La Guerra de España en septiembre de 1937.

Ideas clave: acciones gubernamentales de diversión en agosto y septiembre, las bases de Baleares, la Conferencia de Nyon, la Iglesia Católica en septiembre de 1938, la Batalla de Asturias en septiembre y octubre de 1937.

Las acciones gubernamentales de diversión a finales de agosto de 1937.

Simultáneamente a la Batalla de Santander, en agosto de 1937 se estaban produciendo otros enfrentamientos de diversión en Brunete, Belchite y otras zonas peninsulares:

Primera distracción, los guerrilleros: El 14 de agosto, Negrín decidió entrar en territorio rebelde y desestabilizarlo. Lo harían guerrilleros con el fin de crear alarma y desmoralización en territorio enemigo. Además estos guerrilleros harían correr todo tipo de informaciones falsas. Pero el plan falló: la mayor parte de los voluntarios fue capturada, y los guerrilleros fueron fusilados.

Segunda distracción, Belchite: El 24 de agosto se estaba produciendo un ataque gubernamental en el frente de Zaragoza sobre Fuendetodos, Mediana, Quinto y Belchite. Belchite resistió hasta 3 de septiembre. La maniobra de distracción no confundió a Solchaga, que siguió en su ataque a Santander y consiguió conquistarla. Manfred Zalmanovich Stern, alias Emilio Kleber, un rumano bolchevique jefe de la XI Brigada Internacional, y de la 45 División, fue enviado desde Madrid por la carretera de Barcelona hacia Zaragoza, y tomó Belchite y Quinto en el límite de Teruel con Zaragoza. La penetración entre Teruel y Zaragoza durará poco, pues en septiembre de 1937, Franco quedaría libre de las campañas del norte, dedicaría sus ejércitos a Aragón y derrotaría a Kleber. Pero eso será en diciembre de 1937. Kleber utilizaba las fuerzas derrotadas en Brunete, al noroeste de Madrid, que fueron trasladadas a toda prisa a suroeste de Zaragoza, en un nuevo intento de sorprender a Franco. Habían recibido fusiles y munición soviética, y era una oportunidad de hacer un movimiento sorpresa, lejos de Madrid y de Santander, donde combatía Franco.

La primera acción del coronel Vicente Rojo Lluch en Aragón fue disolver el Consejo de Defensa de Aragón, dominado por los anarquistas. Y en segundo lugar, trasladó a Líster desde Brunete a Caspe (Zaragoza). El objetivo era tomar Belchite, para ir sobre Zaragoza pocos kilómetros más al norte. El mando de la operación se le dio a Sebastián Pozas Perea. El ataque empezó el 24 de agosto de 1937.

La estrategia fue sobrepasar las filas de los rebeldes en el campo entre Belchite y Quinto, y coordinarse con otro ataque por el norte de Zaragoza, por el Gállego. Los franquistas no detectaron la operación durante varios días, sobre todo porque no se creían que los republicanos tuvieran capacidad para trasladar sus fuerzas derrotadas en Brunete, desde cerca de Madrid, hasta Zaragoza. El ataque gubernamental republicano por la zona entre Belchite y Quinto se realizó con éxito sobrepasando las líneas enemigas, aunque dejara Belchite y Quinto en manos de guarniciones rebeldes. Y la toma de Zuera y Villanueva de Gállego, al norte de Zaragoza, se realizó también con éxito. Belchite y Quinto no se rindieron a pesar de que los republicanos les habían sobrepasado en unos 15 kilómetros. Esta vez se realizaron los objetivos militares aunque se dejasen atrás puntos sin dominar. Zaragoza estaba cerca, a unos 30 kilómetros. Pero los gubernamentales republicanos volvieron a los errores del pasado: eliminar enemigos a costa de no cumplir objetivos militares. Es decir, insistieron en tomar Belchite y Quinto, y los atacantes del norte se perdieron en los caminos de acceso a Zaragoza, por falta de planos y de guías conocedores del terreno. Y Líster se detuvo en Fuentes de Ebro. Todo ello dio tiempo a la llegada de tropas franquistas y el signo del combate cambió. Franco terminó la Batalla de Santander en 25 de agosto, y le quedaron disponibles muchas fuerzas militares.

El ejército republicano llegó a atacar Zaragoza y Belchite y lograron llegar a combatir en los arrabales de Zaragoza. El general “nacional” franquista Luis Miguel Limia Ponte y Manso de Zúñiga resistió a duras penas, con sus hombres y algunos refuerzos que le mandó Franco.

Negrín decidió que la zona clave de la guerra fuera Aragón. Envió sobre la zona a las Divisiones de Líster, Walter y Kleber, la 24 División de Gallo, y una Brigada de tanques y aviación de apoyo. El nuevo objetivo era forzar la línea Zuera-Perdiguera-Alfajarín-Villafranca de Ebro-Quinto y Belchite, para llegar a Zaragoza. Estos pueblos formaban una línea norte-sur al este de Zaragoza. No hay ninguna explicación para que Negrín adoptara esta decisión, pero fue determinante para decidir lo que iba a ser la guerra.

 Ataque gubernamental sobre Zaragoza en septiembre.

El Jefe de la operación gubernamental sobre Zaragoza sería el general Sebastián Pozas Perea, el cual elaboró su plan de ataque: Habría 4 Agrupaciones Operativas, y 2 Agrupaciones Complementarias que debían cuidar los flancos de los ataques. La Agrupación A estaría a las órdenes del mayor Trueba; la Agrupación B, a las órdenes del general Kleber; la Agrupación C, a las órdenes del Jefe de la 102 Brigada Mixta; y la Agrupación D, a las órdenes del mayor Modesto. Además se contaría con 6 Brigadas de reserva. Sumaban un total de 70.000 hombres. Las Agrupaciones A y B atacarían por el norte del Ebro. Las agrupaciones C y D atacarían por el sur del Ebro. Y ambas deberían confluir sobre Zaragoza. La Agrupación A ocuparía desde el Gállego hasta Zuera. La Agrupación B ocuparía Farlete y la carretera de Los Pedruscos. La Agrupación C ocuparía Pina de Ebro y Quinto de Ebro. La agrupación D, considerada la principal, debía comenzar el ataque 7 horas antes que las demás, a las 23:00 del 23 de agosto a partir de Fuentes de Ebro y Mediana de Aragón, y llevaría tanques y blindados. Se dirigiría a toda velocidad sobre Zaragoza, entrando por Torrero y Montemolín, por el sureste de Zaragoza, para estar dentro de la ciudad a las 21:00 horas del 24 de agosto. El ataque empezaría a las 5:00 horas de ese día 24 de agosto.

La ejecución del plan fue desastrosa. Los atacantes desobedecieron las órdenes y decidieron por su cuenta luchar en cada pueblo del camino. No se cumplieron los horarios y se tardó mucho en cumplir los objetivos militares. Sebastián Pozas estableció su cuartel general en Bujaraloz, 80 kilómetros al este de Zaragoza, en la carretera que baja el Ebro. Las Agrupaciones A y B fracasaron. La Agrupación C consiguió llegar a Pina, a medio camino entre Bujaraloz y Zaragoza. La Agrupación D llegó a Mediana, apenas dos kilómetros delante de la agrupación C.

Los resultados fueron extremadamente pobres: se tomó Quinto y las aldeas de alrededor los días 25 y 26 de agosto, y Belchite el 7 de septiembre. El ataque se había quedado parado a 60 kilómetros de Zaragoza.

Los rebeldes franquistas “nacionales” aceptaron la pérdida de Belchite y renunciaron al ataque sobre el ejército republicano, que significaría una sangría por ambos lados, con pocos resultados estratégicos. Habían aprendido de Brunete y de las advertencias alemanas e italianas sobre esas tácticas bárbaras de hacer la guerra. Continuaron con sus planes en Santander y Asturias y las tomaron efectivamente. Y de este modo, la destrucción de Belchite que hicieron los republicanos no sirvió para distraer a los franquistas de sus objetivos en ese momento.

Fueron los gubernamentales republicanos los que hicieron el ridículo en Belchite: el 7 de septiembre proclamaron una victoria en Belchite, y Prieto felicitó a Pozas por el gran éxito obtenido. La verdad era que habían fracasado en su intento de tomar Zaragoza. Habían tomado media docena de pueblos pequeños y habían fusilado unas docenas de rebeldes en esos pueblos, pero no había victoria alguna.

         Las bases de Baleares.

Las Islas Baleares fueron un caso muy singular en la Guerra de España, porque en ellas no hubo batallas importantes, como no las hubo tampoco en Canarias. Pero Baleares sí intervenía decisivamente en la guerra, a pesar de no sufrir ataques militares decisivos de ninguna de las dos partes.

Menorca siempre había sido una base naval importante en el Mediterráneo deseada en su momento por Francia y por Gran Bretaña. Francia quería asegurarse su libre navegación en el mar Mediterráneo occidental, y Mahón era el objetivo francés que aseguraba la eficacia de su principal base marítima en Tolón, complementada con Córcega. Pero Menorca estaba en manos gubernamentales de la República de España, y era muy difícil la intervención francesa contra un socio y amigo. Menorca se mantuvo fiel al Gobierno toda la guerra, pero su intervención en la guerra fue mínima. Finalmente, Luis González de Ubieta González-Campillo, fue nombrado jefe de Mahón en 8 de enero de 1939, y negoció su rendición, la cual se llevó a cabo en 8 de febrero de 1939. En resumen, Menorca fue gubernamental durante toda la Guerra de España.

Mallorca era rebelde desde el primer momento de la sublevación militar y de allí había salido Goded, el hombre que parecía que se iba a hacer cargo de la misma en toda España en julio de 1936, y que era comandante de las islas desde marzo de 1936.

Las guarniciones militares en Mallorca eran: Inca, un lugar en el centro geográfico de la isla, era una guarnición militar por la que nadie mostró interés alguno durante la guerra. Prestó soldados para Franco en varias ocasiones, pero no fue atacada nunca por ninguno de los bandos. La guarnición desapareció en 1988. Pollensa, en el punto más al norte de la isla, que también tenía guarnición militar, fue apreciada por su bahía, una amplia zona en que aterrizaban bien los hidroaviones. Sóller, situado al noroeste de la isla de Mallorca, fue elegido por Franco para constituirse en la base principal de Baleares, y proyectó para ello unos muelles, búnkeres, polvorines, baterías de costa y campos de entrenamiento que la convirtieran en la base central rebelde del Mediterráneo español. Sóller era base permanente del submarino “Sanjurjo”, del “Ónice”, del “Iride”, del “Galilei” y del “Ferraris”. Franco cedió Soller a Italia como base de sus submarinos, e Italia colocó en esa bahía seis submarinos. Luego, Italia envió destructores como el “Aquila” y el “Falco”, que fueron redenominados “Velasco Ceuta” y “Velasco Melilla” para disimular la propiedad italiana. En Sóller había hidroaviones italianos y el acorazado alemán “Kanserpfill Admiral Pfeer”. La base siguió siendo utilizada por alemanes e italianos hasta 1945. Palma de Mallorca fue otra base marítima franquista. Franco enviaba a Palma de Mallorca de vez en cuando al crucero “Baleares”, al crucero “Canarias”, al crucero “Almirante Cervera”, a los destructores “Ceuta”, “Melilla”, “Teruel” y “Huesca”, a los minadores y cañoneros “Júpiter”, “Vulcano”, “Cánovas del Castillo”, “Dato” y “Canalejas”, a los submarinos “General Sanjurjo”, “General Mola”, a las lanchas torpederas “Badajoz”, “Oviedo” y “Requeté”, a los cruceros auxiliares “Mar Cantábrico”, “Mallorca”, “Rey Jaime I”, “Ciudad de Alicante”, “Antonio Lázaro”, “Vicente Puchol”, y “Malaspina”, y a seis bous armados y cuatro bous rastreadores. Italia envió a Palma cuatro submarinos más. Y desde abril de 1937, fueron llegando a Palma más y más buques italianos y alemanes. Los italianos llevaron a Mallorca 22 hidros, 15 cazas Fiat, 12 bombarderos S-21, 15 bombarderos S-79, y empezó a dar la impresión de que Mallorca sería una isla italiana. Alemania no quería quedarse fuera de un posible reparto de Baleares, y la Legión Cóndor llevó muchos aviones a Mallorca. La potencia militar global de Baleares era muy grande en 1937.

Sorprendentemente para tan gran actividad naval, las Islas Baleares apenas tuvieron grandes ataques y campañas bélicas, y las emprendidas desde Barcelona y desde Valencia para tomar Mallorca, fueron campañas menores. No obstante, los muertos habidos fueron similares a otras provincias españolas, pues las víctimas de la represión falangista durante la guerra, pudieron llegar a las 3.000.

El 18 de julio de 1936, los sindicatos obreros mallorquines pidieron armas al Gobernador Civil, pero el dominio de la isla estaba preparado de antemano, quizás por Goded, e inmediatamente a la sublevación del 18 de julio de 1936, los falangistas se hicieron cargo del gobierno de la isla, y ya no la perdieron nunca. Alberto Bayo Girto fue desde Barcelona a Porto Cristo el 16 de agosto de 1936 con 8.000 hombres, civiles, soldados y milicianos, con el objetivo de tomar Mallorca para Barcelona, y dieron por terminada la campaña en 27 de agosto, tras no conseguir nada.

Palma de Mallorca fue gobernada por Arconovaldo Bonacorsi, un hombre de Mussolini, el cual organizó a los falangistas mallorquines en escuadrones que se dedicaron a reprimir a los colaboradores de Bayo. Bonacorsi organizó la represión de los sindicalistas, socialistas y marxistas, de acuerdo con un plan previamente elaborado por gente de la isla, y se valió de los falangistas Mateo Torres Bestard, al que nombró Gobernador Civil, y Francisco Barrado Zorrilla, al que nombró Jefe Superior de Policía, los cuales empezaron deteniendo a los militares y sometiéndoles a juicio, y a los cabecillas de sindicatos y partidos de izquierdas, y tras unos 3.000 muertos y un número muy grande de detenidos, no hubo fuerzas gubernamentales en Mallorca.

El 3 de septiembre de 1936, abandonaron la isla de Mallorca los últimos gubernamentales y el 5 de septiembre de 1936, los franquistas tomaron Ibiza.

Mallorca e Ibiza fueron franquistas durante toda la Guerra de España.

El único suceso importante por el que se menciona a Mallorca, fue que Ramón Franco Bahamonde murió en un vuelo salido de Pollensa en 28 de octubre de 1938, cuando su hidroavión iba sobrecargado de bombas.

         El papel de Baleares en 1937.

En política internacional, todos sabían en 1937 que Mallorca era ya zona militar italiana, y que probablemente Italia se quedara con la isla después de la Guerra de España. A Francia le molestaban las pretensiones italianas sobre Mallorca y Menorca, zona desde la que Italia podría controlar el comercio del Mediterráneo francés.

Gran Bretaña y Francia invitaron a Italia a retirarse de la Guerra de España, lo que significaba ante todo para ellos, que Italia abandonara Mallorca, aunque los documentos hablaban de retirada de la Guerra de España. E Italia contestó que no negociaría fuera del Comité de No Intervención de la Sociedad de Naciones. Entonces, se llevó el asunto al Comité de No Intervención, y se pusieron a discutir unos acuerdos: los soldados se retirarían de la Guerra de España en cifras similares por las dos partes, los soviéticos y los italianos. Y el tema de Mallorca quedó diluído y olvidado como si no fuera importante la ocupación italiana y los deseos de las potencias de quedarse con ella. También Barcelona deseaba ese territorio como parte de Cataluña.

En la discusión sobre intervenciones en la Guerra de España, la URSS dijo que no aceptaba imposiciones occidentales y que si había retirada, debía ser en proporción a los soldados que cada potencia tenía en España. Estaba claro que los políticos son maestros en perder el tiempo, cuando no quieren hacer una cosa y que los rusos no querían irse de España. El soviético Maisky decía que los italianos tenían 85.000 hombres en España, mientras ellos sólo tenían poco más de 10.000. Tras la guerra se reconoció que los italianos tenían uso 60.000 hombres y los rusos 15.000, pero la realidad les importa poco a los políticos en general cuando contradice a sus deseos, y los historiadores posteriores dan cifras muy distintas: los italianos tendrían unos 40.000 hombres, los alemanes 5.000, y los voluntarios comunistas de Brigadas Internacionales serían 35.744 a 31 de diciembre de 1936, 46.313 a 31 de marzo de 1937, 47.803 en julio de 1937, y 48.990 a 31 de octubre de 1937, y éstos se podían considerar soldados de la URSS pues obedecían al Comintern.

Franco exigió que se le reconociera como beligerante, y no se le tratara como rebelde, como se venía haciendo. En todo caso, recomendaba que se fueran los italianos, pero no permitiría que se llevasen el material de guerra que poseían. Y lo mismo dijo de los alemanes poco después.

El 5 de noviembre de 1937, Hitler declaró a sus altos Jefes militares, que “pensaba ir a la guerra entre 1943 y 1945, o acaso antes”, y que el enemigo sería Francia. En esa tesitura, la victoria de Franco en España no le interesaba, pues creía conveniente mantener las discusiones políticas en Roma y en París, que no le hacían ningún daño y le daban tiempo a preparar el ejército más formidable de la historia de la humanidad. La victoria de Franco, le haría aparecer a Hitler como objetivo ante el resto de potencias europeas. También dijo que se anexionaría Austria y Checoslovaquia, sin que nadie valorase la gravedad de esas declaraciones.

Algunos oficiales alemanes se disgustaron por las declaraciones de Hitler, pero el mariscal Von Blomberg, el general Von Fritsch, y el Ministro de Asuntos Exteriores Von Neurath, fueron destituidos por ello el 4 de febrero de 1938.

El objetivo de Hitler era consolidar alianzas con Roma y Tokio, y que se adhirieran a esas alianzas, denominadas “El Eje”, otros Estados. En octubre de 1936 se fraguó el Eje Roma-Berlín. El Pacto Anticomintern firmado entre Alemania y Japón el 25 de noviembre de 1936, debía ser ampliado, pero no lo logró hasta 2 de septiembre de 1940. En 25 de noviembre de 1941, ya fueron 15 los países adheridos a la causa hitleriana: Alemania, Italia, Bulgaria, Croacia, Dinamarca, España, Portugal, Finlandia, Hungría, Rumania, Eslovaquia, Turquía, Japón, Manchuria y China.

De momento, en 1937, Franco se negó a firmar un pacto internacional que le comprometiese.

Tras las declaraciones de Hitler de noviembre de 1937, los republicanos empezaron a pensar que su objetivo era prolongar la Guerra de España hasta que Hitler empezara su guerra, y los aliados contrarios a Hitler entrasen en España. Desde principio de 1938, los republicanos sabían que estaban perdiendo. Franco había sumado 100.000 hombres más a su ejército una vez tomada la Cornisa Cantábrica. Y habían perdido gran parte de su capacidad industrial.

Durante septiembre y octubre de 1937, Italia envió a España 4.500 soldados nuevos, los cuales integraron una nueva división italiana, y también envió cuatro submarinos a Mallorca, y dos destructores que puso a disposición de Franco en el Mediterráneo, y un grupo de bombarderos S-79.

En septiembre de 1937, hubo problemas serios en el bloqueo italiano a los barcos procedentes del Mar Negro: el 1 de septiembre, un destructor británico fue torpedeado por un submarino que se dio a la fuga y no pudo ser identificado; el 3 de septiembre, un mercante británico fue hundido en aguas de Valencia. Y el 4 de septiembre, Ciano dio orden de cese de los ataques, porque Gran Bretaña intentaba declarar esos ataques como piratería, y ello significaba que cualquiera podría disparar sobre buques italianos.

Londres y París se pusieron de acuerdo para organizar una Conferencia de Seguridad en el Mediterráneo. Decidieron verse en Nyon el 10 de septiembre de 1937. Los alemanes e italianos dijeron que no asistirían, pero la reunión se celebró de todos modos y empezó el 6 de septiembre de 1937.

En septiembre de 1937, el “Baleares” rebelde, se enfrentó a los cruceros “Libertad” y “Méndez Núñez”. Cerca había siete destructores gubernamentales protegiendo un convoy de cuatro barcos que iban a Cartagena cargados con material de guerra. El “Baleares” resultó tocado. Pero los mercantes soviéticos navegaron tan cerca de la costa, que embarrancaron en Cherchel (Argelia). El “Canarias” buscó el enfrentamiento con el “JJ Sister” y el “Jaime II”, buques republicanos que protegían a los mercantes rusos, puso en fuga a los destructores republicanos, y apresó a los barcos rusos, que fueron llevados a Palma de Mallorca. Todos huían ante la presencia del “Canarias”, pues constaba que hacía blanco hasta a 20 kilómetros de distancia, aunque normalmente disparaba a 12 kilómetros, mientras los demás apenas superaban los 6 kilómetros en el tiro.

En octubre, Palma de Mallorca se convirtió en el cuartel general de la fuerza de tierra, mar y aire destinada por los rebeldes al bloqueo del Mediterráneo. El jefe de la flota mallorquina era el vicealmirante Francisco Moreno Fernández, Jefe de las fuerzas navales del Mediterráneo. Se ordenó a los buques de guerra del Cantábrico, presentarse en el Mediterráneo, y hacer frente a los barcos que traían material de guerra soviético. El 10 de octubre, el “Cabo Santo Tomé”, un carguero de 12.600 toneladas que trataba de llegar a Valencia y portaba 6 aviones, 1.500 toneladas de material de guerra, 500 toneladas de víveres, fue hundido en Cabo Rora por el cañonero “Dato” y el cañonero “Cánovas del Castillo”.

Para escapar del bloqueo italiano, los mercantes rusos utilizaban la costa de Argelia, y allí se producían muchos combates.

El Gobierno de la República de España, presionó a Luis González de Ubieta para que saliera a combatir a la marina franquista. Pero era más fácil ordenarlo que cumplirlo.

         Conferencia de Nyon.

A fines de julio de 1937, los rebeldes supieron que la República iba a recibir abundante material soviético. Franco pidió ayuda a Mussolini, y éste decidió el 6 de agosto bloquear el Mar Mediterráneo y mantuvo el bloqueo hasta el 12 de septiembre. Mussolini puso barcos de vigilancia en los mares del sur de Italia, y además, organizó unas “maniobras navales” que impedían completamente el paso a buques no deseados. Los mercantes gubernamentales españoles caían un día sí y al otro también bajo los ataques de la aviación y los submarinos italianos, y el destructor “Churruca”, que fue a protegerles, fue inutilizado por un submarino. El tráfico en el Mediterráneo central y occidental era muy difícil. Los países europeos occidentales se quejaron, y convocaron la Conferencia de Nyon con ánimo de reabrir el mar. En agosto de 1937, hubo 18 ataques de submarinos a mercantes relacionados con la República de España, la mayoría soviéticos. El Gobierno republicano acusó a Italia de los ataques. Italia lo negó. El tema era grave, porque se estaba importando material de guerra para España, y porque se estaban realizando acciones de guerra entre Estados que no se habían declarado la guerra. Francia y Gran Bretaña convocaron una reunión “contra la piratería en el Mediterráneo”, como si no supiesen qué estaba pasando.

Gran Bretaña y Francia invitaron a una conferencia a los Estados ribereños del Mediterráneo más Alemania y la URSS, que debía celebrarse en Nyon (Suiza)del 10 al 14 de septiembre de 1937. No asistieron ni Alemania, ni Italia. La conferencia empezó realmente el 6 de septiembre de 1937, terminó el 11 de septiembre con los siguientes acuerdos publicados en 14 de septiembre:

En Nyon se acordó que todo ataque de submarinos contra un mercante que no fuera español, sería contestado por cualquiera de las potencias del Comité de Londres, las cuales patrullarían el mar. Tras este acuerdo, los ataques de submarinos a mercantes que iban a España, cesaron. El Acuerdo de Nyon era vejatorio para el Gobierno de España, y fue denunciado por Negrín ante la Sociedad de Naciones, porque no se castigaba el ataque alemán sobre Almería, y porque sólo se castigaba lo relacionado con el transporte de armamento, sólo se consideraban punibles los ataques realizados por submarinos, y no se consideraban punibles los ataques a barcos españoles. El Comité de Londres reconoció los errores de Nyon, y el 17 de septiembre de 1937, rectificó en el sentido de declarar también punibles los ataques realizados por barcos de superficie y por aviones. Negrín no quedó conforme, y pidió protección para todos los barcos atacados, cualquiera que fuera su nacionalidad.

Se protegería la navegación en unas rutas prefijadas; se atacaría a los submarinos que estorbasen la libre navegación de los mares; no se tolerarían las acciones aéreas sobre mercantes; se retirarían las Brigadas Internacionales y voluntarios enviados por las distintas potencias a la Guerra de España. Se fijaban las zonas a patrullar por distintos países, y Francia y Gran Bretaña se reservaron para ellas el Mediterráneo Occidental, y las zonas de alta mar del Mediterráneo Oriental. El resto de países, cada uno guardaría sus propias aguas jurisdiccionales. El Tirreno y el Adriático no fueron sometidos a patrullajes, porque se entendía que ello significaría la confrontación directa con Italia. En la doctrina expuesta en Nyon, cuando Italia se adhiriese al Pacto de Nyon, esos mares debían ser vigilados por Italia. Estaba muy claro que el objetivo principal de la Conferencia era condenar las acciones de los submarinos italianos en el Mediterráneo. Gran Bretaña y Francia ofrecieron a Italia el dominio del Mar Tirreno, Cerdeña y Baleares, pero debía tolerar el paso de mercantes al sur de estos mares. Pero ello significaba que pasaban los barcos rusos. Italia accedía a participar en la vigilancia del mar, si se le reconocía la paridad absoluta con cualquier otra potencia en el Mediterráneo.

Ante estas decisiones, Mussolini ordenó la retirada de sus submarinos, destructores y aviones del Mediterráneo español. Y Alemania e Italia suscribieron después los acuerdos de Nyon, porque no querían la guerra con Gran Bretaña y Francia. Se dio por terminado el tema de la piratería en el Mediterráneo.

En el trasfondo de la conferencia de Nyon, estaba que Francia deseaba poseer Menorca, una base naval muy importante en el Mediterráneo.

     La Iglesia católica en septiembre de 1937.

En septiembre de 1937, El Vaticano encargó al arzobispo de París, cardenal Jean Verdier, un informe sobre el Gobierno de la República de España. Verdier envió a España al sacerdote Josep María Tarragó i Ballús, y el informe no fue favorable al Gobierno: Tarragó opinaba que el Gobierno de la República perdería la guerra y España caería en manos del comunismo.

Tarragó era un sacerdote catalán huido a Francia en agosto de 1936, que trabajaba para el periódico Le Croix, de 150.000 ejemplares de tirada. Había intentado defender la contradicción vasca de aliarse con los comunistas y socialistas, mientras decían ser católicos, y había escrito “Le Drame d`un people incompris. La Guerra au pays basque” H.G. Peyre 1937. Era netamente franquista, y entusiasta del requeté navarro, cuerpo al que veía como soldados católicos, pero recibió orden del obispo Verdier de condenar la violencia en ambos bandos de la Guerra de España.

Entonces, Manuel de Irujo, Ministro del Gobierno de la República de España, quiso mejorar la imagen de la República de España, y liberó a cientos de sacerdotes y religiosos que estaban encarcelados, aunque no a todos. Manuel de Irujo dejó el Ministerio de Justicia en 1938 y pasó a ser Ministro sin Cartera, pero siguió en el equipo de Vidal i Barraquer, arzobispo de Tarragona.

   La Batalla de Asturias, septiembre–octubre 1937.

Asturias era regida por un Consejo Interprovincial de Asturias y León, constituido en 24 de diciembre de 1936. Pero el 24 de agosto de 1937, se proclamó el Consejo Soberano de Asturias y León. Lo presidía Belarmino Tomás Álvarez, del PSOE, y tenía el apoyo de Segundo Blanco González de CNT, de FAI y del PCE, y también el apoyo de los de Izquierda Republicana, los partidos tradicionales. Tenía en contra a las Juventudes Libertarias, y a las Juventudes Sociales Unificadas, que eran más radicales. Esta entidad se mantuvo hasta que los franquistas tomaron Gijón y Avilés en 21 de octubre de 1937.

Su Presidente era Belarmino Tomás, del PSOE; Vicepresidente era Segundo Blanco, un sindicalista; Vicepresidente segundo era Gonzalo López, un comunista. Tenía 2 vocales del PSOE, 2 del PCE, 2 de FAI, 2 de Izquierda Republicana, y 1 de CNT. Belarmino perdió el sentido común en esos días y declaró soberano al Consejo de Asturias y León en una carta dirigida a la Sociedad de Naciones.

Nadie en España entendía esa actitud autonomista asturiana, y menos lo entendía el Gobierno de Negrín. Belarmino Tomás explicó que tomaba todos los poderes militares en el norte de España porque no estaba de acuerdo con la actuación de éstos en Santander, pero que en lo demás, obedecería al Gobierno de Valencia. También dijo en su carta a Negrín, que no diferenciaría entre civiles y militares, pues los unos actuaban en el frente y los otros en la retaguardia, pero que la guerra era de todos, el mando sería civil, el suyo, y no admitiría un pretorianismo militar como había ocurrido en Santander. Es decir, que el Gobierno de Asturias era soberano en materias de guerra, industria y orden público.

Entender este galimatías de ideas es complicado pues o se es soberano, o se obedece a otro Gobierno. El autor de este complicado razonamiento era Amador Fernández, del PSOE. No estuvieron de acuerdo con la declaración de soberanía, el PCE y JSU, que insistieron en seguir todos obedientes al Gobierno de Valencia. Pero Amador les contestó que Valencia estaba muy lejos de Asturias. Tampoco estuvieron de acuerdo Indalecio Prieto, ni Manuel Azaña. Belarmino Tomás había constituido de hecho una República de Asturias independiente, pues no consultaba sus decisiones al Gobierno de Valencia de la República de España.

Belarmino Tomás contaba con 70 batallones que sumaban unos 80.000 hombres, pero sólo tenía 50.000 fusiles. El mayor problema de Belarmino es que tenía unos 100.000 refugiados vascos, santanderinos y leoneses, a los que debía alimentar, además de a sus 80.000 combatientes, y los puertos de Avilés, Gijón y Ribadesella, estaban bloqueados por los franquistas, y no llegaba comida por ellos.

Franco continuó su campaña del norte. En septiembre octubre de 1937 fue sobre Asturias con 150 batallones, 250 aviones y 250 carros, además de aviación. Los asturianos resisten con 50.000 hombres, 150 cañones y muchísimas ametralladoras. El 21 de octubre, los nacionales entraron en Gijón acabando con la resistencia republicana en esa zona.   Los huidos de Santander a fines de agosto de 1937, fueron a Asturias. Y cuando llegaron los soldados desde Santander, lo primero que hizo Belarmino Tomás en 29 de agosto de 1937, fue destituir a Mariano Gamir Ulibarri por incompetente, y sustituirle por el coronel Adolfo Prada Vaquero asistido por los tenientes coroneles Juan Ibarrola Orueta y Francisco Galán Rodríguez.

Adolfo Prada Vaquero, 1883-1960, era militar de infantería y se había retirado en 1931, pero volvió al ejército en 1936. Combatió en Toledo y en Ciudad Universitaria de Madrid, donde ascendió a coronel. Fue Jefe de la VII División, del IV Cuerpo del Ejército Republicano, y en julio de 1937 fue destinado a Santander y se le concedió mando sobre los Regimientos Vascos, hasta que éstos desertaron y se marcharon al País Vasco. A fines de octubre, huyó de Asturias en un torpedero, llegó a Burdeos, y regresó a la República Española por Cataluña. Mandó el Ejército de Andalucía, el de Murcia, el de Extremadura, y en marzo de 1939 fue nombrado Jefe del Ejército del Centro, con lo cual volvió al origen, a Ciudad Universitaria de Madrid, donde firmó la rendición final.

El 31 de agosto, los rebeldes tomaron el Deva, en el límite de Santander con Asturias, y avanzaron hasta Llanes. Los defensores de Llanes huyeron sin oponer resistencia. A llegar a Oviedo los llaniscos, sus jefes, comandantes de batallón y comisarios políticos, fueron fusilados por Prada.    Prada organizó el ejército asturiano en cuatro Divisiones, que se llamaron A, B, C y D, como venía siendo en la República en esos días. Contaba con 80.536 hombres, 50.000 fusiles, 500 ametralladoras, 600 fusiles ametralladores, 200 morteros y 196 cañones. No era una batalla tan grande como la de Santander, pero era una batalla importante.

El 1 de septiembre de 1937, el general franquista José Solchaga Zala atacó San Vicente de la Barquera, el límite entre Santander y Asturias, con 4 Brigadas Navarras y 1 Brigada de Castilla. Solchaga planificó el ataque a Asturias desde el este, por la carretera de Santander y desde el sur por Pajares, la carretera de León a Oviedo, pero Pajares estaba fuertemente defendido, y en octubre intentaría el paso por San Isidro, el puerto que conduce a Potes. El 5 de septiembre, los rebeldes llegaron a Arenas de Cabrales, y a Llanes. El general que estaba realmente en el ataque era Fidel Dávila, que contaba con 140.000 hombres y 250 aviones. Llevaba dos columnas de ataque: una iría por la costa desde Santander hacia el oeste, se compondría de las Brigadas Navarras que ya habían demostrado eficacia en la toma de Santander, y las llevarían Rafael García-Valiño Marcén, Agustín Muñoz Grandes, Rafael Latorre Roca, Camilo Alonso Vega, Juan Bautista Sánchez González y Miguel Abriat Cantó. La otra entraría en Asturias por los montes, estaría conformada por las Brigadas de Castilla a las órdenes del general Antonio Aranda Mata. Aranda partía de León y quería alcanzar Pajares, la zona que ya conocía bastante bien, y Piedrafita para enlazar con Galicia. Llevaba 3 Divisiones y 2 Brigadas Navarras. En la operación de Asturias, se prescindió de los italianos, que estaban ocupados en Santoña y El Dueso.

El avance por Asturias se hizo muy difícil a los franquistas, y en los primeros 13 días éstos sólo avanzaron 8 kilómetros, de Llanes a Posadas. La resistencia que presentaban Francisco Galán Rodríguez y Juan Ibarrola Orueta, era muy fuerte. Tenían 134 brigadas de socialistas, comunistas y anarquistas vascos, que no se habían quedado a pactar con los italianos, porque su condición de marxistas no se lo permitía. Los asturianos resistían en el Mazuco, al sur de Llanes, y luego en el Sella.

El avance desde el sur, que hacía Aranda, también estaba resultando muy difícil, y Fidel Dávila llamó a Agustín Muñoz Grandes para que se presentara en los puertos asturianos con 24 batallones más. Entraron por Mataporquera (Cantabria), y San Isidro (zona de Potes) el 4 de octubre. El 1 de octubre, la Brigada de Castilla tomó Covadonga. Eso abrió el camino para que las Brigadas Navarras alcanzaran el Sella el 8 de octubre de 1937.

El 10 de octubre, Aranda llegó al Sella, y la Legión Cóndor bombardeó Arriondas e Infiesto. En esos días, el ejército asturiano se desmoronó. El 14 de octubre, las brigadas navarras tomaron Arriondas. El 15 de octubre los franquistas tomaron Infiesto, al oeste de los Picos de Europa, lo cual amenazaba a Oviedo y Gijón.

El 11 de octubre hubo crisis en el Gobierno Soberano de Asturias y León. El PCE quería un Frente Popular Antifascista, que en todas partes le estaba dando muy buen resultado para ganar muchos adeptos, mientras el PSOE y CNT, se opusieron a un sistema en el que ellos perdían representatividad en beneficio de los comunistas.

El 12 de octubre, se produjo en Nieva (Avilés) una huida masiva de soldados republicanos en medio de un pánico general. A partir de ahí, surgió la desmoralización de los asturianos gubernamentales.

El 15 de octubre, Solchaga se reunió con Aranda en Infiesto. El Estado Mayor de la República, ordenó la evacuación de Asturias. La evacuación se tenía que hacer por mar, y no había barcos, Además, la Legión Cóndor incendió los depósitos de gasolina de El Musel (Gijón).

El 17 de octubre de 1937 se reunió en Gijón la Comisión Militar del Consejo Soberano de Asturias y León, presidida por Belarmino Tomás. Los militares opinaban que el ataque rebelde llegaría por Infiesto, Pola de Siero y Oviedo, es decir, la carretera de Santander, y que ocuparían el Nalón, Proaza, Grado y Pravia, para tratar de dividir el espacio asturiano al oeste de Oviedo. El 17 de octubre, el Consejo Soberano de Asturias y León pidió que se resistiese tres días, para tener tiempo de destruir las cosas que podrían venir bien al enemigo y para gestionar el embarque. Como no se podía evacuar a todos, pues los barcos pesqueros daban poca capacidad, se decidió que cada división seleccionase un batallón que se salvaría embarcándose para Francia y luego entraría por Cataluña de nuevo en España. El resto se quedaría a su suerte. Se aguantó los tres días ordenados.

 El 20 de octubre de 1937, se reunió el Consejo Soberano de Asturias y León a las 12:30 horas, y el coronel Adolfo Prada Vaquero informó de que los franquistas avanzaban por todas partes, mientras algunos batallones de Asturias se negaban a combatir, porque les faltaba material de guerra. Y Prada aconsejaba la retirada por mar, desde Avilés, Candás y Gijón. Los huidos llegarían a Francia y se incorporarían a España por Cataluña. Previamente, destruirían las minas y las industrias asturianas. Pero el proyecto era difícil de ejecutar: había ente 50.000 y 60.000 soldados, y aunque Prada dijo que él tenía barcos, carbón y víveres suficientes, era falso. Sólo podían salir unos 10.000, y se escogió a los “afortunados”.

En la noche del 20 al 21 de octubre, fueron embarcados los que tenían barco para huir. Se produjo el caos, porque todos querían salir. Y luego, los barcos en fuga fueron ametrallados por patrullas franquistas, y no todos llegaron a Francia. Muchos fueron hechos muchos prisioneros entre los que no habían podido salir a la mar. Se calcula que tal vez llegaran a Francia unas 9.000 personas, y muchas eran mujeres que huían con su familia. Prada abandonó Asturias en el torpedero nº 3; Galán e Ibarrola también embarcaron; Ciutat se marchó en el “María Santiuste”. El 20 de octubre, se había evacuado la zona este de Asturias.

El 21 de octubre la IV Brigada de Navarra, de los franquistas, tomó Gijón y Avilés. Oviedo se rindió por la tarde. El 20 y 21 de octubre, en Gijón, bombardeó la Legión Cóndor y hundió el destructor “Císcar” y un submarino C-6. Permanecía en Gijón el coronel gubernamental José Franco Mussió, que en 21 de octubre por la tarde se rindió a las tropas navarras. Fue fusilado el 14 de noviembre.

Tanto en Santander como en Oviedo, los nacionales encontraron con sorpresa, que había grandes cantidades de ropa interior, medias, vino, leche en polvo y pescado en conserva en diversos almacenes, lo cual contrastaba con el hambre que la población había pasado. Alguna descoordinación o incompetencia había habido en la zona norte a la hora de abastecer de alimentos.

Poco después de octubre de 1937, los cargaderos de mineral funcionaban normalmente, las carreteras y ferrocarriles habían sido reparados en parte gracias al esfuerzo de los presos republicanos.

22 batallones de soldados gubernamentales fueron apresados por los franquistas; 9 batallones habían escapado por mar; 5 ó 6 batallones huyeron a los montes con distinta suerte para cada fugado; y 50 batallones habían desaparecido.

Una vez tomada Asturias, el bando de Franco era por primera vez militarmente superior al gubernamental en el conjunto de España. Había llamado a filas a 11 reemplazos y contaba con 700.000 hombres, a los que había que sumar los 40.000 italianos y una cifra similar de marroquíes. Pero lo más importante es que los 150 batallones que tenía ocupados en el frente del Norte, quedaron disponibles para otros frentes. Por otra parte, Franco disponía del carbón de Asturias, de los altos hornos vascos, de las fábricas de armas asturianas, cántabras y vascas, y podía distribuir productos lácteos de Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco, a toda su zona de influencia.

En la campaña del norte, el bando gubernamental había perdido 35.000 muertos, y las víctimas totales de la guerra se elevaban a más de 100.000, si contamos los civiles y los soldados vascos.

Las zonas ocupadas del norte quedaron sujetas a movilización militar y los prisioneros fueron clasificados: los considerados peligrosos iban a consejos de guerra de los que sólo había dos salidas, la cárcel o el fusilamiento; Los que habían combatido y no se consideraban peligrosos iban a campos de trabajo; y los que no se habían relacionados con partidos políticos o sindicatos frentepopulistas, se debían incorporar al ejército rebelde para probar que no eran “rojos”. A éstos, se les destinaba a zonas alejadas de su tierra de origen.

Una vez en los campos de trabajo, sólo había un modo de salir vivo: apuntarse al Tercio. Era la salida de los que creían que serían denunciados y acabarían en un consejo de guerra. Muchos de estos soldados legionarios, fueron buenos soldados franquistas y se mantuvieron en la Legión muchos años.

La represión sobre Asturias fue dura, y fueron fusiladas no menos de 1.800 personas, una cantidad muy similar al resto de las provincias españolas.

Por otra parte, el dominio del norte de España, le proporcionó a Franco carbón de Asturias y León, hierro de Vizcaya, y puertos libres al mar, además de soldados avezados en la lucha en la montaña. Pero Franco creía que las unidades militares eran débiles, y unió las Brigadas Navarras de dos en dos, y sumó a cada grupo resultante soldados de reclutamiento, a los que denominó División, y tuvo nuevas Divisiones para la lucha. Los jefes de estas divisiones con carlistas y falangistas, eran siempre profesionales africanistas. Los carlistas tenían unos 60.000 hombres, los cuales fueron organizados en 35 Tercios, los cuales no pudieron agruparse entre sí, sino que se añadían a batallones de militares profesionales y falangistas, de modo que la autoridad militar prevaleciese sobre las ideologías, falangista o carlista. La convivencia de falangistas y carlistas en las nuevas unidades militares, siempre fue difícil, porque eran dos revoluciones diferentes, tal vez cuatro: Los carlistas integristas católicos, los carlistas liberales, los falangistas de la vieja Falange, y los falangistas franquistas de la nueva Falange.

Con la caída de Asturias en manos de los rebeldes, el aspecto global de la Guerra de España había cambiado notablemente: al empezar la guerra, toda la zona industrial estaba en zona republicana. A partir de octubre, las industrias del norte estaban en manos rebeldes. A la República le quedaba Cataluña y las industrias trasladadas a levante. La República estaba perdiendo y las predicciones sobre la victoria cambiaban. Se empezaba a comprobar que entregar las fábricas y los Regimientos militares a sindicalistas ineptos, no había sido buena idea. Que el pueblo no colaboraba con las milicias en el grado que éstas predicaban en su propaganda. “El pueblo” se guardaba víveres para sí mismo, joyas para no dárselas a los milicianos, y escondía a cuantos hombres podía, para que no se los llevaran al matadero del frente. Las autoridades sindicalistas recorrían los pueblos buscando comida y hombres, cosa en la que su vida corría poco peligro, y enviaban a morir a los que encontraban mientras ellos fusilaban a los que encontraban desafectos a su causa.

     Remodelación del ejército franquista.

Franco hizo desaparecer las ocho Divisiones Orgánicas existentes durante la República, y las transformó en “Regiones Militares”. Y el ejército de Franco quedó de esta manera:  El Cuerpo de Ejército de Galicia a las órdenes de Aranda; El Cuerpo de Ejército de Castilla, a las órdenes de Varela; El Cuerpo de Ejército de Aragón, a las órdenes de Moscardó; la Segunda Región Militar-Sevilla, a las órdenes de Lombarte; la Quinta Región Militar-Zaragoza, a las órdenes de Rajoy; la Sexta Región Militar-Burgos, a las órdenes de López Pinto; la Séptima Región Militar-Valladolid, a las órdenes de Barrón; y la Octava Región Militar- La Coruña, a las órdenes de Llaneras; el Cuerpo de Ejército de Navarra y Aragón; el Cuerpo de Ejército de Navarra; el Cuerpo de Ejército Marroquí;  y el Cuerpo de Ejército de Truppe Volontarie Italiano.

Franco contaba además con municiones y armas abundantes que le llegaban de Italia y de Alemania, y ya no sufría escasez como hasta entonces. Para ser un ejército perfecto, le faltaban oficiales y técnicos, y una organización mucho más concienzuda y moderna, con más servicios complementarios.

     Disgusto entre los gubernamentales.

En la tercera semana de octubre de 1937, Negrín recibió a Companys en Madrid. Companys le dijo que se sentía solidario con los madrileños, frase que más bien parecía un insulto contra los que habían sufrido tanto. Y Negrín le soltó una contestación dura a Companys: “Desear la victoria y no servirla, es colaborar con el enemigo”. El mensaje era un tanto críptico, para no tener que romper con los catalanes.

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