Ideas Clave; el himno y saludo rebelde, derrota italiana en Guadalajara, el ejército rebelde en marzo de 1937, el ataque rebelde sobre Vizcaya, el Canarias en el Cantábrico en marzo de 1937, la Divini Redemptoris, el replanteamiento de la guerra en marzo de 1937,

     El himno y saludo Nacional franquista.

El 27 de febrero de 1937, un Decreto de la Junta de Defensa Nacional estableció que el himno de España volviera a ser la Marcha Real, como venía siendo antes de 1931. El himno fue refrendado por el Gobierno de Franco el 14 de abril de 1937, estableciendo que se denominase a partir de entonces “Himno Nacional Español”.

El 27 de febrero de 1937 se produjo la orden de obligatoriedad del saludo fascista. La orden fue reiterada en 17 de julio de 1942.

     Derrota italiana en Guadalajara.

En 8 de marzo de 1937 tuvo lugar el desastre rebelde de Guadalajara en el que las tropas italianas fueron muy castigads por los milicianos gubernamentales y Madrid fue salvada, pues la toma de Guadalajara significaba quedar copada la ciudad de Madrid. Cuatro divisiones italianas al mando del general Mario Roatta, con artillería, carros y aviación, quisieron tomar la carretera de Barcelona a la altura de Guadalajara, pero fueron derrotados. Esta derrota significó la decisión de Franco de abandonar el proyecto de final rápido de la guerra, lo cual significaba tomar Madrid, y empezar una campaña más sistemática, pero más lenta. Atacar todas las zonas republicanas de la península una a una.

Los italianos y alemanes exigían acabar pronto la guerra, lo que para ellos significaba tomar Madrid, aun a costa de destruir lo que fuera necesario para vencer a los republicanos que peleaban casa a casa. Los Italianos le habían exigido un plan táctico a Franco, que consistía en tomar Teruel, Guadalajara y Málaga, como puntos estratégicos en las batallas contra el Gobierno republicano. Teruel estaba en la carretera por donde Valencia atacaba Zaragoza y amenazaba a Madrid, Guadalajara era la carretera de aprovisionamiento de Madrid, y Málaga era el puerto que dominaba el Estrecho de Gibraltar. Franco les concedió actuar por iniciativa propia en Guadalajara, y se quedó a la expectativa. Se decidió empezar la batalla de Guadalajara el 7 de marzo. Pero ese día se puso a llover y nevar y el ataque se retrasó al 8 de marzo. El 8, los españoles volvieron a pedir que se retrasara el ataque porque seguía haciendo mal tiempo, pero Roatta ordenó el bombardeo de preparación del ataque. A las 07:00 horas, diez grupos de artillería bombardearon las posiciones gubernamentales.

El 8 de marzo los rebeldes lanzaron un ataque sobre Guadalajara en la que participaron unos 50.000 soldados, previamente concentrados en Sigüenza, de los cuales 30.000 eran italianos del Corpo de Truppe Volontarie, o batallón Garibaldi, mandados por el general Mario Roatta, alias Mancini, y 20.000 eran legionarios, moros y requetés mandados por el general José Moscardó. Llevaban consigo 250 tanques, 180 cañones, cuatro compañías motorizadas de ametralladoras, 70 aviones y 20 camiones por cada batallón de 650 hombres (de manera que tocaban a un camión cada 35 hombres, lo que era estar motorizados todos). Esto significaba lo mejor que Mussolini podía poner en lucha.

El ataque Italiano se haría por la carretera N-2, sobre camionetas blindadas y llevaría en su flanco derecho a Moscardó por carreteras secundarias, pero practicables para infantería y caballería. Bajaban el valle del Henares a unos 10 kilómetros al sur del río. Moscardó iría por Jadraque, Miralrío y Torre del Burgo. Otra columna italiana iría al sur de la carretera principal por Brihuega. El plan era avanzar hacia Brihuega, seguir a Guadalajara y acabar en Madrid.

El 8 de marzo, el barro y el agua y la nieve no dejaban avanzar a los vehículos italianos y tampoco los aviones podían volar. Todo el plan peligraba. No obstante, los italianos se lanzaron al sur de Brihuega y Trijueque. Empezó a nevar. Los italianos ralentizaron la marcha tras ocupar  Almadrones, debido al barro, y por fin se detuvieron unos seis kilómetros más adelante porque anochecía, y el tiempo no dejaba avanzar. Sólo habían avanzado 10 kilómetros en un día, cuando sus planes eran de hacer casi un centenar de kilómetros. Los italianos habían cubierto objetivos y esperaban que los demás hicieran lo mismo. Los aviones italianos decidieron no volar porque las pistas de aterrizaje no eran seguras con nieve.

Los aviadores rusos de Madrid, decidieron que ellos sí volarían, porque al sur de la cordillera los cielos estaban despejados, de modo que se pusieron a ametrallar las columnas de camiones que avanzaban sobre Madrid y les hicieron mucho daño. Lograron parar el ataque rebelde. Entonces los comunistas Vittorio Vidali (alias Carlos Contreras), Luigi Longo y el socialista Pietro Nenni, tiraron octavillas sobre las filas italianas para animarles a desertar. Sabían que los miembros del Corpo de Truppe Volontarie eran soldados que cumplían su servicio militar en la guerra de España atraídos por una paga y unos buenos alimentos, pero sin moral de combate ni convicciones fascistas.

El Jefe gubernamental, José Miaja, aprovechó la tarde del día 8 de marzo para llevar hacia Guadalajara la 11 Internacional, la brigada de tanques, la artillería y los batallones que pudo reunir. Trataba de fortalecer a la 12 División y hacer las obras defensivas necesarias en Trijueque, Brihuega, Palacio de Ibarra, Palacio de Don Luis y la Carretera de Zaragoza. Miaja y Rojo ordenaron un contraataque con cuatro batallones que reunían 20 carros. Y en Guadalajara, prepararon su infantería para el contraataque. Pero los gubernamentales que estaban en el frente huyeron, y parecía que el frente se hundiría en cualquier momento.

El 9 de marzo los italianos avanzaron desde Algora hasta Almadrones, unos 9 kilómetros por la carretera de Madrid a Zaragoza, muy lejos de Trijueque, unos 40 kilómetros más al sur. Habían alcanzado el kilómetro 100, es decir, faltaban 100 km. para Madrid, y llegaron a Masegoso en el Río Tajuña. A mediodía del 9 de marzo de 1937, Roatta ordenó la marcha de la 3 División motorizada, con orden de llegar a Guadalajara ese mismo día. Roatta no estaba teniendo en cuenta que la 2 División no había alcanzado sus objetivos del 8 de marzo, y se metía en zona peligrosa. Tenía 2.000 camiones y confiaba en el número. Pero la salida a la carretera resultó un caos, porque los conductores no encontraban ni sus unidades ni sus vehículos y se produjo un enorme atasco. Al llegar la noche, Roatta estaba en el cruce de Muduex con Brihuega, a unos 5 kilómetros de Trijueque. Sólo había avanzado 20 kilómetros en un día.

Rojo envió sus mejores hombres a la zona entre Torija y Trijueque para cortar el paso a los italianos en la N-2. Esa fuerza gubernamental estaba mandada por Hans, de la Brigada Internacional. En su apoyo, por la carretera de secundaria de Torija a Brihuega, iba Lukacs con la 12 Brigada Internacional y con órdenes de llegar a Brihuega. El Campesino se quedaba en Guadalajara como unidad de reserva.

Franco, que estaba en la desembocadura del Jarama, al sur de Alcalá de Henares, no quiso intervenir. Estaba dispuesto a perder la ocasión de tomar Madrid y de acabar la guerra, con tal de eliminar a sus presuntuosos italianos. El gubernamental Rojo, percibió que Franco no intervendría, y retiró buena parte de sus hombres del Jarama, para llevarlos sobre Guadalajara. Efectivamente, Franco no aprovechó la oportunidad que se presentaba de tomar el campo de batalla del Jarama.

El 10 de marzo, los italianos tomaron Brihuega (al sur de la carretera de Zaragoza, en el río Tajuña), Jadraque (al norte de la carretera) y Miralrío (al lado de Jadraque). Allí chocaron con la 12 Internacional, en la que estaba integrado el Batallón Garibaldi de comunistas italianos. Se produjo la curiosa situación de una batalla entre italianos, italianos fascistas que estaban luchando con italianos comunistas. Los italianos fascistas llegaron antes que los comunistas a Brihuega, y los gubernamentales que llegaban del sur se quedaron muy cerca del pueblo, de modo que podían insultarse en italiano con sus enemigos. Los italianos utilizaban altavoces para insultarse. Los italianos fascistas que estaban dentro de Brihuega se creían vencedores, pero la situación no era clara, pues el enemigo comunista estaba a pocos metros. El pueblo está en una hondonada, y los cañones de los comunistas lo estaban machacando con su bombardeo.

Llovía por la mañana en Guadalajara, pero el cielo de Madrid estaba despejado a ratos, y los aviones podían despegar. Aprovechaban para volar sobre la N-2 y ametrallar a los italianos fascistas. Nevó por la tarde y los aviones republicanos no podían volar.

Mientras tanto, Moscardó entró en Jadraque y Miralrío sin oposición. Continuaba la nieve y el agua.

Los carros rusos T-26 y BT-5, demostraron su blindaje inmune a las ametralladoras italianas que llevaban los Fiat y los Lanzia. Los italianos fascistas necesitaban anticarros pero las carreteras estaban atascadas con sus propios vehículos y los anticarros no podían acercarse a los carros rusos. No hubo una victoria total ese día porque los rusos no se atrevieron a salir de la carretera y caer en el barro. Se limitaron a cañonear al enemigo, porque todavía no tenían tácticas de guerra de carros. Las carreteras españolas eran de muy mala calidad, llenas de baches y zanjas, y ni los italianos ni los rusos se atrevían a salir fuera del centro de la carretera. Las guerras de carros fueron una forma de guerra que apareció en 1940.

El 11 de marzo seguía lloviendo intensamente. Aún así, el mando italiano ordenó avanzar hasta Trijueque a su 3 División motorizada, y avanzar hasta Torija a la 2 División motorizada. Pero el barro era tan abundante, que no les fue posible avanzar.

El 11 de marzo, Miaja había organizado su línea de defensa en el noreste de Madrid, en medio de la intensa nevada. Ese día los italianos tomaron Trijueque y avanzaban hacia Torija, pero las líneas de Brihuega no conectaban con las de Trijueque. La línea de defensa republicana estaba a las órdenes del coronel Enrique Jurado Barrio, y abarcaba desde el Henares en Taracena, a Lupiana, Romanones, Irueste, Budia y Durón, unos 40 kilómetros desde el norte de Guadalajara hasta el Tajo. Las Brigadas Internacionales estaban colocadas entre Brihuega y Trijueque y detuvieron el avance italiano. Los italianos habían subestimado al ejército republicano y tuvieron que replantear su ataque. Los italianos pidieron a Orgaz que volviese a atacar el Jarama desde el suroeste de Madrid, para así apoyar su movimiento de tropas.

Los aviones gubernamentales podían despegar desde Alcalá de Henares y desde Barajas, porque en esas zonas el cielo presentaba claros. Pero los aviones italianos no podían despegar, porque los aeropuertos del norte estaban con cielos cubiertos. Al observar la curiosa circunstancia de que los italianos no podían despegar, los gubernamentales hicieron despegar incluso a sus aviones escuela, pues sabían que no se iban a encontrar cazas enemigos, para que ametrallasen y bombardeasen en lo que pudieran a los italianos de Corpo de Truppe Volontarie.

El teniente coronel Vicente Rojo atacó a los italianos y tomó muchos prisioneros el 10 de marzo de 1937. Ese día, Líster, El Campesino y Cipriano Mera, con 70 tanques rusos, hicieron retroceder a los italianos y capturaron mucho material de guerra y 300 prisioneros. El ataque fue muy duro con miles de muertos por ambas partes. Como los italianos recientemente habían sido derrotados en Abisinia (Etiopía), los republicanos cantaban “Addis Abbeba, Guadalajara” como si hubieran derrotado a Franco. Tras este fracaso la toma de Madrid se prolongó todavía dos años más.

En la noche del 12 al 13, los italianos recibieron la comunicación de que eran relevados. Se marcharon en completo desorden, sin esperar el relevo.

El 13 de marzo se redujeron las acciones ofensivas. Se decidió que lo urgente era limpiar de enemigos las zonas interiores a los puntos ocupados. Enrique Jurado ordenó a Líster avanzar sobre Trijueque con sus Brigadas comunistas y el apoyo de tanques soviéticos. Y gracias al desorden italiano, Líster llegó a Trijueque el 13 por la tarde.

El día 13, parecía haber equilibrio de fuerzas sobre el campo de batalla. Los italianos refrescaron sus hombres: La 3 División fue sustituida por la División Littorio, y la 2 División fue relevada por la 1 División. El relevo resultó otro desastre de organización, pues los italianos se empujaban por subir a los camiones, y se originaron bromas mordaces que hablaban de “tutti a la camionetti”.

El 15 de marzo, Mario Roatta puso su cuartel general en Arcos del Jalón, muy al norte del campo de batalla, y reunió a Franco, Mola y Kindelán para discutir si se abandonaba. Franco dijo que se continuaba el ataque y que los aviones bombardearían Brihuega todos los días para castigar al enemigo. Roatta pidió que sus soldados fueran sustituidos por españoles. Razonaba que él estaba planteando campañas ofensivas y no una guerra de desgaste, por lo que consideraba que era mejor una retirada que el riesgo del fracaso. Franco rechazó el plan de Roatta y le dijo que avanzara hasta Guadalajara costase lo que costase. Roatta insistió en sus puntos de vista y le envió una carta a Franco en ese sentido el día 15.

El 15 de marzo, Rojo tenía listo un plan de contraofensiva sobre Brihuega. Contaba con tres Divisiones mandadas por Lacalle, Líster y Cipriano Mera.

Mario Roatta Mancini fue a Salamanca el 15 de marzo a pedir tropas españolas a Franco para acabar la batalla de Madrid, y no lo consiguió. Mussolini se sintió humillado. El 17 de marzo se volvieron a ver Franco y Roatta. Y se repitió la escena del día 15. Roatta insistía en hacer una guerra ofensiva de ataques rápidos, y Franco decía que no tenía medios para hacerla. En mitad de la conversación, supieron que los republicanos atacaban y que el CTV se estaba retirando, y en ese punto se suspendió la conversación.

Franco desistió de tomar Madrid hacia el 17 de marzo de 1937, momento en que damos por terminada la «batalla de Madrid». En realidad, decidió un cambio de táctica militar: pasar a la guerra de desgaste. En eso no estaban de acuerdo sus aliados italianos y alemanes, que querían un desenlace rápido del conflicto español y estaban dispuestos a poner más aviación y más carros. Franco se negó a adoptar los consejos extranjeros de destrucción sistemática de todos los recursos del enemigo. Franco todavía pensaba en una guerra más romántica, de ejército a ejército, sin destrucción de fábricas, sin inutilización de fincas de labor con minas, solo por doblegamiento del ejército enemigo por aniquilamiento de los hombres. Los alemanes ya estaban pensando de otra manera, la que se practicaría cuatro años más tarde en Centroeuropa.

El 18 de marzo, por la tarde Rojo envió a la División Lister y a los carros Pavlov a retomar Brihuega. Empezó la acción con un bombardeo de la aviación y de la artillería gubernamental sobre las posiciones de la División Littorio, que estaba mandada por Bergonzoli. El republicano Enrique Jurado atacó Brihuega desde Trijueque. Puso al general Paulov en la punta de ataque y sus brigadas tomaron las ruinas de Brihuega ese día. El italiano Bergonzoli ordenó la retirada, porque Roatta estaba en Salamanca hablando con Franco y él se había hecho cargo del mando italiano. La 1 División italiana del general Rossi, inició la retirada, y le siguió todo el ejército italiano. Cuando Franco lo supo, se negó a enviar sus aviones contra los aviones gubernamentales que estaban ametrallando a los italianos. Annibale Bergonzoli y parte de su Estado Mayor resultaron muertos.

El 20 de marzo, se podía considerar que los italianos habían fracasado, pero los ataques gubernamentales contra ellos fracasaron también el 20 de marzo y el 22 de marzo. El fracaso del uno no implicaba victoria del otro.

Y en pleno desorden en la retirada de los italianos, los gubernamentales republicanos no supieron explotar el éxito. Otra vez más se demostró que no eran estrategas militares. Estaban muy contentos y alardeaban de haber conseguido muchas posiciones, pero perdieron la oportunidad de eliminar a las fuerzas italianas definitivamente. Hacían muchos chistes y se reían mucho, pero no habían conseguido gran cosa.

No era exactamente una derrota italiana, pero la prensa internacional vendió la noticia como una victoria gubernamental sobre los italianos. En realidad, los franquistas habían fracasado en el proyecto de tomar Madrid, pero los italianos no habían sido eliminados. Fue la prensa la que dijo que los fascistas habían sido derrotados en España. Era una batalla por la opinión pública. La pretendida victoria gubernamental en Guadalajara era una noticia falsa.

Se calculaba que habían muerto 2.000 soldados gubernamentales y 400 soldados italianos, y que habían sido heridos 4.000 gubernamentales y 1.800 italianos. En todo caso, la derrota italiana sólo afectaba a la pérdida de material de guerra. La batalla de Guadalajara supuso una derrota táctica para los italianos, pues no consiguieron cercar Madrid por el este, pero a Franco le interesaba lo que suponía de derrota política, pues sus opiniones se verían reforzadas frente a las de los militares italianos. Franco insistía en dirigir él la guerra, y los italianos habían pretendido hacerla por sí mismos y habían fracasado.

Lo que sí ocurrió en Guadalajara fue que los italianos quedaron en evidencia, pues mientras Italia negaba que hubiera soldados italianos en España, las fotos y los reportajes de guerra, probaban lo contrario. Dino Grandi, el representante italiano en el Comité de No Intervención de Londres, dijo que Italia no retiraría sus soldados de España hasta el final de la guerra, lo cual no era concordante con la afirmación de que no había italianos luchando en España. Alemania se quejó entonces de la actuación de Grandi y la calificó de insolencia. Es decir, Alemania seguía negando su intervención en la Guerra de España. La postura de Alemania en adelante, fue decir que sí a todo en el Comité de No Intervención y hacer lo que le parecía en cada momento. Era lo que todos estaban haciendo. Desde ese momento, la postura de Alemania e Italia fue aceptar los temas, pero dilatar su discusión y consideraciones hasta el infinito, e ir inventando excusas diversas, como no darse por enterados hasta que se les presentaban pruebas irrefutables, o no presentarse a algunas sesiones de control con diversas excusas. Tampoco Gran Bretaña, que estaba negociando con los dictadores, podía seguir diciendo que la ayuda italiana a los rebeldes españoles era sólo “simbólica”.

Entre las causas de la “derrota italiana” en Guadalajara, señalamos: que los italianos sobrevaloraron sus fuerzas y minusvaloraron las del enemigo; que los mandos italianos intermedios estaban menos preparados de lo que sus superiores presumían; que los soldados italianos demostraron poco fondo físico y poca preparación militar; que el mal tiempo de lluvia, dificultó la movilidad de los vehículo italianos, fuerza principal en la que confiaban los estrategas italianos; igualmente, el mal tiempo dificultó la acción de la aviación italiana, pues los aeródromos provisionales se habían hecho sobre campos de labranza apisonados, y se embarraron con las lluvias. Pero también hay que apuntar que los españoles no cumplieron con sus compromisos y, el día 8 de marzo, Orgaz no atacó desde el sur, desde la desembocadura de El Jarama, ni lo hizo en los días siguientes. El día 11, Franco destituyó a Orgaz, y el 12 a Varela, y el 13, tomó el mando el general Saliquet, pero sus objetivos tampoco eran los pactados con los italianos, sino mucho más limitados.

Los italianos fueron sustituidos por la 3ª Brigada de la División Soria. Sus órdenes eran detener el avance republicano en la carretera de Madrid a Zaragoza. Roatta culpó a los fascistas italianos de no aguantar las posiciones con suficiente coraje. De momento, el CTV fue sometido a una depuración y Roatta fue sustituido por Ettore Bastico. También 4.000 soldados italianos fueron enviados a Italia y se hizo un cambio significativo de generales, oficiales y suboficiales del CTV. La División Littorio permaneció en España, pero se disolvieron dos divisiones de los “camisas negras”, y algunos de sus efectivos, los que no fueron enviados a Italia, pasaron a la 2 División y al Grupo 23 de Marzo.

Miaja había ganado la Batalla de Guadalajara, y así lo publicaron los periódicos de todo el mundo.

Los rebeldes hacían chistes, chascarrillos y cancioncillas por la retirada de sus aliados los italianos, pues el gran ejército que se presumía casi invencible y bien armado, se había hundido ante sus ojos y ello fue una decepción para todos. Franco se esforzó por agrandar el fracaso italiano: El 19 de marzo le comunicó a Mussolini que calculaba las fuerzas republicanas que habían actuado en Guadalajara en 15.000 hombres, lo que estaba lejísimos de la realidad. Franco quería humillar a Mussolini y decirle que 30.000 italianos, ayudados por 20.000 españoles, habían fracasado frente a 15.000 soldados del bando gubernamental.

Tras el fracaso de Guadalajara, Franco supo que no sería posible una victoria rápida en la Guerra de España, que Mussolini quería hacer demostraciones de la “guerra celere” por ganar un prestigio internacional, pero que no se ajustaba a la realidad española. En adelante, Mussolini debía optar por implicarse mucho más en la Guerra de España, o abandonar. Lo segundo era un desprestigio internacional muy grande para Italia. Y Mussolini decidió que el CTV reivindicase su honor y apoyara a Franco hasta la victoria. La hora de la reivindicación italiana llegaría en Santander en agosto de 1937, con bombardeos espectaculares, y una toma de la ciudad aparatosa.

Julio Álvarez Vayo, Ministro de Exteriores republicano, llevó el asunto de la Batalla de Guadalajara a la Sociedad de Naciones, pues con el material italiano incautado podía demostrar que Italia estaba luchando y no cumplía el Tratado de No Intervención. Gran Bretaña encontró que las pruebas eran “poco concluyentes”.

La visión italiana de la Guerra de España permaneció esencialmente igual: el general Bastico se opuso a que sus hombres fueran utilizados para misiones de preparación de un ataque, o de apoyo del mismo, y exigía estar en el ataque principal. Y como Franco no quería el protagonismo italiano en las grades operaciones, sobre todo en el momento de apuntarse el éxito, los roces entre españoles e italianos continuaron produciéndose durante toda la guerra. En la toma de Bilbao, la participación italiana en tierra fue mínima, mientras en el aire fueron fundamentales, pero luego, Franco les concedió la toma de la provincia de Santander y de la ciudad de Santander, una ciudad más pequeña y de menos renombre internacional. Tras vencer en El Escudo y en Santoña, los italianos tomaron Santander el 23 de agosto de 1937, y obtuvieron una victoria de la que Mussolini pudo presumir exagerando las acciones de guerra.

Franco decidió que había fracasado en el proyecto de tomar Madrid. Y pensó en una guerra muy larga. Había un detalle que la prensa se negaba a publicar: Franco no había ayudado a los italianos en la batalla, no había hecho ningún contraataque ni había dado ningún relevo. Franco quería humillar a Mussolini y poderle decir que los soldados italianos quedarían en adelante sometidos a los jefes militares españoles.

En realidad, los dos bandos estaban fracasando en sus campañas de guerra. El fracaso de ambos bandos contendientes en las batallas de El Jarama y de Guadalajara, hizo necesario que ambos se replanteasen su propia organización de guerra. Se habían planteado una guerra corta, pero iba a ser larga.

     El ejército rebelde en marzo de 1937.

El ejército de Franco a 31 de marzo de 1937 estaba mucho peor organizado que el republicano. De hecho se iba reorganizando sobre la marcha con criterios territoriales. La División Ávila y la División Soria se organizaron en Brigadas en 1937, y en 3 de abril se organizaron las Brigadas de Madrid.

Los italianos tenían 4 Divisiones de Corpo di Tropo Volontarie, CTV, divididas en 40 Batallones, 33 de ellos constaban de 11 Grupos de Banderas, y los otros 7 pertenecían a la División Littorio.

Ya en abril de 1937, se crearon varias Divisiones territoriales: la 51 y 52 de Aragón, la 61 y 62 de Castilla, la de Badajoz, la del Norte de Córdoba, la del Sur de Córdoba y la de Granada.

Y en mayo de 1937, aparecieron la 21, 22, 23 y 24 andaluzas, la 71, 72, 73, y 74 de Madrid, la 75 de Ávila y la 53 de Soria, que eran las ya existentes redenominadas.

Los batallones de que disponía Franco son imposibles de contabilizar, pues cada jefe nombraba como quería a su batallón y le ponía el número que le agradaba y cambiaba de denominación cada poco. Sabemos que los 23 Regimientos constituyeron en febrero de 1937 el 8º Batallón y que en julio de 1937 se llamaba 14º Batallón.

Los Regulares tenían 45 Batallones, 5 batallones en cada uno de los 9 Tabores de Regulares.

La Legión tenía 12 Banderas, seis existentes en 1936, y otras seis creadas recientemente. Cada Bandera tenía entre 6 y 12 Batallones.

La Falange tenía 68 Banderas. Los Flechas tenían 12 Batallones y eran jóvenes españoles de ideas falangistas, con jefes italianos.

El Requeté tenía 48 Tercios.

Había 20 Batallones de voluntarios españoles que no pertenecían ni a Falange ni al Requeté.

Los Tabores de Mehala eran 10 y cada Tabor tenía 4 Batallones.

Los Tabores de Ifni eran 4, y cada uno tenía 4 Batallones.

Había entre 10 y 14 Batallones en cada Regimiento, 4 Batallones en cada una de las 4 Batería de Montaña, 2 Batallones en cada una de las 6 Brigadas Mixtas,

Había 24 Batallones de Cazadores de África.

En conjunto, los Batallones de voluntarios españoles sumaban unos 136, y los Batallones de voluntarios italianos se calculaban en 40.

En fin, conocer la estructura del ejército franquista no estaba ni está al alcance de cualquiera, ni lo conocen muchos historiadores sobre el tema, porque es complicado.

Los cañones del ejército franquista eran unos 628 a fines de 1936, y en el primer trimestre de 1937 le llegaron 333 piezas más, por lo que en marzo de 1937, podemos evaluarlos en mil piezas aproximadamente. Franco disponía de 400 cañones italianos, 28 antiaéreos alemanes, y 40 antitanques alemanes.

Franco tenía 15 aviones Menerschmitt 109-B alemanes, 12 bimotores de bombardeo alemanes, 4 Savoia de bombardeo italianos, y una patrulla de reconocimiento italiana. También tenía 40 Romero 37 italianos de reconocimiento, 41 Heinkel-45, Heinkel-46 y Henschel-123 alemanes de reconocimiento. Tenía 56 trimotores pesados de bombardeo, pero que sólo podían volar de noche, porque eran lentos y podían ser derribados fácilmente cundo eran localizados.    Franco tenía 1 acorazado, 3 cruceros, y 1 destructor (el Velasco).

     El ataque rebelde sobre Vizcaya.

El 29 de marzo de 1937, se preparó la ofensiva rebelde contra el norte de España: la primera acción escogida fue ir sobre Mondragón y Elgueta hasta Bizcargui, con el fin de cortar Vizcaya en dos partes. El ataque se le encomendó al general Emilio Mola y su ayudante de Estado Mayor coronel Vigón. La ofensiva franquista preparatoria sobre Vizcaya desde el sur, comenzó el 29 de marzo sobre La Lora (Burgos), y poco después, Franco decidió tomar todo el norte de España.

Mola llevó 40.000 hombres sobre Guipúzcoa y Álava. Eran tropas navarras, marroquíes e italianas. Las trincheras vascas, mal construidas, fueron cayendo poco a poco en abril de 1937.

Pero, por otra parte, Franco no estaba dispuesto a pactar ni negociar nada con el enemigo. Quería su rendición incondicional y la desaparición de toda la ideología que representaban los republicanos, todos los republicanos. La guerra sería por lo tanto dura y larga.

Mola ordenó que se reunieran en Vergara las cuatro Brigadas Vascas que mandaba José Solchaga, de las cuales la primera estaba dirigida por García Valiño y la cuarta estaba dirigida por Camilo Alonso Vega. También acudieron a Vergara 80 carros de combate italianos. El conjunto estaría protegido por 100 bombarderos Heinkel 51, y 50 Fiat CR 32, más dos escuadrones de caza, cuya base estaba en Vitoria. Y como fuerza de apoyo, en la costa cantábrica se situarían las brigadas de Flechas italianas, y la división 23 de  marzo motorizada. Los italianos sumaban 65 batallones, y aportaban 250 piezas de artillería y 60 tanques.

Enfrente, los vascos disponían del Cuerpo de Ejército Vasco, el cual se componía de 51 batallones, y estaba dotado con 450 ametralladoras, 184 morteros, 46 cañones y unos 12 aviones de caza.

La ofensiva rebelde realmente empezó el 31 de marzo de 1937 a las 07:00 horas, con un bombardeo ordenado por Mola y llevado a cabo por los JU 52 de la Legión Cóndor. A las 09:00 horas se repitió el bombardeo. El 31 de marzo, Mola inició el ataque desde Navarra. Camilo Alonso Vega con la Cuarta Brigada Navarra. La zona atacada era el tramo entre Villarreal de Álava y Ochandiano. La ofensiva duró 4 días, al cabo de los cuales, el ejército rebelde tomó Ochandiano, a mitad de camino entre Vergara y Villarreal. El objetivo principal era Durango.

Por su parte, Franco ordenó el bloqueo naval de Bilbao y empezó la escasez de alimentos en esta ciudad. Las mujeres y los niños fueron evacuados, y muchos fueron acogidos en Gran Bretaña, Bélgica, Francia y la URSS. El bloqueo de Franco a Bilbao empezó el 7 de abril de 1937. El Gobierno británico aconsejó no ir a Bilbao, pero los barcos particulares iban a Bilbao, donde los precios eran altos, y no pasaba nada.

El 31 de marzo de 1937, el Gobierno del PNV había tenido tiempo, cinco meses, para preparar una defensa, y se le había ocurrido hacer un sistema de trincheras, “cinturón de hierro de Bilbao”, como las de Francia con Alemania en la Primera Guerra Mundial. Era un error vasco, pues a Franco le costó muy poco superarlas, una vez que tenía aviación y cañones de alto poder destructivo. No eran las mismas condiciones militares que en 1914. Hubo muchos muertos, pero nada decisivo. Era presidente del País Vasco el nacionalista católico José Antonio Aguirre.

El frente vasco fue roto el 25 de abril por la 1ª Brigada Navarra de García Valiño, que en vez de atacar por la carretera, decidió escalar Peña Udala y sortear lateralmente las fortificaciones vascas. El 24 de abril, los navarros entraron en Elorrio, y el 25 de abril ocuparon también Elgueta y Éibar. El avance franquista era lento. Avanzaban unos 700 metros diarios, y tenían muchos muertos durante los avances, tantos como los que hacían entre el enemigo. Esa táctica de ataque no tenía sentido.

Una vez que García Valiño había roto la línea de defensas vascas al norte de Mondragón, en Peña Udala, enseguida cayeron Elorrio y Éibar en manos de los rebeldes. Los italianos seguían incomodando por la costa en Ondárroa. La táctica de combate franquista se estandarizó, con un bombardeo previo de uno o dos días, ametrallamientos desde el aire de las columnas enemigas, ruptura de las comunicaciones del enemigo entre las líneas de vanguardia y retaguardia, y ataque de la infantería apoyada en su marcha por los carros de combate.

El comunista Vicente Uribe visitó Bilbao el 7 de abril de 1937 y comunicó al Gobierno de Valencia que se necesitaban aviones. No había posibilidad de volar desde Madrid, muy acosada por los rebeldes, ni desde Valencia, demasiado alejada del objetivo, 600 kilómetros, por encima de la autonomía de vuelo de los aviones de la época en viaje de ida y vuelta. La posibilidad era desde Barcelona, con escala en aeropuertos franceses, pero Francia no lo permitía.

El jefe de las fuerzas vascas que defendían la zona era el comandante Juan Ibarrola, el cual empezó el combate unos 10 kilómetros al norte de Ochandiano, en el cruce de carretera de Elorregui. El jefe general de la zona norte republicana era Llano de la Encomienda, el cual disponía de 6 Brigadas Asturianas y Santanderinas, pero muy alejadas de este campo de lucha. Como además, carecía de aviones y buques de guerra, no podía aportar ayuda a los defensores vascos. La lucha era al este de Bilbao, y Llano de la encomienda estaba 50 kilómetros al oeste, en Santoña.

En abril de 1937, Franco llevó la Legión Cóndor, a Burgos los bombarderos, y a Vitoria los cazas. En Vitoria también estaban los Fiat italianos. Los aviones alemanes e italianos habían llegado desde las bases de León y de Logroño. También se abrió una base de bombarderos de apoyo, en Soria.

Entonces la Legión Cóndor ensayó la cooperación aire- tierra. El primer ataque aéreo sobre una población habitada se produjo en Brihuega (Guadalajara), un ensayo sin que hubiera oposición enemiga. Y una vez conseguido el objetivo de saber bombardear un poblado, se ensayó el ataque a líneas fortificadas y defendidas, incluso en zonas montañosas. Las nuevas prácticas se hicieron sobre Ochandiano el 31 de marzo, Elorrio el 2 de abril y Durango el 4 de abril de 1937. En las primeras operaciones, los aviones ametrallaban indistintamente a los soldados de su propio bando y a los del contrario. En uno de estos ataques, la población estaba en misa y como resultado de ello murieron 2 sacerdotes y 14 monjas. Estos primeros bombardeos no tuvieron la difusión internacional que tuvo Guernica el 26 de abril. Se aprendió que esos ataques eran poco útiles, y lo más efectivo era destruir las comunicaciones que abastecían a las fortificaciones y trincheras.

Y el 26 de abril de 1937, se ensayó la destrucción de una ciudad completa en Guernica, con selección de objetivos, pues las fábricas de armas no debían ser tocadas. La 1ª Brigada de Navarra había alcanzado Monte Oiz, y la Legión Cóndor pidió permiso para el ensayo de destrucción con bombas incendiarias. Se presumía que la destrucción de Guernica dejaría copados a 12 batallones gubernamentales en Éibar, Marquina y Lequeitio, lo cual dejaría abierto el camino hacia Bilbao. No se quería destruir las fábricas de pistolas de Guernica y había que ser muy preciso en el bombardeo. 3 Savoia-79 italianos, 3 bimotores alemanes y 18 Junkers-52 alemanes, participaron en el ensayo sobre Guernica. Guernica primero recibió bombas pesadas destructoras, más tarde ametrallamientos sobre la gente que huía, y por último bombas incendiarias.

La acción de Guernica fue un éxito militar, pues destruyeron el pueblo, provocaron entre 100 y 200 muertos, y no dañaron las fábricas de armas. Pero fue una victoria pírrica, pues Mola no quiso cambiar sus planes de ataque sobre Bilbao y aprovechar las nuevas posibilidades aéreas, en las que todavía no creía. Mola dijo que, antes de ir sobre Bilbao había que tomar Durango, y Marquina, y no acudió a Guernica hasta el 28 de abril de 1937, dos días después. En adelante se podía atacar el Cinturón de Hierro de Bilbao y las fortificaciones republicanas, sin dañar la ciudad, y sobre todo, sin dañar la industria siderúrgica y metalúrgica de Bilbao, que iba a ser necesaria para ganar la guerra.

Un aprendizaje de las acciones aéreas era la importancia de la velocidad de los aviones, pues los rusos tenían aviones más rápidos y, en cualquier momento, podían desbaratar la coordinación de una operación de este tipo. Por ello, Franco pidió aviones más rápidos a Alemania. Pero ese progreso tenía algún inconveniente, como que había que formar pilotos capaces de gobernar los nuevos aviones, y no era fácil. Desde luego, no se podían improvisar pilotos.

Otro aprendizaje de la acción de Guernica era la batalla de la propaganda, pues la prensa simpatizó con los vascos. El 29 de abril, un Franco “avergonzado” anunció que Guernica había sido incendiada por los rojos. La guerra de la desinformación estaba en marcha.

Los ataques aéreos y bombardeos de apoyo, apenas tuvieron efectos positivos para los rebeldes, porque la infantería se atascó en Sabigain y el Puerto de Urquiola, y no fue capaz de avanzar. El 15 de abril, Mola no había conseguido romper las líneas vascas, en el momento en que sobrevino un temporal de lluvia y nieve. El ataque sobre Durango se detuvo. Únicamente se intentó atacar Mondragón y se fracasó en ello.

El País Vasco es muy pequeño, poco más de 7.200 kilómetros cuadrados, y en 1937, tras sublevarse Álava y conquistar los rebeldes Guipúzcoa, estaba reducido a una tercera parte, Vizcaya. Vizcaya sólo tiene 2.200 kilómetros cuadrados, la mitad que La Rioja, que es considerada frecuentemente como la provincia más pequeña de España. Junto a ellas, Cantabria tiene 5.300 kilómetros cuadrados, una extensión mucho mayor, y también es considerada como una región muy pequeña.

Pero Vizcaya era una zona superpoblada. Su orografía es montañosa y la posibilidad de abrir aeródromos es muy limitada. De hecho, Vizcaya sólo tenía dos aeródromos, Sondika y Lamiaco. Los aeropuertos republicanos se concentraron en Santander, 100 kilómetros al oeste de Bilbao, donde llegó a haber cinco abiertos simultáneamente.

Tradicionalmente, los vascos habían hecho la guerra basándose en el dominio del conocimiento de los montes, que son muy complicados, pero en 1936, apareció la aviación que acababa con ese tipo de guerra, pues observaba desde el aire y comunicaba al enemigo los movimientos envolventes que se estaban haciendo en las montañas. Y además, una vez sabida la posición exacta de las tropas, la efectividad de la artillería era mucho mayor.

El ataque rebelde continuó hasta la muerte de Mola en accidente de aviación el 3 de junio de 1937. El nuevo jefe de las fuerzas “nacionales” del norte de España fue el general Fidel Dávila Arrondo.

    El “Canarias” en el Cantábrico en marzo de 1937.

El “Canarias” era el mejor buque de guerra de los rebeldes por su superioridad de alcance de tiro, 12 kilómetros, sobre el resto de los buques de guerra españoles cuyos cañones tenían un alcance medio de 6 kilómetros. El “Canarias” imponía su autoridad en el Estrecho de Gibraltar, Pero tuvo un accidente y chocó con un mercante griego. El Canarias quedó averiado. Cuando el “Canarias” fue reparado, fue enviado al Cantábrico, pues el mercante “Mar Cantábrico” portaba armas hacia el puerto de Bilbao y los rebeldes querían esas armas.

El 4 de marzo de 1937, zarpó de Bayona (Francia) el barco “Galdames” cargado de armas y monedas para el País Vasco, escoltado por varios bous (un bou es un vapor pequeño dedicado a la pesca de arrastre) como el “Gipúzcoa”, “Bizcaia”, “Nabara” y “Donostia” y por el destructor “José Luis Díaz”. Su destino era Bilbao. El “Canarias” los avistó, e incendió al “Gipuzcoa”. Entonces el “Bizcaia” fue a avisar al “Yorbrook”, que también portaba armas, mientras el “Nabara” y el “Donostia” se quedaron con el “Galdames” en la zona de Cabo Machichaco.

Pero el convoy fue localizado el 5 de marzo por el crucero “Canarias”, un buque al servicio de Franco. El “Canarias” llevaba en ese momento preso al mercante estonio “Yorkbrook” que portaba armas con destino a Bilbao.

El 5 de marzo, el “Canarias” había interceptado al mercante “York Brook” cerca de Bilbao, el puerto al que se dirigían todos los mercantes que llevaban cosas a los republicanos. El mercante llevaba bombas de aviación, subfusiles y 10 millones de cartuchos. El “Canarias” ordenó al “York Brook” desviarse hacia Pasajes. Pero durante la escolta hacia Pasajes, se divisó por proa al vapor “Galdames”, que llegaba escoltado por bacaladeros armados que periódicamente hacían la ruta Bayona-Bilbao para los vascos.

El lugar de encuentro naval se podía ver desde tierra en Punta Galea y en Cabo Machichaco, y las baterías de tierra abrieron fuego contra el “Canarias” y le alcanzaron con un disparo. Un bacaladero logró soltar al “Yorkbrook”, el cual llegó a Bermeo y descargó las armas.Mientras tanto, el “Canarias” se dirigía contra el “Galdames”, hundió al bacaladero “Nabarra”, y apresó al carguero, lo cual se conoce como la batalla del Machichaco:

La peor parte del combate la llevaron: el bacaladero “Gipúzcoa”, donde murieron muchos tripulantes y fue seriamente averiado; el bacaladero “Navarra”, que fue hundido, y murieron 32 tripulantes, y fueron apresados otros 20; y el vapor “Galdames” que fue apresado por el Canarias. En el registro del Galdames se descubrió al católico nacionalista catalán Carrasco Formiguera, que viajaba para establecer relaciones entre el País Vasco y Cataluña de cara a la independencia de ambas. Carrasco Formiguera fue condenado a muerte el 28 de agosto, y fusilado el 9 de abril de 1938.

El 8 de marzo de 1937, el “Canarias” apresó al “Mar Cantabrico”. Se había redenominado “Adda”, para pasar desapercibido. Quería entrar en Santander. El buque apresado fue llevado a El Ferrol, y se comprobó que portaba 10 aviones en piezas, 50 camiones, 14 millones de cartuchos y 500 ametralladoras. Era el objetivo principal del “Canarias”, y la razón por la que había sido enviado a la zona del Cantábrico. El “Mar Cantábrico” fue cañoneado, incendiado, y llevado a El Ferrol. Venía de Nueva York, y había zarpado del puerto de Veracruz (México) el 7 de enero de 1937 con 7 aviones y 1 hidroavión.

El incidente del Galdames, le demostró a Aguirre que no tenía flota de guerra, por muchos bacaladeros que llevasen un cañón pequeño y unas ametralladoras. Entonces, decidió pedirle barcos de guerra al Presidente Prieto. Exigía que llegara a Bilbao el acorazado “Jaime I” y cuatro destructores. El Jefe de Estado Mayor de la Armada, capitán de corbeta Luis González de Ubieta, se negó a entregar barcos a una autoridad que se negaba a obedecer al Gobierno de España. y más cuando Aguirre exigía desguarnecer el Mediterráneo, para fortificar Euzkadi. Esos barcos estaban protegiendo la llegada de material soviético, para lo cual salían lejos de las costas españolas a recibir a los transportes de armas. A primeros de mayo de 1937, se le enviaron a Aguirre dos submarinos. El resto del Cantábrico estaba protegido por los destructores José Luis Díaz, y Císcar, por tres submarinos y un torpedero. Aguirre fue más allá y exigió sustituir a los marinos españoles por marineros vascos, cosa que sorprendentemente se le concedió el 31 de mayo. La idea era que los castellanos no sabían navegar y se mareaban constantemente.

Y una vez cumplido su objetivo, el 31 de marzo, el Canarias volvió al Estrecho de Gibraltar y al Mediterráneo, mientras el “Almirante Cervera”, el destructor “Velasco”, los cruceros “Ciudad de Valencia” y “Ciudad de Palma”, el bacaladero “Galerna”, y 11 patrulleros armados, vigilaban el Cantábrico. Era difícil llegar a puertos republicanos del Cantábrico.

La Divini Redemptoris, 19 de marzo de 1937.

El Papa Pío XI dedicó una Encíclica a condenar el comunismo y a hacer propaganda católica: enmarcaba el comunismo en la lucha del bien y del mal, en la que la Iglesia era el bien, y el comunismo era el mal. La Iglesia era la parte perseguida y sacrificada, y el comunismo era la barbarie criminal. Citaba múltiples encíclicas anteriores para acabar diciendo que el peligro del comunismo se hallaba en Rusia, México y España.

La encíclica decía que: el comunismo predica una falsa redención materialista que corta la esperanza en la vida futura, y niega la vida del alma más allá de la muerte. El comunismo busca la lucha de clases, el odio y la destrucción, niega la libertad humana individual, niega el derecho a la propiedad privada y niega a Dios. El comunismo se infiltra aprovechando todas las discrepancias y antagonismos políticos y sociales. La culpa del auge del comunismo la tiene el liberalismo, que propició el abandono de las prácticas religiosas y de la moral cristiana, que no construía iglesias y ni ponía sacerdotes en los nuevos barrios obreros que la revolución industrial estaba creando. También es culpable la prensa no católica, que calla los desmanes del comunismo, la persecución a los sacerdotes, y la persecución sobre los seglares que defienden a la Iglesia. En España, la persecución ha sido mucho más feroz y bárbara que en otras partes. Y es que el hombre necesita un freno a sus acciones, y ese freno es la ley natural, que la Iglesia pone de manifiesto. Y la economía necesita también un freno moral. La pobreza y la necesidad existen, pero pueden ser combatidas mediante la caridad, la cual se basa en la renuncia a la ostentación y a los placeres, que deben hacer los ricos. Ello no es limosna, sino justicia, porque Dios dijo “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Los obreros tienen derecho al sustento suyo y de su familia, a asegurar su vejez, enfermedad y paro, y todo ello lo deben sostener instituciones sociales sostenidas por los empresarios.   Para que ello sea posible, es fundamental el cumplimiento de los deberes religiosos, la propagación de la prensa católica, la oración, y la penitencia, el trabajo de los sacerdotes en sus parroquias, y el trabajo de Acción Católica. Por todo ello, la Iglesia pone a los obreros bajo la protección de San José, obrero y padre de familia, y de San Pedro, portador de la doctrina de la Iglesia.

Replanteamiento de la guerra por los rebeldes, en marzo de 1937.

El 22 de marzo de 1937, Franco convocó en Salamanca a la cúpula militar rebelde: Mola, Kindelán y Vigón le pidieron que se olvidara de la toma de Madrid, porque los objetivos eran acabar con el Gobierno republicano que estaba en Valencia, hacerse con los altos hornos de Vizcaya, y con las fábricas de armas de Trubia, Reinosa (Constructora Naval), Sestao (Constructora Naval), Éibar y Zamudio, y las fábricas de municiones, bombas y explosivos de Galdiano, La Manjoya, Asúa, Guernica, Santa Bárbara y Cayes-Llanera (Asturias). Las fábricas de Ituarte, Duro Felguera, Babcok Wilcox y Echevarrieta, también eran objetivos importantes porque fabricaban granadas, bombas, fusiles, ametralladoras, morteros, cañones, tanques, aunque con un nivel de producción ciertamente bajo. Esos debían ser los objetivos, y no Madrid. El cambio de mentalidad era radical, pues de la creencia de que, tras tomar Madrid, se habría acabado la guerra, se pasó al convencimiento de que habría que tomar cada región de España, una a una. Y había que empezar por las suministradoras de armas y mineral de hierro, que además, estaban aisladas del resto del territorio gubernamental. Lo curioso del tema es que Franco había firmado la orden de ataque sobre el norte el 21 de marzo, un día antes de la reunión de sus generales.

O sea, que Mola prefería conquistar Vizcaya primero. Desde el primer momento, Mola estaba atacando Vizcaya con 4 Brigadas Navarras y el coronel Cayuela iba sobre Orduña, el teniente coronel García Valiño fue sobre Vergara, el coronel Latorre sobre Mondragón y el coronel Camilo Alonso Vega sobre Vitoria. El jefe general del sector era el general Solchaga, ayudado por su Jefe de Estado Mayor teniente coronel Vigón. Las cuatro Brigadas reunían unos 30.000 hombres y estaban organizadas en 32 Batallones.

Mola también disponía de 7 Batallones de Flechas Negras a las órdenes del general Piazzoni, cuya oficialidad era italiana, pero los mandos intermedios y la mayor parte de la tropa eran españoles.

Y muy próximos al País Vasco estaba el Corpo de Tropo Volontarie, que había sido derrotado en Guadalajara y se había retirado hacia el norte. Eran 30.000 hombres, aunque no utilizables de momento.

Los rebeldes decidieron continuar con la guerra de desgaste, pero no destruir Madrid como le pedían los alemanes e italianos.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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