Gobierno liberal de Segismundo Moret.

              1 diciembre 1905 – 5 julio 1906.

     Segismundo Moret Prendergast nació en Cádiz en 1838, y era hijo de catalán y de inglesa. Estudió en los escolapios de Getafe y Derecho en Madrid, y obtuvo la cátedra de Hacienda de Madrid. Se hizo liberal y librecambista. Fue diputado por Almadén en 1863, por independiente. En 1868 entró plenamente en política, siendo diputado republicano por Ciudad Real en 1869, y partícipe de la elaboración de la Constitución de 1869. Siendo Ministro de Ultramar con Prim, abolió la esclavitud en Puerto Rico. Fue Ministro de Hacienda en 1869 con Prim, y en 1870 con Topete. Escándalos en la gestión de concesiones de tabaco le hicieron dimitir y marchar a Londres, y abandonó el republicanismo. En 1875 creó el Partido Democrático Monárquico, que se integró luego en Izquierda Dinástica. Luego ingresó en el Partido Fusionista Liberal de Sagasta. Dentro del Partido Liberal defendía la total libertad del capitalismo. Como Ministro de Gobernación en 1883, creó la Comisión de Reformas Sociales que debía aconsejar las leyes a hacer por el Gobierno. Fue Ministro de Estado en 1886-1888, de Gobernación en 1888, de Fomento en 1892, de Ultramar en 1897-98, de Gobernación en 1901 con Sagasta y en 1902. En 1905 llegó a Presidente de Gobierno.

     Será de nuevo Presidente en 1906 y en 1909, teniéndose que retirar de la política por pérdida de prestigio entre sus compañeros de partido. Murió en Madrid en 1913.

         El Gobierno de diciembre de 1905.

Moret intentó reunir a todas las familias liberales. La idea fundamental de Moret era conseguir la supremacía del poder civil sobre las otras fuerzas sociales que se estaban inmiscuyendo en la soberanía del parlamento. Pero luego hubo contradicciones como la Ley de Jurisdicciones que, salvaba al Gobierno de la anarquía, pero comprometía la independencia del Gobierno a manos del ejército.

     Por otra parte, el Rey designó Gobernadores Militares de su confianza para Madrid, Barcelona y Sevilla, y así el Rey se imponía al Gobierno y a las Cortes. Era otra contradicción de Moret. Le hacía fuerte como Presidente del Gobierno, pero no eran prácticas liberales demócráticas.

     Los problemas de Moret eran graves: debía calmar al ejército, que amenazaba con sublevarse contra el Gobierno, debía hacer un programa para el Partido Liberal, y debía desprenderse de una vez de la pretensión de la Iglesia de poder actuar al margen de la ley y de la moralidad estatal, pues no reconocía más legalidad y moralidad que la suya, la religiosa.

     Por otra parte, debía hacer frente a la conflictividad laboral: El 10 de enero de 1906, la Fábrica de Mieres decidió bajar el 10% los salarios que pagaba, en razón de que los obreros se habían apartado del catolicismo. Hubo huelga durante 3 meses, y por su causa fueron despedidos 700 obreros.

  Presidencia del Consejo, Segismundo Moret Prendergast.      Gobernación,  Álvaro de Figueroa y Torres conde de Romanones / 23 de marzo: Segismundo Moret Prendergast, interino / 7 abril 1906: Álvaro de Figueroa Torres / 10 junio 1906: Benigno Quiroga y López Ballesteros.

  Fomento (antes Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas, volvió a llamarse como antes de 1900, pero separado de Instrucción Pública), Rafael Gasset Chinchilla, representaba el villaverdismo, había sido conservador de 1891 a 1905. (14 enero-18 enero 1906: Julio Burell Cuéllar) 13 febrero-17 febrero 1916: Julio Burell Cuéllar).

  Estado, Juan Manuel Sánchez y Gutiérrez de Castro, Duque de Almodovar del Río (14 enero-9 abril 1906: Emilio de Ojeda y Perpignan)/ 23 junio 1906: Emilio de Ojeda y Perpignan, interino / 30 de junio 1906: Juan Pérez-Caballero y Ferrer.

  Gracia y Justicia, Manuel García Prieto (hombre de Eugenio Montero Ríos) / 11 de junio 1906: José María de Celleruelo y Poviones.

  Guerra, Agustín de Luque y Coca[1] (partidario de una Ley de Jurisdicciones) / 22 marzo-14 abril 1906: Enrique de Orozco y de la Fuente /

  Marina, Valeriano Weiler Nicolau, interino / 4 de diciembre de 1905: almirante Victor María Concas Palau / 21 marzo: José Ferrer y Pérez de las Cuevas / 14 abril 1906: Víctor María Concas Palau.

  Hacienda, Amós Salvador Rodrigáñez (de mentalidad proteccionista, representaba al grupo sagastino o histórico).

  Instrucción Pública y Bellas Artes, Vicente Santamaría de Paredes (representaba el monterismo) / 10 junio 1906: Alejandro San Martín y Satrústegui.

         Conferencia de Algeciras, enero 1906.

     España estaba presente en el norte de África desde tiempos de los Reyes Católicos, en el siglo XV. España estaba en el norte de Marruecos por proximidad geográfica, debido a la importancia del Estrecho de Gibraltar. El estrecho ha sido, desde tiempos prehistóricos, vía de contacto entre dos continentes. Y su dominio fue codiciado por muchos como vía de enriquecimiento, cobrando a todos los que querían pasar por él. En algunos momentos esa actividad fue denominada piratería. Sabemos que, de los primeros peninsulares españoles en valorar el Estrecho de Gibraltar, fueron los Visigodos y los Vándalos, que se lo disputaron a mediados del siglo VI al emperador bizantino Justiniano II. Dominar el estrecho era dominar los puertos del norte de África, y los puertos del sur de la Península Ibérica. Esos puertos eran las vías comerciales de importación y exportación de muchos productos. España había hecho muchas guerras por dominar estos puertos norteafricanos. Muchas veces los puertos norteafricanos eran regidos por un organizador de la piratería que se dedicaba a atacar barcos y ciudades costeras, tomar rehenes y pedir rescates por ellos. España hacía lo mismo desde Almería, Cartagena o Barcelona. Y Mónaco y el sur de Francia están muy relacionados con el mismo negocio, así como los puertos de Sicilia y sur de Italia. Y Turquía y Grecia hacían lo mismo con los estrechos del Mediterráneo oriental. La piratería era algo habitual en la Edad Media y la Edad Moderna, pero calificar de piratas a los demás, los cristianos a los musulmanes, y los musulmanes a los cristianos, no es algo moralmente admisible ni se adecúa a la realidad. España intentó muchas veces dominar los puertos norteafricanos. Por otra parte, estas ocupaciones de puertos norteafricanos habían producido muchos intercambios culturales. No olvidemos que las tribus norteafricanas, bereberes y de otras zonas norteafricanas, se adueñaron de casi toda la Península Ibérica a partir de 711, y estuvieron presentes en la Península Ibérica hasta 1492, nada menos que 800 años. En esos siglos, dominaron los dos lados del estrecho. Y a pesar de la enemistad entre negociantes que trataban de eliminar a la competencia, todos comprendían que se necesitaban los unos a los otros para mantener el comercio entre los dos continentes.

     Después de ocho siglos de dominio musulmán sobre el Estrecho, a partir del siglo XV, España intentó dominar las dos riberas: La conquista de Melilla la hicieron los Reyes Católicos en 1497. La conquista del Peñón de Vélez la hizo Pedro Navarro en 1508. La conquista de Orán, al sur de Cartagena, y Argel, al sur de Mallorca, ambas en la actual Argelia, la hizo el Cardenal Cisneros en 1509. La conquista del Peñón de Alhucemas la hizo España en 1673. Y en 1688, Portugal cedió a España la ciudad de Ceuta, que Portugal poseía desde 1415.

     La presencia de Gran Bretaña en Gibraltar desde 1715, responde al deseo de participación en este negocio, aunque la piratería pase a llamarse contrabando.

La guerra de África de 1859 consistió en la defensa de Ceuta, que hizo España frente a las tribus del entorno. En el subsiguiente Tratado de Paz con Marruecos, España obtuvo permiso para que ciudadanos europeos se estableciesen en el territorio, lo que dio lugar a la llegada de campesinos y artesanos procedentes de Andalucía, Murcia y Extremadura, y misioneros, comerciantes y científicos para estudiar el territorio. Pedro Antonio de Alarcón escribió Diario de un Testigo de la Guerra de África. La Guerra de África de 1893, consistió también en la defensa de Melilla frente a los rifeños.

En el último tercio del siglo XIX, en plena época colonial, cuando Gran Bretaña ocupó La India, Egipto y Oriente Medio, y Francia ocupó la mitad occidental del sur del Mediterráneo, España puso sus ojos en la costa oeste de África: Manuel Iradier fundó en Vitoria la Asociación de Exploración en 1868. En 1876 se fundó la Real Sociedad Geográfica que puso mucho interés en el conocimiento del territorio africano. Y hasta la Asociación para la Exploración de África, de Leopoldo II de Bélgica, aprovechó para hacer sus exploraciones en ese territorio norteafricano dominado desde España.

Los regeneracionistas, en sus planes para recuperar la economía española, siempre habían contado con el comercio africano: Joaquín Costa había sido secretario de la Real Sociedad Geográfica de Madrid, y en 1883 había fundado Sociedad de Africanistas y Colonialistas Españoles, que financió viajes por el Golfo de Guinea, en África, a Manuel Iradier Bulfy, al médico Amado Ossorio, al militar Emilio Bonelli Hernando que en 1884 exploró desde Cabo Bojador a Cabo Blanco (Río de Oro) en el sur de Marruecos, de José Álvarez Pérez en 1886 en Río de Oro, la del militar Julio Cervera, del geólogo Francisco Quiroga y el intérprete Felipe Rizzo al Sahara occidental. Ya anteriormente habían visitado la zona Nicolás Manterola en 1845, Manuel Rafael de Vargas en 1855, el misionero Miguel Martínez Sanz que intentó convertir al catolicismo a la isla de Corisco, y José Joaquín Navarro en 1857.

Desde 1859 España intentó colonizar Fernando Poo, y el Gobernador José de la Gándara llevó a la isla 120 campesinos valencianos y les abandonó en una tierra que parecía el paraíso. Pero surgieron las enfermedades tropicales, y los campesinos que sobrevivieron huyeron a España. En 1861 se llevaron reclusos, actividad que permaneció hasta 1920. En 1868, España ofrecía 50 hectáreas de tierra a quien se desplazara a cultivar Fernando Poo, y no hubo voluntarios, así que se decidió llevar unos cientos de negros cubanos, acostumbrados a climas tropicales, y después de asentados, se llevó a blancos cubanos y a los voluntarios españoles que lo deseasen. La penetración en el continente en zona ecuatorial era más peligrosa por los caníbales, aunque para suerte de los españoles, los indígenas decían que la carne de blanco era un poco amarga, mientras la del negro era dulce.

Algunos exploradores que eran idealistas, pretendían “civilizar” África, entendiendo que civilizar era imponer las costumbres europeas. Y otros, que eran burgueses, pretendían descubrir oportunidades de negocio.

Los mercaderes madrileños, vascos y catalanes se enfrentaban a un obstáculo en España, el Decreto de 27 de julio de 1875 que ponía aranceles a la importación. Ello era un gran inconveniente porque Marruecos producía trigo y garbanzos abundantes y baratos, y a veces se frustraba el negocio. Marruecos necesitaba aceite, vino, agrios, calzado y textiles, carne, huevos, legumbres y pieles, y era un buen mercado para los españoles.

En Granada, en 1892, se celebró el Congreso de Africanistas Españoles, los cuales repitieron viejas demandas al Estado español: hacían falta inversiones en exploración. Desde 1884, los africanistas venían diciendo que si los burgueses hubieran ido detrás de los soldados en cada campaña española de África, como lo habían hecho los franceses y los británicos, todas las costas del norte de África y del oeste de Marruecos serían españolas.

A principios del siglo XX, España no representaba peligro alguno para las potencias europeas, de modo que consideraban que todos podrían comerciar en el norte de África, aunque España estuviera dominando el territorio. En cambio, Gran Bretaña y Francia, sí que podían monopolizar el paso del Estrecho, sobre todo si una de las dos dominaba las dos partes, la norte y la sur.

     España pretendía expandir sus límites territoriales africanos y, en 1902, gobernando Silvela, hizo un tratado de límites africanos con Francia en el que Francia hizo amplias concesiones en Guinea, Río de Oro y el Rif. Teófilo Delcassé Ministro de Exteriores francés, lo mantuvo secreto. Francia se ganó el apoyo de España frente a Gran Bretaña. La idea era repartirse entre las dos potencias la labor de un protectorado sobre Marruecos. España ocuparía el norte del Rio Sebú, incluyendo Fez, Taza y Agadir. España no aceptó una oferta que, desde nuestro punto de vista actual era inmejorable, pues comprendía todo el norte del Atlas. Y el 3 de diciembre de 1902, Sagasta dimitió sin haber firmado el acuerdo. El mayor inconveniente que presentaba España era que quería que Gran Bretaña bendijese el acuerdo, mientras Francia lo quería secreto.

Un protectorado significa que una potencia se hace cargo de reconstituir un Estado fallido, recomponer su economía, su ejército, su sistema funcionarial, su recaudación de impuestos, y se compromete a devolver la Administración del territorio al Estado protegido, una vez llevada a cabo su tarea. En la práctica, ningún Estado protector se avino a liberar al Estado protegido, por lo que la práctica de protectorado acababa en guerra de independencia casi siempre.

     Pero en 1903, Eduardo VII de Inglaterra viajó a París e inició una política de entendimiento con Francia. El Presidente francés Emile Loubet devolvió la visita a Londres. Como fruto de esas conversaciones resultó la Entente Cordial de 8 de abril de 1904, por la que Francia tendría manos libres al oeste de Libia, y Gran Bretaña al este. Quiere ello decir, que Francia tenía permiso para repartir Marruecos como le viniera en gana.

Una vez llegado el acuerdo con Gran Bretaña, Francia ya no tenía interés en mantener las concesiones de 1902 a España, y se reservó el Sus, el Garb, el corredor de Tozza, Fez, y declaró internacionalizada la ciudad de Tánger, es decir, se quedaba con toda la proyectada expansión española hacia el sur de Ceuta y Melilla. España recibiría el territorio al oeste del río Muluya, que era el límite oriental (sur de Melilla), y al este del río Lucus, línea de Alcazarquivir a Larache, que era el límite occidental. Eran 21.243 kilómetros cuadrados.

España firmó el nuevo acuerdo el 3 de octubre de 1904, pero lo mantuvo en secreto hasta 1912. El acuerdo era mucho peor que el proyectado en 1902, pues las zonas mejores de la oferta primera se las quedaba Francia.

     Marruecos se sentía traicionado por Gran Bretaña por el hecho de ser abandonado en manos de Francia, y encontró un defensor en Guillermo II de Alemania. El Rey de Marruecos pensaba que depender de una sola potencia no sería “protectorado”, sino “colonialismo”.

     Alemania no aceptaba la Entente Cordial entre Francia y Gran Bretaña, y tampoco aceptaba que Francia hubiera impuesto a Marruecos una política económica determinada, lo cual sobrepasaba la función de un protectorado, y decidió intervenir en África: el 31 de marzo de 1905, el kaiser Guillermo II visitó Tánger y habló de los derechos de Marruecos. Delcassé, en Francia, fue atacado por la oposición por no querer declarar la guerra a Alemania, y dimitió. El kaiser dijo al sultán que preparase una conferencia internacional para hablar de Marruecos. El sultán Abdelaziz de Marruecos convocó a Francia, España, Portugal, Gran Bretaña, Alemania, Austria-Hungría, Italia, Rusia, Suecia, Estados Unidos, Bélgica y Holanda a Algeciras para el 16 de enero de 1906. Alemania creía haber vencido pues, por la triple alianza, tendría el apoyo de Austria e Italia, y mediante la teoría de la “Puerta Abierta” obtendría la de Estados Unidos y el norte de Europa. Creía que a Francia sólo la apoyaría Gran Bretaña, por motivo de la Entente Cordial. Pero Francia inició una buena campaña diplomática convenciendo a los países pequeños de que sólo una posición dura evitaría la guerra en Marruecos, y que esa era la solución francesa.

     El 16 de enero de 1906 se reunió la Conferencia de Algeciras. Los franceses y alemanes decidieron sentarse a hablar sobre el norte de Africa. Los temas a tratar fueron:  organización de la policía en Marruecos; represión del contrabando; creación de un Banco de Marruecos; organización de un sistema de impuestos en Marruecos; creación de aduanas y servicios públicos; reconocimiento de la soberanía del sultán de Marruecos; reconocimiento de la integridad territorial de Marruecos; igualdad en el trato mercantil entre Marruecos y otros Estados. El comercio podría hacerse en barcos extranjeros. Se establecía un régimen comercial de “puerta abierta” (libertad de todas las potencias mundiales para comerciar). Los europeos tendrían derecho a los negocios del corcho y las minas. A Francia se le reconocía el control de la zona fronteriza con Argelia. A España se le reconocía el control del Rif y regiones fronterizas. Los territorios concedidos eran los acordados en 1904.

     Los europeos se repartieron los puertos de Marruecos, mientras un cuerpo de policía, pagado por el sultán, defendería esos puertos: Francia se quedaba con Rabat, Mazagán, Safi y Mogador; España con Tetuán y Larache; eran puertos conjuntos o mixtos Tánger y Casablanca. Se ponían impuestos al tabaco y al comercio en general para pagar a la policía marroquí.

     El Acta de la reunión y el Protocolo Adicional de la Conferencia de Algeciras, fueron aprobados en 7 de abril de 1906. Se respetaba el Convenio franco español de 1904, pero se internacionalizaba el protectorado sobre Marruecos en cuestiones económicas. Es decir, la parte de desarrollar el país protegido no le interesaba a nadie, pero la parte de aprovecharse de los recursos de Marruecos les interesaba a todos. España había conseguido que se aceptase su presencia en el Rif, jefes de policía en Tetuán y Larache y la mitad de los jefes de policía de Casablanca y Tánger (la otra mitad eran franceses), para conseguir poner en marcha los acuerdos de Algeciras.

     El emperador Guillermo II fracasó en Algeciras en su intento de romper la entente entre Gran Bretaña y Francia, y sólo obtuvo algunos territorios, que luego Alemania perdería en 1918, tras ser derrotada en la Gran Guerra.

     La Conferencia de Algeciras había sido un mal negocio para Marruecos, pues un país con graves problemas de orden, recaudación de tributos, cohesión social… se encontraba en general sin la ayuda prometida por los europeos: éstos se habían limitado a ocupar los puertos de mar y los negocios mineros y comerciales.

     Francia consideraba su derecho y su deber el estar en el norte de África por historia y por prestigio. Estaba en Argelia desde 1830 y en Túnez desde 1881, en la idea de evitar que lo ocupara Italia. Aspiraba a dominar todo Marruecos y la mitad oeste del Sahara y, desde la derrota de 1870 ante Alemania, había opiniones sobre que la recuperación económica sólo vendría de explotar territorios exteriores.

     Inglaterra no quería a España en Marruecos, el otro lado del Estrecho de Gibraltar, que consideraba suyo y lo dominaba desde Gibraltar. Pero cuando Francia amenazó con presentarse al sur del Estrecho, cambió de idea y se puso a favor de España, que no representaba ningún inconveniente militar ante la fuerza de Gran Bretaña. Francia podía quedarse con el Marruecos del sur, pero no con la zona del Estrecho de Gibraltar.

Los marroquíes no se tomaron bien la sumisión a unos protectorados, e iniciaron una campaña de terrorismo contra franceses y españoles. En Marraquech fue asesinado el doctor Mauchamp. En Casablanca fueron asesinados varios europeos el 30 de julio de 1907. Los marroquíes se sentían invadidos, y no protegidos. España firmó con Francia un acuerdo de colaboración militar por el que España enviaba 4.000 soldados a territorio francés para ayudar a la pacificación del territorio.

                   El Rif.

     El Rif, zona marroquí ofrecida a España en protectorado en Algeciras, tampoco era un buen negocio. No era un vergel dispuesto a ser cultivado. Eran las montañas del Atlas, unas montañas de gran altitud, máxima de 4.150 metros, con valles muy estrechos, muchas zonas sin agua, y con marismas imposibles de vadear. En realidad, había que circular lejos del mar, pues la línea de costa era intransitable. El clima es muy duro, con 9 meses de mucho frío, y 3 meses tórridos cuando las temperaturas llegan a los 50º centígrados, cinco o seis grados más que en Andalucía. El Rif le interesaba a algunos capitalistas que trabajaban el mineral de hierro, el plomo, el zinc y el magnesio. La mina de hierro, de ley altísima, estaba en el río Kert, en Melilla, y había una empresa alemana que lo compraba todo si se lo sacaban a la costa. España creó la Compañía Española de Minas del Rif, con amplia participación alemana, y cometió el error de no generar industrias locales complementarias, por lo cual fueron vistos como extraños que les robaban sus recursos. Para sacar el hierro, se necesitaba un ferrocarril y unas instalaciones portuarias, donde sí se daba trabajo a los indígenas. Pero estos trabajadores eran fuente de rebeliones y robos de material.

     A España no le salía muy bien el negocio de Marruecos, pues Alemania se sentía benefactora de España y exigía unos pagos por el favor, en forma de la instalación de un cable telegráfico Canarias-Marruecos propiedad de Alemania, la explotación de las Minas del Rif, y los derechos de carga de carbón en las Baleares para barcos alemanes.

Además, España necesitaba barcos de guerra para hacer efectiva su presencia en Marruecos. Y no los tenía.

La consecuencia inmediata de la Conferencia de Algeciras para España, es que tuvo que enviar inmediatamente soldados a Marruecos. Y ello suponía gastos militares que agrababan el problema militar español. Las clases medias y bajas ponían más sacrificios y más muertos, y las clases altas se llevaban las grandes ganancias

     La ocupación del Rif resultó un pésimo negocio para España pues en 1908 Muley Hafid se sublevó contra el sultán Abd el Azíz y empezó una guerra que duró hasta 1923 y costó mucho dinero. Además el tratado de Algeciras, sostenido por Alemania y Francia, perdió su valor en 1914 al entrar ambos en guerra.

     Ley de Sindicatos Agrícolas de 28 de eenro de 1906, obra de Rafael Gasset, autorizaba las asociaciones en la agricultura.

              Solidaritat Catalana.

     Tras los sucesos del Cu-cut de noviembre de 1905, el diputado republicano Nicolás Salmerón visitó Cataluña y, en un mitin en Gerona, propuso una alianza entre republicanos y nacionalistas, con la condición de que estos renunciaran al separatismo. Proponía la unión de liberales y progresistas catalanes con los republicanos, a fin de desgajarse de clericales y reaccionarios, que también estaban hasta el momento en Lliga. Cambó propuso un pacto entre catalanes que se mantuviera hasta alcanzar un Estatuto de Autonomía para Cataluña. Se aceptó la idea y se creó Solidaritat Catalana en febrero de 1906.

Los republicanos, nacionalistas de Lliga, y los carlistas catalanes se unieron a finales de marzo, con ocasión de su oposición a la citada Ley de Jurisdicciones. El eje central seguía siendo Lliga, pero en Solidaritat estaban todos los catalanes, menos Alejandro Lerroux. El hombre fuerte era Francésc Cambó. Cambó veía Solidaritat como la posibilidad de la revolución desde arriba, hecha para Cataluña y para toda España, una posibilidad de conseguir los objetovos del regionalismo y del regeneracionismo.

 Integraban Solidaridad Catalana: Tradicionalistas o Carlistas catalanes, con Manuel de Llanza y de Pignatelli de Aragón duque de Solferino; Unió Catalanista; Lliga Regionalista, con Albert Rusiñol i Prats y Francésc Cambó i Batlle; Centre Nacionalista Republicá o Esquerra; Republicanos Federales; Unión Republicana de Nicolás Salmerón, un almeriense que moríria en 1908. Solidaritat rompía el mito de que la derecha y la izquierda no podían ir juntas a ningún proyecto político, pero la unión duró poco, sólo tres años. Tras ganar las elecciones de 1907, desapareció en 1909.

Para entendernos mejor, Solidaritat unía a republicanos, catalanistas, carlistas y católicos, estos dos últimos, conservadores que Salmerón no quería. De este modo, el catalanismo seguía siendo burgués y clerical, y Salmerón resultaba engañado. Por eso, la facción republicana de Lerroux se quedó fuera.

     Unión Republicana quedaba rota con Lerroux fuera, y Salmerón dentro de Solidaritat. Lerroux aprovechó muy bien esta situación de protagonismo político e intentó entonces una posición contra el catalanismo y el catolicismo, simpatizando con los militares, lo cual era una posición política absurda, que le llevó al éxito de momento, y al fracaso a largo plazo.

     Alejandro Lerroux era financiado desde el Gobierno liberal de Moret para contrarrestar al creciente catalanismo. Pero Lerroux era republicano radical y hablaba en contra de la derecha y del clero, tanto como en contra del catalanismo. El resultado fue que en Cataluña, unos y otros hablaban mal del Estado central, de los partidos gobernantes, incluido el Partido Liberal, lo cual es un factor a tener en cuenta para la Semana Trágica de 1909. El resultado del juego sucio era el contrario al esperado. Y quizás el atentado de Mateo Morral tenga relación con esta política equivocada de Moret.

Los personajes más significativos de Solidaritat, que eran Francésc Cambó i Batlle y Enric Prat de la Riba. Pedían una Cataluña libre respecto a España, uniformizadora y centralizadora dentro de Cataluña, democrática en algunos puntos, absolutista en otros, católica para unos, libreprensadora para otros, unitaria respecto a Cataluña, federal respecto a España, individualista, autonomista, imperialista, donde cupieran todos sin dejar de ser catalanes. Era una serie de ideas contradictorias, que se unían en el nacionalismo. Muchos catalanes la consideraban imposible e incluso nociva.

     Por estas fechas, la ideología de Lerroux era altamente incendiaria y violenta, propia más bien de un anarquismo violento, como se puede ver en sus palabras de 1 de septiembre de 1906: “Jóvenes bárbaros de hoy: entrad a saco en la civilización decadente y miserable de este país sin ventura; destruid sus templos, acabad con sus dioses, alzad el velo a las novicias y elevadlas a la categoría de madres para civilizar la especie, penetrad en los registros de la propiedad y haced hogueras con sus papeles para que el fuego purifique la infame organización social, entrad en los hogares humildes y levantad legiones de proletarios para que el mundo tiemble ante sus jueces despiertos. No os detengáis ni ante los altares, ni ante los sepulcros… ¡luchad, matad, morid!…” Había empezado su actividad revolucionaria en 1901 en Barcelona. Lerroux consiguió muchos seguidores en Barcelona.

         Las semanas sociales.

     En 1906 aparecieron las semanas sociales o reuniones “circunstanciales” de sacerdotes que sentían el tema social, y que una vez conformadas ya no desaparecieron nunca, aunque intermitentemente eran interrumpidas por diversas circunstancias políticas, algunas internas a la Iglesia.

     En marzo de 1906, los obreros marmolistas de Barcelona consiguieron la jornada de ocho horas, primera en España.

         La Ley de Jurisdicciones.

     Moret hizo juego sucio en política en el asunto de la Ley de Jurisdicciones y en el asunto Lerroux. Moret apoyaba a Lerroux creyendo que con ello debilitaba a los catalanistas.

     El 20 de marzo de 1906 se aprobó la Ley de Jurisdicciones, ley de apoyo claro a los militares. Se aprobó con motivo de un incidente entre militares y periodistas catalanistas en Barcelona, que impulsó al Gobierno a darles la razón a los militares. La presentaba Agustín Luque, Ministro de Guerra, y tenía en contra a García Prieto y a Amós Salvador Rodrigáñez.

     El Código de Justicia Militar de 1890 reservaba a la jurisdicción militar los delitos de desacato, injuria o calumnia contra las autoridades del ejército, o contra las corporaciones militares, siempre que la acción delictiva atentase al ejercicio del mando o menospreciase el prestigio del ejército, o contributyera a debilitar la disciplina militar. Los jueces, venían interpretando este artículo 7 del Código de Justicia Militar de forma restrictiva, y cuando los periódicos criticaban a los militares, lo tomaban como delitos de imprenta del Código Civil, y eran juzgados por Tribunales ordinarios. El tema, en 1905, era si estos asuntos se pasaban a tribunales militares.

     Moret, ante el revuelo que había en los cuarteles, inició una estratagema política: presentó un Proyecto de Ley que mantenía los delitos contra el ejército en la jurisdicción ordinaria, y declaró formalmente que dejaba libres a sus diputados para votar en el sentido que creyeran oportuno.

Su tramitación era muy complicada porque Moret no tenía unas Cortes a su medida, sino que gobernaba con las Cortes «fabricadas» por Montero Ríos, ahora su enemigo. Apoyaban sin embargo al liberal Moret el conservador Maura, y el también conservador Villaverde, antiguos Jefes de Gobierno.

     Se formó una Comisión en el Senado y se propuso la modificación del Proyecto de Moret en el sentido que pedían los militares, y el Senado votó sí a esta proposición, con la oposición de los republicanos y los catalanistas. Entonces, Moret, dijo que “debía respetar las propuestas del Senado” y aceptó la nueva Ley de Jurisdicciones. Esta era la trampa política, por la que Moret quería aparecer como muy democrático.

La Ley de Jurisdicciones fue aprobada en 20 de marzo de 1906 y estuvo en vigor hasta 17 de abril de 1931.

La Ley de Jurisdicciones trataba de que, en adelante, corresponderían al fuero del Ministerio de la Guerra los delitos de violencia armada contra la patria; los delitos de ultraje a la nación, a las provincias o a los lugares, y a sus símbolos y emblemas; los delitos de injuria u ofensa al Ejército o a la Armada; y los delitos de apología de cualquiera de los tres puntos anteriores. Todos ellos pasaban a ser de jurisdicción militar. Eran delitos tan genéricos, que prácticmente todo podía ser llevado a tribunales militares.

Para protestar contra esta ley, los republicanos, catalanistas, carlistas e integristas, abandonaron el Congreso, con la intención de que no hubiera quórum, y a la hora de votar estaban presentes 194 diputados de un total de 400 elegidos y votaron a favor 183 diputados. El peligro es que se caía bajo la tutela de los militares, y difícilmente se les podría contradecir en adelante. Por otra parte, la tradición canovista de hacer volver a los militares a sus cuarteles, se interrumpía para volver a llevarlos a la política. También significaba la creación de un fuero especial, contrario a la teoría liberal de unidad de fuero para todos los españoles.

En marzo de 1906, Nicolás Salmerón llamó a la unidad de los políticos para luchar contra la Ley de Jurisdicciones. Se sumaron a la iniciativa Lliga Regionalista, Unió Catalanista, Centre Nacionalista Republicá (escindido de Lliga pocos meses antes) y los carlistas. Publicaron un Manifiesto el mismo día en que se publicó la Ley de Jurisdicciones. De esa unión salió Solidaritat Catalana, un partido que tuvo aceptación inmediata en toda Cataluña. De hecho, en abril de 1907 obtendrían 41 escaños, de los 44 posibles en Cataluña. Pero Solidaritat era una agrupación heterogénea en la que militaban patronos y obreros, conservadores y revolucionarios, monárquicos y republicanos. La izquierda vio en ella un magnífico caldo de cultivo para extender sus ideas, y naturalmente, se molestó la derecha. Y el que se había quedado fuera de Solidaritat, Alejandro Lerroux y su Partido Republicano Radical, aprovechó para criticar todas las contradicciones internas de Solidaritat, y todas las ideas raras que se les ocurrían a los catalanistas, y logró que un partido insignificante como el suyo, se convirtiera en un grupo con muchos seguidores en Cataluña, porque era la única oposición a Solidaritat. Cuando Lliga Regionalista apoyó la Ley de AdministraciónLocal de Antonio Maura, Solidaritat se rompió.

         Ley del Catastro.

     El 23 de marzo de 1906, Echegaray sacó adelante la Ley del Catastro Parcelario de España intentando medir los pueblos, las viviendas y las masas de cultivo, cuyo proyecto ya había sido hecho en 1870 y retomado en 1897 por Raimundo Fernández Villaverde, y también intentaba hacer un croquis de las parcelas de cultivo, que era el asunto espinoso que no se aceptaba en España. Era un proyecto totalmente necesario para racionalizar la Hacienda española.

     El proyecto de Catastro de 1906, volvió a ser un fracaso. El proyecto no tendría dotación económica hasta 1917, y fue parado en 1923 alegando que, para hacerlo, había que hacer primero el deslinde probatorio de la extensión de cada parcela y la prueba de la propiedad de cada una de ellas, lo cual era legalmente tan perfecto que parecía inalcanzable. Como además no lo dotaron con presupuesto, quedó pendiente unos años más.

         Nuevo proteccionismo.

     El 23 de marzo de 1906 Amós Salvador Rodrigáñez presentó una ley proteccionista a petición de los diputados catalanes, ley que fue protestada por los países europeos amenazando represalias de igual tipo. Respondía a las reclamaciones de industriales y agricultores tras 1898, pero se contradecía con el espíritu librecambista del liberalismo.

     La Ley de Bases de la Reforma Arancelaria de 1906, o arancel Salvador Rodrigáñez, fue fruto de la campaña ultraproteccionista de los terratenientes castellanos, siderúrgicos vascos y empresarios textiles catalanes, liderada por Pablo Alzaola, presidente de Liga Vizcaína de Productores. Consiguió que se gravaran las mercancías importadas con un 50% del precio de origen, y también que se gravaran las exportaciones de minerales a fin de tener disponible el máximo de materia prima a buen precio. Los derechos de aduana se pagaban en oro para evitar trucos monetarios y al Estado le cabía la posibilidad de modificar los aranceles para compensar variaciones de precio en el exterior.

              El PSOE en 1906.

     Juventudes Socialistas de Tomás Meabe, 1879-1915, había sido admitida en el PSOE en 1905.     En abril de 1906 celebraron su primer congreso los jóvenes socialistas, y crearon la Federación Nacional de Juventudes Socialistas, partido adherido a Federación Internacional de Juventudes Socialistas, y al PSOE. Caminarán de la mano del PSOE hasta que en 1914 se declarasen radicalmente antibelicistas, con más intensidad que el PSOE, para en 1920 pasarse un grupo de ellos al PCE, a fundar el PCE. Su periódico era “Renovación”. Provenían de algunos grupos de jóvenes de entre los que destacaba en 1903 Tomás Meabe, en Bilbao, que en 1923 tenía 43 años. Durante la Segunda República, los que seguían en Juventudes Socialistas se radicalizaron bajo la dirección de Santiago Carrillo.

              Desprestigio de Moret.

     El prestigio del Partido Liberal Unionista había bajado mucho durante los últimos años, y más cuando se aprobó la Ley de Jurisdicciones en marzo de 1906. Entonces, Segismundo Moret recurrió al populismo como salida a su problema personal: como la mayoría de los militantes de su partido eran anticlericales, decidió hablar de proyectos anticlericales: una nueva Ley de Asociaciones para las congregaciones religiosas no concordadas, dar libertad de cultos incluso modificando la Constitución de 1876, secularizar los cementerios, e imponer el matrimonio civil, una de las facetas de mayor dominio de la Iglesia sobre la sociedad. Eran fuegos de artificio, porque sabía que esas cosas requerían años de tramitación, pero podían distraer a muchos incautos de los problemas del momento.

     En 1906 fue encarcelado Francisco Ferrer i Guardia, representante de la Escuela Moderna, lo cual le dio un prestigio y popularidad muy grande a Ferrer, y desprestigio a Moret. Ferrer fue liberado en 1907.

     El 20 de mayo de 1906 se levantó el estado de excepción en Cataluña. Era el primer día en que podían manifestarse contra la Ley de Jurisdicciones. Hubo una gran manifestación catalanista en Barcelona llevada con un orden público exquisito, en la que participaron unas 200.000 personas. La organizaba Solidaritat Catalana y concretamente Cambó, como un homenaje a los diputados catalanes que se habían opuesto a la Ley de Jurisdicciones. Allí estaban el carlista duque de Solferino, el republicano Salmerón, el burgués de Lliga Albert Rusiñol y el republicano radical Emili Junoy (lerrouxista). Los líderes se abrazaron delante de la multitud, pero aquello era una farsa: Salmerón había hablado de cambiar España, y Rusiñol lo había hecho de levantar los regionalismos españoles, y ello era un discurso diferente. Además, los primeros eran agnósticos, y los segundos católicos clericales.

     Lerroux estaba en la manifestación de alguna manera, pero estaba tratando de distanciarse de Salmerón y su Unión Republicana Federal. Para entonces, ya tenía unas 50 “Fraternidades Obreras” montadas en Cataluña.

         Los Trust de prensa.

     En mayo de 1906 apareció Sociedad Editorial de España, una asociación de tres periódicos liberales, El Heraldo de Madrid (Canalejas), El Liberal (republicano) y El Imparcial (independiente), sobre la base de un capital común de diez millones de pesetas. La asociación fue conocida como “el trust”. Su Director, y Director de El Liberal, era Miguel Moya Ojanguren.

     La sociedad fue creada en principio por hombres del Partido Conservador, pero evolucionó a ser del Partido Liberal Fusionista, y como Maura despreciaba la fuerza de la prensa, y los Fusionistas aprovechaban para criticar al Gobierno, en tiempos de Maura el trust fue el principal enemigo político de este gobernante.

     El Liberal, publicado en Madrid, creó periódicos locales, como: El Liberal de Bilbao, El Liberal de Barcelona, El Liberal de Sevilla, Las Provincias de Levante en Murcia, El Defensor de Granada, el Noroeste de Gijón.

     “El trust” empezó a decaer en 1916, cuando El Imparcial abandonó. Y poco después lo compraron Manuel Busquets George, Joan Busquets George y Amadeu Hurtado, que liquidaron la empresa y crearon en su lugar Sociedad Editora Universal.

     En noviembre de 1912, a Sociedad Editorial le surgió la competencia en otro trust, Editorial Católica, controlado por Asociación Católica de Propagandistas de la Fe, ACNdP. El periódico de base era El Debate, publicado en Madrid (que luego sería “Ya”), y contaba con: Hoy en Badajoz, Diario Regional en Valladolid, Ideal en Granada, El Correo de Andalucía en Sevilla, La Verdad en Murcia, El Ideal Gallego en La Coruña. Y las revistas: Jeromín, Dígame, Letras, Criterio, Gracia y Justicia. Y la Agencia de Noticias Logos.

         El matrimonio de Alfonso XIII.

     El 31 de mayo se casó el Rey. El 8 de febrero 1906, Alfonso XIII se había anunciado su compromiso con la anglicana Enna de Battenberg que, para la ocasión, se convirtió al catolicismo, y se cambió de nombre para llamarse Victoria Eugenia de Battemberg. El matrimonio tuvo lugar en 31 de mayo de 1906 se casó Alfonso XIII. Victoria Eugenia Julia Ena de Battemberg se bautizó como católica en Nottingham el 7 de marzo.

La reina Victoria aportaba a la familia Borbón la hemofilia, una enfermedad de no coagulación de la sangre que sólo padecen los hombres, pero trasmiten las mujeres, pero que sólo fue conocida en 1911. De resultas de ello nacieron varios niños enfermos, excepto Don Juan en 1913. Alfonso, ncido en 1907, la padecía; Jaime, nacido en 1908, no la padecía, pero era sordo; Beatriz y Cristina estaban exentas como mujeres que eran; Juan, nacido en 1913, no la padeció; y Gonzalo, el menor, sí.

El desfile del día del matrimonio fue saludado con una bomba arrojada desde un balcón en la calle Mayor, que causó 23 muertos y un centenar de heridos. Había tirado la bomba Mateo Morral, profesor de la «Escuela Moderna» de Barcelona, escuela fundada por el anarquista Francisco Ferrer. Mateo Morral había estado viviendo los días anteriores en casa de Nákens, un periodista republicano. Morral se suicidó cuando fue descubierto, el 2 de junio. El matrimonio real salió indemne por casualidad. Romanones, Ministro de Gobernación, fue culpado del fracaso de la seguridad del Rey. Hubo crisis de Gobierno.

         El Gobierno Moret de 9 de junio de 1906.

     Moret pidió la confianza del Rey para remodelar un Gobierno que quedó así:

  Gobernación, Benigno Quiroga y López Ballesteros[2]

  Fomento, Rafael Gasset Chinchilla

  Estado, Juan Pérez Caballero / 23 de junio: Emilio de Hojeda Perpignán / 1 de julio 1906: Juan Pérez- Caballero Ferrer

  Gracia y Justicia, José María Celleruelo Poviones

  Guerra, Agustín de Luque y Coca

  Marina, Victor María Concas

  Hacienda, Amós Salvador Rodrigáñez

  Instrucción Pública, Alejandro Sanmartín Satrústegui[3]

     Y a continuación Moret le pidió al Rey disolución y convocatoria de Cortes. Explicó al Rey que quería hacer cambios en la Constitución, relativos a la libertad de cultos.

     Moret debería haber hablado y negociado con los otros grupos del Partido Liberal fusionista entes de pedir disolución de Cortes.

El Rey habló con los liberales Montero Ríos, Vega de Armijo, López Domínguez y Canalejas, y con el conservador Antonio Maura, los cuales no querían unas Cortes a la medida de Moret, y la disolución de Cortes no le fue concedida a Moret. Los líderes fusionistas entendían que unas elecciones manejadas por Moret, les eliminaría de la política y del partido. El conservador Maura, y algunos liberales, opinaron que cambiar la Constitución por el trivial asunto de la libertad de cultos, era arriesgado. Era trivial, porque la Constitución de 1876 ya permitía pensar y actuar fuera del ámbito católico. Y abrir un melón constitucional, podía ser social y políticamente peligroso, pues en la discusión, se podía plantear la eliminación de la monarquía, la concesión de poderes a las autonomías, cosas que estaban en discusión en la calle. El tema de la Libertad de cultos, tal vez no requiriese un cambio constitucional y bastase con un Real Decreto.

         El arancel Salvador Rodrigáñez.

El 23 de junio de 1906[4], Amos Salvador Rodrigáñez publicó un nuevo Arancel que incrementaba el proteccionismo industrial y fijaba los derechos arancerlarios en pesetas oro para que no fueran afectados por la inflación. Era difícil concretar los niveles arancelarios para cada producto, si se meditaba concienzudamente cuáles perjudicaban y cuáles beneficiaban a España. Es éste el principal problema del proteccionismo: Si se incrementan los aranceles en general, los precios suben y se pierde dinamismo económico. Y las leyes no tienen capacidad para adaptarse al día a día de cada artículo concreto. Por eso los liberales recomiendan el liberalismo.

En la Ley de 1891, no se había querido tocar la importación de cereales para que no subieran los precios de los alimentos, que ya eran muy altos en España. Lo que se pretendió fue molestar a los industriales franceses, y tener un argumento con el que negociar la rebaja de aranceles franceses al vino español si se cedía en los aranceles industriales.

En 1895 se puso un recargo transitorio a las importaciones de cereales para que fueran rentables las explotaciones castellanas minifundistas. Pero los precios altos de la comida suponían salarios altos para los obreros, y ello perjudicaba a los industriales catalanes.

En 1898, cayó la cotización de la peseta, tras la derrota de Cuba, y se encarecieron todos los productos extranjeros, que exigieron pagos en oro, porque ya no era fiable la peseta. Conseguir exportaciones era muy complicado, y ése fue el ambiente dominante durante todo el reinado de Alfonso XIII.

         Caída de Moret.

Moret dimitió el 5 de julio de 1906. Trataba de aparecer como un mártir que había querido luchar por la libertad, y tomar la bandera de la izquierda del Partido Liberal Fusionista, con lo cual insinuaba que López Domínguez, Canalejas y Vega de Armijo estaban fuera de la realidad española, pero la jugada no le salió bien, no se la aceptaron los líderes políticos. Y fue él quien tuvo que marcharse.


[1] Agustín de Luque y Coca, 1850-1935 fue un militar ministro de Guerra en diciembre de 1905, junio de 1906, octubre de 1906, noviembre de 1906, octubre de 1909, abril de 1911, diciembre de 1912, diciembre de 1915, y abril de 1916.

[2] Benigno Quiroga y López Ballesteros 1850-1908 fue ingeniero de ideas liberales, ministro de Gobernación en junio de 1906 y en noviembre de 1906.

[3] Alejandro San Martín Satrústegui 1847-1908 fue un médico patólogo quirúrgico, ministro de Instrucción Pública en junio de 1906.

[4] Sabaté Sort, Marcela. La impronta industrial de la reforma arancelaria de 1906. Universidad de Zaragoza, 1995.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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