Minería española de principios del XX.

     La actividad económica que más creció desde finales del XIX en España fue la minería: Asturias multiplicó su producción de carbón por dos, y Vizcaya creció en muy grandes porcentajes la explotación del mineral de hierro. También se multiplicó la extracción de cobre en Huelva, con capitales británicos. La mitad del capital invertido en España en minería era extranjero en 1913. España fue también mundialmente importante a finales del XIX y principios del XX por la minería del plomo y mercurio, como ya era tradicional.

     Pero este auge minero no estaba en manos de españoles: Las minas de cobre de Andalucía y de plomo de Murcia habían sido compradas a fines del XIX por británicos, franceses y alemanes que explotaban el cobre y el plomo. Especialmente impactante fue la venta de Rio Tinto, en 1870, a una compañía inglesa. Era la mina de cobre más importante de Europa. Por entonces producía más un tercio de la producción de cobre del mundo.

     En 1910 los filones mineros españoles dieron muestras de agotamiento a la vez que se abrían minas en América, África y Asia, y los precios bajaban. Entonces los extranjeros empezaron a retirar capitales de la minería española y en 1940 ya sólo un 20% de estos capitales era extranjero.

     Igualmente, en el mineral de hierro, la puesta en marcha de convertidores de acero más modernos, ya no necesitaba mineral desprovisto de fósforo, y el mineral de hierro vasco perdió interés para los extranjeros. Y el final de la Gran Guerra, 1918, significó disminución de exportaciones.

     En cuanto al carbón, siempre el carbón español había sido de calidades inferiores, mezclado con mucha ganga, y con muy graves dificultades para sacarlo hasta el mar. El carbón mantuvo su producción mientras se la garantizó el Estado, y decaería cuando el Estado dejara de protegerlo.

     Así pues, en la época que estamos considerando, primer tercio del XX, la actividad minera española mostraba el inicio de una cierta decadencia minera.

     En 1913, las exportaciones de piritas y minerales de hierro eran de 135 millones de pesetas, las de mercurio de 8 millones, y las de blenda de 4 millones. En 1915 se puso en explotación el wolframio del oeste de Salamanca, como también se haría en la Segunda Guerra Mundial.

El sector del mercurio, del que España (Almadén- Ciudad Real) venía siendo el primer productor del mundo desde el siglo XVI, mantuvo su producción, pero España pasó a ser la segunda productora del mundo en los primeros años del siglo XX. En 1900, el contrato con los Rothschild para la explotación del mercurio de Almadén se renovó por otros diez años. En 1911 se renovó por diez años más, pero hubo negociaciones por el porcentaje de ganancias que les corresponderían al Estado español. Entonces los Rothschild trataron de producir menos en España y más en sus otras concesiones, pero la demanda era alta y la producción española muy importante, y apenas consiguieron rebajar la producción española en un 10%. El 1 de enero de 1922, España recuperó el control sobre el comercio del azogue y desde entonces lo gestionó un Consejo de Administración de Minas de Almadén y Arrayanes. España se convirtió en el primer productor de mercurio del mundo, como lo venía siendo tradicionalmente desde hacía cientos de años. En 1928, en el Acuerdo de Lausana, España consiguió permiso para vender el 60% de las ventas mundiales de mercurio, sin ser denunciada por monopolio. Y la producción de mercurio no tuvo problemas durante muchos años, pues la industria bélica precisaba mucho mercurio en las espoletas de las bombas, y el mundo se puso a fabricar bombas en una carrera de armamento sin precedentes.

En plomo, otro mineral donde tradicionalmente España era la primera productora mundial, pasó a la segunda en 1900 y la tercera en 1918, también sin bajar las cifras de producción española. El plomo tenía mucha demanda para las conducciones de agua potable a las viviendas y la salida de aguas residuales. Sólo cuando los médicos dijeron que el plomo era venenoso, y las cañerías se hicieron de cobre (no oxidable, pero caro), o de hierro (más barato, pero oxidable en pocos años), la demanda de plomo empezó a bajar.

Los yacimientos de galena, sulfuro de plomo, en España son numerosísimos y se encuentran por todo el territorio peninsular. Destacamos por orden de importancia:

La zona de Sierra Morena, con centro en Linares y La Carolina (Jaén) y yacimientos en Cantoblanco y Los Pedroches (Córdoba), Azuaga, Monesterio, Castuera (Badajoz), Horcajo, Brazatortas, Almodóvar del Campo (Ciudad Real).

La zona de Cartagena (Murcia) y de Almagrera y Gádor (Almería) que sacaban el producto a Adra, y de Lújar, Sierra Nevada (Granada).

La zona asturiana de Navia, Cangas, Ribadesella, prolongada por Cantabria en Espinama, Fuente Dé, Reocín y Puente Viesgo, y por León en Toral de los Vados.

La zona catalana de Bellmunt, Falset, Molá (Tarragona), Tibidabo (Barcelona) y Valle de Ribes (Gerona).

Y yacimientos muy pequeños en Toledo, Ávila, Cáceres, Salamanca, Guadalajara, Huelva, La Rioja, Málaga y Baleares.

En el sector del cobre, material en que España venía siendo la tercera productora mundial, se perdió el mercado de exportación en un 60%. El cobre, había tomado auge a partir de 1870, cuando los británicos se habían hecho cargo de las minas onubenses y habían impuesto un sistema mecanizado y racionalizado de su explotación. Las minas de Tharsis y La Zarza proporcionaban dividendos de hasta un 40%, y la de Riotinto de hasta un 70%. Ante el éxito británico, la Sociedad Española del Castillo de las Guardas, creada en 1901, y dependiente de Sociedad Española de Minas de Bilbao, abrió una nueva mina, pero sólo alcanzó el 3% de la producción mundial.

     La época 1900-1930 es la de producción máxima de las minas de Huelva, a partir de la cual se inició un descenso en la producción por agotamiento de los principales filones.

  En 1912 se alcanzó un máximo de 2,5 millones de toneladas.

  En 1918, se produjeron 1,9 millones de toneladas.

  En 1925, 3,7 millones de toneladas.

  En 1929, 4,2 millones de toneladas.

  En 1930, 3,9 millones de toneladas.

  En 1931, 3,1 millones de toneladas.

El zinc era una gran producción que se mantenía desde el siglo anterior. La mina de Reocín (Cantabria), funcionaba desde 1856, y en el primer tercio del siglo XX explotaba el subsuelo hasta los 300 metros de profundidad para obtener calaminas (esfalerita o sulfuro de zinc; smithsonita o carbonato de zinc; y hemimorfita o silicato de zinc). Tenía mucho uso en cubiertas de edificios, bajantes de aguas, y recipientes, debido a su resistencia a la oxidación. Es un mineral conocido desde el primer milenio A.C.

Otro mineral en que se perdió parte de la exportación fue el hierro, cuya venta bajó desde 1918 a 1935 hasta hacerse poco importante. En 1900 se constituyeron en Bilbao unas 100 sociedades para el comercio de mineral de hierro hacia Gran Bretaña y de carbón hacia España. La pérdida de exportaciones de mineral de hierro hay que relacionarla con la retirada de las empresas británicas, francesas y belgas que lo explotaban e importaban. Un nuevo convertidor no necesitaba mineral exento de fósforo, y ello permitía abrir muchas más minas y abaratar esta materia prima.

     En cuanto al carbón, la ley del nuevo arancel de 1906, potenció la producción nacional, lo cual no disminuyó las importaciones, sino que se dedicó al incremento del consumo doméstico, el cual no necesitaba grandes calidades del combustible.

     España tiene antracitas en León, Asturias y Córdoba, pero las antracitas no llegan al 10% del carbón producido. Los yacimientos de hulla se hallan en Asturias, León, Córdoba y Palencia los cuales representan un 30 ó 40% de la producción. Los lignitos negros se hallan en Teruel. Los lignitos pardos, de calidad muy baja, son varios en explotaciones pequeñas, y dejaron de explotarse hacia 1980.

       producción española de hulla   importaciones

  1900      2.600.000 toneladas        1.990.000

  1913      4.300.000                  3.098.000

     La producción total de carbón se cifra en las siguientes cantidades:

  1913      8.148.000

  1918      7.200.000

  1929      7.300.000

     La guerra de 1914 hizo descender las importaciones de carbón y, para poder abastecer a los altos hornos y los barcos, así como a las calefacciones domésticas, España se vio obligada a poner en explotación todas las minas que tenía, lo cual explica la mucha producción de 1918. Ello supuso un problema posterior, pues se multiplicó la mano de obra, y era muy difícil decidir poner en la calle a todos esos mineros.

     La guerra de 1914 a 1918 elevó los precios de los minerales en un 50% aproximadamente, y los beneficios de los empresarios mineros españoles en un 500%. Las exportaciones mineras disminuyeron porque gran parte de la producción se quedaba en territorio español por razones obvias, y las cifras de exportaciones no indican la cifra de negocio.

     En 1917 cuajó en España la idea absurda de “la autarquía” en el carbón, y el Vizconde de Ega creó el Consorcio Nacional Carbonero. Pero pronto se comprobó que la autarquía era imposible, porque en España había poco carbón y cuantas más minas se abrían, de peor calidad, y que resultaba muy caro, lo cual ponía fuera de juego a todas las empresas que utilizaban carbón español. El Consorcio Nacional fijó precios altos para el carbón, lo cual satisfacía a los empresarios y mineros españoles, y esta política fue muy negativa para España, primero porque no hubo reinversión de las enormes ganancias que estaban obteniendo los dueños de las minas, que sabían que aquello era malo y duraría poco, y luego porque se creó una bolsa de obreros muy bien pagados, los mineros, que se constituyeron en un enorme problema social, pues España no podía pagarles. Hubo momentos en que había 45.000 mineros.

     En 1923, Primo de Rivera intentó hacer rentable la explotación del carbón, y para  ello: amplió la jornada laboral del minero desde las siete a las ocho horas diarias; impuso el trabajo a destajo, es decir, cobro por trabajo realizado; creó el Consejo Nacional del Combustible, organismo encargado de aplicar un Estatuto Hullero; y abrió una Oficina Central de Ventas que vigilara que el carbón consumido fuera de producción nacional.

Era volver sobre la idea de autarquía, que ya hemos dicho que era absurda porque producir con energía cara, más cara que la de tus competidores, no es económicamente sostenible, sobre todo si además esa energía es de peor calidad.

     A pesar de todo este proteccionismo, la producción nacional de carbón no mejoró apenas las cifras de 1918, cuando se habían producido 7.200.000 toneladas, sino que en 1929 se produjeron 7.300.000 toneladas (6.500.000 de hulla, 600.000 de antracita, y 260.000 de lignitos).

         La crisis de 1919.

     Terminada la guerra, las exportaciones de mineral descendieron por debajo de las cifras de 1913: las de piritas y mineral de hierro a 82 millones, las de mercurio a 3 millones y las de blenda a 1 millón de pesetas.

     En 1922 se dio un nuevo arancel proteccionista.

     En 1924, las exportaciones de minerales se recuperaron y alcanzaron niveles máximos como los de 1916, y en 1928 se produjo un nuevo máximo de exportaciones, a partir del cual se inició un retroceso que debemos atribuir a los altos precios españoles no competitivos en el mercado mundial.

     Primo de Rivera creó el Consejo de Economía Nacional el 8 de marzo de 1924, y éste reguló la producción de carbón mediante el Estatuto del Carbón de 1927.

     En 1930, el 70% del carbón consumido en España era de producción nacional.

     En adelante, la República eliminó el Consejo Nacional del Combustible, redujo la jornada del minero a siete horas de nuevo, y en otro capítulo de medidas políticas, legalizó la huelga. El carbón no era competitivo, y las huelgas fueron muchas.

     El auge de la electricidad a partir de 1930 fue paralelo a la caída del consumo privado de carbón, cuyo consumo quedó más para la industria y se fue perdiendo progresivamente en el mercado al por menor para usos domésticos, aunque la verdadera crisis del carbón sobrevino con la incorporación de los gases licuados del petróleo a partir de 1960.

     Para sustituir las importaciones de carbón inglés, se decidió primar la producción nacional. Las primas concedidas eran excesivas, y ello llevó a la puesta en producción de minas absolutamente no rentables. Esas minas se habían abierto en 1914-18, cuando todo el carbón se vendía a cualquier precio, pero se convertirán en un problema grave para el Estado desde ese momento.

     Respecto al petróleo, España carece de petróleo en crudo, y sus yacimientos de Burgos y Tarragona son ineficaces. El 26 de septiembre de 1929, se creó Compañía Española de Petróleos, CEPSA, con el fin de aprovechar el crudo de Venezuela y refinarlo en Santa Cruz de Tenerife, refinería que abrió en 1930.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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