El caos republicano gubernamental en octubre de 1936.

Ideas clave: el Gobierno Tarradellas en Cataluña, el Consejo de Aragón, el Comité Ejecutivo del País Valenciano, el anarquismo murciano, el Comité de Enlace en Málaga, el Comité Provincial del Frente Popular en Asturias, el Gobierno Vasco, el Estatuto Gallego,

Ante la incautación de tierras y de empresas para las actividades de guerra, en la zona republicana, cuando unos pocos propietarios que se resistieron fueron muertos, la mayor parte huyó hacia Portugal, Francia o la zona nacional. Eso dejaba las empresas totalmente en manos de los comités obreros de cada pueblo y de ahí se originó parte de su mal funcionamiento.

En los pueblos, aparte de los propietarios, también fueron muy perjudicados por el sistema de colectivización los barberos, panaderos, médicos, farmacéuticos, dentistas y oficinistas (los maestros no se citan porque ya eran pobres asalariados antes de estos acontecimientos), que se convertían en asalariados pobres. En general, los perjudicados tuvieron la idea de afiliarse al Partido Comunista, para ver si así defendían su puesto de trabajo, al menos como funcionarios de un Gobierno. De julio a diciembre de 1936, el PCE tuvo 210.000 altas, que muy bien se pudieron deber, al menos en parte, a este ambiente de inseguridad.

En Ciudad Real y Jaén y otras provincias se expropiaron muchas fincas para repartirlas entre los campesinos pobres.

En el País Vasco la situación política era particularmente compleja. El PNV era un partido católico, de derechas e incluso muy de derechas, que había obtenido la promesa de tener un Estatuto de Autonomía del Gobierno republicano antes de estallar la guerra. Las acciones republicanas de quemar iglesias y realizar actos sacrílegos les horrorizaban. Los asesinatos sistemáticos de los comités republicanos les indignaban. No querían colaborar con la revolución proletaria, pero tampoco con los rebeldes nacionales que negaban su derecho a la autonomía. Eran acusados de traición tanto por los nacionales como por los republicanos.

Hasta aquí, nos hemos venido refiriendo más al problema agrario y actividades rurales de España aunque no fuesen propiamente agrarias. Pero el problema agrario no era tan decisivo y urgente como el industrial en el objetivo de ganar la guerra. Prieto decidió que era preciso nacionalizar toda la industria y ponerla al servicio de las necesidades bélicas. Ello significó la ruptura de UGT con CNT.

Los comunistas defendían a los pequeños propietarios y a los comerciantes y se oponían a las colectivizaciones de CNT. Ciertamente era paradójico que el PC hiciera el papel de partido conservador, defensor de la propiedad, pero así eran las cosas aquellos días[1]. Los comunistas habían decidido que el objetivo primero, previo a la revolución, era ganar la guerra. Por eso no podían abandonar la disciplina y costumbres de trabajo de forma improvisada, ni considerar la producción como objetivo secundario. Rusia estaba de acuerdo con este programa y consideraba prioritario hacer la guerra al fascismo aun posponiendo los objetivos revolucionarios.

La URSS o, lo que era lo mismo, la Tercera Internacional, envió consejeros militares y políticos para ayudar en la guerra. Entre ellos venían miembros de OGPU (más conocida por su nombre posterior de KGB) con la misión de informarse sobre los dirigentes republicanos y evitar las infiltraciones del enemigo entre ellos.

La intervención de la URSS provocó otra escisión dentro del bando republicano. El Partido Obrero Unificado Marxista (POUM) denunció al Frente Popular (PSOE-PCE) como un engaño a los trabajadores, como una colaboración provisional que sólo pretendía alcanzar suficiente poder para, luego, someter a los españoles a la dictadura estalinista. El POUM se convirtió en un problema y algunos de sus dirigentes empezaron a tener accidentes mortales, probablemente organizados por la OGPU soviética. Estos hechos no pasaron desapercibidos y algunos cenetistas, ugetistas y socialistas catalanes crearon el Partido Socialista Unificado de Cataluña PSUC, para estar preparados contra este nuevo peligro de opresión estalinista.

El método de trabajo de OGPU era publicar y loar las acciones «gloriosas» de algunas personas y desacreditar las órdenes y decisiones de otras. La creación de una determinada imagen a través de la prensa, les permitía pedir la sustitución de algunas autoridades y el ascenso de otras. De esta manera, «la voz popular» (que teóricamente nunca se equivoca) iba colocando a los hombres de la Internacional al frente de la revolución española.

El Gobierno Tarradellas en Cataluña en octubre.

El 15 y 18 de septiembre y 28 de octubre de 1936, CNT se reunió en plenos sucesivos para proponer la posibilidad de colaborar con el Gobierno. La propuesta la hizo Horacio Martínez Prieto, Secretario General de CNT. Los anarquistas catalanes decían que no era aceptable. Pero en 24 de septiembre de 1936, decidieron participar en el Gobierno de Cataluña junto a UGT, PSUC, POUM y CCMAF. Desde ese momento, no tenía sentido la continuidad de Consejo Central de Milicias Antifascistas, CCMAF, cuyos Comités Locales se disolvieron y el CCMAF, desapareció.

En el momento de formarse un Gobierno de la Generalitat el 27 de septiembre de 1936, CNT aceptó cargos de ese Gobierno. Algunos anarquistas advirtieron que CNT se estaba contradiciendo, se lo recriminaron, pero CNT acabó cediendo en que los anarquistas podían aceptar cargos en un Gobierno de tipo socialista.

El Gobierno del Consejo de la Generalitat de Cataluña de Josep Tarradellas de 1 de octubre de 1936 comprendía una coalición de las fuerzas militares presentes en Cataluña en ese momento:

Presidente y Consejero de Hacienda: Josep Tarradellas Joan, Esquerra Republicana de Catalunya.

Consejero de Cultura, Ventura Gassol, Esquerra.

Consejero de Seguridad Interior, Artemio Aiguador, Esquerra.

Consejero de Defensa, Díaz Sardino, Esquerra.

Consejero de Economía, Juan Pablo Fábregas, CNT.

Consejero de Abastos, José Juan Doménech, CNT.

Consejero de Sanidad y Asistencia Social, Antonio García Birlán, CNT.

Consejero de Servicios Públicos, Juan Comorera, PSUC.

Consejero de Trabajo y Obras Públicas,  Miguel Valdés, PSUC.

Consejero de Agricultura, Josep Calvet, Unió de Rabassaires.

Consejero sin cartera, Rafael Closas, Acció Catalana.

El 1 de octubre era el mismo día en que Franco asumía la jefatura rebelde de España.

La sorpresa de la participación de los anarquistas en el Gobierno de Cataluña, se ratificaría un mes más tarde, cuando cuatro Ministros anarquistas aceptaron participar en el Gobierno de España el 4 de noviembre de 1936. Es más, García Oliver aceptó disolver el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña CCMAC, la organización del ejército anarquista. La razón la dio Buenaventura Durruti: “renunciaremos a todo, menos a la victoria”. Tarradellas había encontrado el método de anular a los anarquistas: empezó a crear instituciones de Gobierno, y como los anarquistas no aceptaban cargos políticos, se iban quedando fuera de todo. Cuando los anarquistas quisieron reaccionar, ya no tenían el ejército ni las instituciones, y Tarradellas era el dueño de la situación política de Barcelona.

Desde Hacienda, Tarradellas fortalecía o anulaba la actuación de cualquiera de sus Consejeros. Los anarquistas no valoraban en su medida las posibilidades de Tarradellas. Tarradellas disolvió el Comité Central de Milicias Antifascistas, CCMAF, de Cataluña, un Gobierno populista que no era racional, y los sustituyó por un Gobierno nacionalista, pero apoyado en CNT, porque las fuerzas milicianas eran muy importantes y sin ellas no podrían gobernar.

La irracionalidad continuaba en un doble sentido: por una parte, los nacionalistas catalanes de derecha pactaban con la extrema izquierda; y por otro lado, los contrarios a todo tipo de Estado y de autoridad, CNT, se convertían en autoridades del Estado catalán.

Tarradellas, trataba de imponerse sobre los anarquistas, sin provocar el desacuerdo de ni de CNT, ni de POUM. Tarradellas contaba con el apoyo de ERC y de PSUC. Serían los propios anarquistas los que se retirasen del Gobierno, y Tarradellas tendría el poder, a partir de una minoría.

¿Por qué fracasarían los anarquistas? Las industrias eran un caos debido a la gestión de los comités de empresa anarquistas, y Tarradellas decidió que no se “sindicalizarían” (nacionalizarían en manos de los sindicatos) más empresas, y que los comités de empresa debían obedecer los criterios que dictara la Generalitat. En cuanto a las colectivizaciones agrarias e industriales ya hechas, quedaban legalizadas para no introducir más complicaciones, pero se limitaba el proceso de hacer nuevas “colectivizaciones”. Razonaba que la participación del obrero en la gestión de la empresa, no implicaba que los obreros tuvieran que tomar decisiones de gestión de la misma.

Era un desafío de Tarradellas a los anarquistas. Los obreros no hicieron caso a las órdenes de Tarradellas y de la Generalitat, como tampoco habían hecho demasiado caso a las órdenes de los anarquistas. Se había impuesto el sentido común de que la política no puede jugar con las cosas de comer, y de hecho muchos empresarios se mantenían al frente de las empresas, a pesar de que los comités anarquistas aparecían como directivos nominales de las empresas. Era lógico que la empresa la gestionase un experto, aunque, aunque su autoridad pudiera ser supervisada por los Comités de los Consejos Obreros.

Y la CNT no fue capaz de hacerse con la dirección real y efectiva de las empresas, porque la improvisación no sirve en cuanto a la adquisición y manejo de tecnología, en la planificación de adquisición de materias primas, en el stock de piezas de recambio, en el control de liquidez para pagar salarios, en el trabajo de la red comercial, en el cálculo de precios en los mercados… La economía de verdad, no puede ser abordada por comités de obreros inexpertos e ignorantes. Un Consejo de Empresa gestionado por obreros democráticamente elegidos, no es viable, y hay que volver al Consejo de Empresa de entendidos en los diversos temas. Para que un tema así fuera viable, tendríamos que tener empresarios anarquistas, lo cual no es esperable.

Por otra parte, el problema que se planteaba era absurdo: Ni los Consejos Locales, ni los Consejos de empresa de CNT, ni los consejos designados por Comité Central de Milicias Antifascistas, CCMAF, eran democráticos. Ninguno era realmente elegido por los obreros. Eran luchas por el poder entre los anarquistas y los ERC. Los órganos de poder de los anarquistas y los de CCMAF, y los de la Generalitat, no podían entrar en confrontación, porque todos ellos estaban dentro de una guerra civil. No podían coordinase, ni enfrentarse entre sí. Y por eso se respetaban sabiendo que sus posiciones eran absurdas en todo caso. Esperaban que el otro fracasase antes. Y cuando la CCMAF fracasó y desapareció, la Generalitat tomo el poder efectivo y creó el Consejo Ejecutivo de la Generalitat, lo que ocurrió a fines de septiembre de 1936. Tarradellas había ganado.

El anarquista Abel Paz opinaba que la CCMAF se había creado precisamente para imponerse sobre los Comités Locales, que todos sabían que eran inviables. En ese caso, debemos asumir que los dirigentes anarquistas eran conscientes de su fracaso desde el principio. El CCMAF trataría de hacer su revolución anarquista de forma viable, pero fracasó.

El comunista Carlos Semprún Maura dijo que los Comités Locales impusieron una autoridad y un cierto orden en el caos en que se había convertido la gestión municipal y económica, a partir de 19 de julio de 1936. Y que el CCMAF trató de eliminar este orden social de forma contrarrevolucionaria, y por ello fue preciso eliminar ls organizaciones anarquistas.

Es muy difícil entrar a discutir las interpretaciones de los movimientos políticos. Tal vez el CCMAF no fuera ni revolucionario ni contrarrevolucionario, sino que hizo lo que buenamente se podía hacer en cada momento. Los comunistas libertarios no podían ser suprimidos, ni los anarquistas moderados podían imponerse. Ni los anarquistas en conjunto, podían imponerse a los socialdemócratas y comunistas catalanes. Nadie podía imponer su criterio. Más valía presumir de demócratas, que afrontar la realidad de un fracaso.

  El Consejo de Aragón en zona gubernamental.

El 6 de octubre de 1936, en la zona gubernamental, se creó el Consejo de Aragón para evitar los excesos de los milicianos sobre los campesinos que se resistían a las incautaciones. Pero las milicias eran incontrolables y necesitaban comer. El Consejo se constituyó en Fraga el 18 de octubre. Ello significó que os propietarios se sumaran masivamente a la causa rebelde. Los propietarios habían huido de sus pueblos a partir del 25 de julio, cuando llegó la amenaza anarquista. La consecuencia fue la paralización de la industria y el transporte, y sobrevino el caos. Las incautaciones anarquistas eran muchas veces un recurso de supervivencia, pues los soldados necesitaban la producción. Pero no supieron poner en marcha la economía, y resultó el caos. Y sobrevinieron los excesos. El Consejo de Aragón trataba de poner un cierto orden, pero era imposible.

En Aragón dominaron las colectivizaciones. Las organizaron CNT y FAI y eran un intento de autogestión obrera, o de revolución anarquista. Los aragoneses entendieron el anarquismo de manera muy diferente a como lo hacían los catalanes. Aragón organizó verdaderas comunas en las que se suprimió el dinero, el comercio y los «vicios burgueses» (a saber: tomar café, tomar copas e «ir de putas»). Los bares y casas de citas fueron identificados con el mal. A los pequeños campesinos no se les quitaba la tierra pero no tenían derecho a abono, maquinaria, herramientas, médico, herrero, ni veterinario, si no entregaban sus tierras a la colectividad. La producción creció en 1937 y CNT presentó aquello como una victoria o demostración de la bondad del anarquismo, lo cual es muy discutible. Se trataba de un año de buena cosecha.

El Comité Ejecutivo Popular en el País Valenciano.

El desorden económico era similar en Valencia, en donde durante la República estaba progresando el nacionalismo, de modo similar al de Cataluña. Habían surgido un Partit Valencianista d`Esquerra, y una Esquerra Valenciana. Estos partidos radicales ganaban adeptos mientras los perdía el blasquismo de Blasco Ibáñez. Pero el estallido de la guerra no permitió organizar nada serio, ni redactar un Estatuto, ni hacer un plebiscito, aunque lo intentaron en el otoño de 1936. En julio de 1936, crearon un Comité Ejecutivo Popular que tenía su sede en Valencia ciudad, y se atribuía autoridad sobre todas las regiones valencianas. Estaba integrado por representantes del Frente Popular y de CNT. Este Comité, rechazó la autoridad de la Junta Delegada que les envió Madrid. Pero, al igual que en Cataluña, el Comité no logró imponer su autoridad, sino que cada comarca o región levantina creó su propio organismo de gobierno independiente:

En Castellón de la Plana se creó el Comité Ejecutivo Antifascista. En Alicante se creó el comité del Frente Popular. Y ocurrió que la CNT era mayoritaria entre los milicianos, y al igual que en Cataluña, podían reclamar el poder. Pero la segunda fuerza política en la región valenciana era UGT, sección largocaballerista, y no nacionalista valenciana. Necesitaban ponerse de acuerdo para establecer un Gobierno estable, pero ello era imposible. Se pusieron de acuerdo en que había que colectivizar el campo, pero no en cómo. No consideraban que hubiera latifundios, pues no había fincas de miles de hectáreas, y no pensaron en hacer expropiaciones. La discrepancia surgió porque los campesinos pensaban que se les iban a dar más tierras, y los sindicatos pensaban que se debían hacer cooperativas de producción. Los unos abogaban por la propiedad, y los otros por la volición de la propiedad. Y el tema no tenía solución.

En toda esta polémica valenciana, se estaba quedando desplazado el PCE, y éste partido creó una Federación Provincial Campesina en octubre de 1936, para poder competir con CNT y UGT. Pero los anarquistas y socialistas de clase prefirieron aliarse entre ellos, y dejar fuera a los comunistas: crearon un Consejo Levantino Unificado de Exportación Agrícola.

Los que quedaron sin opción política alguna en Valencia fueron los llamados republicanos, es decir, los liberales progresistas y demócratas. El Comité Ejecutivo Popular de Valencia intentó hacerse con el poder, siguiendo el modelo de Cataluña. Creó primero un Consejo de Economía, que competía con el Consejo Levantino Unificado, y reivindicó la autodeterminación del País Valencià, para ganar popularidad. Pero la CNT negó la unidad el territorio de la región valenciana, y además decían que en todo caso se deberían integrar también Murcia y Albacete en el conjunto de las distintas regiones levantinas. No hubo manera de delimitar el territorio, y el Estatuto de Autonomía de la Región Levantina no fue posible. Los anarquistas también rechazaron la unidad de lengua con Cataluña, y no consideraba un progreso salir de la influencia del Gobierno de España, para caer en la influencia del Gobierno de Barcelona. Difundieron un anticatalanismo en Valencia, y se opusieron a sumarse al Estatuto Catalán y unirse a Cataluña.

Entonces, se constató que el Partit Valencianista d`Esquerra, y la Esquerra Republicana Valencià, eran copias de proyectos catalanes, hechos para anexionarles en el catalanismo. El tema se centraba en que uniéndose a Cataluña tendrían más fuerza, pero perderían su identidad nacional. Y decidieron unirse a Cataluña, tras decir Esquerra Republicana que protegería a los pequeños propietarios contra las colectivizaciones. El PCE hizo la misma propaganda populista. Pero ni aún así, lograron levantar un organismo revolucionario valenciano.

El final del proceso independentista valenciano se produjo a partir de noviembre de 1936, cuando el Gobierno de España se trasladó a Valencia. Inmediatamente, este Gobierno disolvió los El Comité Ejecutivo Popular de Valencia, el Comité Ejecutivo Antifascista de Castellón, y y el Comité del Frente Popular de Alicante, y creó “Consejos Provinciales” subordinados al Gobierno de Valencia y de España.

En Valencia los agricultores no salieron contentos porque la naranja se colectivizó y fue escogida como alimento básico para el ejército, lo cual les privaba de todo tipo de ganancias y les convertía en asalariados pobres de sus propios naranjales (En el frente se dieron casos de cambiar naranjas por pan, entre los bandos combatientes enfrentados).

         El anarquismo murciano en 1936.

En Murcia los intereses del sector minero, industrial y militar de Cartagena, dominados por CNT, no coincidían con las aspiraciones de los huertanos del interior murciano, a los que interesaba la comercialización de sus productos. La industria fue socializada por CNT, con acuerdo de UGT. La huerta, siempre estuvo en disconformidad.

     El Comité de Enlace en Málaga.

En la provincia de Málaga, se creó un Comité de Enlace en Málaga, un Comité Central Permanente en Motril, y un Comité de Defensa en Ronda. No se pusieron de acuerdo entre ellos, sino que compitieron entre sí los anarquistas, los pesoístas y los comunistas, cuyos enfrentamientos ya habían empezado antes de 1936. Y las relaciones fueron a peor en el transcurso de la guerra: en noviembre de 1936, los anarquistas rompieron con el Comité de Enlace de Málaga, y el Comité de Enlace entró en una crisis que fue definitiva. En febrero de 1937, Málaga fue tomada por los rebeldes.

  El Comité Provincial del Frente Popular en Asturias.

En Asturias, el 21 de agosto de 1936, cayó el cuartel de Simancas (Gijón), uno de los focos rebeldes, pero se mantuvo rebelde el Cuartel de Oviedo. A principios de septiembre, los milicianos asaltaron el cuartel. Aranda había almacenado mucho material de guerra, y los milicianos no sabían utilizar la artillería contra el cuartel.

Las tropas gallegas rebeldes llegaron a 25 kilómetros de Oviedo y “liberaron” el oeste de la región asturiana, mientras la mitad este seguía siendo republicana.

Hasta noviembre de 1936, los asturianos republicanos se rigieron por dos órganos de gobierno: el Comité Provincial del Frente Popular, que era controlado por PSOE-UGT y radicaba en Sama de Langreo, y el Comité de Guerra, controlado por CNT y que radicaba en Gijón.

El Comité Provincial estaba presidido por el ugetista Belarmino Tomás, y era apoyado por el Gobierno de Madrid. Estaba integrado por dos representantes republicanos y dos comunistas. Era obedecido por la mayoría de los comités locales de Asturias.

El Comité de Guerra era presidido por Segundo Blanco, y sólo era obedecido en la zona de Gijón.

El Comité Provincial intentó la unidad de mando y decidió que entrasen en su composición dos cenetistas, y se trasladó la sede a Gijón. Pero el Comité de Guerra no quiso someterse al Comité Provincial, y siguió actuando independientemente, en Gijón. El Comité de Guerra también intentó un mando único bajo su presidencia, y admitió representantes de todos los partidos, pero no le dio resultado, porque se quedó sin seguidores, y se disolvió en noviembre de 1936, cuando era presidente Avelino González Mallada, aunque permaneció algún tiempo más un pequeño “Consejo Municipal de Gijón”, que no tuvo protagonismo en adelante.

El 23 de diciembre de 1936, surgió el Consejo de Asturias y León, auspiciado por el Gobierno de Valencia, que era el Gobierno de España en ese momento. El Consejo de Asturias y León tenía dos miembros de PSOE, dos de UGT, dos del PCE, dos de Juventudes Socialistas, dos de Izquierda Republicana, dos de CNT, uno de FAI, uno de Federación Ibérica de Juventudes Libertarias FIJL. Es decir, había cuatro socialistas, cuatro comunistas, y cuatro anarquistas, pero los anarquistas protestaron porque consideraban que ellos eran mayoría entre los asturianos y quedaban relegados a la tercera parte de delegados de gobierno. En cambio, los comunistas eran una minoría muy pequeña y también tenían cuatro representantes.

Las dos fuerzas dominantes en Asturias eran UGT que dominaba las minas del Caudal (afluente del Nalón), y CNT que dominaba las minas de La Felguera. Las relaciones entre UGT y CNT siempre fueron buenas y se respetaban entre sí. Sucedía que Juventudes Socialistas votaba muchas veces con UGT, y el resultado era que dominaba UGT en el Consejo de Asturias y León. El socio del que todos desconfiaban era el PCE, e incluso los comunistas de Juventudes Socialistas no se solidarizaba con los comunistas que recibían consignas de fuera.

Segundo Blanco fue el Consejero de Industria de este Consejo de Asturias y León, y realizó un programa de socialización consistente en los siguientes puntos: las industrias pasaban a ser propiedad de los sindicatos obreros; los sindicatos controlaban también el comercio; el Consejo se incautó de la banca privada y, en octubre de 1936, creó la Caja Central de Depósitos; el Consejo se incautó de la pesca y del trabajo artesanal; se suprimieron las rentas que pagaban los campesinos renteros; se condonaron las deudas debidas a los facciosos; y el 19 de enero de 1937, se extinguieron los contratos de aparcería, se redujo la renta de las casas en un 50%, se prohibieron los subarriendos y se extinguieron los foros.

                El Gobierno Vasco.

En el País Vasco, se había llegado a un acuerdo antes de empezar la guerra, por el que discutirían y aprobarían un Estatuto, que ya había sido plebiscitado el 5 de noviembre de 1933, pero había sido paralizado por los Gobiernos de 1933-1936. Era liderado por el PNV, un partido católico y muy de derechas. Pero tenía muestras de desagrado por el resto de los españoles, aunque también fueran católicos, porque todo nacionalismo implica búsqueda de privilegios a costa del resto del Estado, incluso cuando buscan la independencia, pues el que una región enriquecida a costa de todos, le quita oportunidades al resto cuando se independiza después de enriquecerse. El PNV no quiso pertenecer al Frente Popular, porque el PNV era católico y de derechas, mientras el Frente Popular era de izquierdas. Pero estaban dispuestos a apoyar al Frente Popular si les concedían la autonomía vasca. En febrero de 1936, el PNV ganó la segunda vuelta de las elecciones en Vizcaya y Guipúzcoa, mientras los tradicionalistas carlistas ganaron en Álava. En julio de 1936, redactaron el Estatuto Vasco y entregaron el texto a las Cortes de Madrid, en el momento en que empezó la guerra. A finales de julio de 1936, Álava estaba con los sublevados, mientras Guipúzcoa y Vizcaya eran gubernamentales en la esperanza de que le concedieran el Estatuto. Álava era la provincia pobre y menos industrializada, mientras las ricas e industrializadas estaban por la autonomía.

En Vizcaya, el Gobernador José Echeverría Novoa, de Izquierda Republicana, creó un Comité Provincial del Frente Popular, en el que no participaban ni PNV ni CNT, por ser los dos de ideas contrarias al Frente Popular. Del Comité Provincial del Frente Popular dependía el Comisariado de Defensa de Vizcaya, en el cual sí que participaba el anarquista Horacio Martínez Prieto. Confiando en que Horacio era anarquista y que en Barcelona eran mayoría los anarquistas, Horacio fue a Barcelona a pedir armas y alimentos. A mediados de agosto, el PNV cambió de táctica política, y se incorporó al Comité Provincial del Frente Popular aunque era una alianza extraña de extrema izquierda como el PCE, centro republicano, y derecha muy marcada de PNV. Con ello, se dio por terminado dicho Comité y nació la Junta de Defensa de Vizcaya. El presidente de esta Junta era José Echeverría Novoa, y eran consejeros tres miembros de PNV, uno de CNT, uno de Izquierda Republicana, uno de Unión Republicana, dos del PSOE, uno de Acción Nacionalista Vasca, y un comunista. Lo extraño de esta Junta de Defensa eran tanto que el PNV colaborara con gente a la que había detestado públicamente, como que hubiera obtenido la fuerza dominante dentro de la Junta con tres consejeros. La explicación era que los vascos eran católicos, y exigieron esas condiciones, y los demás aceptaron para que Vizcaya no se pasara a los rebeldes. Los industriales estaban muy satisfechos pues el PNV respetaba la propiedad industrial, la cual no estaba segura entre los demás socios de la Junta. Sólo se expropiaron las empresas de rebeldes huidos de Vizcaya. El precio era la protección a la Iglesia Católica o catolicismo de Estado.

En Guipúzcoa, la rebelión se luchó entre falangistas y anarquistas, y ganó CNT. Entonces, los anarquistas atacaron el cuartel de Loyola, el 28 de julio, y se hicieron con armas. Era un pueblo católico, y no quemaron iglesias. También se creó un Comité del Frente Popular, como en Vizcaya, presidido por el Gobernador Civil. Más tarde, se creó la Junta de Defensa de Guipúzcoa, que asumió todas las funciones de Gobierno. Y de nuevo se repitió la extraña alianza entre un PNV católico y de derechas, con una CNT atea y revolucionaria. Esta Junta de Guipúzcoa residía en San Sebastián.

En Azpeitia había otro Gobierno que se llamaba la Comandancia de Azpeitia, que era del PNV.

En Éibar había otro gobierno que se llamaba Junta de Éibar, y era del PSOE.

La convivencia era teóricamente difícil, pero se toleraron. Pero los anarquistas seguían su propio patrón político al margen de los demás, e hicieron sacas en la cárcel de Tolosa, y tras ello, Telesforo Monzón dimitió como miembro de la Junta de Defensa de Guipúzcoa.

El 5 de septiembre de 1936, los rebeldes tomaron Irún, en la frontera con Francia, y el 13 tomaron San Sebastián, y el poder de la Junta de Defensa se vio muy debilitado. La solución era que el Gobierno de España, aportase ayudas, pero Largo Caballero quería un miembro del PNV en su Gobierno para lograr un apoyo fuerte, y el PNV exigía la previa concesión de un Estatuto de Autonomía. Por fin, el 25 de septiembre, Manuel de Irujo fue incorporado al Gobierno, tras comprometerse Largo Caballero de palabra a aprobar el Estatuto. De esta forma, el Estatuto fue votado en Cortes en Valencia el día 1 de octubre de 1936, y José Antonio Aguirre resultó Jefe del Gobierno Provisional Vasco. Se había votado entre alcaldes y concejales de pueblos fieles al Gobierno de España. José Antonio Aguirre formó Gobierno el 7 de octubre con cuatro PNV, tres PSOE, un Izquierda Republicana, un Unión Republicana, un Acción Nacionalista Vasca, un PCE, y ningún anarquista.

El 1 de octubre de 1936, el mismo día en que Franco era elegido jefe único del bando nacional, el País Vasco recibía su Estatuto de Autonomía. Fue aprobado por unanimidad.

El Estatuto había sido presentado como anteproyecto, Estatuto de Estella, el 14 de junio de 1931 y presentaba varios puntos inaceptables: creaba Euskalerría o unión con Navarra, declaraba lengua oficial el euskera, se atribuía competencias excesivas y regulaba las relaciones con la Iglesia. El proyecto fue rechazado en Madrid. Se redactó un nuevo proyecto, el Estatuto de las Gestoras, ya adaptado a la constitución de 1931, pero fue rechazado por los alcaldes navarros, resultando un estatuto exclusivamente vasco, que fue aprobado en plebiscito en noviembre de 1933. Los gobiernos de Lerroux-CEDA se negaron a tramitar este estatuto y el proyecto durmió a pesar de las protestas de la asamblea de diputados de Zumárraga. Al iniciarse la guerra, fue aprobado el 1 de octubre 1936.

Aguirre regresó a Bilbao y constituyó el primer Gobierno Autónomo Vasco, con 4 Consejeros PNV, 3 del PSOE, 1 de Acción Nacionalista Vasca, 1 de Izquierda Republicana, 1 de Unión Republicana, y 1 del PCE. Y se excusó de no haber nombrado ningún anarquista, porque CNT no era un partido sino un sindicato, y él sólo contaba con los partidos vascos. Aguirre había liado una madeja como un nudo gordiano. Nadie sería capaz de desliarla en los siguientes cien años.

El 7 de octubre de 1936, en la Casa de Juntas de Guernika, los concejales vizcaínos, guipuzcoanos y algunos alaveses, eligieron por casi unanimidad primer Presidente de Euzkadi a José Antonio Aguirre, un abogado de 32 años de edad, alcalde de Guecho, y Diputado en Cortes desde 1931. José Echeverría Novoa, Gobernador Civil de Vizcaya, y Prsidente de la Junta de Defensa de Vizcaya, invistió a José Antonio Aguirre como lendakari y le tomo juramento de fidelidad al cargo. y allí mismo se constituyó un Gobierno vasco de octubre de 1936:

Presidente y Consejero de Defensa, José Antonio Aguirre, PNV.

Gobernación, Telesforo Monzón Ortiz de Urruella, PNV.

Justicia y Cultura, Jesús María Leizaola, PNV.

Hacienda, Heliodoro de la Torre, PNV.

Agricultura, Gonzalo Nárdiz, Acción Nacionalista Vasca, ANV.

Industria, Santiago Aznar, PSOE.

Trabajo, Juan de Toyos, PSOE.

Asistencia Social, Juan Gracia, PSOE.

Comercio y Abastecimientos, Ramón María Aldasoro, Izquierda Republicana.

Sanidad, Alfredo Espinosa, Unión Republicana.

Obras Públicas, Juan Astigarrabía, Partido Comunista de Euzkadi.

Eran doce Consejerías, de las cuales el PNV desempeñaba 5, Presidencia, Defensa, Gobernación, Justicia y Hacienda. Este Gobierno se mantuvo hasta la caída de Bilbao en junio de 1937. Entonces, Alfredo Espinosa fue fusilado por los franquistas, y sustituido por De la Torre.

El hombre del PNV en el Gobierno de Largo Caballero era Manuel de Irujo Ollo, 1891-1981, navarro formado en lso jesuitas, abogado por Deusto, militante del PNV desde muy joven, Diputado en Cortes en 1931, 1933 y 1936, Ministro sin cartera para Largo Caballero en septiembre de 1936, y Ministro de Justicia en mayo de 1937.

El Gobierno vasco representaba a las clases altas, medias y bajas, y los Consejeros eran muy jóvenes, de una media de 38 años de edad.

La diferencia entre ANV y PNV, era que ANV era nacionalista y de izquierdas, del Frente Popular, mientras PNV era nacionalista de derechas, y estaba fuera del Frente Popular. El PNV era de derechas y católico, respetaba las estructuras capitalistas, pero también era capaz de adoptar algunas medidas sociales como suele ser propio de la derecha española. En este caso, las medidas sociales las proponía el sindicato del PNV llamado Solidaridad de Trabajadores Vascos, STV, y las aceptaba el PNV: los cultivadores de los caseríos tendrían facilidades para acceder a la propiedad de los caseríos que habitaban; los obreros, tendrían derecho a participar en los beneficios de la empresa; las empresas podrían ser coadministradas por obreros y empresarios.

El Programa del PNV decía que el Gobierno cultivaría las características nacionales del pueblo vasco; difundiría el euskera; garantizaría la libre práctica de la religión y el culto religioso católico y garantizaría sus bienes; mantendría el orden público mediante una policía foral; garantizaría a los presos el ser llevados ante un juez a la menor brevedad.

El Gobierno de José Antonio Aguirre defendía la idea de la necesidad de un mando militar único, igual que Largo Caballero, pero éste creía que el jefe único debía ser él, Largo Caballero, mientras José Antonio Aguirre, pensaba que en el País Vasco, debía ser el Lendakari, José Antonio Aguirre, quien dirigiera. El mando único suponía la militarización de las milicias, y la exigencia de cooperación con el Gobierno a la marina mercante y a la industria.

Las diferencias entre PNV y PSOE eran muy evidentes en el conjunto de España, pero no en Euskadi. El PNV se expresaba en el periódico “Euzkadi”; el PSOE se expresaba en el periódico “El Liberal”. Pero en el País Vasco, había una alianza de PNV y PSOE, y las diferencias no eran grandes.

El 2 de octubre de 1936 fue nombrado lendakari provisional José Antonio Aguirre Lecube. Inmediatamente, Telesforo Monzón creó la ertxaña o policía vasca (guardia del pueblo si se traduce al pie de la letra), con mozos de más de 1,75 de altura, y disolvió la Guardia Civil y la Guardia de Asalto. Pero como la policía vasca no tenía experiencia, los mandos de la Guardia Civil pasaron a dirigir la ertzaña, concretamente los tenientes coroneles Bengoa y Colina.

Llama la atención la Consejería de Justicia y Cultura, porque creó una Audiencia Territorial de Euzkadi y un Tribunal Económico Administrativo Superior de Euzkadi, que se atribuyeron poderes no concedidos por el Gobierno de España, y a partir de ese momento, juzgaron los delitos de rebelión y de guerra. Además de tener un órgano superior de justicia, que consideraban vasco, la consejería suprimió los Tribunales Populares de los partidos y sindicatos, es decir, de PSOE-UGT, de PCE y de CNT, lo cual eliminó el principal poder de estos grupos “obreros” e hizo fuerte al PNV frente a ellos. El Tribunal de la Audiencia Territorial impuso menos de 30 penas de muerte, y ejecutó solamente a 19 personas, lo cual contrasta con otros tribunales populares, gubernamentales o franquistas, que utilizaron los tribunales como excusa para asesinar enemigos. Además, hemos de decir que, de los 19 muertos, muchos eran alemanes venidos a España como voluntarios, y otros eran oficiales del Cuartel de Garellano 45, sublevado de primera hora y que había luchado contra las milicias gubernamentales.

La Consejería de Cultura, abrió en Deusto la Universidad  del País Vasco, el 1 de diciembre de 1936, aunque de momento, sólo impartía los estudios de medicina y de enfermería, aprovechando los médicos del Hospital Civil de Bilbao. También Leizaola, creó un Consejo Superior de Cultura de Euzkadi, un Consejo Oficial de Profesores de Euskera, y unas Escuelas de Euzkadi.

La Consejería de Hacienda era lo que peor papel jugaba, porque carecía de dinero. Decidió quedarse con todas las monedas metálicas que le llegaban, y atesorarlas para tener un fondo valorable internacionalmente. Para que siguiera funcionando el comercio ordinario, autorizó a los bancos vizcaínos a emitir talones, que funcionaran como billetes de cambio, y acuñó moneda metálica de valor inferior. El Gobierno se quedaba con el oro, monedas y joyas, con las divisas, tras pagar una indemnización a los perjudicados. El Gobierno Vasco también se incautó de CAMPSA (la distribuidora de petróleos) y de los bancos, empresas en las que puso Consejos de Administración de 12 miembros: 6 procedentes de consejeros y accionistas antiguos, 4 procedentes de empleados propuestos por Solidaridad de Trabajadores Vascos STV, y Unión General de Trabajadores UGT, 1 cuentacorrentista, y 1 impositor. Y creó el Comité de la Banda Vasca, que coordinaba toda la economía de Vizcaya y estaba integrado por el Delegado de Euzkadi en la Banca nombrado por el Consejero de Hacienda, el Director del Banco de España en Bilbao, y los Presidentes de los Consejos de Administración de los diversos bancos de Euzkadi.     La agricultura fue entregada al ANV, un partido minoritario y urbano, que casi no entendía nada de agricultura. En su ignorancia, este partido fomentó el cooperativismo y facilitó el acceso de los inquilinos a la propiedad de los caseríos y sus tierras de cultivo. En realidad, ante la ineficacia gubernamental, en agricultura actuó Solidaridad de Trabajadores Vascos, el sindicato del PNV.

La Consejería de Industria fue entregada al PSOE, pero sólo se le dieron competencias sobre industrias no implicadas en la guerra. El PSOE decidió que las empresas abandonadas por sus propietarios, fueran puestas en marcha por un consejo de Administración que nombraba el Consejero, Santiago Aznar. También requisó los barcos mercantes y pesqueros. Santiago Aznar Sarachaga, 1903-1979, empezó en un pequeño comercio familiar y se afilió a UGT, y luego a las Juventudes Socialistas de Tomás Meabe. En 1921, no se pasó al comunismo como lo estaban haciendo la mayoría de las Juventudes Socialistas. En 1923 se marchó a Francia al llegar Miguel Primo de Rivera al poder. En 1926, regresó para colaborar con Primo de Rivera, algo difícil de entender por los socialistas de aquel momento, pues del comunismo se pasaba  a colaborar con la dictadura monárquica de derechas. En 1931 se hizo concejal de Bilbao. Participó en la revolución de octubre de 1934, y fue encarcelado. En julio de 1936, José Antonio Aguirre se le adelantó con su revolución nacionalista, frente a la revolución socialista que buscaba Aznar. Aceptó ser Consejero de Industria para Aguirre, y procuró mantener abiertas las empresas vascas. En junio de 1937, se embarcó en Santoña para huir a Francia, se presentó en Barcelona donde se constituyó el Gobierno Vasco en el exilio, y luego se trasladó a Marsella, y en 1942 a Mexico. En 1946 fue expulsado del PSOE porque era más nacionalista que socialista.

La Consejería de Trabajo también fue confiada a PSOE-UGT, y su labor principal fue que no hubiera huelgas, sino que todos colaborasen con el Gobierno Vasco. Crearon un Servicio de Colocación Obrera, y un Consejo de Trabajo que era un tribunal laboral.

El Departamento de Asistencia Social, también fue entregado al PSOE-UGT, y su misión fue proteger a los niños, los necesitados, los refugiados, para lo cual abrió comedores sociales y alojamientos colectivos. Los gastos de estas instituciones se cubrían con las entradas de los espectáculos públicos.

Comercio y Abastecimientos también fue entregado a Ramón María Aldasoro, de Izquierda Republicana. Era una Consejería complicada pues faltaban alimentos y habían acudido a Bilbao muchos refugiados. El método de trabajo de esta Consejería fue crear “delegaciones comerciales” en el País Valenciano y en el sur de Francia, de modo que se compraban alimentos y se trasladaban a Vizcaya, para lo cual hubo que habilitar un servicio de transportes. La distribución de alimentos se hizo de forma muy racional, en los comercios privados de siempre, con la limitación de que no podían especular con los precios, sino vender con un margen razonable. El nivel básico de precios se fijó en el que regía el 18 de agosto de 1936. Pero en enero de 1937, cuando tuvo lugar el ataque franquista, hubo que recurrir al racionamiento, y también se intentó racionalizar, y se puso una ración por personas cada diez días, que constaba de 500 gramos de arroz, 500 de garbanzos, 250 gramos de aceite, y algunas cosas más que hubiera disponibles. La leche y el pan, sólo se daban cuando los había, y la carne y los huevos no se encontraron casi nunca. Los soldados tenían una alimentación mucho mejor, por razones obvias.

La Sanidad fue para Unión Republicana, y se creó una Cruz Roja de Euzkadi, que atendía a los civiles. La Sanidad militar no era cuestión de esta Consejería.

Obras Públicas fue para el Partido Comunista de Euzkadi, independiente del Partido Comunista de España PCE, y se encargó de los medios de transporte por carretera y ferrocarril, del tranvía, y de los refugios antiaéreos.

Un hecho muy significativo de la personalidad vasca, fue que los republicanos, socialistas y comunistas vascos aceptaron a Aguirre como Presidente, a pesar de que este hombre era de derechas. El caso era especialmente contradictorio con la doctrina del comunismo, y Astigarrabía, el líder comunista, sería expulsado del PCE en verano de 1937, por haber creado un Partido Comunista de Euskadi, y por haber colaborado con Aguirre. Ciertamente había diferencias entre los muy distintos partidos vascos, pues el PNV estaba por la independencia respecto a España, y los demás estaban por sus revoluciones particulares, que creían poder conseguir mejor en un territorio pequeño, que en un estado grande como España. Pero lo que ocurrió, fue una convergencia de proyectos políticos: Los partidos socialistas y comunistas se hicieron más nacionalistas, y el Partido Nacionalista Vasco, adoptó medidas socializantes. La idea clave la lanzó Aguirre nada más tomar el poder: todos los vascos debían luchar contra el imperialismo español. Esa expresión la tomaba del leninismo, y les sonaba familiar a los socialistas y comunistas. Por otra parte, Asociación Nacionalista Vasca, ANV, ya era un proyecto de unos nacionalistas comunistas, que habían realizado la unidad en el discurso. De hecho el Frente Popular de España, convivió con un Frente Popular de Euzkadi, en el que estaban Unión Republicana, Izquierda Republicana, PSOE-UGT, Juventudes Socialistas Unificadas (comunistas), Partido Comunista de Euzkadi y ANV. No participaron nunca en el Frente Popular de Euzkadi ni el PNV, ni CNT.

La habilidad de Aguirre fue manipular a los demás grupos para conseguir que el que menos milicianos tenía, el PNV, se hiciera con el Gobierno autónomo, y utilizando expresiones y palabras que sonaban a muy de izquierdas, arrastrase a los demás a admitir la preponderancia del PNV en todas las instituciones. También hay que tener en cuenta que los proyectos revolucionarios eran muchos, y todos eran minorías que temían a la coalición de los demás contra ellos, y creyeron que el enemigo más manejable sería el PNV, pues su doctrina parecía menos fuerte. Minusvaloraban el poder popular del nacionalismo. El nacionalismo y la religión son dos grandes fuerzas que no se pueden ignorar en ningún proceso político. Así que, una vez dominadas las instituciones, resultó que el PNV era el administrador del ejército vasco, aunque los gudaris, o soldados del PNV, eran minoría. También hay que tener en cuenta los errores de los demás, como ocurrió con el PCE respecto al Partido Comunista de Euzkadi. El Partido Comunista de Euzkadi se creó en 1935, cuando estaba completamente prohibido en el Comintern crear más de un PC por región, y España era una región comunista. Y también el PSOE creó en enero de 1937 un Comité Central Socialista de Euzkadi, presidido por Rufino Laiseca, su Secretario General era Miguel Amilibia, que pretendía ser un grupo autónomo dentro del PSOE. Pero el PSOE era “español”, y no español y vasco. El mismo fenómeno se repetirá con José Luis Rodríguez Zapatero respecto al PSOE de Cataluña, al que también le dio autonomía respecto al PSOE en 2007. Eran los llamados socialistas de izquierda, los partidarios del “socialismo de clase”, los que rompían en ambos casos la unidad del PSOE.   Eustasio Amilibia Machimbarrena y Miguel Amilibia Machimbarrena, socialistas de izquierda del PSOE, fueron partidarios de la autonomía e independencia de Euzkadi y de la creación de un Partido Socialista Vasco. Lo explicaban diciendo que concebían España como una federación de los pueblos de Iberia, dentro de la Tercera Internacional. Es decir, crearon la mezcla ideológica de nacionalismo y comunismo, dentro del socialismo español. El PSOE fue consciente del problema que se creaba y envió a Euzkadi al periodista Cruz Salido, el cual debía escribir en El Liberal para reconducir la situación a la unidad del PSOE. El Liberal era propiedad de Indalecio Prieto. La idea fuerte que debía defender era la superación de los nacionalismos a través de la revolución social del proletariado, o socialismo de clase. Contra Cruz Salido escribía Eustasio Amilibia, el cual defendía que el socialismo y el nacionalismo eran compatibles, y que el PSOE estaba negando sus derechos a los vascos al no reconocer las nacionalidades. Amilibia tuvo que abandonar el PSOE, y lo hizo inscribiéndose en el Partido Comunista de Euzkadi, que decía ser nacionalista y comunista. Es complicado unir los intereses nacionalistas de la burguesía, con la revolución del proletariado: De las tres fuerzas de producción: iniciativa empresarial, fuerza de trabajo, y posibilidades de un Estado, la cuestión es quién domina las estructuras del Estado en su beneficio, si los empresarios o los trabajadores, o ninguno de los dos, sino que se gobierna por acuerdos entre empresarios y trabajadores. Decir que el Gobierno de los empresarios es compatible con el Gobierno de los trabajadores, es complicado, y sólo se resuelve en el socialismo democrático, que admite los derechos de los empresarios, y en el liberalismo social, que admite los derechos de los trabajadores. Pero hablar de pleno dominio de los unos y de los otros, sobre el Estado, es utópico.

En cuanto al anarquismo, era el grupo repudiado por Aguirre. No le quería en el Gobierno de ninguna manera, y argumentó que él negociaba con partidos y no con sindicatos, lo cual era una salida de parta de banco, pues todos sabían que los anarquistas no tenían partidos. CNT siempre se opuso a la exclusión política y social a que fue sometido por los nacionalistas vascos. Aguirre les cerró sus periódicos “CNT del Norte”, y “Horizontes”, y cedió sesos locales al Partido Comunista de Euzkadi, el cual publicó allí “Euzkadi Roja”. CNT se hizo con una pequeña imprenta de un periódico pequeño llamado “Nervión”, y continuó publicando. El caso es que CNT tenía seis batallones de milicianos, y Aguirre no quería no podía prescindir de ellos, y CNT no tuvo los arrestos de denunciar a Aguirre como hombre de la derecha, y CNT aceptó la autoridad de Aguirre sobre Vizcaya.

Mola quedó muy defraudado por la posición del PNV claramente antiinsurreccional, y contrató yunkers alemanes para castigar al País Vasco. Los alemanes ensayarán tácticas de bombardeo y ametrallamiento combinado, el llamado ataque “stuka”.

José Antonio Aguirre Lecube nació en Guecho en 1903 y estudió en Orduña con los jesuitas y en Deusto derecho, y fue jugador de fútbol del Atletic, y trabajó en Juventudes Católicas Bilbaínas. Luego fue alcalde de Guecho y se hizo líder nacionalista. En 1937 huiría a Santander y luego a Valencia, Barcelona, Francia, Alemania y Estados Unidos. Murió en París en 1960 como presidente del gobierno vasco en el exilio.

Aguirre se quedó con la Consejería de Defensa en ese nuevo Gobierno Vasco y juró su cargo el 7 de octubre de 1936. Ese mismo día 7, se dio de baja en el PNV Luis Arana Goiri, porque él había creado el PNV para ser una nación independiente, pero no una autonomía.

El Gobierno Vasco nacía cuando dos terceras partes del territorio vasco estaban ocupadas por los franquistas, enemigos de la autonomía vasca, y en estado de guerra. El territorio gobernado en realidad por este Gobierno era sólo Vizcaya, y no toda. Eran 2.500 kilómetros cuadrados, sobre los que vivían 650.000 habitantes. Apenas tenía sentido esta autonomía, pero hay que verla en el contexto de que el territorio estaba aislado del resto de España, separado por el ejército franquista, lo cual facilitaba que Euskadi actuara con independencia, igual que lo hicieron Santander y Asturias. Pero Santander y Asturias no tenían teoría del independentismo y organizaciones independentistas. Por eso, el PNV pudo crear su propio ejército, sus propias leyes, su propia policía, sus sellos de correos, sus monedas, sus pasaportes y sus propias relaciones internacionales, y el Gobierno de Largo Caballero se lo toleró. A su vez, la guerra actuaba en sentido negativo para los nacionalistas, pues siendo de derechas, no podían prescindir de los pesoístas y comunistas, porque estos dominaban muchas milicias vascas, que eran necesarias para defenderse de Mola y Fidel Dávila. Decidieron una solución de compromiso, que fue un “Gobierno de Concentración”. Y José Antonio Aguirre, dentro de este difícil equilibrio exterior e interior, se convirtió en un líder indiscutible, que aprovechó la circunstancia para adueñarse de todo el poder de forma autoritaria y muy poco democrática, a favor siempre del PNV. La forma de tomar decisiones era presentar de palabra una iniciativa, preguntar si se oponía alguien, y declarar aprobada por unanimidad la proposición.

El Gobierno de José Antonio Aguirre era un Gobierno conservador. No hizo cambios revolucionarios de eliminar propietarios y tomar la propiedad para el Estado o los sindicatos, o las agrupaciones de trabajadores. El catolicismo se demostraba dándole a la Iglesia poder y dinero. Con esa política, se ganó a las cancillerías europeas, que temían en España la socialización de los negocios, mientras en el País Vasco se les garantizaba la propiedad y los beneficios. Era una zona libre de comunismos. Cuando se hicieron requisas de fábricas y otros bienes, lo cual es normal en época de guerra, se hizo mediante indemnización, excepto en el caso de personas que luchaban en el ejército rebelde o franquista. Los bancos seguían en manos privadas, con la limitación de que una persona sólo podía figurar en un consejo de Administración de Sociedades Anónimas, pues una Ley iba contra la acumulación de grandes capitales, más bien de la concentración empresarial.

Aguirre se hizo muy popular, porque organizó bastante bien los abastecimientos, y los vascos comieron durante el periodo de Gobierno del PNV.

Aguirre impuso al PNV sobre el resto de formaciones políticas vascas, al igual que Tarradellas lo hizo en Cataluña: disolvió las “juntas municipales de defensa”, que eran utopías insostenibles, y restableció los antiguos Ayuntamientos vascos. En este proceso, utilizó un truco político: allí donde había vacantes por falta de candidatos, se puso un miembro del PNV como concejal. Es decir, el miembro vacante lo nombraba el gobierno, y el Gobierno siempre ponía a uno del PNV. Las vacantes en tiempos de guerra, resultaron muchas, pues muchos concejales estaban en otro bando de la guerra, o habían huido, y el número de concejales PNV fue muy grande. Igualmente hizo con la administración Provincial, pues nombró Comisiones Gestoras de las Diputaciones Provinciales, y como Guipúzcoa y Álava estaban ocupadas por los franquistas, el PNV se hizo cargo de esas gestoras “provisionales”. El resultado fue que, sin prescindir de socialistas, comunistas y anarquistas, Aguirre redujo a éstos grupos a minorías sin capacidad de decisión política. También la Guardia Civil y la Guardia de Asalto fueron disueltas, y sustituidas por un Cuerpo de Orden Público del País Vasco, o Ertxaña, que eran un millar de hombres escogidos entre juventudes del PNV. El problema de la oficialidad de este nuevo cuerpo, se cubrió con los antiguos oficiales de la Guardia Civil.

Las relaciones con el Gobierno de España no fueron malas, salvo en el terreno militar: Aguirre exigió un ejército vasco independiente del ejército del Gobierno de España. El Gobierno de España tenía el Ejército del Norte en Asturias, Santander y País Vasco, y el Gobierno de Euskadi exigió un Ejército de Euskadi, en el que no estaban los santanderinos ni los asturianos. Llano de la Encomienda era el jefe según Largo Caballero, ayudado por su Jefe de Estado Mayor capitán Ciutat. Y Llano de la Encomienda aceptó la existencia de un Ejército Vasco y se retiró a Santoña (Cantabria). Los comunistas y anarquistas vascos reconocían a Llano de la Encomienda. Los nacionalistas vascos, o gudaris, no reconocían como su jefe a Llano de la Encomienda. La coordinación entre Asturias y Santander por un lado, y los vizcaínos por el otro, nunca fue buena, y en junio de 1937, los vascos se rindieron por su cuenta a los italianos, mientras Llano de la Encomienda y los vascos comunistas y anarquistas trataban de resistir en Santander y en Asturias más tarde. Aguirre disponía de 25.000 hombres de combate y otros 15.000 en las guarniciones, pero le faltaba oficialidad. Su ejército vasco lo mandaba el comandante Montaud, ayudado por el capitán Arambarri. El ejército vasco fue altamente ineficaz, y sólo realizó una ofensiva, sobre Villarreal de Álava, que fue un fracaso. El ejército vasco se organizaba en batallones, y a falta de oficialidad, los batallones fueron controlados por los jefes de las milicias de diversos partidos y sindicatos. El PNV se esforzó en tener sus propias milicias o Eusko Gudarostea, pero nunca tuvo tanta fuerza como para poder prescindir de los comunistas, socialistas y anarquistas. El ejército vasco intentó crear su propia marina de guerra, instalando cañones en algunos bacaladeros, creó su Academia Militar, creó un Tribunal Militar de Euskadi, Militarizo las industrias de guerra, y se hizo cargo de la construcción del Cinturón de Hierro, pero no logró nunca un ejército nacionalista poderoso, y se tuvo que conformar con la rendición. La rendición se hizo al margen del resto de España, lo cual es alta traición, ante los italianos. Pero los italianos eran aliados de Franco, y acabaron entregando a los vascos a Franco, a pesar de que traicionaban el acurdo con los vascos.

Sin embargo, su riqueza principal, los altos hornos, no funcionaron bien durante el periodo de autonomía, porque el carbón británico era muy difícil de transportar en periodo de guerra. La producción subió a partir de julio de 1937, cuando el mar se abrió, y los hornos fueron manejados por los franquistas.    Franco intervino de nuevo y envió al padre Pereda a hablar con Aguirre. Los interlocutores llegaron a un acuerdo de intercambio de presos, mujeres y niños, pero no acerca del tema crucial, de que Franco reconociera la autonomía del País Vasco.  El nuevo Gobierno Vasco nombró “Jefe de Operaciones” militares al capitán Arambarri; Jefe de Estado Mayor al comandante Montaud (el Estado Mayor se constituyó el 7 de noviembre de 1936).

El capitán Arambarri dividió el frente vasco en nueve sectores, y puso al frente de cada uno a un militar profesional. Y a retaguardia, quedaba la línea de defensa de Bilbao, que parecía el núcleo de la defensa vasca. La línea de defensa de Bilbao empezó a construirse en septiembre de 1936 y se llamó grandilocuentemente  “Cinturón de Hierro de Bilbao”. 14.000 hombres estuvieron trabajando dos meses para terminarla.     Complementariamente, Picabea y Aldasoro pasaron a Francia a comprar armas. Las armas francesas llegaban a los puertos de Bilbao, Santander y Gijón, pues todos eran considerados republicanos por los franceses, los cuales no entendían el batiburrillo de grupos políticos españoles. Inicialmente las habían mandado por ferrocarril, pero cuando se perdió Irún, el barco era el único recurso. Llegaron 100 cañones, 200 morteros, 900 ametralladoras, 1.000 armas automáticas, y 50.000 fusiles, armamento más que suficiente para todo el ejército del norte.

Llama la atención el que no se enviasen aviones desde Francia al País Vasco. Pero es que la zona apenas tenía aeródromos en 1936. Se improvisó el aeródromo de Lasarte en Guipúzcoa, el de Llanes en Asturias, el de Carreño en Asturias, porque era preciso abastecer de cartuchos y bombas a todo ese material de guerra. Pero los aeropuertos se convirtieron en problemas: Lasarte retuvo algunos aviones porque decía que los necesitaba para combatir, y al final, fue cerrado en septiembre. Entonces, se abrieron dos aeródromos más, improvisados igualmente, que fueron Lamiaco en Lejona en Bilbao, y Sondica en el valle del Asúa, en Bilbao. Y Francia siguió enviando cartuchos, e incluso envió algunos aviones.

Más tarde, Santander abrió cuatro aeródromos, el principal de los cuales era La Albericia.

En abril-junio de 1937 entró el ejército nacional en el País Vasco y acabaría con el Estatuto.

El momento de exigir su Autonomía política el País Vasco, cuando los rebeldes estaban atacando el País Vasco, y estaban atacando Madrid, no parecía el más idóneo. Pero a ellos, sólo les interesaba su rinconcito vasco, y se desentendieron de los problemas de España.

Aguirre organizó un ejército vasco, con soldados a los que llamo gudaris. Por si era poco que hubiera un ejército regular republicano, un ejército socialista, un ejército anarquista y un ejército comunista, se añadía un ejército vasco que era católico y aliado de los enemigos del catolicismo. Aguirre convocó a los cuatro reemplazos que la República había llamado, y que resultaron unos 25.000 hombres, los cuales, sumados a los 15.000 que ya estaban encuadrados en el ejército, daban una cifra de 40.000 soldados vascos, y organizó 30 batallones de gudaris. Era otra vez un lío: los comunistas, los socialistas y los anarquistas decían tener 30 batallones y los numeraron del 1 al 30. El PNV decía tener 7 batallones del PNV. Había 11 batallones imposibles de clasificar. Y con el tiempo, los batallones del PNV fueron 14, los de ANV 2 batallones, y en total decían tener 50 batallones. Y en 1937 dijeron que los batallones eran 74. En fin, si la confusión existe, éste es el mejor ejemplo.

Pero los vascos del PNV eran una sociedad no nazi: respetaban los derechos de los presos, de los masones y de los judíos, y no tomaban represalias contra las mujeres e hijos de sus enemigos. Tal vez ocurría, que la burguesía vasca había conocido la realidad francesa y británica, en donde la democracia había llevado al progreso.

El PNV buscaba fusiles y municiones para un contingente de unos 40.000 milicianos, pero no fue capaz de armarlos convenientemente: un barco ruso llegó a Bilbao con 12 aviones, 25 carros y varias ametralladoras pesadas, pero ese armamento era insuficiente. El PNV no dominaba el cielo del País Vasco, no tenía carbón ni podía hacerlo traer de Asturias y tenía ciertos problemas internos: gran parte de los milicianos eran de UGT y CNT, ateos, lo cual contrastaba con los dirigentes PNV que eran ultracatólicos integristas.

Los obreros vascos se pusieron a construir las defensas de Bilbao, una línea de trincheras alrededor de las colinas cercanas a la ciudad. Llegaron muchos mineros asturianos a colaborar con su práctica en dinamita. La obra tenía el ampuloso nombre de “cinturón de hierro”, pero era un modelo de incompetencia militar, con sólo dos líneas de trincheras separadas por unos 200 ó 300 metros, y sin zigzag, ni baluartes de defensa de los flancos.

El ataque en Villarreal de Álava, organizado el 7 de octubre de 1936, fue la única ofensiva de los vascos. Era un proyecto que pretendía una penetración profunda en territorio enemigo, y una maniobra envolvente, cuyo primer objetivo sería Vitoria, y luego Miranda, la estación de ferrocarril clave del norte vasco. El Gobierno vasco dedicó a la operación de Villarreal 29 batallones que integraban a 15.000 hombres, a los que dotó de algunos camiones y algunos tanques. Tenían superioridad numérica y aérea sobre el enemigo. Y aun así, fracasaron estrepitosamente: los aviones rebeldes localizaban los movimientos militares con facilidad; llovió mucho y los movimientos de tropas fueron lentos; los soldados no tenían experiencia de combate real; Los mandos intermedios no tenían conocimientos tácticos y se empeñaron en hacer confrontaciones frontales en los que perdían tiempo y vidas de soldados; carecieron de infraestructuras de apoyo; no estaban organizados en brigadas o en divisiones que fueran autónomas, sino en columnas de milicianos que necesitaban apoyos exteriores; estaban demasiado ideologizados, de modo que el PNV rechazó la ayuda de los santanderinos en territorio vasco; y Franco y Mola supieron leer el plan de ataque, rectificar sus movimientos, y enviar tropas de Burgos y e Logroño a reforzar sus posiciones, de modo que liberaron Villarreal del cerco vasco, y pasaron a la ofensiva, de modo que les provocaron un millar de muertos, y el triple de heridos y presos. Por fin, las conclusiones que los vascos sacaron de la acción de Villarreal fueron equivocadas: dijeron que la ofensiva había sido mal planificada, y que lo propio de los vascos era una guerra defensiva, lo cual condicionó el resto de la guerra en el País Vasco y en España.

         El Estatuto Gallego.

El Estatuto Gallego se quedó en proyecto. La iniciativa de ORGA elaboró un proyecto en mayo de 1931 sobre la base de un Estado Federal, que hubo de ser adaptado a la Constitución de diciembre de 1931. El proyecto fue aprobado en plebiscito el 28 de junio de 1936, pero nunca llegó a ser aprobado por las Cortes, pues Galicia estaba con los rebeldes.


    [1] Esta situación tiene un antecedente en la Gironda francesa de 1792.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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