ASPECTOS INTERNACIONALES DE LA GUERRA DE ESPAÑA.

Ideas básicas: Estados Unidos en la Guerra de España; Europa en la Guerra de España; Portugal en la Guerra de España.

     Estados Unidos en la Guerra de España.

     El 5 de agosto de 1936, Cordell Hull reunió a los expertos estadounidenses para decidir el papel de los Estados Unidos respecto a la Guerra de España. Había que tener en cuenta que 31 de agosto de 1935, Roosevelt había firmado el Acta de Neutralidad en el Congreso de los Estados Unidos, y ese Acta obligaba  a los firmantes a establecer embargos de envíos de armas, municiones y material de guerra,  a todos los Estados del mundo en guerra. El documento perjudicaba a los países agredidos y beneficiaba a los agresores. Y también había que tener en cuenta la Segunda Acta de Neutralidad firmada en el Congreso en febrero de 1936, que prohibía hacer préstamos a los países beligerantes., y obligaba a hacer embargos a cualquier Estado que se sumase a una guerra. Pero las Actas de Neutralidad hablaban de agresiones entre Estados, y no era el caso de España, donde había una guerra civil. Y cuando empezó la Guerra de España, Estados Unidos suministraba petróleo a Tánger, en donde se abastecía la flota española. Tanto el Gobierno de la República como el rebelde, pretendían la legitimidad de disponer de ese petróleo. El 29 de julio, el general Cabanellas telegrafió a Washington que el poder legítimo pasaba al Comité de Defensa Nacional, es decir, a los rebeldes. Washington tenía que decidir.

     El 7 de agosto de 1936, William Phillips, Secretario de Estado estadounidense, envió una circular a sus consulados en España, su embajada en Madrid, su legación en Lisboa, su agente diplomático en Tánger y su embajador en San Juan de Luz, Claude  C. Bowers, para aclararles la posición de Estados Unidos respecto a la Guerra de España: el Acta de Neutralidad no era aplicable a España, pero Estados Unidos se abstendría de participar en la contienda civil que se había originado en España. No se quiso citar el término “Guerra Civil”, ni el término “neutralidad”.

El 17 de agosto de 1936, Estados Unidos declaró que se abstendría escrupulosamente en cualquier interferencia en la infortunada situación española. La frase aludía a Argentina y Uruguay, que querían intervenir en España.

Bowers le estaba proporcionando a Roosevelt información sesgada con errores muy evidentes: decía que la sublevación había empezado en febrero de 1936; que los rebeldes habían planificado una victoria rápida; que los rebeldes no disponían ni de suboficiales ni de soldados suficientes, porque estas categorías militares en España eran obreras, y los obreros estaban con el Gobierno de la República; que si ganaban los rebeldes, instaurarían una dictadura militar regida por un Consejo Consultivo, sin parlamento y sin garantías constitucionales, sin libertad de prensa y sin libertad de expresión, y con el restablecimiento de los antiguos privilegios de la Iglesia Católica, incluidos los privilegios de los jesuitas; que abolirían todas las leyes del periodo de Azaña, de modo que prohibirían la huelga, devolverían la tierra expropiada a los propietarios; que probablemente, los rebeldes hicieran un plebiscito para restaurar la monarquía. Y en caso contrario, si ganaba el Gobierno de la República, probablemente se instalaría en España el comunismo. El informe Bowers decía que los republicanos eran escrupulosos con los derechos humanos, respetuosos respecto a los sacerdotes, y que los rebeldes estaban matando sin juicio previo. Y añadía que los crímenes en el bando republicano se debían a minorías anarquistas y sindicalistas marxistas. Continuaba Bowers diciendo que las posibilidades de una guerra europea eran altas, que Alemania e Italia apoyarían a los rebeldes españoles, y que Francia apoyaría al Gobierno republicano. Terminaba Bowers diciendo que Estados Unidos no debía intervenir en nada, sino sacar a los americanos que hubiera en España, y velar por los intereses americanos en España.

Fiado de este informe, Roosevelt decidió en 16 de septiembre de 1936, apoyar al Gobierno de la República de España.

Pero la cadena Hears, y otros editores conservadores empezaron a hacer sensacionalismo desinformativo: decían que el Gobierno de Madrid era comunista, y que estaba cometiendo muchos crímenes, al tiempo que no decían nada sobre los crímenes cometidos por los rebeldes. La prensa sensacionalista aparecía una vez como responsable de muchas violencias, bajo la excusa del “derecho a la información”, pues hacían desinformación.

Lo cierto era que los ciudadanos estadounidenses estaban saliendo de España sin problemas, y que el Presidente Roosevelt no tenía quejas.

Más tarde surgió el problema de las propiedades estadounidenses: el Gobierno de la República confiscaba bienes, mientras los rebeldes respetaban las propiedades americanas. Otra vez estaban de parte de los rebeldes.

En agosto de 1936, la Oficina de Control de Armas y Municiones del Departamento de Estado de los Estados Unidos, recibió una petición de Glenn L. Martin para que el Estado manifestase la actitud oficial sobre la venta de ocho aviones de bombardeo al Estado español. La respuesta se demoró. Y fue que no se debía vender armamento al Gobierno español. Pero entonces, los afectados hicieron pública la carta del Gobierno, y el Estado norteamericano se vio comprometido. Los exportadores decidieron exportar armas a México y a Francia, y que estos países reexportaran a España.

El Presidente de la empresa Vimalert, Robert L. Cuse, solicitó poder exportar aviones, motores y piezas de recambio. La prensa se puso en contra de Cuse. Pero el 28 de diciembre de 1936, se autorizó a Cuse a exportar armas a España.

Roosevelt intentó que el Congreso le concediera poderes discrecionales para actuar en el caso de España. Quería una Ley que impidiera exportar armas a España. Y se decidió separar la legislación concerniente a España de la legislación general sobre neutralidad en los conflictos armados.

El 5 de enero de 1937, se concedieron licencias de exportación de armas y municiones a Richard L. Dinely, el cual fletó el “Mar Cantábrico” con destino a España.

El 8 de enero de 1937, el Senado y la Cámara de Representantes aprobaron el separar el tema de España de la legislación general sobre guerras, pues no era una guerra entre países distintos, en cuyo caso la ley estadounidense prohibía apoyar a cualquiera de los bandos. Y dijeron que, mientras hubiera una “contienda civil” en España, sería ilegal la exportación de armas, municiones, y pertrechos de guerra, desde cualquier lugar de los Estados Unidos, y a cualquier país tercero, si iban con destino a España. Pero el “Mar Cantábrico” ya había partido y no fue afectado. Y luego, el mismo barco volvió a Veracruz (México), y volvió a cargar armas desde un país tercero.

     Respecto a los países que estaban exportando armas a los rebeldes españoles, que eran Alemania e Italia según los americanos, Roosevelt no sabía qué posición tomar. El embargo a estos países era muy costoso para el comercio americano.

     El 1 de mayo de 1937, se aprobó el Acta de Neutralidad. Y el 2 de mayo, el senador Nye presentó una resolución para eliminar el embargo de armas a España, porque este embargo favorecía a los rebeldes, que compraban ilegalmente. El embargo afectaba a las armas compradas legalmente, y esto sólo lo hacía el Gobierno republicano, y no los rebeldes. Roosevelt se negó a levantar el embargo a España.

     En junio de 1937, se reunieron en Munich, Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania, y decidieron entregar los Sudetes a Alemania.

     Y entonces, surgió la desinformación completa en los Estados Unidos: los católicos publicaban que Hitler se estaba adueñando de España, y que después se adueñaría de Hispanoamérica y de todo el mundo católico. Era una mentalidad de tebeo de aventuras.

     Iberoamérica se sintió feliz, porque si los Estados Unidos creían que los españoles eran fascistas, y amenazaban a Hispanoamérica, ellos tendrían armas para sus revoluciones comunistas. La desinformación interesaba a todos, y se multiplicó por todo América.

     La posición de Europa en la Guerra de España.

     En 23 de julio de 1936, Arthur Neville Chamberlain, Canciller de Hacienda de Gran Bretaña, Stanley Baldwin, líder del Partido Conservador británico, Leon Blum, presidente socialista del Gobierno francés, e Ivon Delbós, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, se reunieron en Londres para avaluar el conflicto español. Su primera intención era apoyar al Gobierno de la República Española frente a la rebelión militar. El tema se complicó cuando Alemania e Italia decidieron apoyar a los rebeldes españoles, pues el apoyo de Francia y Gran Bretaña al Gobierno español podía dar lugar a una guerra europea. Entonces decidieron la “No Intervención”.

     La No Intervención se basaba en la idea de que los países tienen derecho a decidir por sí mismos su régimen político, sea éste fascista o comunista, democrático o dictatorial, y su propio modo de organización política y social, sin ninguna clase de intervención extranjera.

     Y el 2 de agosto, Francia propuso que todos se comprometieran a no intervenir en España. Gran Bretaña aceptó la propuesta de Francia el 4 de agosto, a condición de que Alemania y Portugal tampoco intervinieran. Se sabía que Alemania y Portugal apoyaban a los rebeldes, y por tanto la promesa de Gran Bretaña valía poco. Berlín dijo que lo haría, si lo hacía Moscú. Y la URSS aceptó no intervenir el 6 de agosto de 1936. Así que, en teoría, todos prohibieron la exportación de armas a España. Como en casi todas las guerras, la mentira política de pacificación, convive con los grandes intereses de vender armas. Y todos lo sabían.

     El 24 de agosto, se propuso la creación de un Comité Internacional de verificación de la no exportación de armas, el cual empezó a funcionar en Londres el 9 de septiembre de 1936. Para esa fecha, al acuerdo de No Intervención, se habían adherido 22 países europeos. Presidía el Comité de No Intervención Ivor Miles Windsor-Clive conde de Plymouth, y era secretario Arthur Francis Hemming.

     El Tratado de No Intervención en la Guerra de España es una de las muestras de hipocresía habitual ante las guerras del mundo. Todos decían ser pacíficos y no intervenir en las guerras, y todos intervenían. Entonces, la URSS denunció la verdad de que estaban introduciendo armas vía Portugal para los rebeldes, y en cualquier puerto para los gubernamentales. Desgraciadamente, se extendió la idea de que los autodenominados demócratas europeos mentían, y de esta manera, el comunismo salía reforzado. En Europa, el liberalismo burgués se imponía sobre la idea del liberalismo democrático, y en el mundo, el comunismo tomaba la apariencia de más demócrata que los autodenominados países liberales.

     El 12 de noviembre de 1936, se estableció un Plan de Control de Venta de Armas para España. El Comité Internacional de No Intervención, pondría agentes en los puertos españoles y en los pasos fronterizos, compuestos de un número igual de agentes de cada bando español en guerra. El Plan de Control se presentó en 1 de enero de 1937. Pero la farsa era insostenible: estaban llegando trenes completos de voluntarios comunistas desde Francia, y barcos cargados de armas a los puertos de España y Portugal, y barcos italianos con hombres, y aviones militares. Y hacer la vista gorda era imposible.

     Ante la farsa, los europeos decidieron hacer un Segundo Plan de Control, que estuvo listo el 8 de marzo de 1937. Era insistir en la farsa, con la esperanza de que los ingenuos se lo creyeran. Entonces, se crearon patrullas navales integradas por buques de guerra de Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania, para vigilar los barcos de los países signatarios de la No Intervención, que circulasen cerca de las costas españolas. Estos buques de guerra no podían utilizar la fuerza, pero comunicaban al Comité de No Intervención lo que habían visto. Quedaban libres de inspecciones los buques de pabellón español, republicanos y rebeldes, los buques de países que no habían firmado el acuerdo de No Intervención, y los buques que declarasen que su destino final no era español. Es decir, que bastaba poner un trapo cualquiera en popa, para no ser investigados.

     El Comité de No Intervención, no actuaba en el caso de aviones que llegaban a España volando.

     El Comité de No Intervención envió a España a un Delegado a explicar el acuerdo. Al llegar el Delegado a Burgos, el general Jordana se opuso a aceptar la farsa, a la que denominaron “Proyecto Jerónimo”. Sólo lo aceptaron en verano de 1938, cuando la guerra estaba a punto de ser ganada por los rebeldes. Llegaron a tiempo para representar otra farsa, la de la retirada de soldados extranjeros de la Guerra de España, en la que todos mintieron, y todos pusieron muy buenas caras, como si de verdad estuvieran haciendo algo por los ciudadanos. Los “comediantes” británicos eran el contralmirante Thomas Ryder Waterhouse, el capitán John Mackie Hodge, el mayor Henry Lawton Higman, Arthur Cecil Cooper, y dos secretarios particulares que estos turistas llevaban consigo. Abrieron una oficina en San Juan de Luz (Francia), y decidieron creerse oficialmente la retirada de los italianos, cuando Italia retiró 10.000 soldados que necesariamente debía retirar, de los 40.000 que tenía en España. Italia decía que eran todos, pero mentía, y todos lo sabían. Los delegados británicos fueron recibidos por Jordana, y noviembre, fueron recibidos por Franco. Y se volvieron a Londres tan contentos, como si hubieran hecho algo por los españoles. Francis Hemming recomendó que se reconociese a Franco como beligerante, y aseguró en Londres que los soldados extranjeros estaban saliendo de España y, por tanto, si se cerraba el Comité de No Intervención, se ahorrarían entre 600.000 y 700.000 libras al contribuyente británico. También dijo que los rebeldes se quejaban de que no se actuase de igual manera en el bando del Gobierno republicano. La verdad es que ya daba igual, porque la victoria de Franco era un hecho en noviembre de 1938.

     En conjunto, la actuación europea en la Guerra de España, fue una vergüenza.

     La posición de Portugal en la Guerra de España.

El 1 de noviembre de 1936, Antonio de Oliveira Salazar, el Jefe de Gobierno y Ministro de Guerra y de Hacienda de Portugal, decidió ejercer también como Ministro de Asuntos Exteriores de Portugal. Estaba instaurando el Estado Novo, de formas fascistas, y confiaba en una victoria rebelde en España, y en la instauración de un Estado Nuevo fascista español. Pero el golpe en España había fracasado rotundamente en octubre de 1936, se habían atascado en la toma de Madrid, ante un ejército popular improvisado y mal armado, y se habían roto internamente en múltiples proyectos anarquistas, comunistas, socialistas y demás. La guerra iba a ser larga, y eso incomodaba a Portugal. Portugal tiene sus principales comunicaciones comerciales con Gran Bretaña, pero no deja de tener 1.214 kilómetros de frontera con España, y las relaciones entre pueblos fronterizos eran muy importantes, aunque no siempre legales. Los pueblos fronterizos con Portugal, a la frontera la llaman “la raya”.

El 23 de octubre de 1936, Salazar rompió relaciones con el Gobierno de la República de España, aunque la rebelión todavía no había triunfado. Salazar identificaba al Gobierno de la República Española con el comunismo. Y creía que, si ganaba la guerra el bando gubernamental se produciría la declaración de guerra a Portugal. Por eso, una vez más, se encomendó a Gran Bretaña.

El inconveniente para Salazar era que Franco no se llevaba bien con Gran Bretaña. Franco prefería las relaciones con Alemania y con Italia. Y la República de España se relacionaba con la URSS. En cualquiera de los casos de victoria de unos u otros, Salazar preveía que España atacaría a Portugal. Falange Española era un totalitarismo, y el comunismo era otro totalitarismo, pero ambos tendrían muy difícil imponerse en España, porque España era fuertemente católica. Pero el catolicismo oficial no era liberal ni democrático, y tampoco representaba una opción aceptable para España.

La FAI española anarquista, dibujaba el mapa de Europa sin fronteras entre España y Portugal, y lo mismo hacía Falange Española, lo cual significaba el concepto que los españoles tienen de los portugueses, un pueblo hermano, separado por intereses políticos. Pero los portugueses tienen miedo a desaparecer como Estado, porque son la parte pobre de la relación, la parte no industrializada, pues la industria ibérica estaba situada en Cataluña y País Vasco, muy lejos de Portugal. Y Salazar hizo una gran campaña contra ”O perigo español”. No veían a España como una oportunidad, sino al contrario, y tal y como Cataluña y País Vasco estaban tratando a las regiones españolas no industrializadas, llevaban parte de razón.

Los portugueses se dividieron en sus opiniones, había voluntarios en ambos ejércitos españoles, y había reticentes a participar en los temas españoles. Lo que quedaba claro a todos era que, a la hora de la victoria de cualquiera de los bandos españoles, el vencedor tendría algo que decir sobre el tema portugués.

En la noche del 20 al 21 de enero de 1937, explotaron bombas en el Ministerio de Educación, en la Casa de España, en Emisora Nacional, en Radio Club Portugués, y en algunos establecimientos militares portugueses. El impacto psicológico fue grande. Salazar decidió prohibir los alistamientos de portugueses en los ejércitos españoles.

Oliveira Salazar y su Subsecretario de Defensa, Santos Costa, creían que debían ayudar s los rebeldes españoles, pero controlando a sus voluntarios portugueses: el 3 de marzo de 1937, crearon la Misión Militar Portuguesa de Observación en España, y prepararon a un grupo de jefes, oficiales y suboficiales, para canalizar el paso de voluntarios a España. Los jefes de esta entidad era el coronel Anacleto Domingues dos Santos, el coronel de Estado Mayor Álvaro Teles Ferreira, y el general Raúl Esteves, los cuales usaban como contacto entre ellos al locutor y periodista de Radio Club Portugués, capitán Jorge Botelho Moniz.

La Guerra de España interesaba en Francia, la URSS, Italia y Alemania, y Portugal quedó reducida a un segundo plano muy poco influyente en la Guerra de España.

El 26 de febrero de 1937, Vasco Pereira de Cunha, se presentó en Salamanca, residencia de Francisco Franco, y luego fue a Burgos porque le dijeron que allí estaba el general Dávila, presidente de la Junta Técnica del Estado español. En Salamanca vio a Nicolás Franco, secretario general de su hermano Francisco, y a Joaquín Bau, presidente de la Comisión de Comercio e industria franquista.

El 15 de mayo de 1937, se firmó en Salamanca el Acuerdo Provisional de Relaciones entre España y Portugal, en el que se abrió una cuenta de compensación, o clearing, en el Banco de Portugal en Lisboa, a nombre del Gobierno de Burgos, que permitía el comercio internacional entre Portugal y los rebeldes españoles. En caso de victoria franquista, los rebeldes españoles le deberían mucho dinero a Portugal, y las relaciones no serían de superioridad. Portugal adquiría gran parte del aceite español, y lo comercializaba como portugués, pero ingresaba el dinero en su cuenta de compensación en Lisboa.

El 28 de mayo de 1937, las Mocidades portuguesas y la Legión Portuguesa, quisieron participar en la Guerra de España en el bando rebelde, pero Salazar no quería participación oficial de Portugal. Salazar razonaba que si el Comité de No Intervención castigaba a Portugal, se romperían sus relaciones con Gran Bretaña y Francia, y sería una desgracia para los portugueses.

El 4 de julio de 1937, hubo un atentado contra Oliveira Salazar, del cual resultó ileso. Tras el atentado, sucedieron diversas manifestaciones populares de apoyo a Salazar, misas de acción de gracias, y llegaron telegramas de felicitación de Franco, y de Alemania, Italia, Gran Bretaña y El Vaticano. Salazar aprovechó el momento para acabar con la oposición portuguesa. Y el 6 de julio, hizo un discurso ante 1.500 oficiales portugueses en el que dijo que nunca rompería con Gran Bretaña, ni permitiría que Portugal fuera engullido por la URSS en una República Soviética Ibérica.

En noviembre de 1937, Gran Bretaña reconoció al general Franco, y Portugal quedó fuera de juego en su estrategia política. entonces, reconoció oficialmente al Gobierno de Franco, como había hecho Gran Bretaña, y encargó de las gestiones correspondientes a Barjona, encargado de negocios portugueses en Tánger, el cual fue a Burgos el 4 de diciembre de 1937, y le dijo a Franco que Portugal no le había reconocido oficialmente para tener las manos libres, pero que a partir de ese momento tendrían un agente oficioso en Burgos, un hombre de importancia, que hubiera sido Ministro, y que se trasladaría a Burgos en cuanto Franco diera su permiso. Y el 7 de diciembre de 1937, Salazar nombró para este cargo a Pedro Theotonio Pereira, con el nombramiento de “agente especial”, pero no como encargado de negocios, ni como embajador. Era una figura nueva copiada por Salazar a Gran Bretaña. Theotonio dejó el Ministerio de Guerra y se dirigió a Salamanca. Franco dijo que Portugal estaba actuando a las órdenes de Gran Bretaña, y no con personalidad propia. Theotonio le dijo a Franco que Portugal no quería sobrepasar la categoría de “agente especial” para no comprometerse internacionalmente, pero que no actuaba a las órdenes de Gran Bretaña.

El 18 de enero de 1938, Theotonio llegó a Salamanca, y se instaló en el Gran Hotel. Tenía buena presencia física, y se hacía valer entre la gente. Visitó a todas las personalidades de Salamanca: Sangroniz, Muguiro, Nicolás Franco, el Gobernador Civil, el obispo Pla y Deniel, el embajador alemán Eberhard von Stohrer, el “agente especial” británico Robert Hodgson, el embajador italiano Viola di Campalto, y el 31 de enero de 1938, le recibió el propio Francisco Franco en Burgos. Pero Franco recibió primero al “enviado especial” británico, y luego al portugués, para resaltar que Portugal actuaba a las órdenes de Gran Bretaña. Y Franco no mostró ninguna cordialidad con el portugués, sino que estuvo seco y reservado. El portugués exigía que los monárquicos Paiva Couceiro y el conde de Silves, fueran detenidos, como organizadores de la conspiración contra Oliveira Salazar. Pero el asunto era complejo, porque en el golpe había habido complicados falangistas españoles. Franco envió a Paiva Couceiro a Granadilla (Tenerife) y a los conspiradores de menos importancia a Portugal.

Pedro Theotonio Pereira se instaló en San Sebastián, y desde allí viajaba a Burgos, Salamanca, Oviedo o Cataluña, cuando quería ver a Franco. En San Sebastián reunía información sobre lo que decidían los países europeos y lo que pensaba España. Por San Sebastián pasaban muchos extranjeros, alemanes, italianos y británicos, y él hablaba con todos y enviaba su información a Lisboa. También tenía un representante en Talavera de la Reina, que controlaba los movimientos en la “raya de Portugal” en la zona de Extremadura.

Los portugueses enemigos de Salazar estaban refugiados en Francia y en España y organizaban alteraciones del orden público para llamar la atención sobre la dictadura en Portugal. Entre los exiliados portugueses, había muchos militares. Salazar decidió renovar toda la cúpula militar portuguesa, y ello causó intranquilidad entre los militares. Salazar se ganó a la Guardia Nacional y a la policía, que fueron en adelante su principal apoyo. Uno de los destituidos fue Domingo de Oliveira, gobernador militar de Lisboa. Otro de los líderes antisalazaristas era Paúl Esteves, el cual vivía en España.

El 4 de marzo de 1937, se hizo público la existencia en España de la Misión Militar Portuguesa de Observación, o sea, la policía política portuguesa. Esta policía constaba de una Sección de Observación, que viajaba a España, y volvía a Portugal a redactar sus informes sobre enemigos de Salazar, y una Sección de Asistencia que luchaba en el ejército de Franco manteniendo sus categorías militares desde comandantes y capitanes, a tenientes y suboficiales. Franco les exigía no vestir sus uniformes portugueses, y pasar desapercibidos bajo uniformes españoles. El jefe de la Sección de Asistencia era Botelho Moniz.

Los soldados portugueses en España, organizaron en Portugal una sección juvenil, llamada “Viriatos”, donde se preparaban nuevos soldados para luchar en España.

La Sección de Observación tenía una misión quizás más difícil que la de Asistencia, pues tenía que vivir en zona republicana española, entre comunistas, y su misión era doble: por una parte, localizaban portugueses en España, y por otra, localizaban comunistas que querían luchar contra Oliveira Salazar en Portugal. Los comunistas portugueses estaban organizados en el grupo “Lusitania”.

La Misión Militar Portuguesa de Observación, era tan secreta que no tenía existencia oficial en Portugal. Tampoco existían oficialmente los Viriatos. Siempre se negaba que existieran. Los 15.000 portugueses que lucharon en el ejército franquista, y sus 80 oficiales y suboficiales, no tenían apoyo portugués, y si les pillaban, eran abandonados a su suerte. Franco les pagaba bien, y eso era todo lo que tenían.

Debemos decir que otros 5.000 portugueses, estaban luchando en el bando republicano en diversas situaciones, como voluntarios en la Legión Española, como integrantes de milicias comunistas, como mercenarios en el ejército regular, pero no había una organización portuguesa en la República de España.

En marzo de 1938, España le debía a Portugal 16.000 millones de escudos, y ya le había pagado 9.000 millones más. El Gobierno de Portugal avalaba los créditos con que Franco le pagaba a los combatientes portugueses en España. Además, desde Portugal pasaban a España ganados, tejidos, medicinas, madera, armas y municiones.

El 12 de mayo de 1938, el Agente Especial portugués en España, fue elevado a la categoría de embajador y fue así reconocido tanto por Oliveira Salazar como por Franco.

El 28 de mayo de 1938, Oliveira organizó un gran desfile militar como homenaje a sus fuerzas armadas.

En septiembre de 1938, Theotonio le sugirió a Salazar el hacer un pacto de no agresión entre España y Portugal, y le dijo que Alemania no apoyaba incondicionalmente a Franco, y podía haber problemas si los alemanes entraban en España. El informe decía que Portugal debía estar preparada ante la nueva situación internacional.

El 31 de diciembre de 1938, Salazar sufría una fuerte oposición dentro de Portugal, encabezada por su Ministro de Justicia, Manuel Rodríguez.

En abril de 1939, Portugal no quiso significarse en la victoria de Franco, y Salazar ordenó que no hubiera soldados portugueses en los desfiles, sino simplemente se veía un grupo llamado “Misión Militar Extranjera”, lo cual era suficiente para su repatriación, sin levantar protestas internacionales.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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