FINAL DEL GOBIERNO BERENGUER.

De agosto de 1930 a febrero de 1931.

Contenido esencial: El Pacto de San Sebastián, implementos al Pacto de San Sebastián, reacciones militares al Pacto de San Sebastián, el Comité Revolucionario de septiembre de 1930, el golpe de noviembre de 1930, el golpe de diciembre de 1930, nacionalismo catalán en 1930, el PNV en 1930, la convocatoria de elecciones para 7 de febrero de 1931, la oposición española en 1931, la crisis del Partido Conservador en 1931, la conjunción Republicano Socialista en 1931,

La oposición al Gobierno Berenguer.

La oposición estaba convencida de que Berenguer no podía hacer unas elecciones limpias. El 22 de junio de 1930, Cambó propuso que Santiago Alba fuese el Presidente de Gobierno que hiciera las elecciones que debían transformar la monarquía española en democrática y parlamentaria. Romanones y García Prieto estaban de acuerdo. El Rey habló con Santiago Alba y le animó a crear una gran coalición liberal, comprometida con la revisión de la Constitución, pero monárquica. Pero nadie estuvo de acuerdo con el nuevo proyecto, ni los republicanos, ni García Prieto, liberal más demócrata, ni Álvaro de Figueroa y Torres Mendieta conde de Romanones, de la derecha liberal.

Alba expresó su programa de «revolución no, renovación sí» y los políticos desistieron de su propósito de hacerle árbitro de unas futuras elecciones.

Otro proyecto de acabar con Berenguer lo gestionaba el PSOE. El 25 de abril de 1930, Indalecio Prieto propuso una insurrección contra la monarquía, una república que pidiera responsabilidades a la derecha. PSOE-UGT seguían siendo fuertes a pesar de haber colaborado con la Dictadura. La militancia de UGT se aproximaba a los 300.000 afiliados y en 1931 duplicaría esta cifra. UGT luchaba por acceder al control de la empresa, es decir, a la supervisión de los movimientos de capital a fin de dilucidar si los despidos y congelaciones de sueldo eran explicables, o simples abusos. Ello le daba credibilidad ante muchos españoles.

 Pacto de San Sebastián de 17 de agosto 1930.

El 17 de agosto de 1930, Derecha Liberal Republicana y los republicanos de Comité para la Instauración de la República en España, hicieron reunión general a fin de alcanzar una acción común. Recordemos que había más de 50 grupos republicanos en España.

Se fijó el Casino de San Sebastián como lugar de la reunión, y por eso fue llamada Pacto de San Sebastián. La reunión había sido iniciativa de Manuel Azaña, Indalecio Prieto y Eduardo Ortega y Gasset. Pero Azaña prefirió que apareciera como Presidente del Comité para la Instalación de la República, Alcalá Zamora, un hombre de derechas, conservador, más aceptable por el pueblo español. Era una reunión exclusivamente de republicanos, pero los socialistas Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos acudieron a título personal, sin representación de los socialistas.

Acudieron a San Sebastián:

Siete representantes de Madrid: Manuel Azaña por Alianza Republicana – Acción Republicana;  Lerroux por Alianza Republicana – Partido Republicano Radical;  Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz y Ángel Galarza por el Partido Republicano Socialista; Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura por Derecha Liberal Republicana;

Tres representantes de Cataluña: Manuel Carrasco Formiguera[1] por Acció Catalana; Matías Mallol Bosch por Acció Republicana de Catalunya; Jaime Aiguader por Estat Catalá;

Un representante gallego, de Santiago de Compostela: Santiago Casares Quiroga por Federación Republicana Gallega (antigua Organización Regional Galega Autónoma ORGA).

Asistieron como invitados a título personal: Felipe Sánchez-Román Gallifa (PSOE); Indalecio Prieto (PSOE); Eduardo Ortega y Gasset[2] (Partido Republicano Radical Socialista).

También se invitó a la reunión a Gregorio Marañón, pero no pudo asistir porque en esos días estaba en el extranjero. Gregorio Marañón se adhirió más tarde a este movimiento republicano.

Es de resaltar que el Partido Republicano Federal no envió ningún representante a San Sebastián, excusándose en que estaban esperando el Congreso del partido. Quizás fuera una suerte el que los republicanos más radicales estuvieran fuera de la reunión. Los nacionalistas vascos decidieron no colaborar con el Pacto de San Sebastián.

El Comité para la Instauración de la República envió a San Sebastián, como sus representantes, a Manuel Azaña y a Alejandro Lerroux. Éstos presentaron un programa de: democracia liberal, derechos individuales, intervencionismo estatal en la propiedad de la tierra, en los ferrocarriles y en la banca, impuestos progresivos, exención de las rentas del trabajo, abolición de los impuestos indirectos, y reforma agraria con expropiación de fincas no cultivadas además de prórroga de los arrendamientos.

Presidía la reunión de San Sebastián, Felipe Sasiaín, de Unión Republicana de San Sebastián.

Los más activos de San Sebastián eran los catalanistas, puesto que Indalecio Prieto no garantizaba que le siguiera PSOE y UGT, ni Juan Peiró garantizaba que las bases de CNT aprobaran sin consulta previa el levantamiento. Los catalanistas exigieron que el triunfo de la república conllevase automáticamente el derecho de autodeterminación para Cataluña. El resto de los reunidos no podía aceptar de ninguna manera esa petición catalana que suponía la ruptura de la unidad de España, porque supondría que los republicanos pedían la ruptura del Estado español. Les prometieron a los catalanistas la elaboración de un Estatuto Catalán que no fuera contradictorio con la Constitución Española que también se debía elaborar.

No se redactaron actas de la reunión de San Sebastián, y hay disparidad de criterios sobre lo que se dijo. De hecho, cada grupo contó una versión diferente, lo que le convenía y gustaba a los suyos. Todas las versiones son susceptibles de ser falsas en algo, y verídicas en parte.

Sabemos de la reunión del Pacto de San Sebastián: que Aiguadé y Carrasco prometieron la cooperación catalana a una revolución, si se les prometía el derecho a estructurar su propia libertad, a lo que Álvaro de Albornoz opuso reparos, pero Marcelino Domingo dijo estar de acuerdo. Maura dijo entonces que no era el momento de hacer un estatuto catalán que se debía dejar a unas futuras Cortes, y Alcalá Zamora hizo que predominase este criterio. Casares Quiroga dijo que también Galicia y el País Vasco deberían tener estatutos, y Prieto contestó que era peligroso que el País Vasco tuviese autonomía pues lo gobernaría una derecha nacionalista.

Los compromisos de San Sebastián eran crear una república parlamentaria, conceder autonomía a Cataluña y preparar un alzamiento general, civil y militar, para el 15 de diciembre de 1930. Sería una conspiración militar apoyada por huelgas obreras. El golpe republicano se fijó para octubre mismo, pero era una fecha muy precipitada y se retrasó para 15 de diciembre de 1930. UGT y CNT debían respaldar el golpe proclamando la huelga general para ese día. Pero UGT era socialista, y CNT anarquista, y no estaban todavía en la coalición del 17 de agosto.

     El 17 de agosto de 1930, los republicanos reunidos en San Sebastián, organizaron un Comité de Conjunción Republicana Socialista. Se trataba de unir fuerzas republicanas que, hasta el momento, eran grupos muy pequeños. Estaba integrado por: Niceto Alcalá-Zamora como Presidente, y Miguel Maura, Manuel Azaña y Álvaro de Albornoz como vocales. Marcelino Domingo e Indalecio Prieto se incorporaron más tarde por exigencia del PSOE. Los comunistas y los anarquistas se negaron a colaborar.

Llamaba la atención la exclusión de Lerroux de este Comité Ejecutivo, y mostraba la poca confianza que tenían en él los demás: los catalanistas asistentes al acto le vetaron. Una vez más Lerroux apareció como protagonista, pues ante el veto de los catalanes a la presencia de Lerroux en el Comité organizador, el populista Lerroux no se amilanó, sino que se puso a redactar el manifiesto que pensaba leer el día de la proclamación de la República.

El “Comité de Conjunción Republicano Socialista” debía coordinar el movimiento revolucionario, atender a las reivindicaciones autonomistas de Barcelona, y hablar con las organizaciones obreras.

Y esta reunión, que podía ser una más de las docenas que celebraban los republicanos desde finales del XIX con intención de unirse, pero que nunca llegaban a nada, resultó definitiva para la vida política de España. El resultado de la reunión fue mucho mejor de lo esperado por los republicanos, y el 27 de agosto, Francesc Cambó le comunicó a Gabriel Maura Gamazo Duque de Maura, que los republicanos españoles se habían unido bajo unas bases ideológicas que habían impuesto los catalanes, lo cual le parecía insólito.

     Implementos al Pacto de San Sebastián.

Para que el Pacto de San Sebastián tuviera algún significado, no bastaba con unas pocas fuerzas republicanas. Faltaba comprometer al Partido Socialista y a su sindicato UGT, en el que muchos líderes como Julián Besteiro, Andrés Saborit y Lucio Martínez, se oponían a participar en una conspiración a la que calificaban de burguesa. Prieto, de UGT, no garantizaba la adhesión al golpe, porque Besteiro se oponía a obrar irracionalmente, a buscar la violencia sin sentido. En cambio estaba a favor de la conspiración Francisco Largo Caballero. El PSOE se adhirió cuando le ofrecieron puestos en el Comité de Dirección del movimiento. Cuando el PSOE decidió entrar en la revolución que se preparaba, se pactó con el Comité Ejecutivo revolucionario, que Alcalá Zamora sería Presidente, Lerroux Ministro de Estado, y que habría tres Ministros socialistas en el nuevo Gobierno.

Besteiro insistió en su error de no colaborar con los republicanos, y criticó a sus compañeros por haber asistido a San Sebastián. En un intelectual que había colaborado con el Dictador, aquella postura era incomprensible. Y el 16 de septiembre de 1930 se reunió el PSOE para considerar su posición respecto al Pacto de San Sebastián: la Federación Socialista de Asturias dijo que se debían hacer alianzas con cualquiera que se opusiera al Rey; la Agrupación de Granada secundó la posición de Asturias; inmediatamente se sumaron a esta proposición los Federación de Juventudes Socialistas de España, FJSE, de las Juventudes Socialistas de Madrid y Bilbao. Se decidió integrarse en el Pacto de San Sebastián, lo cual tuvo lugar el 4 de octubre siguiente.

El 17 de octubre de 1930, las Ejecutivas del PSOE y de UGT aprobaron manifestar un total apoyo a los antimonárquicos, e incluso a un golpe revolucionario violento si ello era preciso. PSOE-UGT eran más en número que todos los republicanos juntos. Pondrían a los obreros en huelga en el momento del golpe. Pero exigieron a cambio, que Prieto, Fernando de los Ríos y Largo Caballero fueran incluidos en el Comité Ejecutivo de la Conjunción.

En octubre de 1930 el PSOE pactó con el Comité Ejecutivo Revolucionario que Alcalá-Zamora fuera Presidente del Gobierno, Lerroux fuera Ministro de Estado, y que hubiera tres Ministros socialistas en el nuevo Gobierno. Pero en el PSOE había demasiadas diferencias internas y falta de dirección. Y como entre los republicanos pasaba lo mismo, los intelectuales contrarios a la dictadura decidieron esperar a que los republicanos y socialistas solucionaran sus diferencias internas, para tomar una postura de apoyo a unos o a otros.

En esa reunión de 17 de octubre, Largo Caballero preguntó si los socialistas debían aceptar cargos en un supuesto Gobierno tras el golpe antimonárquico. Le contestó Besteiro diciendo que la doctrina del PSOE era no participar en coaliciones políticas, si el PSOE no llevaba la dirección del movimiento. Pero ya Besteiro había caído en desgracia y la asamblea se puso contra él. Julián Besteiro quedó eliminado de los futuros liderazgos de PSOE-UGT, mientras que otro colaborador con la dictadura, Francisco Largo Caballero, accedería a una popularidad que no se merecía un hombre inculto como él. Un pacifista como Besteiro, daba paso a un belicista como Largo Caballero. La asamblea designó a Francisco Largo Caballero, Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos como “ministrables” en un próximo Gobierno republicano.

Pero los socialistas no querían exactamente la caída de la monarquía, sino más bien la caída del sistema político de la Restauración para implantar su modelo de Estado particular, un Estado obrero, lo que llamaban un “socialismo de clase”. La idea no era la misma que la de la mayoría de los republicanos. Ni tampoco era la misma idea que la de los anarquistas, que esperaban el momento de la revolución antimonárquica para imponer su modelo de sociedad contraria al Estado, la Iglesia y la propiedad. Estas divergencias tendrán su importancia tanto a lo largo de la República de 1931, como en la Guerra de 1936.

Quedaba pendiente el conseguir la colaboración de los liberales. Los liberales y los conservadores eran los dos partidos grandes del momento, y se debía contar, al menos, con la colaboración de uno de ellos. Una vez ganado el poder, los republicanos tendrían en su contra a toda la derecha católica, que era un grupo de Diputados muy numeroso. Sólo la suma de los republicanos, socialistas y liberales, les daría la mayoría para poder gobernar.

Álvaro de Figueroa y Torres Mendieta conde Romanones, líder de los liberales más conservadores, exigió que la nueva forma de Estado fuera una “monarquía democrática que funcionara como república coronada” en la que se hicieran las transformaciones sociales que España necesitaba, pero sin abolir la monarquía. Lo idóneo para él, sería que el PSOE formase Gobierno para que los republicanos no se contradijesen con sus principios. Dijo también que admitiría un Estatuto de Autonomía para Cataluña, lo cual debía bastarles a los republicanos catalanes.

Y faltaba comprometer a los anarquistas de CNT, pero ello parecía imposible, y se esperaba que muchas de sus organizaciones se sumaran espontáneamente al movimiento en el momento en que éste comenzase. El sindicato CNT se mostró colaborador desde el primer momento porque amaba la situación de violencia y la revolución de la que esperaba obtener el triunfo anarquista. Se preparó un levantamiento anarquista para el 19 de octubre, para adelantarse en su revolución. Los anarquistas hablaron con el general Queipo de Llano y con los comandantes Felipe Díaz Sandino, Ramón Franco y otro militar. Los conspiradores fueron detenidos los días 10 y 11 de octubre.

Reacciones militares al Pacto de San Sebastián.

Los militares se asustaron por las consecuencias que pudiera tener todo aquél movimiento. El desastre de 1921 estaba demasiado próximo todavía. No tenían claro que todo el ejército estuviese en el mismo bando en caso de discrepancias políticas. En octubre de 1930, el Director General de Seguridad, General Emilio Mola, constató que todos los centros y dependencias militares habían sido tocados por el Comité Revolucionario Republicano. Y que todos habían rehusado comprometerse con los republicanos. Pero también percibió que existían algunos militares que de modo personal e individual, estaban en contacto con los del Comité Revolucionario Republicano.

El Presidente del Gobierno, Dámaso Berenguer, y el Director de la Guardia Civil, José Sanjurjo, opinaban que las fuerzas de orden público no eran fiables, y por tanto no utilizables en la calle contra posibles algaradas. Unos se pondrían de una parte, y otros de la contraria, pero como no se sabía quiénes eran los pro-republicanos, mejor no utilizarlas.

Ello era debido a que muchos militares estaban comprometidos con un golpe de Estado que había de proclamar la República y habían pactado ya como fechas posibles el 14 de octubre, el 16 de noviembre y el 26 de noviembre. Todas las fechas fueron pospuestas en su momento. Una vez logrado el pacto con los socialistas, lo que suponía el apoyo de una huelga general convocada por UGT, la sublevación se fijó para el 13 de diciembre, sábado, pero se retrasó para el lunes 15, poco después.

El Comité Revolucionario se puso al habla con el general Queipo de Llano, y fijaron un golpe para el 15 de diciembre de 1930, día en que se levantaría el ejército y habría huelga general simultánea.

     El Comité Revolucionario en septiembre de 1930.

El 28 de septiembre de 1930, el Comité Revolucionario Republicano reunió unas 20.000 personas en la Plaza de Toros de Madrid. Desde ese momento, el Comité supo que podía organizar disturbios callejeros, cómo y cuándo quisiera, y que serían incontrolables para el Gobierno. Contaba con la gente corriente, con UGT y CNT, y con el apoyo del PCE. Pero no fue tan estúpido como para volver a la violencia del pasado, que no servía para nada. Se hizo un planteamiento serio: si se hacían disturbios se iniciaría una lucha contra el ejército y el golpe fracasaría. Lo que era preciso en ese momento, era contar con el ejército, y con ello habrían ganado la primera batalla. Primero, habría un pronunciamiento militar que dirigiría Queipo de Llano al frente de un Comité Militar. En segundo lugar, habría una huelga general convocada por UGT y CNT. Y en tercer lugar, el Gobierno Provisional exigiría el poder.

El 28 de septiembre de 1930, Francesc Maciá, que acababa de llegar a Barcelona dos días antes, fue expulsado de España. Los catalanistas protestaron.

En octubre de 1930, el Comité Revolucionario, o Comité de Conjunción, pasó a denominarse Gobierno Provisional de la República. Se empezó a trabajar en las aulas universitarias arengando a los estudiantes a favor de la República. Se hizo propaganda en El Ateneo de Madrid, en los cuartos de banderas, en las redacciones de los periódicos, y se llegó a la necesidad de fijar un día para el levantamiento. Sería en diciembre.

         Delenda est monarchia.

Ortega y Gasset escribía «Delenda est Monarquía» el 15 de noviembre de 1930 con el argumento de que el Estado ya no existía, y había que reconstruirlo. El artículo de prensa se titulaba en realidad “El error Berenguer”, pero se conoce también por su última frase: “Delenda est Monarchia”. Ortega se asoció con Marañón y Pérez de Ayala y formaron “Asociación al Servicio de la República”. Llamaba la atención porque el autor había apoyado a la dictadura con la misma fuerza en 1923. El artículo se hizo famoso por desacreditar las dictaduras en un momento en que Mussolini y Stalin triunfaban en el mundo. Ortega lo utilizaba contra Berenguer por el intento de éste de actuar como si en España no hubiera ocurrido nada desde 1923. Ortega culpaba al Rey de haber permitido la dictadura.

José Ortega y Gasset[3] escribía «delenda est monarquía» el 15 de noviembre de 1930 con el argumento de que el Estado español ya no existía y había que reconstruirlo. Pero era más un grito de impotencia que de rebeldía.

El golpe de noviembre de 1930.

El 16 de noviembre de 1930, debía haber un golpe militar a favor de los republicanos. No tuvo lugar, pues cuando el 15 de noviembre, UGT y CNT convocaron huelga general en Madrid, las autoridades tomaron medidas de emergencia, y no parecía prudente levantarse contra las fuerzas que ya estaban en la calle. La huelga general se extendió a Barcelona y otras ciudades de España. El Ministro de Gobernación dimitió.

     Remodelación de Gobierno de 25 noviembre 1930

  Justicia, Joaquín de Montes Jovellar

  Gobernación, Leopoldo Matos Massieu

  Fomento, José Estrada Estrada.

El golpe anarquista de 12 de diciembre de 1930.

El 12 de diciembre de 1930, los capitanes Fermín Galán Rodríguez[4] y Ángel García Hernández[5], anarquistas destinados en Jaca, decidieron adelantarse al pronunciamiento pactado para el día 15 de diciembre, sin saber tan siquiera si estaba siendo preparado adecuadamente. La idea era desbordar al pronunciamiento, y hacerse con la victoria para el anarquismo, antes de que los comprometidos en la sublevación tuvieran tiempo de organizarse de otro modo. Los comprometidos se debían levantar en apoyo de los golpistas, y sin haberse organizado lo suficiente, pues estarían sorprendidos por el adelantamiento de acontecimientos. Los amotinados detuvieron a su jefe militar, coronel Mario Escudero. Su frase «si nosotros no empezamos no se decidirán nunca», define su levantamiento. El plan era ir sobre Huesca, hacerse con el destacamento militar, y de allí pasar a Lérida y Barcelona, donde había decenas de miles de anarquistas que tomarían a su cargo el desarrollo del golpe revolucionario. Inmediatamente colaboraron con ellos los capitanes Salvador Sediles, Luis Salinas, y Miguel Gallo.

La CNT de Zaragoza les había prometido apoyarles con una huelga en cuanto se levantaran los militares. La coalición entre militares conservadores y el partido socialista, les parecía a los anarquistas que indicaba cierto moderantismo, y que el levantamiento del 15 de diciembre sería burgués. Objetivamente, el levantamiento de Fermín Galán y Ángel García, significó que la división interna en el ejército hizo fracasar el golpe del 15 de diciembre.

El día antes a los sucesos de Jaca, 11 de diciembre, Casares Quiroga y el periodista Graco Marsá habían salido en tren para Huesca tratando de evitar el golpe, pero el 12 por la mañana, se echaron a dormir un rato. Y no les dio tiempo a hablar con Galán.

Fermín Galán se sublevó a las cinco de la mañana del 12 de diciembre organizando patrullas para detener al Gobernador Militar y a las autoridades y jefes hostiles a la República. Cuando Casares Quiroga vio a Fermín Galán, ya estaba todo en marcha. La Guardia Civil y los carabineros resistían al levantamiento y el Gobernador Civil de Huesca tuvo tiempo de levantar las vías del ferrocarril y aislar Jaca. Galán tendría que ir a pie desde Jaca hacia Huesca, 90 kilómetros de carretera, si quería tomarla. En el camino mató a un sargento de la Guardia Civil y a dos carabineros, y el golpe ya no tenía marcha atrás. Los ferroviarios de Zaragoza, avisados convenientemente, no hicieron la huelga que había prometido para el día de la sublevación, entendiendo que la sublevación sería el día 15. El Gobierno Provisional de los republicanos no quería apoyar un golpe anarquista pensado para desalojarles a ellos del poder, pues el golpe estaba planificado para el día 15 por los republicanos y para los republicanos. Sólo secundaron el levantamiento de Jaca, Queipo de Llano y Ramón Franco, éste de conocidas ideas anarquistas, y se limitaron a hacer un vuelo simbólico sobre Madrid.

La represión fue inmediata: El Capitán General de Zaragoza, general Fernández Heredia, preparó una columna que salió de Zaragoza, y ordenó atacar a los que estaban en Huesca. Los sublevados estaban en el Santuario de Cillas, a 3 kilómetros de Huesca. Los gubernamentales eran mandados por el General Ángel Dolla de la Hoz. En Anzánigo, en el camino de Jaca a Huesca, se produjo en primer enfrentamiento entre los sublevados y el general Manuel Lasheras, el cual resultó muerto en ese control de carretera, y él a su vez mató al que intentaba controlarle. Ya no quedaban resquicios para negociaciones. Galán avanzó con 800 hombres y llegó al segundo día a Cillas, a tres kilómetros de Huesca, en donde fue bombardeado y tiroteado por el general Ángel Dolla, venido desde Zaragoza para detenerle. Fermín Galán envió a parlamentar con Dolla, a Ángel García Hernández y a Luis Salinas, que intentaron sublevar a las tropas de Dolla, por lo que fueron detenidos. Hubo un combate que duró hora y media, hasta que los rebeldes, ante el acoso de las ametralladoras, huyeron en desbandada. Fermín Galán renunció a emigrar a Francia y se entregó al alcalde de Biscarrués, cerca de Ayerbe, donde fue detenido el día 13.

El Capitán General de Aragón, Jorge Fernández de Heredia y Adalid, decidió que hubiera juicio sumarísimo. El juicio empezó el día 13 por la noche. Fermín Galán Rodríguez y Ángel García Hernández fueron condenados a muerte, y el resto de oficiales, a cadena perpetua. Los condenados a muerte fueron fusilados el domingo día 14. Ángel García confesó y comulgó antes de morir.

Fermín Galán Rodríguez y Ángel García Hernández fueron elevados a la categoría de mitos populares, héroes de la libertad y de la República, y la represión que hizo el Gobierno contra el Comité Revolucionario redundó en contra de la popularidad de Dámaso Berenguer.

     Sublevación del 15 de diciembre de 1930.

El 14 de diciembre de 1930, el PSOE se había reunido para organizar el golpe de Estado previsto, y designó a Francisco Largo Caballero para ponerse al frente de la huelga. Como coordinadores, Julián Besteiro, Andrés Saborit y Trifón Gómez San José debían estar en el local de El Socialista, y Anastasio de Gracia y Wenceslao Carrillo, en la Casa del Pueblo de UGT.

El 14 de diciembre el Gobierno dio la orden de detener a todo el Comité Revolucionario Republicano, que fue llevado a la Cárcel Modelo de Madrid: Niceto Alcalá-Zamora, Miguel Maura, Álvaro de Albornoz, Ángel Galarza Gago y Santiago Casares Quiroga. Se salvaron, porque tuvieron tiempo para evadirse: Marcelino Domingo, Manuel Azaña y Manuel García Prieto. Y porque no tuvieron pruebas o fuerzas, o no consideraron conveniente detenerle, o era el confidente de la policía, también se salvó Alejandro Lerroux.

Entonces muchos militares desistieron de sus compromisos con el Comité Revolucionario Republicano, porque ya no tenía sentido el golpe. Incluso UGT dijo que no haría huelga en Madrid al día siguiente.

El 15 de diciembre, la UGT de Largo Caballero no hizo la convocatoria a la huelga, como era su compromiso. La orden de huelga se había dado “si salían los militares a la calle”, y como éstos no salieron, y no había coordinadores, los distintos jefes organizadores locales no supieron qué debían hacer, y todo salió mal. Se dice que el PSOE-UGT era demasiado utópico, y creía que el golpe vendría espontáneamente, entre el entusiasmo de la gente, y preparó mal la huelga y el levantamiento militar. Creía el PSOE que la CNT no tenía organización para prepararlo y que aquello sería el triunfo del socialismo. El PSOE desconectaba de los demás protagonistas republicanos, lo cual era un error táctico.

El día 15, Francisco Largo Caballero (que se había escondido en el laboratorio de Juan Negrín) y Fernando de los Ríos, que también había logrado huir, se entregaron voluntariamente para estar en la cárcel junto al Comité Revolucionario.

Madrid no fue a la huelga, pero el resto de España entendió que la huelga estaba convocada de antemano, y sí la hizo. El Gobierno declaró estado de guerra.

En Madrid, el levantamiento militar del 15 sólo lo secundó una guarnición militar en Cuatro Vientos (Madrid). El 15 de diciembre, se sublevaron en Cuatro Vientos (Madrid) Gonzalo Queipo de Llano[6], y unos aviadores entre los que estabanRamón Franco Bahamonde, Ignacio Hidalgo de Cisneros, y Carlos Castillo. Ramón Franco tenía contactos con los anarquistas. Los sublevados dijeron por radio que se había declarado la república, y sobrevolaron repetidamente Madrid. Se dijo que con intención de bombardear Palacio, pero se limitaron a tirar papeles de propaganda. Los pilotos (entonces se decía aviadores) no vieron a nadie en las calles y huyeron a Portugal.

Ramón Franco Bahamonde, era un héroe popular, porque su avión hizo muchos servicios a los soldados de Melilla en 1920, y porque había participado en el vuelo del Plus Ultra en 1926, pero en 1929 había intentado una nueva aventura de cruzar el Atlántico, a poder ser con más efectividad que en 1926, y el avión se le quedó en Azores. No se le perdonó el fracaso, porque se había gastado por su cuenta mucho dinero en comprar un modelo de avión alemán que consideraba más fiable que los españoles. Y fue expulsado de la aviación militar española. En diciembre de 1930, tomó en Cuatro Vientos (Madrid) un avión armado con bombas, y sobrevoló Palacio Real, sobre el cual dejó caer paquetes de octavillas, y después huyó a Lisboa. Había dejado claro que los militares podían bombardear el Palacio Real cuando quisieran[7].

En el resto de España, el 15 de diciembre de 1930 se produjo la huelga en muchos puntos de España, pero ya no tenía sentido, porque el golpe estaba abortado. Respondieron a la huelga las agrupaciones de UGT y CNT de provincias, que no se habían enterado de los sucesos de Huesca y de las detenciones del Comité Revolucionario Republicano en la noche del 14 de diciembre. Pero el Gobierno tenía previsto el movimiento obrero y había desplazado hasta la península a la legión, dispuesta a atacar a los manifestantes si ello era preciso.

El 15 de diciembre hubo huelga general en La Coruña, Gijón, Santander, Bilbao, San Sebastián, Éibar, Tolosa, Pamplona, Logroño, Zaragoza, Zamora, Salamanca, Jaén Puertollano y Río Tinto, huelga mayoritaria en varios puntos de Vizcaya y Asturias, y huelgas puntuales en Barcelona y Valencia. Estas huelgas duraron hasta el 18 y 19 de diciembre.

El fracaso de la sublevación fue muy evidente en Barcelona, donde las instrucciones eran imprecisas. El Capitán General, Ignacio Despujol Sabater ordenó la movilización militar, y no fue posible la sublevación. Es sorprendente que UGT y CNT de Madrid no hicieran huelga, pero lo justificaron diciendo que creían que convocar huelga era dar la señal al Gobierno de cuándo sería el golpe, y que, por eso, no lo habían hecho. Era ya inútil, y el golpe estaba fracasado.

Los republicanos culpabilizaron del fracaso del golpe a UGT por no haber hecho la huelga en Madrid. Largo Caballero culpó a Besteiro de no haber convocado la huelga. Ya se sabe que la victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana.

No obstante el fracaso, la opinión pública decidió que era la hora de la república. Los empleados de correos y telégrafos se ofrecieron a los republicanos, y muchos militares hacían lo mismo en privado. El Comité Revolucionario, que estaba en la Cárcel, aparecía como la fuerza política dominante en España. Pero es muy extraña la posición de Largo Caballero que no cumplió su palabra de convocar huelga, y luego se presentó voluntario en la cárcel.

Julián Besteiro se había quedado fuera de juego. Seguía defendiendo, junto a Andrés Saborit, que el PSOE no debía pactar con los republicanos del Comité Revolucionario. Pero el PSOE opinaba en contra de ello. El 22 de febrero de 1931, hubo una reunión conjunta PSOE-UGT, y Besteiro insistió en sus tesis de no pactar con nadie. La asamblea votó por el pacto, y entonces Besteiro dimitió en el PSOE y en UGT. El 15 de diciembre de 1930, estaba fuera del juego político, y arrastró a Trifón Gómez y Lucio Martínez, que creían en él. Y precisamente Francisco Largo Caballero y Fernando de los Ríos habían entraron voluntariamente en la cárcel para estar en ese pacto de la izquierda, y no quedarse al margen de la corriente revolucionaria española. El PSOE quedaba en manos de personas menos preparadas intelectualmente y más violentas, e iniciaba una aventura peligrosa, pues Largo Caballero era impredecible. La aventura continuaría durante la Segunda República.

Nacionalismo catalán durante la Dictablanda.

El catalanismo conservador, es decir, Lliga, quería una monarquía liberal y constitucional, pero no una república. Y Dámaso Berenguer, y Juan Bautista Aznar más tarde, necesitaban aliados políticos. Así que Berenguer contactó con Cambó, el cual tenía por entonces muy buena reputación entre los españoles y 53 años de edad. Cambó tenía un cáncer de laringe y no aceptó ser Ministro, pero publicó un artículo, “Por la concordia”, en cual pedía a los catalanes compromiso y moderación y decía que Cataluña debía colaborar con el resto de España. También envió a Joan Ventosa a Madrid, y éste fue nombrado Ministro de Hacienda.

Hemos visto un poco más arriba que Acció Catalana, Estat Catalá, y Acción Republicana per Catalunya estaban en el Pacto de San Sebastián desde agosto de 1930, y habían logrado incluir en el pacto, que el Gobierno salido del golpe negociaría con Cataluña un Estatuto de Autonomía, que sería redactado por los propios catalanes.

En 1930, se percibía el final de la dictadura y se daba por sentado que el nacionalismo rebrotaría en cuanto desapareciese el dictador. Todos sabían que las asociaciones culturales estaban sirviendo para difundir el euskera y el catalán, y con el idioma las ideas nacionalistas, y sabían que se estaba enseñando una historia de España “adecuada al nacionalismo”, con muchas exclusiones de cosas que no les interesaban y muchas inclusiones de anécdotas que a ellos les parecían interesantes. Y se sentía en el ambiente que la sociedad española pedía cambios y era obvio que el Gobierno no había evolucionado nada hacia esos cambios y se mostraba más bien arbitrario, concediendo o negando según las circunstancias.

         Cambios en PNV en 1930.

A finales de mayo de 1930, dentro del nacionalismo vasco surgieron unos pocos disconformes que crearon Acción Nacionalista Vasca ANV-EAE (Eusko Abertxale Ekintxa), que estaba integrada por Anacleto Ortueta, Luis Urrangoechea, José Ignacio Arana, y Julián Arríen. Sus ideas diferentes eran la aconfesionalidad del partido, la democracia liberal, y la república. Eran católicos, pero no integristas. Eran pequeño burgueses, clases medias y trabajadores de Bilbao. Este partido en 1936 evolucionó al socialismo y en 1940 se hizo independentista y socialista. ANV pretendía ser una copia de Acció Catalana, pero había una gran diferencia entre Esquerra Catalana, libre de connotaciones católicas y muy de izquierdas, y los nacionalistas vascos, católicos y de derechas. Los vasquistas de Acción Nacionalista no lograron apoyos populares, porque en 1930, quien se estaba extendiendo en las zonas rurales era el PNV. Apareció por entonces José Antonio Aguirre, procedente de Acción Católica, que tenía 27 años de edad, y arrastró a muchos católicos al PNV. Luego, el sacerdote José de Ariztimunio Olaso arrastró a otros muchos católicos de Guipúzcoa al PNV. E incluso se organizó la Emakuma Abertxale Batza (asociación nacionalista de mujeres).

En noviembre de 1930, en la Asamblea de Vergara, Comunión Nacionalista decidió integrarse en PNV. Los nacionalistas vascos volvieron a llamarse Partido Nacionalista Vasco. Los nacionalistas vascos, Partido Nacionalista Vasco, PNV, y Comunión Nacionalista Vasca, CNV, se habían reunido en abril de 1930, se habían puesto a hablar con la finalidad de unificarse.

En diciembre de 1930, Euzkadi, el periódico del PNV, pidió la autonomía para el País Vasco.

La convocatoria de elecciones

    de 7 de febrero de 1931.

El 17 de diciembre de 1930, José Sánchez-Guerra Martínez, líder del Partido Conservador, dijo que las elecciones próximas debían ser constituyentes, o el Partido Conservador se retraería de votar. La idea tuvo un éxito inmediato, y los republicanos manifestaron lo mismo. Berenguer se quedaba aislado políticamente.

En enero de 1931, Berenguer acordó con Cambó y con Romanones, que los alcaldes de los Ayuntamientos que no fueran capital de provincia serían elegidos, y convocó elecciones a Cortes para el 1 de marzo. Por este deseo de compaginar derechos y libertades en 1931, con la dictadura que había apoyado hasta entonces, al Gobierno de Dámaso Berenguer se le llamó la Dictablanda.

El 29 de enero de 1931, Sánchez-Guerra, Melquiades Álvarez, Villanueva, Bergamín, y Burgos Mazo, reiteraron que no participarían en las elecciones de Berenguer, si no eran constituyentes. El 30 de enero hizo lo mismo el PSOE. El 14 de febrero de 1931 se sumaron los liberales a esta declaración. Entonces las instituciones culturales y las organizaciones profesionales pidieron la abstención electoral, el retraimiento. Exigieron que las Cortes fueran constituyentes y que hubiera elecciones previas a municipios y diputaciones provinciales. De esta manera, si no había elecciones con participación de la oposición, el sistema no tenía salida, y el Rey se tendría que marchar de España.

El 5 de febrero de 1931, Berenguer cerró las Universidades. Se trataba de evitar las manifestaciones y desórdenes estudiantiles. Era la muestra de un malestar generalizado.

El 7 de febrero de 1931, el Rey firmó el decreto de convocatoria de elecciones a Cortes: serían para 1 de marzo las del Congreso y para el 15 de marzo las del Senado. Se reunirían el 25 de marzo. Para este fin, se derogaba el estado de guerra, se permitía la propaganda electoral, se eliminaba la censura de prensa y se restablecían las libertades constitucionales, durante la campaña electoral. Esas elecciones no llegaron a celebrarse.

         La oposición, en febrero de 1931.

El 10 de febrero se produjo el manifiesto fundacional de la Agrupación al Servicio de la República. La encabezaban José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Pérez de Ayala. Se planteaba el todo o nada, o se iba a la República, o no se aceptaría ninguna otra salida.

El 13 de febrero de 1931, Romanones y Garcia Prieto, los líderes de las dos principales facciones liberales, publicaron una nota de prensa, que habían consultado con Cambó, explicando que se veían obligados a retraerse en las próximas elecciones y que toda la izquierda se iba a retraer. Cambó pidió al Rey la anulación de las elecciones y formar un Gobierno de Concentración presidido por Santiago Alba, que se hiciese cargo de las elecciones.

Francesc Cambó propuso que Santiago Alba fuera Presidente del Gobierno, pero Alba no quería serlo. El 8 de febrero, Alba, desde París, anunció su retraimiento en las elecciones anunciadas, y eso cerraba todos los caminos, pues Alba era el hombre de más prestigio en ese momento político. El Rey, que estaba siendo vigilado por los militares desde hacía años para que no hablase con los políticos de ninguna manera, viajó a París, al hotel Meurice, a ver a Alba, y aceptó la condición de una consulta popular y elecciones constituyentes que convirtieran la monarquía en algo democrático, sometida al Parlamento, tal como sucedía en Gran Bretaña. También aceptó que el futuro Gobierno fuera de izquierdas y que incluyera a los socialistas. Pero Alba, al final, se negó a formar Gobierno alegando que los distintos bloques de izquierdas no se sometían a una disciplina que permitiera unidad de Gobierno. La oportunidad estaba perdida.

La nota de Santiago Alba, no le dejaba a Berenguer ninguna salida democrática al sistema dictatorial impuesto en 1923: Si había elecciones se presentaría tan solo la derecha, y las elecciones no serían creíbles ni aceptadas. Si no había elecciones continuaba la dictadura con todo el peligro que ello conllevaba en esos momentos.

Entonces el Rey llamó a Sánchez-Guerra y le encargó formar Gobierno. Sánchez-Guerra, el líder del Partido Conservador no maurista, puso como condiciones de participación: que se derogaran todos los Reales Decretos de 1923-30, que las Cortes fueran constituyentes y que se suspendería la prerrogativa regia de suspender Cortes. Con este acuerdo puesto por escrito, Sánchez-Guerra fue a la Cárcel Modelo de Madrid, donde estaba el Comité Revolucionario, y el Comité se negó a participar. El Comité Revolucionario estaba integrado por: Alcalá Zamora, Fernando de los Ríos, Miguel Maura y Largo Caballero. Concretamente, Sánchez-Guerra invitó a Alcalá Zamora y a Miguel Maura a formar parte del futuro Gobierno. Sánchez Guerra fracasó porque no respondía a las expectativas del Comité. Miguel Maura, antiguo conservador maurista y en este momento de Derecha Republicana, fue el principal impedimento al proyecto de Sánchez-Guerra.

La crisis del Partido Conservador.

Berenguer y la monarquía no tenían el apoyo de las fuerzas de derechas, y estaban enfrentados a las izquierdas. La izquierda veía la oportunidad de hacer caer a la derecha, y acabar con ella una vez tomado el poder. La derecha sabía que, si caía el Rey, caerían los “valores cristianos” que venía defendiendo, y ello significaría su final. Pero el Rey había traicionado los valores democráticos y a los partidos de derechas en 1923, y el futuro de la derecha era muy difícil.

La derecha decidió organizarle recepciones al Rey en San Sebastián, Sevilla, Barcelona y Zaragoza, durante las cuales unos aviones tiraban octavillas desde el aire, cosa muy novedosa en esos tiempos, más novedoso el avión que las octavillas, y unos automóviles lujosos se paseaban por la ciudad llamando al apoyo del Rey. Se recogían firmas. Se fundaban Secciones de Juventudes Monárquicas. Se hacían campañas de orientación social en las que se hablaba de la religión, la familia, el orden y la monarquía. Destacados organizadores de todo ello fueron Severino Aznar Embid[8], Ramiro de Maeztu Whitney[9], Pío Zabala Lera[10] y Ángel Herrera Oria[11]. Lo más representativo de la campaña de moralización, u orientación social cristiana, era la lucha contra la liberalidad sexual y contra la literatura pornográfica (hoy no la consideraríamos pornográfica sino de amores ilícitos. Alfonso XIII tenía una amplia colección de fotos y literatura pornográfica). Se sumaron a la campaña algunas organizaciones femeninas, entidades eclesiásticas y los clérigos más viejos.

Dámaso Berenguer dimitió el 13 de febrero de 1931 y se suspendió la convocatoria de elecciones a Cortes de marzo de 1931.

Entonces, La Cierva y Romanones propusieron un Gobierno de Concentración, un “Gobierno Nacional” como se decía entonces, que incluyera a Manuel García Prieto Marqués de Alhucemas (Partido Liberal), a Gabino Bugallal Araújo conde de Bugallal (Partido Conservador), Miguel Maura Gamazo (Derecha Republicana), Francésc Cambó (Lliga Regionalista), Joan Ventosa Calvell (Lliga Regionalista), al general Juan Bautista Aznar, al general Dámaso Berenguer, al general José María de Hoyos marqués de Hoyos, y al almirante José Rivera Álvarez de Canejo por el ejército. Era la mitad civil y la mitad militar. Recordaba al de Miguel Primo de Rivera. Se dice que se hacía a petición del Rey Alfonso XIII.

Incluso se diseñó un programa de Gobierno para estos hombres que debían hacer la transición a un sistema democrático: se ofrecería una “autonomía administrativa” a Cataluña; se convocarían elecciones municipales, y después habría elecciones generales y constituyentes. Las municipales se celebrarían el 12 de abril de 1931. Este equipo carecía de coherencia interna, pero parecía la única solución y, por ello, el Gobierno se le entregó al almirante Juan Bautista Aznar.

Tras la dictadura del Primo de Rivera y Alfonso XIII, el ambiente de desprecio hacia la democracia liberal seguía  aumentando, y muy pocos vieron los valores del liberalismo a conservar y las vías de renovación del liberalismo burgués: el liberalismo democrático y social, y la socialdemocracia. Se negaba la continuidad de la cultura europea de siglos. El mundo optó por las vías autoritarias y violentas como el comunismo leninista, el socialismo revolucionario o “de clase”, e incluso el anarquismo, por los nacionalismos desintegradores de Estados, y por sus contrarios, los autoritarismos militares.

La Conjunción Republicano Socialista en 1931.

     Pero la Conjunción Republicana Socialista no tuvo el futuro que se le suponía a este éxito inicial: en abril de 1931, la alianza se rompió en el momento de presentarse a elecciones. En algunas provincias sí lograron presentarse como “Alianza Republicana”, pero incluso allí, cada sector de esa candidatura llevaba un programa diferente.

     En agosto de 1931, la Derecha Liberal Republicana pasó a llamarse Partido Republicano Progresista, y con ello se considera rota la Conjunción Republicana Socialista.

En diciembre de 1931, cada grupo defendió sus ideas como partido distinto y podemos dar por disuelto el Comité de Conjunción Republicano Socialista.

     Y en enero de 1932, el ala derecha de la antigua Derecha Liberal Republicana, la de Miguel Maura, creó su propio partido llamado Partido Republicano Conservador.

     La escisión entre republicanos progresistas y republicanos conservadores fue un fracaso para los dos, que se convirtieron en grupos minoritarios y no significativos.


[1] Manuel Carrasco Formiguera, 1890-1938, había pertenecido a Lliga Regionalista hasta 1922, momento en que se incorporó a Acció Catalana y creó un semanario nacionalista llamado L`Estevet. En 1930 estuvo en el Pacto de San Sebastián y en 1931 fue Consejero de Sanidad y Beneficencia del Gobierno Francésc Maciá, defendiendo siempre el Estatuto de Nuria y la libertad religiosa, puesto que era muy católico. En 1932 sería expulsado de Acció Catalana por sus ideas católicas, e ingresó en Unió Democrática de Catalunya, creada por entonces. En julio de 1936, la situación de un republicano católico era muy difícil en ambos bandos, sobre todo en Cataluña donde predominaban los anarquistas, y Carrasco emigró al País Vasco. Las cosas se le complicaron cuando Franco tomó Guipúzcoa en febrero de 1937, y decidió volver a Cataluña, donde fue mal recibido. Decidió volver al País Vasco y se dirigió a Bilbao por barco, vehículo que fue interceptado por el crucero Canarias en la batalla de Cabo Machichaco, lo que significó prisión para Carrasco, que fue llevado a Burgos, condenado a muerte por “adhesión a la rebelión”, como acostumbraban a hacerlo los del bando rebelde, y fue fusilado el 9 de abril de 1938 tras muchas protestas extranjeras, incluida la del Papa.

[2] Eduardo Ortega y Gasset 1882-1964 era un abogado republicano, menos conocido que su hermano José Ortega y Gasset, el filósofo, pertenecía al Partido Republicano Radical Socialista, fue encarcelado en la Cárcel Modelo tras la sublevación de Jaca.

[3] José Ortega y Gasset, 1883-1955, filósofo, fue el hermano menor de Eduardo Ortega y Gasset, político. Eran nietos de Eduardo Gasset Artime, fundador de El Imparcial. Eran hijos de José Ortega Munilla, que fue Director de El Imparcial y se casó con la hija del jefe, una Gasset. José estudio en Málaga en el Instituto Gaona y en el San Estanislao de Kostka, centro regido por jesuitas. y luego fue a Deusto, también regido por jesuitas, pero sólo estuvo un año y luego pasó a Madrid seis años a estudiar Filosofía y Letras. Se doctoró en filosofía en 1904, y se fue a Alemania, en donde estudio el neokantismo durante dos años. En 1909 fue profesor de la Escuela de Magisterio de Madrid y en 1910 obtuvo la cátedra de Metafísica de la Universidad Central. Siguió la vocación familiar periodista, y en 1915 creó el semanario España, desde 1917 colaboró en El Sol donde publicó sus más famosos artículos, y en 1923 creó Revista de Occidente en la que publicó las ideas de los filósofos alemanes. En 1936, le obligaron a firmar un manifiesto a favor de la República, y a continuación huyo a París, Holanda, Arfentina y Lisboa. En 1945 inició una serie de viajes a España, donde murió en 1955.

Eduardo Ortega y Gasset, 1882-1964, se exilió en 1923, al proclamarse en España la Dictadura de Primo de Rivera, y se instaló al sur de Francia donde se asoció a Miguel de Unamuno para editar folletos para regalar a los españoles. Fue uno de los firmantes del Pacto de San Sebastián, y miembro del Comité Nacional Revolucionario, por lo cual fue encarcelado en 1931. Pero la victoria de los republicanos y la proclamación de la República le sacaron de la cárcel y fue elegido concejal por Madrid, y más tarde designado Gobernador Civil de Madrid. en 1932, se integró en Izquierda Radical Socialista con Juan Botella Asensi. En 1936, fue Fiscal General de la República, cargo del que dimitió en noviembre de 1937. Se decepcionó mucho con el Gobierno republicano, discutió con CNT y decidió exiliarse a París, y luego se fue a Cuba y a Venezuela.

[4] Fermín Galán Rodríguez 1899-1930, tenía en ese momento 30 años. Había nacido en San Fernando (Cádiz) y en 1915 había ingresado en la Academia de Infantería de Toledo, pasando luego por África como Policía Indígena, y como oficial del Tercio. En 1926 había participado en la Sanjuanada contra Primo de Rivera y sufrió degradación y cárcel en Montjuich. En 1930 había sido amnistiado y reintegrado al ejército con grado de capitán, y destinado a Jaca. Tenía un hermano llamado Francisco, que tuvo su protagonismo durante la guerra en 1937.

[5] Miguel Ángel García Hernández, 1900-1930, era vasco y ejercía como Capitán de la Compañía de Ametralladoras del Regimiento Galicia, con sede en Huesca. Fue fusilado el 14 de diciembre de 1930 en Huesca.

[6] Gonzalo Queipo de Llano Sierra, 1875-1951, se educó en el seminario diocesano de Valladolid, y luego pasó a la Academia de Caballería de la misma ciudad. En 1923 fue partidario del golpe de Primo de Rivera, pero en 1927 empezó a criticarle, y fue apartado del ejército en 1928. El 15 de diciembre de 1930 se volvió a sublevar contra el Rey, y tuvo que huir  Portugal. En 1931 fue repescado por la República y nombrado Capitán General de Madrid. Renunció en 1933, porque era partidario de Alcalá-Zamora, y los conservadores estaban siendo relegados. Se sublevó de nuevo en 1936, junto al bando de Francisco Franco, y fue conocido por sus charlas radiofónicas interminables, unas 600, que ofrecía casi todos los días por Unión Radio de Sevilla a las 22:00 horas. Las charlas fueron incluso más famosas que los miles de fusilamientos que ordenó, más de 3.000. En los fusilamientos, se hizo conocida la frase “dadle café”, cuyo significado era tétrico, pues los falangistas, tras un fusilamiento, gritaban “Camaradas, Arriba Falange Española”, grito conocido como CAFE. Franco suspendió los programas de Queipo de Llano en febrero de 1938 y le ascendió a Teniente General de su nuevo sistema militar, pero le apartó de toda responsabilidad.

[7] Ramón Franco Bahamonde, 1896-1938, era el hermano pequeño de Francisco Franco. Estudió en la Academia de Infantería de Toledo, y en 1914 fue destinado a Regulares en Marruecos. En 1920 se hizo piloto y volvió a Melilla para hacer servicios desde el aire, lo cual era una gran ventaja para los soldados españoles. En enero de 1926 estuvo en el vuelo del Plus Ultra. En 1930 hizo la demostración de que se podía volar sobre Palacio Real con un avión armado, y huyó a Lisboa. En 1931 era republicano, pero al sublevarse su hermano en 1936, se pasó al bando “nacional”, con su hermano. En 1938 murió en accidente de aviación cuando iba a bombardear a los republicanos de Valencia. El avión entró en barrena por fallo mecánico y no hubo supervivientes.

[8] Severino Aznar Embid, 1870-1959, aragonés, editaba Paz Social y era catedrático de sociología de la Universidad Central. Fue carlista hasta 1920 y desde 1922 del Partido Social Popular.

[9] Ramiro de Maeztu Whitney, 1874-1936, era hijo de un hacendado cubano, Manuel de Maeztu, que se arruinó tras independizarse Cuba. Vivió en París, La Habana y Madrid, donde hacía colaboraciones con varios periódicos y vivía impresionado por la decadencia de España. en 1905-1919 vivió en Londres como corresponsal y regresó a España como un convencido antidemócrata, antiliberal, a la moda de Mussolini. Se hizo tradicionalista católico, colaboró con Primo de Rivera durante toda su época, y fue embajador en Buenos Aires en 1927. En Argentina descubrió la idea de “hispanidad”, entendida como comunidad de raza de los hispanoamericanos, idea que se concretaba en defensa del catolicismo y de las tradiciones. Junto a Eugenio Vargas Latapie, y el marqués de Quintanar, editaron Acción Española desde 0ctubre de 1931. Estuvo en el partido Renovación Española, y se radicalizó hasta pedir un escarmiento nacional ejemplar que pacificara a las dos generaciones siguientes. En 30 de julio de 1936, fue fusilado por milicianos republicanos.

[10] Pío Zabala Lera, 1879-1968, era historiador. Fue maurista en 1913.

[11] Ángel Herrera Oria, 1886-1968, hizo bachillerato en un colegio de jesuitas de Valladolid y estudio Derecho en Salamanca licenciándose en 1907. En 1910 y junto al sacerdote Ángel Ayala, fundaron Asociación Católica Nacional de Propagandistas (de la Fe), ACNP. En 1911 creó Editorial Católica, para defender el catolicismo desde la prensa y dirigió El Debate hasta 1933. En 1935 abandonó ACNP y se marchó a suiza, donde en en 1940 se ordenó sacerdote. Regresó a España en 1943 y colaboró en la parroquia de Santa Lucía de Santander, su pueblo natal, hasta que en 1947 fue nombrado obispo de Málaga, donde creó escuelas-capillas para enseñar a los niños a escribir y rezar. En 1965 fue nombrado cardenal.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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