La Guerra de España en diciembre de 1936.

Ideas clave: la Diputación Permanente de 1 de diciembre de 1936, ataque de Queipo de Llano en Andalucía, lucha por el poder en Madrid, lucha por el poder en Valencia, lucha por el poder en Barcelona, Andreu Nin y el POUM, el Gobierno Tarradellas en diciembre de 1936, cooperación italiana con Franco, inoperatividad de la Sociedad de Naciones, cooperación de El Vaticano con Franco, crisis del Gobierno republicano en diciembre de 1936, crisis del Gobierno rebelde en diciembre de 1936, autoritarismo de Franco,

La Diputación Permanente de las Cortes de 1 de diciembre de 1936.

El 1 de diciembre de 1936, se reunió la Diputación Permanente de las Cortes en Valencia, bajo la Presidencia de Martínez Barrio. El Presidente del Gobierno, Largo Caballero, propuso la convalidación de todas los Decretos elaborados por él desde julio de 1936, desde que era Ministro, y todos le fueron convalidados. La República Española no estaba en “estado de guerra”, sino en “estado de alarma”, y la Diputación Permanente, también prorrogó el estado de alarma.

     Ataque de Queipo de Llano en Andalucía.

El 15 de diciembre de 1936, Queipo de Llano inició un ataque sobre el Valle del Guadalquivir. Inmediatamente la República creó el Ejército del Sur y puso a su frente a Fernando Martínez-Monje Restoy, al que se le dieron tropas de Córdoba (Hernández Saravia), Extremadura, Granada (Salafranca) y Málaga (Hernández Arteaga). Era otro escenario de guerra, pues el principal en ese momento era Madrid, pero un escenario importante, porque si los rebeldes perdían Andalucía, era probable que perdieran también Madrid.

    Lucha por el poder en Madrid.

El 27 de diciembre de 1936, se publicó un Decreto del Ministerio de Gobernación que creaba el Consejo Nacional de Seguridad de Madrid, organismo que unificaba en un cuerpo único los agentes de seguridad, asalto, vigilancia, investigación y milicias de retaguardia. A través del dominio de las fuerzas de seguridad, el Gobierno avanzaba hacia la recuperación del poder efectivo, que hasta entonces había estado estaba en manos de los milicianos. El Decreto decía que lo hacía por eficacia, legalidad y transparencia, pero su finalidad de tomar el poder era muy evidente.

En ese momento, el Consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid, José Cazorla Maure, militante del PCE desde noviembre de 1936, y que antes había estado en Juventudes Socialistas Unificadas, que era plenamente consciente del tema que se estaba gestando en el Gobierno, hizo grandes esfuerzos para que los jefes del nuevo Consejo Nacional de Seguridad, fueran comunistas. De esta manera, mientras el Gobierno se reforzaba, también el comunismo ganaba influencia. Quedaba fuera de juego el anarquismo por su empecinamiento en no ocupar cargos de gobierno. Largo Caballero se aliaba al PCE para eliminar a la fuerza sindical y miliciana mayoritaria después de UGT, que era el anarquismo. El PCE, que era una minoría exigua, tras decidir la colaboración con los militares que dominaban Madrid, cobró una importancia insólita a partir de ese momento de fines de 1936.

El poder, puesto que no había ejército ni funcionaban los poderes civiles, tales como la banca, la prensa, las asociaciones civiles, venía sostenido en el dominio de las unidades milicianas armadas. El problema de la Junta Delegada de Defensa de Madrid era dominar el orden público y la seguridad en la retaguardia. Pero las fuerzas de milicianos también lo sabían, y cuando la Junta delegada prohibió que los ciudadanos portasen armas y constituyó sus propias patrullas ciudadanas de orden público y vigilancia, se provocó un conflicto con los partidos y sindicatos, cada uno de los cuales tenía su mayor fuerza en sus propias organizaciones de orden público. El desarrollo de un orden público central, significaba desaparición de las patrullas de sindicatos y de partidos, y ello significaba el fin de la represión que ejercían estas patrullas, para sustituirla por una represión gubernamental. Y si se perdían las patrullas, se perdía el derecho de los partidos y sindicatos a portar armas.

La convivencia entre las diversas tendencias de la Junta Delegada de Defensa de Madrid se hizo en forma tolerable hasta finales de 1936, hasta el momento en que Pablo Yagüe, Consejero de Abastecimientos, fue detenido por una patrulla anarquista a las afueras de Madrid. Y quedó patente el problema de enfrentamiento entre comunistas y anarquistas. Los comunistas decían que la Junta Delegada de Defensa de Madrid era un instrumento de guerra y no de revolución, aunque su postura no fue refrendada por el Delegado de Orden Público, José Cazorla, que también era comunista. Y los anarquistas se negaban a obedecer las órdenes de la Junta Delegada de Defensa de Madrid de entregar las armas, y de suprimir los controles ciudadanos que las patrullas anarquistas realizaban, y se negaban a renunciar su inmunidad ante la policía. Los anarquistas acusaban a los comunistas de llevarse los alimentos a sus propios almacenes, y los comunistas acusaban a los anarquistas de lo mismo. Quien tenía las armas, tenía los alimentos, y el tema era esencial para dilucidar quién mandaba.

Pablo Yagüe Estebaranz, era un repartidor de pan afiliado a UGT que se pasó al PCE en 1930 y en 1936 llegó a Secretario del Comité Provincial Madrileño del PCE. Como cargo del PCE, fue designado Comisario de Abastecimientos de Madrid en diciembre de 1936, al tiempo que el comunista Antonio Mije fue designado Comisario de guerra, y el comunista Santiago Carrillo fue designado Delegado de Orden Público. El 23 de diciembre de 1936, Yagüe iba con su coche por la carretera de Barcelona, cuando el auto fue detenido por una patrulla anarquista. Presentó su salvoconducto comunista, y los anarquistas le dijeron que los salvoconductos los emitían ellos, la CNT, y el suyo no valía. Yagué arrancó con el coche y fue ametrallado y alcanzado en la espalda. Estuvo cinco meses en convalecencia. Su puesto en la Junta Delegada de Madrid fue cubierto por el también comunista Luis Nieto de la Fuente.

Y al margen de la lucha entre CNT y los comunistas, estaba el ejército. El general José Miaja Menant trataba de evitar a la Junta Delegada de Defensa de Madrid, porque no confiaba en ellos, y trataba de informarles solamente de lo más imprescindible en lo militar, y no en los demás campos de gobierno, porque los comunistas y anarquistas no resultaban fiables. Mientras la Junta Delegada de Defensa de Madrid apoyó a Miaja, todo fue bien. Pero si los comunistas y anarquistas querían cada uno su revolución, esa alianza era inestable.

Los anarquistas, en el proyecto de su revolución, se estaban quedando con las industrias de guerra, la energía eléctrica de Madrid, el gas, y el municionamiento. Creían que obtendrían el poder a medio plazo.

Miaja dirigiría más tarde, en febrero de 1937, las batallas de Guadalajara y de Brunete, y a partir de ese momento, fue considerado el militar más valioso de la República, hasta el punto de que los rebeldes planificaron secuestrarle. Al final de la guerra, Miaja estaba cansado de los políticos, y apoyó el golpe del general Casado en contra de Negrín. No le gustaba que Negrín siguiera poyándose en los comunistas.

El 24 de diciembre, Miaja dictó un bando por el que el mando militar se hacía cargo del orden público, la política y la policía, cuyas funciones pasaban a las Fuerzas de Seguridad y de Asalto, como debería haberse hecho desde el principio.

Se intentaba que el orden público pasara a los profesionales militares, a las fuerzas de orden público y a los órganos de la justicia. La Guardia Nacional Republicana, antes Guardia Civil, el Cuerpo de Seguridad y Asalto, y el Cuerpo de Investigación y Vigilancia, fueron disueltos, y se creó un Cuerpo de Seguridad único. Los componentes de los Cuerpos disueltos tenían quince días para solicitar su ingreso en el nuevo Cuerpo de Seguridad que se creaba. Un Consejo Nacional de Seguridad seleccionaba a los aspirantes, el cual creó una Junta de Clasificación para evitar que ingresasen asesinos en sus filas.

El nuevo Cuerpo de Seguridad, eran dos grupos: un grupo uniformado que comprendía las secciones de Seguridad Rural, Seguridad Urbana y Seguridad de Vanguardia, y un grupo sin uniforme que comprendía las secciones de Fronteras, Judicial, y de Investigaciones Especiales.

Y el 27 de diciembre, Santiago Carrillo fue destituido en la Junta Delegada, para indicarle al PCE que el poder no estaba en ellos, sino en el Gobierno. También se acabó con las patrullas de milicianos anarquistas, con las checas comunistas y con los tribunales civiles privados.

    Lucha por el poder en Valencia.

Largo Caballero no tenía el poder de hecho en 1936, y al igual que Tarradellas en Barcelona, y que otros políticos en Madrid (Junta Delegada de Defensa), trató de tomarlo a fines de 1936: El 9 de noviembre de 1936, creó el Consejo Superior de Guerra, cuyo Presidente era Largo Caballero, y participaban Indalecio Prieto de PSOE, Vicente Uribe Galdeano de PCE, Julio Just Gimeno de Izquierda Republicana, Julio Álvarez del Vayo Olloqui de PSOE, y Juan García Oliver de CNT. Los comunistas y los ugetistas se negaron a aceptar este Consejo, y no llegó a funcionar. El poder estaba en los Comités obreros.

En 1 de diciembre de 1936, Largo Caballero decidió recuperar los poderes que el Gobierno de España estaba perdiendo, y decretó que todos los órganos de gobierno se sometieran a su autoridad. En el caso de Madrid, reestructuró la Junta de Defensa de Madrid, para crear una Junta Delegada de Madrid, y convirtió a Miaja en un Delegado del Gobierno de Largo Caballero. Y también el 15 de diciembre, el Consejo de Ministros suprimió las Juntas y Comités Regionales, y creó en su lugar unos Consejos Provinciales presididos por el Gobernador Provincial de cada lugar, e integrados por representantes de los diversos partidos del Frente Popular. Las atribuciones de estos Consejos Provinciales eran administrativas y técnicas, meros órganos de gestión, y así el Gobierno de Largo Caballero se aseguraba el dominio sobre todo el territorio gubernamental. Cada Consejo Provincial se componía de Consejeros nombrados por todas las organizaciones frentepopulistas, y por FAI, CNT y UGT. En el caso de Aragón, se creó un nuevo Consejo de Aragón que incluía varias provincias, lo cual se repetía en el Consejo Soberano de Asturias y León, con poderes sobre León, y en la Junta de Gobierno de Santander, que en febrero de 1937 pasó a ser Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos, con poderes sobre el norte de Burgos y el norte de Palencia.

El Gobierno de Largo Caballero empezó por reservarse para sí los temas de orden público, censura, reuniones políticas y manifestaciones a la prensa. La habilidad del Gobierno de Largo Caballero en estos cambios consistía en que estos órganos de Gobierno, dejaban de pertenecer a las organizaciones que los habían creado, para introducir en ellas a los demás partidos del Frente Popular, una “democratización” que significaba alejar el peligro de cesión del poder a un partido concreto o a una coalición, y la concesión de poderes al conjunto de partidos representados en el Gobierno Central. Así se neutralizó la posible revolución en Aragón, Valencia, Castellón, Alicante, Asturias y Santander.

CNT era la organización más perjudicada, y protestó, porque decía que las Juntas habían nacido de iniciativas populares, y no de movimientos políticos extraños, pero los anarquistas se tuvieron que conformar porque no estaban preparados para iniciar su revolución. El tema más agudo en la asunción de poderes, se centraba en quién dominaría los órganos policiales y represivos, pues entendían que ello conllevaría el poder portar armas, el dominio de los almacenes de alimentos, y el predominio en la política general. En esa disputa, entraron también los comunistas y éstos acabaron llevándose una buena tajada del plato.

El Gobierno republicano de Largo Caballero se reunió el 19 de diciembre de 1936 y disolvió las “milicias de retaguardia” y las “milicias antifascistas”, que se habían mostrado como asesinos amparados en la impunidad, y que representaban el verdadero poder en el día a día.

     Lucha por el poder en Barcelona.

A mediados de diciembre de 1936, Andreu Nin fue excluido del Gobierno de la Generalitat. Era una campaña por eliminar a anarquistas y a comunistas POUM del Gobierno de Cataluña. Empezaban a notarse las manipulaciones comunistas: Nin había criticado los procesos de Stalin contra la vieja guardia bolchevique leninista, que tuvieron lugar en Moscú en agosto de 1936, y había criticado a Stalin por no haber ayudado a la República Española en julio de 1936, y por haber firmado el Pacto de No Intervención. Además, Nin había presentado en la Generalitat, una petición de asilo político para Trotski. Y ya sabemos cómo actuaba Stalin con los disidentes: El 7 de octubre de 1936, Pravda publicó que los trotskistas españoles pretendían romper el Frente Popular, lo cual les colocaba en el bando de los facciosos, y con ello se refería al POUM. El 22 de octubre de 1936, el local de POUM en Madrid, fue asaltado por Juventudes Socialistas Unificadas, los jóvenes comunistas españoles. En noviembre, el semanario “POUM”, fue suspendido. En noviembre también, el PCE vetó la participación de POUM en la Junta Delegada de Defensa de Madrid. El 13 de diciembre de 1936, el cónsul soviético en Barcelona, Antonov Ovssenko manifestó que La Batalla, otro periódico de POUM, era fascista. El 13 de diciembre de 1936, Joan Comorera, secretario general de PSUC, los comunistas catalanes, acusó al POUM de deslealtad a la Generalitat. El 17 de diciembre de 1936, Nin fue expulsado del Gobierno de la Generalitat, al tiempo que Pravda publicaba que había empezado la eliminación de CNT y POUM, los “amigos del fascismo y enemigos del comunismo”.

El POUM intentó una revolución social en diciembre de 1936, pero habían medido mal sus fuerzas, eran muy pocos, y no tenía sentido apelar al pueblo. CNT-FAI les abandonó y prefirió aliarse a ERC. El 17 de diciembre de 1936, en la crisis de Gobierno, el POUM se quedó fuera.

En Cataluña había que decidir la cuestión del poder, deseado por la Generalitat, y en la práctica en manos de los anarquistas que tenían las armas y los milicianos. Quedaban completamente al margen los republicanos y los comunistas, que eran minoritarios. La opinión de estas minorías, era que primero había que ganar la guerra, y ya se hablaría más adelante del Gobierno. La CNT y el POUM decían que estaban en el momento de hacer la revolución.

         Andreu Nin y el POUM.

El POUM, Partido Obrero Unificado Marxista, se había creado en 29 de septiembre de 1935 en Barcelona, entre un grupo de intelectuales como Joaquín Maurín, Juan Andrade y Andreu Nin. Su núcleo principal siempre estuvo en Barcelona, aunque tenía seguidores en el País Valenciano, Asturias, Extremadura, Andalucía, Santander, Galicia y el País Vasco. Era un partido minoritario. Nació de la fusión del Bloque Obrero y Campesino de Joaquín Maurín, de unos 5.000 militantes, con Izquierda Comunista de España de Andreu Nin, de unos 500 afiliados. Era un comunismo crítico, que reivindicaba poder criticar el estalinismo, un tabú en su momento, porque el estalinismo era como si una religión dogmática. El POUM era marxista revolucionario, pero creía que cada pueblo podía federarse libremente con quien quisiera, y se oponía a la obediencia ciega al Comintern, comunismo internacional que defendían Lenin y Stalin.

El estalinismo, amparado en un manto de infalibilidad, había generado la dictadura estalinista del Comintern, y el POUM no la consideraba transitoria como insistía Stalin, en lo cual acertó de pleno la lectura del devenir histórico. Los POUM criticaban al “socialismo de clase” español que pretendía una dictadura sindical y personalista a las órdenes de Largo Caballero, y criticaban al PCE que era sumiso al Comintern. Se oponían al Frente Popular, porque no cumplía las condiciones de una revolución democrática y socialista, con un Estado dirigido por la clase obrera. El POUM no hablaba de dictadura del proletariado, sino de dictadura de la clase obrera, que para ellos era diferente. La expresión “clase obrera” tenía un sentido anarquista, de plenitud de derechos del individuo en todo momento, sin sometimiento a un Comité, ni siquiera transitoriamente. Aunque Andreu Nin había sido trotskista en su momento, los POUM negaban el trotskismo, y lo habían negado desde 1932, cuando Andreu Nin abandonó el grupo de Trotski para unirse al Comité Internacional por la Unidad Socialista Internacional, que tenía su sede en Londres, y en el que estaban el Labour Party y el Partido Obrero Socialista Revolucionario holandés. No eran socialdemócratas ni estalinistas, pero creían en la revolución del proletariado llevada a cabo por el proletariado y gestionada directamente por el propio proletariado en todo momento.

Para comprender mejor al POUM, es imprescindible considerar la figura de Andreu Nin, 1882-¿?. No sabemos la fecha de su muerte, porque fue detenido por la policía soviética y hecho desaparecer. Nin nació en El Vendrell (Tarragona) y trabajó en Barcelona como periodista en La Publicidad. Militó en Izquierda Catalanista, en el PSOE y en CNT, y conservó ideas de todos ellos. En 1919, defendió el ingreso en la III Internacional, o sea, que también fue leninista. Pero en 1921, era de CNT, cuando asistió al III Congreso del Comintern, y el Congreso Fundacional de la Internacional Sindical Roja, o Profintern. Se sumó al grupo de Trotski. En 1930, Nin regresó a España y en mayo de 1931 creó Izquierda Comunista y el periódico El Soviet, todavía trotskistas, y por ello fue acusado siempre de ser trotskista, pero ello no es verdad. Nin abandonó el trotskismo y en 1935 se afilió a BOC, Bloc Obrer i Camperol, se asoció a Joaquín Maurín, y juntos crearon el POUM, Partido Obrero Unificado Marxista. En agosto de 1936, Nin fue miembro del Consejo de Economía de Cataluña, y también Consejero de Justicia de la Generalitat, y ya se oponía a Esquerra Republicana y al PSUC, Partido Socialista Unificado de Cataluña, que es el comunismo catalán.

El mensaje de Nin, de que todos las personas eran iguales en derechos, como decían los anarquistas, y el de que era necesaria una dictadura del proletariado, como decían los comunistas, pero gestionada por la propia clase obrera y no por unos dirigentes autoproclamados líderes de la clase obrera, fue difícil de entender.

En julio de 1936, el POUM fue entusiasta de la revolución catalana gestionada por el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, CCMA, aparecido en 21 de julio de 1936. Eran entusiastas porque estaban apareciendo muchos comités obreros locales en Cataluña, lo que pensaban que era su modelo de revolución. Estos comités hacían colectivizaciones industriales, expropiaban la gran propiedad agrícola, y controlaban las medianas y pequeñas empresas por medio de comités de trabajadores. Incluso podían respetar al propietario, si el comité de trabajadores así lo votaba. Y el POUM llegó a ser popular, y pudo crear sus propias milicias, la “División Lenin” de Josep Rovira, la cual era “democrática” y las decisiones eran consultadas a los milicianos.

El problema sobrevino cuando la “democracia” populista fue vencida sistemáticamente por los rebeldes, y la República Española decidió que había que poner algo de disciplina en las columnas de milicianos.

En septiembre de 1936 llegó el Gobierno de Largo Caballero y dio acceso a los comunistas y anarquistas en su Gobierno en Madrid, y luego en Valencia. Para el POUM, el Gobierno seguía siendo burgués, y era intolerable que se mantuvieran Ministros burgueses. El POUM decía que todos los Ministros debían ser obreros, que no debía excluirse a ninguna organización obrera, y que se debía instituir una “democracia proletaria”. El 15 de septiembre de 1936, el POUM rebajó sus exigencias y se contentó con que hubiera Ministros CNT-FAI y un programa inequívocamente socialista.

El 26 de septiembre, Nin aceptó participar en el Gobierno de la Generalitat de Catalunya. Lo justificó diciendo que allí estaban todas las fuerzas antifascistas, lo cual podía ser el germen de la revolución. Eso significaba que el POUM se integraba en el sistema. Fue un hecho decisivo, porque se integraba en un Gobierno catalanista y burgués.

Pero los ideales del Gobierno del nacionalista Tarradellas se ponían al servicio del catalanismo, y no del movimiento obrero. Y si se aceptaba un Gobierno burgués, se estaba dando un paso atrás en la idea revolucionaria marxista-anarquista del POUM. Nin aceptó ser Consejero de Justicia de la Generalitat, y lo fue por tres meses. En ese tiempo, creó Tribunales Populares “para la represión del fascismo y para garantizar la integridad de las conquista proletarias”. Había perdido su sentido revolucionario. La contradicción de defender la revolución del proletariado, al tiempo que participaba en un Gobierno catalanista y burgués, fue captada por los militantes POUM, porque eran intelectuales. La explicación posible, era que había que intentar cambiar al Gobierno y al catalanismo, desde dentro. Pero eso conllevaba una utopía, pues el POUM no tenía apenas militantes ni una cantidad de milicianos comparable a la de sus contrincantes. Lo esperable era el debilitamiento del POUM, que fue lo que sucedió.

Inmediatamente empezó la campaña contra POUM. El PSUC acusó a POUM de de traición al comunismo. Los comunistas dijeron que POUM era trotskista, lo cual no es verdad, pero así quedó en el ideario defendido y difundido por el Comintern para siempre. La razón para que el Comintern utilizara la calificación de “trotskismo” no es que estuvieran definiendo la ideología POUM, sino que el “trotskismo” era un delito tipificado en el sistema estalinista, y pensaban aplicarle las sanciones correspondientes. Que el Comintern dijera que el POUM era trotskista, no quiere decir que lo fuera, sino que iba a ser tratado como disidente. Pero Trotski tampoco estaba de acuerdo con el POUM, y le acusó de traidor a la clase obrera, porque había aceptado la colaboración con un Gobierno burgués.

El Gobierno Tarradellas de diciembre de 1936.

En el Gobierno Tarradellas de 17 de diciembre de 1936 en la Generalitat de Barcelona, CNT pasaba a tener 4 Consejeros: Defensa, para Francesc Isgleas; Economía, para Diego Abad de Santillán; Sanidad y Asistencia Social, para Pedro Herrera; y Servicios Públicos, para Doménech. El PSUC tenía 3 Consejerías: Trabajo, para Valdés; Justicia, para Vidiella (la perdía POUM); y Abastecimientos, para Comorera. ERC mantenía sus Consejerías: Seguridad Interior, para Aiguader; Cultura, para Antoni María Svert (quedaba fuera Ventura Gassol). Unió de Rabassaires mantenía Agricultura en manos de Josep Calvet.

Aparentemente, ganaba CNT, pero no era así, porque se le arrebataba la capacidad de iniciativa, al haberse pasado la financiación a manos de ERC, y al habérsele quitado un socio como POUM. El verdadero triunfador de este cambio de Gobierno era PSUC, los comunistas catalanes, con sus tres Consejeros. El PSUC aprovechó para hacerse propaganda y ganar decenas de miles de militantes, con lo cual, emergió de la nada una nueva fuerza política en Cataluña. Hay una explicación para este salto comunista: que la URSS estaba proporcionando armas y municiones a los catalanes y a los españoles, lo cual significaba necesidad de agradecimiento en los políticos y simpatías entre los ciudadanos. Además, el PSUC presentó un nuevo programa increíble para un partido comunista: dijo que apoyaría a los pequeños industriales y pequeños agricultores propietarios, lo cual fue definitivo en un ambiente en el que nadie apoyaba a estos sectores sociales desde 1931. CNT les amenazaba con la incautación y colectivización de sus propiedades, mientras PSUC aseguraba que impondría la disciplina y el orden en las fábricas y en el campo. Era una campaña contra los anarquistas, pero resultó atractiva para los catalanes. Y también el enfrentamiento entre CNT-FAI y ERC, benefició a PSUC.

Cataluña debía decidir si se defendía la pequeña propiedad, como pedían los Rabassaires, ERC y PSUC, o se colectivizaba todo como pedía CNT-FAI. El conflicto político estalló en La Fatarella (Tarragona), el 25 de enero de 1937, cuando los campesinos del delta se negaron a colectivizar sus tierras. Llegaron CNT y ERC para imponerse por la fuerza, por medio de los Guardias de Asalto, y en la lucha contra los campesinos dispararon pistolas a corta distancia, y fusilaron a algunos campesinos, con el resultado de unos 50 muertos. Aprovecharon PSUC y UGT para culpabilizar a los grandes grupos en el Gobierno, ERC y CNT, y se culpabilizaron todos, los unos a los otros, sin que nadie se interesara por la verdad.

El problema campesino era muy espinoso porque los precios subían, dado que los alimentos escaseaban. Se podían encontrar alimentos en el mercado negro, a precios muy altos. Y parecía que colectivizar iba a resolver el problema, porque los pequeños propietarios agrícolas sí disponían de comida, mientras los obreros industriales sufrían mucho más la escasez. El PSUC era el beneficiario con unas pocas promesas de abastecimientos, y otras de respeto a la propiedad. En las fábricas faltaban materias primas, y en las familias faltaban alimentos.

Cataluña era altamente deficiente en trigo, aceite, huevos, leche, legumbres y azúcar. La inflación era del 5,68% en los nueve primeros meses de guerra. El encargado del tema era el Consejero de Abastecimientos, Comorera, del PSUC. Y el PSUC quería utilizar políticamente la situación en orden a ganar adeptos para el comunismo. Las mujeres fueron las primeras en manifestarse pidiendo pan y bajada de precios. Y aparecieron pancartas en manos de los manifestantes, y líderes que dirigían las manifestaciones contra los comités CNT y los representantes del Gobierno ERC.

En febrero de 1937, Radio POUM fue incautada, y otro periódico POUM, El Combatiente Rojo, fue suspendido. Y por fin llegó la acusación definitiva en boca de los comunistas: José Díaz, secretario general del PCE, declaró que POUM era contrarrevolucionario. La campaña de descrédito y desarticulación de un enemigo del estalinismo, es todo un ejemplo de funcionamiento del estalinismo.

Cuando Nin reaccionó a la campaña hecha contra él, ya era tarde. Nin acusó a Largo Caballero de contrarrevolucionario en marzo de 1937. Razonaba que estaba desarmando a la clase trabajadora e impidiendo la revolución. E hizo un llamamiento a CNT para intentar rectificar la política largocaballerista.

El 1 de marzo de 1937, se publicaron los Decretos de Orden Público. Mediante estos Decretos, el orden público pasaba a la Generalitat y los comités de CNT perdían la calle. Los Consejeros de CNT apoyaron estos Decretos de forma inexplicable. Alguien les convenció. Enseguida, CNT-FAI exigió la derogación de los Decretos de Orden Público y que se le quitara a PSUC la consejería de Abastecimientos.

El 26 de marzo de 1937, CNT provocó una crisis en el Gobierno de la Generalitat de Barcelona, y lo curioso es que en el nuevo Gobierno de abril de 1937, continuara CNT, pero ya estaba marcada como objetivo a eliminar en el futuro. CNT también había caído en la misma trampa que POUM.

En abril de 1937, Tarradellas hizo un nuevo Gobierno, con igual reparto de Consejerías entre partidos, pero Santillán fue cambiado en economía por Andreu Capdevilla; Herrera fue cambiado en Sanidad por Aurelio Fernández; Comorera fue cambiado en Abastecimientos por Vidiella; y Vidiella fue cambiado en Justicia por Josep Miret. Eso no resolvía la crisis del Gobierno de Cataluña, y en 25 de abril fue asesinado Roldán Cortada, de UGT; el 27 de abril fueron asesinados 3 anarquistas en Puigcerdá; y el 3 de mayo tuvo lugar el estallido general de la violencia contra el POUM.

La habilidad de Tarradellas, fue tomar apariencia democrática de intermediación, de modo que una fuerza insignificante como el nacionalismo se hizo necesaria en esa labor, y una vez en los órganos de poder, fue expulsando a unos y a otros, hasta quedarse el nacionalismo catalán como fuerza mayoritaria.

     La cooperación italoalemana con Franco.

El 6 de diciembre de 1936, se reunieron en Roma el almirante alemán, Wilhelm Canaris, y el Presidente de Italia, Benito Mussolini, para cuantificar la ayuda que darían a España. Y decidieron crear un Estado Mayor Italoalemán en España, que actuaría junto al Estado Mayor de Franco, y observaría las necesidades de cada momento, la ayuda militar, los submarinos italianos que necesitaban en el Mediterráneo, y los submarinos alemanes que necesitaban en el Atlántico. Estaría integrado por 5 alemanes y 5 italianos. Proponía un ataque combinado sobre Madrid, por el noroeste y por el sudoeste, poniendo bajo las órdenes de ese Estado Mayor a todas las tropas. Los italianos se negaron a estar bajo órdenes alemanas. Alemania hizo una crítica a Franco y le acusó de falta de dirección de la guerra. El envío de buques de guerra propuesto por los italianos, no fue bien visto por Canaris, porque era un material imposible de disimular, que comprometería demasiado a ambos. Canaris dijo que Italia había conseguido ya cosas en España el 28 de noviembre pasado, y por tanto, debía aportar más que Alemania a la Guerra de España.

Mussolini decidió enviar 3.000 “camisas negras”, los cuales zarparon de Gaeta el 18 de diciembre de 1936 y llegaron a Cádiz el 23 de diciembre. Sólo fue un primer envío. A mediados de enero de  1937, ya había en España 15.000 italianos, y a fines de febrero ya habían llegado más de 40.000. El jefe de los italianos en España era el general Mario Roatta Mancini.

El 8 de diciembre de 1936, se constituyó el Ufficio Spagna en la sede el Ministerio de Asuntos Exteriores de Roma, organismo dependiente de Ciano, y se nombró encargado del nuevo organismo a Pietro Marchi. Este departamento italiano contaba con servicios separados de tierra, mar, aire y milicias fascistas. Se le encomendó gestionar todos los asuntos españoles de temas militares y de cooperación en la Guerra de España. Los puntos de contacto con enviados españoles serían la Estación de Comunicaciones de Monte Mario en Roma, y la Estación de Comunicaciones de Salamanca en España.

El 9 de diciembre, Italia le ofreció a Franco la formación de brigadas mixtas italoespañolas, pero Franco no quería mezclar soldados, sino que propuso que hubiera dos brigadas italianas, dos brigadas alemanas, y dos brigadas españolas bajo un mando único que en todo caso, sería siempre español. Esto no era lo que tenían pensado alemanes e italianos, que querían el mando militar para ellos.

El 18 de diciembre, 3.000 camisas negras embarcaron en Gaeta para ir a Sevilla. A lo largo del mes, llegaron a Sevilla 7.700 italianos, lo que sólo era el principio de los envíos de hombres: del 1 al 10 de enero de 1937, llegaron 7.000 italianos más. Y las cifras crecerían a lo largo de 1937.

    Inoperatividad de la Sociedad de Naciones.

     El 10 de diciembre de 1936 se reunió el Consejo de la Sociedad de Naciones en Ginebra para tratar el tema de España. La Sociedad de Naciones se caracterizaba por su inoperancia, pues no tenía fuerzas militares propias, ni autoridad ninguna sobre los Gobiernos miembros. Y Alemania e Italia habían ridiculizado frecuentemente esta inoperancia. Por España, asistió el Ministro de Estado, Álvarez del Vayo. El Consejo “recomendó” que se aceleraran los trabajos del “Comité de Londres” antes de tomar decisiones. Es decir, se mantenía en la inoperancia de siempre. El trabajo diplomático internacional a partir de diciembre de 1936, fue dilatar las conversaciones de Londres para que no acabasen nunca. Un país en guerra es un gran chollo, momio, ocasión para exportar, pues necesita de todo y compra a cualquier precio y por duplicado, cada una de las dos partes.

     La cooperación de El Vaticano con Franco.

El 8 de diciembre de 1936, llegó el cardenal Isidro Gomá a Roma, y encontró que el bando franquista que él representaba, no tenía tantas simpatías en El Vaticano como se había previsto en España. Se entrevistó con el Papa, con varios cardenales, con el Secretario de Estado, con españoles que vivían en Roma, y trató de explicar a todos su punto de vista sobre la Guerra de España. Desde entonces, el punto de vista de este ultracatólico franquista fue la opinión oficial de El Vaticano.

El 19 de diciembre de 1936, el cardenal Gomá fue nombrado representante oficioso del Papa ante Franco. Durante 1937, Gomá era el hombre que enviaba a Roma la versión de los acontecimientos españoles. Durante 1937, envió más de 130 informes. Y en ellos, hizo una interpretación muy sesgada de la guerra: Para él, la Guerra de España era un enfrentamiento entre la religión y el ateísmo, lo cual afectaba no sólo a España, sino a todo el mundo, y por tanto, afectaba de lleno a El Vaticano. La Guerra de España era un enfrentamiento entre la civilización y la barbarie, y por supuesto colocaba la civilización del lado del catolicismo, y la barbarie del lado de los enemigos del catolicismo. Era una simplificación de la realidad, que encendía más la guerra, pues negando la inteligencia y altura moral de los demás, no se podía pretender llegar a un acuerdo con ellos. Pedir por otra parte, que hubiera acuerdos y diálogo, se convertía en mera propaganda sin esperanzas de realización, sino de atracción de simpatías hacia el catolicismo y hacia la causa rebelde.

Gomá es el presunto autor de la carta que el obispo de Vitoria (País Vasco) Múgica, y el obispo de Pamplona, Olaechea, leyeron para legitimar al PNV. Gomá y el PNV eran favorables a Franco, pero por diversas circunstancias Gomá estaba en el bando rebelde y el PNV en el gubernamental, pues la sublevación se había producido, entre otras causas, en contra del separatismo vasco, y la República Española estaba a punto de concederles la autonomía, y de hecho se la concedió poco después. Ponerse del lado de Franco significaba para el PNV perder la autonomía política, y los muy católicos vascos demostraron ser más nacionalistas que católicos. Más tarde, los vascos intentaron salir de este embrollo, y pactar con Mussolini su retirada de la guerra al margen de Franco, lo cual era traición a la República Española y traición a Franco, y éste les atacó en primavera de 1937 y acabó con su autonomía. El problema de Franco, aliado de los católicos, era que los vascos presumían de más católicos que el resto de los españoles, y que el Seminario de Vitoria era el vivero de donde salían la mayoría de los independentistas vascos. Cuando Franco llegó a Bilbao, fusiló a los sacerdotes vascos líderes del independentismo, y los católicos aprovecharon para divulgar que Franco atacaba a la Iglesia. Franco ya no fusiló a más sacerdotes, pero en su correspondencia había manifestado que, por su gusto, hubiera fusilado a muchos más sacerdotes nacionalistas, porque el nacionalismo era contrario al catolicismo, según Franco. La polémica fue dura y compleja. Cuando Gomá le habló a Franco sobre la inmoralidad de fusilar sacerdotes vascos, Franco le contestó que eso había sido cosa de un subalterno y no se volvería a repetir. Franco no podía permitirse perder el apoyo católico en un país en el que más de un 95% de los españoles era católico.

A finales de 1936, Gomá abrió un canal de comunicaciones entre Franco y El Vaticano. Gomá describió a Franco como un hombre piadoso y católico, que rezaba diariamente el rosario, enemigo de la masonería (los críticos contra el integrismo católico), un hombre que estaba a punto de construir un Estado católico. El inconveniente que le encontraba a Franco era la Falange, una institución que no estaba dispuesta a ponerse al servicio de la Iglesia, sino que defendía sus propios principios morales, para los que pedía la colaboración de la Iglesia, pero sin ponerse al servicio de la Iglesia. El hombre que recibía los mensajes de Gomá en El Vaticano era el Secretario de Estado Eugenio Pacelli, futuro Papa Pío XII.

En noviembre de 1936, Gomá agradeció a los católicos de todo el mundo su campaña de difusión sobre la persecución religiosa que estaban sufriendo en zona republicana. En su artículo “El Caso de España”, admitía que el caso de España suscitaba dudas y preguntas en los católicos del exterior, pero Gomá no tenía ninguna duda, sobre quién tenía toda la verdad y quién estaba radicalmente equivocado.

     El Papa estaba claramente del lado de los rebeldes españoles: el Papa le envió una bendición especial a Franco “y a todos los colaboradores en la defensa del honor de Dios y de España”. Gomá llegó a Pamplona y pasó el mensaje papal a Franco, al tiempo que le pedía una entrevista. Intervino entonces el marqués de Magaz para intoxicar las relaciones con España, y acusó a Gomá de estar poco comprometido contra los enemigos de la Iglesia. Es inexplicable esta actitud de Magaz.

     En diciembre de 1936, Franco solicitó de El Vaticano la desautorización de la conducta y actuaciones del Partido Nacionalista Vasco PNV, el partido católico vasco que estaba con el Gobierno republicano. Ello creó un problema en El Vaticano, y cada vez estaban más constreñidos a tomar partido en el tema de España. Gomá se ofreció como mediador, de forma que no fuese El Vaticano quien apareciera como el que condenaba a los vascos, pero a Franco no le gustó, y le dijo a Gomá que, en otras ocasiones, la Iglesia había tomado partido por uno de los bandos en lucha.     El 29 de diciembre de 1936, Franco le comunicó a Gomá que la Santa Sede debía convencer a los vascos para que abandonaran el campo gubernamental republicano, porque así se ahorraría mucha sangre. Le bastaba con que la Iglesia hiciera una desautorización de los vasquistas. Pero Pacelli se negó a hacerlo, a no ser que Franco reconociese la autonomía o independencia a los vascos. Y Pacelli le telegrafió a Aguirre para que el PNV hiciera un acuerdo con Franco. Franco no se enteró de este telegrama enviado a Barcelona, porque el Gobierno de la República Española se hizo con una copia que le pasó un radiotelegrafista, y Largo Caballero decidió retenerlo. Sólo se enteraron del telegrama algunos Ministros conservadores, con los que habló Largo Caballero.

Enseguida surgió una polémica entre José Antonio Aguirre, líder del PNV y Presidente del País Vasco, e Isidro Gomá sobre el sentido de la Guerra de España. Aguirre defendía que la guerra era fruto de las tensiones sociales acumuladas a lo largo de décadas en España. Gomá defendía que se trataba de una guerra religiosa, entre la fe y el ateísmo. En el planteamiento de Gomá fallaba que los más católicos, los vascos, estuvieran del lado de la República de España, y Gomá le dijo a Aguirre que el PNV estaba en un error cuando luchaba del lado de los ateos. Gomá decía que los sacerdotes vascos no eran fusilados por ser nacionalistas, sino por ser católicos. Desde Sevilla, el obispo Eustaquio Ilundain Esteban compartía la opinión de Gomá, que fue la postura que defendió oficialmente la Iglesia española y El Vaticano. Así se originó una polémica mundial en 1937 sobre la interpretación de la Guerra de España.

Un folleto editado en Zaragoza y titulado “La Voz de la Iglesia sobre el caso de España”, definió la guerra como una lucha entre el bien y el mal, término apocalíptico, en la que los curas vascos eran apóstatas nacionalistas y separatistas. La confusión entre religión y política era muy obvia, y la postura en lado del bien, tajante. La conclusión del folleto era que la Iglesia estaba luchando en una “Cruzada” en defensa de la civilización cristiana. La confusión entre el problema de España y la civilización occidental, era muy obvia. Los frentepopulistas representaban el materialismo, la barbarie y la esclavitud soviética. El desprecio al adversario era también radical. Y por último, decía que la Iglesia pedía la constitución de un Frente Cristiano Unido de todo el mundo contra el comunismo. La bandera en contra del comunismo se convirtió en un lema para los siguientes 40 años.

     La crisis del Gobierno republicano en diciembre.

La crisis del Gobierno Republicano se agravó en diciembre de 1936: El 18 de diciembre de 1936, el PCE publicó el Manifiesto de la Ocho Condiciones de la Victoria, en el que reclamaba la organización de un ejército popular, una disciplina en la retaguardia, el control estatal de las industrias de guerra, una coordinación económica de la industria con la agricultura, y el fortalecimiento de la autoridad del Gobierno. Se preparaba el desplazamiento de CNT, por las fuerzas de Largo Caballero y del comunismo.

El 23 de diciembre de 1936, Pablo Yagüe Estebaranz, un comunista militante de UGT, Consejero de la Junta de Madrid, sufrió un atentado a tiros de un control de carreta anarquista. Con ello empezó la crisis. El enfrentamiento se estaba produciendo en Madrid, en Barcelona, en Valencia y en Murcia, donde los muertos se atribuían a incontrolados.

La reacción de Miaja en Madrid, fue prohibir en Madrid el portar armas largas y el establecer puestos de control y vigilancia sin permiso del Gobierno. Como estos puestos eran de los anarquistas, los aludidos por el Decreto eran los anarquistas.

En Barcelona se cerró tras el Decreto de 1 de marzo de 1937, que hacía desaparecer las patrullas anarquistas.

Los anarquistas denunciaron entonces a algunos comunistas que habían matado a anarquistas, y citaron los casos concretos en Murcia. Lo hacían en periódicos como Solidaridad Obrera, CNT y Frente Libertario. El 25 de diciembre de 1936, CNT de Madrid publicó un artículo que acusaba al PCE de los ataques continuos a obreros de CNT, y hablaba del autoritarismo de Pablo Yagüe, y de los asesinatos de 18 anarquistas. Contestó Miaja cerrando el periódico CNT de Madrid.

El Socialista, publicó en ese mismo día 25 de diciembre por la tarde, un artículo en el que defendía que la única autoridad admisible en Madrid era la de la Junta Delegada de Defensa de Madrid, y por ello, había que terminar con “los incontrolados”.

En ese momento, los comunistas y pesoístas, iniciaron juntos una campaña contra los anarquistas. Hablaban de unidad sindical, pero en torno a UGT, lo cual significaba el orillamiento de CNT.

Par rebajar la tensión, el 22 de diciembre de 1936 se hizo un Decreto de Amnistía para delitos anteriores a 15 de julio de 1936.

Los gubernamentales republicanos se pusieron en diciembre de 1936 a las órdenes de Luis Barceló Jover, el cual había evolucionado en ideas políticas desde el republicanismo al socialismo primero, y al comunismo más tarde. El 19 de julio de 1936 había sido ayudante personal de Azaña y Jefe del Grupo de Infantería del Ministerio de Guerra, mientras era comandante. En 6 de agosto de 1936 ya era teniente coronel. Y en mayo de 1937, llegaría a mandar las fuerzas que luchaban en la Sierra del Guadarrama

    Desorden en Barcelona.

Companys, el teórico jefe de gobierno de Cataluña, estaba en el dilema de no poder gobernar sin CNT ni con CNT. Sus discursos insistían en que los catalanes utilizasen el «seny» (sentido común). Los cenetistas catalanes habían organizado un Gobierno de Cataluña paralelo, que decidía si las decisiones del Gobierno oficial eran aceptables o no. El 27 de septiembre de 1936, fue preciso llegar a un acuerdo de Gobierno entre Esquerra-CNT-PSOE, lo cual nos introduce en la contradicción de que los anarquistas formaron parte de un Gobierno. Otra vez la realidad superaba a todas las teorías. Los anarquistas lo explicarán a posteriori por motivos de orden práctico en contra del peligro estalinista y por la necesidad de abordar una guerra civil, e incluso por la necesidad de controlar en lo que se pudiera los asesinatos que estaban haciendo los milicianos.

Las columnas anarquistas catalanas de Durruti y Azcaso, junto a las del POUM, decidieron liberar Zaragoza, pero no consiguieron acercarse a la ciudad estabilizándose un frente a unos 50 kilómetros al este de la misma, en Belchite y Pina. Durruti fue al frente de Madrid en diciembre y murió en Madrid.

El 13 de diciembre de 1936 hubo crisis en el Gobierno de la Generalitat, y se estructuró de acuerdo a las teóricas fuerzas políticas existentes. La realidad fue que los anarquistas quedaron desplazados del Gobierno, y se introdujeron en él el resto de las fuerzas frente populistas catalanas. La excusa era que UGT tenía más afiliados que CNT, y los anarquistas tragaron el anzuelo que les tendía Lliga.

Otro partido que el PSUC quería eliminar era Partido Obrero de Unificación Marxista, POUM. Er un partido que reclamaba la libertad de pensamiento y de crítica frente al Comintern, al estilo trotskista, y lo lideraba Andreu Nin. Nin fue cesado como Consejero de Justicia, alegando que La Batalla había insultado a la Unión Soviética y al cónsul soviético en Barcelona, Antonov Ovseenko, y se inició un enfrentamiento entre ambas secciones comunistas, que iría a más, hasta acabar a tiros en mayo de 1937. El PSUC, que son los comunistas de Cataluña, y la UGT, pactaron con el nacionalismo burgués de Lliga, con el fin de eliminar a los POUM y a los anarquistas, y dejar fuera de la política a una fuerza dominante en Cataluña.

     El Consejo de Asturias y León.

En diciembre de 1936, Largo Caballero nombró a Belarmino Tomás, Gobernador General de Asturias y León. En ese momento en que Belarmino tenía ya el reconocimiento oficial de su Gobierno, quiso remodelar su Gobierno, para fortalecer definitivamente la defensa de Asturias, pero ese intento significó una crisis más, puesto que los comunistas y anarquistas buscaban una revolución diferente a los pesoístas de Belarmino Tomás. El motivo de la discusión fue la Consejería de Guerra, puesto clave para dominar el ejército, y la posible revolución futura. Los comunistas de Juan Ambou reclamaron esta Consejería, y los anarquistas se opusieron. La solución de compromiso, fue que el propio Belarmino Tomás asumiera esa Cartera. Y el Gobierno de Asturias y León quedó así:

Presidente y Consejero de Guerra, Belarmino Tomás, PSOE.     Vicepresidente e Industria, Segundo Blanco, CNT de Gijón.     Vicepresidente segundo y Agricultura, Gonzalo López, PCE.    Comercio, Amador Fernández López, PSOE.

Marina, Valentín Calleja Lanza, UGT.

Comunicaciones, Aquilino Fernández Roces, PCE-UGT.

Hacienda, Rafael Fernández Álvarez, JSU.

Justicia, Luis Roca de Albornoz, JSU.

Asistencia Social, Maximiliano Llamedo, CNT.

Trabajo, Onofre García Tirador, FAI.

Pesca, Ramón Álvarez Palomo, FAI.

Obras Públicas, José Maldonado González, Izquierda Republicana.

Instrucción Pública, Juan Ambou Bernat, PCE.

Sanidad Civil, Ramón Fernández Posada, Juventudes Libertarias.

El PCE no estaba de acuerdo con estos nombramientos y se reservó el derecho de criticar y disentir de las decisiones del Gobierno de Belarmino Tomás. Pero Juventudes Socialistas Unificadas JSU, que eran comunistas, aceptó este Gobierno y discrepó del PCE. El comunismo se debilitaba en Asturias y León, y quizás por eso no hubo revolución comunista en la zona.

Por el contrario, UGT y CNT acordaron entre ellas dar apoyo a este Gobierno e intentar reorganizar la economía y sociedad asturianas bajo otras concepciones políticas.

     La matanza del Alfonso Pérez en Santander.

El 27 de diciembre de 1936, los rebeldes franquistas bombardearon Santander con 18 aviones Junkers JU 52, y causaron 67 muertos. Entonces los milicianos se fueron al barco prisión “Alfonso Pérez”, un carguero que estaba en la dársena de Maliaño, y mataron a 156 personas, la mayoría falangistas y requetés.

     La crisis rebelde de diciembre de 1936.

Los tradicionalistas carlistas intentaban su propia revolución, y estaban construyendo un Estado paralelo al que trataba de construir Franco. El tema era más grave porque los falangistas estaban en su otro modelo de Estado, y los cedistas en el suyo. Todos eran distintos al franquismo. Pero la crisis de diciembre de 1936 fue protagonizada por los carlistas.

Fal Conde pasó unas instrucciones a las organizaciones locales tradicionalistas para que crearan entidades políticas femeninas, de modo que se extendiese la ideología carlista. Hasta ahí, Franco no tuvo nada que decir. Pero el 8 de diciembre de 1936, Fal Conde creó la Real Academia Militar de Requetés, y eso ya tocaba al ámbito militar, pues el requeté aspiraba a crear su propia cadena de mando militar. Franco se opuso. Fal Conde justificaba la Academia en que los mandos militares debían tener unos conocimientos técnicos mínimos, sobre todo en artillería e ingenieros, porque la experiencia en combate ya la estaban adquiriendo en los campos de batalla, pero la ideología y los conocimientos técnicos y tácticos, se echaban de menos. La idea era abrir una serie de “colegios militares” en los que los soldados más destacados recibieran una instrucción. Los de infantería, durante 20 días lectivos de academia, los de artillería en 40 días, tras los cuales recibirían el título de alférez. Y que luego tuvieran un periodo de prácticas en el frente, como oficiales. A continuación, se ascendería por méritos de guerra. Pero es obvio que en 20 días no se podía aprender a conducir un camión, montar y manejar una ametralladora, montar armas portátiles, entender la topografía, saber de los servicios de un ejército… En realidad, en la academia se recibía una sesión intensiva de ideario tradicionalista y unas nociones generales de política para decirles qué pensaba cada partido.

El Decreto Tradicionalista de las Academias carlistas, causó indignación entre los militares profesionales no carlistas. Se organizaban con tres cabezas, una de las cuales, Fal Conde, Zamanillo y Muñoz Aguilar, tomaría residencia en Madrid, que se suponía que sería conquistada en pocos días. Otra de las cabezas, con Rodezno y Arauz de Robles se situaría en Salamanca, junto a Franco. Y la tercera cabeza, con Lamamié de Clairac, se situaría en Burgos, junto al Gobierno de Burgos.

El 19 de diciembre de 1936, Franco preguntó por Fal Conde, y como éste no estaba en Salamanca, hizo que se presentara Rodezno ante él. Fal Conde comprendió que habían creado un conflicto más complicado de lo que parecía. Franco le manifestó a Rodezno, que estaba muy disgustado por el Decreto Carlista, y que eran unos momentos en que se necesitaba la jefatura única para ganar la guerra y, por lo tanto, no iba a tolerar el surgimiento de un poder paralelo, que creara oficiales por su cuenta y diera ascensos al margen del ejército. Terminó Franco, diciéndole a Rodezno que aquello parecía un golpe de Estado, una traición, o un acto anarquista.

Rodezno no sabía cómo salir del embrollo, y pidió a Franco que recibiera a Fal Conde, para que se lo explicaran. Franco ordenó que Fal Conde fuera a la menor brevedad a ver a Fidel Dávila, para recibir instrucciones al respecto. Fidel Dávila, Presidente de la Junta Técnica del Estado, recibió a Fal Conde el 20 de diciembre. Dávila le repitió las palabras que Franco le había dicho a Rodezno. Y le ordenó salir de España, a un sitio que no fuera Francia. Fal Conde pidió confirmación por escrito de la orden, y Dávila le dijo que no le daría ese escrito. Fal Conde alegó que hasta entonces, todos los oficiales del Requeté habían sido nombrados por Comunión Tradicionalista, y que el Decreto no cambiaba nada, pues los carlistas seguían estando al servicio del “movimiento salvador de España”.

El destierro de Fal Conde era una medida grave, y los líderes carlistas de Salamanca, se reunieron a las 20:00 del 20 de diciembre, en la Casa de las Conchas y redactaron un acta para informar a los suyos de lo acontecido. No se comprendía el castigo a Fal Conde. Fal Conde les dijo que obedecería a Franco y se marcharía. Y los carlistas decidieron que, una vez más, debían sacrificarse por Cristo Rey, por España, por el Rey, y por el movimiento nacional. Rodezno levantó acta.

El 4 de enero de 1937, visitaron a Fidel Dávila, Rodezno y algunos delegados carlistas, y expusieron el sin sentido de que el mejor colaborador en el levantamiento del 18 de julio, fuera castigado. En un momento dado, Lamamié y Zamanillo levantaron la voz y Dávila les dijo que hablaría personalmente con Franco. Pocos días después, Rodezno fue recibido por Franco y se puso a exponer el agravio carlista, mientras Franco callaba. Franco no dijo nada.

Javier de Borbón, el pretendiente carlista, escribió el 24 de diciembre a Fal Conde y le dijo que su actitud era muy digna, patriótica, cumplidora del deber, y al servicio de Dios, pues los carlistas tenían derecho a gobernarse a sí mismos. Fal Conde le planteó la posibilidad de dimitir, pero Javier de Borbón se negó a que lo hiciera. Y el 6 de enero de 1937, Javier escribió un carta a los dirigentes carlistas en la que declaraba que Fal Conde era una persona inocente, pues se estaba castigando al partido carlista. Fal Conde era una persona íntegra, que no quería pactos con los alfonsinos, lo cual llevaría a declarar heredero a Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII. Pero Rodezno dijo que tal vez esa fuera la salida al problema, la unión del franquismo con los alfonsinos y los carlistas.

El 17 de enero de 1937, Rodezno fue a ver a Franco. Sabía que Franco era monárquico, pero se encontró con un Franco distinto, que desconfiaba de la monarquía. El hecho era que las monarquías, carlista y alfonsina, se habían asociado a la alta burguesía, y habían abandonado las causas de los menos afortunados. Franco creía que él podía conectar con las clases populares, y si mantenía unido al ejército, podía ganar la guerra y crear un sistema político permanente, sin necesidad de apelar a las monarquías, y sin considerarse a sí mismo como una transición hacia las monarquías. En efecto, los alfonsinos estaban siendo vistos por los españoles como antiliberales, gente que había abandonado la línea tradicional borbónica de introducir reformas liberales en  España, y se había puesto al servicio de Alfonso XIII, un hombre que ponía sus intereses personales por encima de todo. Pero ahí estaba el hijo de Alfonso XIII, llamado Juan de Borbón, para proclamar que él sería liberal si llegaba a ser Rey de España.

A mediados de febrero de 1937, los líderes carlistas se reunieron con Javier de Borbón-Parma y Braganza en el Palacio de Insúa (Portugal) y Javier hizo declaraciones en contra de los rebeldes españoles. Fal Conde estaba de acuerdo con esta nueva postura del carlismo, pero Rodezno advirtió que estaban perdiendo la oportunidad de ser beneficiarios de una victoria franquista, que era previsible. Fal Conde fue sustituido por Valiente en la Secretaria General Carlista. Rodezno continuaba como encargado de relaciones políticas e internacionales de Comunión Tradicionalista.

En marzo de 1937, Javier de Borbón-Parma envió una carta para La Junta Nacional del Carlismo, en la que apoyaba a Fal Conde. Y una segunda carta para Francisco Franco, en la que se quejaba por el destierro de Fal Conde y pedía la revocación de esa orden. El 12 de marzo de 1937, la Junta Carlista fue recibida por Franco, y Valiente le entregó la carta de apoyo a Fal Conde de Javier de Borbón. Franco se puso muy serio, no dijo nada, pero nunca más contó con los carlistas. El carlismo entró en crisis entre los colaboracionistas con Franco y los que reivindicaban los viejos valores tradicionalistas integristas católicos. Y la mayoría, apostó por Franco y por prescindir de Fal Conde[1].

Autoritarismo de Franco en diciembre de 1936.

El 23 de diciembre de 1936, Franco prohibió la producción, comercio y divulgación de la pornografía, de la literatura socialista, comunista o libertaria, y en general, toda la “literatura disolvente”. Los ejemplares de esos libros prohibidos debían ser entregados a las bibliotecas públicas oficiales y sólo podrían ser consultados mediante un permiso especial.

En diciembre de 1936, Franco militarizó las milicias falangistas y requetés, y Fal Conde, que no aceptaba someterse, fue exiliado. Ridruejo, Girón, Tovar y Hedilla fueron detenidos en febrero de 1937 y se exigió la expresa aceptación de la autoridad de Franco a todos los falangistas. Monasterio sería el segundo Jefe de Falange y Orgaz el Jefe del MIR.

En febrero de 1937, se prohibieron las fiestas de carnaval con la finalidad de ahorrar dinero, pues eran un gasto que los españoles no se podían permitir.


[1] Evolución del carlismo en el siglo XX: En 1909-1931, el líder del carlismo fue Jaime de Borbón-Parma y Braganza, 1870-1931, denominado Jaime I, cuyo hombre de confianza era Juan Vázquez Mella, un integrista católico. Pero en 1919, Jaime se declaró antigermanófilo y chocó con Vázquez Mella, que mantenía sus ideas a pesar de que los alemanes y austriacos hubieran sido vencidos. Jaime I nombró Secretario de Comunión tradicionalista en agosto de 1919 a Luis Hernando de Larramendi, y en septiembre de 1921, a José Selva Mergelina marqués de Villores. Pero las equivocaciones del carlismo continuaron, pues en 1923, Jaime I se declaró partidario del golpe de Primo de Rivera, y en 1925, se declaró contrario al golpe al comprobar que no se iba a expulsar a Alfonso XIII par nombrarle Rey a él. Otra fisura del carlismo, fue declararse regionalista fuerista, pero no independentista como querían los catalanistas, y perdió muchos de sus seguidores catalanes. En sus últimos días, trabajó por la unión de las distintas ramas del carlismo. Jaime I murió en 2 de octubre de 1931. Le sucedió su tío, Alfonso Carlos de Borbón y Austria Este, 1849-1936, denominado Alfonso Carlos I, Alfonso Carlos I se puso al servicio de la rebelión de julio de 1936, también esperando que proclamaran un Rey y que fuera él. Un camión le atropelló en Viena en septiembre de 1936, y murió sin descendencia. Sus derechos podían ser reclamados por Alfonso III de España, lo que significaba el final del carlismo, pero Francisco Javier de Borbón-Parma Braganza, 1889-1977, tomó el testigo de la oportunidad de ser Rey de España, con el título de Javier I. Inmediatamente se declaró partidario de los rebeldes, con el compromiso de ganar primero la guerra, y decidir sobre la Jefatura del Estado después, para así no incomodar a los militares. El problema surgió cuando Franco decidió desterrar al líder carlista, Fal Conde en diciembre de 1936. Javier I decidió hacer un equilibrio entre alabanzas a Fal Conde, que atraían el apoyo carlista, y colaboración con Franco, para no perder la posibilidad de ser declarado Rey de España. A Franco no le gustó su defensa de Fal Conde, y le expulsó de España. Tras el Decreto de Unificación, perdió la esperanza de reinar en España. Y en noviembre de 1937, Jaime I optó por la hostilidad a Franco y expulsó de Comunión Tradicionalista a los que habían aceptado cargos de Franco. Juró los Fueros Vascos en 1950 y los Catalanes en 1951, siendo reconocido como Jefe del carlismo. Pero el carlismo fue condenado por Franco y perdió toda oportunidad de reinar. En 1955, ante los rumores de que Franco buscaba un Rey para España, Jaime I cambió de criterio y decidió volver a colaborar con el franquismo, para lo cual designó a José María Valiente. De nuevo sobrevino otra crisis del carlismo, porque habían optado por el integrismo católico, pero Juan XXIII y el Concilio Vaticano II admitieron la libertad de cultos en 1965. Jaime I se opuso a las decisiones del Papa Juan XXIII y del Concilio Vaticano II. Javier murió en mayo de 1977, pero estaba acabado políticamente desde 1965. Los sucesores de Jaime I, podían ser Carlos Hugo de Borbón Parma, o Sixto de Borbón Parma, que eran hermanos. Carlos Hugo de Borbón Parma, optó por una renovación socializante del carlismo, al que acusó de antidemocrático, y por un abandono del integrismo católico, porque los españoles ya no eran integristas como décadas antes. Al contrario, se inventó una teoría del “socialismo autogestionario” que consistía en que los obreros hicieran cooperativas de producción y gestionaran sus empresas, una utopía muy vieja, pero renovada una vez más. En realidad, se llamaba Hugo María Sixto, pero en septiembre de 1962, decidió llamarse Carlos Hugo, para poseer el nombre tradicional, “Carlos”. En septiembre de 1962, fue a ver a Franco para indagar sobre sus posibilidades de ser el nuevo Rey de España, pero a franco no le gustó este tipo “socializante” que se arrastraba ante él para ser Rey. El 20 de diciembre de 1968, Franco optó por Juan Carlos de Borbón, nieto de Alfonso XIII, como Rey de España, y Carlos Hugo comprendió que había perdido la partida, pues Juan Carlos se hacía el simpático con los liberales españoles e incluso con los socialistas, y Carlos Hugo volvió al integrismo católico, que le daba seguidores entre una buena parte de la población. En 1977, un hermano de Carlos Hugo, llamado Sixto Enrque, tomó la bandera del integrismo católico y el conservadurismo de derechas, por ver las oportunidades desde este campo de la política. Pero en las elecciones de marzo de 1979, el carlismo fracasó estrepitosamente, y desapareció.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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