Julio de 1936 en Zaragoza.

El Golpe en la V División Orgánica.

Ideas Clave: Miguel Cabanellas, los anarquistas de Zaragoza, los grupos rebeldes de Zaragoza, Huesca en julio de 1936, Jaca en julio de 1936, Teruel en julio de 1936, Soria en julio de 1936,

La V División Orgánica abarcaba las provincias de Huesca, Zaragoza, Teruel y Soria, y estaba a las órdenes del general Miguel Cabanellas Ferrer. Su situación geográfica, a mitad de camino en la carretera de Madrid a Barcelona, hacían de Zaragoza un punto estratégico. Por otra parte, ello era un inconveniente, pues los sublevados de Zaragoza tenían que resistir los ataques tanto de Madrid como de Barcelona. Otra cosa hubiera sido en caso de triunfar el golpe en Barcelona el día 19 de julio, pero no sólo no triufó en Barcelona, sino que a Zaragoza se le abrieron al menos cuatro frentes: Guipúzcoa y Vizcaya por el norte, Barcelona por el este, Valencia por el sureste, y Madrid por el suroeste.

Gran parte de los sucesos de Zaragoza, ya han sido tratados en el capítulo 20.14.03.Julio de 1936 en Barcelona, y no vamos a ser reiterativos aquí.

         Miguel Cabanellas.

Miguel Cabanellas Ferrer, 1872-1938, era militar de caballería, y había estado destinado en Marruecos en varias ocasiones. Creó la Primera Mehalla y el Primer Tabor de Regulares de caballería. En 1923, se mostró a favor del levantamiento de Primo de Rivera, pero se decepcionó muy pronto, y en 1926 fue depuesto como Gobernador Militar de Menorca, y fue pasado a la reserva con 56 años de edad. En 1929, conspiró contra Primo de Rivera, y los republicanos pensaban que era uno de los suyos. Por eso, en abril de 1931, Azaña le nombró Capitán General de Andalucía, y luego Comandante en Jefe del Ejército de Marruecos. En febrero de 1932, sustituyó a Sanjurjo en el mando de la Guardia Civil. Y más tarde, le dieron el mando de la Quinta División Orgánica, Zaragoza. Era un hombre de confianza del Gobierno republicano, pero era demócrata liberal, y no toleraba la renuncia a la democracia liberal que estaban haciendo los Gobiernos de España, cuando entregaban puestos de gobierno a comunistas y socialistas de clase. Cabanellas tenía una ideología similar a la de Emilio Mola. Para el golpe, Cabanellas se puso al habla con Queipo de Llano, Inspector General de la Guardia Civil, un hombre con excusas para viajar por toda España, y con Emilio Mola que estaba en Pamplona, no demasiado lejos de Zaragoza.

Tras Sanjurjo, Cabanellas parecía el líder natural de la sublevación, pues su carrera militar sólo podía ser igualda por Manuel Goded. El 19 de julio fracasó Goded en Barcelona, y el 20 de julio murió Sanjurjo, por lo que quedaba Cabanellas. Francisco Franco era un jovencito, 43 años en ese momento, muy popular en el ejército de África, que todavía no podía ser considerado un grande en el ejército. Otra cosa sería que dos meses después, el único que presentaba resultados era Franco, el que se relacionaba con Mussolini por deseo de Mussolini era Franco, y la figura de Franco ganara peso y fuera declarado jefe de los sublevados. Pero Franco no estaba en la línea liberal democrática de Mola y Cabanellas, sino todo lo contrario, era antiliberal y antidemocrático, al tiempo que anticomunista y antisocialista como otros rebeldes.

No todos los sublevados confiaban en Miguel Cabanellas, pues ni los monárquicos confiaban en un republicano como Cabanellas, ni los autoritarios antidemocráticos del ejército africano confiaban en un liberal demócrata. Por eso, cuando más tarde, designaron a Cabanellas Presidente de la Junta de Defensa Nacional, estaban resguardándose de darle mando en tropa, y no le dieron sino un cargo honorífico. En  septiembre de 1936, Cabanellas se opuso a que el autoritario antidemócrata Francisco Franco fuese nombrado Jefe del Estado, pero hubo un pacto final, y Franco fue designado Jefe del Estado por un Decreto firmado por el propio Cabanellas. Franco le nombró a Cabanellas, el 1 de octubre de 1936, Inspector General del Ejército, otro puesto sin mando directo en tropa. Cabanellas quedaba fuera de los puestos de decisión. El odio era mutuo.

Cabanellas era republicano. La Dictadura le había pasado a la reserva, y la República le había puesto de nuevo en la escala activa. Era de derechas, y pensaba en imponer una dictadura militar republicana con Cortes constituyentes. El Gobierno republicano creyó poder atraerle a su bando, y Casares Quiroga le llamó por teléfono en la mañana del 18 de julio para resaltar que estaban más próximos en ideas ellos dos, que sus socios africanistas, requetés y falangistas.

El 18 de julio, Cabanellas todavía no se había manifestado como rebelde, pero se sabía que era el punto más fuerte de la rebelión. El Presidente del Gobierno, Casares Quiroga, le tendió una trampa el 18 por la tarde cuando le llamó por teléfono: Casares Quiroga sabía que Cabanellas era republicano y cumplidor de su deber. Empezó Casares Quiroga ofreciéndole a Cabanellas un puesto en el Gobierno para que hiciera los cambios que desease, pero Cabanellas no aceptó. Acabó requiriéndole por teléfono para acudir a Madrid urgentemente, a informar al Gobierno. Y Cabanellas no fue a Madrid.

Y al mismo tiempo, Casares Quiroga envió al general Miguel Núñez de Prado Susbielas a tomar el mando de la V División en Zaragoza. Cabanellas mandó detener a Núñez de Prado nada más llegar a Zaragoza. Núñez de Prado viajó en un Havilland Dragon bimotor, y llegó a Zaragoza a las 16:00 horas del 18 de julio. Su misión era impedir la sublevación de Zaragoza. Núñez de Prado se dirigió al Gobierno Civil y se instaló allí. Cabanellas le indicó que se presentase en la División. El Inspector General se negó. Entonces, Cabanellas envió a Álvarez Arenas a detenerle, y Núñez de Prado aceptó ir a la División. Cabanellas le dijo que se volviera a Madrid por donde había venido, pero Núñez de Prado no aceptó la orden. Al contrario, pidió a Cabanellas su renuncia. Cabanellas arrestó a Núñez de Prado. El 19 de julio, Núñez de Prado fue conducido a la Academia Militar de Zaragoza y más tarde, se decidió llevarle a Pamplona, donde desapareció para siempre. El 19 de julio, Cabanellas hizo la declaración oficial de estado de guerra. Miguel Cabanellas Ferrer se declaró en rebeldía contra el Gobierno republicano en la mañana del 19 de julio. Declaró estado de guerra en nombre de la República, porque él era republicano y masón, pero se declaraba en rebeldía contra un Gobierno entregado a los socialistas de clase, comunistas y anarquistas.

De los ocho Generales Jefes de Divisiones Orgánicas de la República, sólo uno estaba con los sublevados, y era Miguel Cabanellas en Zaragoza. Para el triunfo del golpe, era urgente tomar el mando de las ocho regiones militares, y a ello se dedicaron los jefes intermedios, capitanes, comandantes y tenientes coroneles que, masivamente, apoyaban el levantamiento.

     Los generales implicados en Zaragoza.

En Zaragoza, el 19 de julio, se rebelaron los generales Miguel Cabanellas Ferrer, Eliseo Álvarez Arenas, Eduardo Martín González de la Fuente, y el coronel José Monasterio Ituarte, que eran el centro de la rebelión, aunque el coordinador, Emilio Mola, estaba en Pamplona, también territorio de la V División.

         Los anarquistas de Zaragoza.

En las calles de Zaragoza, los guardias de asalto y los falangistas por un bando, luchaban contra los sindicalistas obreros, en su mayoría anarquistas, en el otro bando. Era una situación confusa para un lector inexperto, pues los guardias de asalto, caracterizados por defender al Gobierno, estaban en Zaragoza con los rebeldes, y los anarquistas, caracterizados por atacar al Gobierno, estaban con los gubernamentales. En general, los guardias de Asalto del resto de España estuvieron con el Gobierno.

La primera preocupación de Cabanellas era el anarquismo, una institución que se estaba imponiendo en España como desorden completo contra la propiedad, la Iglesia, el ejército, y el Gobierno. Lo primero para Cabanellas, era acabar con los anarquistas, mientras para Mola lo primero era ir sobre Madrid y tomar el Gobierno. Era un error obvio de Cabanellas, pues lo primero era tomar el Gobierno, y ya se podrían tomar medidas contra el anarquismo después. El error fue común a casi todos los rebeldes, y por ello, fracasó el golpe de Estado y se transformó en una guerra.

Las fuerzas anarquistas eran muy numerosas en la ciudad de Zaragoza, que de hecho era considerada uno de los centros anarquistas más importante de España, e incluso de Portugal. Se consideraba que había unos 50.000 anarquistas que podían tomar las armas por la República. Pero los anarquistas tenían dudas en cuanto a si debían luchar por el Gobierno de una república burguesa, y no reaccionaron a tiempo, y ya no pudieron reaccionar antes de que la ciudad estuviera ocupada por los militares rebeldes. Los rebeldes sabían de la fuerza anarquista, y decidieron detener a los anarquistas conocidos en el primer momento de la sublevación. Lo único que se les ocurrió a los anarquistas fue declarar la huelga general, una reacción ingenua en tiempo de guerra, pero es a lo que estaban acostumbrados en tiempo de paz. Una vez los militares en la calle, la huelga de los obreros no tenía operatividad ninguna. Entonces, los anarquistas tomaron la decisión de huir de la ciudad.

          Los grupos rebeldes de Zaragoza.

Falange Española era muy activa en Zaragoza, y sus milicias estaban a las órdenes del teniente coronel Gustavo Urrutia González, el cual dispuso el 19 de julio de 250 falangistas, y se dirigió a la cárcel de la ciudad a liberar a Jesús Muro Sevilla, Jefe de la agrupación “Al Servicio de España”,  y a José Sainz Nothnagel, Jefe territorial de Falange en La Mancha.

Acción Ciudadana de Zaragoza era una asociación de retirados del ejército, los cuales se presentaron ante el coronel Bartolomé Barba Hernández, coordinador de los rebeldes en Valencia, y empezaron a reclutar voluntarios para la rebelión. Enseguida alistaron a 3.000 personas. Su principal trabajo fue asegurar los abastecimientos de la ciudad, experiencia que Zaragoza tenía de los muchos asedios que había sufrido. También hicieron servicios de vigilancia, y “limpiezas” de rojos. Decían no militar en partidos políticos, pero que servían a España para liberarla de tiranía de Moscú. Se calculaba que la organización afectaba a 20.000 personas.

En cuanto al aporte de milicianos para la causa rebelde, el trabajo de Acción ciudadana fue más bien un fracaso: El comandante de infantería, Pedro Peñarredonda, organizó en Zaragoza una “Bandera del Tercio”, en la que dijo que el que se alistase borraría sus antecedentes políticos y criminales, como pasaba en la Legión. Izó una bandera con el nombre de Sanjurjo.

Acción Ciudadana de Zaragoza, distinguía a sus hombres por un brazalete blanco en el brazo izquierdo. Los hombres estaban armados, y sus jefes eran militares profesionales. Dividieron la ciudad en sectores, y cada sección de Acción Ciudadana vigilaba un sector.

Los milicianos de Acción Ciudadana fueron clasificados en grupos de edad: los de 18 a 35 años, eran destinados al frente; los mayores de 35 años eran destinados a servicio de armas en la propia Zaragoza, aunque algunos iban también al frente; los mayores y los físicamente no aptos, eran utilizados para servicios urbanos diversos; los que sabían música iban a la banda del maestro Sapetti; los menores iban a la Sección Infantil; y las mujeres se encuadraban en la Sección Femenina que se dedicaba a confeccionar ropa de abrigo, carga de cartuchos, bordado de banderas, bordado de camisas, recaudación de dinero en la calle, y servicios hospitalarios. Pero 10 días después, Acción Ciudadana no tenía suficientes soldados voluntarios ni para formar una compañía. Los que se apuntaron, fueron llevados al frente a primeros de septiembre, y cuando intentaron pasarse al bando republicano, fueron ametrallados y murieron la mayoría por fuego rebelde.

Renovación Española creó en Zaragoza el batallón “Calvo Sotelo” y lo puso a las órdenes del comandante Antonio Larocha, el cual instaló su cuartel en el Seminario Conciliar de la Plaza de la Seo, y abrió una suscripción para regalar a Franco una Virgen del Pilar. Los donativos debían enviarse a “Renovación Española, Independencia, 32”, siendo la cuota mínima 25 céntimos.

     Otras ciudades de la V División.

En Huesca, se rebelaron el general Gregorio de Benito Terraza y el coronel Carmelo García Conde.

En Jaca, los civiles se opusieron a la sublevación y fueron reprimidos por el general De Benito.

En Teruel, los obreros pidieron armas al Gobernador Domingo Martínez Moreno, y éste contactó con el teniente coronel de la Guardia Civil, Pedro Simarro Roig y con el teniente de la Guardia de Asalto, Antonio Navarro Gómez, y creyó tener dominada la situación para la República. Pero el comandante Virgilio Aguado Martínez tomó el mando militar, con permiso de su jefe, el teniente coronel Mariano García Brisolara, y se declaró rebelde. Destituyó a las Comisiones Gestoras de los Ayuntamientos de la provincia, y puso autoridades rebeldes. Tenía el apoyo de una cincuentena de requetés y falangistas. Todos sabían que la decisión estaba en manos de la Guardia Civil, la cual arrastraría a la Guardia de Asalto, pero la Guardia Civil dijo que acataría órdenes de las autoridades competentes. Como el teniente coronel de la Guardia Civil, Pedro Simarro, estaba en Alcañiz, Aguado consiguió una orden del comandante José Pérez de Hoyos en favor de apoyar la rebelión. Teruel se convirtió en una ciudad del bando rebelde, porque el Gobernador no tomó ninguna medida, mientras esperaba órdenes de Madrid, que nunca llegaron. Los obreros de las cuencas mineras, principalmente de CNT-FAI, proclamaron el comunismo libertario y una huelga general que sirvió de bien poco en esos momentos. Pero Virgilio Aguado se impuso y detuvo a los líderes obreros y ocupó los edificios públicos de la ciudad. La huelga terminó el 27 de julio, y los líderes obreros huyeron a las montañas. Aguado recibió un cargamento de armas procedente de Zaragoza, y con ellas fue sobre las cuencas mineras, acorralando a los milicianos republicanos.

En Soria, se sublevaron el teniente coronel Rafael Sevillano Carvajal y el teniente coronel de la Guardia Civil Ignacio Gregorio Muga Díez. Luego llegó el coronel Francisco García-Escámez Iniesta que declaró “pasivo” a Muga y decidió que había que tomar una actitud rebelde mucho más activa.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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