EL GOBIERNO LERROUX DE MAYO DE 1935.

Ideas clave: Gobierno Lerroux de mayo de 1935, satisfacción de la derecha en mayo de 1935, el juicio de 1935 a los catalanistas, crisis del PSOE en 1935, el desafío de la derecha en 1935, el populismo del Gobierno en 1935, los comunistas en 1935, las asociaciones católicas en 1935, Azaña en 1935, los intelectuales españoles en 1935, la contrarreforma agraria de Velayos, la crisis de Gobierno de septiembre de 1935,

     El Gobierno Lerroux con 5 ministros CEDA,

     6 de mayo de 1935- 24 septiembre 1935.

  Presidente del Consejo de Ministros, Alejandro Lerroux García, 1864-1949, PRR.

  Obras Públicas, Manuel Marraco Ramón, 1870-1956, PRR.

  Estado, Juan José Rocha García, 1877-1938, PRR.

  Gobernación, Manuel Portela Valladares, 1867-1952, independiente.

  Hacienda, Joaquín Chapaprieta Torregrosa, 1871-1951, independiente ligado a Alcalá-Zamora.

  Instrucción Pública y Bellas Artes (educación), Joaquín Dualde Gómez, 1875-1963, Partido Liberal Demócrata de Melquiades Álvarez.

  Industria y Comercio, Rafael Aizpún Santafé, 1889-1981, CEDA.

  Trabajo, Sanidad y Previsión Social, Federico Salmón Amorín, 1900-1936, CEDA.

  Justicia, Cándido Casanueva Gorjón, 1879-1947, CEDA

  Guerra, José María Gil-Robles Quiñones, 1898-1980, CEDA.

  Comunicaciones, Luis Lucia Lucia, 1888-1943, CEDA.

  Marina, Antonio Royo Villanova[1], 1869-1958, agrario.

  Agricultura, Nicasio Velayos Velayos 1877-1951, agrario.

El 6 de mayo de 1935 tuvo lugar la entrega de cinco Ministerios a la Confederación Española de Derechas Autónomas, CEDA: Gil-Robles como Ministro de la Guerra, y también los Ministerios de Industria y Comercio; Trabajo, Sanidad y Previsión Social, Justicia, y Comunicaciones, caían en manos de CEDA. A su vez, dos Ministerios caían en manos caían en manos de otro grupo de derechas, los agrarios, que se quedaban con Agricultura, y Marina.

     Los republicanos radicales ya sólo eran 3 Ministros, pero conservaban la Dirección de Seguridad, Gobernador del Banco de España, y el gobierno de Tabacalera, Telefónica… cosas para ganarse el apoyo radical en las Cortes.

     La llegada de Gil-Robles al Ministerio de Guerra era polémica. Se puso a legislar profusamente para evitar que la izquierda pudiera dar un golpe de Estado. Quería restaurar el ambiente de satisfacción dentro del ejército, purgar a los altos mandos comprometidos con la izquierda, y suministrar al ejército los medios materiales por los que tanto había suspirado. Gil-Robles incorporó a los puestos clave del ejército a todos los hombres conocidos como más duros y autoritarios del mismo: Subsecretario del Ministerio de Guerra era Joaquín Fanjul, Jefe de Estado Mayor Central era Francisco Franco, Inspector General y Director General de Aeronáutica era Manuel Goded, Jefe del Ejército de Marruecos era Emilio Mola. Quizás todos estos nombramientos podían ser explicados, y podían verse como necesarios desde determinado punto de vista en la situación tan difícil en la que se vivía. Lo que es mucho más difícil de entender es el ascenso a general de un conocido ultraderechista especialista en levantar bandas paramilitares como era José Enrique Varela Iglesias. Este grupo de hombres, estaba en principio de acuerdo con un sistema republicano, pero odiaba las revoluciones marxistas y anarquistas que se estaban preparando, y que los españoles percibían como inminentes. Todavía, nada hacía presagiar que Francisco Franco iniciara una dictadura personal antidemocrática, y que para ello, acabara con sus colegas de rebelión, pero sí que hubiera una reacción  militar, en contacto con la derecha. Aunque Gil Robles, en su momento, hubiera abandonado su cargo sin protagonizar ningún golpe de Estado, al permitir en 1935 las reuniones de los descontentos, y darles cargos de importancia, daba la impresión de querer dar un golpe de Estado. Por otro lado, al intentar vaciar de contenido las leyes de 1931, podía interpretarse que quería calmar a los descontentos. Gil Robles mantuvo la política de Azaña de reducir el ejército, pero cambió a los jefes del mismo, poniendo a los autoritarios y duros de más a la derecha.

Gil Robles no gustaba a la mayoría de los políticos del momento: Alcalá-Zamora mostró su descontento con Gil Robles. Los monárquicos opinaban que era un hombre que no se había opuesto a la República en 1931 y años posteriores. La izquierda se oponía en bloque a un hombre que coqueteaba con los modos fascistas de Mussolini.

     En educación se paralizó toda la inversión estatal: se pararon los planes de construcción de escuelas, el de construcción de casas de maestros, las becas para estudios en el extranjero, se cerró el centro de estudios arábigo, se cerró la UIMP de Santander, las misiones pedagógicas, y la Facultad de Medicina de Madrid.

Bajo este programa, que en teoría era de ahorro del Estado, yacía una política de atacar a la ILE y proteger al catolicismo. La educación se deterioraría definitivamente en noviembre de 1935 cuando un decreto permitió que los inspectores fueran trasladados o destituidos por las autoridades locales que inspeccionaban, lo cual significaba el final de los informes negativos. La política educativa se completó con la devolución de su patrimonio a los jesuitas: unos 25 edificios en Barcelona y Valencia que venían funcionando como escuelas públicas. También se les concedió una indemnización por otros daños que hubieran tenido.

     Joaquín Chapaprieta, Ministro de Hacienda, fue muy polémico: era un abogado de gran reputación, pero independiente políticamente. Se le ocurrió buscar un equilibrio económico de las cuentas del Estado pidiendo una reducción de los sueldos de los funcionarios en un 10-15%; un aumento del impuesto sobre herencias; y un aumento de las tasas sobre ventas de fincas. CEDA no estuvo de acuerdo en nada con Chapaprieta, porque perjudicaba a sus principales clientes. El programa de austeridad era algo completamente necesario, que nadie quería abordar en España desde hacía décadas, y en lo que fracasaban todos los Ministros de Hacienda desd4e hacía décadas. Joaquín Chapaprieta intentó la estabilidad presupuestaria, restringiendo gastos, e incrementando los ingresos del Estado. Lo más efectivo en ese momento era poner orden en la Administración, y procurar que fuera, al menos, eficaz. Y el 29 de mayo de 1935 presentó una Ley de Restricciones, que le fue aprobada, pero nunca se aplicó. La realidad de la racionalidad se quedaba colgada en el aire.

     Federico Samón Amorín inició en Trabajo, Sanidad y Seguridad Social, un programa social interesante, que no tuvo continuidad, y se quedó en la nada.

     Otro Ministerio polémico entregado a la derecha, fue Agricultura, del que se nombró Ministro a Nicasio Velayos Velayos, conocido cacique de Ávila. Su misión era desmontar todas las reformas agrarias hechas en 1932-34. Velayos, se proponía deshacer toda la Reforma Agraria de Largo Caballero. Su actuación fue un desastre diplomático: expulsó de las tierras que habían ocupado a decenas de miles de agricultores no propietarios, sin darles una alternativa de vida. Y los yunteros colocados en Extremadura por Azaña en 1932, fueron desposeídos también de sus fincas. Esa política era llamar a la insurrección violenta. Esta base de violencia, sumada a la suspensión del Estatuto de Autonomía catalán, hacía previsible la violencia ya desde finales de 1935. En 1936, sería una guerra civil.

Satisfacción de la derecha en verano de 1935.

Desde fuera del Gobierno, José Calvo Sotelo y su Bloque Nacional, generaban simpatías populares. Para conseguir esa simpatía popular, Calvo Sotelo se limitaba a decir que ya no era posible el consenso entre partidos, y que había empezado un enfrentamiento civil. Igualmente, la Unión Militar Española, UME, tenía muchos simpatizantes.

La extrema derecha creyó que era el momento de su revolución: Falange Española habló en junio de 1935 de la necesidad de un levantamiento armado. Secundaron esta opinión los requetés o carlistas. Pero eran palabras vacías, pues no estaban preparados para un proyecto de tal envergadura, ni tenían armas, ni estaban coordinados con ningún grupo militar.

Y sin embargo, Gil Robles se sentía eufórico y lo manifestaba en sus discursos por toda España. Era de una inconsciencia muy grande. Hacía constantes manifestaciones de orgullo por no respetar la legalidad republicana, discurso que ponía nerviosos a muchos de derechas conscientes del peligro que se avecinaba. El desacuerdo constante con la legalidad es un peligro político muy grande, que no alcanzaban a valorar los españoles en 1935.

Y frente al ambiente levantisco de la derecha frente a la legalidad, la izquierda marxista y anarquista también estaba poniendo en peligro al Gobierno, pues criticaba todo lo que éste hacía, negando la validez de la legalidad republicana. No le daban a sus críticas aire de democracia, sino aspecto de revolución. Este aire de revolución favorecía los movimientos de ultraderecha, pues el miedo al socialismo y al comunismo, daba más adeptos a la derecha ultra.

     El 26 de mayo de 1935, Azaña dijo, en el Campo de Fútbol de Mestalla, que el Gobierno estaba equivocado, y que era necesaria una coalición de socialistas y republicanos de izquierda para ganar las siguientes elecciones. Pero Azaña ya no representaba a una mayoría, sino que las mayorías se estaban conformando en torno a CEDA y Agrarios por un lado, y entorno a socialistas y comunistas por el otro. España se había radicalizado y polarizado.

         El juicio a los rebeldes catalanistas.

En abril de 1935, había sido enviado a Barcelona como Gobernador de Cataluña, Joan Pich i Pon. Su misión era restablecer relaciones entre la Generalitat y el Gobierno de España, antes de la celebración de los juicios por la rebelión de octubre de 1934. Pich llevaba en su cartera la retirada del “estado de guerra” que regía en Cataluña desde octubre de 1934, y el restablecimiento de la Generalitat, excepto en el mando sobre las fuerzas de orden público. Se trataba de pacificar Cataluña y evitar otro levantamiento.

     El 6 de junio de 1935, el Tribunal de Garantías Constitucionales condenó a Companys y a sus Consejeros de la Generalitat, por la sublevación realizada en octubre de 1934. Companys se aseguró de hacer un levantamiento de sus bienes para aparecer como insolvente, y no poder ser castigado a multas. Fueron condenados a 30 años. La foto de Companys encarcelado, le convirtió en un mito popular catalán.

Pero Enrique Pérez Farrás, jefe de los Mossos de Escuadra, que había dado orden a sus hombres de disparar contra el ejército español del general Goded, y había causado con ello 46 muertos, fue condenado a muerte. Alcalá-Zamora quiso indultarle, pero Lerroux era partidario de ejecutarle. Alcalá-Zamora le conmutó la pena de muerte por la de reclusión perpetua. Posteriormente, Lerroux, que quería hacerse perdonar un indulto anterior que habían dado a Sanjurjo, mostró un gran disgusto en público. El resultado no fue el esperado, pues Lerroux perdió mucho prestigio en España en los siguientes días: la CEDA se enfadó con Lerroux y decidió no apoyar su Gobierno.

         Fracaso de los moderados del PSOE.

     En 1935, los pesoístas españoles estaban leyendo a Marx y a Lenin en las cárceles. Uno de esos presos lectores era Largo Caballero. Los autores comunistas podían ser leídos por el esfuerzo hecho desde 1929 por algunos editores de izquierdas: Editorial Maucci, de Barcelona, publicó obras de Kropockin, Bakunin, Tolstoi, Nietsche… además de manuales de salud, de cocina vegetariana y literatura pornográfica. Ignacio Bauer, a través de editoriales como Zeus y Zénit, publicó Los Clásicos Olvidados, una recopilación de obras maestras españolas no muy conocidas, traducciones de literatura rusa y alemana, y algunas obras de Marx y Engels y de Lenin.

     Así pues, Largo Caballero se hizo lector y teórico en la cárcel, y fue considerado por sus compañeros el líder socialista ideal, ya que era obrero estuquista, un proletario, mientras Azaña, Prieto y Besteiro eran intelectuales hijos de papá. Olvidaban que Largo Caballero había huido del trabajo, y se había colocado en el sindicalismo y en los cuadros del pesoísmo, y llevaba décadas sin trabajar, viviendo a costa de los pesoístas. Pero no podemos estar seguros de que Largo Caballero comprendiera a Marx, leyéndolo en un ambiente de exaltación dentro de la cárcel, explicado por jóvenes exaltados. Y surgió el deseo de trasmitir “la buena nueva” que ellos acababan de descubrir:

El 15 de junio de 1935 apareció la revista Democracia, de Andrés Saborit Colomer y Julián Besteiro. Era partidaria de las ideas de Besteiro, y participaban José Castro, Mariano Rojo, el diputado Manuel Muiño, Lucio Martínez Gil, Esteban Martínez Hervás, Trifón Gómez, Celestino García, y el propio Julián Besteiro. Fue un intento de hacer un PSOE moderado y gradualista, no revolucionario violento. Saborit creía que los principios socialistas habían sido traicionados por los caballeristas, y decía que la altura moral de este “caballero” era discutible. Era el sector del PSOE que podemos considerar “democrático” dentro de nuestros valores actuales.

Andrés Saborit Colomer, 1889-1980, era un periodista madrileño que ingresó muy jovencito en PSOE y en Juventud Socialista Madrileña, y propuso una idea de socialismo como oposición al militarismo, oposición a la Guerra de Marruecos, y organización de actividades culturales que ilustraran al pueblo poco culto. La diferencia con Largo Caballero y con el socialismo de clase largocaballerista, era muy evidente. En 1910, cuando la dirección de Federación de Juventudes Socialistas de España, FJSE, se trasladó desde Bilbao a Madrid, Saborit ganó en influencias, y en 1912 fue elegido Presidente del Comité Nacional de FJSE. En ese puesto estuvo hasta 1919. Su interpretación moderada del socialismo tuvo dos consecuencias: por un lado, el socialismo se extendió mucho por España; por otra parte, Saborit entró en conflicto con los más radicales del PSOE, la llamada izquierda socialista que se caracterizaba por buscar el poder para el proletariado. En febrero de 1914, Saborit, Anguiano, Luis Torrent y otros, fundaron la facción del PSOE “Acción Socialista”, la cual devolvió la dirección de El Socialista a Pablo Iglesias, pues el Congreso de 1922 se la había arrebatado, y fueron considerados como más conservadores, sin razón alguna por otra parte. Durante la Gran Guerra, los pesoístas españoles se dividieron entre la facción “revolucionaria” que quería la conquista del poder para los trabajadores, y la facción “reformista”, que quería llegar al socialismo por evolución natural de la sociedad. La escisión fue constantemente a más, y en 1917, el enfrentamiento interno era muy obvio. Saborit, como líder de la facción reformista, no dejó de crecer, y en 1914 era vocal del Comité Nacional del PSOE, donde en 1920 fue Secretario Adjunto, y en 1928, Vicepresidente. En esos años hizo amistad con Julián Besteiro, en la misma facción reformista del PSOE. En la huelga de 1917, los pesoístas pusieron dos delegados de cada facción en el comité de huelga. Saborit y Besteiro eran los reformistas, y Largo Caballero y Anguiano los revolucionarios. En 1923, Saborit se opuso a colaborar con el dictador, y allí llegó el declive de los reformistas, pues Besteiro opinó que se debía colaborar, pero también Largo Caballero colaboró junto a Besteiro. El tema fue en 1930, quién se exculpó y culpabilizó a los demás de los errores del PSOE, y éste fue Largo Caballero.

     También en 13 de julio de 1935, los partidarios de Francisco Largo Caballero fundaron “Claridad”, un semanario para expresar sus ideas al margen de El Socialista. En ese periódico se esforzaban por citar a Pablo Iglesias, y por demostrar que ellos eran la ortodoxia socialista, olvidando adrede citar que Pablo Iglesias se opuso en 1921 al ingreso en la Tercera Internacional. Enviaron a Margarita Nelken (diputada por Badajoz) a Moscú, y ésta vino contando maravillas del Segundo Plan Quinquenal y de los koljós soviéticos. Debía tener mucha imaginación, o el impacto de las nuevas comunas soviéticas la habían sacado de sus cabales.

Como era de esperar, Democracia de Saborit, tuvo una dura polémica con Claridad de Largo Caballero. Hasta que Saborit abandonó, porque el PSOE se lo ordenó.

Del 23 de noviembre de 1935 al 21 de diciembre de 1935, Claridad publicó una serie de artículos en forma de entrevistas que Santiago Carrillo hacía a Largo Caballero. En estos artículos, Largo Caballero pedía la reestructuración total del PSOE. Largo Caballero entendía que si el PSOE de Prieto se aliaba con Azaña, el grupo de los caballeristas aliado al PCE quedaría reducido a una minoría insignificante, lo que significaría el final de la carrera política de Largo Caballero. Por lo tanto, para él era prioritario acabar con Prieto. Santiago Carrillo actuaba a la sombre de Largo Caballero.

En Claridad, se definieron los principios del “socialismo de clase caballerista”: se pusieron a escribir en esa revista Enrique de Francisco, Carlos de Baráibar Espondaburu, Rodolfo Llopis, Julio Álvarez del Vayo, pidiendo la dictadura del proletariado como única forma de extinción de los abusos de la burguesía, mediante un total y completo dominio de los obreros sobre el Estado. El Estado burgués debía ser demolido por completo, y ello significaba abolir la monarquía, por ser burguesa, y extirpar a todos los reformistas que no aceptaban la revolución violenta como único camino. El FJSE se debía fusionar con el PCE, y UGT se debía fusionar con CGTU, es decir, debían desaparecer dentro de las instituciones comunistas.

En junio de 1935, no acabó la polémica interna en el PSOE, porque el hasta entonces besteirista, Gabriel Miró de Coca, decidió continuar la polémica escribiendo en Los Marxistas, revista que calificó a Largo Caballero de bolchevique, y pidió abiertamente la lucha contra la bolchevización dentro del PSOE.

Largo Caballero tenía muchos enemigos dentro del PSOE, pues se había enfrentado a Besteiro y a Prieto, había intentado bolchevizar el PSOE, e incluso había coqueteado con la idea de unirse al PCE. Pero se erigía en el triunfador que daba una nueva configuración al PSOE.

     El desafío de la derecha en 1935.

El homenaje a Gil-Robles en Salamanca: El 23 de junio de 1935, se celebró un homenaje a José María Gil-Robles Quiñones en Salamanca. Asistieron Lerroux, y Gil-Robles. Fue una soflama contra la izquierda. La izquierda se refirió en adelante a ello como al “Pacto de Salamanca”. No había habido ningún pacto, pero había sido una imprudencia ponerse a desafiar a la izquierda en ese momento. Gil-Robles dijo que el Gobierno permanecería unido frente a los separatistas, los extremistas y los integristas. Lerroux dijo de la derecha, que ”habíamos estado unidos ayer, lo estamos hoy, y lo estaremos mañana frente a los revolucionarios y frente a los alborotadores. Y si mañana, por azares de la política, nos enfrentáramos, seremos leales adversarios”.

     No estamos exagerando cuando decimos que los partidos y la vida política española se habían extremizado. En junio de 1935, José Antonio Primo de Rivera, principal representante de la extrema derecha, se permitía decir en público la siguiente frase: «nuestro deber es ir, por consiguiente, y con todas sus consecuencias, a la guerra civil». La idea de la guerra era compartida en privado por José Calvo Sotelo, antiguo Ministro de Hacienda de la dictadura.

Gil Robles se distinguía de estas derechas porque quería «destruir a la antiEspaña desde la legalidad”.

Se estaba preparando la trama civil de un posible golpe de Estado: tenía sus contactos con los militares de Unión Militar Española UME, militares que dominaban los servicios secretos del Estado y almacenaban armas alemanas, e incluso recibían entrenamiento alemán para su uso. José Antonio se entrevistó con UME en Gredos, el 16 de junio de 1935. El cardenal Gomá, arzobispo de Toledo, se mostraba fuertemente en contra del Gobierno español y simpatizante del grupo de derechas.

 El populismo del Gobierno en verano de 1935.

     En junio de 1935 hubo muy buena cosecha y exceso de trigo. El Estado se comprometió a comprar los excedentes, y los dedicó al Ministerio de Guerra. La abundancia dio una tregua al Gobierno, y Lerroux estaba dispuesto a aprovecharla.

Para hacer frente al problema del paro, el Gobierno creó una Junta Nacional contra el Paro, unas Cajas de Paro Forzoso, y un Programa de Obras Públicas. Fueron medidas nada efectivas, pero llamativas de cara a la prensa y a las masas ignorantes. Eran demagogia pura, y sin fondos para ponerlas en marcha, eran una burla a los españoles. Eran titulares para la prensa. Pero parece ser que a los españoles les van los políticos que les engañan con perspectivas optimistas.

     El 1 de julio de 1935 se disolvió el Patronato de las propiedades de la Compañía de Jesús.

El 3 de julio de 1935 se presentó el Proyecto de Reforma Agraria de Nicasio Velayos, que fue conocido popularmente como “La Contrarreforma Agraria”. En la reforma de 1932 había muchas injusticias como las expropiaciones forzosas sin indemnización, y la Reforma de 1935 parecía una revancha en vez de un intento de mejorar las leyes agrarias.

El 4 de julio de 1935, Lerroux presentó un Proyecto de Reforma de la Constitución. En principio parecía moderado, pero no era el momento de abrir el melón. Se pretendía reformar el tema de las Autonomías, las relaciones con la Iglesia Católica, las leyes sobre la propiedad, la Ley de Educación, y el Senado. Inmediatamente, se pidió que también se reformase la Ley Electoral, y el debate se interrumpió debido a que las Cortes tomaron vacaciones de verano.

23 de junio de 1935, el Tribunal de Garantías Constitucionales condenó al Gobierno catalán de 6 de octubre de 1934. Era una victoria moral del Gobierno.

         Los comunistas en verano de 1935.

     De 25 de julio a 21 de agosto de 1935, se produjo el VII Congreso de Internacional Comunista en Moscú. La Internacional Comunista pidió a los partidos comunistas un entendimiento con los socialistas, los republicanos y los liberales progresistas, “a fin de hacer frente juntos al fascismo”. El fascismo era una excusa, y una vez en el poder, ya se impondrían las medidas comunistas en el momento oportuno. La razón de este bandazo del Comintern era que los Partidos Comunistas, y concretamente el PCE, era un partido minúsculo y estancado, que había tocado techo, y del que por sí solo, no se podía esperar la toma del poder.

     Para que la idea cuajara, no sólo los comunistas debían aceptar a los socialistas, sino que dentro del PSOE, los socialistas revolucionarios debían retirar los insultos de “socialfascistas” que dedicaban a los socialistas “evolucionistas” o reformistas. Francia lo había conseguido, y ya había un modelo de Frente Popular en Europa.

La decisión del Comintern se aceptó en España a finales de 1935, cuando dieron fruto las conversaciones del PCE con caballeristas y prietistas, con Juventudes Socialistas, con el Partido Obrero Unificado Marxista POUM, que era trotskista, y con el Partido Sindicalista de Ángel Pestaña que era anarquista. Ninguno de esos partidos era democrático, en el sentido comúnmente entendido por democracia liberal social y parlamentaria, con respeto a los derechos humanos, incluido el derecho de propiedad. Eran “democracias populares o democracias socialistas” que trataban de imponer una dictadura del proletariado a fin de imponer sus criterios políticos a los demás, a través de una reeducación si era preciso. Eran democracias populares con finalidad de destruir la democracia.

Tampoco el PSOE de Largo Caballero era democrático, sino que perseguía “el socialismo de clase” con eliminación de la iniciativa empresarial libre, y control total sobre la instituciones del Estado por la “clase trabajadora”, clase que evidentemente no puede ser integrada por los ignorantes, sino sólo los dirigentes obreros. La aspiración de todos los españoles a tener una paga del Estado por no hacer nada, que era el concepto que tenían del funcionario, estaba en las mentes de las clases ignorantes, y ello las hacía vulnerables a las prédicas pesoístas y comunistas.

Lo más inesperado fue que los socialistas PSOE, y el POUM, y los republicanos aceptaran la propuesta comunista. Estaban yendo al populismo, y las élites intelectuales no estaban dirigiendo los partidos.

     El PCE aceptó a regañadientes la directiva de Moscú de aliarse con fuerzas afines contra el fascismo. Su ideología de la lucha de clases, se contradecía con la aceptada disciplina bajo la Internacional Comunista. En agosto de 1935, se recibió la orden de constituir el Frente Popular, y ya no era una recomendación. A finales de 1935 tuvo elaborado un plan y estrategia de Frente Popular, y estaba dispuesto a pactar con el PSOE. Su programa hablaba de captar en las bases al mayor número de simpatizantes aunque éstos no estuvieran afiliados, a fin de dominar el máximo de personas en una futura confrontación social. El 2 de junio de 1935, José Díaz, Secretario General del PCE, propuso una concentración popular antifascista con la posibilidad de formar un Gobierno Provisional Revolucionario, postura que le acercaba mucho a la idea de Frente Popular.

     Largo Caballero había razonado que, siendo el PSOE la parte abrumadoramente mayor en votos de la alianza PSOE-PCE, le correspondería a él ser Presidente del Gobierno, y la ambición personal le perdió. Lo curioso es que el partido le secundaba, por la idea de que tomando el poder doblegarían a los comunistas. No comprendían que los comunistas y anarquistas lucharían por su revolución, cada uno por la suya, incluso hasta la muerte, a poder la ser la muerte de los que discrepaban con ellos. Y los socialistas son considerados discrepantes por los comunistas, en el momento en que se instala una dictadura comunista.

Como era de esperar, en el PSOE hubo una fuerte crisis. La alianza con el PCE habida en Asturias, despertó a los socialistas reformistas o democráticos, y éstos se organizaron contra Largo Caballero al que acusaban de gran parte de responsabilidad sobre los sucesos de Asturias. Por entonces, el 14 de julio de 1935, se recibió la idea francesa de unidad socialista en un «Rassemblement Populaire», que en idioma español se tradujo sobre la marcha en «Bloque Popular», y que dará lugar en 1936 a un «Frente Popular» tras la unión con los comunistas. Era la aceptación de una situación de violencia, común a toda Europa tras la aparición de los fascismos. El PSOE entraba en crisis. Largo Caballero estaba en la cárcel y su enemigo Prieto, el jefe de los democráticos, estaba en el exilio. Largo Caballero hablaba por entonces de una sociedad de clases que debía conquistar el Estado por sí misma. Las Juventudes Socialistas iban más allá, y pedían disciplina fuerte de partido (bolchevización) y eliminación de la derecha socialista (Besteiro y Saborit) y centro socialista (Prieto), socialistas desde la revista «Leviatán» cuyo director era Luis Araquistáin. Los moderados escribían en la revista «Democracia» cuyo director era Andrés Saborit. Una vez aceptada la fusión, quedaban muchos aspectos a matizar dentro del PSOE. El más arduo era que Prieto apoyaba a Azaña, mientras que Largo Caballero se negaba a colaborar con Azaña, diciendo que no quería alianzas con “burgueses”.

     Sin embargo, CNT permaneció en sus ideas de no coalición con partidos políticos, aunque prometió su ayuda a un Frente Popular. Veía la oportunidad de su revolución del comunismo libertario, pero era consciente de que esta revolución no se produciría en manos ni de los comunistas ni de los socialistas. Y como CNT tenía millones de seguidores en el campo, tal vez los comunistas y socialistas se vieran sorprendidos por la fuerza del anarquismo.

     En 29 de septiembre de 1935 nació Partido Obrero de Unificado Marxista, POUM, por unificación de Izquierda Comunista de España, ICE, de Andreu Nin, y Bloque Obrero y Campesino, BOC, de Joaquín Maurín.

Izquierda Comunista de España, ICE, provenía de un movimiento iniciado en Bruselas en 1930 como Oposición de Izquierda Internacional, y que en España se llamó Oposición Comunista de España. Eran discrepantes de la política autoritaria de la Internacional Comunista y se declaraban trotskistas y su líder en España era Andreu Nin, y leían “El Soviet” y “Comunismo”. En 1934 rompieron con Trotski cuando éste recomendó ingresar en los partidos socialistas y cambiarlos desde dentro. En 1935 se declararon marxistas leninistas antiestalinistas y editaban La Batalla. Nin fue consejero de Justicia de la Generalitat hasta diciembre de 1936.

     El Bloque Obrero y Campesino, o Bloc Obrer i Camperol, BOC, de Joaquín Maurín, era de ideología socialista de izquierdas, intentaba el acercamiento al PSOE pero rechazaba ser absorbido por él, cosa difícil de solucionar puesto que BOC no tenía afiliados fuera de Cataluña, y resultaba una minoría en España. Ante el fracaso de la estrategia con el PSOE, decidió unirse a Izquierda Comunista, un partido trotskista dirigido por Andrés Nin, y de la fusión de ambos nació Partido Obrero de Unificación Marxista POUM cuya ideología tenía afinidades con la de Largo Caballero y las Juventudes Socialistas.

     El POUM tenía como sindicato a la Federación Obrera de Unidad Sindical, FOUS, y también controlaba pequeños sindicatos autónomos como la Unión Agraria de Lérida, la Unión de Rabassaires, y Juventud Comunista Ibérica, JCI. El POUM tenía también secciones en Pamplona, El Astillero (Cantabria), Gijón, Santiago, Salamanca, Madrid, Villada (Palencia), Llerena (Badajoz), Sevilla, Bilbao, Lugo y otras.

     Joaquín Maurín y Andreu Nin estaban convencidos de que la revolución comunista en España estaba muy próxima. Entonces cometieron un nuevo error: reconocieron legitimidad a todos los grupos nacionalistas independentistas españoles, para tener más fuerza, sin darse cuenta de que ello hacía más fuertes a los independentistas, pero no al movimiento comunista. Se podían conseguir independencias, pero ello era una provocación a la guerra civil, a que el resto de España se incomodara y reaccionara, que fue lo que sucedió. Cataluña estaba dominada por Esquerra Republicana de Catalunya, y la popularidad de su Presidente, Lluis Companys, permitía que muchos de CNT, Unió Socialista (Comorera) y Rabassaires, votaran Esquerra. La CNT era mayoritaria entre los trabajadores, pero no votaba ni participaba en política. Pero nacionalismo no es igual a comunismo, ni a socialismo, ni a anarquismo, y unir todas esas fuerzas era un experimento complejo.

Maurín votó por Azaña en 1936, pero con ello, estaba firmando su fracaso definitivo. Había sido engullido por el PCE. Ya no podría hacer las reformas que había prometido a los suyos, y empezó a desconfiarse de los comunistas. En julio de 1936, Maurín fue detenido.

En octubre de 1935, llegó el líder del PSOE, Indalecio Prieto, de Francia. Hizo el viaje clandestinamente, pues estaba exiliado, y habló al PSOE a favor de la alianza entre socialistas y republicanos. Por su parte, los socialistas radicales se pusieron al habla con los comunistas, para discutir la idea de Frente Popular. El acuerdo no llegaría hasta enero de 1936, renunciando los socialistas y comunistas al Gobierno a favor del grupo que ganara en las elecciones.

     En pro de la consecución del Frente Popular, el Comintern clausuró la Confederación General del Trabajo Unitaria, CGTU, creada por el médico burgalés afincado en Cádiz, Daniel Ortega Martínez. UGT se propuso entonces captar al máximo de afiliados de la central comunista que cerraba. UGT estaba en auge, y tenía muchos fondos, dinero, frente a un PCE pobre, por lo que UGT se aprovechó de las circunstancias. Posteriormente, UGT pudo pagar la campaña electoral del PSOE en octubre y noviembre de 1936, lo que demostraba que los grandes sindicatos españoles no estaban precisamente al servicio de los trabajadores, sino de los partidos.

         Asociaciones católicas en 1935.

     En 1935 se configuró Confederación Española de Sindicatos Obreros, o unión de sindicatos no marxistas ni anarquistas. Los falangistas no quisieron adherirse a estas agrupaciones católicas, pues no simpatizaban con ellas. Los anarquistas, comunistas y socialistas las anatematizaban sistemáticamente.

     Asociaciones cristianas eran: Acción Social Popular, del padre Gabriel Palau; Asociación Católica Nacional de Propagandistas de Ángel Ayala y Ángel Herrera Oria; Grupo de la Democracia Cristiana, de Maximiliano Arboleya y Severino Aznar; Centro de Estudios Sociales del Valle de los Caídos; Confederación Nacional Católico Agraria (que llegó a tener 600.000 personas afiliadas); los sindicatos del marqués de Comillas, Antonio Monedero y Sisinio Nevares; Católicos Libres, del padre Gerard y del padre Gafo; Solidaridad de los Trabajadores Vascos;  Independientes, de Maximiliano Arboleya; Central Española de Sindicatos Obreros que es el resultado de fusionarse en 1935 Solidaridad de los Obreros Vascos, e Independientes.

     Revistas cristianas de tipo social son: La Ciencia Cristiana; Razón y Fe; La Ciudad de Dios; Fomento SocialCorintios XIII.

     Los sindicatos cristianos eran el enemigo natural de UGT y de CNT, pues derivaron al proselitismo pro católico, igual que UGT y CNT hacían proselitismo marxista y anarquista. De entre los sindicatos católicos destacamos a Sisinio Nevares Marcos, 1878-1946, sacerdote jesuita, que en 1909 fundó un sindicato agrario en Carrión de los Condes (Palencia) y se puso a difundir esa idea por otros pueblos de la provincia en 1911-1912, momento en que captó a Antonio Monedero Martín, 1872-1940, rico empresario agrario de Dueñas (Palencia). Nevares se centró entonces en los sindicatos industriales de ferroviarios de Valladolid, y mineros de Aller (Asturias), mientras Monedero se centró en los sindicatos agrarios: en 1911, Asociación Católica Patronal Obrera La Unión; en abril de 1914, Unión de Federaciones de Castilla y León; en 1917, Confederación Nacional Católica Agraria, CONCA. Ambos emprendedores, pasaron a Galicia, Andalucía, Asturias y Cataluña, y se convirtieron en referencias nacionales. El sindicalismo católico fue muy bien mientras se limitaron a cuestiones prácticas como adquirir comunitariamente aperos, máquinas, plantas, semillas, plaguicidas. Luego empezó a ir peor, cuando abrieron mutualidades y seguros, que había que gestionar con fondos bancarios. Y definitivamente fueron mal cuando había que sufragar gastos de propaganda católica, periódicos, revistas, actos masivos, lo cual generó deudas impagables[2].

Los sindicatos cristianos desaparecieron en tiempos de Franco, pero se convirtieron en asociaciones cristianas tales como Hermandad Obrera de Acción Católica, HOAC, Vanguardias Obreras, o Juventud Obrera Católica, JOC. Durante el franquismo, hubo también movimientos sociales cristianos como el de Olaechea, Tarancón, Pildain, Herrera Oria, Añoveros, Díez Merchán… denunciando que había pobreza en medio de un régimen que no toleraba que se dijese que existía esa realidad, que le parecía una crítica o acusación de fracaso.

          Azaña en el “centro izquierda”.

     Azaña inició una campaña de mítines para denunciar al Gobierno de la derecha. Quería fortalecer un centro izquierda.

Azaña dio una serie de conferencias al aire libre, que se publicaron con el título de “Discursos a campo abierto”. La más significativa de éstas, se dio en Madrid el 20 de octubre de 1935 en el Campus de la Universidad de Comillas. Asistieron unas 400.000 personas, una cifra nunca antes vista en una concentración humana en España. Azaña habló de que era preciso fortalecer la República, restablecer las leyes sociales de 1931-1933, y hacer la reforma agraria. Exigió de los socialistas, que le estaban escuchando, un respeto al Gobierno Republicano y a su Constitución. El clamor popular fue atronador. Tras la conferencia, los revolucionarios comprendieron que no estaban preparados para la revolución, si una masa como ésta les hacía frente. Los revolucionarios podían reunir unos miles de ciudadanos y decir en la prensa que habían sido cientos de miles, pero la realidad de los cientos de miles estaba allí, presente delante de ellos, y con Azaña. Por ello, Largo Caballero no tuvo más remedio que aceptar el hecho de que Azaña era el líder de la República. Sus esperanzas políticas de ser el siguiente Presidente del Gobierno, se vinieron abajo.

En este discurso de 20 de octubre, Azaña amenazó con contar a los españoles la verdad sobre el escándalo del estraperlo, sobre todo el detalle de que las ruletas de los casinos estaban trucadas. Y Lerroux tomó la decisión de dimitir antes de que ello ocurriese.

     La euforia de los “intelectuales” en 1935.

     El año 1935 fue muy rico en intelectuales: Federico García Lorca estrenó tres obras en el teatro; Vicente Aleixandre publicó La Destrucción o el Amor; Rafael Alberti publicó Verte o no verte; Jorge Guillén hizo la segunda edición de Cántico; Miguel Hernández publicaba poemas en la revista Octubre; Luis Buñuel rodó Tierra sin Pan, describiendo Las Hurdes; Ramón Menéndez Pidal empezaba una Historia de España, conservadora y tradicionalista; Misiones Pedagógicas funcionó ese verano aunque le habían recortado el presupuesto; Pau Casals mantenía de su bolsillo una sinfónica y un coro en Barcelona; Juan Negrín, hijo de un comerciante canario rico, estaba construyendo en Madrid una biblioteca médica.

Desde el punto de vista de los intelectuales, estaban en una época gloriosa, y llena de expectativas. Vistos esos años con la perspectiva del tiempo, se estaba generando un gran drama, unas ansias de revolución incontrolada, que todos creían que podrían controlar a su favor, los anarquistas, los comunistas, los socialistas, los carlistas, los falangistas… y que, contemplado en su conjunto, debía dar como resultado una serie de confrontaciones, pues las revoluciones eran todas incompatibles las unas con las otras. Y ninguna de ellas era en el sentido del progreso de los valores de una democracia liberal parlamentaria y social, con progreso de los derechos de cada uno de los españoles, sino a costa de destruir los ideales de los partidarios de las otras revoluciones. Los intelectuales de 1935, no estaban dando la interpretación correcta de la realidad de su tiempo.

De todas esas posibles revoluciones, la que se frustró en 1935 fue la del carlismo, monárquico y católico. El carlismo pasaba una crisis en verano de 1935 debido a la edad del pretendiente Alfonso Carlos I, que contaba ya 87 años, y de hecho murió en septiembre de 1936. Fal Conde quería una regencia y proponía como Rey a Francisco Javier de Borbón Parma, 1889-1977, un descendiente de Felipe V por línea masculina. El 23 de abril de 1935 fue declarado regente. Por entonces los carlistas crearon Flechas y Pelayos, una revista infantil para niños aspirantes a requetés. También se recuperaron las reuniones al aire libre tan típicas del carlismo.

Las demás revoluciones siguieron adelante, y la mayoría de los intelectuales se comprometió con alguna de ellas, trabajando para ese sector, y no para el conjunto de los españoles.

El panorama político estaba a punto de ebullición al final de 1935, pero los trabajadores no sabían si debían apoyar las reformas agresivas de Largo Caballero, las de los anarquistas, el reformismo moderado de Manuel Azaña, o el reformismo democrático de Prieto.

La contrarreforma agraria de Velayos.

En agosto de 1935, Nicasio Velayos Velayos, aprobó una Ley de Reforma Agraria completamente inoportuna: provocó la ruptura entre la izquierda y la derecha. Era una contrarreforma agraria. Si el 15 de septiembre de 1932 se había aprobado expropiar sin indemnización, ahora se expropiaría con indemnización. Pero nunca se pagaría por encima del valor fiscal de la finca, valor que siempre se declara por una cantidad entre mitad y un tercio del valor de mercado.

     Y por otra parte, los disfrutes señoriales por privilegio (pastos, rastrojos, y leña) se habían convertido en propiedades en el XIX, en manos de los caciques, alcaldes, jueces municipales y registradores de la propiedad. En 1935 se les iba a indemnizar como si la adquisición de la propiedad hubiera sido legítima. Ambas situaciones descritas, eran injustas.

         La CEDA en 1935.

     En la CEDA de 1935 destacaba Ramón Serrano Súñer, el futuro “cuñadísimo” de Franco, que por entonces pronunciaba discursos antiparlamentaristas, en un tono que bien podríamos calificar de fascista. Había fascistas en CEDA, pero tampoco podemos afirmar que CEDA fuera un partido fascista como decía la izquierda. Juventudes de Acción Popular, JAP adoptó el vocabulario nazi y actitudes radicales que parecían fascistas.

     También estaba próximo al fascismo José Calvo Sotelo, que acababa de regresar del exilio francés y fundó Bloque Nacional, bloque de ideas corporativistas y totalitarias, e incluso criticaba a CEDA porque ésta había aceptado la República.

     El objetivo de la extrema derecha era minar el prestigio de Gil Robles y arrastrar a los católicos hacia el fascismo.

     El epíteto “fascista” era utilizado con demasiada frecuencia y demasiada impropiedad. También las Juventudes Socialistas se mofaban de Prieto y de Besteiro llamándoles “socialfascistas”, y animando a Largo Caballero a ser el Lenin español que hiciera la revolución. La aplicación del término “fascista” a Besteiro y a Prieto, sólo muestra una gran ignorancia de la juventud socialista, y una animadversión hacia todo lo que no fuera la revolución del proletariado.

     Los jóvenes de 1935 perdieron el norte en el universo político: se hicieron antirrepublicanos, tanto los de derechas (JAP, fascistas) como los de izquierdas (Juventudes Socialistas). A los de derechas les contaron que los mineros asturianos habían matado curas y violado monjas, y habían conseguido indignarles con estas mentiras. A los de izquierda les contaron que los mineros habían sido unos mártires reprimidos y asesinados por fuerzas de la Guardia Civil. Todos llegaron a la conclusión de que era necesaria una prueba de fuerza para ver quién dominaba el poder, y eliminaba al otro bando.

     Todos los jóvenes madrileños comprometidos en estos grupos, iban en Madrid a la Casa de Campo a entrenar militarmente los domingos, muy cerca los unos de los otros. En Valladolid, las patrullas JONS empezaron a hacer incursiones relámpago en barrios obreros, y contra grupos de estudiantes de izquierda.

     Crisis gubernamental en septiembre de 1935.

En verano de 1935, era evidente que el Gobierno Lerroux-CEDA no tenía futuro. Las elecciones se convocarían en algún momento próximo. Y Azaña empezó su campaña electoral personal.

El 20 de septiembre hubo crisis ministerial. Los agrarios Julián Royo Villanova y Nicasio Velayos, abandonaron el Gobierno, en discrepancia con Chapaprieta.

El nuevo líder era Joaquín Chapaprieta. Corría la noticia del escándalo del sobrino de Lerroux que se enriquecía a costa de los españoles, después de haber sido declarado hijo adoptivo de Lerroux. Y este escándalo se sumaba al escándalo del estraperlo de 1934.

Lo cierto era que unos 30.000 trabajadores participantes en las revueltas de octubre de 1934, estaban todavía en las cárceles. Eran una carga a resolver por ese Gobierno.

Los sectores de izquierda del Partido Republicano Radical, aleccionados en el anticlericalismo, estaban decepcionados con la política del Partido Republicano Radical de pactos con la derecha católica.

     Lerroux no era un fascista como repetían machaconamente ciertos grupos de izquierdas. En primer lugar, había conseguido el poder mediante mayorías parlamentarias. En segundo lugar era de derechas, y no participaba de las ideas socialistas que tienen los fascistas. Las izquierdas le acusaban de fascista porque decían que negociaba con partidos fascistas su aupamiento definitivo al poder. Las derechas opinaban de él, que les había birlado el Gobierno en noviembre de 1933, y en octubre de 1934. Lerroux era torpe, arribista, corrupto, con muy poca cultura, pero no fascista.

     La crisis del Gobierno Lerroux se inició de un artículo de Lisardo Doval Bravo, el torturador de Asturias, el cual publicó una orden de Lerroux al general Velarde en el sentido de que se acabaran las torturas. Doval defendía la tesis de que Lerroux era débil, y la política de las torturas en los interrogatorios debía continuar. Lerroux quedaba en evidencia, y no tuvo más remedio que ordenar la detención de Doval. ABC intentó dar una explicación de lo que pasaba, pero Lerroux censuró esos artículos.

En septiembre de 1935 surgió una acusación de corrupción y soborno de gran parte del Gobierno. Fue la llamada crisis del straperlo. Se trataba de un asunto de unas máquinas de juego que, en la propaganda, no funcionaban por azar sino según un plan racional que debía descubrir el jugador, pero que en la práctica estaban trucadas y funcionaban a gusto del dueño del establecimiento. Los afortunados poseedores de esa máquina eran Strauss (un holandés-mexicano) y Perl. Desde ese momento, a todos los chanchullos y contrabandos se les llamó en España popularmente «estraperlo».

     En España estaba prohibido el juego, pero Strauss vio en ello una posibilidad ilimitada de negocio, si le dejaban instalar unas máquinas de juego a él. Presentó una ruleta y explicó que estaba basada en un método científico por el que no había trampa ni abusos. Unos informes de supuestos expertos, avalaban la idoneidad de esa máquina para los casinos como el de San Sebastián. La máquina se instaló y funcionó durante unas horas. Y al poco, fue clausurada por la policía. Luego se instaló en Formentor, y funcionó durante unos días, antes de ser cerrada. Mientras Strauss insistía en la honradez de la máquina, los españoles no parecían tan tontos como él se pensaba. Entonces reclamó a Lerroux las cantidades que había tenido que adelantar para obtener los permisos de instalación. Se trataba de sobornos a los familiares de Lerroux. Era muy poco dinero, menos de 500.000 pesetas, y se podía haber arreglado muy fácilmente entre tahúres y mafiosos. Pero sospechamos que había intervenido Prieto y otros amigos de Azaña, y se envió una denuncia a Alcalá-Zamora. Alcalá-Zamora, actuó como un novato y se limitó a llamar la atención a Lerroux. Tal vez todos esperaban que como tantos otros, quedara en el olvido al paso de unas semanas.

     El escándalo de soborno tuvo lugar una vez que se prohibió la instalación de la ruleta en el casino de San Sebastián, y se logró abrir en Formentera con la promesa de pagar unas recompensas altísimas que luego no se pagaron. Entonces se utilizó una excusa para revocar el permiso de apertura. Cuando Straus y Perl estaban en San Sebastián haciendo propaganda de que la nueva ruleta requería de una cierta habilidad para sacar los números, alguien denunció que estaba trucada, la policía entró en el casino y lo cerró. Strauss, el perjudicado, escribió una carta a Alcalá Zamora declarando que Rafael Salazar Alonso (ex ministro de Gobernación en 1934 y Alcalde de Madrid en octubre de 1934 a octubre de 1935, (y el llamado Aurelio Lerroux, sobrino e hijo adoptivo de Lerroux), Valdivia (Director General de seguridad) y Pich y Pon (Gobernador Civil de Cataluña) habían aceptado dinero suyo a cambio de la licencia de apertura que después se le negaba. Exigían una indemnización. Incluso podía ser que el dinero de la corrupción hubiera llegado al mismo Lerroux. No pudo demostrarlo. Pero el escándalo político fue imposible de parar.

     Alcalá-Zamora decidió quitar a Lerroux de la Presidencia del Consejo de Ministros. Daniel Strauss había presentado una denuncia contra el Presidente en la que aparecía claro un delito de cohecho a través de los familiares de Lerroux.  Alcalá-Zamora habló con  Santiago Alba, que no aceptó la Presidencia, con Martínez de Velasco con igual resultado, y por fin con Joaquín Chapaprieta, un republicano independiente.

En septiembre de 1935, cayó el Gobierno Lerroux.


[1] Antonio Royo Vilanova 1869-1958, era un aragonés, periodista y catedrático de Derecho Administrativo en Valladolid,que fue ministro de Marina en mayo de 1935.

[2] José María Cordesín, Antonio Monedero Martín, Real Academia de la Historia, DB-e. Y Manuel Revuelta González, Sisinio Nevares Marcos, Real Academia de la Historia, DB-e.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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