El Gobierno Largo Caballero,

          4 septiembre 1936 – 17 mayo 1937.

Ideas clave: El Gobierno de Largo Caballero de septiembre de 1936, valoración del Gobierno Largo Caballero, programa del Gobierno Largo Caballero de septiembre de 1936.

Largo Caballero dirigía un Gobierno para hacer una revolución “socialista de clase”, al tiempo que hacía la guerra. Por eso se nombró a sí mismo Ministro de la Guerra además de Presidente del Gobierno. Escogió 6 ministros socialistas, 4 republicanos, 2 comunistas, 1 republicano catalán y 1 nacionalista vasco. Pero la revolución socialista de clase de Largo Caballero iba a ser imposible dado que las milicias de los sindicatos UGT y CNT y las de los comunistas, actuaban por separado. Y cada uno tenía su propio sentido de la democracia y de la revolución que querían. Frente a la democracia liberal representativa y social, triunfante a finales del siglo XX en Europa occidental, que cree en el individuo como ente fundamental para el que se construye el Estado y los sistemas políticos, los comunistas creen en una subordinación del individuo a los intereses generales que indica el partido, el cual se adueña del Estado, los socialistas de clase creen en la subordinación del individuo a los intereses generales que indica el sindicato, el cual se adueña del Estado, y los fascistas creen en la entrega completa del individuo a la causa marcada por el destino y concretada por el líder escogido por éste, que encarna en sí mismo al Estado. Por su parte, los anarquistas no creen en el Estado, ni en la banca, ni en la iglesia, ni en ninguna otra institución no salida de la voluntad democrática de las asambleas de ciudadanos. Ninguno de estos socialismos admite al liberalismo, el cual permite que el individuo critique al Estado, al líder y a las instituciones, pero reconoce que las instituciones son necesarias para la convivencia, aunque tienen sus límites en la raya en que entran en confrontación con los derechos del individuo. Como las instituciones son necesarias, y los derechos del individuo son fundamentales, se general el conflicto diario y permanente de hasta qué punto el individuo debe ceder en sus derechos en bien de las instituciones, y en qué deben ceder las instituciones en pro de los derechos de los gobernados. Es una polémica constante, una frontera de tensión, un área dialéctica que no se resolverá nunca, y que debe ser abordado en cada momento y de manera constante por los individuos y por cada sociedad. Por tanto, el liberalismo molesta a los comunistas, a los socialistas de clase, a los anarquistas, a los fascistas, e incluso a la Iglesia Católica, que es un sistema político absolutista.

El 5 de septiembre de 1936, a las 00:30 horas, Indalecio Prieto presentaba a los periodistas la lista de Ministros del Gobierno de Largo Caballero:

  Presidente del Consejo de Ministros, Francisco Largo Caballero, 1869-1946, PSOE, 67 años de edad en ese momento, que se rodeaba de Ministros, la mayoría 20 años más jóvenes que él, todos de espíritu revolucionario violento.

  Gobernación, Ángel Galarza Gago, 1892-1966, PSOE largocaballerista. Angel Galarza, se caracterizó por permitir que los milicianos asesinasen, o “paseasen”, a mansalva, sin tomar medidas contra ello. Era un hombre mediocre, puesto allí por Largo Caballero para que hiciera un trabajo sucio. Las bandas de milicianos hacían cada una lo que quería, aunque todos decían que seguían las ideas de Largo Caballero.

  Guerra, Francisco Largo Caballero, 1869-1946, PSOE largocaballerista. Largo Caballero, se creía muy capaz en la política, y se quedó con el Ministerio de Guerra, además de con la Presidencia del Gobierno. Se creía a sí mismo un genio a la hora de convencer a las masas, y pensaba que su poder de convicción sería suficiente para ganar la guerra. Los pesoístas tenían cinco Ministros, mientras los comunistas sólo tenían dos, y Largo Caballero confiaba en poder manejar el poder a su gusto. Pero Largo Caballero era intelectualmente un mediocre con mucha facilidad de palabra, y no sacaría adelante sus proyectos.

  Estado, Julio Álvarez del Vayo, 1891-1975, PSOE largocaballerista. Abogado y periodista, militó en PSOE, pero con ideología muy próxima al PCE. Era partidario de eliminar el derecho de asilo, para poder entrar en las embajadas y aniquilar a los que allí se refugiaban. En 1939, estaba en Cataluña cuando acabó la guerra, y pasó a Francia con Negrín, regresó a Alicante con Negrín, y huyó en avión desde Monóvar (Alicante). Estuvo en Estados Unidos y México y se mostró tan radical, que fue expulsado del PSOE. En 1971, creó FRAP, una organización terrorista antifranquista.

  Instrucción Pública y Bellas Artes (educación), Jesús Hernández Tomás, 1907-1971, PCE. Era murciano de nacimiento, pero avecindado en Vizcaya entre los obreros más radicales. Fue de Juventudes Socialistas en 1927, y en 1931, Stalin le llevó a la URSS para ser formado políticamente. En 1936, como Ministro de Instrucción Pública, había creado Milicias de la Cultura para alfabetizar milicianos y formarles en el comunismo. En 1937 exigió en España la aniquilación de CNT y POUM, como le pedía Moscú, y Largo Caballero perdió la confianza en él, porque temía a los comunistas. En 1938, se quedó en Madrid y fue el líder de los comunistas madrileños. En marzo de 1939 abandonó España en avión desde Totana (Murcia) a Orán, y luego a la URSS. Le sucedió en la jefatura del PCE Dolores Ibárruri, la cual se puso en su contra, porque Hernández Tomás pensaba que se podía criticar al comunismo, y los estalinistas no toleraban la crítica.

  Agricultura, Vicente Uribe Galdeano[1], 1897-1961, PCE. Uribe era obrero vasco, y en 1936 se mostró partidario de la propiedad para los pequeños agricultores, pero colectivización de las grandes fincas, y se encontró para su sorpresa con la oposición de la mayoría de los agricultores, los de FNTT-UGT, que querían colectivización completa. En 1937 se negó a jurar fidelidad a Largo Caballero y fue apartado del Gobierno, por los que se pasó al bando de Negrín y estuvo en la eliminación del largocaballerismo, de CNT y de POUM. En 1946, organizó el PCE en Francia, pero en 1954 sufrió la escisión comunista entre los veteranos (Uribe y Ibarruri) y los jóvenes (Carrillo y Claudín), lo que significó que, a la caída de Stalin en 1956, Uribe fuera expulsado del PCE por “culto a la personalidad·.

  Industria y Comercio, Anastasio de Gracia Villarrubia, 1891-1976, PSOE. Anastasio de Gracia era un albañil madrileño afiliado a UGT y a PSOE, ferviente creyente en el socialismo de clase y por tanto, seguidor de Largo Caballero.

  Hacienda, Juan Negrín López, 1889-1956, PSOE moderado, médico, partidario de negociar con los comunistas para ganar la guerra, y ya se vería después lo que resultaba. Como nunca ganó la guerra, no hubo solución a este proyecto de Negrín.

  Marina y Aire, Indalecio Prieto Tuero, 1883-1962, PSOE moderado. Era el compromiso para mantener fiel al Gobierno a la mayoría del PSOE. En el ministerio de Marina y Aire se crearon dos Subsecretarías, la Subsecretaría de Marina, que correspondía a Benjamín Balboa, y la Subsecretaría de Aire, que correspondía al coronel piloto Ángel Pastor Velasco. Y el Jefe de las Fuerzas Aéreas era el coronel Hidalgo de Cisneros. Prieto se quedó en la indefinición entre los partidarios de la alianza con los comunistas (Negrín), los partidarios del socialismo de clase de UGT (Largo Caballero), y los partidarios de hacer evolucionar el PSOE a la socialdemocracia (Besteiro). Nadie en España evolucionó a la socialdemocracia.

  Trabajo, Sanidad y Previsión Social, José Tomás Pieira, 1900-1976, Esquerra Republicana de Catalunya. Pieira era un abogado catalán que perteneció a Acció Republicana de Catalunya, al Partido Catalanista Republicano y a Ezquerra Republicana de Catalunya. Era un compromiso político.

  Justicia, Mariano Ruiz de Funes García, 1889-1953, Izquierda Republicana. Profesor de Derecho en Murcia, se interesó por delitos internacionales como el genocidio y los crímenes de guerra. Durante la República elaboró la Ley de Vagos y Maleantes de 1933, contra los proxenetas, contra los explotadores de mendigos, contra los vagos, contra “chorizos” y pequeños delincuentes, y contra los toxicómanos. Como Ministro, se interesó por que los pequeños campesinos accedieran a la propiedad, y los egidos y comunales ocupados por manos privadas volvieran a los Ayuntamientos. Ruiz de Funes no encajaba en el nivel populista del Gobierno Largo Caballero.

  Comunicaciones y Marina Mercante, Bernardo Giner de los Ríos García, 1888-1970, Unión Republicana. Estudió bachillerato en Barcelona, ingeniería en Madrid y arquitectura en Bolonia y fue arquitecto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Su excelente formación técnica, no le había dado ideas políticas claras, y estuvo en Conjunción Republicano Socialista en 1931, en Agrupación al Servicio de la República, se declaró independiente un tiempo, pasó a dirigir Unión Republicana con política cercana a Lerroux. Como intelectual, fue muy valorado en su tiempo. Como Ministro, nacionalizó en 1937 todos los ferrocarriles españoles, los de vía ancha y los de vía estrecha.

  Sin cartera, José Giral Pereira, 1879-1962, Izquierda Republicana. Era profesor de Química de la Universidad de Salamanca, y se trasladó a Madrid. Como Presidente del Gobierno de la República de España, cometió dos graves errores políticos: no derogó la disposición de eliminación del ejército que había dado su predecesor, y repartió armas entre los milicianos, lo cual entregó el poder a las milicias. Y como solución a estos errores, cometió un tercer error, que fue facilitar el acceso al poder al populismo liderado por Largo Caballero.

     En el primer proyecto de Gobierno, José Antonio Aguirre, del PNV, no aceptó ser Ministro de Obras Públicas, y el 15 de septiembre hubo dos nuevos nombramientos:

  Obras Públicas, fue ofrecido al vasquista José Antonio Aguirre, pero declinó aceptarlo. Y se nombró al republicano Julio Just Jimeno,1894-1976, Izquierda Republicana. José Antonio Aguirre reclamó más tarde el puesto prometido, porque creyó que con ello obtendría la Autonomía del País Vasco, pero le dijeron que no iban a dar marcha atrás en el nombramiento de Just Jimeno. En compensación, se creó un puesto de Ministro sin Cartera para un vasco:

  Sin cartera, Manuel de Irujo Ollo, 1891-1981, PNV.

     Eran cuatro carteras Ministeriales PSOE largocaballerista: Largo Caballero, que tenía dos, Gallarza y Álvarez del Vayo; y tres Ministros del PSOE denominado conservador: Prieto, Negrín y De Gracia. Negrín no era todavía un personaje conocido, como lo llegaría a ser durante la guerra. En 1936, se le consideraba amigo de Prieto, mientras que avanzada la guerra, se le considerará filocomunista. A esos pesoístas, les acompañaban dos PCE, porque en mayo de 1936, el Comintern había aconsejado a los comunistas españoles colaborar con los largocaballeristas a fin de infiltrarse en el Gobierno y atraer a los socialistas al PCE. No lo habían permitido en Francia, pero sí lo hizo Largo Caballero en España. Largo Caballero se sentía más cercano al PCE que a los moderados de su propio partido, y había promovido la alianza de Juventudes Socialistas con Juventudes Comunistas, en la esperanza de captar jóvenes para el largocaballerismo, aunque resultó que fue al contrario. Poniendo un par de Ministros comunistas, los fracasos del Gobierno no podrían ser achacados al PSOE de Largo Caballero, sino que deberían ser compartidos con los comunistas. El Comintern venía hablando de “colaboración popular” desde febrero de 1936 “para defender la República y acelerar la revolución democrática burguesa” como paso previo a la revolución proletaria. Es decir, que los comunistas no sólo trataban de atraerse a los pesoístas, sino también a los republicanos de izquierda. Para los comunistas, los Ministerios no eran un fin, sino un medio de crecimiento de la causa.

Y había tres Ministros republicanos: uno de Izquierda Republicana, uno de Unión Republicana, uno de Esquerra Republicana, claramente fuera del liderazgo político, aunque tenían la mayoría de los votos de los españoles. La inacción de los republicanos, que representaban a la mayoría de los españoles, era culpable de muchas de las cosas que estaban sucediendo.

     Valoración del Gobierno Largo Caballero.

El nombramiento de Largo Caballero como Presidente del Gobierno cambió el sentido de la guerra. Los Ministros republicanos siendo mayoría de votos, pasaban a ser insignificantes durante el resto de la guerra. Los republicanos eran la posibilidad de que España evolucionase desde un liberalismo burgués a un liberalismo democrático. En adelante, lo que se discutirá será si España debía hacer “la revolución socialista de clase” de Largo Caballero, “la revolución libertaria” de CNT, o la “revolución comunista estalinista” de PCE, o en el bando contrario, la revolución falangista que también colectivizaba la tierra y estatalizaba la industria, la banca y el gran comercio. La democracia liberal dejó de tener posibilidades políticas. La presencia de un Ministro vasquista, significaba también la posible independencia del País Vasco con un partido nacionalista de derechas, aliado al bloque español de largocaballeristas, comunistas, y anarquistas, algo que nadie era capaz de comprender.

Luis Araquistáin Quevedo era el cerebro organizador de este Gobierno. Su idea era que si se unían los socialistas moderados y los republicanos, sumarían seis votos, mientras la alianza de los 4 ministerios largocaballeristas, y los dos comunistas, podrían sumar siete, si se lograba convencer a Negrín, que era considerado cercano a los comunistas. También el sindicalista activista Anastasio de Gracia podía ser persuadido para que colaborase con el largocaballerismo y los comunistas. Araquistáin creía que él podría dominar este Gobierno de Largo Caballero.

Araquistáin teorizó que “octubre de 1934” había sido la primera manifestación importante del proletariado español, y febrero de 1936, la segunda. España se había dividido entre dos grandes bloques incompatibles, los burgueses y los proletarios, y era la hora de la revolución “socialista de clase”. Por eso, justificaba la violencia contra “los facciosos”.

Luis Araquistáin Quevedo, 1886-1959, había nacido en Cantabria de padres vascos, y había estado en Argentina y regresado a España a los 18 años de edad. Se hizo periodista y estuvo en Londres, donde conoció el fabianismo, pero no llegó a comprender el socialismo democrático. Hablaba español, vasco, francés, inglés y alemán, y tenía acceso a la cultura europea. En 1932 estuvo en Berlín largo tiempo, y conoció el fenómeno de Hitler, pero no supo interpretarlo. En vez de reaccionar contra el populismo, se puso en contra del socialismo moderado reformista y se dejó llevar por las teorizaciones comunistas. Se entregó al populismo largocaballerista. Había perdido el sentido de la orientación política, y ya nunca lo recuperaría.

En septiembre de 1936, Largo Caballero llegó a temer a Araquistáin y le envió a París como embajador, con la misión de comprar armas. Tras el exilio, Araquistáin reflexionó, y cambio de ideología, para adoptar una posición más próxima a la socialdemócrata, o pacto de todos los demócratas, fueran burgueses o proletarios, pero ya no influyó en nada en las decisiones de Gobierno de España. El populismo le había arrastrado y anulado, y la vida no le dio segunda oportunidad.

Con los anarquistas, el tema del Gobierno era muy complejo pues, en principio, no aceptaban ningún Gobierno de ningún tipo, ni ejército, ni Iglesia, instituciones creadas para someter al individuo. Araquistáin les ofreció un Ministerio sin cartera, lo cual les permitía hacer como que no tenían una institución de mando. El 3 de septiembre, los anarquistas se reunieron en Pleno Nacional de Regiones, y rechazaron la cartera ministerial que se les ofrecía. Dijeron que, en caso de participar en el Gobierno, su representación debía ser tan numerosa como la de UGT-PSOE, pues sus afiliados eran incluso más que los de esta formación política. Pidieron que cada Ministerio tuviera una Comisión Asesora integrada por dos vocales UGT, dos CNT, dos Frente Popular, y uno designado por el Gobierno. De este modo, CNT estaría en el Gobierno sin figurar en ningún Ministerio. Lo importante de esta propuesta CNT era que los cuatro sindicalistas, eran siempre mayoría sobre los tres políticos. En cuanto a la gestión ministerial de cada día, debía ser controlada por una Comisión Asesora en cada Ministerio.

Largo Caballero intentó que todas las fuerzas políticas y sindicales participasen en el Gobierno de la República y se comprometieran militarmente en la obediencia a su Gobierno, pero manteniendo todas sus propias milicias. Se equivocaba en ambas decisiones. Hacía un Gobierno débil, y la no eliminación de las milicias, significaba que Largo Caballero no dominaba las bases reales de la fuerza de cada uno. Creía que poseyendo las milicias socialistas, dominaría el conjunto miliciano. Sólo logró la colaboración de CNT, que incluso aceptó tener Ministros anarquistas, un caso insólito en la historia del anarquismo. Pero el PCE, los catalanistas y los vasquistas, tenían sus propios fines, distintos a los de los socialistas y distintos a los de la República. Nunca se integraron en el ejército republicano, ni en la política de Largo Caballero.

Largo Caballero entendió que, si les mejoraba la oferta a los CNT, aceptarían Ministerios, pues bastaba hacerles ver que habría mayorías sindicales en la gestión de los Ministerios, para que mordieran el anzuelo. El compromiso de todos era que no impondrían la dictadura del proletariado, sino que se limitarían a “derrotar al fascismo”, lo cual parece bastante simplista.

     Como Presidente de las Cortes fue elegido Diego Martínez Barrio. El coronel gubernamental José Asensio Torrado, fue nombrado Jefe del Ejército del Centro en sustitución de Riquelme. Su principal misión era reorganizar el Estado Mayor y asesorar al Ministro de Guerra de Largo Caballero, el cual sabía poco o nada de la guerra. Sin embargo el Jefe de Estado Mayor era el comandante de Estado Mayor Manuel Estrada Manchón, y Subsecretario de Estado Mayor era el teniente coronel de artillería Rodrigo Gil Ruiz. Este último nombramiento es sospechoso de corruptelas políticas, pues se le daba como premio al hecho de haber facilitado armas a las milicias socialistas el 18 de julio de 1936.

Largo Caballero, cuando presentó su Gobierno a las Cortes, dijo que su objetivo era ganar la guerra y vencer al fascismo, no sólo en las trincheras, sino en la sociedad, en la eliminación de privilegios políticos, jurídicos, económicos y sociales de las clases privilegiadas. Era populismo puro y duro, porque Largo Caballero quería la dictadura del proletariado, a través del sindicato, aunque sin ruptura con la legalidad republicana, por evolución y desde el poder. El objetivo era el mismo que tenían los comunistas, pero renunciaba a la violencia como camino para alcanzar el poder. Claridad, el periódico de Largo Caballero, publicó los objetivos de Largo Caballero en los mismos términos en que los hemos citado, y dijo que la vía para conseguirlos era la reconstrucción del Estado republicano. Resultaba paradójico que, el hombre que más se había opuesto a todos los Gobiernos de la República, se propusiera restablecer el sistema político de la República. Pero lo que Largo Caballero proponía, tenía unas consecuencias: debía recomponer el ejército, y restablecer las instituciones del Estado. Ello significaba conversaciones con el exterior para poder hacer frente al avance de Franco sobre Madrid.

     Programa de Gobierno Largo Caballero.

También el 5 de septiembre, se presentó el programa de Gobierno de Largo Caballero: adelantar el triunfo sobre la rebelión mediante la unidad de acción; renuncia a designios imperialistas; afirmación de pacifismo; amistad con todas las naciones y con la Sociedad de Naciones; inquebrantable resolución de mantener la integridad territorial de España.

Era un programa generalista, que no comprometía a nada, que no decía nada concreto, pero que entusiasmó a los periodistas de esos días, los cuales denominaron al Gobierno Largo Caballero “El Gobierno de la Victoria”. Tal vez se precipitaban en tan gradilocuente titulación.

Largo Caballero era el líder de UGT, ídolo de los socialistas más jóvenes, y el único con quien estaban dispuestos a pactar los CNT. Pero Largo Caballero quería un Gobierno puramente obrero, sin republicanos, lo cual le hacía perder la simpatía de los burgueses de su zona, y las relaciones internacionales. El 4 de septiembre triunfaba el obrerismo, el populismo, el “socialismo de clase”, lo cual venía significado por la marcha de Giral y la arribada de Largo Caballero. No obstante, puesto que el Gobierno se componía de 6 socialistas, 4 republicanos, 2 comunistas, 1 catalanista y 1 vasquista, no había habido en España Gobierno más representativo de la izquierda, del Frente Popular, que el de Largo Caballero.

El mal del país se agravó progresivamente cada día con el endiosamiento de Largo Caballero, que quiso quitarse de en medio a sus posibles rivales, tales como Prieto: Le confió la marina y aviación, asuntos completamente secundarios, y se nombró a sí mismo Ministro de la Guerra, puesto desde el que anulaba a Prieto. Reclutó a Ángel Galarza para Ministro de Gobernación, un hombre mediocre que nunca le tumbaría.

El populismo era muy claro en este Gobierno: Largo Caballero había impulsado las milicias y las milicias habían tomado la calle y no obedecerían a ningún Gobierno. Cada partido tenía sus propias milicias, dotadas de sus propios mandos y con sus propias armas. Juventud Socialista Unificada JSU fue una excepción muy poco significativa que intentaba fusionar a socialistas y comunistas y representaban una minoría. Las mayorías estaban enfrentadas: UGT contra CNT, y ambos contra los comunistas. Como ejemplos de indisciplina podemos citar que los obreros de la construcción se negaron a hacer horas extraordinarias para trabajar en la construcción de trincheras los fines de semana, o que los soldados de Somosierra y Guadarrama exigieran descanso los fines de semana para pasarlos en Madrid.

El sistema de milicias, en el que tanto había colaborado Largo Caballero, produjo la autogestión de la guerra, y la indisciplina respecto al Gobierno central, aunque éste estuviera representado por un líder populista como Largo Caballero. Los milicianos despreciaban al ejército como enemigo del pueblo, y no confiaban en los oficiales profesionales, lo cual era una desventaja muy grande de partida frente a los rebeldes.

En la zona republicana, algunos creían que había llegado el momento de la revolución del proletariado, y que esa revolución daría la tierra a los campesinos y el poder al pueblo. Ni obedecían al Gobierno, ni le desobedecían. Simplemente obedecían a los Comités Locales y Provinciales, que eran los que decidían sobre todas las cosas. Había comités de grupo, comités de partido, comités de sindicato, comités locales, comités provinciales, comités de barrio… Los socialistas lo veían como algo muy democrático. Nosotros lo vemos como algo anárquico. Todos se sentían legitimados para desobedecer la ley en nombre del pueblo. Malraux dijo que aquello era el apocalipsis de la libertad. André Malraux acudió a España como miembro de las Brigadas Internacionales para dirigir una escuadrilla aérea que tenía su base en Albacete, y la República de España le dio el grado de teniente coronel. Se opuso al estalinismo que pretendía dominar estas Brigadas Internacionales. Y nunca llegó a comprender el caos ideológico de los españoles.

El Gobierno debería haber impuesto su autoridad, pero se trataba de Largo Caballero, un populista que vivía justamente de aquel caos. Y una vez en marcha el caos, las milicias hacían lo que les venía en gana, cada órgano de gobierno actuó por libre, y algunos hasta emitieron vales que sustituían al dinero, vales que se podían hacer sin límite y sin control de a quién se entregaban.

Los milicianos de 1936 pensaban en una victoria rápida de los obreros, o como decían ellos “del pueblo”, la cual daría lugar a un igualitarismo social, a una sociedad sin clases. No se podía ser más irracional. En esta fe en la revolución del pueblo, se allanaban las casas de los ricos, y los asaltantes se comían los víveres, se bebían el vino y los licores, destrozaban los muebles, iban a los restaurantes y no pagaban sino que destrozaban el local como final de la comida, iban a los hoteles y destrozaban el mobiliario… y salían borrachos diciendo que había llegado la hora del pueblo. No había futuro para esta revolución.

Las costumbres de las buenas familias conservadoras fueron estigmatizadas como contrarias al pueblo: así, llevar corbata y sombrero fue tenido por burgués enemigo del pueblo, mientras que vestir un mono, típico del obrero mecánico, era el ideal del revolucionario. Un siglo después, todavía los sindicalistas y los partidos más de izquierda se avergüenzan de llevar corbata, en un alarde de irracionalidad sorprendente. Como si ser de izquierdas fuera vestir mal y con apariencias de pobre. Según las modas posteriores, vestir mal es joven y progresista, y vestir bien fue primero burgués, enemigo del pueblo, y más tarde, fue “pijo”, de procedencia social alta orgulloso de serlo.

La irracionalidad se convirtió en estupidez en manos del Gobierno de Largo Caballero: el Gobierno legalizó las incautaciones de bienes que estaban haciendo los comités obreros locales, de partido y de sindicato. La ley ya no tenía sentido cuando el encargado de hacerla cumplir animaba a incumplirla.

Consecuencia de esta política populista, fue la bajada del precio de los alquileres. No se puede achacar esta bajada a la buena gestión de políticos como Largo Caballero. Sino que ocurrió que era difícil encontrar inquilinos, y no se podía dejar vacía una casa, porque era ocupada y destrozada por los milicianos. Se alquilaba a mitad de precio, o por lo que fuera con tal de tenerla legalmente ocupada. Los gobernantes prohibieron los desahucios, elevaron por decreto los jornales de los obreros… Y apareció “el gran juez” al que los políticos no pueden engañar y que es la inflación. Y tras la inflación, apareció algo que los ignorantes no entienden: la escasez junto a las subidas de precio. Y todo fue a peor, porque los ignorantes dijeron que la escasez se debía a acaparamientos hechos por los ricos, lo que significó la legalización del robo y la violencia contra los comerciantes y los propietarios en general. Y una vez producido este nuevo caos, la escasez fue completa, el desorden muy grande, y las posibilidades de ganar la guerra, escasas.

Otra de las víctimas de esta irracionalidad populista fue la Iglesia católica. Una cosa es que se privara a la Iglesia de sus privilegios, y otra era permitir que una ola de destrucción se lanzara contra ella. Los grupos de milicianos se creyeron con derecho a robar e incendiar iglesias, lo mismo que estaban haciendo en las casas de los ricos. Y una vez más, el Gobierno no actuó contra la multitud de delincuentes, porque muchos eran sus milicianos que le estaban sacando las castañas del fuego en el frente, sino que en julio y agosto de 1936 se sumó al expolio: se incautó de centros religiosos y de los registros parroquiales, utilizo los templos como prisiones, como almacenes de material de guerra, como garajes para camiones y tanques, como cuarteles, como centros administrativos… Se creó un nuevo frente de intranquilidad social, el religioso.

Pero el populismo fue a más: El 27 de septiembre de 1936, un Decreto cesó a todos los funcionarios. Se disolvían todos los Cuerpos del Estado, y se volvían a crear en el mismo Decreto, pero para ingresar en los nuevos cuerpos había que demostrar adhesión al régimen de Largo Caballero. Las diferencias con el fascismo eran nulas en este sentido. Y para el resto de trabajadores, los del sector privado, debían también demostrar su adhesión al régimen para mantener su puesto de trabajo en la empresa, en la Administración Local, en las empresas públicas… La única institución que no se disolvía era el ejército. Esta política de Largo Caballero indicaba desconfianza radical en el ser humano. Todos debían demostrar su inocencia.

         El antifascismo.

El fascismo es un proyecto revolucionario socialista que pone toda la realidad al servicio del ideal nacional encarnado en un líder. La realidad es el “destino del pueblo”, el volkgeist, que vive permanentemente a lo largo de los siglos para realizarse. Necesita a los individuos, pero éstos son seres contingentes y prescindibles. Lo imprescindible es la realización del destino universal de la nación. Por otra parte, el fascismo colectiviza la tierra y la pone en manos de cooperativas de agricultores, y nacionaliza la banca, la industria y el comercio y los pone en manos del Estado. Frente a los movimientos revolucionarios destructores, el fascismo reivindica la tradición, las costumbres, las leyes e instituciones antiguas, porque ellas son creaciones del espíritu de nuestro pueblo. Por ello, podemos decir que el fascismo es conservador, pero nunca podremos decir que es de derechas.

El fascismo cree que su proyecto fascista, o volkgeist, es superior a las instituciones, y que éstas deben someterse al proyecto fascista. También incluye esto a la religión, y el fascismo tiene varias presentaciones, como la del Estado no religioso, e incluso ateo, y la del Estado tolerante para con una iglesia sometida al proyecto fascista. El caso de los fascistas españoles católicos es muy atípico.

El fascismo es muy atractivo para las masas de clase media y media baja, y por ello resultó intolerable para el comunismo, el socialismo de clase y el anarquismo. El Comintern dijo que el fascismo era la extrema derecha, y la expresión tuvo éxito entre los socialistas, porque alejaba a los proyectos socialistas del  proyecto fascista. Y se ha mantenido esa concepción durante un siglo entre gente que no sabe lo que es el fascismo.

El socialismo de clase, es un proyecto revolucionario que pone toda la realidad social al servicio de una organización sindical obrera, que pretende ser de la universalidad de los obreros. La diferencia con el fascismo no es tan grande. Ambos eliminan al capital, y ponen la iniciativa empresarial en manos de un Estado de los trabajadores. Ambos crean una dictadura, aunque el fascismo coloque el poder en manos del líder o del Consejo Fascista, mientras que el socialismo de clase, sitúa el poder en la minoría dirigente del poder obrero. Son dos movimientos simultáneos en el tiempo y contrarios entre sí, pues ambos buscan lo mismo con métodos semejantes. No debemos confundir el socialismo de clase, con la socialdemocracia, ni el fascismo con la entrega del poder a la derecha, o con las dictaduras de derechas burguesas. Ninguno de los dos movimientos es de derechas ni de izquierdas, sino populismos que pueden tomar en cada momento aspectos diferentes, más a la derecha o más a la izquierda.


[1] Vicente Uribe Galdeano, 1897-1962, era un líder comunista vasco. Era obrero metalúrgico y se trasladó a Moscú a aprender la teorái del comunismo, con lo cual aprendió estalinismo. en 1932, se incorporó al equipo de José Díaz que dirigía el PCE y asumió la dirección de Mundo Obrero. defendía la teoría leninista de no coaligarse con nadie, ni con socialista ni con anarquistas, sino luchar por una revolución comunista pura. Pero transmitió la orden del Comintern de hacer Frente Populares, porque así convenía a la táctica en ese momento. Aceptó la cartera de Ministro de Agricultura, porque desde ella creía que podría ir eliminando colectivizaciones agrarias anarquistas, e irlas sustituyendo por comunistas, lo cual podía ser una vía al comunismo. El Secretario General del PCE, José Díaz, estaba enfermo y delegaba sus funciones en Uribe Galdeano. Otro propósito de Uribe Galdeano era eliminar a Largo Caballero. Para ello, apoyó a Negrín y reprimió al POUM porque no era leninista. El final de la guerra significó su fracaso personal, pues no había conseguido ninguna de las metas que le había impuesto el Comintern. Presentó la última resistencia en Elda, y luego huyó a Moscú, donde no fue bien recibido. Marchó a México, y luego estuvo en Praga en 1948, donde intentaba reconstituir el PCE entre los exiliados, pero Santiago Carrillo se impuso, y Uribe Galdeano no fue nunca la figura del comunismo que se había propuesto.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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