La Guerra de España en agosto de 1937.

Ideas clave: el ejército gubernamental en agosto de 1937, el ejército rebelde en verano de 1937, los Estatutos de la Falange franquista, la Batalla de Santander, el Pacto de Santoña, política de Negrín en agosto de 1937,

     Ejército gubernamental en agosto de 1937.

El 7 de agosto se reestructuraron los Cuerpos de Ejército gubernamentales. El Comisario General de los Cuerpos de Ejército gubernamentales, era el pesoísta Ramón González Peña. Los Cuerpos de Ejército eran unidades que combinaban varias Divisiones y sus servicios de artillería, aviación, intendencia y motorización, pues la unidad considerada hasta entonces suficiente para actuar autónomamente, la división, se había quedado pequeña para las nuevas posibilidades técnicas de la guerra.

El 11 de agosto se había disuelto el Consejo de Aragón, una institución creada por los anarquistas para sus experiencias revolucionarias. La nueva autoridad como Gobernador fue José Ignacio Mantecón Navasal, un republicano de Izquierda Republicana, que colaboró con los anarquistas aragoneses del Consejo Regional de Defensa de Aragón a partir de 1 de enero de 1937, fue Gobernador de Aragón a partir de agosto de 1937 y se hizo comunista en 1948. Naturalmente, el anarquista Rodríguez Vázquez protestó. Y Líster, del PCE, decidió ocupar militarmente Aragón y detener a los anarquistas que no aceptaran su autoridad.

El fracaso anarquista se originaba en el momento en que todas las órdenes del Gobierno de Madrid eran puestas a discusión y votación entre los afiliados. Unas veces las asambleas las acataban, y otras no. Esta política no tenía sentido y menos en medio de una guerra, y Negrín decretó que quien pusiera en duda una orden del Gobierno sería sancionado. Indirectamente, las críticas que hacía Largo Caballero también eran acalladas con este Decreto.

Tras el desgaste sufrido, ambos bandos se dedicaron en verano de 1937 a reclutar hombres, cientos de miles de soldados. Los rebeldes dominaban un territorio habitado por 13 millones de personas, y los gubernamentales otro habitado por 12 millones de personas. En febrero de 1937, los dos bandos habían reclutado ya a doce reemplazos militares, y cada reemplazo suponía 160.000 hombres, por lo que los movilizados teóricos sumaban la cantidad de 1.900.000 soldados, casi un millón por cada bando. Sumando los 40.000 brigadistas internacionales, 60.000 italianos, 6.000 alemanes, y miles de rusos, podemos hablar de una guerra con dos millones de soldados. En realidad, las cifras reales estaban muy por debajo de las teóricas.

En 24 de agosto de 1937, las fuerzas gubernamentales, dirigidas por el Ministro de Defensa, Indalecio Prieto, se componían de los siguientes ejércitos:

Ejército del Centro, mandado por José Miaja Menant, que reunía los Cuerpos de Ejército I, II, III, IV y VI.

Ejército de Extremadura, mandado por Ricardo Burillo Stholle, que reunía los Cuerpos de Ejército VII y VIII.

Ejército de Andalucía, mandado por Adolfo Prada Vaquero, que reunía los Cuerpos de Ejército IX y XXIII.

Ejército de Levante, mandado por Juan Hernández Saravia, que reunía los Cuerpos de Ejército XIII y XIX. Juan Hernández Saravia, estaba ayudado por el teniente coronel Ginés Sánchez Balibrea, y el coronel Manuel Eixea Vilar, del PCE. El objetivo era tomar Teruel como base de operaciones hacia Aragón, hacia el Tajo, y hacía Zaragoza, remontando el Ebro.

Ejército del Este, mandado por Sebastián Pozas Perea, que reunía los Cuerpos de Ejército X, XI y XII.

Ejército de Maniobra, a las órdenes de Indalecio Prieto Tuero, que reunía los Cuerpos de Ejército V, XVIII, XX, XXI y XXII.

División de Ingenieros Blindados.

El ejército gubernamental estaba perdiendo fuerza, pues había empezado 1937 con 23 Cuerpos de Ejército que sumaban 73 Divisiones y 225 Brigadas Mixtas, y ya sólo le quedaban 19 Cuerpos de Ejército, con 56 divisiones y 167 Brigadas Mixtas. Pero todavía tenía más soldados que los rebeldes.

En cuanto a las fuerzas navales, la Armada gubernamental todavía era superior a la rebelde, pero había perdido el acorazado Jaime I, el destructor Císcar, el destructor Ferrándiz, y los submarinos B-5, B-6, C-3, C-5, y C-6, lo que suponía que su superioridad naval ya no era tan decisiva. La flota gubernamental estaba a las órdenes de Luis González-Ubieta González-Campillo, y contaba con los cruceros “Libertad”, y “Méndez Núñez”; los destructores “Sánchez Barcáiztegui”, “Lepanto”, “Valdés”, “Antequera”, “Miranda”, “Gravina”, “Escaño”, “Jorge Juan”, “Ulloa”, y “Lazaga”; el submarino C-1; 12 lanchas rápidas GS rusas; y tenía en reparación los destructores “Churruca” y “Alcalá Galiano”. Quizás pudiera contar con otros buques refugiados en Francia, como el independiente “Alsedo”, el destructor “José Luis Díez”, los submarinos C-2 y C-4, y con el crucero “Cervantes”, que estaba también averiado.

La derrota fundamental del bando gubernamental se había producido en el aire, donde había perdido 200 aviones, casi todos en las campañas del norte. Pero todavía le quedaban unos 350 aviones. Los rebeldes contaban con unos 500 aviones, por lo que la superioridad rebelde en el aire era ya manifiesta. Los 350 aviones gubernamentales estaban organizados en las escuadrillas 1, 5, 7 y 11.  Y eran superiores a los rebeldes en aviones caza, pero ya no en aviones de reconocimiento y de bombardeo. Además, los gubernamentales recibían una media de 30 Y-15 (chatos) soviéticos al mes, que eran aviones muy potentes. Los gubernamentales estaban orgullosos de sus seis escuadrillas de monoplanos Y-16 (moscas), aviones muy rápidos.

En fin, tras la derrota en el norte, los gubernamentales no habían perdido todavía la guerra.

Ejército franquista en otoño de 1937.

Franco tenía en otoño de 1937, 250.000 hombres españoles, que ya estaban entrenados en la guerra casi todos. Los republicanos contaban con 600.000, pero muchos de ellos voluntarios sacados del campo y de las fábricas y sindicatos. Pero Franco reclutó 100.000 moros, 70.000 italianos y miles de alemanes y portugueses, y con esos 450.000 hombres, equilibró las cifras de combatientes.

Las violencias franquistas hicieron impopular al bando franquista, y Franco sabía que no tenía más camino que la victoria total, pues nunca le aceptarían negociaciones después de decenas de miles de asesinados. Sabía que una vez obtenida la victoria tendría que enfrentarse al pueblo español, y antes de ello, tenía que hacer una represión definitiva que le consolidase en el poder.

Franco reestructuró también su ejército creando Cuerpos de Ejército integrados por varias Divisiones Orgánicas. Eran siete: el I era el de Madrid, el II el de Córdoba, el III el de Granada…

Los franquistas tenían divisiones mejor dotadas de material y de posibilidades de reclutar más soldados, pero antes de llevarlos al frente debían entrenarlos. El cambio importante tras el verano de 1937, era que las fábricas de armas de Guipúzcoa, Vizcaya, Cantabria y Asturias, habían pasado a manos de los rebeldes, y no habían sido destruidas durante los combates del norte.

         Los Estatutos de la Falange Franquista.

     El 4 de agosto de 1937, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, la nueva Falange franquista, recibió una nueva organización. Se definía a Falange Española Tradicionalista y de las JONS, como un partido fascista que unificaba las ideas de pueblo y Estado en una sola, y entendía que era el Estado el que infundía en el pueblo las virtudes de servicio, hermandad y jerarquía. La contradicción con la Falange Fascista, nacida del pueblo y que se ponía al servicio de un líder y de un Estado para desarrollar las cualidades del pueblo, el volkgeist, era evidente para los intelectuales, pero no para el común de los españoles. La nueva Falange decía ser fascista, pero evidentemente era otra cosa, algo al servicio de Franco. Se conformaba la dictadura autócrata de métodos fascistas que era el franquismo.

En la nueva Falange, habría militantes y adheridos. Los aspirantes o adheridos, debían pasar un periodo de prueba, antes de ser admitidos como militantes. Se preveía la existencia de una milicia falangista, lo cual evitaba tanto disolver la vieja milicia falangista, como la creación de un sindicalismo jerárquico y vertical, similar al fascismo. No se podía prescindir, en 1937, de la milicia falangista. Y habría un nuevo sindicalismo, no dirigido por líderes populares, sino al servicio del Estado franquista.

Se introducían ideas nuevas: el franquismo se declaraba cristiano, siempre que la Iglesia colaborara con el franquismo; se declaraba miembros del nuevo partido falangista franquista, a todos los que no estuviesen ya encuadrados en alguna organización política, y sobre todo a los generales, jefes, oficiales y clases del ejército; el partido se ponía al servicio de Franco, supremo Caudillo capaz de realizar los destinos de España; Franco asumía una autoridad absoluta y ello se expresaba en que sólo respondía “ante Dios y ante la Historia”, y no ante el partido franquista; se asumía que Franco designaría a su sucesor; se definían los órganos que regirían el nuevo partido.

En realidad, la falange franquista ya no era fascista, aunque se declarase como tal, porque renunciaba a lo esencial del fascismo, la colectivización agraria y la nacionalización de las empresas y servicios. El fascismo real se parecía más al socialismo de clase y al comunismo que al franquismo. De hecho no era raro que algunos falangistas se pasaran al comunismo y viceversa. También algunos anarquistas se pasaron a Falange, y viceversa. El fascismo era nacionalsindicalismo, es decir, ponía al sindicato en el poder, aunque al servicio de la tradición y de los ideales del pueblo, para realizar la idea y misión de un pueblo, encarnado por un líder. El Comintern de Moscú declaró en 1932 que el fascismo era de extrema derecha, idea ampliamente divulgada por los comunistas y los socialistas de clase, y desde entonces el confusionismo se ha instalado en los historiadores calificando al fascismo como extrema derecha, porque en la práctica, los dictadores fascistas acabaron apoyándose en los empresarios para hacer viables sus utopías. Pero no debemos confundir la extrema derecha, o gobierno de los empresarios en contra de las asociaciones obreras marxistas y anarquistas, con el fascismo, o realización de la idea nacional mediante la colectivización de la economía. Franco fue uno de los muchos dictadores autócratas que adoptaron métodos del fascismo para instituir Gobiernos de derechas, y ello contribuyó a incrementar la confusión. Pero el fascismo que persistió en tiempos de Franco en España, fue residual y minoritario dentro de Falange, y siempre estuvo muy reprimido por Franco.

     El Consejo Nacional de Falange se constituyó oficialmente el 19 de octubre de 1937 con un mínimo de 25 miembros y un máximo de 50 miembros, de los cuales sólo 7 eran militares. Franco nombraba la totalidad de los Consejeros. El 19 de octubre de 1937, fueron nombrados los 50 Consejeros Nacionales, los cuales juraron fidelidad a Franco en el Monasterio de las Huelgas de Burgos en diciembre siguiente. Franco juró en calidad de Jefe de FET y de las JONS, y los demás juraron lealtad a Franco. Pilar Primo de Rivera encabezaba el grupo “falangista” de unos 20 miembros dentro del Consejo; el Conde de Rodezno encabezaba el grupo tradicionalista de unos 12 miembros; Queipo de Llano encabezaba el grupo militar de unos 12 miembros; José María Pemán encabezaba el grupo monárquico de unos 5 miembros. Se comentó que la mitad habían sido sugeridos por Serrano Súñer. El Consejo Nacional de Falange nunca tuvo la trascendencia del Gran Consejo Fascista italiano, pues no podía actuar contra Franco, mientras el Gran Consejo Fascista depuso en su día a Mussolini.

Tras la constitución del Consejo Nacional, Franco habló para agradecerles su colaboración a los designados y, a continuación, el Consejo se reunió en primera sesión: Queipo de Llano quiso intervenir, pero Franco no se lo permitió; el monárquico Vegas Latapié, quería hacer una propuesta de elección de seis Consejeros para una Junta Política, y no se le permitió tampoco intervenir; Fernández Cuesta dijo que los Consejeros de la Junta Política que correspondían al Consejo Nacional, serían nombrados por Franco; como Franco nombraba directamente a los otros seis, el resultado final era que Franco nombraba a los doce; Franco intervino al fin, para explicar cuál debía ser el trabajo de los Consejeros, y les dijo que representaban a todos los españoles, pero a ninguno en concreto, que debían ser constantes, leales y rigurosos, que el Consejo no era un Senado ni un Congreso de Diputados. Y así concluyó la reunión. Los Consejeros entendieron que iban a tener poco papel de decisión en el nuevo régimen político franquista. Ello creó algunas tensiones en los distintos partidos del bando franquista, pero su misión era apaciguar a los suyos. Los católicos y los alfonsinos se dieron cuenta de que tenían poca fuerza para imponerse, y se sometieron enseguida. Los falangistas y los carlistas, aunque tenían sus milicias, habían sido derrotados por Franco.

La Junta Política de Falange, sería una delegación del Consejo Nacional, y estaba integrada por 12 miembros, seis nombrados por Franco, y 6 por el propio Consejo Nacional.

La Jefatura de Seguridad Interior, Orden Público y Fronteras, se constituyó oficialmente el 31 de octubre de 1937. Su director fue Severiano Martínez Anido.

El Servicio Social de la Mujer se constituyó en noviembre de 1937.

En noviembre se dieron también los Estatutos del Sindicato Español Universitario de FET y de las JONS, SEU, sindicato que no era obligatorio a todos los españoles, salvo para matricularse en la Universidad. La Universidad era obligadamente franquista.

Los nuevos papeles de Falange y del Tradicionalismo, serían garantizar la continuidad histórica de España y el progreso de la revolución nacional. Una idea de tradicionalismo y otra de progresismo, que no se concretaban en nada.

Se declararon fiestas nacionales: el 1 de octubre, Fiesta del Caudillo, con celebraciones que organizaría la nueva Falange. El 12 de octubre, como Día de la Raza.

La vieja Falange Española no pudo resistir ante la nueva organización franquista de Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Se le otorgaron muchos puestos directivos en el nuevo partido y en el nuevo sindicato franquista. Aceptaron esos puestos, pero ello no sirvió para cambiar al franquismo, sino para que ellos se adaptasen a la aceptación del franquismo. Dionisio Ridruejo dijo que FET y de las JONS era un monstruo que había matado a dos fenómenos auténticos que eran Falange y el Tradicionalismo, para dar a luz a una entidad artificial, el franquismo. Porque Franco no reconoció nunca protagonismo ni autoridad intelectual a Falange Española. Cualquier desviacionismo de la doctrina franquista era considerado una agresión a Franco. Franco escogió a Pilar Primo de Rivera para integrar un “grupo purista” de Falange, que reivindicaba la suprema autoridad sobre el partido, sin especificar si era el nuevo o el viejo partido falangista, y Franco se ocupó de anular al resto de los líderes falangistas. Pilar se convirtió en el arma de Serrano Súñer, el cual trató de convertirse en el intermediario entre Pilar y Franco.

El principal obstáculo al desarrollo de la nueva Falange, era el trato dado a Manuel Hedilla, un tipo secundario que defendía la pervivencia de la vieja Falange. Ridruejo se quejó de la detención de Hedilla, y Franco le contestó que no era un asunto que le concerniera a él. En la entrevista, estaba presente Pilar Primo de Rivera, que estuvo callada, y no hubo ruptura del franquismo con Falange.

Intentaron recomponer la vieja Falange: Agustín Aznar, Fernando González Vélez y Sancho Dávila Fernández de Celis, los cuales se entrevistaron con Franco. Serrano Súñer actuó como intermediario. Falange era la fuerza que sostenía a Serrano Súñer, pero Serrano Súñer no quería acabar con Franco, su cuñado. Serrano Súñer se hizo amigo de Ridruejo, el cual exigía el paso de la revolución franquista a la fascista. Serrano Súñer actuaba como moderador de los falangistas exaltados. Convenció a Ridruejo de que, sin Franco, Falange desaparecería, y allí se produjo la paradoja de que, para no desaparecer del todo, Falange se inmolara ante Franco. Serrano decidió la redacción del Estatuto de Falange, y la distribución de cargos entre los falangistas. Muchos falangistas creyeron que, con la asunción de esos cargos habían triunfado. Pero sucedió todo lo contrario, que fueron anulados por el franquismo. El que parecía salir ganando era Serrano Súñer, pues presentaba muchos méritos ante Franco, pero la victoria de Serrano sólo duró hasta que Hitler comenzó a ser derrotado en 1942. Fue Falange la que se adaptó al franquismo.

        La Batalla de Santander, en 1937.

Franco no perdía de vista sus objetivos y no caía en la trampa de las batallas que le presentaban los republicanos, como la de Brunete (Madrid), o la de Belchite (Zaragoza) y el 26 de agosto tomó Santander, y el 20 de octubre, Gijón.

En el norte, en agosto de 1937, quedaban como territorios republicanos el Gobierno General de Asturias y León, el Gobierno General de Santander, Palencia y Burgos (que de Palencia y Burgos sólo comprendía las montañas de estas dos últimas provincias), y unos residuos del País Vasco.

Los republicanos prepararon la defensa de Santander mediante cuatro líneas de defensa. La primera y más al sur, estaba en Barruelo de Santullán y Aguilar de Campoo en Palencia en la carretera a Valladolid al sur de la cordillera, y fue un error porque estaba demasiado lejos de las bases en el puerto de Santander, y sin posibilidad de retirada. La segunda, fue la línea de cumbres en Soncillo-El Escudo (carretera de Burgos) y en Pozazal-Reinosa (carretera de Palencia y Valladolid). La tercera línea de defensa estaba al norte de la cordillera en Entrambasmestas y Alceda en la carretera de Burgos, y en Bárcena de Pie de Concha en la carretera de Valladolid. La cuarta estaba en Puente Viesgo, Vargas, Zurita, Vioño en la carretera de Burgos, y en Los Corrales y Torrelavega en la carretera de Valladolid. La batalla de Santander fue preparada como una gran batalla dentro de la Guerra de España.

Los soldados vascos fueron situados por Mariano Gamir Ulibarri el jefe de las fuerzas gubernamentales del Norte, en el Portillo de Suano, cerca de Reinosa, y en Mataporquera, taponando los accesos al Saja y al Besaya, los dos ríos que confluyen en Torrelavega.

El Corpo de Truppe Volontarie atacaba tanto por la costa desde Bilbao, como también desde el Puerto de El Escudo, por el sur, carretera de Burgos. Y en las proximidades de Reinosa, carretera de Palencia, se situaron las Brigadas de Navarra y de Castilla, el núcleo fuerte de los invasores.

Mariano Gamir Ulibarri, había sido en 1906 profesor de la Academia de Infantería, Caballería e Intendencia de Toledo, y volvió a serlo en 1924. En 1932 fue director de dicha Academia. En 29 de mayo de 1937, Indalecio Prieto le hizo jefe del Ejército de Vizcaya, que perdió el 19 de julio de 1937, cuando tenía 59 años de edad. Entonces pasó a mandar las fuerzas gubernamentales en Santander, y lo primero que hizo fue liquidar los batallones dependientes de CNT, UGT y PCE, y unificar el mando. Las fuerzas bajo su mando eran muy numerosas pues disponía de 4 divisiones vascas (12 brigadas mixtas); el XV cuerpo de ejército de Santander compuesto 4 divisiones (14 brigadas mixtas); El XVI cuerpo de ejército de Asturias con 3 divisiones (7 brigadas mixtas); el XVII cuerpo de ejército de Asturias con 5 divisiones (13 brigadas mixtas); una división de reserva con soldados vascos; una brigada de carabineros; una brigada de infantería de marina; 120 cañones de los cuerpos de ejército asturianos; 82 cañones del cuerpo de ejército de Santander; 30 aviones[1].

Juan Ruiz Olazarán, pesoísta Presidente del Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos, cesó a José García Vayas como comandante militar de la ciudad de Santander, y puso en su lugar a Francisco Galán Rodríguez, del PCE. García Vayas cargó con las culpas de los fracasos militares habidos. Olazarán era un camarero del PSOE, que había asumido el mando civil de Santander.

Defendía Santander al mando de la 51 división el teniente coronel Francisco Galán Rodríguez[2], guardia civil hermano del sublevado en Jaca en diciembre de 1930, Fermín Galán Rodríguez y del carabinero José María Galán Rodríguez. Francisco Galán se había hecho guardia civil en 1926 y, como todos sus hermanos, era miembro del PCE y organizador del Movimiento Antifascista Obrero y Campesino en 1936. Había acudido al Guadarrama a luchar contra los sublevados en 1936, y se le mandó a Santander a mandar la 51 División de Santander y el XIV Cuerpo de Ejército de Asturias en 1937, que fueron derrotados en verano de 1937. Galán pasaría a Teruel, donde también los gubernamentales perdieron la batalla, y a Cataluña, que perdió también, y en 1939 fue a Madrid y se le encomendó en marzo de 1939 ir a Cartagena, donde se rumoreaba que iba a desertar la guarnición. Llegó, se subió al Cervantes, y huyó con la flota que desertaba. Desde África se marchó a Argentina, donde murió en 1961.

Desde el 21 de julio de 1937 había empezado la preparación del ataque franquista sobre Santander. El primer acto fue el bombardeo de Alceda, el pueblo al pie del Puerto de El Escudo en su ladera norte. Los ataques aéreos de preparación de la invasión fueron constantes todo el verano de 1937.

Los aviadores alemanes hicieron un gran progreso en estos días, pues ensayaron el bombardeo en picado, mucho más efectivo sobre la diana. Nunca se había hecho antes. Sólo se necesitan frenos muy potentes detrás de las alas, para recuperar el vuelo plano tras el picado, pero con esa innovación técnica se consiguen blancos perfectos sobre puentes o sobre barcos. La tecnología de guerra progresaba.

El 3 de agosto de 1937, Franco envió un telegrama a Roma, para anunciar que les iba a llegar mucho material soviético a los republicanos y por tanto, necesitaba que la Marina italiana interceptara los mercantes procedentes de Odessa y el Mar Negro. Franco exageró la cantidad de buques y de material de guerra que iba a llegar. Y el 5 de agosto, Mussolini recibió a Nicolás Franco y le comunicó que pondría controles en el centro del Mediterráneo., pero se negó a entregar buques de guerra a la España franquista. Mussolini dedicó 10 submarinos al bloqueo de las costas sicilianas, y entre el 11 y el 30 de agosto de 1937, hundió cinco barcos españoles republicanos y dos barcos soviéticos que portaban armas. Además, otro carguero español fue torpedeado sin llegar a hundirse, y un carguero francés fue torpedeado sin recibir daños mayores. El bloqueo se completaba con vuelos de reconocimiento del mar, y de ataque eventual si descubrían indicios de armas: recibieron bombas de aviación un carguero danés y un carguero británico; un petrolero de bandera panameña fue incendiado;

El 6 de agosto, el Gobierno de la República creó la Junta Delegada del Gobierno en el Norte. Tenía su sede en Santander. Su Presidente era Mariano Gamir Ulibarri, el hombre que iba a coordinar las acciones de lucha en el norte de España. En la Junta había representantes de Asturias, Santander y Vizcaya: Guillermo Torrijos representaba a los vascos y era PSOE; Ramón Ruiz Rebollo representaba a los santanderinos, y era PSOE; Juan José Manso representaba a los asturianos y era PCE. Gamir Ulibarri asumía tanto los poderes civiles como los militares. Disponía de 200.000 hombres bien armados, procedentes de 19 reemplazos de servicio militar, todos los que podían sostener un arma desde los 18 a los 40 años de edad. Disponía de 64 aviones y luego recibió 9 más. Disponía de los destructores “Císcar” y “José Luis Díaz”, que habían regresado de Francia. Y disponía de dos cargamentos de armas recibidas en junio. Era un ejército muy considerable, que debía ser capaz de doblegar a los rebeldes. Gamir estructuró su ejército en: el XIV Cuerpo de Ejército, integrado por vascos refugiados en Santander y a las órdenes del coronel Adolfo Prada Vaquero; el XV Cuerpo de Ejército, integrado por santanderinos a las órdenes del coronel José García Vayas (tras el fracaso de Santander, esta fuerza pasó a las órdenes de Francisco Galán Rodríguez); el XVI Cuerpo de Ejército, integrado por santanderinos y asturianos, situado en Picos de Europa a las órdenes de José Gallego Aragüés; el XVII Cuerpo de Ejército, integrado por asturianos y a las órdenes del coronel Luis Barzana Barzana.

El 6 de agosto de 1937 se produjo la batalla aérea de Torrelavega, en la que se abatieron 12 cazas republicanos, y desde entonces, la superioridad rebelde en el aire fue muy obvia.

El 14 de agosto, Franco tuvo la osadía de retirar fuerzas del Guadarrama y llevarlas a Santander. Las puso al mando del general Fidel Dávila Arrondo. A sus órdenes estaban las Brigadas de Navarra del general José Solchaga Zala; el Corpo de Truppe Volontarie, del general Ettore Bastico: la Brigada italoespañola Flechas Negras; las Brigadas de Castilla del general Ferrer. Eran unos 100.000 hombres y por primera vez estaban bien armados y tenían buen apoyo aéreo. La Batalla de Santander iba a ser a lo grande.

El 14 de agosto, los rebeldes bombardearon las posiciones republicanas en la primera línea de defensa de Santander, norte de la provincia de Palencia. Los primeros objetivos eran conseguir intactas la fábrica de armas de la Constructora Naval de Reinosa, y el ferrocarril de Mataporquera. La 1ª Brigada Navarra atacó Pico Valdecebollas, Cuesta Labra y Sierra de Híjar en el norte de Palencia para entrar en Reinosa por el oeste. Rompieron las líneas gubernamentales y pasaron hacia la cordillera. Al mismo tiempo, los italianos del Corpo de Truppe Volontarie CTV, tomaron Soncillo en el norte de Burgos, y se acercaban por El Escudo a Luena. La batalla duró 4 días, pero lograron objetivos. Los carabineros que defendían El Escudo, resistieron lo que pudieron. Desde allí, se dispusieron a bajar el río Pas,

Gamir Ulibarri el jefe gubernamental de las fuerzas de Santander, encargó al teniente coronel Francisco Galán que defendiera San Pedro del Romeral, en El Escudo, y el valle alto del Pas, la carretera que bajaba de El Escudo a Alceda. Era la puerta natural por donde creía que llegaría el enemigo desde Burgos. Luego resultó que llegó también por el oeste de Reinosa por la carretera de Palencia y por la costa desde Bilbao. La operación era mucho más numerosa en soldados de lo que había previsto Gamir Ulibarri.

El 14 de agosto, el franquista Fidel Dávila atacó al Ejército del Norte gubernamental con todo lo que tenía: El CTV italiano, 6 Brigadas Navarras y una Brigada de Castilla, que sumaban 90.000 hombres y tenían 300 cañones, 100 blindados ligeros italianos, y 100 aviones. El ataque empezó en el monte Peña Labra (Cantabria) y en Reinosa, y el primer objetivo fue la fábrica de armas de Reinosa, La Constructora Naval.

El 15 de agosto, los rebeldes tomaron Barruelo de Santullán, Peña Rubia, Salcedillo, Matalejos, Reinosilla, acercándose a Matamorosa y a Reinosa. La batalla se centró en el Portillo de Suano, camino de Mataporquera. Una vez tomada la zona, los 6.000 republicanos que estaban en Aguilar de Campoo, la primera línea de defensa republicana, quedaron copados. Los navarros e italianos tuvieron muchas bajas, pero aguantaron. Gamir Ulibarri quedó muy decepcionado en Santander.

El 16 de agosto la IV Brigada de Navarra tomó el Portillo de Suano, y desde allí avanzó hasta la Constructora Naval de Reinosa, “La Naval”, primero de sus objetivos importantes. Los vascos del bando gubernamental no habían resistido el ataque navarro, huyeron en desbandada y abandonaron las fábricas que se les había encomendado defender. El 16 de agosto huyó Eloy Fernández Navamuel comandante de la 54 División. Con él se fueron en avión a Biarritz su comisario político, y el jefe de una brigada. Al anochecer, los franquistas estaban frente a Reinosa.

Una vez logrado este objetivo, la brigada del franquista García Valiño tomó el camino que desde el Nacimiento del Ebro en Fontibre lleva a Cabezón de la Sal, bajando el Rio Saja, y acaba en Torrelavega. Y otra brigada tomo el camino del Besaya hacia Los Corrales y Torrelavega. Para ello, tenían que dominar el espacio entre el Besaya y el Pas, desde la zona de Corconte hacia Reinosa. Al mismo tiempo, los italianos que habían tomado El Escudo bajaban el Pas camino de Alceda.

Reinosa era atacada desde el oeste, por Portillo de Suano, y desde el este, por Corconte. Los italianos llegaron desde Corconte e hicieron retroceder a los republicanos hasta San Miguel de Aguayo, al norte, en medio de los ataques por Reinosa y por Luena.

El 17 de agosto, el dominio de los italianos sobre la región de El Escudo era total. Eso les permitió contactar con las fuerzas de García Valiño de Reinosa, 30 kilómetros al oeste. El encuentro fue en San Miguel de Aguayo. El teniente coronel Antonio Sanjuán Cañete, al mando de los santanderinos, fue derrotado. Y 22 batallones gubernamentales situados en el alto Ebro, 6.000 hombres, quedaron copados. El descalabro republicano era muy grande al haber perdido la segunda línea de defensa de Santander.

Los rebeldes iniciaron con descaro cuatro líneas de ataque: bajando los ríos Saja hasta Cabuérniga, el Besaya hasta Los Corrales, el Pas hasta Alceda, y el Pisueña por Selaya y Villacarriedo. El objetivo principal era Torrelavega, que estaba defendida por los asturianos. Otra fuerza italiana de Flechas Negras avanzaba desde Bilbao hacia Santander por la costa y en esos momentos, habían alcanzado el río Agüera y el Asón, lo que son los lugares de Limpias, Colindres y Laredo, 30 kilómetros al este de Santander.

Y la aviación rebelde empezó a castigar los objetivos militares de la Bahía de Santander: el aeropuerto de Pontejos, las dársenas de El Astillero y el valle de Sarón (el paso del Pisueña a la Bahia de Santander) y Alceda, el pueblo al pie del Puerto de El Escudo.

El 17 de agosto huyó el jefe del batallón 120 de Santander, Cecilio San Emeterio Latorre, miembro de UGT, el cual se reincorporó poco después en Asturias, y se suicidó en octubre tras la nueva derrota.

También el 17 de agosto, Ajuriaguerra y Lasarte se vieron con el coronel De Carlo, alias Da Curto, en Biarritz, y le exigieron la libre evacuación de la población civil vasca y que los gudaris fueran considerados prisioneros de guerra italianos. Como señal de confianza le comunicaron las posiciones en que encontrarían a los batallones vascos en Santoña, Laredo y Limpias, y les dijeron que se rendirían sin resistencia.

El 18 de agosto, los republicanos estaban en apuros muy graves, y Gamir Ulibarri aplicó los Batallones de Reserva a tapar las brechas que se habían abierto en sus planes de defensa. Al mismo tiempo, solicitó nuevas fuerzas al Gobierno Vasco, para constituir una nueva fuerza de reserva.

Las Brigadas Navarras tomaron Santiurde de Reinosa, mientras los italianos bajaban El Escudo desde San Pedro del Romeral y San Miguel de Luena. El avance rebelde era simultáneo en todos los frentes.

El 19 de agosto, los italianos eliminaron con carros de combate las defensas que habían visto instaladas en San Pedro del Romeral, en lo alto de El Escudo, y en San Miguel de Luena, a pie de puerto, y una vez sobrepasadas estas defensas, alcanzaron Entrambasmestas y el llano del Pas. Mientras tanto, las fuerzas franquistas de García Valiño que estaban en Santiurde de Reinosa bajaron el puerto de Las Hoces hasta Bárcena de Pie de Concha, donde empieza el llano del Besaya, y también bajaban el río Saja hacia Cabuérniga. Con ello se considera sobrepasada la tercera línea de defensa republicana sobre Santander. Gamir Ulibarri era consciente del desbaratamiento de su plan, y se retiró a Santander, la cuarta línea de defensa.

El 20 de agosto, los gubernamentales republicanos estaban defendiendo Torrelavega en la confluencia del Besaya y del Saja, y Puenteviesgo a mitad del Valle del Pas, donde atacaban los italianos.

El 21 de agosto de 1937 se produjo la caída en manos de los franquistas del Valle del Pas, desde Alceda y Ontaneda hasta todo el valle de Toranzo, y la caída el Valle del Pisueña desde Selaya y Villacarriedo y todo el Valle de Carriedo.

El 21 de agosto por la noche, Gamir Ulibarri, Jefe del Ejército del Norte, convocó a todas las fuerzas civiles y militares de Santander, y también a Belarmino Tomás, jefe del Gobierno de Asturias. Allí estaba José Antonio Aguirre, el líder del PNV que acababa de huir del País Vasco. Y Aguirre les engañó a todos: por una parte, dijo que él estaba con los de Santander, y en secreto, estaba negociando con los italianos la rendición de los vascos a Italia, y la llegada de dos barcos a Santoña para llevarse a los vascos.

En la noche del 21 de agosto, y por orden del PNV, los vascos abandonaron sus posiciones en el Valle del Saja y Puenteviesgo, comandados por Juan Ibarrola Ureta, Ricardo Gómez García, Manuel Cristóbal Errandonea y Lazcano. Huyeron hacia Santoña, desde donde pensaban embarcarse tras rendirse a los italianos. Ello facilitó mucho el avance rebelde sobre Torrelavega y Cabezón de la Sal. Los santanderinos y asturianos, calificaron aquello como deserción, pues los vascos abandonaban en mitad del combate sin contar con sus compañeros santanderinos y asturianos.

El 22 de agosto, los rebeldes tomaron Las Fraguas, la puerta del último desfiladero hasta Los Corrales y Torrelavega. Lo peor, para los republicanos, era que día a día, y desde el 14 de agosto, iban cayendo tres o cuatro aviones republicanos, sobre todo en El Escudo, y la pérdida de aviones era ya muy considerable en el momento de defender Torrelavega.

El 22 de agosto empezó la evacuación de la ciudad de Santander. La Junta Delegada del Gobierno de la República decidió resistir tres días en Santander, porque Indalecio Prieto les pedía que hicieran ese esfuerzo para coordinarlo con el ataque a Belchite, en el oeste de Madrid.

El 23 de agosto, Gamir Ulibarri ordenó a los vascos un repliegue sobre Asturias, y mientras los gudaris se negaron y se concentraron en Santoña-Solares, los comunistas, socialistas y anarquistas vascos se marcharon a Asturias. Los gudaris tomaron la Academia de Oficiales de Santoña y la cárcel, y liberaron a 2.500 presos.

El 23 de agosto, las fuerzas de Santander decidieron evacuar hacia Asturias. Pero los soldados de Franco estaban en Barreda y no era utilizable la carretera principal. Los franquistas apresaron a miles de soldados y civiles que pretendían usarla como vía de huida. La salida más segura era el mar, pero los buques de guerra franquistas estaban cerca de la salida de Santander. Gamir Ulibarri estaba asentado en El Sardinero, y Juan Ruiz Olazarán estaba en el centro de la ciudad. Y en los muelles había más 15.000 personas pidiendo barcos para escapar, lo cual era imposible para tantas personas.

El 23 de agosto, las Brigadas Navarras llegaron a Mazcuerras, a dos kilómetros de Cabezón de la Sal. El río Saja ya era suyo. Llegaron a la costa, y cortaron la comunicación de Santander con Asturias. Los italianos, aprovechando que la retirada de los republicanos era un tanto desordenada, tomaron Puenteviesgo en el Pas, el Monte Dobra cerca de Torrelavega, Santa María de Cayón en el Pisueña, y cercaron Castro Urdiales en la costa, pues habían sobrepasado Colindres. Los vascos, que huían del Saja y del Pas, llegaron ese día a Santoña, y entraron en contacto con los italianos. Los vascos que estaban en Santoña detuvieron al alcalde de la localidad y se hicieron con el mando de la ciudad sin comunicárselo al Gobernador de Santander, Juan Ruiz Olazarán[3]. Olazarán lo supo y fue a ver a Gamir Ulibarri, jefe del Ejército del Norte, para pedirle explicaciones sobre la actitud de Aguirre. Aguirre todavía seguía negando los hechos de las negociaciones que estaba realizando con los italianos. Intentaba crear la mayor confusión, para dar tiempo a la retirada de los vascos. Y todos los vascos fueron llamados a abandonar la provincia de Santander y a acudir a Santoña. Olazarán llamó a Aguirre para que se presentara en Santander, y Aguirre se negó a acudir. Los vascos de Laredo y Castro Urdiales, y los que estaban en Castro Alén (en Sopuerta-Vizcaya), se retiraron de sus posiciones de guerra. Y los que estaban en Reinosa y Cabezón de la Sal (Cantabria) también acudieron a Santoña, para salir en barco desde allí.

Una vez conocida la trama de los vascos, los comunistas, anarquistas y socialistas vascos, tenían un problema, pues entregarse a los italianos fascistas era muy peligroso para ellos, los marxistas, y caer en manos de Franco significaría su muerte. Así que los vascos de izquierdas decidieron seguir peleando en Santander, y luego pelearon en Asturias, mientras los “gudaris” vascos, los de derechas del PNV, huían hacia el País Vasco. Cuando llegaron los italianos a la zona teóricamente defendida por los vascos, se encontraron las trincheras vacías, y el avance hasta Torrelavega fue rápido y fácil.

El 24 de agosto cayó Torrelavega en manos rebeldes. A partir de la caída de Torrelavega, las deserciones de los mandos republicanos fueron muchísimas. Todos los valles bajos del Besaya y del Pisueña cayeron en manos italianas ese día. Los oficiales gubernamentales trataban de huir cada uno como podía.

Se presentó con crudeza la división interna entre los vascos: Olazarán, que era PSOE, era enemigo de los comunistas, porque éstos buscaban la revolución y no la defensa de Santander ni la de España, ni la del País Vasco. Pero Negrín confiaba en los comunistas, porque eran los únicos batallones que guardaban la disciplina militar y le obedecían.

El 24 de agosto, los franquistas tomaron Barreda, al norte de Torrelavega, lo cual les hacía dueños de la carretera a Santander. En Santander comenzó una evacuación masiva hacia Asturias. Se hizo por mar y en completo desorden. Los militantes de partidos y sindicatos se subían a pesqueros para huir a cualquier parte, Asturias o Francia. Y la población corriente, debía esperar con paciencia la llegada del enemigo y a sus represalias. Ante el desorden reinante en Santander, los Guardias de Asalto, se pasaron al bando franquista ese día 24 de agosto.

Los vascos que iban a rendirse a Santoña, fueron organizados por Félix Retolaza y Pedro Duañabeitia, en la zona de Santoña-Solares. Y Ajuriaguerra se trasladó a Laredo a dirigir la operación. Encontró que no tenían barcos para llevarse a los 30.000 vascos que tenía en la zona, soldados, políticos y funcionarios que pensaban que les iban a sacar a Francia. La idea era salir en barcos para Francia, antes de que llegaran los italianos. Pero se llegó el 24 de agosto a las 24:00 horas, hora pactada con los italianos como límite, y no habían salido. Ajuriaguerra pidió 48 horas de prórroga para salir. Y envió a unos oficiales para negociarlo con los italianos. Dos de estos oficiales regresaron diciendo que las condiciones de los italianos no eran las mismas que se decía, porque el documento que manejaban lo italianos decía: “se respetarán las vidas de todos, salvo los que hubieran cometido crímenes”, lo cual les dejaba a todos al albur de Franco, que les podía acusar de crímenes.

El 24 de agosto, los vascos que huían hacia el País Vasco, encontraron a los Flechas Negras de Piazzoni en Puente de Guriezo, sobre el río Agüera, y se rindieron sin lucha. Firmaron con los italianos de Flechas Negras un pacto para salvar su vida, que se llamó el Pacto de Santoña, aunque estaba firmado en Guriezo. Firmaban el documento el teniente coronel italiano Amilcare Farina; el comandante español Bartolomé Barba; el capitán del PNV Sabino Eguileor; y el capitán del PNV Raimundo Pujana; además de siete testigos. Los soldados vascos se entregarían en grupos de 2.000 en 2.000, entre las 6:00 y las 7:00 horas del día 25 de agosto, en los puertos del Pontarrón y La Magdalena, y dejarían un batallón en cada uno de los siguientes puntos: Laredo, Colindres, Limpias, Ampuero, Santoña y Carazo, con el objetivo de guardar el orden público hasta la llegada del ejército rebelde. Se temía que la población civil asesinase a los vascos a los que se tildaba entre la gente de traidores. Los franquistas no matarían a ningún vasco que no hubiese cometido crímenes.

El general franquista Fidel Dávila se negó a ratificar ese pacto entre unos desertores y los italianos. Pero los italianos no vieron mal que unos miles de soldados enemigos abandonasen la lucha. Los gudaris vascos acudían en masa a entregar sus armas a Laredo y a Limpias.

A la hora señalada en el pacto del día 24, los vascos no se presentaron en los puntos en que debían rendirse, y todavía el 26 de agosto, los vascos discutían las condiciones del Pacto de Santoña y solicitaron 24 horas de prórroga. El teniente coronel Amilcare Farina, en conversación verbal, les dio hasta las 16:00 horas para hacerlo. A esa hora, atacó Laredo, Colindres y Limpias, donde creía que se resistirían algunos, pero no encontró resistencia ninguna. Tampoco en Ampuero hubo resistencia. Los vascos habían abandonado, pero no en plan militar, sino en huida completa y desordenada. El 25 de agosto los italianos fueron sobre Laredo, y ya no dejaron salida a los vascos encerrados en Santoña.

Gamir Ulibarri, el jefe del ejército de Santander,  reunió a los jefes militares republicanos, a los políticos y a los asesores rusos, y les planteó si debían defender Santander o retirarse a Asturias. Las instrucciones de Madrid fueron defender la ciudad de Santander tres días, para facilitar las operaciones contra los rebeldes que se estaban produciendo en las cercanías de Madrid. En esa reunión, José Antonio Aguirre empezó a discrepar. Se trasladaron las máquinas de la industria santanderina a Asturias, para que no cayeran en manos del enemigo. Y se encargó a los vascos defender la carretera de Bilbao y el valle del Asón, para dar tiempo a la evacuación hacia Asturias.

Olazarán y Gamir Ulibarri tenían preparado un submarino, llegaron hasta él dando empujones a la gente, miles de personas agolpadas en los muelles, y huyeron a Gijón. Gamir Ulibarri y la Junta Delegada se subieron a un submarino y huyeron a Gijón en la madrugada del 25 de agosto, en medio de una multitud que pedía salir y vociferaba porque no había barcos. En este caso, las armas de la guardia de los jefes, amenazaban a sus propios soldados. Y desde allí, huirían más tarde hasta Burdeos y hasta Valencia. El 25 de agosto, también José Antonio Aguirre huyó de Santander a Biarritz en un avión.

El 25 de agosto por la noche, llegaron a Laredo, al otro lado de la ría, dos barcos, el “Boby” y el “Seven Seas”, que eran insuficientes para trasladar a los miles de soldados vascos que había en la zona. Los italianos dijeron que el plazo de rendición había caducado el día 24, y por tanto, no tenían ningún acuerdo que cumplir, y que entregarían a los vascos a los soldados de Franco. Era un Vae Victis. Ajuriaguerra y Arteche fueron a ver a Roatta, que estaba en Algorta para quejarse. Los jefes vascos, que temían represalias, aprovecharon la noche del 25 para subir a los vapores británicos, que les llevaron a Francia. Los soldados “gudaris” fueron abandonados a su suerte, tal vez unos 11.000 soldados vascos, algunos dicen que muchos más. Los vascos no se habían rendido a Franco, y ahora eran prisioneros.

El 26 de agosto, los rebeldes entraron en Santander, donde fueron recibidos por una multitud enfervorizada. Los retratos de Mussolini presidían los desfiles por Santander. En Santander había unos 17.000 soldados gubernamentales esperando barcos para huir, y fueron apresados. Con los miles de vascos apresados en Santoña, y los miles de gubernamentales apresados en Santander, la región se llenó de cárceles y encarcelados en espera de juicio.

Y el 26, la División Littorio y los soldados de la IV de Navarra, entraron en Santander en medio de aclamaciones populares. Los italianos entraban por la carretera de Bilbao, mientras los españoles entraban por la carretera de Torrelavega. Se produjo la detención de unas 17.000 personas, que fueron examinadas y condenadas a distintas penas, incluida la de muerte para algunos. Ese mismo día cayó en manos rebeldes Cabezón de la Sal, y se cortó la carretera con Asturias.

El desastre de Santander era grande: la República perdió 90 Batallones, 42 tanques, 300 motores de aviación, 65 aviones, 230 ametralladoras, 450 fusiles ametralladores, 30.000 fusiles ordinarios, y 80.000 soldados. La derrota en Santander significaba más pérdidas que la de Bilbao.

El 31 de agosto, los gubernamentales republicanos que estaban en Potes decidieron destruir la ciudad y huir a Asturias. Y el 1 de septiembre de 1937, los rebeldes tomaron Unquera en la costa, y toda la zona de Liébana y Desfiladero de La Hermida, y el de Piedrasluengas. A Potes confluían fuerzas rebeldes que venían del Desfiladero, las que venían de León por San Glorio, y las que venían de Palencia por Piedrasluengas.

El 1 de septiembre de 1937, las operaciones militares de los franquistas en Santander estaban concluidas, a falta de tomar Tudanca y Liébana, que eran montañas complicadas que se resistieron 15 días más. La represión franquista fue el doble de lo que había sido la republicana. Si los republicanos habían matado a unas 1.516 personas, los franquistas mataron a 2.500: 1.300 de ellos ejecutados tras consejos de guerra que eran un paripé. Y 1.200 asesinados “por incontrolados”, es decir por grupos franquistas a los que no se deseaba identificar. El sistema era convocar a las futuras víctimas a una reunión para hablar de sus casos, y en realidad sólo se trataba de su asesinato. En el cementerio de Ciriego de Santander, hay 1.000 muertos que fueron a parar a fosas comunes. Investigaciones posteriores rebajan la cifra de fusilados a unos 700, lo cual es ina cifra importante en una población de menos de 500.000 habitantes.

El 2 de septiembre, los franquistas ocuparon Potes, y con ello dominaban el paso de la cordillera en su zona central, en Picos de Europa.

El 3 de agosto, Franco le pidió a Mussolini más material de guerra, y argumentó que los republicanos estaban recibiendo mucho material de Rusia, sobre todo tanques ligeros. Mussolini envió más submarinos al Mediterráneo y también 4 destructores viejos y casi inservibles. La idea era avistar a los mercantes que llegaban desde Rusia y dificultar el comercio de armas. Unos 20 mercantes fueron atacados.

         El Pacto de Santoña.

El Pacto de Santoña fue un pacto entre el PNV y los italianos en Guriezo, por el cual los italianos respetarían la vida de los vascos y éstos se retiraban de la guerra. Ese mismo día se ordenó a 3 batallones vascos la retirada, y en los días siguientes lo hicieron 12 batallones más. Alberto Onaindía había pactado con el coronel Di Carlo en Algorta, el 25 de junio pasado la posibilidad de esta retirada, y habían mantenido en secreto la traición a la causa republicana. El lehendakari Aguirre conocía perfectamente estas negociaciones. El 24 de agosto de 1937 se concretó en que los vascos entregaban sus armas a cambio de sus vidas. Y así, los italianos progresaron hasta Santoña sin resistencia alguna, pues la zona debía ser defendida por los vascos. El 26 de agosto, unos buques británicos recogieron en Santoña a los oficiales vascos que estaban allí para que no fuesen castigados por su traición, y lograron embarcar a 533 hombres, porque el general franquista Fidel Dávila, dijo que no se podía permitir esa huida.

11.000 “gudaris” que se quedaron en tierra, salvaron su pellejo, aunque muchos fueron a parar a batallones de trabajo o a prisiones. Sólo 510, como máximo, fueron fusilados. Galán y Ibarrola reunieron a otros soldados vascos en Cabuérniga y Puentenansa, protegiendo la retirada por carretera hacia Asturias. Eran los socialistas y comunistas, que no iban a ser perdonados por los italianos ni por Franco. Establecieron un punto de resistencia en San Vicente de la Barquera, en el límite de Cantabria con Asturias.

En efecto, desde el 25 de junio, Aguirre estaba negociando la rendición incondicional con los italianos, para no tener que rendirse a franco. El 25 de junio, Ajuriaguerra se reunió con el coronel De Carlo, alias Da Cunto, en Algorta, y a consecuencia de ese acuerdo, Alberto Onaindía viajó a Roma con una carta de Doroteo Ziaurrit, Presidente del Euzkadi Burú Batxar, y otra carta de José Antonio Aguirre, Presidente del País Vasco, que le autorizaban a negociar la rendición. Aguirre decía en su carta, que los vascos no eran españoles, sino que defendían su independencia de España, y que los vascos habían actuado en todo momento con honestidad, sin producir asesinatos de civiles, por lo que pedían el apoyo del Duce para conseguir sus fines. Alberto Onaindía iba acompañado de Pantaleón Ramírez de Olano, director del periódico “Euzkadi”, propiedad del PNV. No les recibió Mussolini, pero sí Ciano. Onaindía exigió que en ningún momento se hablara de rendición de los vascos, sino de una victoria italiana.

Las negociaciones de rendición de los vascos se prolongaron todo el mes de julio de 1937. Los negociadores eran los Flechas Negras por un lado, y los delegados de PNV por otro, y el lugar era San Juan de Luz (Francia). Las condiciones vascas, eran que los vascos no serían entregados a los franquistas, que se rendirían antes del 24 de agosto a las 24:00 horas. Se entregarían en grupos de 10.000 soldados diarios, que procederían a su rendición y entrega de armas antes del 24 de agosto a las 24:00 horas.

Por esos días, Aguirre, empezó a plantear que se podía utilizar a los asturianos y santanderinos para recuperar el País Vasco, pues no se fiaba ya de los italianos, con los que había pactado la rendición. Pidió ayuda a Prieto, y quiso hacer olvidar la carta que había escrito para que Onaindía la llevara a Roma.

A finales de julio, Aguirre voló de Barcelona hasta París, y las negociaciones con los italianos salieron mal. Desde entonces, Aguirre se negó a rendirse a los italianos, ni ante el embajador de Italia en París, ni ante el general Roatta, del CTV, como le proponían. El 20 de julio, todavía Lucio Arteche afirmaba que la paz con los italianos ya estaba firmada y que los vascos no colaborarían con el Ejército del Norte español. El cambio de opinión se produjo en estos días.

Los vascos decidieron rendirse al general italiano Mario Roatta, alias Mancini, y le propusieron entregarle sus armas a cambio de que fuera garantizado el orden público, se respetasen las vidas de los soldados, se dejase emigrar a los oficiales y se respetasen los bienes de la población. Franco se disgustó con esta actitud y mandó fuertes contingentes sobre Santoña, para impedir una rendición a un general italiano. Al general Fidel Dávila, el comportamiento de los vascos le pareció vergonzoso, y ordenó detener a los que huían en los barcos británicos. Muchos vascos fueron detenidos.

El 28 de agosto, Ajuriaguerra y Arteche se vieron con el general De Carlo, alias Da Curto, y pactaron que los soldados vascos se quedaran en El Dueso, bajo custodia italiana. El 4 de septiembre, los italianos cedieron El Dueso a Franco, lo que supuso que los gudaris fueron juzgados por Franco. 11.000 vascos fueron puestos en libertad. 5.400, fueron a parar a batallones de trabajo. 5.600 fueron condenados a prisión. Y 510 fueron condenados a muerte. De esos condenados a muerte, fueron indultados varios, tal vez más de un centenar, entre ellos Ajuriaguerra y Arteche, porque los italianos alegaron que habían sido interlocutores suyos, y les habían prometido un trato de favor. En el penal de El Dueso, había vascos de todas las ideologías, y Franco odiaba especialmente a socialistas, comunistas y anarquistas, los que no habían pasado a Asturias. No fue un fusilamiento masivo, sino que Franco seleccionó a dos del PNV, dos de Solidaridad de Trabajadores Vascos, y dos republicanos, que fueron fusilados. Los demás sufrieron “el miedo a la muerte”.

Para contar lo sucedido, muchos nacionalistas vascos posteriores se sintieron en la necesidad de inventar pactos en los que Franco les eximía de servicios militares durante el resto de la guerra, y les autorizaba a salir al extranjero. Dijeron que estos pactos habían tenido lugar antes del ataque al Cinturón de Acero de Bilbao. Sólo estaban tapando la realidad de una deserción militar masiva patrocinada por el PNV. Piazzoni tampoco informó a sus superiores sobre el llamado Pacto de Santoña, simplemente lo aceptó creyendo que sería felicitado por el gran avance que suponía tomar la mitad oriental de la provincia de Santander a coste cero en vidas de soldados. El PNV no consultó a ninguna autoridad republicana, sino más bien trató de engañar a todos. Más tarde, se inventaron miles de fusilados por Franco, relato que sirvió para atraer jóvenes al nacionalismo.

Política de Negrín en agosto de 1937.

Negrín se propuso que los jueces en los tribunales llevasen toga y virrete, que los juicios se celebrasen ante una bandera de la República. Se trataba de eliminar los tribunales populares a toda costa, lo cual molestaba a comunistas y anarquistas.

Negrín autorizó el culto católico, aunque no en manifestaciones públicas.

Aunque Juan Negrín era socialista, durante su gobierno predominaron los objetivos comunistas tanto en el ejército como en la economía. Negrín le debía a la Unión soviética las armas y aviones y eso condicionaba el privilegiar a los comunistas.

Los comunistas pidieron la fusión con el PSOE. Su táctica, recibida de Moscú, era introducirse y dominarlo. En esos días, Stalin estaba haciendo las más fuertes purgas en la URSS, las de las “confesiones voluntarias” seguidas de fusilamientos. Igualmente, decidió dominar España, puesto que creía tener los medios, es decir casi todo el material de guerra republicano. Entonces envió al coronel Orlov de la NKVD y al húngaro Erno Gerö, para organizar el asalto al poder por los comunistas. Orlov y Gerö detuvieron a Andreu Nin y se lo llevaron a Alcalá de Henares, pero de forma ilegal y secreta, sólo conocida por ellos. Le torturaron y le asesinaron-ejecutaron tras negarse a hacer una declaración o “confesión voluntaria” de ser agente de Franco. Luego hicieron correr la voz de que Nin había huido a Francia.

Negrín se asustó del poder que representaban las organizaciones comunistas y creó su propio Servicio de Inteligencia Militar SIM y puso a Prieto a dirigirlo, con el objetivo de controlar tanto a los fascistas como a los rusos infiltrados en filas republicanas.

El 9 de agosto de 1937, Indalecio Prieto creó el Servicio de Información Militar SIM, con el fin de vigilar a los mandos militares de su bando, de los que desconfiaba profundamente. Además, este servicio hacía labores de contraespionaje, y fue entregado a los comunistas, los cuales lo utilizaban para buscar quintacolumnistas.

El SIM tuvo sus propios Tribunales de Alta Traición y Espionaje, unos tribunales al margen de la justicia ordinaria. Los que caían en sus manos, no debían delatar compañeros. Los que formaban el tribunal, no debían delatar a los testigos de cargo.

El 24 de septiembre de 1937, se creó uno de estos Tribunales Especiales en Cataluña, y el 2 de diciembre, se crearon varios Tribunales Especiales de guardia.

El SIM fue creado por comunistas, y para ello llegaron a España asesores rusos, con tecnología rusa. La primera preocupación de estos colaboradores soviéticos, fue localizar emisoras de radio clandestinas. Pero los rusos se hicieron muy impopulares en Cataluña, porque desconocían la realidad catalana, y lógicamente, desconfiaban del catalanismo, al que identificaban por lógica con la derecha. En primavera de 1938, los rusos cometieron diversos excesos, como la saca de presos del barco prisión “Villa de Madrid” y su fusilamiento posterior, el hacer desaparecer a alguna autoridad catalanista. El terror abierto por los rusos, molestó a todos los catalanes de todas las ideologías, pues en los Tribunales Especiales, los detenidos no conocían a sus acusadores y debían defenderse a ciegas, haciendo declaraciones a voleo. El 11 de agosto de 1938, fueron sentenciados a muerte 65 acusados. La sombra de Stalin se proyectaba hasta Barcelona. Hay que advertir que las penas de muerte no siempre se ejecutaban, pero debemos comprender que el terror en Barcelona era muy grande, y no sólo para los franquistas. Azaña consideraba inconstitucionales estos Tribunales Especiales, y Negrín dijo que si no le dejaban tener Tribunales Especiales, declararía “estado de guerra”, lo que Azaña no quería, y se mantuvieron. El estado de guerra no se declaró hasta 22 de enero de 1939, cuando la guerra estaba prácticamente terminada.

Líster aprovechó su estancia en Aragón en el verano de 1937 para liquidar las comunas campesinas aragonesas, en aras de una efectividad militar que les permitiese atacar con ciertas garantías a los nacionales. El problema social y político de Aragón es una buena explicación de la fácil caída del País Vasco en manos de Franco.

     Política de Franco en agosto de 1937.

El 3 de agosto de 1937, el Gobierno de Burgos emitió el Decreto de Ordenación Triguera, a fin de regular la producción alimentaria. y Dionisio Martín Sanz creó el Servicio Nacional del Trigo, cuya labor fundamental fue la creación de una Red Nacional de Silos. Primero se utilizaron como almacenes los grandes edificios ya existentes, castillos y viejos edificios restaurados, y a partir de 1944, se decidió construir “silos” de nueva planta, edificios de planta de catedral gótica y tejado a dos aguas, con una torre central en un lateral que sirve para sostener un elevador, y con paredes que al exterior aparecen como grandes bandas verticales, a menudo ocre amarillo, con paramento liso y de color claro, y sin vanos. Algunos pocos, son grandes cilindros de hormigón. En 1951 se inauguró el primer silo en Córdoba, aunque ya había algunos en funcionamiento, y en el periodo 1951-1986, llegaron a construirse 671 por toda España, cerca del ferrocarril, o cerca de los puertos de mar. El Servicio Nacional del Trigo pasó a denominarse en 1968, Servicio Nacional de Cereales, y en 1971, Servicio Nacional de Productos Agrarios.

[1] Jesús María Ruiz Vidondo, Mariano Gamir Ulibarri, en Real Academia de la Historia, DB-e,

[2] Además de Fermín Galán Rodríguez, el fusilado por la rebelión de Jaca en diciembre de 1930, Francisco tenía otro hermano, llamado José María Galán Rodríguez, que era carabinero, y del PCE como el resto de sus hermanos. José María estuvo en Teruel en agosto de 1937, y en Andalucía en noviembre. Luego estuvo en la URSS, y acabó instruyendo soldados para Fidel Castro.

[3] Juan Ruiz Olazarán, 1901-1996, miembro del PSOE de Santander, en 17 de agosto de 1936 fue Presidente de la Diputación de Santander, en 8 de febrero de 1937 y hasta agosto de 1937, fue Presidente del Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos. En junio de 1939, se hizo cargo en Perpiñán del Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles, SERE, y en 5 de septiembre de 1939, fue apresado en Francia, pero los socialistas franceses le sacaron a un barco que iba para Santo Domingo, desde donde marchó primero a cuba y luego a México, donde presidió la Junta de Auxilio a los Refugiados Españoles JARE.

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