La Batalla del Ebro en julio-agosto de 1938.

Ideas clave: encumbramiento de Francoen 1938; entrevista Halifax-Daladier; la Batalla del Ebro en julio de 1938; Gandesa en julio de 1938; inicio de la Batalla del Ebro; crisis del Gobierno Negrín en agosto; la Batalla del Ebro en agosto de 1938.

     Encumbramiento de Franco en 1938.

El 1 de julio de 1938, Franco restableció la pena de muerte en el Código Penal. Era un golpe de efecto de quien se sentía ganador de la guerra.

En la noche del 17 al 18 de julio de 1938, una procesión de falangistas recorrió las calles de Burgos portando antorchas. Se llegaron al Palacio del Generalísimo y cantaron el Cara el Sol. Franco ordenó engalanar las calles con arena y los balcones de Burgos con blasones, para que el desfile de los caballos fuera espectacular. En los edificios públicos se pusieron grandes retratos de Franco como en los eventos fascistas italianos y alemanes. Se erigieron obeliscos con el yugo, las flechas y el águila del franquismo.

El 18 de julio de 1938, el Gobierno franquista homenajeó a Franco. Se le presentó con el boato como hacían los líderes fascistas, y se le ofreció un bastón y un fajín para insistir en que era “El Generalísimo”, con poder absoluto sobre el resto de los generales. Desde entonces, Franco cumplió uno de los deseos reprimidos de su infancia, aparecer como “almirante de la Armada”, una academia a la que no había podido acceder, cosa que hizo en repetidas ocasiones. Franco, en la ocasión del 18 de julio de 1938, se declaró amigo de José Antonio Primo de Rivera, lo cual no era verdad, dijo que las Brigadas Internacionales comunistas eran una nueva invasión extranjera, lo cual recordaba un capitulo muy repetido en las escuelas infantiles sobre la invasión francesa de 1808, dijo que los “dinamitadores” no podían llamarse españoles y se refería a que los vascos habían dinamitado Guernica, lo cual era una mentira que Franco conocía perfectamente. Bajo el balcón, estaba formada la Guardia Mora con sus espectaculares trajes de gala.

El 18 de julio de 1938, Franco fue declarado Capitán General, un grado militar que no existía. Le habían hecho Generalísimo en 1936, pero no Capitán General. El grado máximo de un militar era el de Teniente General, y éste se denominaba Capitán General mientras tenían mando en una Capitanía General de una Región Militar. Y se dejaba de denominar Capitán General cuando era cesado en el cargo.

El hecho de nombrar a Franco Capitán General permanente, se debía a que Javier Conde teorizó que Franco se merecía el título de forma permanente, por su “carisma”. Carisma es el reconocimiento generalizado de que una persona está fuera de lo común por ser portador de valores ejemplares, y por ello, es reconocido como enviado por la Providencia para salvar al pueblo. Para tener “carisma”, lo que se hacía era publicar en los medios de comunicación, y difundir en la calle, que una persona determinada “tenía carisma”. El carisma, en vez de ser un reconocimiento popular espontáneo, era un reconocimiento fabricado expresamente por los medios.

José Permartín fue más allá, y opinaba que Franco debería ser reconocido como “Rey Fascista de España”, pero Franco no quiso ser reconocido como Rey. El asunto quedó olvidado hasta 2 de diciembre de 1954, cuando nació Francisco Martínez-Bordiú Franco, nieto del dictador, y se pensó en una posible dinastía franquista. Para empezar, al nieto se le cambió el orden de los apellidos, para denominarse Francisco Franco Martinez-Bordiú. La idea parece que provenía de Carmen Polo Martínez-Valdés, esposa de Franco.

        Entrevista Halifax-Daladier.

El 20 de julio de 1938, se reunieron el Ministro de Exteriores británico, Edward Frederik Lindley Wood conde de Halifax, y el Primer Ministro de Francia, Edouard Daladier y consideraron que el Gobierno de la República Española estaba prácticamente derrotado. Ya sólo cabía una mediación entre los combatientes para lograr prontamente la paz, y evitar decenas de miles de muertos. Pero Franco se negó en todo momento a negociar una paz. Quería la rendición incondicional de su enemigo y la eliminación total de socialistas y comunistas, y reeducación de los liberales.

         La Batalla del Ebro en julio 1938

Los catalanes estaban crecidos con la llegada de nuevo material de guerra. El nuevo material llegó desde 17 de marzo de 1938 a 13 de junio de 1938. Muchas de esas armas eran aviones en piezas, que debían ser montados en talleres de Sabadell y Reus, y los aviones estuvieron listos entre mayo y agosto de 1938. En este lapso de tiempo, habían entrado por la frontera francesa 25.000 toneladas de material de guerra. Las armas llegadas a España, no sólo eran armamento pesado soviético, sino también fusiles ametralladores ligeros (de poco peso) checos.

Cada uno de los dos Cuerpos de Ejército catalanes, fue dotado de una Agrupación de Artillería, la cual constaba de una batería de 105 mm, una batería de 107 mm, una batería de 150 mm, un grupo de 152 mm, dos baterías de 40 mm, y tres grupos dotados de cañones de costa de 90 mm. Era una cantidad de material como nunca habían tenido. En total, los ejércitos catalanes contaban con 360 cañones, aunque con el inconveniente de que eran cañones distintos, y necesitaban balas de distintos calibres, y eran de distinta antigüedad y distinto origen de fabricación.

La primera ofensiva republicana en el Ebro había empezado el 25 de julio, cuando ya se había cerrado la frontera y cortado el flujo de material de guerra. Esta explicación, valdría para entender por qué Franco escogió una guerra de desgaste en Gandesa, porque con la frontera cerrada, esperaba el agotamiento del material enemigo, para hacer en adelante un final de la guerra rápido y sin apenas oposición.

Los republicanos catalanes, y Vicente Rojo en particular, comprendieron la maniobra de Franco de tomar Valencia, y decidieron interrumpirla lanzando una gran ofensiva en Tarragona, al sur del Ebro, lo cual servía para apoyar a sus compañeros de Valencia que estaban siendo atacados por los nacionales. Negrín creyó que necesitaba un golpe de efecto para recuperar credibilidad, dentro y fuera de España. En efecto, Franco suspendió su ataque sobre Valencia, para atender la ofensiva republicana en el Ebro.

La ofensiva se produjo en el límite de las provincias de Zaragoza, Teruel y Tarragona, al sur del arco que describe el Ebro en ese lugar. La acción sorprendió a todos los observadores, a Franco por supuesto, y también a los analistas extranjeros. No tenía sentido militarmente, pero Negrín buscaba la internacionalización del conflicto en un momento en que la tensión entre Hitler y Gran Bretaña y Francia, era muy grande. Negrín teorizó que, volcando todas las posibilidades humanas y técnicas de Cataluña en la zona del Ebro, la victoria sobre los rebeldes sería segura, y una vez conseguida ésta, la moral de todos los ejércitos gubernamentales se restablecería y se podría continuar la guerra. El objetivo era hacer olvidar la derrota gubernamental en la “batalla de Teruel”. Negrín no esperaba ganar la Guerra de España, porque lamentaba ya demasiados muertos y pérdidas de territorios, y porque sabía que las ofensivas franquistas resultaban devastadoras. Pero podía conseguir mejores condiciones de negociación.

Otro factor a considerar en la “Batalla del Ebro”, es que el PCE quería una victoria. A lo largo de la guerra, se habían mostrado como la parte más coherente del ejército republicano gubernamental, la más organizada y disciplinada, y la más influyente a través de la ayuda de la URSS y los Partidos Comunistas de medio mundo. Una victoria que hiciera olvidar la derrota de Teruel, tal vez pusiera el ejército en manos del PCE, lo que daría lugar inmediatamente a la toma del poder por los comunistas. Los comandantes de las unidades de milicias comunistas, habían sido promovidos al grado de tenientes coroneles, y con ello, era factible para el PCE adueñarse del ejército, y luego del Gobierno de España.     También debemos tener en cuenta que el Estado Mayor Central gubernamental, no sabía en esos momentos qué iniciativas tomar cuando los franquistas acosaban ya la Región Valenciana. Al Estado Mayor gubernamental se le ocurrió iniciar unas maniobras de distracción en la zona de Tremp y Balaguer, y abrir frentes de lucha en Extremadura y Andalucía, lo cual era dispersar fuerzas en un momento en que el ejército gubernamental estaba en inferioridad. Pero el general Rojo opinaba que la ofensiva debía ser en el Ebro, en terreno de Cataluña, cerca de los abastecimientos de material de guerra y de alimentos.

A mediados de julio de 1938, se consideró que lo único viable era la ofensiva en el Ebro, al sur de Cataluña. En junio, se había pensado en un ataque conjunto y simultáneo de catalanes y valencianos sobre el Ebro, pero en julio los valencianos ya estaban anulados por los franquistas, y se sabía que la ofensiva del Ebro debía ser exclusivamente catalana. Rojo todavía hacía planes grandiosos, de ataque a Gandesa, Batea, Valderrobles, Sierra Fatarella, Sierra de Caballs y Sierra de Pandols, mucho más de lo que podía abarcar realmente, y argumentaba que esa ofensiva obligaría a los franquistas a dirigirse al norte, y a abandonar los ataques sobre la Región Valenciana. Y como la ofensiva se hacía en Cataluña, se tendría todo el apoyo logístico de Cataluña y de los suministros que llegaban por la frontera francesa, lo cual le hacía concebir optimismo respecto al resultado de la batalla.

Los problemas a superar por Rojo eran el posible cierre de la frontera por Francia, y que una derrota en esa batalla supondría el final de la guerra, con la pérdida casi segura de Barcelona. Un problema táctico, era que los franquistas dominaban los pantanos del Ebro, y podían abrirlos o cerrarlos a voluntad, provocando crecidas y estiajes del río. El objetivo no sería ninguna ciudad importante, sino una victoria que consiguiera prestigio en el extranjero, y por ello se tomó el pequeño pueblo de Gandesa como objetivo central. La Batalla del Ebro fue en realidad la Batalla de Gandesa, pues no abarcó todo el Ebro, sino solamente la zona de Gandesa.

Para las necesidades de infantería propias de todo avance en la guerra, se habían hecho movilizaciones forzosas que habían incrementado bastante el ejército republicano. Se habían incorporado los hombres de 40 años y los niños de 18 años. Con ellos se trataba de cubrir las bajas habidas en el Maestrazgo en la Batalla de Teruel. Los catalanes habían fracasado recientemente en el Segre y en el Noguera, y hacían un último esfuerzo con una gran cantidad de material y de hombres. El plan militar se había diseñado en junio, y los reconocimientos del terreno se habían hecho en julio.

Negrín, Rojo y Modesto habían viajado hasta Valencia para coordinar los ataques desde el norte y desde el sur de Gandesa, habían ido a Madrid para pedir otro ataque de diversión, y habían regresado a Barcelona el 22 de julio de 1938.

El ejército de Cataluña se denominaba oficialmente “Grupo de Ejércitos de la Región Oriental”. Se nombró jefe del mismo a Juan Hernández Saravia y, en su apoyo, actuarían el teniente coronel Juan Perea Capulino, jefe del Ejército del Este, que estaba en Huesca; el teniente coronel Juan Modesto Guilloto, jefe de la Agrupación Autónoma del Ebro, asistido en su Estado Mayor por el coronel José Sánchez Rodríguez, y con Luis Delage García como Comisario; el teniente coronel Enrique Líster Forján, del V Cuerpo de Ejército; el teniente coronel Etelvino Vega Martínez, del XII Cuerpo de Ejército; el teniente coronel Manuel Tagüeña Lacorte, del XV Cuerpo de Ejército;  y unidades diversas de artillería, caballería, blindados, tanques, grupos de asalto, carabineros y equipos de transmisiones.

Lo característico de todos estos jefes militares era su carga ideológica comunista, lo cual significaba disciplina rígida y soldados con mucho entrenamiento militar. Era lo que necesitaba Rojo, y no había tenido con los anarquistas catalanes. Los reclutas jovencitos estaban siendo entrenados desde el mes de abril en tácticas de paso de ríos y en grandes caminatas nocturnas. Rojo consideraba que las tácticas de los comunistas, entrenados en la URSS, eran rígidas e ineficientes, basadas en maniobras rápidas y audaces, y que fallaban cuando el terreno no era favorable o el combate se prolongaba mucho tiempo, pero era la mejor fuerza que tenía. Había que confiar en los comunistas.

El Plan de Rojo era que el XV y el V Grupos de Ejército cruzaran el Ebro a media noche en silencio hasta detrás de las líneas enemigas, y al amanecer, atacaran la retaguardia franquista. El XV, avanzaría por Ribarroja y Ascó y entraría en la carretera de Flix hasta alcanzar Gandesa, el objetivo final. El V Grupo, avanzaría por la carretera de Tortosa, por Benifallet y Ginestar, hasta llegar a Gandesa; la 42 División cruzaría el Ebro en Mequinenza como maniobra de diversión; la 46 División cruzaría en Amposta como maniobra de diversión, a fin de ocultar que el objetivo era Gandesa.

Siete Divisiones republicanas cruzaron el Ebro el 24 de julio de 1938 y lucharon durante casi cuatro meses hasta retirarse en 16 de noviembre tras haber sufrido unas 70.000 bajas, la mitad de sus muertos en toda la Guerra de España.

La operación gubernamental la dirigía el general Juan Hernández Saravia. A su derecha, en el oeste, iba el coronel Juan Perea Capulino con 3 Cuerpos de Ejército, el cual tenía por objetivo tomar la zona entre Balaguer y los Pirineos, es decir, la zona en la que habían fracasado poco antes. A su izquierda iba el teniente coronel Juan Modesto Guilloto con otros 3 Cuerpos de Ejército, Ejército del Ebro o “División Líster”, cuyo objetivo era tomar la zona entre Balaguer (Lérida) y la desembocadura del Ebro, es decir, Sierra Fatarella-Venta de Campesinos-Sierra de Caballs-Pinell-río Canaleta y Sierra de Pandols, o sea, todo el este de Gandesa, y luego debían llegarse a Vinaroz. Modesto iba apoyado por Manuel Tagüeña Lacorte, el cual partiría de Sierra Fatarella hacia Villalba de los Arcos, Batea-Gandesa-Calaceite, camino de Alcañiz (Teruel). Eran objetivos demasiado amplios para el ejército gubernamental republicano.

El frente del Ebro abierto por Hernández Saravia, se extendía desde Mequinenza por Fayón, Ascó y Benifayet, y los republicanos atacaban desde el norte, desde Barcelona con 100.000 hombres, 100 cañones pesados y docenas de antiaéreos ligeros. La Historia General dice que llevaban 250.000 hombres, 600 cañones y 200 ametralladoras antiaéreas.

Modesto planificó pasar el Ebro por varios puntos a la vez, de modo que el enemigo no pudiera localizar nunca la acción principal del combate. La 42 División pasaría por Almatret a Mequinenza y Fayón, cerca de Caspe; la 3 División cruzaría por Flix y Ribarroja hacia la Fatarella, Villalba de los Arcos y Batea. La 35 División cruzaría por Vinebre y Ascó, y bajaría hacia el sur hasta Gandesa. Se construirían seis puentes de barcas, para lo cual se habían adquirido 114 barcas que debían soportar el peso de vehículos de hasta 12 toneladas en nº1, 3 toneladas el nº2, y el peso de la infantería los nº 3, 4, 5 y 6. Y cuando llegara el V cuerpo de eje´rcito, se construirían 5 puentes más, con 168 barcas, uno para soportar 12 toneladas, uno de 3 toneladas y 4 para infantería.

Sorprendentemente, la frontera francesa se cerró, y los planes de la ofensiva estuvieron a punto de suspenderse. Pero se decidió atacar con el mucho material que ya estaba almacenado desde 27 de marzo. La noche del 22 al 23 de julio se pusieron en alerta las unidades militares que iban a atacar, pero la artillería y las barcas no llegaron a tiempo, y el ataque se retrasó 24 horas.

Simultáneamente, las tropas republicanas habían detenido el avance franquista sobre Valencia en Viver, en el sur de la provincia de Castellón. Tras cuatro días de combates muy duros, se tomaron un descanso. Negrín calculaba que Valencia caería en pocos días. Por eso, todos esperaban que la ofensiva franquista fuera en Valencia.

En cuanto al papel del Comité de No Intervención, éste había aprobado un plan de retirada de los voluntarios extranjeros, que fue una farsa: Se retiraron unos 10.000 brigadistas de los 43.000 que en realidad había, y se dijo que eran todos los brigadistas. Y el Gobierno italiano había aprobado esa resolución y se había adelantado en retirar 10.000 italianos, de los 56.000 que había, a cambio de la retirada de los brigadistas internacionales. Tras el comienzo de la ofensiva del Ebro, Italia empezó a argumentar dilaciones en la retirada prometida, e incluso ofreció a Franco la llegada de nuevos soldados italianos. Y si Franco no aceptaba la llegada de esos nuevos soldados, Italia proseguiría en su plan de abandonar la guerra.

El 23 de julio de 1938, los franquistas estuvieron a 40 kilómetros de Valencia. El general gubernamental Rojo pensó que la toma de Valencia iba a ser inmediata y ordenó una maniobra de diversión en el Ebro, misión para la que nombró a Juan Modesto. Los franquistas sabían que los gubernamentales iban a pasar el río Ebro en sentido sur, pero no sabían dónde lo harían. Franco dijo que sólo eran rumores y no quiso reforzar la zona. El 22 de julio, Yagüe le dijo a Franco que repelería cualquier ataque de los gubernamentales.

En la noche del 24 al 25 de julio de 1938 empezó la Batalla del Ebro, cerca de Gandesa. Modesto llevaba 80.000 hombres. El ataque fue sangriento y cayeron muchos hombres de Yagúe y muchos de Modesto. El Estado Mayor de Franco estaba intranquilo porque se podían perder las posiciones que tanto había costado ganar desde marzo a julio de 1938. Pero Franco apareció alegre y tranquilo, porque creía que era la oportunidad de eliminar a miles de comunistas y anarquistas catalanes, un objetivo que venía buscando desde el principio de la guerra.

         Gandesa en julio de 1938.

 El objetivo principal de la Batalla del Ebro era Gandesa, al sur del Ebro. Ambos ejércitos luchaban por un pueblo insignificante.

Gandesa era un pueblo ocupado por el franquista coronel Luis Campos-Guereta Martínez, al mando del ejército de Marruecos, es decir lo más selecto del ejército rebelde. Eran 12 batallones africanos desplegados a lo largo del río desde Mequinenza hasta Cherta. Y tenía cerca a la 105 división en el Bajo Ebro, y la 40 División en el Segre. Además, Campos-Guereta contaba con el apoyo del ejército de reserva mandado por Yagüe, con todo el resto de soldados marroquíes que quedaban vivos y una División de reciente creación que nunca había entrado en combate, y que se había situado en Caspe, la zona oeste del campo de batalla. Campos-Guereta tenía una difícil tarea pues tenía que defender 50 kilómetros de frente con sus 12 Batallones.

El ejército franquista del Ebro, estaba dirigido por el general Juan Yagüe Blanco al frente de las fuerzas marroquíes, ejército temido, pero que llevaba estático en el Ebro ya un tiempo. En julio, Yagüe supo que los republicanos fabricaban y almacenaban muchas barcas, y supuso que la ofensiva iba a ser cruzando el Ebro. Los republicanos necesitaban fabricar barcas, porque los botes viejos hacían agua, y eran demasiado frágiles para pasar material pesado. Yagüe avisó y pidió refuerzos, pero Franco no se los concedió porque negaba que la ofensiva se fuera a producir en el Ebro, una zona tan complicada. Por el contrario, Franco sostenía que la ofensiva sería sobre la Región Valenciana, en Castellón.

El 19 de julio de 1938, los italianos fueron derrotados en Barracas, a medio camino en la carretera de Teruel a Sagunto. En los siguientes días, la derrota de los franquistas y de los italianos fue importante. Y el 23 de julio, Franco dio orden de detener el ataque frontal sobre Sagunto. La batalla ya no tuvo lugar, porque el 25 de julio, a las 0:15 horas, Modesto pasó el Ebro, en la zona de Gandesa, con tres Cuerpos de Ejército catalán. Modesto estaba a las órdenes de Vicente Rojo Lluch.

Los ejércitos de 1938, tanto el gubernamental como el rebelde, ya eran ejércitos eficaces y entrenados y no tenían casi nada en común con los de 1936. Tenían sus servicios de tribunales militares, seguridad interna, diplomáticos, de información militar, y sus especialidades de guerrilleros perfectamente reguladas y coordinadas.

El arco del río Ebro, viene marcado por las poblaciones de Caspe, Mequinenza, Flix, Ascó, Mora de Ebro y Ginestar, antes de recuperar el río su dirección dominante en Amposta, para iniciar la desembocadura. En el centro del arco está Gandesa. Al sur, quedan Alcañiz y Morella. Gandesa sólo es un punto central en este escenario.

Al norte de Gandesa, entre la población y el Ebro, está la Sierra de la Fatarella, la cual era el mejor apoyo para una defensa militar, pues el resto era una llanura sin agua.

Los franquistas fortificaron Gandesa con blocaos, trincheras y sacos terreros. Y colocaron ametralladoras a lo largo de los blocaos. Era difícil acercarse a ellos. La población civil era obligada a cavar y llenar sacos de tierra.

    Inicio de la Batalla del Ebro.

La batalla del Ebro fue un intento muy serio de los republicanos por ganar la guerra y duró del 25 de julio de 1938, día de Santiago, al 16 de noviembre del mismo año. Junto a las batallas de Madrid, Santander y Teruel, la Batalla del Ebro fue una de las grandes. Era la batalla por Cataluña, una Cataluña en la que se habían refugiado más de un millón de personas que huían de los nacionales en condiciones de miseria extremas[1] y en donde faltaba todo pero principalmente la carne, grasa, legumbres y pan.

Francia había abierto la frontera excepcionalmente, en marzo de 1938 y los republicanos tenían abundancia de armas. El 13 de marzo había sido el momento en que Hitler se había anexionado Austria y la reacción francesa fue abrir la frontera. El 29 de septiembre de 1938 tuvo lugar la Conferencia de Munich, reuniéndose Hitler, Mussolini, Chamberlain y Dadalier para firmar un acuerdo sobre reparto de Europa. Allí se reconoció que los Sudetes eran alemanes, se reconocieron las fronteras que Francia tenía (incluidas Alsacia y Lorena) y se firmó un pacto de no agresión entre Gran Bretaña y Alemania. Como compensación de asegurar la paz, se entregaba a Hitler parte de Checoslovaquia (Los Sudetes) y las manos libres en España. Como consecuencia, Francia volvió a cerrar la frontera.

La iniciativa, como hemos dicho, correspondió esta vez a los republicanos que, desde Cataluña, pasaron el Ebro por Ascó, entre las ciudades de Flix y Mora la Nueva, con unos 60.000 hombres. El hecho sorprendió a los nacionales, que nunca habían visto que los republicanos tuvieran una iniciativa seria y coordinada. Lo único que se les ocurrió a los “nacionales” o franquistas, fue abrir los pantanos del Ebro para que subiera el nivel de las aguas y les fuera difícil el paso a los republicanos.

Se popularizaría una canción: «El ejército del Ebro, rumba larrumba larrum bambam (bis) / Una noche el rio pasó, ay Carmela, ay Carmela (bis)

El ataque en el Ebro empezó el 25 de julio de 1938 a las 0:15 horas. El primer intento de pasar el río fracasó, porque los soldados del ejército marroquí atacaron mientras los republicanos estaban situando las barcas. Pero a lo largo del día 25, pasaron.

Inmediatamente Franco entendió la importancia del ataque en el Ebro, y abandonó Viver, en Valencia, y el ataque que estaba realizando sobre Sagunto, para acudir con la mayor parte de sus fuerzas al Ebro.

Rojo pasó el Ebro en dirección sur, intentando enlazar con las tropas de Levante, pero éstas estaban muy lejos, a unos 150 kilómetros, entre Segorbe y Castellón.

Y de nuevo surgió la idea prioritaria del exterminio del enemigo, aceptada por ambos bandos, en vez de la idea de obtener objetivos militares. Gandesa sería otra carnicería, como El Jarama, Belchite o Teruel. Se iba a luchar por un espacio sin valor militar alguno, ni estratégico, ni táctico, ni demográfico, ni económico. Se iba a matar “fascistas” por un lado, y a matar “rojos” por el otro lado.

Rojo contaba con 21 Divisiones y muchísimo material llegado recientemente y en perfectas condiciones de uso. Llevaba además una División de Blindados, 1 División del Cuerpo de Seguridad, y un Regimiento de Caballería. La mayor parte de los mandos eran comunistas, y el PCE controlaba el Estado Mayor de cada Cuerpo de Ejército y el Comisariado Militar de todos ellos.

Rojo arrolló inicialmente a las fuerzas de Yagüe, y fue capaz de poner 200 barcas en el río, e instalar pasarelas entre una y otra orilla, con hileras de tablones apoyados en exágonos de corcho y sobre barricas de vino vaciadas y hermetizadas, por donde pasaban los soldados. Y puso a trabajar a los pontoneros en puentes de madera que sostuvieran el peso de los camiones y carros de combate. Modesto cumplió objetivos al mando de la División Líster. Tagüeña ni siquiera encontró resistencia. Negrín estaba entusiasmado por el éxito. Valentín González, el Campesino, fue relevado en el mando de la 46 División, porque se había enfrentado a Líster y a Modesto, sus jefes comunistas.

Mientras Yagüe se retiraba tras la derrota inicial, los republicanos establecieron algunas cabezas de puente al sur del Ebro. La derrota de Yagüe se explica porque no se puso en marcha hasta dos horas y media después de iniciada la ofensiva, y las posiciones geográficas principales ya estaban ocupadas por el enemigo. Los republicanos le capturaron miles de hombres. Pero Yagüe llamó a las fuerzas de reserva, y se dispuso a continuar el combate. A las 5:00 horas del 25, los gubernamentales habían pasado el río. A las 7:30, Franco supo que los catalanes habían pasado el Ebro, y ordenó a Yagüe la retirada, pues estaba cercado y sin posibilidad de obtener ayuda. Otra cosa fue en Amposta, en la desembocadura del Ebro, donde los franquistas habían previsto el ataque de la 14 Brigada Internacional franco-belga, y sólo permitieron el paso de dos batallones, que además quedaron cercados junto al río.

Entre los primeros en pasar el río estuvo el teniente coronel Pedro Mateo Merino, el cual se llegó a Venta de Camposines, y apresó allí al coronel franquista Pedro Peñarredonda y a todo su Estado Mayor. A lo largo del día, los republicanos ocuparon Corbera, Sierra de Pandols y Sierra de La Fatarella. Pasaron el Ebro unos 60.000 hombres.

Al llegar la tarde del 25 de julio, el territorio entre Gandesa y Caspe era ya dominado por el ejército catalán. Los catalanes dominaban Gandesa, Caballs, Fatarella, Ribarroja, Flix, Ascó, Corbera, Benisanet, Miravent, y Pinell, y la acción militar parecía ya una victoria. En ese momento, Yagüe comprendió que el objetivo era Gandesa, y envió a ese pueblo una Bandera de la Legión y un Batallón de soldados de reemplazo. No era fácil asumir que el objetivo era un pueblo pequeño en una llanura. Inmediatamente, Franco envió a Camilo Alonso Vega a ayudar a Yagüe, pero la zona carecía de caminos, y había que llegar remontando y bajando montes, y el progreso de Alonso Vega fue lento.

Tampoco el ejército catalán avanzaba mucho, porque los toneles de vino puestos para la flotabilidad de los puentes de tablas, perdían hermeticidad con los disparos de mortero, y las tablas se rompían. Decidieron pasar el río navegando en barcas, pero era un método muy lento. A las 17:00 horas, los catalanes tomaron Flix. Llevaban 300 cañones, e hicieron 600 prisioneros.

Al anochecer del 25 de julio, Franco detuvo la ofensiva sobre Valencia, para dedicar todas sus fuerzas a la Batalla del Ebro. Franco habló por radio, y dijo a los suyos que ese día había disfrutado de una gran victoria en el Ebro. Mentía.

Durante la noche del 25 al 26 de julio, Fidel Dávila, Jefe del Ejército del Norte franquista, ordenó el contraataque. El primer ataque lo harían los marroquíes. Pero la orden de Dávila era de imposible cumplimiento porque los marroquíes estaban dispersos y en fuga, tratando de salvar el pellejo. El segundo ataque lo hicieron después 5 divisiones, con artillería y aviación en apoyo, y éste ataque sí que se efectuó.

Franco había sufrido un error grave: según sus informaciones, el ataque catalán se haría en la costa, concretamente en Amposta, y sus planes eran otros. Pero cuando por la noche supo que el ataque era en Gandesa, fue capaz de reaccionar a tiempo y no empecinarse en Amposta, y envió a Gandesa 2 Regimientos de infantería de reemplazo una Bandera de la Legión, y un Regimiento de caballería que estaba a las órdenes de Barrón. Y ordenó a Camilo Alonso Vega, que estaba en zona próxima, acudir a Gandesa con la 4ª División. Incluso 2 Divisiones que estaban en Extremadura, se pusieron en marcha con intención de llegar el día 27 a Gandesa. También ordenó que la aviación destruyera los puentes que los catalanes habían levantado con sus barcas, sus barriles y su planchas de corcho. A las 10:00 horas del 25 de julio, los aviones franquistas estaban en el aire sobre el Ebro. No había ningún avión republicano en la zona, porque todavía no habían previsto el contraataque rebelde. Los gubernamentales que atacaban, tampoco tenían prevista la llegada de aviones tan pronto, y carecían de cañones antiaéreos. No obstante, la acción de la aviación no fue demasiado eficaz, pues no acertaban con blancos pequeños, y no destruían, sino que sólo averiaban los puentes.

La acción más eficaz de Franco en 25 de julio, fue ordenar abrir las compuertas del pantano de Barasona, lo cual hizo crecer el caudal del río en casi dos metros, y se llevó algunas barcas, flotadores y barriles de los atacantes. Pero el puente de madera que los catalanes habían levantado en Gandesa en las 24 horas anteriores, y por el que podía pasar camiones, se mantuvo en pie. El objetivo de Franco era retrasar los planes catalanes un par de días.

En la primera semana de combates, pasaron el Ebro unos 50.000 republicanos. Los aviones de Franco bombardeaban por el día, y el paso del Ebro de los republicanos catalanes se hacía por la noche. Los republicanos penetraron hasta Gandesa y Villalba de los Arcos, a donde llegaron el 1 de agosto de 1938. Los nacionales bombardearon entonces los caminos para dificultar el abastecimiento republicano.

Para esta batalla del Ebro, Franco creó dos Cuerpos de Ejército que se llamaron Cuerpo de Ejército del Maestrazgo, y Cuerpo de Ejército de Urgel.

Los aviones de Franco bombardeaban todos los días los puentes de barcas y los puentes de madera que los pontoneros republicanos tardaban entre 36 y 48 horas en levantar o arreglar. Y hubo batalla aérea. La aviación franquista se mostró muy superior a la republicana porque, gracias a los alemanes e italianos, tenía más pilotos, lo cual le permitía tener a los aviones más tiempo en el aire. Por otra parte, era muy evidente que los capitalistas franceses y británicos, no iban a colaborar con los comunistas soviéticos en la ayuda al Gobierno de la República de España. El peso de la guerra en el bando republicano lo iban a llevar los comunistas, y ello dificultaba las relaciones de ayuda francesa y británica. Por todo ello, el bando republicano resultaba militarmente inferior. Francia colaboraba de vez en cuando con el Gobierno republicano, pero Gran Bretaña prefería no implicarse. La República de España enviaba jóvenes a la URSS a recibir entrenamiento, pero la cultura general de estos aspirantes a pilotos era baja, su formación en la URSS resultaba de peor calidad, pues ni conocían el idioma, ni tenían nociones de meteorología, física y otros conocimientos útiles a los pilotos. Los rusos preferían pilotar ellos. Y lo mismo les sucedía a los alemanes e italianos en el bando franquista, por mucho que Franco se empeñase en tener pilotos españoles. El nivel cultural no se puede improvisar.

Franco atacaba desde muchos aeródromos: Alfamén (Zaragoza), Logroño, Castejón de la Puente, Calamocha, Cenia (en la provincia de Tarragona, donde tenía una base la Legión Cóndor), Zaragoza (otra base de la Legión Cóndor), Buñuel (en Navarra, también base de la Legión Cóndor), Tauste (en Zaragoza, base de la Legión Cóndor), Caspe (en Zaragoza, base de la aviación legionaria italiana), Zaragoza (base de la aviación legionaria italiana)… Franco construía pistas de tierra en muchos pueblos, y tenía pistas de aterrizaje muy abundantes, lo cual le daba ventajas tácticas.

La acción primordial en el Ebro era el paso del armamento pesado por el río. Y era difícil hacerlo, porque no podían pasar por los puentes de barcas y los aviones franquistas atacaban todas las mañanas para destruir los puentes de madera reparados durante la noche. El puente de madera de Ascó se derrumbó al paso del primer camión republicano, porque era estrecho y el camión rozó un pilote. Lo único que funcionaba bien era la balsa cautiva por cables, pero tenía el inconveniente de que era un método lento, un vehículo cada vez. Los franquistas se dieron cuenta de la maniobra, y practicaron la rueda de bombardeo, o la cadena, un círculo de aviones que pasaban uno a uno ametrallando el mismo objetivo, todos uno tras otro. El objetivo era un puente determinado en el Ebro, de modo que éste recibía disparos durante varias horas sin parar.

El comunista Líster logró poner una pasarela y un puente de madera nuevos, y el trabajo de la aviación franquista se multiplicó, pero lograron dañar las instalaciones, y éstas fueron arrastradas por la corriente en la tarde de ese mismo día.

El primer ataque catalán se había hecho sin blindados ni protección aérea. La lucha fue dura durante tres días, del 25 al 27 de julio. Para lograr movilidad, los catalanes abandonaban a los heridos a su suerte, sin agua y sin alimentos, y éstos abandonaban el equipo militar e incluso se desnudaban para combatir el calor de julio, que era superior a los 40º centígrados.

En el amanecer del 26 de julio de 1938, el comunista Tagüeña disponía de pasarelas en Flix y en Ascó, y estaba construyendo otro puente de madera, y una balsa tirada por cables capaz para vehículos de hasta 8 toneladas. En Flix, los catalanes empezaron un puente de hierro, que se calculaba estaría montado en 48 horas, y que podría hacer pasar carros y camiones con hasta 25 toneladas. En Mequinenza, Tagüeña avanzó 5 kilómetros al sur del Ebro. Llevaba con él la división de Esteban Cabezas, (luego sustituido Dionisio García), la división de Pedro Mateo Merino y la división de Manuel Álvarez. Tagüeña hizo 4.000 prisioneros, pero no fue una buena idea, porque no tenía víveres para darles de comer, y ocupó a una buena parte de sus hombres en el cuidado de los prisioneros. Estableció un campo de prisioneros en Falset. Hay que decir, que el campo de Falset fue bombardeado varias veces por aviones franquistas, en la idea de que era un campamento republicano.

El 26 de julio a las 14:00 horas, Franco ordenó abrir los pantanos de Tremp y de Camarasa, y el agua subió dos metros. Fue imposible a los catalanes cruzar el río mientras duró la crecida, pero sólo fueron 24 horas. Un puente de madera fue arrastrado por la corriente. A las pasarelas no les afectó la crecida, porque fueron sacadas del agua cuando empezaba la crecida, y lanzadas al agua de nuevo cuando pasó.

Los republicanos habían tomado Gandesa, un pueblo de 3.000 habitantes sin significado industrial ninguno. Habían llegado con el V Cuerpo de Ejército, la 12 y 14 Internacionales, la 11 División de Joaquín Rodríguez, la 45 División de Hans Khale, y la 46 división de El Campesino (que luego pasó a ser mandada por Domiciano Leal).

Y sin embargo, la ofensiva catalana se paralizó. No se atrevían a profundizar en territorio enemigo porque les faltaban carros, camiones y artillería pesada, que no lograban pasar el río. Tampoco funcionaban bien los teléfonos, pues en esa época se necesitaba un cable entre ellos, y los cables estaban siendo cortados cada vez que la aviación destruía una pasarela o un puente. Las comunicaciones entre un lado del río y el otro, eran deficientes. Los catalanes lograron cercar a una división franquista en la plana de Mora de Ebro. Los cercados intentaron escapar, y unos 900 hombres cayeron prisioneros, pues fueron fácilmente engañados por un enemigo que fingió ser amigo. Líster ocupó a continuación la plana.

Los franquistas decidieron recuperar la plana de Mora de Ebro, y enviaron a Barrón con un batallón de soldados de reemplazo, dos Tabores de Regulares, una Bandera de la Legión, y una Bandera de Falange, y por la noche del 26 de julio, recibió a dos Tabores más, además de carros, morteros, ametralladoras y antitanques.

El general franquista, Yagüe, ordenó a Barrón defender Gandesa. Y este ordenó a Galera defender Bot, un poco al sur de Gandesa. Allí debían esperar la llegada de refuerzos. Franco convocó a las Divisiones de Andalucía y de Extremadura en Villalba de los Arcos, al norte de Gandesa. Barrón detuvo el avance de Modesto el 26 de julio.

El 27 de julio, el nivel del río bajó, los catalanes podían seguir pasando hombres y material, y se planteó la batalla en toda la línea. No había factor sorpresa. Los catalanes fueron parados sobre el terreno, y sus planes fracasaban con ello. El día 28, la superioridad catalana se perdió, porque no paraban de llegar hombres y material franquista a la zona.

El día 27 de julio les llegó la artillería pesada a los catalanes. Pero los vehículos pesados seguían sin poder pasar el río. El objetivo de los catalanes de levantar un puente de hierro en Flix, no se había conseguido. Tampoco los aviones estaban ayudando, pues la aviación franquista les combatía eficazmente en el aire.

El día 27, los catalanes habían levantado un puente de madera en Ginestar, y pasaron los primeros tanques y algunos camiones pesados, pero a las 14:00 horas se presentó la aviación franquista y destruyó el puente.

El 28 de julio, los catalanes tenían reparado el puente de Ginestar. Y además, habían puesto una pasarela al lado, y un flotador con cable capaz de pasar cañones pesados. La aviación franquista bombardeó hasta destruirlo todo. Los catalanes volvieron a empezar. Las bombas franquistas hacían agujeros en el lecho del río, y los pilares de los puentes se doblaban y caían.

Franco decidió el vaciamiento simultáneo y coordinado de todos los embalses del Ebro: Camarasa, Barasona, La Satonera, Ardisa, Santa María de Belsué y La Peña, lo que se suponía que elevaría el nivel del río tres metros durante 20 horas. El Gobierno republicano lo supo, y decidió hacer pasar sus tropas durante la noche del 28 al 29 de julio, antes de que llegara la crecida.

El 29 de julio, ambos ejércitos estaban en condiciones de hacer ataques masivos con apoyo de artillería y carros. Y los catalanes habían adquirido emisoras de radio que no necesitaban cables, y podían comunicarse entre ambas orillas del río. El día 30, funcionaba de nuevo el puente de hierro de Flix y pasó mucho material, hasta que llegó la aviación franquista a destruirlo. Los pontoneros catalanes construían muchos falsos puentes con sacos y leños, para distraer a la aviación franquista, que perdía tiempo y bombas en destruir señuelos.

El 29 de julio de 1938, Azaña habló con el representante británico ante el Gobierno de España, mister John Leche, en Vich, y le comunicó que la República de España y él mismo eran burgueses y liberales, y que él no quería la continuación de la guerra, lo cual era una idea de los comunistas que había aceptado Negrín. No quería la guerra porque ya era imposible ganarla, y aunque pudiera pensarse en la eventualidad de una victoria militar, el Gobierno resultante no sería estable y duradero, porque se basaba en múltiples proyectos contradictorios entre sí, incompatibles entre sí. Por ello, era preciso que los extranjeros se retirasen de la Guerra de España en los dos bandos, que se celebrasen conversaciones para un armisticio, y que hubiera un intercambio de prisioneros y una amnistía. Azaña dijo que se comprometía a hablar a los suyos, y a nombrar un Gobierno que fuera capaz de negociar la paz. También dijo que no temía a los comunistas, ni tampoco a las amenazas que hacían éstos para caso de que se les echara del poder. Leche se alegró de oír estas palabras de Azaña, porque coincidían con la idea de Gran Bretaña de terminar con la guerra. Sin embargo, Leche no creía que Azaña tuviera suficiente poder de convicción, y suficiente influencia política, como para realizar lo que prometía. Azaña se creía a sí mismo con más influencia y capacidad de decisión de lo que en realidad era capaz de hacer.

Por fin, el 30 de julio, la aviación republicana que estaba en Valencia, fue trasladada a El Vendrell (Tarragona), para poder intervenir en la Batalla del Ebro. El 30 de julio, Líster dominaba Sierra de Pandols, porque había enviado sobre ella a Joaquín Rodríguez, y éste se encontró la sorpresa de que no había ningún soldado franquista en la zona. Era un lugar sin agua, sin sombras, indefendible, pero Rodríguez se quedó allí durante toda la batalla de Gandesa, hasta que el 9 de agosto fue expulsado de lugar por Camilo Alonso Vega.

El 31 de julio, el gubernamental Modesto decidió acabar la batalla de Gandesa, y envió a Tagüeña, Merino y Lïster, con todo lo que tenían sobre Gandesa, Villalba y Mollera. Ninguno de los tres cumplió objetivos. Sólo habían conseguido 4.000 prisioneros a cambio de muchos muertos. Modesto estaba equivocándose en la consideración de que el Ebro era una frontera natural infranqueable, y eso no era verdad, pues se podía pasar a pesar de que el río es muy caudaloso en ese punto. Y había cometido el error de rechazar la aviación, porque razonó que los aviones delataban siempre el siguiente avance de la infantería. Y además, no tenía previsto que Franco presentase tropas de contraataque en tan poco tiempo como lo hizo.

El 1 de agosto, tuvo lugar la primera gran batalla aérea en el Ebro. Y los aviones republicanos bombardearon las posiciones franquistas, incluido el pueblo de Gandesa, donde resistían algunos franquistas.

El 2 de agosto de 1938, Franco visitó el frente de El Ebro, y puso su Cuartel General en Pedrola, pero pronto decidió que no estaba lo suficientemente cerca del frente, y el Cuartel General se estableció en camiones cerrados que podían aparcar en grupo en cualquier punto de la zona de Alcañiz. Hizo correr la voz de que se trataba de una estación móvil de radio, y el embuste tuvo éxito. Franco ordenó abandonar la ofensiva sobre Valencia, y hacer un exterminio final en la zona de Gandesa. La operación de exterminio del ejército gubernamental duró cuatro meses, lo cual desesperaba a los italianos y alemanes, que querían objetivos militares rápidos. Mussolini llegó a decir que Franco perdería la guerra a fuerza de cometer insensateces militares. Pero Franco no quería unas negociaciones de paz en las que el enemigo saliera vivo, sino que quería la muerte de los comunistas y anarquistas.

Y enseguida empezó el gran combate por Gandesa: las fuerzas franquistas eran comandadas por Francisco Delgado Serrano, Fernando Barrón Ortiz y Camilo Alonso Vega. Juan Yagüe disponía: a la derecha de su ataque, de dos Divisiones de Camilo Alonso Vega; en el centro, tres divisiones de Barrón; y en la izquierda, una División y una Brigada de Delgado Serrano. Su plan era ir sobre Villalba de los Arcos (al norte de Gandesa),  la Sierra de Caballs (al este de Gandesa), y la Sierra de Pandolls (al sur de Gandesa), de modo que quedara embalsada toda la zona.

Las fuerzas gubernamentales republicanas eran comandadas por Juan Modesto Guilloto, Tagüeña, Merino y Líster.

Modesto atacó con dos Divisiones, dos Brigadas, 72 cañones, 22 carros, 23 blindados. El terreno es llano en torno a Gandesa, y la defensa-ataque llegó hasta las primeras casas de la población. Dentro de Gandesa, Yagüe tenía dos tabores, un batallón de soldados de reemplazo, y varios batallones, a los que se habían ido incorporando desde el 25 de julio hasta el 1 de agosto: dos Tabores más, una Bandera de la Legión, un Regimiento de caballería, un Batallón de ametralladoras, y cuatro batallones más de soldados de reemplazo. La batalla iba a ser muy dura por ambas partes. Los franquistas, gracias a su gran movilidad, consiguieron ser más en número de soldados y en armamento.

El 2 de agosto, Modesto reorganizó su ataque y fortificó sus posiciones con trincheras y blocaos. Desplegó sus hombres para ocupar más espacio hacia el norte y el sur de Gandesa. Tagüeña se colocó al norte con el XV Cuerpo de Ejército; Líster se colocó al sur con el V Cuerpo de Ejército, ocupando el terreno hasta el río Canaletas; una División de Reserva se situó en Venta de Camposines. Pero todavía una División no había podido pasar el río en Mequinenza, porque la aviación franquista no les dejaba. Juan Vigón y Delgado Serrano, atacaron a los que estaban parados en el río, en Mequinenza.

Modesto planificó un triple ataque sobre Gandesa: desde el norte llegaría Tagüeña; desde el sur llegaría Líster; y desde una posición central atacaría Pedro Mateo Merino. Los atacantes catalanes llegaron hasta las tapias del cementerio de Gandesa, y hasta el edificio del Sindicato Agrícola y las primeras casas de la población.

Barrón hizo salir a la población civil de Gandesa, porque preveía una gran batalla. Los civiles huyeron del frente lo más lejos posible y lo más rápido que pudieron.

La 15 Brigada Internacional atacó Puig Aliga, un montículo cercano al pueblo desde donde se dominaba la llanura que rodeaba al pueblo.

A las 18:30 horas del 2 de agosto, se produjo el segundo ataque catalán. A las 22:30 se produjo el tercer ataque, mientras anochecía. Los republicanos lograron aniquilar a un batallón franquista, pero la Legión reemplazó inmediatamente a los derrotados, y hasta emprendió el contraataque.

El 2 de agosto por la noche, el avance catalán se detuvo. Recibieron órdenes de mantenerse a la defensiva y cavar trincheras. Planteaban otra Batalla de Teruel, una batalla de desgaste.

El 3 de agosto, los ataques fueron débiles, mientras los franquistas siguieron acumulando material y hombres. Parecía que iba a ser una batalla definitiva, porque Negrín prohibió la retirada de sus hombres, y Franco dijo que sus fuerzas no podían mostrarse débiles en ese momento.

El 3 de agosto les llegaron a los catalanes por la frontera de Francia 50 aviones chatos, 50 moscas y 24 katiuskas, y en días posteriores llegaron bastantes más. Llegaban en piezas y tenían que ser montados para lo cual se necesitaban algunos días. Fueron asignados a los aeródromos de Pla de Cabra, El Vendrell y Valls, para cuando estuvieran montados, lo cual ocurrió a primeros de agosto.

Los aviones más interesantes eran los supermoscas Polikarpov I-16, que alcanzaban la velocidad de 530 kilómetros/hora, gracias a un motor M-62 de 1.000 caballos. Estos aviones portaban cuatro ametralladoras, y volaban tan alto como los famosos Me-109 enemigos. Los superchatos llevaban un motor M-25V de 960 caballos, y alcanzaban una velocidad de 470 kilómetros por hora, y llevaban también 4 ametralladoras. Los nuevos katiuskas eran los 5B2 bis, con motor de 960 caballos. Los catalanes estaban contentos porque esos aviones eran considerados de los mejores en ese momento. El entusiasmo decayó en el campo de batalla, pues los aviones se averiaban frecuentemente, y no se disponía de repuestos de forma inmediata. Otro problema de la aviación era que había pocos pilotos para los nuevos aviones, y el experimento de entrenarlos en cursillos rápidos dio un mal resultado, pues eran derribados en su primera misión. Las nuevas tecnologías, requerían más preparación del piloto.  Frente a ellos, Franco contaba con casi 300 aviones, algunos de ellos de la Legión Cóndor, y algunos italianos. los de la Legión cóndor eran los más modernos, pero también tenía tres escuadrillas de caza Hendrick, un grupo de bombardeo Wehnert con base en Zaragoza, y varios aviones de reconocimiento con base en Buñuel y en Tauste. Los italianos recibieron en esos días 50 aviones modernos, bombarderos Savoia S-81 de velocidad de 315 kilómetros por hora, 4 ametralladoras y carga de 1.200 kilos de bombas; bombarderos Savoia S-79 de velocidad de 475 kilómetros por hora, 3 ametralladoras Breda de 12,7 mm, 1 ametralladora Lewis de 7,7 mm, y carga de 1.200 kilos de bombas.

Crisis del Gobierno Negrín en agosto de 1938.

El 7 de agosto se reunió el Comité Central del PSOE y allí se dijeron cosas graves: Prieto dijo que habían sido los rusos los que le habían echado a él del Ministerio de Defensa, Negrín contestó que había sido él quien había cesado a Prieto. Largo Caballero y Besteiro se negaron a permanecer en la Comisión Ejecutiva del PSOE.

La crisis se agrandó en los siguientes días, cuando el 11 de agosto un Decreto de Negrín hizo que las empresas metalúrgicas y mineras pasaran a depender del Ministerio de Defensa. Entonces, dimitieron Irujo del PNV y Aiguadé de Esquerra Republicana.

La oposición pidió una crisis general del Gobierno, pero Negrin se limitó a sustituir a los dimisionarios. Aiguadé fue sustituido por Moix, del PSUC, e Irujo fue sustituido por Esteban Bilbao Eguía, de Acción Nacionalista Vasca ANV.

    La Batalla del Ebro en agosto.

Ambos contendientes se sentían muy eufóricos para empezar una nueva batalla a lo grande, que debía ser decisiva, como la del Jarama y la de Teruel antes. Los republicanos pusieron en lucha 13 escuadrillas de caza y 31 bombarderos katiuskas. Los franquistas disponían de 21 escuadrillas de caza (3 de la Legión Cóndor, 10 italianas, 2 italianas con base en Baleares, y 6 españolas), y 80 bombarderos. Los gubernamentales republicanos perdieron en el transcurso de la batalla, entre 200 y 300 aparatos, que no fueron sustituidos casi nunca, pues no llegó material de repuesto suficiente.

El 5 de agosto por la noche, los soldados catalanes de Mequinenza se retiraron hacia el norte. Abandonaban el campo de batalla. El 6 de agosto, a las 09:00 horas, recibieron un bombardeo de cañones, que duró dos horas. A las 11:00, recibieron el ataque de la aviación franquista, seguido de un ataque de la infantería franquista. A las 17:00 horas, los franquistas tomaron el monte Auts, y a continuación, Tagüeña ordenó la retirada. Lo hicieron por un puente de barcas y una pasarela sobre flotadores. Habían sufrido entre 1.000 y 3.000 bajas.

Del 5 al 8 de agosto, los republicanos fueron expulsados de la zona de Fayón y Mequinenza, y el 7 de agosto se produjo la primera retirada republicana dejando 817 muertos y 1.328 heridos.

El 8 de agosto, Franco ordenó que todo el material del Corpo di Truppe Volontarie, CTV, fuera llevado al Ebro. Los italianos acudieron con 134 cañones de tierra, y 25 antiaéreos. Cada cañón requería un camión que lo remolcase. Los calibres de los cañones eran distintos, de entre 65 y 260 mm, y Franco permitió que fueran agrupados por calibres, a fin de que el abastecimiento fuera más fácil. Franco llegó a contar con 500 cañones en el Ebro, lo que suponía una potencia de fuego nunca vista hasta entonces. Algunas veces protagonizaban un bombardeo hasta 175 piezas a la vez, y actuaban durante dos o tres horas, hasta terminar las bombas.

El 9 de agosto, Camilo Alonso Vega atacó Sierra de Pandols al frente de las Brigadas Navarras. Los navarros debían limpiar la Sierra de Pandols, y ocupar la carretera de Gandesa a Pinell, de forma que se envolviera la Sierra de Cabals. Defendían Pandolls los comunistas de Joaquín Rodríguez, del grupo de Líster, y tras nueve días de combates se contabilizaron 9.152 franquistas muertos, y 4.800 republicanos muertos.

En otra zona, el 9 de agosto el comunista Etelvino Vega Martínez pasó el Segre en Lérida y Balaguer y abrió un nuevo frente contra los franquistas.

El 10 de agosto, Camilo Alonso Vega hizo un ataque silencioso y entró en varios puntos de la Sierra. El combate fue duro con 160 franquistas y 300 republicanos muertos. Pandols quedó en manos franquistas.

La gran ventaja militar franquista era el acoso diario al enemigo: las mañanas empezaban con un bombardeo de las posiciones republicanas, luego venía el ametrallamiento desde el aire, y por fin el ataque de la infantería franquista sobre las posiciones republicanas.

En los días 12 y 13 de agosto prosiguieron los combates. El 12 de agosto aparecieron algunos aviones republicanos que intentaban acciones rápidas, porque no querían entablar combates con la aviación franquista, superior en número.     El calor era muy intenso, de más de 40 grados, y no había agua sobre el terreno. El suelo aparecía muy seco y muy duro. Las comunicaciones funcionaban mal, y muchas veces los soldados se quedaban sin municiones.

El 14 de agosto, las Brigadas Navarras tomaron las alturas que rodeaban Gandesa. Y por la noche, llegó la 2ª Brigada de la 74 División franquista y la 10ª Brigada de la 46 División republicana. El 15 de agosto, los nuevos soldados se empeñaron en un nuevo ataque de desgaste. Pero los franquistas avanzaron desde el este sobre Villalba de los Arcos y Gandesa, y a los republicanos no les quedaba más enlace con los suyos y abastecimiento, que una franja por el norte.

El 15 de agosto, el franquista Barrón atacó desde Villalba de los Arcos al comunista Tagüeña, el cual se defendía en trincheras.

En 17 de agosto, el coronel franquista Manuel Coco Rodríguez penetró entre el Matarraña y Pobla de Malasuca para atacar al comunista Modesto. El 17, se produjo la orden de ataque dada por Yagüe. Y el 19 empezaron los combates en Villalba de los Arcos y Sierra de la Fatarella. En esos días, hubo crecida del río Ebro y los puentes de barcas fueron arrastrados. Sólo quedaba útil el puente de ferrocarril en García, un pueblo entre Ascó y Mora la Nueva. Se produjeron ocho días de combates por el puente, hasta el 27 de agosto.

En ese momento se acabó la paciencia del Gobierno catalán: estaban muriendo muchos hombres, y los catalanes no encontraban sentido a una guerra de desgaste. Protestaban contra Negrín, el Presidente del Gobierno de la República de España que no estaba siendo efectivo en la batalla. El 12 de agosto, ya le habían dimitido a Negrín, Ayguadé, de Esquerra Republicana, e Irujo, del PNV. El 17 de agosto, Ayguadé fue sustituido por Moix, un hombre de PSUC (comunistas catalanes), e Irujo fue sustituido por Bilbao, un hombre de Acción Nacionalista Vasca.

El agotamiento de los combatientes era ostensible, y el 18 de agosto de 1938, la República dio un Decreto de perdón a prófugos, desertores y condenados por delitos de indisciplina. Se trataba de reincorporar al ejército a desafectos y derrotistas, pero lo único que se logró fue que los derrotistas se multiplicaran dentro de las trincheras.

Para comprender mejor el agotamiento de los bandos, hay que tener también en cuenta que en agosto de 1938, se produjo la gran batalla aérea de la Guerra de España en dos campo de batalla: sobre Extremadura y sobre el Ebro: 156 cazas gubernamentales I-16, I-15 y Grummann, lucharon contra 200 cazas franquistas Mc-109 y Fiat. La derrota gubernamental republicana en el aire, puede considerarse definitiva. De hecho, en septiembre, Italia ya no consideraba necesario mantener su aviación en España, y retiró sus aviones de bombardeo pesado y también el grupo de caza “Gamba di Ferro”. No se llevó los Savoia 81 ni los Fiat, que fueron regalados a Franco. También Italia le dejó a Franco 10 bimotores ligeros Caproni-310 y 4 hidros Cant Z506, que ya parecían obsoletos para ser repatriados a Italia.

El 19 de agosto de 1938, llegó la gran ofensiva franquista, protagonizada por el general Juan Vigón Suero-Díaz. Atacaba con la aviación y los cañones ya habituales, y con tres Divisiones, además de abrir los pantanos otra vez, para destruir las comunicaciones catalanas en el río. El 20 de agosto se caracterizó por los ataques de los carros. El 22 de agosto, atacó la infantería, en este caso la Legión. El 25 de agosto de 1938, los republicanos agotaron sus reservas de agua y material de guerra, y se vieron forzados a retirarse, mientras perdían muchos hombres.

El 20 de agosto, Franco se personó en Villalba de los Arcos (cerca de Gandesa) con abundante tropa, aviación, carros y tropas marroquíes, al tiempo que pedía más armas a Alemania e Italia. La táctica era bombardear desde el aire, y continuar con un ataque de los moros en combate a muerte y exterminio del contrario. Franco estabilizó el frente en los días de septiembre anteriores a la Conferencia de Munich. La retirada de armas a los republicanos y el suministro a Franco cambió el signo de la batalla y el 16 de noviembre los nacionales avanzaron hasta el Ebro.

Se había constatado que la aviación republicana tenía muchos cazas y pocos aviones de bombardeo. La idea soviética era evitar que los aviones enemigos entrasen en territorio republicano. La aviación franquista era superior en bombarderos, y todos los ataques diarios empezaban con un bombardeo matutino, seguido del ataque con cañones, y el avance de la infantería.

El 22 de agosto, la división Littorio y la división 22 de Marzo, fueron unificadas en una sola división italiana. En la operación, se calculó que se podía prescindir de entre 10.000 y 15.000 soldados, y fue lo que se ofreció a las potencias internacionales, cuando se habló de retirada de los italianos de España.

El 23 de agosto, el general franquista Jorge Vigón Suero-Díaz llegó a Puig Gaeta, en la desembocadura del Matarraña en el Ebro.


    [1] Muchos sufrían sarna y pelagra.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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