchas faltaban a su cita quincenal y muchas desaparecían, y Gullón recordaba los artículos que le parecían interesantes y ya no se podrían encontrar. Colaboraban: Ildefonso Manuel Gil, Vicente Aleixandre, Jorge Guillén, José Antonio Maravall, Ramón J. Sénder, María Zambrano, Antonio Sánchez Barbudo…

     Diablo Mundo era la revista semanal de Corpus Barga. Hablaba de economía, derecho, reforma agraria, biología, medicina, ingeniería, filosofía, historia, arquitectura, cine, teatro, música, feminismo… Colaboraban: Eduardo Ugarte, Antonio Espina, Rodolfo Halffter, José Pijoan, Benjamín Palencia, Guillermo de la Torre, Xavier Zubiri, Antonio Marichalar, José F. Montesinos, Pío del Río Ortega, Gregorio Marañón, Dámaso Alonso, José Bergamín…

     La Gaceta del Arte, era la revista de Domingo Pérez Minik, y se imprimía en Tenerife. Era europeísta y rebelde, surrealista, y dio a conocer a Dalí, Picasso, Joan Miró, Giorgio de Chirico, Yves Tanguy,  Marcel Duchamp, Man Ray, Alberto Giacometti, Max Erns, René Magritte, Óscar Domínguez. Cerró en 1936.

Teatro.

     Europa estaba en plena época de transformaciones vanguardistas. En Alemania, la Bauhaus intentaba un teatro total que representara la realidad cotidiana, Bertolt Brecht hacía teatro político y social, y el expresionismo intentaba nuevos temas. Pretendía representar la realidad política y social cotidiana en la escena. En Rusia se cultivaba el realismo, y destacaba Maiakovsky que coordinaba el realismo, la política y el arte de las vanguardias. En Francia, Jacques Copeau cambiaba las técnicas dramáticas del teatro en el teatro Vieux Colombier. En España, el renovador Valle Inclán no fue capaz de imponerse a los más clásicos Benavente, Quintero, Arniches, Muñoz Seca, y el teatro extranjero no fue conocido por el gran público español. La renovación del teatro vino de los ámbitos universitarios.

     En España, todavía se representaban en España obras de autores ya viejos:

José Echegaray, 1832-1916, Locura o Santidad; El Gran Galeote.

Benito Pérez Galdós, 1843-1920, no fue capaz de innovar en el teatro en La de San Quintín, 1894; Los condenados, 1895; Doña Perfecta, 1896; aunque intentó romper moldes con Electra en 1901, donde ponía en tela de juicio la captación de jóvenes que hacía la Iglesia católica.

Manuel Linares Rivas, 1867-1938,

Joaquín Dicenta, 1863-1917, Juan José, 1895

Carlos Arniches, 1866-1943, La Señorita de Trévelez, 1916; El Padre Portillo, 1931;

Serafín Álvarez Quintero, 1871-1938, y su hermano Joaquín Álvarez Quintero, 1873-1944, escriben para los andaluces de clase baja: El Genio alegre, 1906; Malvaloca, 1912.

Pedro Muñoz Seca, 1881-1936, La venganza de Don Mendo, 1918:

Jacinto Benavente, 1866-1954, que escribió 172 obras utilizando el lenguaje de la calle, era el autor más popular. El nido ajeno, 1894; La comida de las fieras, 1898; Lo cursi, 1901; La Noche del Sábado, 1903;  Los malhechores del bien, 1905; Gente Conocida, 1906; Los intereses creados, 1907; Señora ama, 1908; La Malquerida, 1913. Recreaba conflictos de la vida cotidiana y disfrazaba sus obras con ribetes intelectuales, pero nunca logra entrar a fondo en los problemas. Se queda en el nivel de las conversaciones de café.

     Eduardo Marquina Angulo, 1879-1946, era hijo de inmigrantes a Barcelona, y fue educado por agustinos y jesuitas. Se colocó en una fábrica de productos químicos. Entró en círculos cultos, y empezó a traducir autores extranjeros y conoció las nuevas tendencias literarias. Luego visitó Els Quatre Gas, y conoció las tendencias artísticas. En 1900 viajó a Madrid para ver a los literatos madrileños, y después de 1906 fue a Italia y a París y conoció los nuevos ambientes culturales. Destacaron sus obras teatrales Las Hijas del Cid, 1908; Doña María la Brava, 1909; En Flandes se ha puesto el sol, 1910; Las flores de Aragón, 1914. En 1936, apoyó al bando sublevado, y expresó la ideología del nuevo régimen político.

Azorín, 1873-1967, hizo Old Spain, 1926; Brandy, mucho brandy, 1927; El Clamor, 1928.

Miguel de Unamuno escribió Fedra en 1910, e intentó llevar al teatro algunas ideas de la filosofía como la otredad o el agonismo, escenificados en dramas íntimos, pero era inasumible para el gran público.

Ramón María del Valle Inclán, hizo Divinas Palabras, 1920; Luces de bohemia, 1921 (la realidad nacional española, a través de marginados sociales)

Pedro Muñoz Seca escribía «La Oca» y «Anacleto se Divorcia«

Ramón Gómez de la Serna, 1888-1953.

José María Pemán escribía «El Divino Impaciente» y «Cuando las Cortes de Cádiz» para exponer ideología de la derecha católica.

Los Machado escribieron obras dramáticas de poco valor literario como Juan de Mañara, 1927; La Adelfas, 1928; La Lola se va a los Puertos, que fue su mayor éxito.

Mientras tanto, Alejandro Rodríguez Álvarez, 1903-1965, alias Alejandro Casona, obtuvo el premio Lope de Vega en 1933 por La Sirena Varada, y luego escribió Nuestra Natacha, 1936.

Miguel Mihura 1905-1980, hizo Tres sombreros de copa, 1932, aunque se estrenó en 1952;

Enrique Jardiel Poncela, 1901-1954, triunfó con Angelina o el honor de un brigadier, 1934; y Cuatro corazones con freno y marcha atrás, 1935. Exploró lo humorístico de las situaciones cotidianas.

La corriente mayoritaria española era conservadora y gustaba del melodrama, de los viejos melodramas del siglo XIX, tanto en teatro como en cine.

     Los españoles de 1931-1936, iban al teatro para evadirse de la presión política. En Madrid, el Teatro Pavón representaba Nuestra Natacha, de Casona, con María Fernanda Ladrón de Guevara como actriz. El Teatro Alcázar representaba Una Chica Ultramoderna, con Paulina Singerman. El Teatro Chueca representaba Vaya Nochecita, con la vedette Laura Pinillos. En Barcelona: el Teatro Barcelona representaba El Báculo y el Paraguas, con Irene López Heredia y Mariano Asquerino. El Teatro Principal Palace representaba la revista El Baño de Tina, con la vedette Tina de Jarque. El Teatro El Paralelo representaba Mujeres de Fuego, con Margarita Carvajal.

     Entre los jóvenes, surgió la idea de la redención de España a través de la cultura, y uno sus aspectos era el teatro. En febrero de 1932, gracias al apoyo de Fernando de los Ríos, García Lorca tenía La Barraca, formada por estudiantes como Eduardo Ugarte. El proyecto se agotó en 1935 y acabó en 1936. Grupos como las Misiones Pedagógicas, Coro del Pueblo, Teatro del Pueblo, La Barraca, y otras, de gira por los pueblos, prepararon a estos directores voluntaristas lo suficiente como para que, en 1935, Lorca triunfara con «Yerma» (interpretada por Margarita Xirgú) y, en 1936, Casona triunfara con Nuestra Natacha, que incluso tuvo su versión en cine.

     Rivas Cherif lideraba el teatro universitario catalán. Max Aub dirigía El Búho de Valencia. Pura Ocelay dirigía el Club Anfistora en combinación con actores de La Barraca libres en determinados momentos. Ana Adamuz tenía otra compañía de teatro.

Federico García Lorca, La Zapatera prodigiosa, 1930, estudia el carácter femenino, en arquetipo de irracionalidad y caprichos, dentro de un ambiente costumbrista;  Doña Rosita la Soltera, 1936, es teatro psicológico; Bodas de Sangre, 1932; Yerma, 1934; La Casa de Bernarda Alba, 1936, estudian la psicología femenina.

Jacinto Grau, 1877-1958, no tuvo nunca éxito de público.

El francés Max Aub, 1903-1972, llegó a España en 1914, con motivo de la Gran Guerra, y se asentó en Valencia. Adoptó el punto de vista PSOE, y no tuvo gran repercusión.

Miguel Hernández fue intenso en lírica, pero pobre en teatro. Intentaba ser revolucionario, pero no alcanzaba a expresarse.

Rafael Alberti también intentó el teatro comunista, pero sin éxito.

     El triunfo del Frente Popular en 1936 significó la llegada del teatro del ruso Maiakovsky con La Chinche, una obra de teatro que auguraba un mundo perfecto después de la llegada del comunismo. También se hicieron representaciones de la vida de Lenin, y de la vida de Riego escrita por José Balbontín.

              Arquitectura

La arquitectura de la Segunda República Española es la propia de las vanguardias y del comunismo y del fascismo. La idea que predominaba era que los pobres, además de derecho a la escuela y a la propiedad, tenían derecho a una vivienda y a otros derechos sociales, y se debían hacer millones viviendas baratas, cuyo modelo fue la “Casa Bloc”, miles de escuelas para niños, paradores de carretera, con estructuras muy sencillas. La idea impactaba en toda Europa, y no sólo en España. Las viviendas les parecían espectaculares a los pobres que nunca habían tenido nada y a los socialistas y comunistas que las promocionaban, pero empezaron a dar problemas unos veinte años más tarde, pues sus dueños tuvieron que hacer mejoras constantes en aislamiento contra humedades, contra el frío, contra los ruidos, contra las plagas de insectos… Se habían puesto de moda en España los estudios de Arquitectura, concretamente en Cataluña y el País Vasco, y también en Madrid.

     El líder en Madrid fue el zaragozano Fernando García Mercadal, 1896-1985, el cual, tras estudiar en Madrid, viajó por Roma, Viena, París y Berlín y conoció el movimiento de la Bauhaus, o arquitectura popular. Los arquitectos españoles se acercaban a él para que les contara lo que estaba sucediendo en Europa, y Mercadal contacto con Josep Lluis Sert López, el líder en Cataluña, y con algunos arquitectos donostiarras, y crearon en noviembre de 1930, en Zaragoza, una agrupación de arquitectos llamada GATEPAC, Grupo de Artistas y Técnicos Españoles Para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea, que los catalanistas dijeron que en su tierra se llamaría GATCPAC, Grupo de Artistas y Técnicos Catalanes Para el Progreso de la Arquitectura contemporánea. Eran las tres regiones ricas de España, Barcelona con mucho la más rica, País Vasco, y Madrid. Los arquitectos españoles estaban vinculados a grupos comunistas y a grupos fascistas, por lo que eran algo más que una agrupación de arquitectos.

     Fernando García Mercadal, 1896-1985, asentado en Madrid, estuvo con la segunda República en 1936-1939 en la reconstrucción de edificios, y con Franco en la reconstrucción del conjunto de obras arquitectónicas españolas.

Josep Lluis Sert López, 1902-1983, asentado en Barcelona, también había viajado a París para conocer a Le Corbusier, y junto a Josep Torres Clavé, 1906-1939, diseñó la Casa Bloc en 1932-1936, y muchas viviendas baratas, y también casas de vacaciones o segundas viviendas para los burgueses catalanes, algo impensable por entonces en el resto de España. También hizo, junto a Joan Baptista Subirana, 1904-1978, un sanatorio antituberculoso en Barcelona, y el Pabellón  de la República Española en la Exposición de París.

Una de las oportunidades de los arquitectos de la Segunda República fue la construcción de grupos escolares, pues había miles de proyectos, aunque sólo se llegaran a realizar unas docenas por falta de presupuesto y de tiempo. Joan Baptista Subirana hizo algunos grupos escolares.

Carlos Arniches Moltó, 1895-1958, y Martín Domínguez Esteban, 1897-1970, hicieron algunos albergues de carretera, de un plan también muy extenso que no llegó a realizarse sino en tiempos de Franco.

Las ideologías pesaban mucho en esta época española, y por ejemplo José Manuel de Aizpurúa, 1902-1936, era falangista y fue fusilado en 1936, Joaquín Labayen Toledo, 1900-1995, era nacionalista vasco, Eugenio María Aguinaga Azqueta, 1910-2002, era requeté donostiarra…

                   Pintura.

     En pintura, se empezaban a conocer, muy poco, las últimas tendencias cubistas de Juan Gris 1887-1927, Joan Miró 1893-1983 y Pablo Picasso 1881-1973. Picasso había pasado por su fase azul expresionista (1901-1904) en Barcelona, tratando de reflejar caras tristes y lánguidas, y por su fase rosa (1904-1906) en París, de arlequines y maternidades, había llegado a su fase negra cubista (1906-1920) en que descomponía el cuadro en partes geométricas, y había llegado ya a la fase neoclasicista y de ensayos diversos sobre clásicos latinos y griegos y sobre estilos de distintas épocas y pintores. Quizás la ruptura que estos pintores suponían con el tradicionalismo fuera lo que animara a Salvador Dalí (1904-1989) a reflejar su mundo de fantasía e interpretación alegórica de la realidad con toda libertad.

     Pero lo que triunfaba en pintura durante la Segunda República era una pintura más clásica y formalista como la de Julio Romero de Torres 1880-1930, Ignacio Zuloaga 1870-1945, Gutiérrez Solana 1886-1945 y Vázquez Díaz 1882-1969.

                  El cine.

     En los años veinte empezó el cine con contenido. Se abordaba el tema del poder de las masas, Fritz Lang, Metrópolis, 1926.

     La novedad más importante en España apareció en abril de 1931, momento en que se estrenó el cine sonoro. El cine se podía ver sin perder el tiempo en leer rótulos. Se vio: Luces de Ciudad, de Charles Chaplin. El propio Charlot se propuso visitar España para esta primera proyección, pero desistió al saber del ambiente de las elecciones de abril de 1931.

     René Clair había estrenado en 1930 Bajo los techos de París. Josep von Sternberg había estrenado en 1930, El Ángel Azul. Se proyectó Acorazado Potemkim, de 1926, de Sergei Eisenstein.

     Pero las películas más proyectadas eran las españoladas y los werstern, porque el cine se vio en España durante la República como un espectáculo de evasión, lo que los comunistas decían “alienación popular”, y no como una forma de educación y de ideologización de las masas, como querían los políticos de izquierdas.

     La visión de la película era cara, costaba 75 céntimos, cuando un obrero ganaba entre 4 y 10 pesetas al día, por lo que una familia que fuera al cine, se gastaba todo el jornal.

     El cine sonoro, venía de América, y se crearon productoras y distribuidoras como CEA Compañía Española Americana (1932), ECESA Ediciones Cinema Español SA (1933), ECE Ediciones Cinematográficas Españolas (1935 por Acción Católica), CIFESA (1935) que distribuía películas de Columbia y era de derechas y profranquista, y FILMOFONO de Ricardo Urgoiti, hijo de un importante empresario que aceptaba películas más de izquierdas. Las salas de cine, 3.337 salas en España, actuaban en doble sesión, triple los días de fiesta y sesión continua en las grandes ciudades. Las películas eran casi todas americanas, y fundamentalmente de Walt Dysney, Laurel y Hardy, y similares.

CIFESA distribuía películas para la gente de derecha, y traía a España películas alemanas nazis, y patrocinaba comedias musicales conservadoras, mientras la izquierda, representada por Ricardo Urgoiti Somovilla y Luis Buñuel Portolés, se las malarreglaba para hacer cine, y los socialistas se conformaban con ir a ver «Bajo los techos de París» de René Clair (1931) y «Los Viajes de Gulliver» que, si no era revolucionaria, al menos era una producción rusa.

     Benito Perojo hizo Se ha fugado un preso, con guión de Enrique Jardiel Poncela, y El negro que tenía alma blanca, 1934, con guión de Alberto Insúa.

     Enseguida saltaron a la fama Estrellita Castro, en Rosario la cortijera, 1935; Imperio Argentina, en Nobleza Baturra, 1935, y en Morena Clara, 1936; Carmen Amaya, en María de la O, 1936; Ramón Novarro y Conchita Montenegro en Sevilla de mis amores.

     Y apareció un Director que hizo muchas películas, Luis Buñuel, y destacó en el surrealismo: Un perro andaluz, 1928; La Edad de Oro, 1930; Tierra sin pan, 1932, en hiperrealismo; Los olvidados, 1950; Nazarín, 1958; Viridiana, 1962; El Ángel Exterminador, 1962; Belle de Jour, 1966.

     En cine, en tiempos de la República se estaban viendo Melodía en Broadway, Sombrero de Copa, Tiempos Modernos, Rebelión a Bordo, Historia de dos Ciudades, La Indómita, Morena Clara, La Hija de Juan Simón, Nobleza Baturra.

                   La Radio.

La radio existía en España desde 1923, cuando Radio Ibérica inició algunas emisiones en Madrid. Lo hizo de forma esporádica, y fue la segunda licencia concedida, EAJ-2, Radio España en Madrid. E quería decir España, AJ quería decir telegrafía sin hilos, y 2 era el número de licencia.

EAJ-1, Radio Barcelona, una entidad privada, de Asociación Nacional de Radiodifusión, obtuvo la primera licencia oficial española, y empezó a emitir el 14 de noviembre de 1924 a las 18:30 horas, siendo María Sabater la primera voz que se escuchó oficialmente en las ondas.

Posteriormente, se autorizaron otras emisoras en San Sebastián, Sevilla, Valencia, y Santiago de Compostela.

En 19 de diciembre de 1924, Ricardo Urgoiti Somovilla compró EAJ-7 Unión Radio Madrid, que empezó a emitir el 17 de junio de 1925, y decidió convertir la radio en un negocio: compró todas las emisoras de radio importantes en 1926 y decidió que los radioyentes pagaran una cuota anual por tener un aparato de radio, y además, les vendía la Revista Ondas, que anunciaba los programas semanales. También tenía publicidad. En 1939, Unión Radio pasó a llamarse Sociedad Española de Radiodifusión, SER.

     En 1932 se redactó un Decreto autorizando que la radio se alimentara de la publicidad, cinco minutos por hora. Los topes de horarios de publicidad nunca se respetaron, y los periódicos se quejaron porque ellos eran los que perdían publicidad. La información en la radio era un problema para Estado que no disponía de una red de emisoras propia, y quedaba en inferioridad ante organizaciones obreras y populares de todos los signos políticos. La radio era fundamental en 1936-1939, porque los periódicos informaban mal y parcialmente, en las dos zonas en lucha. Si se lograba captar en onda corta una radio extranjera, se podía saber algo de la realidad.


    [1] Nótese que digo estudios y no educación. Educación es algo mucho más importante y complejo que los estudios, y la debe hacer fundamentalmente la familia, en lo que puede colaborar el enseñante.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

Leave a Reply