SINDICALISMO ESPAÑOL EN 1914-1917.

Contenido esencial: el PSOE en 1914-1917, Sindicalismo católico en 1914-1917.

              El PSOE de 1914 a 1917.

     El PSOE, en su condición de partido marxista, debería haber analizado en profundidad y en concreto la realidad económica y social del momento: el precio de la cebada, arroz, garbanzos y patatas había subido entre un 70 y un 90% desde 1914, los empresarios no habían subido los salarios en la misma proporción, ni incrementado la seguridad en el trabajo, ni las condiciones de salubridad de las fábricas. Las diferencias en poder adquisitivo eran abismales entre las zonas desarrollas, Cataluña y País Vasco, y las zonas agrícolas de secano, las cuales estaban emigrando masivamente hacia las zonas ricas. El Estado estaba en quiebra técnica y no podía hacer frente ni a la realización de comunicaciones interregionales, ni a la construcción de escuelas y hospitales, ni a la atención de los problemas empresariales y laborales. La política se había convertido en un modo de vida aprovechado por muchos estudiantes de Derecho y por funcionarios y sindicalistas, para intentar hacer fortuna económica.

Todo ello estaba causando un gran desasosiego social, y alguien tenía que canalizarlo, definirlo y reclamar las medidas concretas oportunas.

El PSOE debería haber analizado las cuestiones concretas del momento, y los problemas seculares que las condicionaban, y debería haber tomado decisiones de acuerdo a las posibilidades reales de actuación dentro de la realidad. Las salidas a la calle a armar alboroto no son precisamente actos racionales fruto del análisis marxista, sino consignas políticas que convienen a unos o a otros, tácticas que utilizan a obreros y estudiantes, los más vulnerables y moldeables, mediante pseudorrazonamientos generalistas tales como que los pobres sufren, que existe el hambre y la miseria, el frío y la enfermedad, que hay guerras, que hay desigualdades… Éstas son realidades que han existido siempre en el mundo desde que lo conocemos, hace unos 2.500 años, y que seguirán existiendo dentro de mil años. No son análisis concretos de la realidad presente, ni demuestran nivel racional alguno. Los puede hacer cualquier bachiller con locuacidad. La locuacidad no es lo mismo que la inteligencia, sino que es una técnica que algunos poseen naturalmente, y otros la adquieren, y otros nunca llegan a tenerla. Hay cursillos para aprender a expresarse en público sin decir nada, los abogados los utilizan para su trabajo ordinario, y los sindicatos imparten esos cursillos a sus cuadros dirigentes para que sean capaces de presentarse ante las masas. Se puede hablar de cualquier cosa sin entender nada de nada de lo que se está hablando, y sin decir nada durante mucho tiempo. Lo deseable es analizar las características concretas de esos problemas concretos de cada día, y encontrar vías de solución aplicables de forma sostenible y realmente, y no en un mundo de ficción, ni momentáneamente.

     Ejemplo: Los enemigos de la guerra son particularmente sospechosos. Las religiones son, en principio, enemigas de la guerra, pero partidarias de la Guerra Santa o de la Cruzada para defender la religión. Los liberales son enemigos de las guerras pero favorecieron la imposición del imperialismo por la vía militar. Los nacionalistas justifican la “guerra de liberación”. Los comunistas, enemigos de todas las guerras, son los que más guerras han hecho en el siglo XX. Pero la voz “no a la guerra” saca a muchos ingenuos a las calles siempre. Como puso de manifiesto Chaplin, no hay más que desplegar una bandera para que miles de hombres la sigan sin saber quién les guía ni hacia donde. También Forrest Gump utilizó la misma idea.

     En 1914-1917, Europa estaba proponiendo diversas soluciones a los problemas sociales y políticos: Ante unas condiciones similares, el socialista Benito Mussolini estaba pidiendo la intervención de Italia en la guerra. En Alemania, los comunistas (antes del comunismo) Rosa Luxembourg y Karl Liebnecht se opusieron a aprobar los créditos de guerra que pedía el Gobierno, porque se oponían rotundamente a la guerra. En Austria, Friedrich Adlen decidió aprobar los créditos de guerra. En Francia, Jules Guesde y Marcel Sembat decidieron apoyar a su Gobierno en el asunto de participar en la Gran Guerra. Cada uno hacía su análisis y decidía una posición distinta. Utilizo el término Gran Guerra, porque así se llamó hasta que, en 1940, designaron a la guerra de entonces como Segunda Guerra Mundial, y la Gran Guerra pasó a denominarse Primera Guerra Mundial.

En España, el PSOE de 1914 no sabía qué hacer: la dirección del partido se pronunció a favor de los aliados, imitando a Francia. Y también los republicanos españoles decidieron situarse del lado de Gran Bretaña y Francia. Pero la sociedad española estaba dividida entre ambos bandos.

El PSOE era todavía un partido insignificante, de unos 14.000 militantes en 1915. En agosto de 1914, El Socialista había condenado la guerra, y había declarado que la guerra era fruto del capitalismo, lo cual es una ingenuidad propia de un jovencito inmaduro que culpabiliza siempre a otro de todo lo que ocurre. Si es fruto del capitalismo, o fruto de otro ente, es secundario ante el hecho de que hay que tomar partido y actuar. En todo caso, había que analizar qué capitalistas en concreto eran los responsables, si los imperialistas colonialistas, los industriales, los comerciantes, los agricultores, los políticos gobernantes… Culpar a todo el capitalismo sin más, no sirve de nada, aparte de ser falso. Pero servía para el asalto al poder, para derribar al Gobierno burgués, e instalar un Gobierno del proletariado. Y ante la falta de ideas concretas, comenzaron las disensiones internas al PSOE:

El 12 de septiembre de 1914, El Socialista se declaró aliadófilo, pero entonces su Director, el andaluz Mariano García Cortés, dimitió en protesta contra la decisión tomada por Pablo Iglesias. El nuevo Director de El Socialista fue Eduardo Torralba Beci. El catalán Antonio Fabra Rivas defendió que España debía entrar en guerra a favor de la democracia y de los aliados. Mariano García Cortés, Eladio Fernández Egoechea, y José Verdes Montenegro se oponían a la guerra en general, y pedían la estricta neutralidad, alegando que era “un conflicto entre capitalistas”. En un mundo capitalista, decir que todo eran problemas capitalistas, era lo mismo que no decir nada, era descubrir el Mediterráneo.

Y no era tan malo que los socialistas discreparan, sino que se insultaban entre ellos sin discutir los pros y los contras de los temas de manera racional. Eso significaba que luego actuaban irracionalmente, o con muy poco análisis de la realidad, con muy poca base real marxista.

En esas condiciones, el X Congreso del PSOE, celebrado en Madrid del 24 al 31 de octubre de 1915, fue movido. Se discutió el posicionamiento del PSOE en la guerra, el posicionamiento respecto a Conjunción Republicana Socialista y la organización interna del partido. Se expulsó del partido a Facundo Perezagua, de Bilbao, y se nombró como líder socialista vasco a Indalecio Prieto. La causa de la expulsión de Perezagua fue su oposición a la Coalición Republicana Socialista, y el hecho de presentar candidaturas independientes, distintas de las del PSOE, lo cual era traicionar al partido. También se oponían a la Coalición Republicana Socialista Antonio Fabra Rivas en Cataluña, e Isidoro Acevedo, Director en Oviedo de La Aurora Social. Y estaban a favor de la Coalición Republicano Socialista: Pablo Iglesias, Jaime Vera y Julián Besteiro.

Era normal que hubiera distintas opiniones, pero no era normal el bajo nivel intelectual de la discusión, pues no se trataron temas como la función del electoralismo en la estrategia socialista, las condiciones de participación de los socialistas en el Gobierno, ni el papel que estaba jugando el republicanismo español. Al final, se decidió por 3.106 x 2.850 votos, continuar en la Coalición Republicana Socialista, pero se le dio a cada sección regional autonomía para decidir su posición, pues una decisión única se consideró “dictadura del Comité Nacional de la Agrupación Socialista Madrileña”. Ello demostraba la debilidad de dirección del PSOE.

En cuanto al tema de la guerra, se decidió que Jaime Vera, Eduardo Torralba Beci, José Madinabeitia, José Verdes Montenegro y Manuel Vigil, elaboran un informe sobre el tema, pero el problema era el mismo: los ponentes estaban en desacuerdo, y tuvo que ser Jaime Vera quien escribiera el informe individualmente. Vera se inclinó por la neutralidad española apoyando a los aliados. Y en el tema de la Coalición Republicana Socialista, Vera aconsejó que algunos socialistas se introdujeran, o infiltraran, en todas las organizaciones burguesas, y que colaborasen en todas las iniciativas de izquierdas.

No estaban de acuerdo con el Informe de Vera, ni Eduardo Torralba Beci, ni José Madinabeitia. Y por su parte, Manuel Vigil presentó un informe personal que culpabilizaba a Alemania de la guerra, y recomendaba apoyar a los aliados. El informe de Vigil fue rechazado por 20 x 9 votos. Verdes Montenegro presentó su informe personal, y dijo que el PSOE tenía que oponerse a todas las guerras e incluso convencer a los socialistas europeos de que opusieran a todas las guerras y defendieran el pacifismo. Su informe fue rechazado por 25 x 10 votos. Tampoco estaba de acuerdo con los anteriores, Luis Araquistáin, de Santander, el cual se declaraba aliadófilo. Y Pablo Iglesias sentenció que los socialistas alemanes habían traicionado al socialismo, y que el partido se declaraba aliadófilo.

El X Congreso había puesto de manifiesto en 1915 que en el PSOE había muchas corrientes, y que no había doctrina propia, sino más bien, que los teóricos españoles dependían de los franceses en casi todo. El análisis lo hacían los franceses, y en España se intentaba copiar. Pero los análisis de un país no sirven para otro, porque cada uno tiene unas características distintas (en teoría marxista pura).

Nunca se analizó el efecto que estaba teniendo y que podría tener en adelante la Gran Guerra en España sobre los obreros y los campesinos. No se hicieron referencias a la Conferencia de Zimmermald (Suiza) celebrada en septiembre de 1915, en la que Lenin había condenado a la II Internacional y había llamado a la revolución mundial. No se estaba cumpliendo la decisión de Basilea 1912, de que todos los socialistas debían oponerse a todas las guerras y, si empezaba una guerra, debían trabajar por que fuera lo más corta posible. No se analizaban las causas profundas por las que las masas obreras iban a la huelga continuamente, y se prefería pasar con la superficialidad de que había abusos de los capitalistas, los malos, sobre los trabajadores, los buenos, y que todos los obreros simpatizaban con UGT. No se contemplaban los problemas de la excesiva inflación, y del corte de las posibilidades de emigrar a Hispanoamérica: los emigrantes en 1912 fueron 195.000, y en 1918 sólo 20.000, porque Argentina decidió no admitirlos, y otros países sudamericanos hicieron lo mismo. Entonces, la migración se hizo interna, del campo a la ciudad, pero sin contrato de trabajo, lo cual produjo mal ambiente en las ciudades. Y la agitación continuó después de la Gran Guerra. ¿Cuáles eran las causas de la inflación? ¿cuáles eran las causas de la emigración y del rechazo a la migración española? ¿Cuáles eran las causas reales de las huelgas?

Daba la impresión de que los dirigentes socialistas españoles eran burguesitos metidos a socialistas de despacho, y no quisieron plantearse el tema del leninismo, presente desde 1903, ni los temas reales de la España de 1914, temas que los franceses no analizaban, como es natural. Y las masas militantes, parecían incapaces de plantear este nivel analítico.

La falta de análisis suficiente entre los dirigentes, produjo que las Juventudes Socialistas, FJSE, de Tomás Meabe en 1903, leyeran por su cuenta el manifiesto de Lenin y tomaran una posición distinta a la del PSOE, la de apoyo a Lenin. Ramón Lamoneda y Manuel Núñez Arenas, que defendían esta última posición, significaban un fracaso del PSOE. El FJSE celebró su V Congreso en Madrid en noviembre de 1915, y en él, hicieron un llamamiento al PSOE para que apoyara a Lenin, pero la Ejecutiva del PSOE rechazó la propuesta por 18 x 2 votos. No les parecía entonces grave la discrepancia, pero seis años después, el FJSE se marchó del PSOE, e ingresó en PCE.

En 1916, el dominio absoluto de Pablo Iglesias sobre el PSOE fue cuestionado. Con ello, parecía que se adoptaba por fin una postura racional, pues un jefe indiscutible y perpetuo, no es fruto de la racionalidad. Mientras, quizás por influjo de Julián Besteiro, Pablo Iglesias se moderaba, los jóvenes pesoístas y ugetistas se radicalizaban hacia posiciones que ya Pablo Iglesias había abandonado.

Pablo Iglesias se indignó en 1917 al ver que cualquiera convocaba a los suyos, los socialistas, a una huelga, y que ésta era aceptada masivamente sin contar con él, el líder socialista. Los jóvenes de PSOE y UGT habían votado en contra suya y se habían constituido en Comité de Huelga.

     Los republicanos, que sí actuaban a la llamada de los catalanistas, convocaron a la huelga a los ferroviarios valencianos (que eran socialistas ugetistas) el 19 de julio, día de la Asamblea de Parlamentarios en Barcelona. Y los pesoístas y ugetistas se estaban dejando llevar a la huelga. El conjunto de obreros simpatizantes del socialismo acabaron luchando cuerpo a cuerpo con la Guardia Civil en las barricadas, en Santiago, en Asturias y en Vizcaya.

El Comité de Huelga estaba muy influido por republicanos (Marcelino Domingo y Alejandro Lerroux estaban al menos implicados) e integrado por los ugetistas, Francisco Largo Caballero[1] y Daniel Anguiano[2], y los pesoístas, Julián Besteiro y Andrés Saborit[3]. Este Comité ordenó una huelga general indefinida para el 13 de agosto con instrucciones de que fuese violenta y se enfrentasen al ejército y la Guardia Civil. Los obreros se organizaron en piquetes y salieron a la calle armados, pero el ejército también salió a la calle a por ellos. Hubo 80 muertos y unos 2.000 detenidos, entre ellos el Comité de Huelga. Desde la cárcel, el Comité de Huelga desconvocó el 20 de agosto, pero la huelga continuaría en algunos sectores y regiones hasta 13 de septiembre de 1917.

El impacto de 1917 en España.

     Aparte de grandes cantidades de alimentos que los beligerantes demandaban, Cataluña vendía uniformes a Francia, Asturias vendía carbón a Gran Bretaña, y Asturias y Cantabria vendían zinc a los aliados. Era material directamente relacionado con la guerra, no propio de un país neutral. ¿Estaba, o no estaba, España en la guerra? Alemania lo tenía claro, pero también necesitaba apoyo español, y hacía la vista gorda. Pero hundía los barcos españoles.

     Las enormes cantidades de dinero ingresadas por el Estado español y por los particulares, deberían haber sido la salvación de las empresas y del Estado español, pagando deudas, renovando tecnología y haciendo inversiones en sectores de tecnología punta. Y se debería haber pagado la deuda pública que el Estado arrastraba desde hacía siglos. No ocurrió así. No era racional alegrarse de que el Estado español se arruinara, porque “el Estado es enemigo del socialismo”. No era racional permitir el despilfarro de los capitalistas sin hacer nada al respecto, salvo plantear huelgas.

     Por el contrario, el dinero, en vez de fortalecer la inversión en las empresas, en parte se dedicó a pagar viejas deudas, y en parte se repartió entre los accionistas (dividendos del 120% anual) y éstos lo dilapidaron en lujo y placeres. Se argumentó que la importación de tecnología era muy difícil porque los suministradores estaban en guerra, y lo cierto es que la producción española bajaba en vez de subir.

     Los precios de los productos españoles subieron tanto para los beligerantes como para el mercado interior. Los obreros españoles cada vez vivían peor porque, aunque los salarios subían, no lo hacían tanto como los precios. Incluso ocurrió que los trabajadores no relacionados con la exportación no tuvieron alza de salarios ¿quién y cómo se propiciaban esas políticas?

     España vivía una guerra de salón, una guerra en los periódicos y en los cafés: los carlistas se declararon germanófilos y los republicanos aliadófilos. Como ninguno tenía participación en el Gobierno, todo se reducía a encender polémicas en la calle y en los periódicos, e incluso a pegarse en la calle. Oficialmente España era neutral puesto que los conservadores y los liberales se declararon no beligerantes. En privado, muchos conservadores simpatizaban con los alemanes citando la enemistad histórica con la pérfida Albión (Gran Bretaña), y muchos liberales simpatizaban con los aliados argumentando una necesaria amistad con Francia como nexo de unión con la civilización occidental. ¿Y qué negocios estaban detrás de cada una de estas opiniones, y a quién beneficiaban?

     La importancia de la guerra de 1914 para España fue muy grande: hubo un alto crecimiento de industrias textiles, industrias del cuero, minas, hierro, navieras, químicas y eléctricas, y ello activó la banca y el comercio. Ello conllevó un crecimiento urbano, y disminución de la población rural. Los negocios no fueron controlados por nadie, y la situación económica liberal derivó en una inflación altísima, valorada en un 120% en cuatro años. El Gobierno no hizo políticas de mejora del poder adquisitivo de las clases medias y bajas, y ello condujo a la conflictividad social. Los campesinos emigrados se convertían en obreros de muy baja retribución laboral, y se afiliaban a sindicatos, que les incitaban a protestar en la calle. Preferían CNT que era gratis, a otros sindicatos, que tenían cuotas altas. No obstante, la huelga de 1917 fracasó, pero porque era una situación muy compleja que los sindicatos no estaban en condiciones de dominar: Por una parte, había fuerzas externas a los sindicatos como el ejército y los nacionalismos, que no les iban regalar sus peticiones a los sindicatos; por otra parte, ellos mismos estaban divididos entre una CNT que quería suprimir la monarquía e instaurar un régimen socialista libertario no bien definido por ser utópico, y una UGT que quería una república burguesa que permitiera una transición al socialismo marxista, a la dictadura del proletariado. CNT dominaba Cataluña, Valencia y Andalucía. UGT estaba implantada en Madrid, Asturias y País Vasco.

     El planteamiento de la huelga de 1917 no fue correcto en el PSOE:

     En 1917, el enorme coste de la vida puso inmediatamente de acuerdo a CNT y UGT para plantear la huelga general. Contaban con el apoyo de los socialistas y de los republicanos reformistas que habían acordado hacer Cortes Constituyentes si la huelga tenía éxito. Estos grupos minoritarios se constituyeron en Asamblea Permanente, pero Dato cerró las Cortes y declaró el Estado de Excepción.

El Gobierno obtuvo el apoyo del ejército el 3 de agosto y, con ello, había salvado el momento revolucionario.

     El 10 de agosto de 1917 todos los ferroviarios de España fueron a la huelga por la readmisión de los 36 despedidos de Valencia. La huelga fue efectiva el 13 de agosto.

     El 13 de agosto no hubo tanta gente en huelga como se esperaban los organizadores, pero no dejó de haber violencia como se había ordenado desde algunos puestos de la dirección del sindicato, y esta violencia se ejerció contra los autobuses, contra los comercios abiertos, y contra las fuerzas de orden. Eran desórdenes, pero ¿servían en algo a una revolución?

     UGT no quiso desconvocar la huelga tal vez porque sabía que no iban a obedecer los obreros. CNT se lanzó a la huelga. Pero la huelga no estaba todavía bien estudiada y preparada: Pablo Iglesias, ya enfermo, decía que debía ser pacífica; el Comité de Huelga decidió que fuera violenta. El pacifista Besteiro redactó un documento convocando la huelga, y se sumó el 13 de agosto a la huelga. El desconcierto de los dirigentes parece evidente.

     La policía encontró la sede del Comité de Huelga, el 14 de agosto, en una buhardilla de calle Desengaño 13 de Madrid. Todo el Comité Central de huelga fue detenido. Entonces Lerroux se echó atrás, y no apoyó la huelga, quejándose de que no contaban con él. Los obreros acabaron hechos un lío por las consignas de huelga pacífica por un lado, y de huelga revolucionaria por otro, y acabaron por no saber qué hacer.

     El desconcierto fue completo, y las muertes de obreros fueron estériles para la causa de la revolución, y sólo sirvieron para que se decidiera abandonar la calle: La policía y el ejército lucharon contra los obreros durante unos días. Los militares sacaron las ametralladoras a la calle, y hubo muertos en Madrid. En Barcelona hubo barricadas. En Gijón la huelga fue pacífica. En Cistierna (León) proclamaron la república.

     Lerroux y Maciá lograron huir a Francia. El 16 de agosto terminó la huelga en Madrid. Hubo entre 50 y 80 muertos y unos 2.000 detenidos. El 20 de agosto terminó la huelga en la mayor parte de Asturias, y en septiembre acabó en las minas asturianas. Las convocatorias a huelga general revolucionaria quedaron desacreditadas, constituyendo un gran fracaso socialista y anarquista.

     El triunfo del Gobierno en agosto no fue un éxito, pues se había hecho a costa de sacrificar la independencia del Gobierno frente al ejército. El Gobierno y el ejército disputaron por quién debía hacer el juicio a los huelguistas. Y el descrédito de ambas instituciones fue grande.

     A partir de 1917, los obreros pasaron a atacar sistemáticamente al ejército, al que creían su aliado en junio de 1917, y desde entonces verían como su enemigo. El ejército y el Gobierno tampoco ganaron en los sucesos de 1917. No ganó nadie, y perdieron todos.

     Lo sindicatos eran organizaciones que los obreros veían convenientes a veces, pero que no trataban de los verdaderos problemas del trabajador, sino que buscaban un fin político, la revolución del proletariado. La ideología había creado una falsa realidad, una superestructura, y los obreros confiaban a veces en los sindicatos, y a veces no.

              Sindicalismo alternativo.

     Ante el fracaso evidente y notorio de las propuestas marxistas y anarquistas, surgieron otros movimientos sindicales, lo que demostraba que los obreros y campesinos españoles sí querían cambios, pero no estaban siendo atendidos correctamente por el marxismo ni por el anarquismo:

     En 1917, Antonio Monedero creaba la Confederación Nacional Católica Agraria, CNCA, o CONCA, dentro del movimiento del catolicismo social. Era la patronal de los agricultores, pero los pequeños agricultores eran equiparables a los obreros. Las patronales agrícolas habían aparecido en 1906 con apoyo explícito de la Iglesia que intentaba un catolicismo social, y eran activadas por propagandistas, unos de ellos propietarios seglares, y otros jesuitas. Las más importantes quizás de estas asociaciones de agricultores fueron: la creada en 1915 en Valladolid por Monedero y Nevares denominada Confederación de Castilla la Vieja que unía a pequeños propietarios; y el Secretariado Nacional Católico Agrario, que unía a los grandes propietarios. La CNCA de 1917 se extendió por la región valenciana, La Rioja, Navarra, norte del Duero, Cáceres, Pontevedra y Santander. Pero entró en crisis por desavenencias entre Monedero por un lado, y los obispos y grandes terratenientes por el otro. Fue relanzada en 1931 en la República, y disuelta en 1941 por Franco.   

Antonio Monedero 1872-1940 había nacido en Dueñas (Palencia) en una familia rica, y en 1908 dirigía un sindicato en Dueñas que era más una cooperativa de consumo y una caja de ahorros que un organismo reivindicativo laboral. En 1915 se opuso al Secretariado Nacional Católico del cardenal Guisasola, porque no creía en sus métodos. Este movimiento social católico lograría algunos cambios o cooperó al menos a que surgiesen, como fue el caso de la aparición de la Dirección General de Agricultura del Ministerio de Fomento en 1919. La CNCA, o CONCA, entró en crisis en 1920 por retirada de afiliados y dificultades económicas, y ello supuso la caída de Monedero y su posicionamiento fuera de CNCA. En 1923 intentó crear una Liga Nacional de Campesinos, pero ya no tuvo éxito. En 1931 volvió a intentar una asociación que se llamaría Agrarios de la Unión Nacional y que también fracasó, tal vez porque estaba enfrentado a los Agrarios Católicos de CNCA.

     Tampoco los católicos ofrecían ayuda incondicional a los obreros, porque no buscaban exactamente los intereses obreros, sino prioritariamente, otros: la difusión y práctica de la religión. Pero a veces, la actuación de estos sindicatos parecía adecuada a los trabajadores, aunque no lo entendieran así los sindicatos marxistas y anarquistas.

     Sisinio Nevares Marcos, 1878-1946, se educó en los jesuitas e hizo magisterio en Valladolid en 1901-1905. Se ordenó sacerdote en 1909. En ese año, inició movimientos sociales en Carrión de los Condes. En 1912 encontró a Antonio Monedero en Palencia, el cual había creado unos sindicatos agrarios según ideas del Padre Vicent. Eran sindicatos de propietarios, colonos y jornaleros, cuyos intereses se enfrentaban a veces. El principal problema que encontraron fue contar con financiación, para lo que pensaron en unas Cajas de Ahorros capaces de hacer préstamos y aportar ayudas a los sindicados. El General de los Jesuitas envió a Nevares a Deusto, como profesor de Historia Universal y de España, y allí Nevares entró en contacto con la realidad obrera de la gran industria de Sestao y Baracaldo. En 1911, Nevares creó muchos sindicatos en Palencia, con sus Cajas Rurales, y Cooperativas. En 1912, pasó a Valladolid como Director de la Asociación de Escuelas y Círculo Católico de Obreros, “Casa Social Católica”, y el 28 de enero intentó un Sindicato Católico Ferroviario de ámbito español, lo que le ponía en competencia con lo más fuerte de UGT. En 1918, intentó un Sindicato Católico Minero en Asturias, León y Huelva. En 1915 promovió la Confederación Católica Agraria de Castilla la Vieja, que acabaría siendo CNCA en 1917. Echaba de menos la poca formación social de las jerarquías católicas, de los seminaristas, y del Rey de España. En 1923, visitó Alemania, y se pasó por los Países Bajos y Austria, para conocer realizaciones y teorías sociales. Pensaba que hacían falta dirigentes bien formados y libros de teoría y se dedicó a impartir cursillos. En 1932, fue disuelta la Compañía de Jesús y la República trató mal a sus sindicatos, pero le fue peor con Franco, el cual acabó con sus sindicatos, y se incautó de sus bienes. Nevares creó en Valladolid las Escuelas de Cristo Rey, que luego devendrían en el Instituto Politécnico de Cristo Rey.

Fuente: Revuelta González, Manuel. El P. Sisinio Nevares. Etapas de su acción social y promoción de los sindicatos agrarios palentinos. Dialnet.unirioja.es.

              Conclusiones.

     Quedaban demostradas varias cosas:

Que los sindicatos tenían capacidad para movilizar a mucha gente en contra del Gobierno, pero no estaban interpretando correctamente las necesidades sociales, y tampoco se habían coordinado bien para hacer una revolución. Ni lo uno ni lo otro.

Que no estando seguros de que los sindicatos tuvieran los mismos intereses que los obreros, éstos podían optar por cualquiera de ellos que les ofreciera en cada momento un apoyo legal o económico. Lo mismo podían inscribirse en CNT, que en UGT, que en sindicatos católicos.

Que el ejército español de ese momento, era un elemento de apoyo al Gobierno, pero no un elemento de renovación política. Que las Juntas de Defensa se habían mostrado prepotentes frente al Gobierno y frente a los obreros, pero inútiles ante los problemas de corrupción en el ejército, inútiles en la Guerra de Marruecos. 

Que los problemas políticos eran reales y muy graves: que se estaba haciendo imposible gobernar por la tensión social provocada tanto por las huelgas como por los lock outs, por la descoordinación entre el Gobierno y los militares, como la demostrada cuando Martínez Anido había actuado por su cuenta en Cataluña.

Que habían fracasado todas las reformas sociales regeneracionistas, tal vez por utópicas, y en 1917, habían fracasado también los remedios propuestos.

     Que la inestabilidad del Gobierno era muy grande, y sería mucho mayor a partir de entonces: hasta cuatro Gobiernos se sucederían en un año, y otros dos en el año siguiente: en abril de 1919, Maura; en julio de 1919, Sánchez Toca; en diciembre de 1919, Allendesalazar; en mayo de 1920, Dato; en marzo de 1921, Allendesalazar; agosto de 1921, Maura.

     Que la huelga de 1917 no había contado con los millones de campesinos que podían haber salido a la calle. El problema mayor de España, los tres millones de parados crónicos en el campo, había sido dejado de lado como si no existiese. El PSOE consideraba que los obreros eran sólo los mineros y los trabajadores en la industria y los servicios como el ferrocarril, telégrafo y correos.

     Que quedaba pendiente para el futuro la solución a todos los graves problemas políticos, económicos y sociales españoles. Tras veinte años de regeneracionismos, no se había adelantado gran cosa. Y las fechas de 1923, 1931, 1936 y 1939, demostrarán la realidad de esta afirmación.


[1] Francisco Largo Caballero 1869-1946 había nacido en Madrid, sus padres se separaron y vivió con su madre. A partir de 1875, con 6 años, tuvo que trabajar en lo que podía, y en 1878, a los 9 años de edad se hizo estuquista. En 1890 era de UGT y en 1894 del PSOE. Desde 1898 participaba en todos los congresos de del PSOE y UGT, y en 1904 ya era vocal obrero del Instituto de Reformas Sociales, y en 1905 concejal por Madrid, destacando por su fácil oratoria y sus pocos conocimientos. En 1911 fue vicepresidente de UGT y en 1917, durante la huelga, vicesecretario del sindicato socialista. La huelga y la prisión le dieron fama y en 1918 fue secretario general UGT al tiempo que salía elegido diputado y quedaba libre. En 1919 se opondrá al ingreso en la Tercera Internacional y no aceptó formar parte en la Ejecutiva que se formó en junio de 1920 como señal de oposición a los terceristas que la dominaban. En noviembre de 1922 consiguió que UGT estuviera en la Internacional Socialista y no en la Tercera Internacional. En 1924, ante la dictadura, aceptó cargos públicos en contra de la opinión de Prieto, Fernando de los Ríos y Besteiro: ingresó en el Consejo de Estado como representante obrero, en la idea de que así fortalecía a UGT frente a CNT. En 1927 empezó a desconfiar de la dictadura cuando Primo de Rivera presentó la Asamblea Nacional Consultiva, y en 1930 sacó a UGT de la cooperación y la integró en el movimiento republicano que estaba patrocinando el Pacto de San Sebastián. En 1931 y hasta 1933 fue ministro de Trabajo de la República. En 1934, ante la aparición de Hitler en Europa, y de Lerroux en España, radicalizó sus posiciones de izquierda y estaba dispuesto al golpe de Estado y a la toma del poder, llegando a un conflicto interno por el que tuvo que dimitir de sus cargos PSOE en 1935. En septiembre de 1936 formó gobierno con CNT, a la vez que era ministro de la Guerra y creyó que podía ser posible la revolución socialista, al tiempo que CNT pensaba en su revolución y el PCE en otra distinta. En enero de 1939 se marcho a Francia y fue detenido en Vichy y llevado por los nazis al campo de concentración de Orianenburg. En 1945 fue liberado por los soviéticos y se incorporó al PSOE en el exilio. Murió en París en 1946.

[2] Daniel Anguiano 1882-1963, nació en Haro (La Rioja), era hijo de obrero del ferrocarril y trabajó en el ferrocarril. Ingresó en un sindicato en Madrid en 1907 y fundó el Sindicato Ferroviario en 1914. Se acercó al republicanismo de Blasco Ibáñez y estuvo en el Partido Republicano Federal. Se hizo del PSOE en 1907 en una discusión en Santander. En 1910 fue detenido por manifestarse contra la guerra de Marruecos. Fue secretario de Pablo Iglesias y miembro del Comité Nacional del PSOE. En 1916 fue Secretario General del PSOE y vicesecretario de la Comisión Ejecutiva de UGT, al tiempo que concejal por Madrid, y estaba en la cumbre de su carrera. Por eso en 1917 fue elegido miembro del Comité Revolucionario de la huelga y, como tal, fue detenido en agosto, condenado a cadena perpetua y llevado a Cartagena. En 1918 sería elegido diputado por Valencia y ello le liberaría de la cárcel. En 1920 formó parte de la comisión del PSOE para visitar Rusia, junto a Fernando de los Ríos: el resultado de esta comisión es que Fernando de los Ríos dio un informe negativo a la adhesión de España a ese movimiento obrero, y Anguiano lo dio positivo, con lo que se originó la discordia dentro del PSOE. En 1921, Anguiano era miembro del Comité Ejecutivo del Partido Comunista Obrero Español PCOE y luego del PCE. En 1931 volvería al PSOE y trabajaría en CAMPSA. En 1936 se exilió a Francia. Murió en México, a donde se exilió en 1939.

[3] Andrés Saborit Colomer 1889-1980 era un obrero de imprenta en Alcalá de Henares, que estaba asociado en la Asociación General del Arte de Imprimir, afiliada al PSOE. Saborit se había afiliado al PSOE en 1904. En 1912 era presidente de Juventudes Socialistas. En 1917, tras codirigir la huelga general, fue condenado a cadena perpetua, pero en 1918 salió elegido diputado por Asturias y quedó libre, se presentó a concejal por Madrid y tuvo éxito. En 1921 se opuso a entrar en la Tercera Internacional. El 14 de abril de 1931 proclamó la república en el Ayuntamiento de Madrid. fue después Secretario General del PSOE y Presidente del Banco de Crédito Oficial. En 1936 se exilió a Francia. En 1970 presidió el Congreso PSOE en Toulouse.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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