La oposición política en 1923-1924

Conceptos clave: la Oposición a Primo de Rivera, Julián Besteiro.

     La reacción de las fuerzas sociales al golpe.

La mayoría de los españoles no se opuso al nuevo Gobierno de Primo de Rivera: El pueblo español recibió con alivio la noticia de que los centros nacionalistas catalanes habían sido clausurados, y que se garantizaba el orden social. Severiano Martínez Anido, antiguo Gobernador de Barcelona, fue nombrado Subsecretario de Gobernación para que aplicase su autoridad en toda España. Cuando la Caja de Ahorros de Tarragona fue atracada, dos de los atracadores fueron detenidos en pocas horas y ejecutados, lo cual daba confianza en el Gobierno a los españoles.

     En general, la opinión pública española fue favorable a las medidas tomadas por el Dictador, e incluso los sindicatos no protestaron. Los españoles veían positivo que alguien acabase con los terroristas, llamados entonces “pistoleros sindicalistas” y “pistoleros libres”.

     Los conservadores de las clases altas catalanas estaban entusiasmados a favor del golpe, sobre todo los banqueros de Barcelona, las Cámaras de Comercio e Industria de Barcelona, que enviaron mensajes de felicitación al nuevo Gobierno. Puig y Cadafalch, de Lliga, dijo que puestos a elegir entre un golpe ilegal, y la corrupción existente antes del golpe, prefería el golpe. El Colegio de Abogados de Barcelona se felicitó porque pronto acabaría la violencia callejera. El Cardenal Arzobispo de Tarragona, Vidal y Barraquer, elogió “el noble esfuerzo del pundonoroso general Primo de Rivera”. Solamente Cambó no quería manifestarse porque desconfiaba de todas las dictaduras.

     Los catalanistas, tanto los moderados de Puig y Cadafalch, y el Presidente de la Mancomunidad catalana Alfonso Sala, como los más convencidos de Eduardo Aunós Pérez (presidente de Acció Catalana) creían que podían lograr la autonomía porque Primo de Rivera les había dicho que podían ir preparando un proyecto de autonomía.

     Los Sindicatos Libres, sindicatos católicos de Barcelona, estuvieron totalmente a favor del golpe y progresaron mucho durante la dictadura. Los sindicatos católicos colaboraron, sobre todo en Unión Patriótica, pero muchos católicos se sintieron decepcionados con esa actitud de sus jerarquías respecto al Gobierno.

     Los periódicos conservadores en general, como La Época (periódico conservador), El Diario Universal (periódico liberal), justificaban el golpe.

     Los conservadores católicos, liderados por José Calvo Sotelo, estaban a favor del golpe.

     Los sacerdotes mostraron un entusiasmo desmedido, e incluso en los primeros días, abrazaban a Primo de Rivera como si fuera un familiar cercano. Poco a poco, fueron perdiendo entusiasmo, y cuando el Gobierno les negó la subida de sueldos que ellos esperaban, se decepcionaron mucho.

     Los conservadores autoritarios estaban totalmente de acuerdo con el golpe. ABC decía: «lo que ha caído, bien caído está». Los mauristas veían la posibilidad de regenerar España y de que ésta resurgiera entre las potencias internacionales. Rafael Benjumea Burín, 1876-1952, conde de Guadalhorce desde 1921, ingeniero que trabajó en el pantano de Guadalhorce, estaba entusiasmado con la dictadura.

     Los conservadores de Sánchez Guerra y liberales demócratas estaban en contra del general Primo de Rivera, pero se abstuvieron de hacer declaraciones en 1923.

     Los carlistas de Jaime de Borbón decían que España se encaminaba al tradicionalismo que ellos siempre habían defendido.

     Los jóvenes profesores Ramiro de Maeztu y Eugenio D`Ors apoyaban al dictador. Ossorio y Gallardo, fundador reciente de Partido Social Popular, afirmaba que el golpe coincidía con la voluntad popular. Antonio Maura decía que el golpe era inevitable y deseaba que Primo de Rivera acertase, porque asumir el poder con violencia sólo se justifica con el éxito. El maurismo cambió de postura política en 1926, tras la muerte de Antonio Maura. Miguel Maura manifestó estar tranquilo, dijo que la intención era buena y el plan acertado. Azorín y Ortega y Gasset estuvieron a favor del golpe en los primeros años, aunque luego cambiaron de opinión. Uno de los motivos del cambio fue el castigo a Unamuno en 1924.

Los liberales no se opusieron al golpe: Manuel García Prieto dijo que ya tenía un santo más a quien encomendarse, san Miguel Primo de Rivera, porque le había quitado de encima la pesadilla del Gobierno. Romanones dijo que “no se debía estorbar la labor de los que vienen con programas de renovación”. Niceto Alcalá Zamora expresó el deseo cordial y sincero de éxito al general golpista.

     Los republicanos del Partido Reformista de Melquiades Álvarez acogieron favorablemente el golpe, aunque no fueran entusiastas del mismo. Protestó por ello Manuel Azaña, el cual escribió el 17 de septiembre de 1927 una carta en contra de Melquiades Álvarez en la que se daba de baja en el Partido Reformista. Azaña había ingresado en el partido en el momento de su fundación en 1912 y había sido candidato por Alcalá de Henares en las elecciones de 1914, y por Puerta del Arzobispo (Toledo) en 1918 y en 1923 y, aunque siempre salió derrotado, era una figura de cierta relevancia dentro del Partido Reformista. Pero ya desde 1920 había denunciado el colaboracionismo de este partido republicano con los partidos monárquicos liberales, con el argumento que la transacción y el compromiso no llevaban a nada diferente de lo ya existente. Defendía que los republicanos debían volver a la intransigencia de primera hora.

Tres meses después, las opiniones empezaban a cambiar: En enero de 1924, Primo de Rivera reunió en Barcelona a los albistas (de Santiago Alba), Federación Monárquica Autonomista y Lliga, pidiéndoles su colaboración, pero se negaron todos, menos Unión Monárquica Nacional de Alfonso Sala (el partido fundado en 1919). Empezó entonces un enfrentamiento entre Alfonso Sala, presidente de la Mancomunidad y los generales Emilio Barrera Luyando y Joaquín Miláns del Bosch, que acabó con la dimisión de Sala en marzo de 1924. Un año más tarde del golpe, el 18 de septiembre de 1924, Primo de Rivera prohibió la utilización del catalán en actos oficiales y cerró las publicaciones de los catalanistas radicales. El catalanismo se opuso entonces frontalmente a la dictadura. Los de Acció Catalana denunciaron la dictadura ante la Sociedad de Naciones y ello molestó mucho al dictador, que prohibió el catalán en las iglesias. Entonces se molestaron los curas catalanes con el dictador. Primo de Rivera prohibió los Juegos Florales, que se siguieron celebrando en el extranjero. El resultado final de la persecución del catalanismo fue el triunfo de Francesc Maciá y la relegación de Francesc Cambó. Maciá no dudaba en colaborar con anarquistas y comunistas para la lucha contra el dictador.

         La oposición al golpe de Estado.

     Gregorio Marañón Posadillo 1887-1960 había nacido en Madrid y estudiado medicina doctorándose en 1910, y marchó a Alemania a estudiar endrocrinología (secreciones internas del cuerpo humano que son órganos de control del equilibrio fisiológico). Descontento con la dictadura, en 1926 se hizo de Alianza Republicana, de Azaña, por lo que fue multado por Primo de Rivera. En 1931 sería republicano. En 1939 se quedó en España.

     Miguel de Unamuno Jugo, 1864-1936, era Vicerrector de la Universidad de Salamanca desde 1921, y fue desterrado a Fuerteventura en febrero de 1924. Permaneció en ese lugar hasta el mes de julio, en que fue indultado, y en ese momento se machó a Francia (París y Hendaya), donde permaneció hasta 1930.

Antoni María Sbert, 1901-1980, mallorquín que fue a estudiar ingeniero agrónomo en Madrid, y se hizo líder estudiantil oponiéndose a la Dictadura. En 1928, creó Federación Universitaria Escolar, FUE, y en 1929 fue expulsado de la Universidad. Ya en 1929, los estudiantes estuvieron masivamente en contra del régimen, pero eran los últimos momentos, cuando todo estaba ya claro. El dictador detuvo al líder estudiantil Sbert, y los estudiantes se pusieron al lado de su compañero, y fueron apoyados por muchos profesores. Azorín escribió entonces contra el dictador y Ortega dimitió de su cátedra. Sbert se marchó a Barcelona e ingresó en ERC.

     Luis Jiménez de Assúa, 1889-1970, profesor de Derecho en la Universidad de Madrid, que mostró su descontento por la intromisión del dictador en la Universidad, y fue confinado en Islas Chafarinas en 1926. En 1931, ingresó en PSOE y fue del sector moderado, frente a Largo Caballero, pero no dejaba de ser socialismo de clase. No fue capaz de comprender la socialdemocracia.

     Santiago Alba era, para Primo de Rivera, la encarnación de lo que había sido el mal Gobierno, el símbolo de los vicios del régimen abolido. Hay que entender que Primo de Rivera venía de Cataluña, y Alba había defendido el unitarismo castellanista y había intentado imponer en 1918 el impuesto sobre beneficios extraordinarios en tiempo de guerra. Los catalanes habían hecho correr el rumor, falso a todas luces, de que Santiago Alba era venal. También hay que tener en cuenta la postura de Alba en el tema de Marruecos al intentar dialogar con Abd el Krim y oponerse al ataque militar. Los albistas eran los seguidores de Alba.

     José Sánchez-Guerra, líder del Partido Moderado, consideró que el golpe era una injusticia más de la política española. Sánchez-Guerra era la cabeza visible de la oposición al régimen.

     Por supuesto, se opusieron PCE y anarquistas, que fueron ilegalizados inmediatamente, pero estas personas no fueron perseguidas ni maltratadas durante la dictadura.     CNT en Cataluña y PCE en Bilbao pidieron una huelga general y se opusieron radicalmente al golpe. El PCE, siguiendo las consignas de III Internacional, se infiltró en los órganos de la dictadura, sobre todo en Sevilla y empezó a atacar al PSOE como traidor a sus hermanos los trabajadores de Asturias y Vizcaya, los que estaban en el PCE. CNT no tenía alternativa, pues uno de los fines del golpe era acabar con el anarquismo que había provocado tanta violencia. Unos anarquistas intentaron asaltar las Atarazanas de Barcelona, y fueron inmediatamente ejecutados, y tras ello desapareció el terrorismo y, tras ser ilegaliza, también CNT perdió todo protagonismo hasta el final de la dictadura.

     El 12 de noviembre de 1923 el conde de Romanones, Presidente del Congreso, y Melquiades Álvarez, Presidente del Senado, protestaron ante Alfonso XIII por el hecho de que no se abriesen las Cortes. El plazo constitucional de suspensión había terminado. El periodo en el que constitucionalmente el Rey podía cerrarlas era de tres meses y estaban a punto de transcurrir. El Rey debía convocarlas o disolverlas convocando nuevas elecciones. Y el Rey les contestó con la disolución definitiva, pero sin convocar nuevas elecciones. Con ello, tanto Romanones como Álvarez quedaban cesados en sus cargos. El suceso no tuvo gran trascendencia, pues la gente creía en la necesidad de un “cirujano de hierro” que cambiara España. Solamente protestó Unamuno, y fue confinado a Fuerteventura. Pero esta reacción y destierro de Unamuno hizo pensar a Ortega que quizás se estaba equivocando al apoyar la dictadura, y tras Ortega, otros intelectuales se plantearon la misma cuestión.

     Hicieron leves protestas contra el Dictador: Romanones, Manuel Azaña, general Weyler, general Zabalza, general López Ochoa, general Queipo de Llano, general Aguilera

               Los vasquistas en 1923.

     El PNV se había roto ya en 1903 a la muerte de Sabino Arana. Arana era un radical con posturas inadmisibles para la burguesía vasca, pero era intocable por su prestigio. A su muerte, el partido se dividió en dos tendencias: Los españolistas eran partidarios de la colaboración con el Gobierno de Madrid sin renunciar por supuesto a las ventajas de la autonomía y de los fueros, que eran las razones que les impulsaban a estar en el partido. Los independentistas eran los puros, los defensores de las doctrinas de Arana a ultranza. Sus líderes eran Luis Arana y Eli Gallasategui. El 18 de septiembre de 1923 fueron cerrados los centros del PNV, y Eli Gallasategui fue vigilado hasta que huyó a Francia, de la que no volvió hasta 1931.

         Los catalanistas en 1923.

     Los catalanistas se escindieron en 1923 en cuatro grupos: Acció Catalana era una coalición de la Lliga y los republicanos. Partit Republicá Catalá era liderado por Lluis Companys y Marcelino Domingo. Estat Catalá era el grupo nacionalista más violento, liderado por Francesc Maciá. Unió Socialista de Catalunya era el grupo más izquierdista.

     La Mancomunidad de Cataluña perdió competencias, y el 24 de diciembre de 1923, su Presidente, Josep Puig i Cadafalch, se exilió a Francia. Muy poco después, el 12 de enero de 1924, las Diputaciones Provinciales fueron disueltas y la Mancomunidad de Cataluña se quedó en un ente sin contenido alguno. Alfonso Sala Argemi, Presidente de Unión Monárquica Nacional, UMN, partido creado en 1919, pasó a ser Presidente de la Mancomunidad de Cataluña. Y José Enrique de Olano Loyzaga conde de Figols, también de UMN, fue nombrado Presidente de la Diputación de Barcelona. Estos dos hombres interpretaron que ellos debían hacer resurgir el españolismo en Cataluña, pero la idea de Primo de Rivera era otra, era eliminar por completo el catalanismo, y en primavera de 1924 decidió eliminar la Mancomunidad. Se opusieron Josep Puig y José Enrique de Olano. Pero un Estatuto Municipal de 1924, y un Estatuto Provincial de 1925, acabaron con la Mancomunidad, y Alfonso Sala dimitió en 22 de abril de 1925.

     Se creó entonces una Comisión Gestora Interina de los Servicios Coordinados, que presidía José María Milá Camps conde de Montseny, que tenía la misión de liquidar formalmente la Mancomunidad. La Diputación de Barcelona se convirtió en el organismo de máximo poder en Cataluña y su Presidente era José María Milá Camps. UMN se disolvió en 1931.

Antes de su disolución, había surgido en España otra Unión Monárquica Nacional, en abril de 1930, liderada por José Calvo Sotelo, Ramiro de Maeztu, José Yanguas Messía, Eduardo Callejo de la Cuesta, Galo Ponte Escartín, Fernando Gallego de Chaves marqués de Quintanar, Manuel Delgado Barreto, José Gavilán, José Antonio Primo de Rivera, Rafael Benjumea Burín conde de Guadalhorce (que era el Presidente de la nueva UMN).

         Los carlistas en 1923.

     Los carlistas de Sindicatos Libres de Barcelona perdieron la protección de Primo de Rivera, una vez que los pistoleros desaparecieron, y también perdieron las simpatías de los obreros, que fueron hacia CNT que se oponía radicalmente a la dictadura. Pero seguían siendo oficialmente la segunda fuerza en Cataluña tras UGT, pues CNT era ilegal. En enero de 1924 los Sindicatos Libres se fusionaron con Sindicatos Católicos Libres formando Confederación Nacional de Sindicatos Libres de España CNSLE, que tenía unos 200.000 afiliados. Desaparecido el terrorismo en Cataluña, no era preciso que los Sindicatos Libres dieran cobertura a los pistoleros de la patronal y del Gobierno, también denominados “libres”.

     El líder carlista Jaime III se mostró simpatizante del golpe pero no colaborador, y Vázquez Mella y Víctor Pradera se hicieron también simpatizantes. Esteban Bilbao se hizo colaborador y fue Presidente de la Diputación de Vizcaya, miembro de Unión Patriótica y de la Asamblea Nacional Consultiva de 1927. Estas simpatías carlistas decayeron en 1925, y Jaime III llegó a pedir la república en España, momento a partir del cual Primo de Rivera pasó a encarcelar carlistas, prohibir sus celebraciones y censurar sus periódicos.

              El PSOE en 1923

UGT y PSOE condenaron moralmente el golpe, pero decidieron esperar acontecimientos.

     UGT se había convertido para entonces en una gran organización social que iba mucho más allá de lo que se podía pensar de un sindicato, con mecanógrafas y secretarias que realizaban una gran actividad como llevar seguros y organizar cooperativas obreras, además de controlar y dirigir a los afiliados.

     Indalecio Prieto redactó un manifiesto en contra del golpe, pero no convocó huelga o manifestación en contra y, más tarde pactó con el Directorio. La Casa del Pueblo de Madrid recibió la visita del Gobernador de Madrid, Juan O`Donnell y Vargas duque de Tetuán, con toda normalidad. Después, Francisco Largo Caballero aceptaría el cargo de Consejero de Estado, aunque tras agosto de 1929 se pusiera en contra de la dictadura. Julián Besteiro, jefe del PSOE y de UGT desde 1925, se oponía a la dictadura, pero no descartó colaborar con Primo de Rivera en algunos aspectos concretos y en determinadas condiciones. Manuel Llaneza, dirigente del sindicato minero asturiano, colaboró abiertamente con el dictador.

     Francisco Largo Caballero estaba dispuesto a colaborar con el régimen argumentando que los conceptos de “monarquía parlamentaria” “dictadura” y “república burguesa” eran simples cuestiones semánticas propias de la ideología burguesa, sin importancia para la clase trabajadora. Dentro de la incultura general de Largo Caballero, es comprensible que hiciera estas afirmaciones.

     Primo de Rivera, que necesitaba una imagen internacional aceptable, el 28 de septiembre de 1923 llamó a dialogar a PSOE-UGT, y les dijo que «quería asociaciones obreras para la cultura, protección del obrero, mutualismo y sana política, pero no para resistencias y luchas contra los empresarios». PSOE-UGT dudaron si debían colaborar o no. Largo Caballero, líder de la llamada izquierda del PSOE, aceptó. Julián Besteiro de tendencias pacifistas, la derecha del PSOE, ponía condiciones. E Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos eran partidarios de no colaborar.

Con Primo de Rivera se abría la perspectiva de la destrucción del sector radical de CNT a través de la ganancia progresiva de afiliados para UGT. Una vez conseguido esto, algunos sindicalistas soñaban con fundir la UGT con una CNT moderada, para formar un sindicato único. Ello tenía un gran inconveniente en la figura de Largo Caballero, partidario de unir UGT al PSOE para hacer la revolución, para lograr un Gobierno obrero. El inconveniente era que PSOE no estuvo por la labor de unirse a CNT. Primo de Rivera le concedió a Largo Caballero los «Comités Paritarios» para decidir en cuestiones laborales, y UGT-PSOE se mostraron condescendientes con la dictadura hasta 1929.

     A fines de septiembre de 1923, Primo de Rivera se dirigió a Manuel Llaneza y le invitó a ir a Madrid para hablar de los problemas mineros, industriales y laborales en profundidad. Llaneza consultó al Comité Ejecutivo del SOMA, y fue a Madrid. Se vio con Primo de Rivera el 1 de octubre. Primo de Rivera pretendía, de momento, acabar con CNT y salvar la monarquía. Conocía la hostilidad entre UGT y CNT y pretendía aprovecharla. El 2 de octubre Llaneza pidió al Secretario General de PSOE-UGT, Julián Besteiro, que convocase las ejecutivas del PSOE y de UGT a fin de colaborar en la dictadura. Fernando de los Ríos e Indalecio Prieto, se oponían a la colaboración con la dictadura, pero perdieron la votación. El PSOE decidió colaborar en la dictadura. Era una situación difícil de explicar: consideraban una traición al marxismo el aceptar la socialdemocracia, pero consideraban conveniente colaborar con una dictadura de extrema derecha, aunque explicaran que era para expandirse gracias a ella.

En PSOE-UGT predominaban personajes como Fermín Blázquez Nieto, 1882-1946, colchonero de profesión, nacido en Macotera, un pueblecito de la región de Peñaranda (Salamanca), emigrado a Madrid en 1894 para huir del hambre, emigrado a Santander en 1900, de nuevo en Madrid en 1905, que estaba como Delegado de cualquier asociación socialista de cualquier punto de España, y en 1922 representaba a la Sociedad de Profesionales y Oficios Varios de Madrid. Pacifista, pero dispuesto a servir a Pablo Iglesias en lo que fuera y donde se lo pidieran. Éste era el nivel intelectual predominante. En 1931, se presentó a elecciones en Toledo, con gran éxito. Blázquez Nieto en 1936, no fue al frente, sino al Servicio de Investigación Militar. En 1939, emigró a Argelia.

Isidoro Rodríguez González, 1867-1952, alias Isidoro Acevedo, era un asturiano emigrado a Madrid en 1877, donde aprendió el oficio de tipógrafo en 1880, y ello le sirvió para colaborar en varios periódicos socialistas en diversas ciudades. En 1888 estaba en Santander, y en 1914 en Asturias. En 1921 fue uno de los fundadores del Partido Comunista Español y en 1939 se fue a la URSS.

     La mayoría en el PSOE de 1923 era marxista y devota de Pablo Iglesias, y por ello se denominaban a sí mismos como “partido de clase”. Lo que querían era el Gobierno de los obreros. Buscaban la conquista del Estado para el proletariado, aunque renunciando a la vía violenta como pedían los comunistas leninistas, y otros grupos. Al socialismo de clase, de las tres realidades socioeconómicas, iniciativa empresarial, fuerza de trabajo y Estado, sólo le interesaba la fuerza de trabajo, y buscaba dominar el Estado para que fuera gestionado, en teoría, por la fuerza de trabajo. Ellos mismos se harían cargo de la iniciativa empresarial. Era la cara opuesta al liberalismo burgués, al que sólo le interesaba la iniciativa empresarial, aunque fuera a costa de la explotación de la mano de obra. En los dos casos, se hacía “por el bien de la humanidad”. Ni Pablo Iglesias había sido capaz de evolucionar en la última década de su vida, ni su heredero, Julián Besteiro, supo interpretar la socialdemocracia.

La posibilidad de poner el interés general, incluido el de los empresarios, por encima del interés del proletariado, o socialismo socialdemócrata, no estaba en la cabeza de la mayoría de los socialistas españoles, aunque ya lo estaban desarrollando los británicos (laborismo) y algunas otras minorías de otros países. La socialdemocracia no triunfaría en España hasta 1979.

Progresista pasó a significar dos cosas contradictorias e incompatibles entre sí: desde el punto de vista socialdemócrata, y también liberal democrático y social, progresista es buscar el máximo de derechos para el máximo de ciudadanos. Y desde el punto de vista del socialismo de clase, progresista es buscar las máximas ventajas para los obreros y sindicatos de clase, aunque ello sea contra el interés general de la empresa, de los trabajadores y del Estado. La contradicción se hace evidente, cuando reflexionamos que es imposible que los obreros, el sector social menos formado intelectualmente, gestionen el Estado, lo cual se traduce en que una minoría de activistas del partido y de los sindicatos, apoyada en una minoría de intelectuales, se establece en el poder con el apoyo en votos de los obreros.

     En esta actitud de conseguir el poder a toda costa, en 1923, el PSOE de clase, decidió que le convenía estar a bien con el dictador, y como al dictador le convenían los votos obreros, se llegó a un entendimiento con el poder. Y para rematar la contradicción, en 1931, el PSOE-UGT se negaría a colaborar con los republicanos, porque eran burgueses, y con los comunistas y anarquistas, porque eran un modelo de revolución obrera distinta a la suya, a la hora de derribar la monarquía de Alfonso XIII.

Es obvio que a los anarquistas y comunistas no les gustó nada el pacto de colaboración que hizo el PSOE-UGT con la dictadura, porque el beneficio del PSOE era un perjuicio para la revolución que cada uno de ellos tenía planificada. Esto fue decisivo en adelante, pues la desconfianza entre los grupos de la llamada izquierda, fue permanente, e incluso se matarían entre ellos en su momento.

El PSOE-UGT de 1924.

Julián Besteiro se vio influido por la llegada de los laboristas al poder en Gran Bretaña el 1 de enero de 1924, lo cual rompía el viejo axioma de que nunca los burgueses permitirían gobernar a un partido obrero. Pero no entendió el sentido de la socialdemocracia

En España, muchos pesoístas decidieron colaborar con el dictador. Pero lo importante, el paso a un socialismo moderno, socialdemócrata como el británico o el alemán, no se lo plantearon. Besteiro no supo distinguir entre la colaboración con una democracia como la británica, y la colaboración con una dictadura como la española. Y luego en 1931, cuando estaba escarmentado de su colaboración con el Gobierno, se negó a colaborar con los Republicanos del Pacto de San Sebastián, porque tampoco entendió el momento histórico en que vivía España.

     El 25 de octubre de 1924, Largo Caballero tomó posesión de su cargo de Consejero de Estado. Dijo que él era un rebelde, y que no iría con traje de etiqueta a tomar posesión como Consejero. Fue con traje ordinario, como los que usaba cada día, pues le gustaba presumir de físico. A eso se reducía su rebeldía. Mostraba mucha inmadurez psicológica.

     Prieto reaccionó a la toma de posesión de Largo Caballero con su dimisión en la ejecutiva del PSOE. Alegó que Largo Caballero había actuado contra una decisión del Comité Ejecutivo del PSOE de 9 de enero de 1924, que decía que los socialistas podrían aceptar cargos de la Dictadura sólo en el caso de tener plenas libertades para elegir, dentro de PSOE-UGT a sus colaboradores, y de que otros sindicatos no tuvieran una representación igual. En el caso de Largo Caballero, éste había sido designado por el Rey, y le parecía inadmisible. El Comité Nacional de PSOE contestó a Prieto que Largo Caballero no había desobedecido la norma citada. Y Prieto dimitió.

     Largo Caballero estuvo desde entonces: en el Consejo de Administración y de la Información Telegráfica; en el Consejo Interventor de Cuentas de España; y en la Junta de Abastos. Largo Caballero era por tanto un cargo importante en el Gobierno de la Dictadura.

     Largo Caballero abandonó la Junta de Subsistencias cuando Martínez Anido fue nombrado Ministro de Interior del Gobierno. También abandonó el Consejo de Economía Nacional cuando entraron en él los sindicatos católicos, como decía la norma del PSOE.

     Desde su puesto oficial, Largo Caballero se creía una figura importante en el PSOE, y trató de crear un nuevo sistema de relaciones entre PSOE y UGT, pidiendo que UGT no estuviera en adelante subordinada a PSOE, sino en pie de igualdad. Ello se conseguiría mediante la formación de un nuevo Comité Ejecutivo integrado por miembros de ambas formaciones políticas, el partido y el sindicato. Esto lo formuló en febrero de 1924 en la Casa del Pueblo de Madrid. El nuevo Comité sería la autoridad máxima del socialismo español y decidiría las líneas políticas de actuación.

     Antonio Fabra Rivas entendió que Largo Caballero quería unificar el partido PSOE con el sindicato UGT, y se opuso a Largo Caballero. Largo Caballero replicó en un discurso en Asturias que se trataba de mantener ambas instituciones autónomas, pero de eliminar la dependencia que UGT sufría frente al PSOE, de unificación de criterios de actuación de los socialistas, pero no de unificación. Pero los socialistas PSOE entendían muy bien que Largo Caballero tendría más poder, pues ello le daría representantes en todos los acuerdos y pactos que el PSOE hiciera, mientras la autonomía de UGT sería completa pues el PSOE no estaba en condiciones de oponerse a las votaciones de huelga de los obreros.

     Largo Caballero explicó que se trataba de hacer un Comité Mixto que luchara por tener un régimen parlamentario exclusivamente civil; una legislación contra el analfabetismo; una ley de libre asociación y de libertad de prensa; una ley de libertad religiosa; una legislación social que garantizara a los campesinos unos mínimos de subsistencia; una democratización de las empresas de forma que los obreros participaran en la administración de las mismas; y conseguir el desarrollo del principio de igualdad en que todos los españoles accedieran a los medios mínimos de subsistencia, y en las negociaciones sobre relaciones laborales.

     La declaración de Largo Caballero era una nueva política social, de tipo regeneracionista, y desde luego, no era marxismo. Pero debemos reconocer que se expresaba en términos que la ley de Primo de Rivera admitía, y no podían ser declarados ilegales.

         Julián Besteiro Fernández.

     Es llamativa la figura de Julián Besteiro Fernández, 1870-1940, por ser el más próximo a las ideas de la socialdemocracia que se impondría en los países avanzados de Europa en los siguientes años, pero Besteiro no supo dar el paso hacia las nuevas doctrinas. Formado en la I.L.E., estudio Filosofía y Letras en Madrid, y en 1897 era catedrático de enseñanza media en Orense, y en 1899 en Toledo. Su formación era deficiente, debido al autodidactismo practicado en la I.L.E. En 1909, fue a Alemania y aprendió algo del marxismo en Berlín, Munich y Leipzig, pero no aprendió las teorías de Berstein. En 1912 era catedrático de Lógica en la Universidad de Madrid, e ingresó en el PSOE con las ideas poco elaboradas: en 1917 apoyó la huelga revolucionaria, lo que le sirvió de aprendizaje básico, pues empezó a ocuparse de los problemas de la sanidad, enseñanza y trabajo en España. Se convirtió en el hombre de confianza de Pablo Iglesias, cuando Iglesias era ya considerado un viejo venerable que estorbaba en el PSOE. Y de nuevo Besteiro mostró sus carencias ante la aparición del PCE en 1920-1921, pues no sabía cuál era el papel del PSOE en la revolución social que se avecinaba. Sus ideas le llevaron a pensar en la necesidad de una revolución burguesa, para luego repartir justamente la riqueza dentro de la sociedad, y por ello decidió colaborar con Primo de Rivera en 1923. No supo formular las leyes de la socialdemocracia que ya estaban apareciendo en Gran Bretaña y en Alemania. No supo encontrar el papel del socialismo en el Estado moderno. La poca firmeza de sus argumentos condujo a que se impusieran Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos como líderes del anticolaboracionismo, y el populista Largo Caballero como líder del colaboracionismo, pues la postura poco decidida de Besteiro le dejó sin opciones. El socialista Largo Caballero era el personaje más estrambótico que había en el PSOE, y se puso de moda como el nuevo Lenin español.

En 1925-1931, Besteiro fue Presidente del PSOE y de UGT, como heredero de Pablo Iglesias, pero su autoridad sobre el partido y el sindicato era escasa. Julián Besteiro ordenó sus ideas muy tarde, en 1933, cuando comprendió y justificó que la dictadura del proletariado era un error. Lo hizo en una discusión con Amaro del Rosal. Su oportunidad había caducado. Sabía que había que oponerse a los comunistas, pero no aportó su modelo de sociedad y de Estado nuevos, que desde su posición, debería haber sido la socialdemocracia. En 1936-1939, se limitó a luchar por la paz, y llegó a creer en un Estado en el que Franco toleraría a los socialistas. Pero los comunistas y anarquistas querían dictaduras del proletariado, el PSOE quería la dictadura del PSOE, y los republicanos querían la victoria sobre el fascismo. El 1 de abril de 1939, Franco ganó la guerra, y Besteiro fue juzgado y considerado un hombre de paz y honesto, pero que representaba a un pensamiento inaceptable, el socialismo, por lo cual fue condenado a cadena perpetua. Fue encarcelado en el convento trapense de Dueñas (Palencia) en compañía de curas vascos nacionalistas. Luego fue trasladado a Carmona (Sevilla), y en 1940 enfermó de diarreas y murió en septiembre.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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