GOBIERNO MAURA DE AGOSTO DE 1921.

Conceptos clave: Juan Picasso en 1921, los africanistas en 1921, las comisiones Militares en 1921,

     El 14 de agosto de 1921 formó Gobierno Maura, y Cambó estaba en el Ministerio de Hacienda, mientras Juan de la Cierva estaba en Guerra. Juan de la Cierva estaba allí para interpretar la derrota de Annual de forma no lesiva a los militares. Cambó aprovechó su puesto para poner unos aranceles altísimos a la importación de productos que podían hacerle la competencia a los productos catalanes y españoles en general.

     Izquierda Catalana criticó el hecho de que Lliga y Cambó colaborasen con el Gobierno de España. Rovira i Virgili dijo que no se podía colaborar de ninguna manera con Madrid.

Era un Gobierno de coalición de conservadores, liberales y catalanistas para una situación que se consideraba de emergencia. Se vetaba a Romanones porque podía restar liderazgo a Maura, y se excluía al liberal Santiago Alba y al republicano liberal Melquiades Álvarez por demasiado izquierdistas desde el punto de vista de Maura, pero ambos manifestaron su apoyo al Gobierno en esas circunstancias, así como también lo hizo Lerroux. Era un Gobierno predestinado al fracaso, pues prescindía de los hombres más capaces en favor de los más moldeables y de más influencia populista (Cambó y Juan de la Cierva).

     Los Gobiernos de 1917-1923 eran débiles y seguían políticas contradictorias. Por ejemplo, Romanones se mostró conciliador con los obreros huelguistas y revolucionarios de Barcelona a principios de 1919, mientras Allendesalazar hizo una represión fuerte a principios de 1920.

         El Gobierno conservador de Antonio Maura.

                14 agosto 1921 a 07 marzo 1922

  Presidencia del Consejo, Antonio Maura Montaner.

  Gobernación, Coronel Rafael Coello de Portugal y Oliván, conde de Coello de Portugal.

  Estado, Manuel González-Hontoria y Fernández Ladreda, liberal (grupo de Romanones), especialista en el tema de “Marruecos”.

  Guerra, Juan de La Cierva Peñafiel, conservador, hombre de los militares.

  Marina, José Gómez Acebo, marqués de Cortina, liberal (grupo de Romanones)

  Fomento, José Maestre Pérez[1], maurista.

  Hacienda, Francesc de Asís Cambó Batlle (catalanista), que aceptó, aunque poniendo reparos a que La Cierva fuera Ministro en el mismo Gobierno.

  Instrucción Pública y Bellas Artes, César Silió Cortés (maurista).

  Gracia y Justicia, José Francos Rodríguez, liberal (grupo de García Prieto)

  Trabajo, Leopoldo Matos Massieu, conservador.

              El tema del Rif.

     El objetivo primero del Gobierno Maura era reconquistar la zona de Melilla y dar una salida digna a los militares derrotados en esa plaza africana. Había que tener contento al ejército para garantizar su apoyo frente a la oposición política.

     Se decidió abrir una investigación sobre los sucesos de El Annual, de lo cual se encargó al general Juan Picasso González (tío del famoso pintor Pablo Picasso), consejero togado del supremo de Guerra y Marina, perteneciente a Estado Mayor y no implicado con artillería ni con infantería. No se quería a nadie de infantería ni artillería para no deformar la investigación. Se ordenó al general Juan Picasso, por Real Orden de 24 de agosto de 1921 que no atribuyese responsabilidades a Dámaso Berenguer, porque se quería que Berenguer llevase el mando en Marruecos, y ello no era posible si le alcanzaban responsabilidades. Berenguer dimitió el 13 de agosto ante La Cierva, pero Maura no le aceptó la dimisión argumentando que los éxitos de Berenguer en Yebala no tenían relación con la derrota de Silvestre en Annual, y que además, había salvado a Melilla de la catástrofe.

     El 4 de agosto de 1921 se reunió la Comisión Picasso para iniciar el estudio sobre las causas y responsabilidades de los oficiales en los sucesos de África. Juan Picasso trabajaba honradamente, y llegó a advertir que las responsabilidades tocaban a Joaquín Fernández Prida (Ministro de Marina en 1921), Manuel Argüelles Argüelles (Ministro de Hacienda en 1921), Manuel Fernández Silvestre (Comandante General de Melilla), Felipe Navarro Ceballos (general que dirigió la retirada hasta Monte Arruit) y Dámaso Berenguer Fusté (Alto Comisario de España en Marruecos). Todos estos nombres estaban vetados por el Gobierno y por el Rey. Se creaba un conflicto entre la Justicia y la Política. Por ello, el progreso del expediente Picasso iba muy lento, y nadie tenía intención de darse prisa. Mientras la opinión pública decía que había que procesar a Berenguer, ningún Gobierno quería dar ese paso. Es decir, el Gobierno dirigía la investigación judicial, en una práctica muy poco democrática.

     El 31 de agosto de 1921, Picasso dijo que se debía investigar a todos los implicados y todo lo sucedido. Se trasladó a Melilla e interrogó a 79 implicados.

En 1921, el Gobierno debía enfrentarse a las responsabilidades de una derrota estrepitosa, tenía que afrontar un Consejo de Guerra a la cúpula militar: Alguien tenía que explicar por qué no se había socorrido a las guarniciones de Nador y Monte Arruit, por qué no se rescataba a los prisioneros de Abd el Krim, y cómo se iba a hacer la política de recuperación de los territorios perdidos. El asunto era complicado porque los oficiales de Marruecos no estaban dispuestos a ser culpados por los políticos de Madrid, y al contrario, culpaban al Gobierno de no haberles dotado de medios y presupuesto para ganar una guerra, y le culpaban de que muchos políticos dijeran que el ejército había fracasado por completo en Annual, y dijeran que los políticos estaban gastando montones de dinero en una empresa africana en la que los españoles en general no ganaban nada, aunque algunos particulares sí. El desprecio de Franco por los políticos en 1939-1975, proviene de este momento.

     El ejército estaba dividido entre los que querían escala abierta, y los partidarios de la escala cerrada por antigüedad para los ascensos. Los de la escala abierta dominaban la parte del ejército más operativa y eficaz, pero habían sido derrotados estrepitosamente en África. Los de la escala cerrada estaban en descrédito por las acciones de las Juntas de Defensa.

     Los oficiales desplazados al Rif descargaban sus responsabilidades en los políticos: pedían una ofensiva total gestionada por soldados profesionales bien armados, y no por reclutas sin instrucción militar y mal armados. Y acusaban a los políticos de quitarles hombres y dinero, lo cual había sido enviarles al matadero. Francisco Franco y José Sanjurjo Sacanell se manifestaron contra “la cobardía de los políticos”, contra los junteros (de las Juntas Militares) que “cobardemente esperaban sus ascensos escondidos en los cuarteles”. Decían que el servicio en Marruecos debería ser largo, a fin de que la tropa tuviese instrucción adecuada, conociese el terreno, y conociese al enemigo. Proponían el incremento de la Legión Extranjera a imitación de lo que habían hecho los franceses. Franco diseñó el uniforme de la Legión, su régimen disciplinario, su bandera y, cuando fue autorizada, se convirtió en Comandante del Primer Batallón de la Legión Extranjera.

La Legión Extranjera había sido fundada en 28 de enero de 1920 por el Comandante de infantería José Millán Astray, alistó a su primer hombre en septiembre de 1920, y se asentó en un monte cercano a Ceuta. Enrolaba a españoles y extranjeros voluntarios. Francisco Franco era el Comandante de la Primera Bandera (batallón) y lugarteniente de Millán Astray. Durante los sucesos de 1921 en Annual, la Legión no estaba todavía operativa.

Los políticos de izquierdas culpaban a los militares y dijeron que no se debería dar más dinero para la campaña de Marruecos que sólo servía para hacer morir a miles de hombres.

     El Rey estaba necesariamente complicado en las acciones de Marruecos, pues había recomendado el avance sobre el Rif. Pero se destruyeron todas las pruebas que le implicaban, y nunca se pudo demostrar que hubiera intervenido. Los documentos de los abogados decían una cosa distinta al sentir general.

         La reconquista del Rif.

     Se hizo un programa militar de mejora del ejército, se entrenó a las tropas en instrucción (entrenamiento, marchas y tiro), se las equipó con uniformes, se les pagó lo atrasado, se fabricaron tiendas de campaña y mantas (fabricadas por todas las fábricas de España proporcionalmente a su importancia). Era un poco tarde para hacer lo que se debería haber hecho décadas antes. En 27 de julio de 1921 se nombró a José Cavalcanti[2] Comandante General de Melilla en sustitución del desaparecido Fernández Silvestre (desaparecido en 22 de julio). También, el 17 de septiembre, se envió a Melilla al general Miguel Cabanellas Ferrer[3] para dirigir las operaciones de campo en la reconquista del territorio.

     Una situación vergonzosa fue que se abriera una suscripción pública para comprar material de guerra para iniciar la reconquista del Rif.  Se pedía a los españoles lo que el Gobierno no había sido capaz de poner en décadas anteriores. Patrioterismo y militarismo servían para “sostenella y no enmendalla”. Y cada día llegaba una foto cada vez más truculenta sobre lo ocurrido en julio y agosto, pues los cadáveres, momificados por el sol, seguían donde habían caído meses antes.

     Dámaso Berenguer Fusté mantuvo el mando de las operaciones en Marruecos, y redujo a la obediencia a las kábilas en los años 1921-1922: El 12 de septiembre empezaron las operaciones de recuperación del Rif. El 17 de septiembre Berenguer tomó Nador. Pero antes de tomar el Gurugú había que derrotar a Abd el Krim, que estaba en Sebt. El 2 de octubre, Cabanellas, Berenguer y Sanjurjo fueron sobre Abd el Krim, y éste se retiró al Kert. El 5 de octubre Sanjurjo llegaba al fuerte de Atlatén, a donde se envió un aeroplano y un globo aerostático como observadores desde el aire, y el avión destrozó el globo en una de sus pasadas (nuevo fallo militar). El 10 de octubre se tomó el Gurugú, monte junto a Melilla, lo cual aseguraba la zona. El 14 de octubre se recuperó Zeluán, donde se encontró un montón de cadáveres despedazados. El 24 de octubre se alcanzó Monte Arruit, el espectáculo más horroroso de la tragedia: los cadáveres estaban sin enterrar, machacados y despedazados, y eran miles. Algunos estaban empalados en las maderas del fuerte, y otros aparecían con las manos atadas con sus propios intestinos, muchos descabezados, y muchísimos degollados. Ese mismo día 24 de octubre, se batió a los moros en Yebala, cerca de Ceuta, causándoles 500 muertos, y Abd el Krim huyó al otro lado del Kert. En octubre se pudo hacer la foto del desfiladero de Izumar, y de los blocaos de Annual, cubiertos de cadáveres. En enero de 1922 se alcanzó Dar Drius. Cuando se llegó a Annual, el desfiladero y la posición estaban cubiertos de cadáveres. Las fotografías son impresionantes. Tras sacar las fotografías, se enterraba a los cientos o miles de muertos de cada lugar. Y hacia el 21 de diciembre de 1921 se podía considerar recuperado el territorio perdido en julio. Y se había enterrado a los muertos.

Los planes de España en Marruecos a finales de 1921 y durante 1922, eran mucho más modestos que en 1920 y se limitaban a dominar algunos puntos en la costa, Vélez de la Gomera y Alhucemas, y la zona norte de Yebala, renunciando a ocupar la extensa zona a que aspiraba Fernández Silvestre unos meses antes.

Habían saltado a la fama los nombres de José Sanjurjo Sacanell, Santiago González Tablas (herido de muerte en Tazarut en mayo de 1922), José Cavalcanti de Alburquerque y Padierna, Francisco Franco Bahamonde y José Millán Astray, en adelante conocidos como “los africanistas” por antonomasia. Los africanistas adquirieron el sentimiento de una cierta ascendencia sobre el resto de los españoles. Serían los protagonistas del golpe de Estado de 1936.

Los africanistas estaban por encima de la justicia y del Gobierno:     El 29 de septiembre de 1921, Cavalcanti llevó un convoy hasta Tizza, que fue un desastre. Fue juzgado por ello, y exonerado el 24 de febrero de 1924. Los africanistas acusaron a las Juntas de Defensa de desmoralizar al ejército, de restar dinero al programa de la guerra, de inmiscuirse en los asuntos de los ascensos por méritos de guerra. Las Juntas estaban “tocadas”. El coronel Lacanal, un juntero que estaba en África en 1921, había fracasado en la toma de Tizza, y otro juntero se había rendido a Abd el Krim sin disparar un solo tiro. Ambos fueron calificados de cobardes por los africanistas. No tenía sentido que Cavalcanti fuese exonerado, y el coronel Lacanal culpabilizado.     El 20 de octubre de 1921, Cavalcanti fue condecorado con la laureada de San Fernando, Santiago González-Tablas y Millán Astray fueron condecorados, y Lacanal fue destituido y cesado como militar. En diciembre de 1921, Cavalcanti fue autor de unas críticas al Gobierno, al que acusaba como culpable de la derrota militar, lo cual causó su destitución inmediata y su sustitución por José Sanjurjo.

     El 15 de julio de 1922, Dámaso Berenguer fue destituido tras hacerse públicas las dimensiones del desastre.

         Las reformas económicas de Cambó en 1921.

El segundo objetivo del Gobierno Maura, era sanear la economía española, según el programa de Cambó. Cambó se propuso poner orden en Hacienda reorganizando el Banco de España, reorganizar la banca privada, aprobar unos presupuestos convenientes, y modificar los aranceles. Con todo ello mejoró la cotización de la peseta desde las 7,73 pesetas por dólar, hasta las 6,37 pesetas por dólar. Así, mejoró las importaciones de maquinaria para la industria.

Cambo eliminó en Hacienda la “Junta de Funcionarios” que había surgido a imitación de las Juntas de Defensa. También luchó contra el contrabando ejercido por Juan March, empresario mallorquín que tenía una fábrica de tabaco en Orán, con permiso para vender en el Rif, y que aprovechaba para meter de contrabando el tabaco en la península corrompiendo a altos y bajos funcionarios y a carabineros.

     El 29 de diciembre de 1921, Francesc Cambó hizo una ley de Ordenación Bancaria que trataba de las relaciones entre El Banco de España y el Estado español. En cuanto al Banco de España, reorganizó su Consejo eliminando los vocales que ponía la banca privada, que eran los principales accionistas de los bancos, porque decía que el Banco de España debía estar al servicio del bien de España, y no al servicio de los bancos privados. A continuación exigió que los bancos se sometiesen a la disciplina del Banco de España.

Cambó aprobó una nueva Ley del Arancel, de 12 de febrero de 1922: El arancel vigente hasta entonces era el de 1906, bastante liberal, y se había usado durante la Gran Guerra para importar y exportar, y para construir industrias y negocios propios del momento de la guerra, negocios que fracasaron casi todos en 1918 y 1919. Según Cambó, era preciso proteger a las industrias extractivas y textiles que ya no eran competitivas tras la guerra. El problema era que los precios internacionales caían, mientras los españoles se mantenían o subían, porque eran negocios marginales no rentables en tiempo ordinario. Cambó era ante todo un proteccionista, defensor de los intereses catalanes.

El arancel Cambó de 1922 gravaba fuertemente las importaciones donde hubiera sectores homólogos españoles, lo cual protegía a la industria catalana, y desgravó los aranceles de los productos agrícolas de exportación, lo cual protegía a la agricultura castellana de los grandes agricultores. La primera medida agradaba a sus socios catalanistas, y la segunda a sus socios castellanos. El “arancel Cambó” tendrá mucha importancia durante la Dictadura de 1923-1930, lo que explica la tranquilidad con que aceptaron este sistema político dictatorial los conservadores y los catalanistas. Las industrias catalanas estaban subiendo los salarios, como consecuencia de las huelgas, y estaban perdiendo mercados exteriores, como consecuencia del final de la guerra, y lo estaban pasando mal. El recurso fácil era que el Estado asumiese parte de esas pérdidas. Esta política proteccionista será combatida por Santiago Alba y por los productores agrarios castellanos medianos y pequeños, y en 1923 se desmontaría el tinglado montado por Cambó.

Las medidas recaudatorias tomadas por Cambó en Hacienda fueron exactamente las contrarias de las que convenía tomar: en teoría, se debía ahorrar mucho y recaudar más. Lo que Cambó hizo fue castigar a los comerciantes extranjeros, que dejaron de llevar productos a España, y perdonar impuestos a los españoles más ricos, los empresarios catalanes y castellanos. Eran medidas muy de derecha rancia, las mismas que España venía practicando equivocadamente desde hacía siglos. Pues cuando la cantidad recaudada tiene que ser mayor cada año, y se rebaja la aportación de los más poderosos, el resultado es siempre que los menos pudientes tienen que tributar más. Y como los que nada tienen, nada pueden tributar, la presión se ejerce sobre las clases medias de las que debería surgir el impulso renovador del país, pero que quedan maniatadas por el sistema de recaudación del Estado.

España seguía siendo un país quebrado, sin relevancia alguna en el panorama internacional, mientras no se saneara el déficit de Hacienda. Y la forma de hacerlo tenía que ser distinta.

El tema de las Juntas de Defensa.

     Cambó exigió acabar con las Juntas de Defensa a las que consideraba responsables de lo ocurrido en Annual. Los militares estaban gastando el presupuesto en nóminas, mientras no se atendían las necesidades de armamento y transporte militares. Las Juntas de Defensa, dueñas de las instituciones de Gobierno, habían negado los fondos necesarios. Juan de la Cierva, el hombre de las Juntas de Defensa en el Gobierno, se negó a disolverlas. Tanto Maura como Cambó y como el propio Rey, pensaban que las Juntas debían disolverse, pero La Cierva insistió argumentando que otros Gobiernos habían tenido tiempo de hacerlo desde 1917 a 1921, y en 1922 no era el momento oportuno. Las Juntas de Defensa se quejaron de las destituciones del coronel Ricardo de Lacanal Villar, coronel Francisco Sirvent Betis, y general Carlos Tuero O`Donnell, y amenazaron a La Cierva por dejarse manipular.

Dirigían las Juntas de Defensa, o Comisiones Informativas, el Gobernador Militar de Madrid, Ricardo Burguete Lana, y el general de infantería Ambrosio Feijoo Pardiñas, que trabajaba en el Ministerio de Guerra. Las Juntas de Defensa manifestaron disconformidad con La Cierva en diciembre de 1921, con asombro de todos, pues La Cierva había sido siempre el protegido de los militares, el hombre de las Juntas de Defensa en el Gobierno.

Los africanistas exigían recompensas para los que habían luchado en África y recuperado los territorios perdidos, para ellos. La contradicción es que no hablaban para nada de las responsabilidades de haberlos perdido, que atribuían a otros. Era como si el ser jóvenes, les exculpase de todo el pasado, como si no fueran hijos del pasado, excepto en lo que les beneficiaba.

Las Juntas de Defensa formaron Comisiones Informativas cuya finalidad era desinformar al país sobre lo sucedido en África, reescribir la historia del modo más conveniente para ellos. Un siglo después, las noticias falsas habían sido tantas, que todavía resultaba muy difícil averiguar la verdad.

Pero aunque la población se mantuviera ignorante, los militares sabían lo que había pasado en 1921, y surgieron divisiones dentro del ejército: Miguel Primo de Rivera exigía retirar a todos los soldados de África; Valeriano Weyler dimitió como Jefe de Estado Mayor Central porque se sentía ignorado; Agustín de Luque Coca dimitió porque pedía responsabilidades por lo sucedido en Annual.

     La Cierva citó a los jefes junteros en su despacho el 3 de enero de 1922, y les exigió retirar sus amenazas de golpe de Estado, y les sugirió que él tenía autoridad para disolver las Juntas. El Rey se sentía incómodo porque siempre se había manifestado defensor de las Juntas y alentador de los africanistas. Es decir, apoyaba a los dos bandos militares en ese momento enfrentados. Maura exigió que el Rey, que había autorizado las Juntas, fuese quien las disolviese, y presentó su dimisión, el 11 de enero de 1922. El 16 de enero de 1922, el Rey firmó el decreto de disolución del Gobierno, pero este Decreto no se publicó. No se admitió la dimisión de Maura, y se llegó a un acuerdo o pacto con las Juntas por las que éstas tendrían oficinas propias en el Ministerio de la Guerra, pero aceptarían la autoridad del Ministro. El Rey aprobó el Decreto por el que se disolvían las Juntas de Defensa y se transformaban en Comisiones Informativas al servicio del Ministerio de Guerra, y Maura pudo continuar mes y medio más en el Gobierno.

              El Periódico Informaciones.

     El 24 de enero de 1922 Leopoldo Romeo fundó el periódico Informaciones, que se lo vendió al poco a Rafael Barón Martínez-Agulló, y en 1924 lo compraría Juan March, convirtiéndose en el periódico de más difusión durante la dictadura. En 1931 vino la crisis, y ésta se agudizó en 1936. La solución fue cedérselo a una cooperativa de trabajadores, y éstos trabajaron durante la guerra a favor del PSOE de Indalecio Prieto. De nuevo entró en crisis en 1939, y sobrevivió a duras penas hasta que en 1967 cayó en manos de Federico Silva Muñoz, un franquista de mucha influencia, que se lo vendió a Emilio Botín. Botín entregó la gestión del periódico a Víctor de la Serna y a Jesús de la Serna, los cuales trataron de ser independientes y fueron acusados de marxismo por el franquismo ya decadente. En 1974 Botín abandonó el periódico y ello supuso la crisis definitiva, marchando Juan Luis Cebrián, subdirector de Informaciones, a dirigir El Pais en 1975, y cesando Jesús de la Serna en 1978, lo que llevó al cierre definitivo en 1983.

         La reconquista del Rif en 1922.

     El 30 de enero de 1922, el Gobierno se planteó el tema de Marruecos. Una vez recuperadas las posiciones de partida a finales de 1921, había que plantearse la ocupación real del territorio del Protectorado, para poder ejercer las funciones correspondientes. Había muchas opiniones sobre ello: Miguel Primo de Rivera opinaba que se debía abandonar Marruecos, y por ello, fue cesado como Capitán General de Castilla la Nueva. La Cierva creía que se debía ocupar todo el territorio concedido a España en 1906, atacar Beni Urriaguel y acabar con Abd el Krim. Maura pensaba que se debían ocupar puntos en la costa y desde allí dirigir un “protectorado” o Gobierno Autóctono marroquí, pero asentía con La cierva en que era preciso dominar Alhucemas. Cambó opinaba que no se podía gastar el dinero de España en una campaña en Alhucemas.

Se decidió hablar con Dámaso Berenguer, y la entrevista del Gobierno con el general Berenguer tuvo lugar el 4 de febrero de 1922 en el Palacio de los Condes de Puertohermoso en Pizarra (Málaga). Estaban allí el Presidente Maura, el Ministro de Guerra Juan de la Cierva, el Ministro de Estado González Hontoria, el Ministro de Marina Marqués de Cortina, el General Dámaso Berenguer, el General Aizpuru (Jefe de Estado Mayor Central) y otros altos cargos.

Allí acordaron que era preciso capturar a El Raisuni en Yebala, y atacar a Abd el Krim en Beni Urriaguel. Se acordó no progresar en la ocupación de territorios en el entorno de Melilla más allá de los límites alcanzados en enero de 1922, potenciar una amplia acción política en el Rif entre las cábilas a fin de ponerlas a favor de España, y preparar un desembarco masivo para recuperar el dominio militar del territorio.

Berenguer tenía planificado, desde 1913, un desembarco en Alhucemas para atacar el núcleo mismo de los rebeldes. Lo había preparado el general Gómez Jordana en connivencia con Al Jatabí, el padre de Abd el Krim, pero no se llevó a cabo en ese momento, porque los Beni Urriaguel se rebelaron contra los españoles. Tampoco se hizo en 1922.

         La crispación política en 1922.

     El 23 de enero de 1922, Juan Picasso tenía terminado su informe. Constaba de 2.433 folios. Los entregó el 18 de abril de 1922.

     En 5 de febrero de 1922 había elecciones municipales. La mayoría de los concejales electos eran del Partido Conservador y del Partido Liberal, es decir, tradicionales. Según estos indicios, nada hacía prever cambios. Pero la realidad de la calle era muy distinta a la realidad oficial:

     El 19 de febrero, Miguel de Unamuno se declaró antimonárquico en el Ateneo de Madrid.

En Cataluña, Martínez Anido y muchos empresarios declararon su apoyo a los Sindicatos Libres, los cuales pasaron de 10.000 afiliados en 1921 y 180.000 en 1922. El apoyo de los patronos y de Martínez Anido a los Libres, no quería decir que los Libres no hicieran huelgas. Lo que significaba era que dentro de los libres aparecían unas bandas paramilitares o de pistoleros, que se ponían a las órdenes de los empresarios contra los pistoleros de CNT. El sindicato daba cobertura a una banda de matones al servicio de Martínez Anido y Migual Arlegui, y de los empresarios catalanes que pagaban los gastos de los matones. En febrero de 1922, Martínez Anido impidió a Lliga colocar unos carteles en las calles de Barcelona, porque consideraba que todo regionalismo era desorden público. La libertad política chocaba con la represión social que Anido estaba haciendo. La Veu de Catalunya se puso del lado de Lliga, aunque manifestó que respetaba las medidas de Martínez Anido en bien del orden público. Martínez Anido se sintió ofendido y amenazó a los empresarios con dimitir.

     El carlismo sufría distintos avatares: En 1921 había dimitido Larramendi y había aparecido como nuevo jefe carlista José de Selva Margelina, marqués de Villares, de Valencia, que desarrolló el requeté (paramilitares hasta los 17 años) y las juventudes carlistas (paramilitares mayores de edad). Estaba creando fuerzas paramilitares de derechas. En diciembre de 1922 se fundó el Partido Social Popular, integrado por carlistas mellistas (de Vázquez Mella) y algunos mauristas. Era presidente Víctor Pradera (carlista) y colaboraban Ángel Ossorio (maurista), Salvador Minguijón (excarlista) y Manuel Simó. Pero este partido fracasó en 1923 con la dictadura, y desapareció.

              El PSOE en 1922

     El PSOE seguía en la colaboración con el poder. Seguiría también con el dictador Primo de Rivera, y continuaría con la Segunda República en la misma posición. Una cosa era que estuviera determinado a echar abajo el “Estado Burgués” y sustituirlo por un “Estado Proletario”, y otra que pensase que la táctica de Largo Caballero debía ser participar en el poder para tener más fuerza a la hora de dar el golpe.

     En cuanto al Instituto de Reformas Sociales que manejaba Largo Caballero, en 1922 Largo Caballero logró dividir sus funciones: las funciones de “estudio y consulta” se mantuvieron en el Instituto de Reformas Sociales; y las de “inspección de trabajo” que pasaron a los Comités Paritarios. Largo Caballero estaba tan convencido de la eficacia de estos Comités Paritarios que aceptará seguir trabajando en ellos incluso bajo la dictadura de Primo de Rivera posterior.

     Los empresarios no estaban dispuestos a perder parte de sus ganancias: El empresario José de Maluquer propuso que parte del salario de los obreros se pagase como cuota de invalidez y vejez, es decir, que se detrajera del salario. El Ministerio de Trabajo estaba dispuesto a hacerse cargo de esas cuotas. Los empresarios decidieron hacer un boicot a la obligatoriedad de las cuotas y el problema quedó pendiente.

          Dimisión de Maura.

     Todavía había otro asunto pendiente de la derrota de Annual, los presos. Abd el Krim pedía tres millones de pesetas por los presos, un millón como reparaciones de guerra, y la libertad de los moros apresados por España. Este asunto también dividía a los españoles, pues Berenguer era partidario de pagar, y Maura se oponía a fortalecer al enemigo cuando todavía se estaba combatiendo con él.

     El 1 de marzo de 1922 se reabrieron las Cortes. González Hontoria y el marqués de Cortina, los hombres de Romanones en el Gobierno, dimitieron. Los liberales retiraron la confianza a sus Ministros, y La Cierva fue vetado por las Juntas de Defensa.

Maura dimitió en 7 de marzo de 1922. Maura consideró impropio pagar rescates a Abd el Krim por los prisioneros, pues era dinero que le serviría para comprar armas con las que matar a más españoles. La oposición dijo que había que pagar esos rescates.


[1] José Maestre Pérez, 1866-1933, era un médico alicantino que trabajó varios años en la zona minera de Cartagena. Fue Ministro de Abastecimientos para Maura en abril de 1919, Gobernador del Banco de España en 1921, y Ministro de Fomento en agosto de 1921, otra vez para Maura. Creó la Dirección General de Minas, Metalurgia, e Industrias Navales, reestructuró las Cámaras Agrarias y obligó a los ferrocarriles españoles a utilizar carbón nacional. Hizo mucho dinero e invirtió una fortuna en unas minas de Cartegena para obtener plomo y plata, negocio que ya era ruinoso desde el siglo XVIII, y consecuentemente, se arruinó, pero la quiebra de la empresa tuvo lugar después de su muerte.

[2] José Cavalcanti de Alburquerque y Padierna, 1871-1937, recibió la Laureada de San Fernando con motivo de una carga de caballería llevada a cabo en Taxdirt el 20 de septiembre de 1909. A su vez, fue nombrado conde de Taxdirt. En 1919 fue de nuevo distinguido por Alfonso XIII con el marquesado de Cavalcanti. El 27 de julio de 1921, fue nombrado Comandante General de Melilla en sustitución del desaparecido Fernández Silvestre. En diciembre de 1921, se atrevió a criticar al Gobierno como culpable de la derrota militar de julio de 1921, y fue fulminantemente destituido y cambiado por José Sanjurjo. Quedó muy resentido por ello, y en 1923 era uno de los integrantes del “Cuadrilátero” que preparaba el golpe de Estado (José Cavalcanti, Federico Berenguer Fusté, Leopoldo Saro Marín, y Antonio Dabán Vallejo), y que propiciaron la Dictadura de Miguel Primo de Rivera. El 14 de junio de 1924 se le nombró Jefe de la Casa del Rey, donde se mostraba una vez más la afición del Rey por los militares. En septiembre de 1924, participó en una conspiración para acabar con la dictadura militar y restablecer la Constitución y un Gobierno de civiles, y por ello fue destituido en 5 de noviembre de 1924. Su nuevo destino fue Baleares. Fue Capìtán General de Andalucía en 1930-1931, y es muy conocido por proponer al Rey en abril de 1931 la guerra contra los republicanos que habían ganado las elecciones municipales. El 17 de abril de 1931 fue destituido de su cargo de Presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina, pero fue lo suficientemente hábil como para declararse fiel al Gobierno de la República diez días después. No obstante, en 1932 estaba complicado en el golpe de Sanjurjo contra la República, y el 7 de diciembre fue condenado a diez años por responsabilidades de Annual, y de nuevo en agosto de 1933 fue condenado a 10 años por responsabilidades en la sanjurjada. Fue amnistiado el 26 de abril de 1934. Y el 30 de julio de 1936 se puso al servicio de Francisco Franco y del levantamiento militar.

[3] Miguel Cabanellas Ferrer, 1872-1938, se formó en las Escuelas Pías de Yecla (Murcia), y en la Academia General Militar de Toledo. Se incorporó al arma de caballería. Fue destinado a Cuba en 1894 y ascendió hasta capitán. En 1911 estaba en Marruecos, y era de los que opinaba que había demasiado gasto militar en personal y poco en material y formación del soldado. Tras la derrota de 1921, escribió que los militares metidos a políticos eran culpables de la derrota, y fue encausado. El 13 de mayo fue depuesto y enviado a la península. En 1923 estaba con los golpistas, pero era liberal y republicano y no encajaba con la ideología ultraderechista de Primo de Rivera. Se le dio la patada hacia arriba: se le ascendió a General de División y se le envió a Menorca, donde no molestaría a nadie. Pero siguió criticando al dictador y fue depuesto en 1926. En 14 de abril de 1934, mostró su apoyo a la República  y el 15 de abril de 1931 fue nombrado Capitán General de Andalucía. Allí combatió la violencia campesina, y no fue del agrado de los republicanos, ni los republicanos le gustaron a él. El 3 de junio de 1931, se le envió a Marruecos como Jefe del Ejército, lejos de Madrid. En 3 de febrero de 1932, se lo pensaron mejor y le hicieron Inspector General de la Guardia Civil. En 19 de mayo de 1934, fue Inspector General de Carabineros. El 15 de febrero de 1935 fue de nuevo Inspector General de la Guardia Civil. Y el 11 de enero de 1936 fue nombrado Jefe de la División Orgánica en Zaragoza. Ningún cargo parecía el apropiado para un liberal republicano. En julio de 1936, apoyó el golpe de Estado, y como general más antiguo, fue nombrado Presidente de la Junta de Defensa Nacional, cargo que tampoco encajaba en medio de golpistas de extrema derecha. Había desaparecido el organizador del golpe, general Sanjurjo, en accidente de aviación, el 20 de julio de 1936.. Su única acción relevante fue volver a la bandera tradicional española desde el siglo XVIII, roja y amarilla, y abandonar la tricolor republicana. El 21 de septiembre de 1936, se decidió nombrar jefe único del ejército rebelde, y se eligió a Francisco Franco. Cabanellas, que estaba en desacuerdo, se abstuvo. Vaticinó que Franco estaría en el mando hasta la hora de muerte, porque le conocía desde África. Franco también conocía a Cabanellas, al que acusó de masón, un insulto muy grave en su boca, y le nombró  en septiembre de 1936, Inspector General del Ejército, un cargo sin función alguna. Miguel Cabanellas murió al poco el 14 de mayo de 1938. Franco se apresuró a confiscar todos sus documentos. Su hijo, Guillermo Cabanellas de Torres, huyó a Francia en 1937, y luego a Uruguay, Paraguay y Argentina.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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