Planteamientos de la Guerra de España en septiembre de 1936. (II)

Ideas clave: negociaciones con el País Vasco en septiembre, necesidad de unificación de los rebeldes, Guinea Ecuatorial, descontento falangista en septiembre de 1936, los gubernamentales en septiembre de 1936, Santander en septiembre de 1936, Santa María de la Cabeza en septiembre de 1936, el Comité Central de Milicias Antifascistas en Cataluña,

El largocaballerismo se mostraba romántico en sus planteamientos militares, y al tiempo, actuaba de modo cantonal. Cada región creía que podía actuar por su cuenta contra los sublevados, porque el poder del pueblo se impondría por sí mismo.

Negociaciones con el País Vasco en septiembre de 1936.

El 4 de septiembre de 1936, Largo Caballero formaba Gobierno y le ofreció un Ministerio al PNV. Álvarez del Vayo le comunicó a Manuel de Irujo la posibilidad de obtener una cartera ministerial. Ese mismo día, caía Irún en manos rebeldes.

El 9 de septiembre, llegaron a Madrid José Antonio Aguirre y Francisco Bastarrechea para negociar. Pero los vascos no se conformaban con un Ministerio, sino que querían el Estatuto de Autonomía, preludio de su independencia. Largo Caballero les prometió la autonomía. Y el 15 de septiembre, Aguirre anunció que Manuel de Irujo Ollo sería Ministro. Como ya estaba elaborado el Gobierno, Largo Caballero les concedió un Ministerio sin cartera.

Mola, que pensaba que un partido de derechas como el PNV, estaría con los rebeldes, se dio cuenta de que el PNV se le escapaba, y envió al sacerdote Alberto Onaindía Zuloaga a parlamentar con los líderes del PNV, a fin de conseguir que, al menos, el PNV fuera neutral en la guerra. El ataque sobre Bilbao estaba a punto de producirse, y estaba planificado para el 24 de septiembre. Mola les prometió no castigar a ningún peneuvista, a cambio de su neutralidad. Pero el PNV aceptó el Ministerio que le ofrecía Largo Caballero, y entonces, Mola decidió castigar a los peneuvistas, ilegalizó su partido en territorio rebelde, y fusiló a los sacerdotes nacionalistas que estaban colaborando activamente con el Gobierno Republicano de España.

El 1 de octubre de 1936, José Antonio Aguirre hizo un discurso en el Parlamento Vasco en el que dijo que el PNV “combatía al fascismo y la rebelión”, pero que era esencialmente cristiano. Apoyaba al Frente Popular porque éste defendía la justicia y al pueblo. Así se justificaba que un pueblo autoproclamado católico, luchara contra el bando proclamado justo por los obispos españoles y por el Papa. El PNV parecía no ser integrista como los carlistas, y José Antonio Aguirre habló de la independencia del poder temporal respecto a la autoridad eclesiástica. A pesar de las doctrinas del Papa, el PNV resultaba aliado de socialistas, comunistas y anarquistas, lo que rompía aparentemente toda lógica.

El 6 de octubre, Aguirre juró como Jefe del Gobierno Vasco. Lo hizo en la Basílica de Begoña, en la víspera de la jura en la Casa de Juntas de Guernica, y dijo: “Juro ante la hostia santa fidelidad a la fe católica que profeso… juro fidelidad a mi patria, Euzkadi…”. Este juramento se estaba produciendo en la zona republicana en donde se perseguía a la Iglesia Católica.

El 7 de octubre se constituyó el primer Gobierno Vasco de la historia, cuando ya casi toda Guipúzcoa era dominada por los rebeldes. Se hacía en contra de los rebeldes de Mola, pero los soldados vascos eran mirados con desconfianza, pues obedecían a sus órganos políticos del PNV, y no a las autoridades militares republicanas. Como Asturias tenía opiniones en el sentido de que los asturianos debían defender Asturias, el fenómeno quedó un poco difuso, pero fue muy evidente para los santanderinos, en 1937. El Presidente del Gobierno Vasco, José Antonio Aguirre, le concedió al PNV cuatro carteras, al PSOE tres carteras, a los republicanos dos, a ANV una, y al PCE una.

El 12 de octubre, Mola suspendió el ataque rebelde sobre Bilbao. La razón era que habían llegado a puerto unos destructores, cruceros, acorazados y submarinos gubernamentales, y era mucho riesgo entrar en la ciudad bajo el fuego de esa flota. La ofensiva quedó detenida hasta fines de noviembre. En noviembre, fue el Gobierno vasco el que atacó Villarreal de Álava, tras haber reclutado a unos 15.000 hombres y sentirse capaz de organizar esa contraofensiva.

Los rebeldes aprovecharon el parón en su avance sobre Vizcaya para hacer una “limpieza” de líderes anarquistas, socialistas, comunistas y peneuvistas, con un total de unos 600 ejecutados. Esos 600 muertos se sumaban a los 2.000 habidos en los combates de los días precedentes. En esa “limpieza” se fusiló en los primeros días de octubre de 1936 a 16 sacerdotes nacionalistas vascos, por su condición de separatistas activos.

   La necesidad de unificación rebelde.

Los rebeldes no estaban tan unidos como pudiera deducirse de la propaganda hecha con posterioridad, pues de hecho, Mola gobernaba en Burgos y atacaba Guipúzcoa, Queipo de Llano gobernaba en Sevilla y atacaba Córdoba, y Franco gobernaba en Cáceres y atacaba Madrid. Todos ellos lo hacían con absoluta autonomía, y parecían tres y no un solo bando rebelde.

Tras la toma de Talavera, los soldados de Franco se plantearon que Madrid era un objetivo demasiado ambicioso para cualquiera de ellos por separado. Debía haber un ejército “nacional”, dispuesto a gestar un nuevo Estado no marxista. La conquista simultánea del País Vasco y de Madrid, les parecía un objetivo demasiado ambicioso.

Pero la Junta de Burgos no tenía prisa por unificar el mando: Mola no había pensado en constituir un Estado Nuevo, sino sólo en dar el golpe de Estado, Cabanellas ni siquiera creía que fuera conveniente tener un jefe único, pero Alemania e Italia querían un mando único con el cual dialogar.

Alfredo Kindelán, monárquico de Alfonso XIII, planteó la necesidad de un mando militar único y una jefatura política única. Las propuestas de Kindelán se sometieron a consideración de la Junta de Burgos. En ese momento, Franco estaba tomando Maqueda y Toledo. Los de Burgos sabían que Franco estaba a pocos kilómetros de Madrid, y que si entraba en Madrid constituiría Gobierno, y pudiera ser que ellos no estuvieran en él, sino que fuera un Gobierno personal de Franco. Y el Gobierno de Franco no sería republicano, ni liberal.

El 21 de septiembre, las tropas de Franco ocuparon Maqueda, a 80 kilómetros al suroeste de Madrid, y la Junta de Burgos decidió reunirse en Salamanca, en la finca de Pérez Tabernero, 30 kilómetros al sur de esa ciudad, que tenía un aeródromo provisional de tierra. Mola apoyó la idea de Kindelán de que necesitaban mando único. Cabanellas se opuso al mando único, porque no quería una dictadura militar, sino la restauración de la monarquía. Se propuso a Franco como mando militar único, creyendo que el jovencito era el menos peligroso de los allí reunidos. Orgaz secundó la propuesta, y Mola se calló. Pero Cabanellas se opuso a que el jefe fuera Franco, pues le consideraba partidario de la dictadura. Pero la figura de Franco se impuso porque el único ejército que avanzaba era el suyo, y porque Hitler y Mussolini hablaron con Franco, y le ofrecieron material de guerra, prometiendo que lo pondrían en el norte de África y en Cádiz.

El 29 de septiembre, se decidió que Franco sería el nuevo Jefe del Estado. Tomó posesión en 1 de octubre de 1936.

              Guinea Ecuatorial en 1936.

Un caso singular fue el de Guinea Ecuatorial, debido a su lejanía. El 19 de septiembre, el teniente coronel Luis Serrano se declaró rebelde en Santa Catalina-Fernando Poo. Y se daba la circunstancia de que llegaba el mercante Fernando Poo con pistolas y fusiles. El barco recibió dos telegramas contradictorios, el uno de Bata en el continente, y el otro de Santa Catalina en Fernando Poo. Los dos decían que el otro puerto se había rebelado contra la República y que debía desembarcar las armas en el suyo. Madrid aclaró por radio que Bata era republicano y Santa Catalina rebelde, y las armas fueron descargadas en Bata. Los sublevados de Fernando Poo eran la Guardia Colonial.

El crucero “Méndez Núñez” estaba en Fernando Poo cuando recibió órdenes de regresar a España. Su comandante era Trinidad Matres García. Al llegar a la altura de Canarias las autoridades militares locales le ordenaron atracar en Canarias, pero Benjamín Balboa informó al Gobierno de Madrid de lo que estaba pasando, y Madrid ordenó al “Méndez Núñez” volver a Guinea Ecuatorial. Allí Matres fue destituido, y volvió a salir para España. Llegó a Málaga el 21 de septiembre como republicano.

El Sahara Occidental decidió esperar acontecimientos, y hacia el 15 de agosto se declaró rebelde.

Descontento falangista en septiembre de 1936.

El 12 de septiembre de 1936, Melilla envió a la Península 282 falangistas entrenados para hacer labores de “limpieza” en los pueblos conquistados. Su jefe era Antonio Cuadrado, que se limitó a entrenarles, pero se quedó en Melilla entrenando a nuevos reclutas.

A fines de septiembre, se constituyó la “Bandera de Marruecos”, un grupo de Falange que integraba hombres de Ceuta, Melilla, Tetuán, Larache y Alcazarquivir. Su jefe era el comandante José Durango Pardini. Con ellos, el golpe de Estado de 17 de julio, estaba cambiando a otra cosa diferente, a una campaña de exterminio del enemigo marxista. Ya no era igual a como había empezado.

   Los gubernamentales en septiembre de 1936.

A finales de septiembre de 1936, se unificaron los mandos militares asturianos gubernamentales en un Consejo de Asturias y León. La sede de este Consejo estaba en Gijón. Su presidente era Belarmino Tomás. El Jefe de Operaciones y Comisario General, era Ramón González Peña. Pero esa decisión no mejoró la eficacia militar gubernamental, porque el Consejo estaba en la idea de hacer la revolución, y no se preocupaba demasiado de ganar la guerra. El Consejo de Asturias y León tenía como objetivos el someter Oviedo, contener a los atacantes gallegos, y destruir los cuarteles rebeldes que quedaban en Gijón. Asturias se estaba centrando en sus propios problemas, y tenía poca utilidad para el plan general gubernamental de ganar la guerra.

En Santander se creó el Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos, con sede en Santander. Se luchaba en el norte de las provincias de Palencia y de Burgos.

Igualmente, en el País Vasco, se coordinó la dirección de la guerra a mediados de septiembre, para evitar que hubiera tantos jefes descoordinados. Pero decidieron que el Gobierno de Madrid no tendría autoridad militar en el País Vasco. Los vascos tomaron como objetivos el parar a las columnas rebeldes que llegaban desde Pamplona y desde Estella. El que en un momento dado se pasaran al bando rebelde era siempre una posibilidad, pues el PNV era católico y de derechas.

En Cataluña, tampoco se reconoció la autoridad del Ministro de Guerra de España, sino que se creó un Comité de Milicias Antifascistas que debía gestionar la táctica militar. De hecho, ni siquiera la Consejería de Defensa de la Generalitat tenía autoridad sobre los distintos grupos militares. Los objetivos de cada grupo y de cada momento, lo fijaban los líderes populares cada uno por su cuenta.

El Ejército del Norte se creó en septiembre de 1936, cuando Largo Caballero quiso reconstituir el ejército de la República de España. En el norte de España, el encargado de hacerlo fue el capitán Francisco Ciutat, el cual llegó a Santander el 4 de septiembre con ese encargo. Pero era muy tarde: ése mismo día los rebeldes entraban en Irún, y el 13 en San Sebastián, y el ejército ya no tendría nunca las posibilidades de meses antes una vez perdida la conexión con Francia. Hasta noviembre de 1936, no fue capaz Ciutat de tener preparado el Ejército del Norte. Fue nombrado jefe Llano de la Encomienda. Inmediatamente apareció el nacionalismo vasco imponiendo un nuevo concepto de ejército, el ejército nacionalista. José Antonio Aguirre, Presidente del Gobierno Vasco, se negó a poner a sus soldados a las órdenes de Llano de la Encomienda, y el 28 de enero de 1937, apareció el Ejército de Euzkadi, que obedecía al PNV. Largo Caballero debía haber castigado esta iniciativa, pero no se atrevía. Y fue Llano de la Encomienda el que hubo de ceder y retirarse a Santoña en Cantabria. Para entonces, ya se había perdido Guipúzcoa y Álava, y el País Vasco quedaba reducido a Vizcaya. Las posibilidades de triunfo de los vascos eran muy pequeñas, pero su fe nacionalista y la dejación de los comunistas, anarquistas y pesoístas.

     Santander en septiembre de 1936.

En Santander, el 7 de septiembre, Bruno Alonso organizó la Comisaría de Defensa para organizar la vida en la ciudad de Santander. La ciudad sufría un bloqueo naval, y recibía cada día refugiados procedentes de Palencia y de Burgos, y el resultado era que no había qué darles de comer. No obstante, Santander estaba optimista, y envió soldados a Éibar en Vizcaya, y a Oviedo en Asturias para ayudar a las provincias limítrofes.

El 15 de septiembre de 1936, Santander institucionalizó un Gobierno, similar al del País Vasco y al de Asturias, denominado Gobierno Provincial de Santander. Era un Gobierno del PSOE-UGT, que disponía de 8 consejeros, con participación de 4 consejeros republicanos, 2 de PSOE, 1 del PCE y 1 de CNT. Se nombró Jefe de Policía a Manuel Neila Martín, miembro del PSOE. Jefe de la Guardia de Asalto se nombró a capitán Puig, miembro del PSOE. Se confirmó como comandante de la ciudad al coronel José García Vayas, jefe de la guarnición de Santoña y simpatizante del PSOE.

Este Gobierno pesoísta lo hizo muy mal durante sus 13 meses de Gobierno: la ciudad se llenó de grupos de “incontrolados” que por su cuenta, o enviados por otros, registraban domicilios, requisaban lo que les parecía (lo robaban), controlaban la circulación de vehículos y personas, y asesinaban impunemente a quien se les resistía. Estas patrullas de incontrolados, visitaban también pueblos de la provincia y también hacían registros y saqueaban las casas. De esta manera, Manuel Neila impuso el terror en Santander, pues por una parte la policía actuaba en la legalidad, y los incontrolados en la ilegalidad. En un año, los muertos fueron más de 800. Cualquier hombre que no fuera de un sindicato de izquierdas, podía ser “paseado” en cualquier momento. El terror llegó a 91 municipios de los 102 que hay en Cantabria.

Asombra al estudioso el tener noticias de que en Cantabria se pasaba hambre. Cantabria producía en abundancia: leche, carne, maíz, patatas, huevos, gallinas, verduras y alubias y tenía una flota de pesca. Pero empezó a faltar de todo. Y el Gobierno de Santander, en 9 de septiembre de 1936, ordenó el “plato único”, que consistía en que se comiera un solo plato en cada comida, y el 14 de septiembre inició el racionamiento, y el 11 de octubre, las restricciones en el racionamiento. En 1937 se pasó mucha hambre. Los pescadores se negaban a salir a pescar y los agricultores escondían sus cosechas, pues no se podía vender a los precios marcados por el Gobierno. Ante la desaparición del dinero, el Gobierno hizo tonterías como hacer circular talones bancarios al portador, los cuales no tenían respaldo ninguno, se depreciaban cada día, y no sirvieron de nada. Se aceptaron los “billetes de Gijón”, y los billetes del “no pasarán” emitidos en Santander, y los billetes del Gobierno de Euzkadi, pero todo no era más que papel. Y el comercio desapareció. Esa fue la cusa del hambre. Feliciano Leiza Pedraja, de PSOE-UGT, era el responsable.

En diciembre de 1936, abrió el periódico Nueva Ruta, de Juventudes Socialistas Unificadas. Este periódico publicaba las listas de ciudadanos que había que localizar y “suprimir”, y la aparición en una de estas listas significaba la huida, o la muerte del interesado.

Neila encarceló a 4.545 personas en el “Alfonso Pérez” de Santander (un mercante convertido en prisión), en El Dueso, en las Oblatas, en la prisión de Reinosa, y en la prisión de Castro Urdiales. El convento de las Oblatas estaba en lo alto de la Calle Monte, en el centro de Santander, hoy edificios de viviendas y de una iglesia parroquial. La Iglesia católica denunció asesinatos de 161 sacerdotes, seminaristas y religiosos.

El 27 de diciembre de 1936 por la mañana, 18 aviones franquistas bombardearon Santander, y a mediodía, la multitud salió a las calles para curiosear los destrozos. Alguien exaltó a la gente, la llevó al muelle de Maliaño, donde estaban en el “Alfonso Pérez” 980 presos de derechas. Alguien llevó granadas de mano y fusiles, y no pudo ser la gente corriente que no tiene estas armas, y arrojaron granadas por las escotillas dentro del barco, lo cual provocó muchos muertos y heridos. Inmediatamente llegaron al lugar Juan Ruiz Olazarán, el PSOE; el Consejero de Justicia, Teodoro Quijano Arbizu de FAI; y el Jefe de Policía, Manuel Neila Martín, de PSOE; y empezaron a hacer una parodia de tribunal popular que dictaba sentencias de muerte para los supervivientes del “Alfonso Pérez”. Pero eran muchos, y se cansaron de hacer la parodia, y fueron abreviando procedimientos, y más tarde decidieron acabar directamente con las vidas de los 156 que todavía quedaban en las bodegas del buque prisión, porque se hacía de noche y no daba tiempo para más juicios. El escándalo internacional fue mayúsculo.

En enero de 1937, apareció en Santander el Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos[1], presidido por Juan Ruiz Olazarán, el cual abolió la Junta de Defensa de Santander, y la Diputación Provincial, y creó un Gobierno independiente y dictatorial, con 5 consejeros del PSOE, 4 de los republicanos, 2 de CNT, 2 del PCE, 1 de FAI y 1 de Juventudes Socialistas Unificadas (comunistas). Este Consejo prohibió los saqueos de las casas de particulares y los asaltos a instituciones particulares, y con ello disminuyó la situación de terror que se vivía desde julio de 1936.

El 21 de febrero de 1937, Llano de la Encomienda dio orden de militarización de los ciudadanos de entre 20 y 45 años. Con ellos, se organizó un ataque sobre Medina de Pomar y Bricia, al norte de Burgos y cerca de El Escudo, ataque que pretendía cortar las comunicaciones de Mola con los rebeldes del norte. Una columna de 750 voluntarios rebeldes, vascos, navarros y riojanos, denominada “Columna Sagardía”, se había instalado en los Páramos de Lora para impedir el ataque de Santander a la sede del Gobierno rebelde en Burgos. José García Vayas atacó a Antonio Sagardía Ramos el 1 de abril de 1937, pero no obtuvo resultados. Sagardía defendió el norte de Burgos hasta la llegada de los “nacionales” o rebeldes, en verano de 1937. Las fuerzas de Santander volvieron a atacar el 4 de mayo de 1937 sobre Espinosa de Bricia, y tras varias semanas, no obtuvieron resultados. Las causas de este desastre militar, fue que se carecía de oficiales y suboficiales preparados, y lo único que se conseguía en estas ofensivas eran deserciones de sus hombres, los unos hacia filas enemigas, y los otros hacia sus casas.

     Santa María de la Cabeza en septiembre de 1936.

     Aunque secundario y anecdótico, es atractivo considerar lo que estaba pasando en Santa María de la Cabeza, para darnos una idea de las características de la Guerra de España en 1936.

El 14 de septiembre, los de Santa María de la Cabeza manifestaron que ellos eran del bando sublevado, y el Capitán Santiago Cortés tomo el mando del santuario y dijo que no habría más negociaciones. Las autoridades hasta ese momento, habían negociado con los milicianos la entrega de las armas y el desalojo del santuario en 14 de septiembre de 1936. Y cuando los milicianos exigieron el cumplimiento del acuerdo, Cortés arrestó a Nofuentes, el jefe que había negociado, y se declaró Comandante de Santa María de la Cabeza. Se constituía como un núcleo rebelde, cuyo único apoyo era algún avión que dejaba caer comida de vez en cuando.

Santiago Cortés González se había graduado como Alférez de infantería en Toledo en 1921, había hecho la guerra de África contra Abd el Krim, y en 1926 se había pasado a la Guardia Civil con el grado de Teniente. En 1934, había ascendido a Capitán y había obtenido plaza en la Comandancia de Jaén. Se mostraba muy riguroso contra las manifestaciones obreras y no toleraba que las autoridades permitiesen, o hicieran la vista gorda, cuando los obreros llevaban armas. De ahí una enemistad entre los socialistas y Cortés. El 1 de mayo de 1937, cayó el Santuario cuando Cortés agonizaba con tres disparos en el cuerpo. Murió al poco en el hospital.

A partir del 14 de septiembre, los sitiados en el santuario fueron bombardeados periódicamente hasta el 24 de septiembre. Ese día escucharon proclamas y recados de amigos que les aconsejaban rendirse. El 31 de octubre volvieron las bombas tanto de cañones como de aviación.

En diciembre, Queipo de Llano intentó llegar a Santa María de la Cabeza y liberarles, pero fracasó. El 27 de enero de 1937, el coronel gubernamental Joaquín Pérez Salas decidió acabar con el reducto rebelde de Santa María de la Cabeza, una insignificancia que se resistía a rendirse. Hernández Saravia no había podido tomarlo. Y el 31 de enero los sitiados sufrieron el segundo asalto. Pero resistieron. En febrero de 1937, un Savoia italiano iba cada día al Santuario y dejaba caer víveres, municiones y medicinas. Pero en marzo, el avión dejó de ir a su visita diaria.

Entonces, el Gobierno republicano envió contra Santa María de la Cabeza a la 75 Brigada de Máximo Ureña, el cual sustituyó como jefe de los atacantes a García Valiño. Y el 14 de marzo de 1937 se produjo el asalto generalizado, combinado con un bombardeo que duró cuatro días. Y el 18 de marzo se culminó con un bombardeo aéreo. Los asaltos se repitieron el 19 y 20 de marzo. Era asombroso que un pequeño grupo de guardias civiles, con el impedimento militar de que defendían también a sus familias allí refugiadas, resistieran los ataques del ejército gubernamental. El asunto empezó a llamar la atención de todo el mundo, porque un grupo de Guardias Civiles estaba resistiendo a costa de muchas vidas y muchos heridos. La Cruz Roja propuso que se le permitiese evacuar a los supervivientes, pero el Gobierno de la República se negó. Querían el exterminio. El Gobierno impuso unas condiciones a Cortés, que éste no aceptó, porque equivalían a una rendición.

El 26 de marzo de 1937 hubo un nuevo bombardeo terrestre y aéreo, que se repitió el 27 y el 28. Hasta que el 30 de marzo de 1937, el propio Franco autorizó a Cortés a deponer las armas “pero no era una orden”. Y Cortés siguió diciendo que no se rendían.

El 1 de mayo de 1937 se produjo el asalto final, a las 17:30 horas. Cortés estaba herido de muerte, y en ese momento se rindió. Tres capitanes republicanos habían muerto ese día igual que nueve oficiales republicanos. Entre los sitiados había habido 26 muertos en ese día. Cortés había iniciado su aventura con 398 combatientes, y de ellos murieron 98, desaparecieron 28 (tal vez huidos o fusilados mientras huían), fueron heridos 269, y salieron ilesos 52 hombres. Dentro del Santuario se encontraron 5 sacerdotes, 731 mujeres y niños, y 12 prisioneros que habían hecho los sitiados. También encontraron 40 cadáveres civiles, 70 heridos civiles. Un civil resultó desaparecido. Los sitiados habían resistido ocho meses.

El Comité Central de Milicias Antifascistas en Cataluña.

En mayo de 1936, los anarquistas habían celebrado Congreso Confederal de CNT en Zaragoza. Y declararon que había que defender las conquistas revolucionarias, y por tanto, mientras no hubiera triunfado la revolución anarquista internacional, la CNT debía defender al Gobierno de la República Española contra el capitalismo extranjero y contra las revoluciones internas en contra del proletariado. El primer objetivo a destruir era el ejército permanente, que es la base del poder que oprime a los trabajadores. Para ello, hay que pensar en un pueblo armado.

Esta actitud, condujo a CNT a almacenar armas y municiones, lo cual permitió al anarquismo formar milicias muy rápidamente en julio de 1936. En esas condiciones, CNT era la dueña del poder en Cataluña en julio y agosto de 1936. El 19 de julio de 1936, las organizaciones fuertes en Cataluña eran CNT y ERC. En Barcelona, la hegemonía de las columnas libertarias sobre el ejército de la Generalitat, era abrumadora. CNT-FAI controlaban las calles, las fábricas, los talleres de las ciudades, y los pueblos pequeños.

La cuestión es analizar cómo los anarquistas perdieron el poder en Cataluña. CNT era contraria a las organizaciones jerárquicas, y por el contrario, creía en la espontaneidad de las asambleas populares. En septiembre de 1936, CNT ya no era fuerte, y había perdido el poder en Cataluña a manos de los nacionalistas, y el poder en España a manos de los pesoístas.

Los avances del ejército profesional africano les hicieron topar a los anarquistas con la realidad, porque eran derrotados sistemáticamente. Podían inventar muchas canciones, y muchos lemas proletarios, pero iban a perder la guerra. Y sin ganar la guerra, no sería posible la revolución libertaria. Comprendieron que debían colaborar con otras fuerzas políticas si querían tener una oportunidad de ganar la guerra. Pero ya era tarde para ellos. Una guerra necesita financiación, créditos exteriores, suministro de armas y municiones, transportes, distribución planificada desde un punto central, y disciplina de acción propia de un Estado Mayor. Esas labores eran imposibles dentro de las asambleas de obreros.

CNT fue fuerte en Cataluña hasta que aceptó la instauración de un Comité Central de Milicias Antifascistas, lo cual le pareció democrático, pues daba participación al resto de las fuerzas del Frente Popular, pero al aceptar entrar en las instituciones, el juego nacionalista de ERC fue crear muchas instituciones en las que participaba CNT, hasta que CNT perdió toda su fuerza, y en ese momento, se desarmó a los milicianos anarquistas, y CNT perdió el poder. CNT cedió para poder participar en el Gobierno de Largo Caballero en Madrid, pero ni consiguió hacer reformas en el Gobierno de Madrid, ni puso conservar lo que ya tenía ganado en Cataluña.

El problema era que Cataluña no tenía crédito ante los bancos, ni poseía divisas para comprar armas, y la utopía CNT se topó con la realidad: había que crear instituciones para conseguir armas. Y cuando CNT se puso a gobernar en España al lado de republicanos, pesoístas y comunistas, lo cual era contradictorio con sus tesis de rechazar toda organización de Gobierno, provocó una crisis interna al anarquismo, que la hizo más débil. El resultado fue que perdió la oportunidad de una revolución anarquista en Cataluña, y tal vez en algunas otras ciudades españolas.

Una nueva fuerza surgida en Cataluña era Esquerra Republicana de Catalunya, ERC. No era socialista, y tampoco anarquista. Se habían aliado a los CNT, pero eran muy diferentes a los anarquistas. ERC no eran colectivistas, sino que creían en la necesidad de tomar el poder para hacer su revolución, lo cual es leninismo. El leninismo de ERC implicaba acabar con CNT, pero esta labor no era nada fácil: CNT tenía la mayor parte de las milicias catalanas y de las armas catalanas. Acabar con CNT significaba debilitar el Gobierno catalán y dar oportunidad al de Madrid para tomar las riendas del Gobierno de Barcelona. Si rompían con CNT se debilitarían frente al Gobierno de Madrid, y si no rompían con CNT, no podrían hacer su revolución marxista.

Por otro lado, había surgido el Partido Socialista Unificado de Catalunya, PSUC, comunistas catalanes, por fusión de Unió socialista de Catalunya y tres partidos más. El PSUC decía de sí mismo que era un partido republicano y democrático, y como la posibilidad de la alianza de la pequeña burguesía con el proletariado, lo cual era muy atractivo para las clases medias. Pero estas palabras se deberían haber entendido dentro del sistema comunista, donde “la democracia” no es “la democracia liberal”, ni la alianza de la burguesía con el proletariado se hacía para defender los derechos de todos, sino para conseguir la dictadura del proletariado. La fusión no fue valorada por los CNT en toda su importancia, pero PSUC supo crecer muy rápidamente: empezó infiltrándose en UGT, y a hablar de que eran la confluencia del socialismo con el comunismo, y esas afirmaciones les dieron muchos adeptos.

Y en ese momento, ERC vio al PSUC como una oportunidad que podía quitarle muchos seguidores a CNT, lo cual fortalecería la presencia de ERC en el Gobierno catalán.

El Comité Central de Milicias Antifascistas, CCMA, tenía el poder de hecho en julio de 1936. El tema para los anarquistas era si ese poder debían compartirlo con aquellas fuerzas de las que necesitaban colaboración. Si las otras fuerzas tomaban el poder, nunca se realizaría la revolución libertaria.

La CNT contribuyó a la creación de muchos organismos de gobierno, a través de los cuales la Generalitat intentaba ganar puestos en el poder. Y la Generalitat acabó expulsando del poder a la CNT. Los organismos que propuso la Generalitat fueron: el Comité por la Escuela Unificada; los comités de empresas colectivizadas; los comités de obreros y soldados; las patrullas de control; los comités de barrio. Y la Generalitat fue adquiriendo poco a poco fuerza, gracias a los anarquistas.

Evidentemente, a la CNT le faltaba claridad de ideas. No creía en las instituciones de gobierno, pero creaba instituciones de gobierno. Y le faltaban las ideas porque carecía de un proyecto ideológico racionalizado y coherente. Como no podía hacerse cargo de muchas de las funciones que se ponían en marcha, los nacionalistas tomaban el mando en la gestión de cada proyecto, y la Generalitat acabó recobrando el poder, y los anarquistas se quedaron fuera.

El 11 de agosto de 1936, se creó el Consejo de Economía de Cataluña, con la misión de hacerse cargo de las industrias abandonadas y controlar el resto de industrias para la guerra. En ese punto, o se sabe de gestión industrial, o se cede la gestión a otro. Los anarquistas no estaban preparados, y cedieron la gestión de muchas cosas a profesionales que, en otro tiempo, hubieran sido calificados de burgueses, y que efectivamente, eran de derechas.

Josep Tarradellas se dio cuenta de la incultura anarquista, y Lluis Companys le nombró Conseller en Cap y Conseller de Economía y Servicios Públicos para destruir el poder anarquista. Companys y Tarradellas crearon el Consejo de Economía, y nombraron vocales a tres cenetistas: Eusebio Carló, Cosme Roces y Joan Porqueras Fábregas; y a dos miembros de FAI: Antonio García Birlán y Diego Abad de Santillán, junto a otros vocales de las demás fuerzas políticas de Cataluña en igual proporción que lo pactado para el Comité de Milicias Antifascistas. Los anarquistas creían que habían ganado, pues tenían muchos puestos en el Gobierno. En realidad, estaban perdiendo, pues podían haber optado a la totalidad, pero no estaban preparados para eso. Enseguida se produjeron las declaraciones vacuas propias de los políticos falsos: que iban a transformar la vieja economía capitalista en una economía de cooperativas, que nacionalizarían la banca, que iban a controlar a las empresas privadas mediante controles sindicales… en fin, una palabrería imposible de llevar a la práctica, porque las empresas no funcionan sin capital, y pretender que el Estado ponga el capital que les falta a las empresas, es una utopía.

Una vez dentro del juego político, los organismos controlados por anarquistas se fueron diluyendo en la inacción, y acabaron desapareciendo. Y los nacionalistas ganaron una batalla importante que, incluso les permitió pensar en una Cataluña independiente, por supuesto capitalista. La política no es para ignorantes. El Estado nacionalista y el anarquismo son ideas completamente opuestas, y lo que no se entiende es cómo los anarquistas se pusieron a colaborar con el nacionalismo.

Companys habló con el Secretario del Comité Regional de Cataluña, el anarquista Mariano Rodríguez Vázquez, y le invitó a participar en el Gobierno de la Generalitat, junto al PSOE y la Unió de Rabbasaires. Y Companys siguió ampliando el poder de la Generalitat nacionalista. Rodríguez Vázquez sólo era un invitado en el Gobierno de Companys.

El anarquismo se componía del sindicato CNT, de las patrullas organizadas de FAI, y de las Juventudes Libertarias. A fines de agosto de 1936, se convocó un Pleno de Federaciones Locales y Comarcales de Cataluña.

Se opusieron a participar en el Gobierno los llamados anarcobolcheviques: García Oliver, Ricardo Sanz, que provenían de “Solidarios” y de “Nosotros”, organizaciones armadas y terroristas. Los anarcobolcheviques pedían no colaborar con nadie, sino imponer la sociedad anarquista por la fuerza a través del Comité de Milicias Antifascistas. Eran el grupo más coherente con la ideología anarquista. Pero la mayoría del Congreso votó por colaborar con las fuerzas “antifascistas”. Y así resultó la falsa democracia, la democracia de los votos, que no es la democracia de la coherencia y del respeto a los derechos humanos, esa democracia que casi siempre había actuado a favor de los revolucionarios, esta vez se volvió en contra de los violentos. El Congreso decidió colaborar en el Gobierno. La FAI dijo que no aceptaba la decisión, y que nunca aceptaría ningún tipo de autoridad por imposición.

Del 24 al 26 de septiembre de 1936, se celebró en Barcelona pleno regional de Sindicatos Únicos de Cataluña. El objetivo era estudiar los problemas económicos del momento y el sentido del Consejo de Economía. Se reunieron 505 Delegados, y decidieron incorporarse al Gobierno de la Generalitat. La noticia fue publicada el 27 de septiembre. Pero exigían que el Gobierno de la Generalitat se denominase Consell, y no Gobern, para no ser acusados de participar en un Gobierno. Y así fue como Joan Porqueras Fábregas fue Consejero de Economía; Josep Domenech fue Consejero de Abastos; y Antonio García Morlán fue Conejero de Sanidad. La decisión fue un gran triunfo de la derecha catalana, pues la CNT perdía todo su sentido anarquista, admitía los partidos políticos, y admitía también las organizaciones de izquierdas. Y como se estaba en guerra, debían admitir también las relaciones con el Gobierno de Madrid, y debían asumir formas y modos de un gobierno ordinario. La crisis previsible dentro del anarquismo, favorecería a la otra parte, la Generalitat de los nacionalistas de derechas.

El 26 de septiembre de 1936 hubo nuevo Gobierno en la Generalitat presidido por Josep Tarradellas, y con participación de anarquistas y comunistas. ERC tenía tres consejerías: Presidencia, de Josep Tarradellas; Cultura, de Ventura Gassol; y Seguridad Interior, de Artemi Aiguader Miró, que era la clave que daba el poder a ERC. CNT tenía tres Consejerías: Aprovisionamientos, de Josep Joan Domènech; Sanidad y Asistencia Social de Antonio García Birlán de FAI; y Economía de Joan Porqueras Fábregas. El PSUC obtenía dos Consejerías: Servicio s Públicos, de Joan Comorera; y Trabajo y Obras Públicas, de Miquel Valdés. El POUM tenía la Consejería de Justicia para Andreu Nin. Unió de Rabassaires obtenía la Consejería de Agricultura, para Josep Calvet. Acció Catalana Republicana obtenía un Consejero sin cartera, que era Rafael Llosas. Y el ejército, la parte que deseaban todos, era gestionado por el teniente coronel Felipe Diaz Sandino[2].

CNT se creía dominante en este Gobierno, porque disponía de muchos milicianos en la calle, y dominaba tres Consejerías, y las Secretarías Generales de Defensa y Orden Público y Seguridad Interior (Aurelio Fernández, estaba junto al consejero de Seguridad Interior Artemi Aiguader. Pero era un dominio aparente. En realidad, había perdido su atractivo revolucionario, al aceptar esos puestos en el Gobierno. La razón por la que los había aceptado era que le faltaban armas y municiones, y consideró que, participando en el Gobierno de la República Española y en el Gobierno de la Generalitat, los conseguiría. La contradicción entre la defensa de una sociedad igualitaria, y la necesidad de armas y dinero, no la supo resolver, y la contradicción llevó a CNT a una decadencia y abandono de la confianza de los catalanes.

El PSUC también creía poder dominar fácilmente a Tarradellas, mediante una alianza frentepopulista apoyada por CNT. En el reparto de poder que se estaban haciendo ERC y CNT, el PSUC quedaba fuera de juego y no podía competir con los dos grandes. Pero podía intentar eliminar competidores más pequeños como POUM.

El único elemento discordante y netamente revolucionario era POUM, y era preciso eliminarle, por lo que todos empezaron una campaña contra él.

En realidad, el 26 de septiembre de 1936, fue el triunfo de ERC. Una vez formado Gobierno, ERC disolvió el Comité Central de Milicias Antifascistas, que era el órgano de poder de la CNT. Y CNT fue perdiendo influencia paulatinamente, mientras la ganaba ERC. Tarradellas había sabido doblegar una revolución que no era la suya, tras lo cual iba a intentar la revolución de la independencia catalana. Tarradellas hablaba de la necesidad de un mando único, de imponer la milicia como obligatoria, de la necesidad de disciplina militar y de la reconstrucción económica, la cual se haría aceptando las colectivizaciones y la pequeña propiedad, con lo cual se ganaba tanto a los CNT como a los burgueses. Y Tarradellas llevó a cabo muy bien su proyecto de desarmar políticamente a los demás: empezó disolviendo los poderes locales de los comités, muchos de ellos de CNT, y restaurando el poder de los viejos Ayuntamientos que dependían de la Generalitat.

El restablecimiento de los Ayuntamientos tuvo lugar por Decreto de 11 de octubre de 1936, y se hizo por una fórmula que destruía a CNT por supuestas exigencias de la democracia: Los concejales no serían proporcionales al número de vecinos que votaban un partido, sino en la misma proporción que tenían los partidos en el Gobierno de la Generalitat, esto es, los pueblos menores de 5.000 habitantes, tendrían 3 consejeros de ERC, 3 de CNT, 2 de PSUC, 1 de POUM, 1 de Acció Catalana, y 1 de Rabassaires. Los pueblos de entre 5.000 y 10.000 habitantes, tendrían 6 de ERC, 6 de CNT, 4 de PSUC, 2 de POUM, 2 de Acció Catalana, 2 de Rabassaires. Los pueblos de más de 20.000 habitantes, tendrían 9 de ERC, 9 de CNT, 6 de PSUC, 3 de POUM, 3 de Acció Catalana y 3 de Rabassaires. Este Decreto de Ayuntamientos, daba el poder a ERC y PSUC en contra de CNT, que era el que perdía derechos. Ello creó cierto malestar, pero los servicios de orden impusieron este abuso nacionalista. La medida era descabellada hasta el punto de que aparecían pueblos que apenas tenían vecinos votantes de ERC, de PSUC, o POUM, y no tenían por ello organización política ninguna en el pueblo, y se nombraron a dedo unos concejales a gusto de Tarradellas, o se dejaron vacantes esas plazas de concejal. El tema era espinoso, generó mucho malestar, y en octubre se dio una solución al tema con una corruptela todavía mayor: se compró a gente que se declarase miembro de un determinado partido, pero que en realidad eran de ERC, y se cubrieron las concejalías vacantes. El pucherazo era decimonónico.

Otra jugada política de Tarradellas, fue la orden de recogida de armas. Puso como excusa que las armas se necesitaban en el frente. Y en realidad, desarmó a los anarquistas y ERC se hizo con muchas armas.

Andreu Nin, de POUM, colaboró en el desmantelamiento del poder de CNT, disolviendo la Oficina Jurídica dominada por cenetistas, y creando unos Tribunales Populares que gestionaba el cenetista Ángel Samblancat.

Felipe Díaz Sandino también colaboró en el desmantelamiento de la fuerza de CNT, cuando creó la Secretaría General de Defensa e impuso un código de Justicia Militar. Así sometía a los milicianos de CNT. Díaz Sandino movilizó los reemplazos de 1932, 1933, 1934 y 1935, y aumentó el ejército regular, con lo cual las milicias de CNT perdían importancia relativa en el ejército de Cataluña. En este caso los anarquistas se dieron cuenta de que estaban acabando con ellos y protestaron en el Frente de Aragón, lo cual paralizó las reformas de Díaz Sandino.

El programa de este Gobierno con participación anarquista, quedaba relegado a una categoría menor. Pero diremos que los anarquistas exigían el control del comercio exterior, la colectivización de la gran propiedad, la desvalorización parcial de la propiedad urbana, las colectivizaciones de las industrias, las incautaciones de establecimientos abandonados, el control de los negocios bancarios, y la supresión de los impuestos indirectos. Aceptar un programa así no era problema, porque las Leyes pueden ser modificadas profundamente por los reglamentos que las desarrollan. El programa era inasumible, porque significaban grandes sacrificios para las clases menos favorecidas pero, por eso mismo, la crisis que se podía esperar en CNT sería mayor, y el traspaso del poder a la derecha mucho más fácil. El eslogan de “crear una sociedad nueva” podía llevar al gran triunfo de la derecha burguesa.

Efectivamente, el 24 de octubre de 1936, Joan Porqueras Fábregas promulgó el Decreto de Colectivizaciones en el que calificaba las industrias en dos tipos: las colectivizadas que serían dirigidas por los trabajadores; y las de propiedad particular con control de los trabajadores.  Las de propiedad particular debían ser empresas de menos de 100 obreros, cuyos propietarios no hubieran huido ni hubieran sido declarados facciosos, y cuyos obreros en asamblea, decidieran que la empresa no se debía colectivizar. Estas empresas quedaban en manos de sus antiguos dueños, pero debían incorporar a la Junta Directiva un Comité Obrero de Control de la Empresa. Las empresas colectivizadas, eran todas las no declaradas privadas, y las que el Consejo de Economía de Cataluña decidiera que eran de importancia social. Estas empresas quedaban bajo la Autoridad del Consejo de Empresa, elegido en asamblea por los trabajadores, el cual designaba un nuevo Director. La Generalitat, a través del Consejo de Economía, designaba un Interventor en cada Empresa colectivizada, a propuesta de los obreros de la empresa. Además, se creaban unos Consejos Generales de Industria para cada rama de la producción industrial, los cuales estaban integrados por un representante de la Generalitat, unos delegados de las empresas colectivizadas y unos representantes de las centrales sindicales. De esta manera, se legalizaron en Cataluña las colectivizaciones, cosa que no se hizo fuera de Cataluña, donde se ocuparon fábricas y tierras, sin legalización alguna. El Gobierno de Cataluña procuró que el proceso no fuera turbulento e incontrolable, de forma que pudiera ser controlable por la Generalitat, y no como en otras partes de España donde se impusieron los sindicatos en medio del caos.

El Decreto de Colectivizaciones, en apariencia anarquista, impedía la revolución anarquista, la colectivización completa de la sociedad y la economía, puesto que legalizaba a los pequeños y medianos propietarios, comerciantes y profesionales. Sólo había que esperar resultados, y caería como fruta madura. Era complicado determinar qué empresas debían ser obligatoriamente colectivizadas, qué indemnizaciones había que pagar y cómo se financiaba todo eso. Y hubo un compromiso entre los distintos grupos políticos para que la colectivización no se hiciera de forma masiva e inmediata, ni se llegara a la plena sindicalización de la propiedad, sino que las colectivizaciones quedaran sometidas al control estatal. El Decreto de Colectivizaciones fue una victoria pírrica de CNT, tras el cual se fortaleció la Generalitat y entró en retroceso la CNT. En el momento de aplicar el Decreto, los conflictos entre organizaciones políticas y ciudadanos fueron muchos y complejos, pues cada empresa presentaba matices diferentes no contemplados en el Decreto. Y CNT se perdió en esos conflictos, por su falta de preparación legal, o por su fe en la buena voluntad de los seres humanos.

El 11 de octubre de 1936, se produjo en Cataluña el Decreto de Militarización de las Milicias, lo cual acababa con el modelo de ejército popular, y entregaba el poder militar a la Generalitat. Los comités de obreros perdían el control de las columnas que habían levantado. La Generalitat exigió inmediatamente la disolución del Comité de Milicias Antifascistas, que era la base de la fuerza de CNT. Este trabajo le fue pagado a García Oliver con el cargo de Secretario General de la Consejería de Defensa. Y Aurelio Fernández obtuvo el cargo de Jefe de la Policía Urbana de Barcelona. Al obtener un par de carguillos, los anarquistas creían haber vencido, pero en realidad era todo lo contrario, pues entraban en el engranaje del Estado que decían odiar. Los anarquistas no eran tontos y pusieron de manifiesto lo que estaba pasando, y García Oliver salió al paso diciendo que lo primero era ganar la guerra, aunque para ello hubiera que hacer sacrificios como prescindir de CNMA. Para justificar esta decisión de García Oliver, hay que decir que los anarquistas accedían al material de guerra que les era necesario para una revolución. Pero no contaban con el juego político por el que, más tarde y paulatinamente, se les fueron quitando competencias y cargos, hasta perder su dominio sobre la Generalitat.

Cuando el 20 de noviembre de 1936, se publicó un Decreto que concedía al Consejero de Finanzas facultades extraordinarias para aplicar recursos a los proyectos revolucionarios, la debacle de CNT se hizo imparable, y la Generalitat se impuso sobre CNT, y sobre el resto de formaciones políticas, pues la financiación es definitiva para cualquier programa social.

No todo fue un camino fácil para ERC. En noviembre de 1936 apareció el escándalo Casanovas: El Presidente del Parlamento Catalán, Joan Casanovas, de ERC, se delató en el proyecto para todos evidente de conquista del poder para ERC. Se detectó un contacto con los italianos para derribar el Gobierno de la Generalitat. Estat Catalá apoyó a Casanovas, contra las sanciones que pretendía imponerles Tarradellas, el cual tenía necesidad de encontrar un chivo expiatorio. Casanovas de ERC, y Torres Picart de Estat Catalá, fueron exiliados, y Andreu Revertés, Comisario General de Orden Público, fue fusilado. El asunto era muy feo y salpicaba al catalanismo en general, y trató de ocultarse, para que CNT no saliera beneficiada y retomara el poder en Cataluña.


[1] Solla Gutiérrez, Miguel Ángel. Una efímera autonomía (El Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos). Centro de Estudios Montañeses, 2011.

[2] Felipe Díaz Sandino, 1892-1957, era de familia militar y se formó en la academia de infantería, hasta que en 1915 se hizo piloto. Fue destinado a Marruecos, donde descubrió la verdadera posición en el mapa aéreo de Xauen. En 1929 mandó en Los Alcázares (Murcia). En 1929, fue encarcelado por conspirar contra la monarquía. En 1930 fue puesto a las órdenes del general Balmes en Aviación. En abril de 1931, se hizo cargo de los aeródromos de Cuatro vientos y Getafe (Madrid). En diciembre de 1932 fue destinado a Barcelona. En octubre de 1934, se negó a bombardear la Generalitat, por lo que se hizo muy popular, y fue encarcelado. El 7 de abril de 1935, Azaña le puso en libertad. En febrero de 1936 era jefe de El Prat, aeródromo de Barcelona y en julio evitó la sublevación de ese aeródromo. No militaba en ningún partido político, por lo que Companys pensó en él para la Consejería de Defensa. De 17 de diciembre de 1936 a junio de 1937, fue el jefe de la Aviación catalana. En 16 de julio de 1937, terminó su carrera política, cuando fue enviado a la embajada española en París.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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