LA GUERRA DE ESPAÑA A FINALES DE 1937.

Ideas clave: la aviación militar en octubre de 1937, problemas de Franco en octubre de 1937, Falange Española Tradicionalista a fines de 1937, las Cortes de octubre en Valencia, Negrín en octubre de 1937, el ejército popular del general Rojo, el Gobierno republicano en Barcelona, replanteamientos de la Guerra de España a fines de 1937, Franco y el carlismo en noviembre de 1937, Planteamiento de la Batalla de Teruel a fines de 1937,

    La aviación militar en octubre de 1937.

El segundo gran enfrentamiento aéreo de la Guerra de España tuvo lugar en Belchite el 15 de octubre de 1937. Triunfó la Escuadrilla-11 del ejército gubernamental, que destruyó el aeródromo de Belchite. El triunfo fue efímero, pues su envalentonamiento les llevó a imprudencias ante los Fiat italianos, y fueron derribados más tarde. Por otra parte, los rebeldes recibieron muchos aviones en otoño de 1937, unos 240, y Alfredo Kindelán los organizó en 4 Agrupaciones, que fueron: la Legión Cóndor alamana, la Aviación Legionaria italiana, la I Brigada Aérea Hispania, y las Fuerzas Aéreas de Baleares. Además, existían varios Grupos de Cooperación Independientes.

Los aviones de finales de 1937, eran muy superiores a los utilizados en 1936. Había evolucionado mucho la tecnología: eran aviones monoplanos, su tren de aterrizaje era retráctil, y su carburante era de más octanaje, lo que les daba una velocidad muy superior y un techo más alto. Cada bando tenía un centenar de estos aviones modernos, y el resto de aviones se consideraban de poca utilidad, salvo para transportes.

Al comenzar la Batalla de Teruel en febrero de 1938, el rebelde Alfredo Kindelán tenía más de 400 aviones y mucho personal entrenado en pilotaje, bombardeo y ametrallamiento, mientras el Gobierno tenía unos 375 aviones, menos que en 1937. Y en la Batalla de Teruel, ambos bandos perdieron muchos de sus aviones. La fuerza aérea de cada bando dependía del número de aviones que era capaz de reponer.

Un aviador franquista destacado fue Julián Rubio López, 1899-1988, el cual se formó en la Academia de Toledo, y fue destinado a Regulares a África. En 1924 decidió hacerse piloto. En 1935 mandaba el aeródromo de León. En los talleres de aviación, encontró muchos obreros comunistas, pero logró imponerse. Y en 1936 ascendió a teniente coronel cuando empezó la sublevación. Se declaró republicano y rebelde, y combatió con bandera republicana porque era simpatizante de Mola, pero su bando acabó siendo franquista. En 1936, se negó a entregar armas a los mineros de León, que querían la revolución comunista. En León, disponía de 3 escuadrillas de 9 aviones cada una, y de 3 aviones al servicio de la Plana Mayor.

Problemas de Franco en octubre de 1937.

El Decreto de 7 octubre de 1937 por el que Franco suspendió la posibilidad de enajenar minas españolas, ventas de acciones de empresas mineras a extranjeros, y declaró nulos los títulos de propiedad otorgados después de 18 de julio de 1936, molestó a los alemanes. Goering se enfureció porque Alemania perdía las minas de mineral de hierro de Vizcaya, Santander y El Rif. Schwendemann le recordó a Franco que Alemania había ayudado mucho a la causa “nacional” o franquista y a España en general, por el Tratado Comercial de 7 de mayo de 1926, el Pacto Secreto de 20 de marzo de 1937 y los Protocolos Secretos de 12, 15 y 16 de julio de 1937. Los Protocolos Secretos de Francisco Gómez Jordana y Wilhelm Faupel, hablaban de luchar juntos frente al comunismo, de las relaciones económicas de España y Alemania, y de las situaciones de neutralidad en caso de un enfrentamiento entre una de las partes y un país tercero.

Franco se excusó diciendo que hasta el momento no había habido un Gobierno en España, y dijo que el asunto se resolvería cuando hubiese un Gobierno normalizado. Lo hubo en enero de 1938, pero en ese momento no quiso entrar en tan espinoso tema, y dio nuevas largas a Hitler.

El comercio de España con Alemania no era muy grande, pero era estratégico. Alemania pensaba ir a la guerra muy pronto y estaba procurando hacerse con minas de materias primas y trataba de evitar que esos recursos cayeran en manos británicas. La exportación de mineral de hierro español a Gran Bretaña fue de 340.000 toneladas al año, de una producción total en Santander y Vizcaya de 1.400.000 toneladas en 1935, 700.000 en 1937, y 1.800.000 en 1938.

 Falange Española Tradicionalista a fines de 1937.

Los falangistas se expresaban en la revista “Jerarquía” y atacaban las ideas del franquismo, defendidas por José María Pemán, diciendo que éste era un conservador, excesivamente retórico y barroco. José María Pemán les contestaba con que los falangistas eran un grupo delicuescente, inconcreto y narcisista. Franco no estaba dispuesto a ceder su levantamiento militar a los falangistas, sino que exigía que los falangistas se sumaran al franquismo. En el fascismo, la autoridad radica en los fascios representados por el Consejo Supremo Fascista, pero en el franquismo se planteaba una dictadura personal vitalicia a la que los fascistas se deberían someter. Aparte de ese “detalle”, en el fascismo se colectivizaba la agricultura y nacionalizaba la industria y los servicios al servicio de la idea nacional, mientras que Franco respetaba la propiedad privada de los grandes empresarios y terratenientes. Franquismo y fascismo eran dos cosas diferentes, aunque Franco utilizaba los métodos fascistas de lucha contra el liberalismo, el socialismo y el comunismo, de control absoluto de la información, de violencia y terror sobre sus enemigos políticos. El fascismo se parece más al comunismo, pero la colectivización de la economía el comunismo la pone al servicio de los obreros organizados en el PC.

El Gobierno de Franco en 1937 estaba más bien en manos de Ramón Serrano Súñer, el cual ya se imponía sobre todos los miembros de la Junta Técnica, o Gobierno de Franco, excepto sobre Gómez Jordana, que tenía mucho carácter y no se sentía atraído por las palabras fáciles de un advenedizo.

Serrano Súñer estaba conformando un equipo de falangistas en su derredor, en el que estaban Dionisio Ridruejo y José Antonio Giménez-Arnau, con los que esperaba detentar un día el poder, sin Franco. Incluso empezó a diseñar un proyecto de “Estado Nuevo” fascista, consistente en un nuevo ordenamiento jurídico del Estado, una fusión de las instituciones estatales con las nuevas fascistas, y un bloque político administrativo dirigido por una sola persona, que pensaba ser él mismo.

Pero, para realizar este trabajo, Serrano Súñer tenía primero que imponerse sobre Falange Española Tradicionalista y de las JONS, la falange franquista, sin volver a la Falange de José Antonio, en la cual no le darían cabida los viejos líderes falangistas.  Serrano creó un Consejo Nacional de FET y de las JONS, para controlar la Falange franquista, y ponerla al servicio del Estado. Franco podía dudar si era a su servicio o tal vez al servicio de Serrano. Serrano se quedó a dos aguas, y pasados unos años, perdió el apoyo de los dos grupos.

En octubre de 1937, Franco designó a 50 miembros del Consejo Nacional de FET y de las JONS. Escogió personalidades de su confianza personal, aunque la mayoría eran de Falange. Franco no era tan tonto como a Serrano le convenía. Así que el Consejo Nacional de Falange se convirtió en un organismo que acataba en todo momento la voluntad de Franco y éste no admitía disidencias dentro de FET y de las JONS. Franco le ganaba la partida a Serrano Súñer. Ni la falange joseantoniana, ni la falange de Serrano Súñer pudieron hacer nada contra la falange franquista.

El 7 de octubre de 1937, se creó el Servicio Social de la mujer. Este servicio estuvo en vigor hasta 19 de marzo de 1978. Las mujeres debían colaborar en la guerra cuidando niños huérfanos o abandonados, asistiendo a los heridos, asistiendo en comedores para pobres, asistiendo a las familias desplazadas… El Servicio Social tenía una duración mínima de seis meses, fraccionables a lo largo de tres años en periodos nunca inferiores a un mes. Una cosa es la consideración del papel de la mujer, y otra que el fascismo y el franquismo incorporaron a la mujer a los órganos sociales del poder.

El 12 de octubre de 1937, Franco acudió a una concentración estudiantil en Burgos, vestido con camisa azul falangista. Entonces, los carlistas empezaron a gritar: “Viva el Rey”, y se retiraron del acto. Franco sancionó a los dirigentes carlistas José María Arauz de Robles Extremera y Mariano Puigdollers Oliver, pero no quiso romper la coalición del requeté y las milicias falangistas, y no fue más allá en la persecución del tradicionalismo.

A fines de octubre de 1937, regresó a zona franquista Raimundo Fernández Cuesta, y algunos falangistas creyeron que se podía renovar la vieja Falange Española. Fernández Cuesta era el albacea del testamento político de José Antonio Primo de Rivera, el fundador de Falange. Había sido Secretario General de Falange Española. Fernández Cuesta había llegado a zona franquista como producto de un canje de prisioneros. Indalecio Prieto consideró positivo devolver a Fernández Cuesta a zona nacional, para que sobreviniera la discusión y fragmentación del franquismo. Pero Fernández Cuesta fue recibido por Franco y ambos pactaron la convivencia. No habría ruptura falangista. Serrano Súñer no se opuso a que Fernández Cuesta fuera de nuevo Secretario General de la nueva FET y de las JONS, y Secretario del Consejo Nacional de Falange. Estaba despreciando a Fernández Cuesta, y creía poder manipularle fácilmente, pues se había doblegado a la primera de cambio ante Franco. Pero no era tan fácil manipular a Fernández Cuesta: ofrecieron a Fernández Cuesta ser Ministro, y lo rechazó en una acción contraria a la mayoría de sus colegas falangistas que aceptaban los cargos que les daba Franco. Si Fernández Cuesta lograba unir a los distintos sectores de Falange, podía reconstituir la vieja Falange Española. En ese proyecto, fracasó Fernández Cuesta, porque los falangistas creyeron que Serrano Súñer les llevaría al poder y al nazismo. Despreciaron a Fernández Cuesta, y la derrota de Hitler significó el final de las aspiraciones de los viejos falangistas. En contra de Fernández Cuesta, se contaba que éste siempre se había declarado monárquico, y los falangistas puros no lo eran.

El 29 de octubre de 1937, hablaron en público en Sevilla, Raimundo Fernández Cuesta, Dionisio Ridruejo y Gonzalo Queipo de Llano. Fernández Cuesta cerró el acto, y no hizo un discurso revolucionario, como solían hacer los falangistas, sino conciliador con el franquismo. El periódico ABC recibió ese discurso con entusiasmo, porque creía que ello significaba la adhesión de Fernández Cuesta a la monarquía. Pero lo que ocurrió fue que Fernández Cuesta perdió el apoyo de los falangistas y el apoyo de los franquistas. Se perdió la última oportunidad de reconstituir Falange Española.

El Consejo Nacional de Falange se reunió, por primera vez, en 2 de diciembre de 1937, y designó Secretario General a Raimundo Fernández Cuesta. El cargo le fue ofrecido a Ramón Serrano Súñer, pero éste consideró que si aceptaba, los falangistas viejos se pondrían en su contra y sería el final de su carrera política, pero si se ponía a un falangista viejo como Fernández Cuesta al frente, el proyecto seguiría adelante. Fernández Cuesta no era ya líder de ninguna facción falangista y sólo era un “camisa vieja”. Se daba la circunstancia de que había estado preso en la zona republicana, y no había formado ninguno de los muchos grupos surgidos en Falange. En ese momento, Fernández Cuesta estaba convencido de que él podía unificar Falange. Quizás no era consciente de que Franco había fagotizado a Falange y ya no era posible la alternativa.

A partir de 1938, Serrano Súñer y Gómez-Jordana fueron los principales asesores de Franco para sugerir nombres de Ministros, función en la que desplazaron a Nicolás Franco Bahamonde y José Antonio de Sangróniz, hasta entonces consejeros de Franco. Nicolás Franco y José de Sangroniz pasaron a ser personajes de segunda fila y nunca volvieron a ser figuras relevantes del franquismo. Sangroniz fue enviado a Caracas como embajador, y Nicolás Franco fue enviado a Lisboa como embajador.

     Las Cortes de octubre en Valencia.

El 1 y el 2 de octubre de 1937, hubo pleno de las Cortes republicanas en Valencia. Asistieron 166 diputados. No estuvieron ni Largo Caballero, ni Rodolfo Llopis, ni Alcalá Zamora, ni Miguel Maura…

Empezó hablando Martínez Barrio y dijo que había libertad para expresarse, lo cual nos indica de que había dudas al respecto. Luego dijo que estaba garantizada la unidad del Frente Popular, lo cual indica que también había dudas en este punto.

Negrín informó a las Cortes de la crisis del Gobierno de Largo Caballero, y manifestó que él no quería protagonismos políticos, que había invitado a CNT y a UGT a participar en su Gobierno y que los sindicatos habían rechazado los cargos ministeriales. Y pasó a exponer su programa de Gobierno: se reorganizarían las industrias de guerra, y las del ejército. Terminó diciendo que tenía fe en la victoria (lo cual hacía referencia a que Azaña y Prieto no confiaban ciegamente en ello).

Hablaron los distintos grupos políticos para mostrar su adhesión a Negrín. Ramón González Peña habló por el PSOE, y dijo la obviedad de que se estaba luchando en Asturias. Antonio Velao Oñate habló por Izquierda Republicana y pidió respeto a la pequeña propiedad. Manuel Portela Valladares, del desaparecido Partido Liberal de Canalejas, habló por los liberales, y dijo que se adhería a la causa republicana, lo cual fue contestado al día siguiente por otros diputados en la prensa, publicando una carta de Portela Valladares que decía que se adhería a Franco.

El 2 de octubre, Rodolfo Llopis Ferrándiz, del PSOE, fue sustituido por Ramón Lamoneda en la Secretaría del Congreso de Diputados. Ramón Lamoneda Fernández, había sido PSOE tercerista, es decir, partidario de ingresar en la Tercera Internacional, estuvo en el PCOE, estuvo en el Partido Comunista Español, fue uno de los fundadores de Partido Comunista de España, luego se pasó al largocaballerismo PSOE, luego al prietismo PSOE, y más tarde fue Secretario General del PSOE. El PSOE quería mostrar otra cara en las Cortes de Valencia.

Dolores Ibárruri, siempre populista e incendiaria de las masas, exigió que el Gobierno adoptara una política concreta, que acelerara el ritmo de la producción, y que eliminara traidores de la retaguardia. Pidió la unidad de CNT con el resto de las fuerzas políticas republicanas. Acusó al diputado Rafael Guerra del Río, del Partido Radical, de ser representante “de lo más podrido de la política española”.   Rafael del Río respondió que él era un demócrata y republicano y que deseaba un Parlamento con todos los grupos políticos, y no sólo de partidos mayoritarios. Quizás estaba denunciando el ansia del PCE por llegar a ser partido único. Ángel Pestaña Núñez, anarquista, acusó al PCE de predicar la unidad, pero mediante la absorción de los demás grupos políticos, y dijo que el PCE estaba haciendo proselitismo en las trincheras y tratando de adueñarse del ejército. Y pidió que el Gobierno tomara alguna disposición para evitarlo.

Por último, se expresó la voluntad de varios diputados de que se debía hacer desaparecer los poderes que debilitaban la acción del Gobierno. Se estaban refiriendo al Consejo de Aragón y a la Generalitat de Cataluña, pero no querían citar los nombres.

 Apariencia de No Intervención en octubre de 1937.

El 16 de octubre de 1937, Francia propuso conceder a Franco la condición de beligerante, para así poder tratar con él abiertamente. Dino Grandi, un fascista radical que era embajador de Italia en Gran Bretaña, empezó con sus tácticas dilatorias como ya era habitual en él a lo largo de 1937. La cuestión planteada por Francia, iba a quedar en nada cuando los Gobiernos de Alemania e Italia dijeron que Grandi presentase en el Comité de Londres la cuestión de retirar de la Guerra de España contingentes de soldados similares por ambos bandos. Italia retiraría a algunos de los suyos y la URSS ordenaría la retirada de comunistas en el bando republicano.

Y el 26 de octubre de 1937, Francia y Gran Bretaña propusieron al Comité de No Intervención: la retirada de extranjeros; establecer los derechos de beligerancia; restablecer el control marítimo y terrestre sobre las fronteras españolas. Estos acuerdos se aprobaron el 4 de noviembre de 1937, aunque la URSS se opuso siempre a reconocer a Franco como beligerante.

El Gobierno de la República de España aceptó estos acuerdos en 30 de noviembre de 1937, pero tampoco reconocía la condición de beligerante a Franco, sino que le consideraba rebelde.

En octubre de 1937, fue enviado a España monseñor Cicognani en calidad de Nuncio. Llegaba desde la nunciatura de Viena y conocía el nazismo, sabía que las potencias fascistas habían sido reconocidas en 1936 por el Papa, y que ello había sido un profundo error.

    Negrín en octubre de 1937

El 1 de octubre de 1937 Negrín hizo el asalto al dominio sobre UGT, designando a Ramón González Peña para dirigir este sindicato. Ello significaba el final de Largo Caballero, el considerado hombre de Moscú en el PSOE moderado, o aliado del PCE entre los “nacionales”. Largo Caballero intentó recuperar su poder con su arma preferida, los discursos incendiarios que había usado desde 1931. Negrín prohibió esos discursos. El PSOE estaba roto. Negrín fue considerado desde entonces, el hombre de Moscú en España.

En octubre de 1937, el Presidente del Gobierno republicano, Negrín, estaba muy desprestigiado: había perdido la batalla de Brunete en julio. El jefe del POUM, Andreu Nin, había sido detenido por la policía comunista y asesinado. Negrín había decretado que Largo Caballero fuera destituido como jefe de UGT. Y el Gobierno se trasladaba desde Valencia a Barcelona. Se había perdido la batalla del Norte. Cuando los nacionales tomaron Vinaroz en abril de 1938, el prestigio de Negrín era mínimo y sólo se mantenía en el Gobierno por el empeño de los comunistas en que siguiera.

El ejército republicano había perdido en el norte, en Bilbao, Santander y Asturias, 200 tanques, 500 aviones, miles de fusiles ametralladores, 25.000 fusiles ordinarios, 100 millones de cartuchos, el destructor “Císcar”, el destructor “José Luis Díez” (que intentó cruzar el Estrecho de Gibraltar el 26 de agosto de 1938, y para no ser descubierto se refugió en Gibraltar, hasta embarrancar al oeste de Gibraltar el 30 de agosto de 1938), el acorazado “Jaime I” (que explotó en Cartagena cuando llevaba 200 aviones), el mineral de hierro vasco, el carbón asturiano, la siderometalúrgica vasca, y el 40% de la producción de ácido sulfúrico español[1].

     El ejército popular del general Rojo.

El Ejército Popular del general Vicente Rojo también sufrió muchos cambios en octubre de 1937: para empezar, en otoño de 1937 llamó a filas a todos los reemplazos desde 1930 a 1939. Y en invierno, fueron llamados las quintas de 1929 y la de 1940, es decir, los de 28 años y los de 17 años de edad. En teoría debía haber un millón de soldados, pero en realidad sólo había 800.000 reclutados, pues 200.000 se habían perdido en la zona cantábrica y habían pasado al ejército rebelde (en realidad sólo se pasaron 100.000, y los demás desaparecieron). El ejército republicano gubernamental se componía de:

Un Ejército de Maniobra a las órdenes del Ministro de Defensa, y compuesto por 14 Divisiones; un Ejército del Centro con 20 Divisiones; un Ejército de Levante con 5 Divisiones (Levante en España significa Valencia y Murcia); un Ejército del Este con 7 Divisiones; un Ejército de Extremadura con 5 divisiones; un Ejército de Andalucía con 5 Divisiones; una Agrupación Norte de defensa de costas; una Agrupación Sur de defensa de costas; una División de Ingenios Blindados; una Comandancia Militar de Barcelona a las órdenes de Riquelme; una Comandancia Militar de Valencia a las órdenes de Aranguren; 28 Comandancias Militares de diversas demarcaciones; 16 Centros de Reclutamiento e Instrucción Militar; 15 Centros de Instrucción de Reclutas; una Agrupación de Defensa de Aeronaves.

El XIV Cuerpo de Ejército de soldados vascos, mandado por el mayor Juan Ibarrola Orueta, había desaparecido tras desertar masivamente en Santoña. Los vascos reaparecieron en el ejército republicano en 1938 como Cuerpo de Guerrilleros, al mando del comunista Domingo Ungría Navarro.

La Marina republicana había perdido mucho de su potencial inicial, y constaba de 2 cruceros, 13 destructores, y 6 submarinos. La marina rebelde se hacía notar en aquellas fechas: el 11 de enero de 1938, el submarino “General Mola” torpedeó y hundió en la zona de Cabo San Antonio (Alicante) al vapor holandés “Hannah” que se dirigía a Barcelona, y el 21 de enero, el submarino “General Sanjurjo”, torpedeó y hundió al mercante británico “Endimyon” cerca de Cabo Tiñoso (Cartagena) cuando el buque se disponía a entrar en puerto. El Gobierno británico decidió hundir a todos los submarinos que sus buques de guerra encontrasen en inmersión, y entonces Franco decidió no atacar a más barcos británicos.

La aviación republicana ya no era superior a la rebelde a fines de 1937. Disponía de 72 cazas de tipo Moska, 48 cazas de tipo Chato, 48 bombarderos Katiuska, 12 bombarderos Vultec, 10 hidros, 80 aviones de asalto (que eran aviones a los que se les habían incorporado ametralladoras y eran denominados Natachas y Rasantes), patrullas de defensa en las cercanías de las grandes ciudades, la Escuadra 7 y las Escuelas de Pilotos. Los efectivos aéreos eran muy similares en ambos bandos a finales de 1937.

Acciones con muy poco sentido militar fueron el bombardeo de Pamplona en 11 de noviembre de 1937, cuando 12 Katiuskas con base en Reus (Tarragona) se internaron en Francia y bajaron desde los Pirineos hacia el sur para hacer daño en la ciudad. En diciembre de 1937, los aviones de Rojo bombardearon varias veces Palma de Mallorca. Y en los días 21, 25 y 28 de enero de 1938, 15 bimotores rápidos de Rojo bombardearon Salamanca, Valladolid y de nuevo Salamanca. Se demostraba que el Comité de No Intervención no servía para mucho, pues tanto los aviones como las bombas eran de procedencia extranjera.

Un grave defecto del ejército republicano era que en territorio republicano había miles de milicianos que vivían en las ciudades y nunca se separaban de su fusil, ni para dormir. Habían buscado un puesto de vigilancia y control de ciudadanos, un puesto de gestión de sindicatos o partidos, pero nunca habían estado en el frente y procuraban no estar en él nunca en el futuro. Muchos de ellos ocultaban armas para su partido o su sindicato, para el día de la gran revolución, y ello era considerado un gran servicio al partido o al sindicato, pero era completamente inútil para la guerra. Por eso, el 27 de octubre de 1937 la República ordenó revisar los casos de exención del servicio militar para localizar a los denominados “exentos” y a los denominados “comisarios” de varios temas. El Decreto decía que estos puestos se atribuyeran a personas mayores no aptas para ir al frente. Algunos de los perjudicados por el Decreto fueron: Francisco Antón[2], amante de Pasionaria, que se había colocado como Comisario del Ejército del Centro; Santiago Álvarez, comisario que servía a Líster, y pasaba por comunista muy convencido; Santiago Carrillo, Secretario General de Juventudes Socialistas Unificadas. La mayor parte de los perjudicados por el Decreto eran comunistas. Les asignaron diversos destinos en el ejército, y ninguno se presentó en su destino. Ellos eran “revolucionarios”, pero no soldados.

Rojo llegó a intuir que los franquistas tratarían de bajar el Ebro y llegar al Mediterráneo, porque era la táctica repetida por Franco: dividir al enemigo, y acabar después con cada una de las partes resultantes. Si Cataluña quedaba aislada de Valencia, Rojo comprendía que Valencia duraría poco y Cataluña caería después. La derrota de la República sería inevitable. Por eso, Rojo decidió jugársela en Teruel, al sur del Ebro.

Pero también Rojo pensó en un “Plan P” para abrir un tercer frente, además de los de Madrid y Zaragoza, y tomar Extremadura y avanzar por el Tajo hasta Madrid, donde Franco tenía lo más granado de sus fuerzas, siguiendo el mismo camino que habían hecho las fuerzas de Franco desde Sevilla. Los objetivos serían Almendralejo, Zafra, Llerena y Badajoz, pasar a Sevilla, y quitarle a Franco los suministros que venían tanto de Andalucía como de Extremadura. Pensó que para ello necesitaría 120.000 hombres del Ejército de Maniobra. Negrin aprobó el “Plan P”. Al mismo tiempo, Rojo pensó en fortalecer Cuenca y Teruel para impedir que los “nacionales” penetraran por el Ebro. Y cuando empezó a distribuir soldados en la operación del Ebro, se dio cuenta de que no le quedaban unidades para su “Plan P”. Se abandonó el Plan P.

Pero Franco no atacó en el Ebro, sino en Madrid. Colocó a Yagüe, Mario Berti y Varela, en Soria y Guadalajara, todos ellos a las órdenes de Saliquet: el Cuerpo de Ejército A se instaló en Cogolludo, en el alto Henares; el Cuerpo de Ejército B se instaló en Badiel en la margen izquierda del Henares; y el Cuerpo de Ejército C se instaló en el rió Tajuña, al este de Guadalajara. Solchaga y Aranda cubrieron la posible llegada de catalanes y aragoneses desde el noreste. El Cuerpo de Ejército de Navarra estaba al norte del Ebro, amenazando con bajar el río, para así disuadir a los catalanes. El Cuerpo de Ejército de Galicia se situó al sur del Ebro para completar la amenaza citada.

Entonces Rojo calculó que Franco necesitaría unas tres semanas para trasladar fuerzas y plantear la nueva estrategia, lo cual le daba hasta la segunda semana de diciembre para actuar y hacerse fuerte en Teruel.

El republicano, coronel Vicente Rojo Lluch fue ascendido a general el 21 de octubre de 1937, el mismo día en que se perdía Gijón, la última ciudad importante del Cantábrico.

El cambio de la situación del general Rojo tuvo repercusiones inmediatas: Rojo ordenó que todo el ejército del norte, recientemente vencido, fuera trasladado a Aragón, en donde iba a centrar su ataque a los rebeldes.

Pero lo más importante del nuevo jefe militar republicano, fue su obsesión enfermiza por afirmar que los desastres de la República hasta entonces se debían a los sabotajes, al espionaje y a la deslealtad de muchos funcionarios que se habían infiltrado en la administración republicana y estaban sirviendo a la causa rebelde. Según Rojo, la traición interna estaba provocando escasez de alimentos, subidas de precios y desorganización en el trabajo.

A partir de esta afirmación, que los rebeldes también creían que sucedía en su bando, la situación de los españoles sólo podía ir a peor. La represión iba a ser peor que la guerra. Ambos Gobiernos tomaron medidas policiales y judiciales en contra de los ciudadanos de su propia zona territorial. Los republicanos decían que muchos de sus ciudadanos eran “fascistas”. Los “nacionales” decían que muchos de sus ciudadanos eran “rojos”. Lo único cierto era que la estupidez era la continuación de la incapacidad mostrada por los dirigentes en ambos bandos. Y más cierto era todavía que esa estupidez se iba a cobrar muchas víctimas, decenas de miles de muertos, centenares de miles de prisioneros…

     El Gobierno republicano en Barcelona.

    31 de octubre de 1937.

Y el 31 de octubre de 1937, el Gobierno de España se trasladó de Valencia a Barcelona. A partir de ese momento, Barcelona se convirtió en objetivo prioritario de Franco.

En Barcelona coexistían dos Gobiernos, el de España y el de la Generalitat de Cataluña, aparte del Gobierno de la ciudad de Barcelona, que sería un tercer Gobierno. Lluis Companys fue ratificado como President de la Generalitat, con un voto en contra, el de Pau Romeva, de Unió Democrática.

El Gobierno de Negrín, cuando se trasladó a Barcelona,  no tuvo respeto por el Gobierno de la Generalitat. Las competencias autonómicas prácticamente desaparecieron y a los catalanistas les parecía estar ocupados por un país extranjero. Pero Negrín culpaba a la Generalitat de los desastres de mayo de 1937, y de complots constantes contra el Gobierno de España. El hecho fue que Estat Catalá, el partido netamente independentista, fue marginado. Se decía que los catalanistas estaban negociando con Mussolini al margen del Gobierno de España, y que esas conversaciones tenían lugar en Francia. Se hablaba de que los catalanes no colaboraban lo suficiente en los planes de guerra del Gobierno de España, pues se limitaban a proteger Cataluña, y no al conjunto de España. Los catalanistas decían que Juan Negrín era un nacionalista español autoritario, centralista y agresivo, y no aceptaba el independentismo catalán. Azaña decía que el catalanismo era “estúpido y pueblerino” y “no hay más que una nación: España” (discurso pronunciado en agosto de 1938).

Al llegar a Barcelona fue cuando los republicanos se dieron plena cuenta de que habían cedido el poder a los comunistas y anarquistas, y que los comunistas estaban desplazando a los anarquistas para quedarse ellos con el poder. Habían cedido el ejército a los “comisarios”, y luego habían cedido la Administración con la excusa de que los anarquistas destruían el modelo administrativo. Los anarquistas también tenían la sensación de que los comunistas les habían echado del poder, que creían haber tenido en Barcelona desde 1936.

Pero el momento político era muy complicado: los caballeristas o populistas (denominados izquierda entre los del PSOE), estaban enfrentados a Prieto (denominados centristas en el PSOE). Prieto intentó quitar cargos a los comunistas y eliminar comisarios comunistas en el ejército. A esa retirada de comunistas, el PCE la llamo “despolitización” del ejército, y por supuesto, los comunistas se oponían a la despolitización del ejército. Y así comenzó un confusionismo de ideas que perduró todo el siglo XX: La izquierda es la opinión política que pretende más derechos para la fuerza de trabajo, mientras la derecha es la que pretende más derechos para la libre iniciativa empresarial individual. Pero en el PSOE empezaron a llamar izquierda al populismo, a que los ignorantes o legos en política, designasen a sus representantes en el Gobierno y cargos de la Administración, originando un cierto caos en los no entendidos en política, caos deliberadamente buscado para que los mediocres pasaran por encima de las personalidades importantes del partido. Y si luego, los comunistas hablan de despolitización, a lo que es descomunistización, el confusionismo es evidente.

Jesús Hernández, alias Juan Ventura, publicó en Mundo Obrero quejas contra Prieto. Prieto llevó el asunto ante Negrín, pidiendo la destitución de Jesús Hernández, Ministro de Instrucción Pùblica y Sanidad. Y Negrín se planteó que, si prescindía de los comunistas, podía dar por perdida la guerra. Y decidió que los comunistas siguieran adelante. Desde entonces, se acusó a Negrín de comunista, lo cual no es exacto, sino que sólo fue colaborador con los comunistas. El 1 de abril de 1938, Negrín le propuso a Azaña un nuevo gobierno en el que Hernández ya no sería Ministro, y Negrín sería Presidente del Gobierno y Ministro de Defensa.

Replanteamientos en la República de España.

La República creó Tribunales Populares de Guerra para los soldados, Tribunales Comunes para delitos de jurisdicción ordinaria, Tribunales de Responsabilidades Civiles para los llamados “desafectos”, y Tribunales Especiales de espionaje, alta traición y derrotismo para casos especiales que interesaran a los gobernantes. Estos Tribunales estuvieron mucho tiempo sin definir sus competencias ni los delitos que debían juzgar, y fueron ocasión de máximos abusos, lo que significó el inicio del terror en zona republicana. En la zona “nacional” ocurría exactamente lo mismo, y los derechos humanos no se respetaban ni en uno ni en el otro bando.

Las instituciones creadas por la República a este fin de perseguir enemigos internos fueron: el Servicio de Información Militar SIM; el Departamento Especial de Información de Estado DEIE; y el Consejo de Defensa y Garantía del Régimen, que buscaba enemigos infiltrados. No faltó quien se diera cuenta de la barbaridad democrática que se estaba perpetrando, como fue el caso de Manuel Irujo Ollo, Ministro de Justicia, que dimitió.

Algunos profesionales en la deformación de la historia, aprovechan la circunstancia para resaltar que desde fines de 1937 ya no hubo “paseos”, como si ello significara el fin de la represión popular. Nada más lejos de la realidad. Nunca hubo tantas checas como a partir de entonces. Nunca se vio a tantos militares persiguiendo actividades civiles, en vez de estar en el frente.

El SIM, Servicio de Información Militar republicano era algo terrible: eran tribunales populares que en teoría buscaban desertores. Una vez localizado el presunto desertor, prófugo, desafecto o traidor en su caso, se achacaban responsabilidades a su familia, hasta el tercer grado, es decir, padres e hijos en primer grado, hermanos en segundo grado, y tíos y primos en tercer grado. Los investigadores se llamaban “comisarios” como en otro tiempo se llamaron “inquisidores”. Y su método de trabajo era sencillo: se concedían ascensos militares, y recompensas en riquezas a quien denunciase a un prófugo, desertor… Y hubo muchos voluntarios que denunciaron a sus hermanos para quedarse con la completa herencia de sus padres. En el caso de ser primos y tener la oportunidad de poseer unas tierras, las denuncias fueron muchas más. En los siguientes 30 años, en los pueblos de España muchas familias pasaron años sin hablarse, evitándose en la calle, guardando un silencio absoluto sobre la verdad.

El tema Manuel Irujo es muy significativo de lo que estaba pasando: Irujo era católico y, como Ministro de Justicia, tenía la oportunidad de liberar a muchos sacerdotes y religiosos que estaban presos por sus ideas, aunque también los hubiera por colaborar con el enemigo denunciando desafectos. Irujo intentaba reabrir las iglesias y restablecer el culto. Pero los comunistas habían tomado el catolicismo como signo de la antirrevolución, y confundían el ser progresista con el ser “comecuras”, lo cual fue una idea que cuajó entre los españoles durante muchas décadas.      Ante esta actitud totalitaria, El Vaticano tuvo la excusa perfecta para negociar con el Gobierno de Burgos, el Gobierno rebelde, el envío de un representante papal, que fue Antoniutti. Ello no era el reconocimiento oficial del Gobierno de Burgos, pero de hecho, se estaba reconociendo la legalidad de la rebelión franquista.

El Ministro de Agricultura, Vicente Uribe Galdeano, dedicó sus esfuerzos a localizar fincas abandonadas por sus propietarios, para nacionalizarlas y dárselas a personas afectas a los republicanos. Encontró unos cinco millones de hectáreas. Los milicianos veían así que sus esfuerzos producían “tierra para todos”. Pero era una medida ilegal, que no podía sostenerse al finalizar la guerra, ganase quien ganase. Y lo peor, era una medida irracional, pues los milicianos no se iban a poner a trabajar la tierra en unas condiciones de inestabilidad política como la que se vivían. La realidad fue que los rendimientos de la tierra bajaron en un 25% y que la escasez fue la norma en territorio republicano. Los republicanos tenían naranjas y vino, pero padecían escasez de casi todo lo demás.

En Sabadell y en Reus apareció una fábrica de aviones, SAF-15, con maquinaria que trasladaron desde Construcciones Aeronáuticas de Getafe (Madrid), donde ya se producía un Chato cada día.

 Intervención extranjera en noviembre de 1937.

El 4 de noviembre de 1937, el Comité de No Intervención, restableció la vigilancia de fronteras para evitar la entrada de combatientes voluntarios en España, mientras se discutía la retirada de tropas extranjeras. Se estuvo diez meses discutiendo, hasta que fue inútil.

     Franco y el carlismo en noviembre de 1937.

A comienzos de noviembre de 1937, Franco visitó Navarra, la tierra de los carlistas, la que presentaba más problemas a la unificación franquista, y lo hizo con una boina roja carlista, y con el yugo y las flechas falangistas bordadas en la camisa. El carlismo no confiaba en Franco y el problema había que resolverlo.

En noviembre de 1937, Fal Conde regresó a España. Había estado exiliado en Portugal, pero Franco le permitió residir en Villandrando (Palencia). Tenía prohibido acercarse al frente y hacer propaganda ente los soldados. Tampoco Fal conde dominaba ya la mayoría del carlismo, que se había pasado al franquismo. Fal Conde tenía la mayoría de sus seguidores en Navarra y en Andalucía.

El 19 de noviembre, Franco promulgó un Decreto nombrando a los miembros del Consejo Nacional de la nueva Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas:

Pilar Primo de Rivera encabezaba el grupo de falangistas franquistas en el Consejo Nacional de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista.

José María Valiente Soriano encabezaba la lista de once carlistas que se integraban en el Consejo Nacional del Movimiento. De esta manera, desplazaba a Fal Conde del liderazgo de Comunión Tradicionalista.

José María Yanguas Messía y Pedro Sainz Rodríguez encabezaban el grupo de monárquicos de Juan de Borbón.

El general Francisco Gómez-Jordana Sousa, también monárquico, estaba allí más bien porque era Presidente de la Junta Técnica del Estado (junio de 1937-febrero de 1938) y Presidente del Alto Tribunal de Justicia Militar.

José María Oriol y Urquijo, representaba al capitalismo bancario e industrial vasco, aunque era de ideología tradicionalista carlista.

Planteamiento de la Batalla de Aragón.

El 23 de septiembre, Prieto ordenó la reorganización del ejército republicano de Aragón y éste quedó estructurado en 5 Cuerpos de Ejército de 3 Divisiones cada uno, más la 14 División que quedaba libre.

Y una vez reorganizadas sus fuerzas, Prieto atacó el 11 de octubre de 1937. Las fuerzas aéreas empezaron bien la batalla de Aragón, pues derribaron 5 aviones italianos. El 15 de octubre, se atrevió a atacar el aeródromo que los franquistas llamaban “Sanjurjo” en Zaragoza, aeródromo que los republicanos llamaban “Garrapinillos”. El resultado fue la destrucción de 12 aviones rebeldes. El objetivo seguía siendo Zaragoza, pero no se conseguía. Y por estas circunstancias, Teruel acabó convirtiéndose en la batalla decisiva de la guerra, tras varios meses de desgaste por ambos lados, debido a los combates y al frío. Pero la mayor parte de esta batalla tendrá lugar en los primeros meses de 1938.

Los rebeldes terminaron el 20 de octubre de 1937 la campaña del norte, y sólo entonces desplazaron sus fuerzas a Aragón. La primera ofensiva fue sobre los aeródromos de Aragón y Cataluña, sobre centrales eléctricas y sobre depósitos militares. Los republicanos habían previsto estos objetivos, y habían creado docenas de aeródromos improvisados, para evitar que los bombardeos hicieran demasiado daño a su aviación.

El 2 de noviembre de 1937 fue bombardeada Lérida. Lérida era el hospital gubernamental del frente de Aragón, y el refugio de todos los civiles que huían hacia el este. La Generalitat de Cataluña había abierto allí centros asistenciales y sanitarios, asistidos por mujeres. El bombardeo fue indiscriminado, y fue seguido de un ametrallamiento de las calles desde el cielo. Hubo entre 250 y 300 muertos.

El 10 de diciembre, los rebeldes iniciaron el contraataque, y convirtieron Aragón en la batalla definitiva. El primer ataque lo realizaron 100 aviones sobre los aeropuertos republicanos. La sorpresa es que no encontraron aviones, pues habían sido dispersados, y se considera un fracaso rebelde. De todos modos, quedaba de manifiesto que los rebeldes preparaban una gran ofensiva.

La República previno el ataque rebelde y reunió 93 Moskas, 31 Chatos (que ya se fabricaban en España), 62 Natachas, y 31 Katiuskas. No menos de 218 aviones. Además tenían aviones franceses y estadounidenses, lo cual hacía una flota aérea importante a pesar de haber perdido dos centenares de aviones en el norte. La explicación es que habían llegado recientemente 333 aviones rusos.

Pero los rebeldes también habían preparado el ataque comprando 251 aviones a los italianos y 52 aviones a los alemanes. Se preveía una batalla aérea importante.

Al coronel republicano Juan Hernández Saravia se le concedió el Ejército de Levante con 100.000 hombres organizados en tres columnas: La Columna de la Derecha, o del norte, de Juan Ibarrola; La Columna del Centro, cuyo objetivo era la ciudad de Teruel; La Columna de la Izquierda, o del Sur, del coronel Fernández Heredia, secundado por el coronel Joaquín Vidal Munárriz, que debía proteger la zona entre Teruel y Cuenca para evitar ataques desde Madrid. También disponía Nernández Saravia de: un Cuerpo de Reserva con 4 Divisiones, de 440 cañones, de 100 tanques, y de 120 aviones con base en Villafranca del Panadés y Sabadell. En total disponía de 10 Divisiones y estaban dotadas con 3.230 vehículos y 2.350 caballerías.

     El coronel Hernández Saravia debía ir sobre Teruel a enfrentarse al general franquista Mariano Muñoz Castellanos, que sólo disponía de unos 20.000 hombres. Se consideraba una acción menor la emprendida sobre Teruel en diciembre de 1937.

El 6 de diciembre de 1937, Vicente Rojo Lluch ordenó el ataque sobre Teruel partiendo de Segovia. No era un objetivo importante en sí mismo, ni había calculado bien el tiempo que Franco necesitaba para movilizar su ejército.

En 15 de diciembre de 1937, comenzaba efectivamente la batalla de Teruel. La superioridad republicana era abrumadora. Líster al mando de la 11 División, tomó Concud en la carretera de Zaragoza, ya muy cerca de Teruel.

El 16 de diciembre nevó y las nevadas en Teruel son muy duras en frío y viento. El 17 de diciembre, Líster contactó con Fernández Heredia que llegaba por el sur y tomó La Muela de Teruel, el punto de confluencia del Guadalaviar con el Alfambra, al suroeste de la ciudad, donde hay un altozano desde el que se puede bombardear Teruel. Teruel estaba cercada. Los republicanos cometieron el error de siempre durante toda la guerra: se empeñaron en matar soldados rebeldes, en vez de en conquistar objetivos militares.

En diciembre de 1937, Franco todavía no era consciente tampoco de las dimensiones que iba a tomar la Batalla de Teruel, lo cual no se manifestaría hasta los primeros meses de 1938. El 17 de diciembre, Franco organizó un Ejército de Operaciones de Teruel, y lo puso a las órdenes de Aranda. Sólo tenía 1 División, pero creía que era lo suficiente. Estaba intentando tomar Guadalajara y no dio importancia a la operación de Teruel.

El 18 de diciembre, cesó de nevar. Y los republicanos aprovecharon para hacer volar sus aviones y bombardearon Teruel con aviación y artillería. Los que estaban cercados en Teruel decidieron no rendirse, y ello fue definitivo para la victoria franquista.

El 19 de diciembre el general Vicente Rojo dijo que había que actuar deprisa, antes de que llegaran demasiadas fuerzas rebeldes con los aviones y los cañones. Asaltaron Teruel por el cementerio, pero encontraron fuerte resistencia de los defensores franquistas.

Los republicanos gubernamentales tomaron Teruel el 21 y 22 de diciembre, pero no toda la ciudad, pues algunos edificios resistían: El coronel rebelde Domingo Rey d`Harcourt había alistado a muchos civiles voluntarios, y había reunido a unos 4.000 defensores que se parapetaron en los edificios del Gobierno Civil, el Banco de España, el Hostal Aragón, el Convento de Santa Clara y el edificio del Seminario Diocesano. Los muertos por ambos bandos eran muchos.

La toma de Teruel fue considerada por el Gobierno de España en Barcelona como la primera “gran conquista” republicana durante la guerra y se debía a la planificación del recién ascendido a general (octubre de 1937) Vicente Rojo. Pero Teruel era una ciudad pequeña y mal comunicada, que hasta entonces no había llamado la atención de los contendientes.

En esos momentos, Franco supo que el ataque republicano sobre Teruel era el ataque principal gubernamental, y envió 2 Divisiones más a la zona. Acertó en la interpretación de la táctica de Rojo.

El 21 de diciembre de 1937, Franco se personó en Medinaceli, 100 kilómetros al noreste de Guadalajara, donde reunió a Saliquet, Varela, Yagüe, Juan Vigón y al coronel Martínez Campos. Y los dirigentes franquistas decidieron suspender el ataque sobre Madrid y dedicar esas fuerzas a Teruel: Fidel Dávila coordinaría las fuerzas de Aranda, 2 Divisiones, y de Varela, 2 Divisiones, y se lanzarían a por todas. Se le concedieron a Fidel Dávila el Cuerpo de Ejército de Castilla, el Cuerpo de Ejército de Galicia, el Cuerpo de Ejército Marroquí, la 1ª División de Caballería de José Monasterio, 500 cañones, 140 aviones y algunos carros panzer. Franco ya planteaba la acción de Teruel como una gran batalla. En 1938, todavía sería de mayores dimensiones.

El 23 de diciembre, el franquista Fidel Dávila atacó Los Morrones y La Muela de Teruel por el sur de la ciudad, y Cerro Gordo, Concud y Santa Bárbara por el norte, en un ataque demasiado amplio. Fue un fracaso.

El gubernamental Juan Ibarrola ordenó a Líster que atacara en el norte del Turia, pero Líster adujo que sus hombres estaban cansados, y tenía razón porque había hecho una incursión en territorio enemigo por su cuenta y sin consultarlo a los jefes, y estaba reorganizando esas fuerzas. Pero Rojo no lo sabía y ascendió a Líster a teniente coronel, lo cual era ilegal porque Líster era de milicias comunistas y no oficial profesional militar. En fin, Líster se las arregló para no ir a Teruel. Ibarrola llamó también a García Vivancos, líder de milicias anarquistas, que sí acudió a la confluencia del Alfambra con el Turia. Líster tampoco había imaginado que en Teruel iba a haber una gran batalla como la que hubo.

El 24 de diciembre de 1937 el gubernamental Vicente Rojo ordenó a Juan Hernández Saravia utilizar toda la artillería sobre los focos de resistencia que todavía quedaban dentro de Teruel y aniquilarlos. Vicente Rojo tampoco presentía que Teruel iba a ser una gran batalla, y el 25 de diciembre, considerando que había vencido, Rojo se marchó a Madrid. Quedaban en Teruel dos reductos sin rendirse a los republicanos: el coronel Domingo Rey D`Harcourt resistía en la Comandancia Militar; y el coronel Bartolomé Barba Hernández resistía en el Seminario Diocesano. El franquista Antonio Aranda había fracasado al intentar entrar por el cementerio de Teruel. El franquista García Valiño había fracasado al intentar entrar por la Muela.

El 29 de diciembre, las Divisiones navarras y castellanas empezaron a bajar el Turia por Campillo y San Blas, al oeste de Teruel, y también por el norte de Teruel. Y Franco puso su cuartel general en Daroca, 100 kilómetros al norte de Teruel, en un vagón de ferrocarril, mientras Fidel Dávila lo puso en Caminreal. El general franquista, Fidel Dávila, consiguió reunir 6 Divisiones más y ordenó a Juan Yagüe acudir a ayudar.

Los republicanos pusieron su cuartel general en Jérica, 70 kilómetros al sur en la carretera de Sagunto. Utilizaban los aeródromos de Sarrión, Barracas, El Toro, Caspe, Reus, Sagunto y Villar del Arzobispo.

El 29 de diciembre, Rojo regresó a Teruel con 2 divisiones más, y ejecutó a seis personas por “desmoralizadores” y dio recompensas a otros que habían resistido el fuego enemigo. Llamó a otra División que estaba en Valencia, y a Modesto que mandaba sobre 3 Divisiones, y dio aviso a otras 2 Divisiones más lejanas, para que se pusieran en camino hacia Teruel. Rojo pasaba a considerar que en Teruel podía producirse una gran batalla.

Por fin, en los últimos días de 1937, ambos contendientes aceptaron que se iba a jugar la última gran batalla, y sería en la nieve de los campos de Teruel. Se iba a plantear como la batalla definitiva que decidiría la guerra.

El 29 de diciembre empezó Varela la contraofensiva sobre Teruel. Se dice que la victoria franquista se debió a la inferioridad del material ruso sobre el alemán: por ejemplo, se cuenta que los tanques rusos eran “cazados” debido a la poca visibilidad del conductor, lo que permitía que un soldado se acercara, quemara el tanque por fuera provocando altas temperaturas e hiciera salir a los tripulantes capturando el carro en perfecto estado. El que lo hacía era premiado con 500 pesetas.

El 30 de diciembre de 1937, los franquistas consiguieron entrar en Teruel. Esa noche los republicanos evacuaron la ciudad porque se sentían acosados. Volvió a nevar y las temperaturas bajaron a 18 bajo cero. Los franquistas se levantaron el 31 de diciembre dispuestos a una lucha sangrienta, pero encontraron que no tenían enemigos enfrente, porque se habían ido por la noche. Los franquistas ocuparon La Muela, el punto militar estratégico de apoyo a los asaltos a la ciudad.

Pero los franquistas estaban perdiendo: El 1 de enero de 1938 todos los defensores franquistas del convento de Santa Clara resultaron muertos. El 3 de enero, los defensores de la Comandancia Militar se rindieron, porque tenían muchos muertos y heridos. En el Seminario estaban sin agua, comida ni municiones y aguantaron hasta el 8 de enero. El 6 de enero de 1938, Rey d`Harcourt solicitó autorización para evacuar los enfermos y los heridos en una tregua de dos horas.

Los gubernamentales republicanos tampoco estaban bien: El 7 de enero los republicanos aceptaron la tregua de evacuación pedida, pero llegado el momento, exigieron que los rebeldes se rindieran antes de entregar a sus enfermos. Rey d`Harcourt lo consultó a sus oficiales a las 17:00 horas.

El 8 de enero, Barba Hernández solicitó a sus jefes evacuar a sus heridos. Pero Rojo les dijo a sus hombres que evacuar enfermos era quitarles preocupaciones a los sitiados y hacerles más fuertes. A las 13:30 Barba cayó prisionero y los rebeldes le acusaron de haberse dejado apresar voluntariamente. El 8 de enero, Rey d`Harcourt se rindió, y más tarde sería acusado de traición por rendirse.

Las operaciones en Teruel deterioraron mucho las relaciones entre Franco y Mussolini. Las razones eran las mismas de siempre, desde que empezó la guerra: ambos se atribuían las victorias y exageraban su participación en ellas, y ambos atribuían las derrotas al otro. Y además, Mussolini insistía en utilizar mejores tácticas, y más rápidas, mientras Franco insistía en dejar terminadas las operaciones, en exterminar al enemigo, y era lento. Mussolini llegó a afirmar que los generales españoles no sabían nada de tácticas militares. La ofensiva de Teruel fue un hito en las malas relaciones entre ambos. Mussolini no entendía que se sacrificaran tantos hombres en poblados pequeños y de poco valor estratégico, y que no se hicieran incursiones profundas en territorio enemigo. En el primer contraataque franquista contra las fuerzas republicanas, Franco no contó con los italianos. Mussolini entendió el mensaje y escribió una carta a Franco el 2 de febrero de 1938, donde le decía que, o iniciaba una batalla masiva, o aceptaba la posibilidad de que los italianos se retirasen de la guerra.

En adelante, Mussolini decidió ganar protagonismo en España, en el aspecto en que era más libre de actuar y era superior, los bombardeos, sobre grandes ciudades, sobre todo Barcelona. Y también se quiso apuntar la toma de Barcelona, haciendo que sus hombres actuasen por tierra en Tortosa y Vinaroz.

   Balance de la guerra a fines de 1937.

La ganadería española, dividida entre Galicia rebelde, y Asturias, Santander y País Vasco republicanos, quedó casi toda en manos rebeldes a partir de octubre de 1937.

La pesca, que en el momento de la sublevación estaba al 50% entre ambos bandos, a partir de octubre de 1937 quedó en un 80% en manos rebeldes. Y la elaboración de pescado enlatado quedó en un 97% en manos rebeldes.

En consecuencia, desde fines de 1937, el pronóstico sobre el final de la guerra había dado un vuelco. El ejército rebelde se había igualado al republicano.  Un nuevo factor a tener en cuenta fue el humano: unas 200.000 personas, tal vez 165.000 según otras fuentes, huyeron de la Cornisa Cantábrica, y de ellas, 130.000 se fueron a otras zonas republicanas, mientras los vascos, en número de unos 30.000 se fueron a Francia. Ello constituyó un problema en territorio republicano, pues no sabían cómo dar de comer a estos refugiados.

El Estrecho de Gibraltar pasó a pleno dominio rebelde, pues llegaron el “Cánovas del Castillo”, el “Dato”, y el “Canalejas” que reforzaron al “Almirante Cervera”, y a ellos se sumaron tres submarinos italianos, con lo cual a los republicanos les fue casi imposible pasar por allí en adelante.

La República perdió: el acorazado “Jaime I” en 17 de junio de 1937; el “Ciudad de Barcelona” en Malgrat en 20 de septiembre de 1937, el “Granada” en Palos en 20 de septiembre de 1937, y en septiembre y octubre de 1937, llegó la derrota más importante:

El almirante Miguel Buiza Fernández-Palacios hacía servicio de protección de mercantes que iban y volvían desde el Mar Negro hasta Argel. En esa labor estaban el crucero “Libertad”, el crucero “Méndez Núñez” y 8 destructores, los cuales recogían los mercantes en Argel y los escoltaban hasta Valencia o Cartagena. Pero el crucero rebelde “Baleares” supo de la operación y atacó a los cruceros citados a la altura de Palma de Mallorca. Los mercantes retornaron a África. El “Baleares” recibió algunos impactos de los cruceros republicanos, pero llamó al crucero “Canarias” que tenía doble potencia de fuego y alcance de tiro que los demás buques, y éste llegó a la zona en 8 de septiembre de 1937. El 17 de septiembre de 1937 se produjo un primer combate marítimo al norte de Menorca, contra 3 destructores que escoltaban a 2 mercantes. El “Canarias” dejó ir a los destructores republicanos, pero apresó a los mercantes y los llevó a Palma de Mallorca.

Y el 10 de octubre de 1937, el cañonero rebelde “Cánovas del Castillo” avistó al trasatlántico “Cabo Santo Tomé” que transportaba material de guerra y le incendió. Acudieron el “Dato” y el “Canarias” y remataron al “Santo Tomé”, que huyó inútilmente, pues acabó explosionando cuando llegaba a las costas de Argelia.

Animados por el éxito de estas operaciones los rebeldes pusieron una base marítima en Mallorca, con 3 Cruceros, 5 Destructores, 2 Minadores, 3 Cañoneros, 2 Submarinos, 3 lanchas rápidas y varios patrulleros, rastreadores, aljibes… Los buques rebeldes eran menos que los de la flota republicana, pero los barcos republicanos nunca se atrevieron a atacar Palma de Mallorca. El miedo al “Canarias” era general, pues tiraba a 12.000 metros y se decía que había hecho blanco a 20.000 metros. Los rusos, decidieron descargar sus materiales en el Canal de la Mancha (Francia), y dijeron que los republicanos españoles se las arreglaran para trasladar desde allí el material a España. El material depositado en Dunquerque, era cargado en camiones cerrados, denominados TIR, que atravesaban Francia con destino a Cataluña.

Otro aspecto que había cambiado tras la derrota republicana en la Cornisa Cantábrica, fue la visión internacional del conflicto: si hasta 1937 habían reconocido al Gobierno de Franco Alemania, Italia, Yugoslavia, Albania, El Salvador, Honduras y Nicaragua, en los meses siguientes a la victoria rebelde, le reconocieron Austria, Hungría, Turquía, Grecia, Japón, Portugal y El Vaticano.


[1] Cuando los rebeldes se hicieron cargo de estas empresas, demostraron una falta de técnicos importante, y no fueron capaz de producir ni la mitad de lo que estaban produciendo antes de la guerra. Su gestión fue un desastre.

[2] Francisco Antón era un joven veinteañero, elegido por Pasionaria cuando ésta llegó a Madrid a dirigir el PCE. Pasionaria estaba casada con Julián Ruiz y tenía 6 hijos con él, pero al llegar a Madrid se buscó este amante 17 años menor que ella. Le pidió a Indalecio Prieto que le sacara del frente y le destinara a Madrid para convivir con él. Y en 1939, Pasionaria fue a Moscú, y Francisco Antón a un campo de refugiados francés. Antón se enamoró de una joven de su edad, Carmen Rodríguez, y Pasionaria tuvo un ataque de celos y le acusó de espía del imperialismo, lo que significó que fue depurado del PCE y llevado a Varsovia a trabajar 12 horas diarias. Carmen le siguió, y Pasionaria se sintió despechada. Antón fue perdonado por el PCE en 1966, poco antes de su muerte. No nos consta que Pasionaria le perdonara nunca.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

Leave a Reply