GOBIERNO MAURA EN ENERO DE 1907.

     Gobierno conservador de Antonio Maura

         25 enero 1907 a 21 octubre 1909

  Presidencia del Consejo, Antonio Maura Montaner.

  Gobernación, Juan de la Cierva y Peñafiel, (grupo de Villaverde).

  Fomento, Augusto González-Besada Mein (grupo de Villaverde) / 5 agosto: Rafael Andrade Navarrete, interino / 7 septiembre 1907: Augusto González-Besada Mein / 27 julio: Rafael Andrade Navarrete, interino / 16 septiembre 1908: Augusto González-Besada Mein / 14 septiembre 1908: José Sánchez-Guerra Martínez.

  Estado, Manuel Allendesalazar Muñoz de Salazar (grupo de Silvela).

  Gracia y Justicia, Juan Bautista Armada Losada, Marqués de Figueroa, cristiano liberal / 17 septiembre: Pascual Amat y Esteve, interino / 4 octubre 1907: Juan Bautista Armada Losada / 31 agosto de 1908: Pascual Amat Esteve, interino / 22 de septiembre 1908: Juan Bautista Armada Losada / 11 noviembre 1908: Pascual Amat Esteve, interino / 17 noviembre 1908: Juan Bautista Armada Losada.

  Guerra, general Francisco de Paula Loño y Pérez[1] / 20 de junio: Nicasio Montes Sierra, interino / 30 de junio 1907: Antonio Maura Montaner / 3 de julio de 1907: Fernando Primo de Rivera Sobremonte marqués de Estella / 1 de marzo 1909: Arsenio Linares Pombo.

  Marina, capitán de navío José Ferrándiz Niño.

  Hacienda, Guillermo Joaquín Osma Scull, conde de Valencia de Don Juan / 17 agosto: Luis Espada Guntín, interino / 21 septiembre 1907: Guillermo Espada Scull / 23 de febrero 1908: Cayetano Sánchez Bustillo / 14 de septiembre 1908: Augusto González-Besada Mein / 21 septiembre 1908: Rafael Andrade Navarrete, interino / 7 octubre 1908: Guillermo Joaquín Espada Scull.

  Instrucción Pública y Bellas Artes, Faustino Rodríguez San Pedro / 5 de septiembre 1907: César Silió Cortés, interino / 22 septiembre 1907: Faustino Rodríguez San Pedro / 10 septiembre 1908: César Silió Cortés, interino / 4 octubre 1908: Faustino Rodríguez San Pedro / 9 septiembre 1909: César Silió Cortés, interino / 27 de septeimbre 1909: Faustino Rodríguez San Pedro.

     Llamaba la atención el que Maura hubiera dejado fuera del Gobierno al gran organizador de elecciones, el gran cacique José Sánchez Guerra, que fue colocado en la dirección del Banco de España. También estaba fuera Eduardo Dato, la figura de más prestigio en el partido por entonces, que fue colocado en la Alcaldía de Madrid. Maura tenía 54 años y estaba en plenitud de facultades. Era un abogado experto e inteligente.

     Recordemos que el Partido Liberal Fusionista, que debía ser la oposición a Maura, se había roto en cinco o seis pedazos irreconciliables entre sí. Recordemos también que se había utilizado el clericalismo o anticlericalismo, como arma arrojadiza entre ellos. En realidad, el pueblo español no estaba interesado en la disputa clericalista. Hubo sí, algunos grupos minoritarios que se manifestaban contra el clero, pero eran insignificantes. Y hubo folletos y hojas volantes tiradas por el clero católico para atacar a los liberales. También se formaron algunas asociaciones laicas-católicas para demostrar que estaban por encima de los liberales. De esta manera, el Partido Liberal no representaba ninguna amenaza para Maura. No estaba en los temas de verdadero interés.

         El regeneracionismo en España.

     Maura era un regeneracionista, con su propia receta de soluciones a los problemas de España, al igual que cada uno de los liberales, los socialistas, los católicos, los monárquicos, los tradicionalistas y los anarquistas, tenían la suya, también regeneracionista. Pero la de Maura fue una de las más consistentes en cuanto a número de leyes, y empeño en sacarla adelante. El regeneracionismo fue romántico e irracional, pues no tenía en cuenta los problemas que eran base real de la economía y la sociedad española, o no tenía en cuenta la totalidad de los factores que había que atender a la vez y que sólo juntos podían lograr el cambio.

Todos los regeneracionistas intentaron cada uno su proyecto sucesivamente, y todos fracasaron. Y Maura no fue la excepción. Y en 1923, tomaron su turno los militares con otro proyecto, basado en el orden y la autoridad. Y en 1931, lo intentaron los republicanos, los comunistas, los socialistas y los anarquistas. Y a partir de 1939 lo intentó Francisco Franco con un sistema de alianza de la Iglesia, el ejército, y las instituciones franquistas. Y todos fracasaron uno tras otro, lo que constituye una triste historia de la España del siglo XX.

¿Cómo salió España de la utopía del regeneracionismo a la instalación en el realismo? Hemos de hacer referencia a “La paz de Franco”. Una paz denostada porque en ese tiempo se produjo una represión continuada y generalizada, pero que fue suficiente para que el pueblo español fuese encontrando su camino, luchando en contra de la dictadura franquista. Los franquistas decían que “La paz franquista” hacía referencia a que se terminó con la inestabilidad política que suponían las luchas de partidos y de caciques, y con las guerras exteriores. En esto último hay que hacer constar que el franquismo intentó participar en algunas guerras, pero no le dejaron. Los antifranquistas odian la utilización de este término, paz franquista, porque para ellos esa paz fue cárcel, exilio y fusilamientos. Pero olvidando los sentimientos de las partes, diremos que los problemas fundamentales se solucionaron con grandes sacrificios de los españoles: emigraciones de millones de españoles al extranjero, emigraciones de millones a las ciudades, paciencia para soportar el hambre y el frío, mucho esfuerzo mientras se formaban las nuevas generaciones, esfuerzos por comprender qué estaba sucediendo en Europa Occidental, capacidad para dar de lado a las instituciones franquistas, y también a los partidos de la oposición que incitaban a la sublevación contra el franquismo. El cambio se produjo en tiempos de Franco, a pesar de Franco y de los franquistas, y a pesar de los revolucionarios antifranquistas que llamaban a la violencia revolucionaria, y gracias a las nuevas generaciones, apoyadas casi siempre por la vieja generación de la guerra, la cual sólo tenía una consigna para sus hijos: “Otra guerra, no”. Estas tres palabras son la esencia de lo que fue la “paz franquista”.

     Cada líder regeneracionista, se sentía incompatible con los demás, con los de su propio partido, y con los partidos diferentes al suyo, con la Iglesia católica en su caso, con el ejército a veces, con los socialistas en otros casos, con los conservadores en ocasiones… Y era siempre una lucha de todos contra el que detentaba el poder. El fracaso estaba suficientemente garantizado siempre.

     El cambio, a partir de 1960, y muy significadamente a partir de 1978, se produjo cuando los problemas de base se solucionaron: sobraban dos o tres millones de trabajadores en la agricultura, y los agricultores tuvieron que buscarse la vida mediante la emigración; hacía falta alfabetizar el país, y las familias pagaron de su bolsillo los estudios de sus hijos; sobraban privilegios clericales, y los españoles abandonaron los preceptos religiosos y el dogmatismo católico a partir de 1965; sobraban privilegios militares, y se pusieron en contra del militarismo imperante, cambios que sólo pudieron completarse a partir de 1981; hacían falta comunicaciones, y el franquismo construyó la primera red de carreteras REDIA e inició las autovías, y Felipe González inició el tren de Alta Velocidad, y un gran plan de autovías para toda España, al tiempo que cerró líneas férreas no sostenibles a partir de 1985; hacían falta viviendas, y los españoles se pagaron, a partir de 1954 y con gran esfuerzo, unas viviendas miserables, pero viviendas al fin y al cabo, desde las cuales pasarían a otras mejores a medida que iban teniendo ahorros, o las transformaron a base de reformas continuas según la cantidad de dinero de que disponían; hacía falta eliminar el dirigismo estatal, y se consiguió a pesar de la oposición tanto del franquismo como del socialismo; sobraban salvadores de la patria, tanto franquistas como comunistas, socialistas, demócratacristianos, monárquicos, republicanos… que llamaban a la violencia, a las armas, a la huelga y al enfrentamiento callejero, y los españoles aprendieron a estar de vuelta de los políticos, que se quedaron en su estatus de un mal necesario; hacía falta diversificar los sectores económicos y desarrollar los mercados interiores y exteriores, y esto se hizo muchas veces contra la planificación de los Planes de Desarrollo; hacía falta una banca nacional, y los españoles fueron poniendo sus pequeños ahorros en libretas que lograron hacer posible ese servicio esencial a los negocios. Y a medida que se conseguía cada logro, los caciques iban perdiendo influencia y campo de actuación, pues su negocio consistía en suplir los servicios que el Estado no ofrecía, y la sociedad privada tampoco.

Mientras tanto, cada proyecto económico y social español estaba destinado al fracaso. Desde esta perspectiva, debemos interpretar los diversos capítulos de la historia de España en el siglo XX.

         El proyecto político de Antonio Maura.

     Maura era un regeneracionista en el sentido de que opinaba que todo estaba por hacer, y pensaba emprender un gran programa de reformas: cultura, protección al agricultor con aranceles, construcción de una flota, fábricas e importación de armamento, reorganización administrativa, reforma del sufragio… No es que el programa fuera coherente, pero Maura tenía un gran poder de convicción. Iba a emprender muchas reformas que regeneraran el país. Maura llevaba en su cartera una lista larguísima de leyes que debían cambiar España. Se dice que aprobó 264 leyes en los tres años que estuvo como Presidente en esta ocasión.

     Entre tal número de leyes no dejó de haber algunas duraderas y reconocibles como aciertos tales como el Instituto Nacional de Previsión, de 27 de febrero de 1908, y la creación de la Caja Postal de Ahorros de junio de 1909.

     Pero en muchas otras leyes, se intuyó  la posibilidad de acabar con la democracia liberal en España, a lo que se negó la oposición:

En su idea de la necesidad de disponer de unos partidos políticos fuertes de extracción burguesa, protegió a la burguesía española, la gran burguesía que en ese momento era catalana y vasca, y la burguesía pequeña que esperaba sumar al Partido Conservador. De la protección a la gran burguesía resultaron nacionalismos periféricos más fuertes, de burgueses que tenían un modelo regional, y de republicanos que tenían otro modelo nacionalista. Y también un ambiente de confiar en el priteccionismo del Estado para todo.

En su reforma de la Administración, generó la idea de la democracia corporativa como “esencia de las democracias”, con cincunscripciones uninominales, y participación ciudadana en los Ayuntamientos a través de las corporaciones locales. La idea gustó a las derechas, y se reintentó en 1925, y a partir de 1939. Pero fue denunciada por toda la izquierda como una barbaridad.

     La Ley Electoral de Maura eliminaba las minorías, lo cual creía Maura que daba estabilidad política, pero también se demostró que lo que no se expresa en las urnas, puede ser expresado con violencia en la calle, y contradecía la idea del propio Maura de hacer la revolución desde arriba para evitar la revolución desde abajo.

     El Proyecto de Ley Antiterrorista de enero de 1908, no era propio de una persona tan inteligente como Maura: conducía a la abolición de muchas libertades, en aras al mantenimiento del orden público. La oposición, no sólo se opuso al Proyecto de Ley, sino que declaró a Maura como enemigo de la democracia.

     Y en la represión de los sucesos de la Semana Trágica de julio de 1909, fue tal el ansia por establecer el principio de autoridad, que quedó en duda la calidad de la democracia. Y los españoles decidieron que Maura ya no era un político válido.

     Maura expresó la idea de hacer la revolución desde arriba, antes de que fuera inevitable y se hiciera desde abajo. En un discurso en el Congreso, de julio de 1899, había afirmado que si no se hacía una revolución desde el Congreso, se haría en las calles. Para ello, creía imprescindible: acercar el poder a los pequeño burgueses, darles autonomía municipal, e incluso acercarse a los burgueses regionalistas como Cambó, y darles autonomía regional. Todavía, Maura no era famoso, sino sólo un joven liberal. Su fama nació a raíz de un discurso en Valladolid de enero de 1902, donde anunció la necesidad de acabar con el caciquismo. Ello contrastaba con el origen político de Maura, ahijado del cacique de Valladolid, Germán Gamazo. Luego sus actuaciones contradijeron sus palabras: Su ley electoral, gracias al art. 29, no acabó con el caciquismo, sino que lo incrementó en las zonas rurales. Sólo liberó el voto en las zonas urbanas.

     También dijo en ese discurso, que había que salir de las políticas de derechas, como las de 1844-1868, y de las políticas de izquierdas como las de 1868-1874, y reconciliar los extremismos para buscar el progreso del país. Era prioritario atender a la riqueza pública, favorecer a los agricultores ante las bajadas de precios que se estaban produciendo (proteccionismo contradictorio con el progreso que pregonaba), y acabar con la deuda pública (contradictorio con el punto anterior). Pero el discurso resultó muy aceptado por las masas de agricultores castellanos. Suele ocurrir que cuanto más incoherencias dice un político populista, más éxito tiene entre las masas. Ello se debe a que la inteligencia es patrimonio de las personas, de los indidividuos, de algunos individuos, y las masas son tanto más irracionales cuanto mayor es su número de sus componentes.

     Maura había declarado en 1904 que la prensa no era la opinión del país, sino la voz de unos pocos capitalistas dueños de los periódicos, y de unas pocas organizaciones políticas que no representaban sino a ínfimas minorías, a pesar de que declaraban representar al “pueblo”. Es decir, diferenció opinión pública, de opinión publicada. La prensa venía regulada por la Ley de Policía e Imprenta de 1883, que castigaba en la jurisdicción ordinaria a los que cometían delitos de prensa. A mediados del XIX, había sido prensa de opinión, manejada por los partidos, pero desde finales de siglo estaba siendo también prensa de información explotada por los capitalistas, los cuales servían la información que les era más conveniente. Los intelectuales consideraban una ligereza que la prensa diera información, pues opinaban que un periódico serio sólo debía dar opinión. Los obreros se quejaban de la nueva prensa, y a menudo la calificaban de folletinismo y amarillismo. Pero los periódicos llamados “de empresa” también difundían una ideología, y a menudo apoyaban a un político concreto.

     Maura basaba su pensamiento político en una idea central, que era que los Gobiernos se debían asentar en mayorías sólidas y reales, y no en la ficción del caciquismo. Para ello, había que crear una conciencia de ciudadanía en la masa del país, hasta entonces apolítica. Y para crear esta conciencia, había que dar cauces de participación, como dijo que haría la Ley de Bases del Régimen Local, que permitiría independencia de los ciudadanos frente a los caciques. Maura creía que su proyecto era revolucionario, pero seguía siendo un liberalismo burgués que daba toda la participación política a los burgueses. Para entonces, había visiones sociales más adelantadas como la de conservador Eduardo Dato, que hablaba del necesario intervencionismo del Estado en lo laboral, y la del liberal Canalejas, que hablaba del necesario entendimiento de la burguesía con las organizaciones obreras. Maura no era tan socialmente avanzado como él se creía.

     Pero Maura era mucho más demócrata que lo había sido Cánovas, y creía en el Parlamento, de modo que trató de tenerle abierto el máximo de tiempo posible. Por otro lado, pensaba en domesticarlo para que sirviese a sus proyectos y esa es la contradicción que no fue capaz de ver.

     En 1907, estaba claro que Maura consideraba a los liberales como basura, hombres sin ética que no dudaban en utilizar a las masas republicanas, socialistas o simplemente violentas, con tal de sacar beneficios políticos, o en su caso, con tal de hacer daño al adversario (Maura había sido liberal pocos años antes, y posiblemente supiera de lo que estaba hablando). Los liberales le tenían una “simpatía” similar, y le acusaban continua y machaconamente de corrupción.

Los liberales decidieron también unirse para no desaparecer.      Los conservadores se habían unido en torno a Maura, por primera vez desde 1902. El líder escogido por los liberales en febrero de 1907 para hacer frente a Maura, fue Segismundo Moret. Montero Ríos y Vega de Armijo se avinieron a someterse a Moret, pero Canalejas y López Domínguez crearon sus propios grupos de izquierda liberal. Era una cosa muy sorprendente que Montero Ríos y Vega de Armijo respetaran a Moret, porque hasta ese momento se estaban atacando entre ellos a muerte. Pero tenía por explicación el que Canalejas y López Dominguez les estaban atacando, no como al partido de la oposición, sino como líderes a destruir. Canalejas se alió a López Domínguez, y crearon en 1907 el Partido Demócrata Monárquico, que no pasó nunca de ser un partido minúsculo, pero que tuvo un periodo que prometía mucha popularidad, pues presumían de cumplir lo que prometían, y de que harían lo que otros habían prometido muchas veces y nunca lo habían cumplido: acabar con el clericalismo; nueva regulación del derecho de asociación; supresión del impuesto de consumos; reforma del servicio militar obligatorio; leyes de reformas sociales; reforma agraria que beneficiase a los verdaderos cultivadores y no a los propietarios absentistas; presupuesto adecuado para Obras Públicas; descentralización y autonomía municipal.

No obstante, era el momento de mayor unión interna de los partidos, del Moderado y del Liberal. El Partido Liberal estaban: Montero Ríos con su Partido Liberal Democrático; José Canalejas con su Partido Democrático Monárquico; y los simplemente liberales que seguían a Moret. Pero en 1908 lograron unirse todos en una idea, todos contra Maura. Se coaligaron con Melquiades Álvarez e iniciaron un proyecto juntos, que durará hasta 1912, fecha de la muerte de Canalejas.

         Los periódicos de tiempos de Maura.

     Los grandes periódicos existentes a principios de siglo XX eran editados en Madrid y distribuidos por toda España, con algunas excepciones, sobre todo en Cataluña. La Correspondencia de España de 1859 se consideraba apolítico. El Imparcial de 1867, de Eduardo Gasset era el periódico más prestigioso y había salido como democrático y antiborbón en 1867, amadeísta en 1871 y a fines de siglo estaba en manos de Rafael Gasset y apoyaba a Silvela. El Liberal de 1874 nació por escisión de los republicanos que en 1874 se marcharon de El Imparcial. El Heraldo de Madrid de 1890 fue adquirido por José Canalejas en 1893 y era liberal independiente, hasta que fue adquirido en 1906 por El Imparcial y El Liberal. Estos tres periódicos defendieron la guerra en 1898. El País y El Progreso eran republicanos. El Correo Español y El Siglo Futuro eran carlistas. Romero Robledo poseía El Nacional.

En Cataluña se editaba el Diario de Barcelona, La Vanguardia de Mañé y Flaquer, El Poble Catalá de Joan Ventosa Calvell, La Renaixença nacionalista intelectual, y La Veu de Catalunya republicano de izquierdas.

Los nacionalistas vascos tenían El Correo Vasco desde 1899.

Los periódicos trataban de culpabilizar al pueblo español, porque éste seguía yendo a los toros, al teatro, y olvidaban el enorme desastre en que vivía la nación. Trataban de olvidar que habían sido ellos, los periodistas, los que habían incitado y llamado a la guerra en 1898.

              El problema del terrorismo.

     Inmediatamente después de formar Gobierno Maura, en enero de 1907, tomó medidas contra una gran campaña de bombas que se estaba sufriendo en Barcelona patrocinada por los «solidarios», de Solidaridad Obrera, una organización anarquista (no se debe confundir con Solidaridad Catalana, una organización republicana de la misma época). Para hacer más ágil la justicia, Maura suprimió el jurado en los juicios por colocación de explosivos. Obtuvo para ello el apoyo de todos los «antisolidarios», incluido Lerroux, que siendo republicano, odiaba la violencia utilizada por los anarquistas. Maura nombró Gobernador Civil de Barcelona a Ángel Ossorio y Gallardo.

              El problema catalanista.

     Por otro lado, el nacionalismo catalán se radicalizaba. El líder y portavoz de la minoría catalana en Madrid era, en 1907, Josep Puig y Cadafalch, de Lliga Regionalista, al que calificamos como republicano de derechas. Este definió el catalanismo, no como fundado en los votos, lo cual era propio del federalismo, sino como fundado en la historia y en la naturaleza misma. Era el nacionalismo irracional que se estaba imponiendo en Europa en esos años y terminaría en el fascismo y el nazismo.

     En Cataluña, los grupos de izquierda hacían peligrar el ideal burgués de dominar ellos Cataluña para sus intereses y, en algunas ocasiones, la Lliga de Cambó decidió colaborar con el Gobierno de Madrid, y con los partidos de ámbito estatal para no perder su dominio sobre los catalanes.

     En 1907, el partido burgués dominante, Lliga Regionalista, jugaba un doble papel. En Madrid aparecía como colaborador de los partidos monárquicos, y en Barcelona aparecía como independentista. Francesc Cambó, Josep Puig y Cadafalch, y Joan Ventosa, aparecían como colaboracionistas con el Gobierno de España, siempre que obtuvieran ventajas para sus negocios.

Unió Catalanista de Doménech Martí i Juliá, representaba el centro.

Republicanos de izquierda eran los de Centre Nacionalista Republicá: Ildefonso Suñol, Amadeo Hurtado y Jaume Carner, Joaquim Lluhí, Santiago Gubern y Eduart Calvet, que se expresaban en El Poble Catalá, un semanario que existió en 1904-1918. Eran liberales, catalanistas y republicanos. Eran el motivo de mayores discordias entre los catalanes dentro de Solidaritat Catalana.

Y como republicano independiente muy de izquierdas, apareció Francesc Maciá, un exteniente coronel de ingenieros retirado en 1905.

Desde febrero de 1906, todos los políticos catalanes aparecían unidos en Solidaritat Catalana. Este grupo tenía como figura hegemónica a Nicolás Salmerón, prestigioso ex Presidente de la Primera República, líder de Unión Republicana. Pero en Solidaritat estaban todos los partidos catalanes importantes: los Carlistas de Manuel de Llanza y Pignatelli de Aragón, Unió Catalanista, Lliga Regionalista, Centre Nacionalista Republicá, y Republicanos Federales herederos del pensamiento de Pi y Margall. Creían que era posible la convivencia de todas las ideologías. En principio, se unieron contra el Proyecto de Ley de Jurisdicciones que iba debatirse en el Congreso de Diputados.

Solidaritat sólo perduró tres años, de 1906 a 1909. Las alianzas entre derechas e izquierdas son posibles mientras todos estén contra algo o contra alguien, sea éste real o ficticio, pero se rompen en cuanto desaparece el motivo para estar a la contra, e incluso, si son grupos muy radicales, se corre el peligro de enfrentamiento armado entre ellos.

Pero Francesc      Cambó, el líder catalanista de los burgueses, se sentía muy fuerte con todo este apoyo detrás, y propuso para España un nuevo juego bipartidista entre un partido moderado descentralizador y regionalista, y un partido “socialista” en sentido amplio del término, que se ocupara de las reformas sociales, y que no fuera el PSOE, que era internacionalista y marxista y no le gustaba a los empresarios catalanes. Cambó capitaneó la idea de un pacto de solidaridad entre catalanes, y manifestó que podía ser un paso hacia un Estatuto de Autonomía para Cataluña.

     Cambó comprendió inmediatamente la oportunidad que se les presentaba a los industriales catalanes de hacer buenos negocios, y se acercó a Maura. Pero ese acercamiento, que beneficiaba los intereses de Lliga Regionalista, grupo hegemónico de Solidaritat Catalana, no era lo que querían los de Unió Catalanista, ni los de Centre Nacionalista Catalá que querían la autonomía y el republicanismo, ni los carlistas que querían la defensa de los privilegios. Y la cohesión interna de Solidaritat Catalana se fue debilitando progresivamente, lo cual se reflejó en las elecciones de 1908, en que se debilitaron, y en las municipales de 1909 en las que ni siquiera pudieron presentar candidatura conjunta por falta de acuerdos. A partir de 1909, Solidaritat existía sólo nominalmente, porque los católicos, los carlistas y Lliga se presentaron por separado, y los republicanos de Salmerón (que murió en septiembre de 1908), los federalistas de Pi, y Centre Nacionalista Republicá, se aliaron en grupo aparte: los de Lliga sacaron 22.000 votos y los republicanos-regionalistas, 24.000 votos.

     A Cambó, representante de los empresarios catalanes, le venían muy bien las reivindicaciones regionalistas catalanas, para obtener ventajas para los empresarios, negociándolas con el Gobierno de España. Podía prometer autonomía para calmar a los catalanistas, y colaboraba con el Gobierno de Maura para obtener ventajas para los empresarios. A su vez, Maura, iba convocando las elecciones en los momentos más inoportunos para los autonomistas catalanes radicales, y así hacía más fuerte a Cambó.

         Proyectos de urgencia de Maura en 1907.

     Maura paralizó el Proyecto de Ley de Asociaciones, que quedó pendiente, sine die, en los archivos del Congreso de Diputados. No consideraba prioritario ese tema, y no lo retomó hasta 1909. Su principal objetivo era recrear el bipartidismo, que estaba a punto de romperse, si no lo había hecho ya. Pero quería aprovechar la crisis del Partido Liberal Fusionista para generar primero de todo un Partido Liberal Conservador fuerte, y estaba dispuesto a descentralizar el poder para obtener los votos de los regionalistas catalanes, nacionalistas de derechas, a fin de que una alianza con ellos diera como resultado un Gobierno fuerte.

     La Ley de Protección y Fomento de la Industria Nacional de 15 de febrero de 1907 exigió el uso exclusivo de materiales nacionales en los servicios y obras públicas del Estado, salvo caso de necesidad o de urgencia. Esta ley complementaba la de 1891 en el mismo sentido. Se aumentaba el proteccionismo típico de la España de la Restauración. La política proteccionista continuará en 14 de junio de 1909, y en 1917, 1920, 1925, 1926, 1939, etc.

     Al mismo tiempo, se emprendió un programa de construcción naval en 1907, lo cual daría lugar a la Sociedad Española de Construcción Naval en agosto de 1908, para construir principalmente barcos de guerra, dado que la flota española de guerra había sido hundída en 1898. Colaboró en el proyecto de reconstruir una flota, José Ferrándiz Niño, 1847-1918, nacido en Sevilla y profesor de la Escuela Naval Flotante, Ministro de Marina en 1903 y autor de varios proyectos de reconstrucción naval: El 14 de febrero de 1907 hubo una Ley de Organización Marítima y de Armamentos Navales, el 7 de enero de 1908 una Ley de renovación de la armada, y el 14 de junio de 1909 una Ley de industrias y comunicaciones marítimas. La Sociedad Española de Construcción Naval construiría 3 acorazados, 3 destructores, 4 cañoneros y 22 torpederos. Ferrándiz Niño murió en Madrid en 1918.

     En mayo de 1907 se abrió una Comisión Protectora de la Producción Nacional en cumplimiento de una ley de 14 de febrero de 1907 sobre protección y fomento de la industria nacional. Esta Comisión Protectora estuvo funcionando hasta que en 1925 fue sustituida por el Consejo de Economía Nacional. Su principal misión era preparar leyes proteccionistas.

     Maura convocó elecciones provinciales para abril de 1907, y elecciones generales para mayo de 1907.

Quizás sea conveniente citar aquí la vigente Ley de Descanso Dominical que Maura había propuesto en septiembre de 1904 y que había entrado en vigor en 1905.  No sabemos si se debía a un deseo de protección al trabajador, o a un deseo de cumplir un precepto religioso. La Ley redujo la semana laboral a poco más de 60 horas, puesto que se trabajaban 10 u 11 diarias.

      Las elecciones generales de mayo de 1907.

     No se “prepararon” las elecciones cambiando alcaldes, para ponerlos a la medida del partido gobernante, sino que se respetaron los alcaldes que ya había, lo que se llamó “respeto a la democracia”. Pero se utilizó la influencia caciquil para tener mucha participación de votantes, y para orientar el voto. La abstención fue del 35-40%, lo que mostraba que los españoles comenzaban a hastiarse de la política.

Solidaritat Catalana sacó el 80% de los votos en Barcelona, y 41 escaños. El total de escaños disponibles en Cataluña era de 44. El éxito era por lo tanto, rotundo. Es preciso que nos paremos un momento a explicar los acontecimientos: En aquellas elecciones, Solidaridad (Prat de la Riba) propuso que hubiera organismos regionales con competencias como hacienda propia, enseñanza, beneficencia y obras públicas. Cambó lanzó un programa de “Solidaridad Catalana” que consistía en abandonar los movimientos de rebeldía y protesta constantes en Cataluña, y presentar un programa común nacionalista ante el Gobierno. La idea se hizo muy popular, y todos los catalanes se proclamaban de Solidaritat en la calle.

Los lerrouxistas hicieron un atentado contra Cambó el 18 de abril de 1907, que salió herido, lo cual pudo determinar el resultado de las elecciones, pues Solidaridad se llevó el 69% de los votos emitidos en Cataluña, y el 80% de los emitidos en Barcelona, mientras Lerroux y el resto de republicanos catalanes sólo se llevaron el 29%. Lerroux no consiguió acta de diputado. Lerroux obtuvo muchos votos en Barcelona y parecía que su grupo republicano violento se consolidaba. Todavía seguía dentro de Unión Republicana Federal.

     Los resultados de las elecciones generales de mayo 1907 fueron:

  Partido Liberal Conservador: grupo de Maura, 242 escaños; Independientes por el Partido Conservador, 41 escaños.

  Partido Liberal Fusionista: grupo de Segismundo Moret, 73 escaños; grupo de José Canalejas, 9 escaños.

  Solidaridad Catalana de republicanos, catalanistas y carlistas, de Enric Prat de la Riba, 41 escaños.

  Republicanos: grupo de Nicolás Salmerón y Unión Republicana, 16 escaños; grupo de Vicente Blasco Ibáñez y Unión Republicana Autonomista, 2 escaños; Republicanos independientes de Alejandro Lerroux, 1 escaño.

  Católicos: grupo de Tradicionalistas de Matías del Barrio Mier, 8 escaños; grupo de independientes, de Fernando María Ibarra, 3 escaños; Partido Integrista de Juan de Olazábal, 2 escaños.

  Independientes, 2 escaños.                          

     Para contentar a los de su partido y al ejército, Maura nombró Presidente del Congreso de Diputados a Eduardo Dato Iradier, y Presidente del Senado al general Marcelo Azcárraga.

     Los grandes derrotados eran los liberales, que en elecciones normales organizadas por los conservadores solían sacar un centenar de escaños. Se habían quedado en 82.

     Maura estaba muy contento con los resultados de las elecciones, porque creía que todas las fuerzas políticas estaban representadas en Cortes con bastante aproximación a los seguidores que tenían en España. Había repartido los escaños con generosidad, aunque se había quedado con la mayoría absoluta que le permitiese gobernar. Pensaba que, si lograba acuerdos con los catalanistas y vasquistas, el Gobierno podría irle muy bien.

     Sin embargo, la realidad fue que Maura acumuló contra él una oposición visceral, desaforada, racional e irracional. En parte fue porque Maura era jactancioso y soberbio, y en sus discursos mostraba un aire altanero que rebajaba y humillaba a sus adversarios. Era tan soberbio porque se creía en posesión de la verdad, y pensaba que todos los españoles acabarían por rendirse ante la evidencia de sus razonamientos y actitudes de Gobierno. Pero se lo debería haber pensado un poco porque, al igual que otros muchos contemporáneos suyos, carecía de programa de Gobierno a medio y largo plazo. Tenía unas ideas generales difusas, modificables en cualquier momento, lo que le daba habilidad para negociar y modificarlas, pero desconcertaba a sus propios diputados porque no se sabía muy bien nunca a dónde iba.

     La oposición más activa contra Maura la hicieron los republicanos y los catalanistas. Se hacía en las Cortes, y ni los demócratas monárquicos de Canalejas, ni los liberales de Moret intervenían. Era un cuerpo a cuerpo entre moderados y republicanos y catalanistas. Las únicas intervenciones de los fusionistas eran a propósito del clericalismo de Maura, y anticlericalismo del Partido Liberal Fusionista. Muchas veces, los debates empezaban en un tema cualquiera, e iban derivando hasta el monotema del clericalismo.

     Esa oposición visceral condujo a que el Partido Liberal Fusionista de 1907-1909, estuviera en actitud de espera del más mínimo desliz, para denunciar al Gobierno de cometer errores mayúsculos, lo cual tampoco tenía sentido de la realidad. Se ponían a la altura de Maura en cuanto a soberbia y malos modos. Y el resultado de este trato absurdo entre Gobierno y Oposición, lo pagaban los españoles, pues la oposición criticaba todo como inviable y absurdo, lo vetaban por vetar, porque se oponían a todo.

     En junio de 1907, Lerroux abandonó la Unión Republicana Federal de Nicolás Salmerón, pues fue expulsado de ella por un tribunal de honor. En 6 de enero de 1908 fundaría el Partido Republicano Radical. En septiembre de 1908 moriría Nicolás Salmerón en Pau (Francia).

         Las Cortes de mayo de 1907.

     El 21 de mayo de 1907 se reunieron las Cortes. El objetivo de Maura era pactar con Lliga, a fin de desarmar a Solidaridad.

     Maura intentó consensuar la reforma de la Administración Local con Cambó de Lliga, Moret de liberales, Canalejas de liberales, y Azcárate de republicanos, y se llegó a un acuerdo en 268 artículos, hasta que la oposición se cansó, en julio de 1908, y pidió la disolución de Cortes. El hecho es muy raro, es la primera vez en la historia que la oposición pedía que se cerraran las Cortes. Se trataba de impedir que saliera la ley, de ganar tiempo contra Maura.

     Solidaritat Catalana sufrió una crisis interna ante el proyecto de Maura. La izquierda constituida por Centre Nacionalista Republicá, de Ildefonso Sunyol, consideraba inaceptable el proyecto, mientras la derecha de Cambó y la Lliga lo creían aceptable. Sunyol acusó a Cambó de haberse vendido a Maura. Entonces, en un momento en que Sunyol se disponía a hablar en el Congreso, los diputados abandonaron el hemiciclo. Sunyol cogió el tren a Barcelona y se hizo contrario a la Ley de Reforma de Administración Local y contrario a Cambó.

Maura se puso inmediatamente al habla con Cambó con ánimo de conceder una cierta autonomía a Cataluña, a cambio del apoyo catalanista en Madrid. Habría posibilidad de Mancomunidades. Maura ofrecía el derecho de autonomía regional para temas locales y regionales, siempre que no se tocara el principio de soberanía única y unitaria del Estado. Los catalanistas exigían la retirada de la Ley de Jurisdicciones de 1906. Cambó aceptó.

     Inmediatamente la izquierda nacionalista catalana volvió a romper el pacto de Solidaridad, y en 1908 Solidaridad perdió las elecciones. La ruptura definitiva de Solidaridad sería de 1909. La izquierda nacionalista tomó entonces un rumbo extraño. Decidió aliarse con Lerroux, el líder de los republicanos, en la idea de oponerse a los partidos monárquicos centralistas.

     Una vez roto el pacto de Solidaridad, la Lliga se quedó solamente con los burgueses de derechas. Prat de la Riba, desde la Diputación Provincial de Barcelona, utilizó sus buenas relaciones con Madrid para pedir la Mancomunidad de las cuatro provincias catalanas, y para iniciar un programa de dotación de carreteras y teléfonos que duró casi una década.

     Cambó era un personaje muy de derechas, representante de la patronal catalana. Los patronos no se iban a quedar parados ante los proyectos del Gobierno de intervenir en las relaciones laborales y subir los impuestos a los ricos. No pararon de fundar asociaciones patronales: En 1900 crearon la Liga Marítima Española. En 1906, la Hullera Nacional presidida por el marqués de Comillas. En 1907, la Central Siderúrgica de Ventas. En 1907, la Mutua de Fabricantes de Tejidos en Cataluña para regular el mercado y la exportación. En 1913, la Asociación Patronal de Mineros Asturianos. Estas asociaciones, dirigidas por Françésc Cambó, que aparecía como líder nacionalista catalán, echarán abajo los proyectos sociales renovadores que tomaron los distintos Gobiernos en alos sucesivos, y sobre todo el proyecto de contribución directa sobre beneficios extraordinarios propuesto por Santiago Alba en 1916. Estos proyectos sociales podían haber sido el camino al desarrollo español, pero requería de un cierto sacrificio empresarial a corto plazo. El largo plazo no era contemplado por los grandes empresarios.

     El Proyecto de Reforma de la Administración Local.

 En 1907, Maura intentó la Reforma de la Administración Local como paso previo a la moralización electoral en la que había fracasado en 1904. La autonomía municipal era la principal demanda de los republicanos, y Maura les pidió, a cambio, que ellos reconocieran la unidad territorial de España.

Maura intentaba crear Ayuntamientos más democráticos, pero decía que el sufragio universal llevaba al populismo, o jacobinismo, y el sufragio restringido dejaba las cosas como estaban, y no encontraba solución intermedia. Y la solución intermedia que halló fue el corporativismo, tal como también pensaron Primo de Rivera y Francisco Franco en su día.

Maura quería también Diputaciones más independientes, pero ello sonaba a autonomías, y autonomía sonaba a violencias de 1873. Por ello, procuró que las Diputaciones no tuvieran excesivo poder.

El Proyecto de Ley de Bases del Régimen Local de junio de 1907 de Maura constaba de una reforma de los Ayuntamientos y una reforma de las Diputaciones Provinciales. Era un proyecto de mucho calado y todos eran conscientes de su importancia. Por ello, tuvo 2.813 enmiendas, y hubo a favor y en contra 5.511 intervenciones de oradores. No fue aprobado nunca. Dos años después, cuando se retiró Maura, todavía se estaba discutiendo la ley, que nunca se llegó a aprobar.

El Proyecto de Ley de Bases del Régimen Local contenía los siguientes puntos: posibilidad de Mancomunidades para eliminar los pequeños ayuntamientos; que las corporaciones tuvieran representación municipal; nuevo modelo de Diputaciones Provinciales.

     En los Ayuntamientos, el Proyecto de ley de Administración Local reforzaba la figura del Alcalde, sustituía el sufragio directo que estaba siendo manipulado por los caciques, por un sistema de compromisarios de modo que los concejales eran representantes de las corporaciones de ese municipio. Y daba la posibilidad de crear Mancomunidades.

El pánico al cantonalismo había llevado a los políticos españoles a una idea centralista en la que los Alcaldes debían ser controlados por el poder central. Maura pensaba que la pequeña burguesía debía intervenir en los Ayuntamientos, e integrarse así en el sistema político. Los Ayuntamientos tendrían presupuesto propio, y la autoridad gubernativa no podría deponer concejales (aunque sí la justicia). En las poblaciones mayores de 20.000 habitantes, el Alcalde sería designado por el Gobierno.

Los concejales serían elegidos democrática y corporativamente, dos tercios directamente, y el otro tercio, el de “concejales delegados”, serían elegidos por las corporaciones locales (por la propiedad urbana, agrícola, industrial y comercial, por las sociedades obreras, y por las entidades culturales). Es decir, no aceptaba el sufragio universal neto y estricto para la elección de alcaldes y concejales, sino se iba a una democracia corporativa. Para este propósito, Maura necesitaba censos de población fiables.

Las poblaciones menores de 2.000 habitantes podrían mancomunarse, siendo jefe de la mancomunidad el alcalde del municipio más numeroso en población. La mancomunación era un propósito del Gobierno de Maura a fin de que los Ayuntamientos tuviesen el suficiente tamaño y fondos económicos como para poder emprender obras públicas de cierta envergadura económica.

     Los municipios no podrían vender ni gravar bienes comunales sino tras referendum ganado por dos tercios de los votos, deberían liquidar la deuda que tuvieran para con el Estado, constituirían una hacienda propia distinta de la nacional y de la provincial, se dotarían de locales propios, impondrían sus propios impuestos (sobre el ganado, bosques, mercado, según los casos).

     También se reformaban las Diputaciones Provinciales. Las Diputaciones debían aceptar las Mancomunidades de Municipios, y debían dejar de controlar a los Alcaldes de los pueblos pequeños. Las Diputaciones serían elegidas por los Ayuntamientos cada cinco años. La Diputación sería un organismo integrado por entre 5 a 11 Diputados Provinciales, según la población provincial. La Hacienda provincial se dotaría de ingresos a través de la Hacienda del Estado, y no tendría impuestos propios. De este modo, las Diputaciones resultarían más independientes, más autónomas.

     En la Ley de Diputaciones Provinciales se liquidaba la posibilidad de que los Gobernadores manejaran los Ayuntamientos mediante cambios de Alcalde oportunos previos a las elecciones, y Maura se hacía así realizador de una idea de los liberales. Así esperaba captar la simpatía de este partido. Maura también trataba de captar a Cambó de modo que no hubiera ruptura de España, como venía diciéndose desde Cánovas, sino mancomunidades de municipios. En enero de 1908, el Proyecto fue aceptado por los de Lliga.

     La oposición utilizó a la prensa, que estaba descontenta con Maura porque éste les había retirado las subvenciones, o “fondo de reptiles”. El Imparcial, periódico de los liberales, El Heraldo, periódico de los demócratas, y El País periódico de los republicanos, se habían unido en 1906 en “Solidaridad Editorial de España”, una sociedad dirigida por Miguel Moya. Y este conjunto de periódicos inició una campaña contra Maura.

     La Reforma de la Administración Local se quedó en Proyecto, como tantas otras leyes de la Restauración. Las Mancomunidades no se aprobaron hasta 1913, y el Estatuto Municipal no se aprobó hasta 1924, y el Provincial se aprobó en 1925, si bien las ideas básicas de estos Estatutos eran las de 1907. La reforma se quedó en proyecto porque las Cámaras estuvieron dos años discutiéndola, y la abandonaron cuando cesó Maura en octubre de 1909.

Ley electoral de 1907.

     La Ley Electoral de 7 de junio de 1907 hacía obligatorio el voto, y aceptaba un artículo famoso de la Ley Electoral de 1878, el artículo 29, que decía que si en un distrito electoral había un solo candidato, no se celebraba la elección, sino que el candidato era proclamado automáticamente. Cada elector votaba hasta 6 nombres. El artículo 29 fue fuertemente atacado por la oposición, porque se prestaba a intervencionismo del Gobernador a fin de que en muchos distritos hubiese un candidato único.

Las consecuencias del “art. 29” eran perniciosas para la democracia, pues en los casos afectados por él, cuando los caciques conseguían que se presentara un solo candidato, se suprimía la manifestación de la voluntad popular al eliminar la votación; se suprimía el derecho a la abstención; se suprimía el derecho a votar a quien no se hubiera presentado (lo cual era legal); se abría la puerta a la violencia contra los enemigos del cacique; se tentaba a la picaresca de presentar muchos candidatos para que no fuera aplicable el 29, candidatos que, a la hora de la verdad, no querían el cargo, dimitían, y las elecciones no servían para nada. El porcentaje de diputados por el art. 29 se movía entre el 30 y el 35% del total.

La Ley se completaba con el artículo 53, por el que el Tribunal Supremo decidiría sobre las actas impugnadas.

     La idea general, además de hacer obligatorio el voto para que votasen todos los varones, era hacerlo corporativo para que votasen según los intereses de su oficio, y luego integrar los Ayuntamientos en Mancomunidades que dieran representantes en el Congreso: Maura creía que de esta manera se podía eliminar el caciquismo.

     La ley anulaba la intervención de los Ayuntamientos en la elaboración del censo electoral, pues en adelante, el censo lo haría el Instituto Geográfico Catastral, pero los censos podrían ser modificados por una Junta de Censo integrada por: los mayores contribuyentes; los presidentes de sociedades industriales; un cargo del ejército;  un concejal; y un vocal de la Junta de Reformas Sociales. La Junta de Censo proclamaría también a los candidatos.

     Con la obligatoriedad del voto, dictada en agosto de 1907, no se consiguió que votase más gente, sino todo lo contrario.

     Los senadores eran nombrados por el Rey de entre exministros, generales y Grandes de España y mayores contribuyentes (9 obispos, 5 de Academias Militares, 10 catedráticos de Universidad, 6 de Sociedades de Amigos del País y 3 de los mayores contribuyentes de cada una de las 50 provincias) y renovados por mitades cada 5 años.

Los congresistas (1 x 50.000 habitantes) eran elegidos en circunscripciones muy desiguales entre las que predominaban las uninominales (316) que elegían un diputado por distrito, y otras circunscripciones plurinominales que elegían tres o más Diputados cada una. Las circunscripciones plurinominales eran complejas: Donde se elegían tres diputados, los electores tenían derecho a votar dos nombres; donde se elegían cuatro diputados, tenían derecho a tres nombres; donde se elegían siete diputados (Barcelona), tenían derecho a cinco nombres; donde se elegían ocho diputados (Madrid), tenían derecho a seis nombres. Sólo eran elegibles los seglares y, a partir de 1909, el votar era obligatorio.

     En estas condiciones, era imposible que las minorías estuvieran representadas en el Congreso.

              ¡Maura, no!

     Estos dos intentos de reforma, ley electoral y reforma de la Administración, pusieron de acuerdo a muchos liberales, y a varios conservadores, que empezaron a gritar: ¡Maura, no! Este grito acompañará a Maura el resto de su vida.

     El éxito de esta campaña del “Maura no”, inició una costumbre cada vez que un líder conservador llega al Gobierno en España.

              Solidaritat Obrera.

     El 3 de agosto de 1907 se asociaron Antoni Badía Matamala (representante de Federació Local de Societats Obreras de Barcelona), Salvador Seguí Rubinat (representante de los pintores), Sedó (representante de los tipógrafos), Saví (representante de los metalúrgicos), Bruguera, Antoni Colomé (representante de los carpinteros), Jaume Obispo (representante de los pintores), Ramón Lostau (representante de los cerrajeros), Avelino Sánchez (representante de los peluqueros), Enric Ferrer (representante de los carreteros), Martín Martín (representante de los subastadores de pescado) y otros muchos, para formar el Pacto de Solidaridad de la Federación Regional de los Trabajadores de España, que se llamó Solidaridad Obrera. Era un grupo anarquista. Copiaban ideas del francés Fernand Pelloutier.

Era un fenómeno localizado en Cataluña. Solidaridad Obrera unió a los campesinos y menestrales catalanes hasta 1909, momento en que fueron reprimidos duramente, y se debilitó.

     En general podemos afirmar que el campesino andaluz era ácrata, pero diferente al anarquismo catalán, más kropockinianos, que los obreros de las ciudades eran socialistas, y que los pequeños propietarios rurales pertenecían al sindicalismo católico.

     De Solidaridad Obrera salieron en su momento múltiples sindicatos llamados “libres”, que fueron acusados por CNT de tradicionalistas y conservadores, pero que eran partidarios de la violencia, la lucha de clases y el aconfesionalismo. Los católicos les acusarán de ser iguales a los marxistas. Los marxistas les acusaron de ser instrumento de la patronal. No se deben confundir con los sindicatos libres del Padre Gafo, que eran católicos.

En 1918-1923, los libres habían adoptado el pistolerismo en su lucha contra CNT, y los Gobernadores de Barcelona simpatizaron con los libres porque les parecía que les quitarían el problema CNT. El primer grupo de los libres parece que lo organizaron unos carlistas junto a gente de derechas, pero luego ingresaron en el grupo tránsfugas de CNT de los sectores textil y químico. Otros grupos de libres eran de servicios, artesanos y pequeños industriales. Fueron ilegalizados en 1931. Intentaron reaparecer en 1935, pero les liquidaron definitivamente en 1936, cuando CNT se hizo con el poder en Barcelona, su ciudad.

     El 19 de octubre de 1907 apareció un periódico anarquista, que también se llamó Solidaridad Obrera. En él colaboraban Enrique Ferrer, Tomás Herreros, Antonio Coloma, Anselmo Lorenzo, Antonio Badía, y su Director era Joaquín Bueso. En 1908, el periódico se convertiría en el órgano de expresión del grupo anarquista y dio su nombre al grupo. Solidaritat Obrera de Catalunya, en febrero de 1910, impulsó la idea de crear CNT en toda España, es decir, extender el Pacto de Solidaridad a toda “la Región Española”. En 1916, el periódico Solidaridad Obrera se hizo diario y colaboraban José Negre, José Borabio, Manuel Andreu, y Ángel Pestaña, que llegó a ser director en 1917. En 1919 sería cerrado por apoyar la huelga contra La Canadiense. Entonces abrió con la misma cabecera en Bilbao en 1919-1920, en Valencia en 1919-1923, en Vigo en 1920-1922, en La Coruña en 1920-1925. En 1924 fue cerrado. En 1931-1934 abrió en La Coruña. Reabrió en 1930 dominado por Juan Peiró. En octubre de 1931 se hizo de FAI, y dirigió el periódico Felipe Alaiz, y ya se mantuvo en la línea extremista FAI el resto del tiempo. Lo dirigió Callejas Villar en 1932, Jacinto Toryho en 1937, Jorge Viadri en 1938, y cerró en 1939.

              Otras leyes de Maura en 1907.

     La Ley de Comunicaciones Marítimas y Armamentos Militares se aprobó en noviembre de 1907, en medio de la discusión de la Reforma de la Administración Local, y se creó un Estado Mayor Central para la Marina, unas bases navales, y se aprobó la construcción de barcos de guerra. Fue aprobada sin discusiones. Estimuló mucho a la industria vasca. Es conocida a veces, como Ley de Reconstrucción de la Escuadra.

     En enero de 1908 Maura hizo una Ley de Reorganización de la Marina y creó un Estado Mayor Central que coordinase todas sus acciones, al tiempo que iniciaba un programa de construcción de bases navales y de buques. En este nuevo proyecto; Maura tuvo el apoyo de toda la Cámara de Diputados, excepto Joaquín Costa, el regeneracionista, con el argumento de que «no se podían construir buques mientras el pueblo pasaba hambre».

     En 1907, Maura derogó la ley de matrimonio civil, es decir, se volvía al matrimonio católico.

     La Ley de Azúcares de 3 de agosto de 1907 elevó los derechos pagados por los importadores desde las 25 pesetas por quintal a 35 pesetas quintal métrico, y prohibió el establecimiento de nuevas fábricas de azúcar. Este negocio de la Corona y de grandes industriales y nobles españoles, se protegía, a cambio de aportar un poco más a Hacienda.

     La Ley de Emigración de 21 de diciembre de 1907 reconoció el derecho a emigrar libremente. Los Estados abandonaban la vieja idea de que perder población les empobrecía, y legalizaban el disminuir la presión sobre la economía rural. Creó el Consejo Superior de Emigración, que sería suprimido en septiembre de 1924. Este organismo estudiaba las causas de la emigración y los efectos, elaboraba estadísticas, nombraba inspectores que vigilasen los abusos, ejercía justicia sobre el tema, informaba y hacía publicidad correcta de ello.

     Osma propuso una Ley de Reforma Fiscal. Las leyes fiscales apenas servían de nada, pues no había catastro, y ni siquiera los censos eran fiables. Ni se sabía dónde estaba avencidado un ciudadano, ni se sabía qué poseía.

     Maura intentó endurecer la Ley de Orden Público de 1894, pero el Parlamento se le opuso. No hubo reforma de la Ley de 1894, que permaneció vigente.

     Al Ministro de Gracia y Justicia, Juan Armada Losada, se deben la Ley de Justicia Municipal de 7 de agosto de 1907, Ley de Condena Condicional, y Ley de Reforma de la Ley Hipotecaria.

     Leyes sobre el trabajo Agrícola vigentes en 1907:

Ley del Descanso Dominical de 3 de marzo de 1904, dada por Maura, obligaba a no trabajar los domingos.

Ley de Sindicatos Agrícolas de 28 de enero de 1906, de Rafael Gasset.

En 18 de septiembre de 1907, Augusto González Besada propuso una Ley de Colonización Interior, que iba a repartir tierras a los campesinos, pero el Estado no tenía tierras fértiles que repartir, y la ley era letra muerta. Cuando se repartieron tierras, se hizo con muy pocas, y de muy mala calidad, en años siguientes. Los Reglamentos fueron desarrollados en 1908 y 1918, y creó  un total de 18 colonias de campesinos.


[1] Francisco de Paula Loño y Pérez 1837-1907 había destacado en 1904 por ser el general elegido por Maura para dirigir el Estado Mayor Central recién creado, pero Alfonso XIII había impuesto a Camilo García de Polavieja. Al volver Maura en 1907, retomó a Loño como Ministro de Guerra.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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