El Gobierno liberal conde de Romanones.   

          14 noviembre 1912 a 25 octubre 1913

Conceptos clave: organización política del Protectorado de Marruecos, Liga de Educación Política,

     Álvaro de Figueroa Torres, conde de Romanones, nació en Madrid en 1863. Era un terrateniente de los más ricos de España y también empresario minero. Estudió Derecho en Madrid y en Bolonia, e ingresó en el Partido Liberal en 1888. Fue Diputado por Guadalajara en 1888, Concejal de Madrid en 1888, Alcalde de Madrid en 1894-1895 y en 1897-1899, Ministro de Instrucción Pública en 1901 con Sagasta. Tras la división interna del Partido Liberal, Romanones creó su propia facción creando un periódico llamado “Diario Universal” en 1903, en la que integró a Santiago Alba Bonifaz[1]. Ministro de Agricultura en junio de 1905 y en octubre de 1905 con Montero Ríos, de Gobernación en diciembre 1905 a julio 1906 con Moret. Apoyó a Canalejas en 1910 y fue Ministro de Instrucción Pública para él. Tras el asesinato de Canalejas en 1912, Romanones parecía el líder más fuerte del Partido Liberal, ya que dominaba una de las facciones más fuertes del partido, y llegó a Presidente del Consejo de Ministros en noviembre de 1912.

     En 1914 se mostró francófilo, como la mayoría de los liberales. El Gobierno del conservador Dato fue neutral. Pero la mayoría de los conservadores eran germanófilos. En mitad de la Gran Guerra, en 1915, volvió a ser Presidente del Gobierno e hizo todo lo que pudo por los aliados, y en contra de Alemania, amparándose en que Alemania torpedeaba barcos españoles que comerciaban con Europa.

     Participó en el Gobierno Nacional de Maura de 1918 como Ministro de Instrucción Pública, y luego en el de Prieto como Ministro de Estado y llegó a Presidente de nuevo en 1918, pero la violencia en Cataluña le derribó. Ministro de Gracia y Justicia en 1922 con García Prieto, en el último Gobierno antes de la Dictadura, no apoyó la dictadura. Ministro de Estado del Gobierno Aznar de 1930, fracasó en las elecciones de 1931 que ganaron los republicanos. En las discusiones de 14 de abril de 1931 fue partidario de que Alfonso XIII abandonara España para evitar la guerra, y negoció el traspaso de poderes a Niceto Alcalá Zamora. Fue Diputado durante la Segunda República en un grupo minoritario monárquico. Era miembro de la Real Academia de la Historia, fue presidente de la Real Academia de San Fernando. Escribió memorias como: Notas de una Vida, Las Responsabilidades del Antiguo Régimen, El Régimen Parlamentario y los Gobiernos de Gabinete. Murió en Madrid en 1950.

     El Gobierno en funciones de Romanones,

  14 de noviembre de 1912:

     Romanones empezó gobernando con el equipo de Gobierno de Canalejas pues no obtuvo la confianza del Rey para formar otro Gobierno hasta 31 de diciembre 1912. Ese equipo creó, 26 de noviembre, la Dirección General de Seguridad para coordinar a toda la policía.

     Maura pidió que el Gobierno de Romanones se mantuviera hasta que el Partido Liberal Conservador se hubiera reconstruido y se pudiera ejercer el turno de partidos con normalidad, o alternativamente, hasta que se reconstruyera un Partido Liberal Unionista capaz de turnar con el Gobierno Moderado que se nombrase sobre la base del nuevo Partido Liberal Conservador. Es decir, Maura, no creía en el grupo de Moret, ni en el Partido Reformista de Melquiades Álvarez, ni tampoco en su propio grupo conservador en ese momento. O lo que es lo mismo, no veía posibilidad de un Gobierno fuerte, tras la muerte de Canalejas. Pero es que Maura, ni siquiera confiaba en el Rey, porque le culpaba de haber roto el turno de partidos, y contribuido decisivamente a la ruptura de los partidos constitucionales. Maura no veía ningún futuro al sistema político español, lo que auguraba revoluciones y violencias.

     Algunos conservadores se incomodaron mucho con Maura y afirmaron que el Partido Liberal Conservador estaba en perfectas condiciones para continuar sin Maura, y seguía siendo el partido “idóneo” para el turno de partidos. Este grupo moderado contrario a Maura era liderado por Eduardo Dato. Y el grupo de Dato fue llamado “de los idóneos”, palabra que hacía mucha gracia a los españoles.

     No estaba muy desencaminado Maura en sus apreciaciones: Romanones se hallaba en la misma situación que Sagasta y todos los siguientes líderes liberales: no tenía programa de Gobierno, ni programa de Estado. Sin un programa, el Gobierno se basó en la habilidad personal del líder para atraerse a los Republicanos Posibilistas, como Gumersindo de Azcárate y Manuel Bartolomé Cossío, los cuales fueron varias veces a Palacio a negociar.

     Los católicos intuían que el Gobierno era débil y trataban de sacar ventajas políticas. Romanones les amenazó con retirar el catecismo de las escuelas si insistían en sus campañas contra el Gobierno.

         El arreglo de Marruecos en 1912.

     El 27 de noviembre de 1912, España firmó un tratado con Francia, que había sido gestado por Canalejas: Se cedía Tánger a Francia a cambio de su apoyo a España en el Rif. Se acordó que el Rif sería gobernado a la par por un Alto Comisario Español y por un Jalifa del Sultán de Marruecos. El soberano protegido cedía la soberanía, pero conservaba la jefatura religiosa sobre los musulmanes del territorio. La potencia protectora se comprometía a construir caminos y todo tipo de infraestructuras, a crear sistemas organizativos y administrativos en el nuevo país.

     Desde nuestro punto de vista actual, Marruecos era un Estado fallido: el Sultán de Fez no se hacía obedecer, no era capaz de cobrar impuestos, no tenía un sistema judicial que se impusiese sobre todo el territorio, no tenía caminos. Y las tribus, tanto las del norte en el Atlas, como las del sur en el Sahara, no tenían conciencia de ser marroquíes. Cada valle era diferente y se consideraba independiente, hablaba una lengua distinta, y constituía una tribu diferente. Una cosa distinta es que el Sultán de Fez tuviera la idea de que todo el territorio le pertenecería algún día. Cada morabito o santuario religioso, se creía con derecho a aspirar a dominar todo el territorio, y la jefatura religiosa era muy importante para poder someter a los distintos morabitos. Además había distintas razas sobre el territorio, pues se distinguían árabes, bereberes y mestizajes, que se integraban en 66 cábilas o tribus, de las sólo 22 eran de raza árabe.

La autoridad del Sultán era teórica. Pretendía dominar 200.000 kilómetros cuadrados, y gobernar sobre 4.000.000 de habitantes en la zona de Blad el Majzen, y es posible que la dominara en algunos momentos, pero perdía su autoridad con facilidad cuando había conflictos sucesorios, o una derrota que le debilitaba. Los conflictos sucesorios eran lo habitual, dado que cualquiera de los hijos del Sultán tenía derecho a sucederle. La zona Blad el Siba, de 600.000 kilómetros cuadrados y 8.000.000 de habitantes, no le obedecía ni le pagaba tributos.

Precisamente le tocaba a España y a Francia imponer el orden social en la zona insumisa al Sultán. En eso consistía, teóricamente, el Protectorado. A España le correspondía el Rif y la Yebala, las tribus más fanáticas de Marruecos, enemigos cerrados del Sultán, a los que éste nunca había podido dominar. Y en la zona próxima a Melilla, el líder de las tribus era El Roguí (El Pretendiente), mientras en la zona de la Yebala, el líder de las tribus era El Raisuni (El Sabio). El más conocido Abd el Krim, sólo era un líder en la tribu de Beni Urriaguel, zona de El Raisuni. A los capitalistas españoles les interesaba el territorio de Beni Bu Ifrur, porque allí estaban unos yacimientos de mineral de hierro, extremadamente puro, donde se instalarían las Minas del Rif. Los españoles figuraban como testaferros de una empresa multinacional más grande, en la que participaba Alemania, Francia, y muchos capitalistas internacionales. Y el ejército español era el encargado de defender los intereses de esta multinacional. Los gastos y las vidas las ponía el ejército español, y las ganancias se la repartían los capitalistas.

En julio de 1907, se firmó un convenio entre El Roguí y Minas del Rif, lo cual permitiría explotar las minas y construir el ferrocarril para sacar el mineral hasta la costa. Pero lo acordado con una cábila no servía para las demás, las cuales consideraban que El Roguí había vendido lo que no era suyo, pues según ellos la tierra no era de nadie y todos tenían derecho a sus beneficios. El Roguí aprovechó para atacar las obras del ferrocarril y los poblados de los trabajadores, hasta que en 1909 fue capturado y entregado al Sultán de Fez, Muley Hafid, o Abd al Hafid, el cual le paseó por el territorio que le había apoyado, encerrado en una jaula para que todos viesen por sus propios ojos que era el auténtico El Roguí, y luego le mató. Pero no se consiguió la paz. La muerte de El Roguí supuso la anarquía en la que todas las tribus luchaban contra todas, y todos contra los españoles. El 9 de julio de 1909, los obreros de Compañía Española de Minas del Rif fueron atacados y se inició una guerra contra España, que fue derrotada. España envió nuevas tropas y se dispuso a reconquistar el territorio. Se enviaron 40.000 hombres, un ejército demasiado numeroso, pero muy poco eficaz, porque estaban mal entrenados, no disponían de equipo adecuado, ni de armamento moderno. Se produjeron escenas de guerra dignas de relatar en cualquier colección de relatos bélicos: En septiembre de 1909, el teniente coronel Cavalcanti hizo una carga de caballería sobre una multitud inmensa de enemigos y logró ponerles en fuga. El soldado Luis Noval fue capturado una noche y obligado a conducir a los rifeños a las filas españolas para que hablara en español y les engañara, pero Noval gritó que había muchos moros rodeándole y que dispararan hacia donde él estaba, lo que significó su muerte.

Anécdotas aparte, lo normal en el ejército español eran las contradicciones entre oficiales, las frivolidades y las torpezas del Rey, y de los mandos militares. Y se supo que aquella guerra no se ganaría con los procedimientos utilizados hasta entonces.

Lo primero que se pensó cambiar desde España fue el mando. Se discutió si el mando debía corresponderle a un militar, o a un civil, dado el nivel de torpeza y corrupción demostrada entre los militares. Hasta 1912, las plazas de soberanía española dependían de un Capitán General residente en Melilla. El Capitán General tenía atribuciones exclusivamente militares.

Y en 1913, se suprimió la Capitanía General de Melilla, y se crearon la Comandancia Militar de Melilla, situada al este, la Comandancia Militar de Ceuta, situada al norte, y la Comandancia General de Larache, situada al oeste. Eran tres zonas desconectadas entre sí, pues los terrenos intermedios entre esas ciudades, eran hostiles a España.

Por encima de todas las Comandancias Militares estaba la Alta Comisaría de España en Marruecos, cuyo primer titular fue Felipe Alfau Mendoza, y desde agosto de 1913 lo fue José Marina Vega. El Alto Comisario tenía jurisdicción militar y civil sobre todo el territorio del protectorado español. Pero inmediatamente surgieron problemas, pues los generales de las Comandancias Generales no admitían la autoridad del Alto Comisario en materia militar, porque el Alto Comisario podía ser militar o civil, y de hecho en 1923, Miguel Villanueva Gómez, Luis Silvela Casado, fueron civiles. El Alto Comisario dependía del Ministerio de Estado, y los Comandantes Generales dependían del Ministerio de Guerra, lo cual era excusa para que éstos negaran obediencia al Alto Comisario. Cuando Primo de Rivera decidió que el Alto Comisario fuera un militar, tampoco se solucionó el problema, pues era normal que el Alto Comisario fuera más joven que los Comandantes Generales, y como en el ejército tenía más autoridad el más antiguo de los generales, los Comandantes Generales se negaban a obedecer a un general más joven.

     El Gobierno liberal en propiedad de Romanones.

              El 31 de diciembre de 1912

Romanones obtuvo la confianza regia y formó Gobierno en diciembre de 1912:

  Presidencia del Consejo, Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones

  Gobernación, Santiago Alba Bonifaz

  Estado, Juan  Navarro-Reverter Gomis / 13 de junio de 1913: Antonio López Muñoz

  Guerra, Agustín de Luque y Coca

  Marina, Amalio Gimeno Cabañas

  Fomento, Miguel Villanueva Gómez / 24 de mayo de 1913: Rafael Gasset Chinchilla

  Hacienda, Félix Suárez-Inclán González-Villar

  Instrucción Pública y Bellas Artes, Antonio López Muñoz / 13 de junio 1913: Joaquín Ruiz Giménez

  Gracia y Justicia, Antonio Barroso Castillo / 24 de mayo 1913: Álvaro de Figueroa y Torres conde de Romanones / 13 de junio 1913: Pedro Rodríguez de la Borbolla Amoscotegui

         Los problemas políticos de España en 1913.

     El sistema político español había llegado al caos:

El Partido Conservador estaba dividido entre múltiples facciones irreconciliables, lo cual en otros momentos hubiera sido “digerible”, pero es que la facción mayor, la de Maura, estaba reñida con el Rey, y los barones del partido estaban en el “Maura, no”.

El Partido Liberal estaba dividido en múltiples facciones también, y lo malo era que se había convertido en una oficina repartidora de cargos bien retribuidos. En estas condiciones, los barones no querían que ingresasen en el partido gentes procedentes de la Universidad, que pudieran renovar el partido, porque esos nuevos militantes querrían cargos, y ellos no estaban dispuestos a dejar los suyos. Pero el Partido Liberal no tenía nada que ofrecer, se había agotado como fuente de reformas. Cuando un líder quería hacer algunas, eran los propios liberales los que se oponían y le hacían caer. Y en estas condiciones, no obtenía votos suficientes para gobernar.

El sistema de turno de partidos estaba corrupto. La costumbre era que el Rey nombrara un Presidente de Gobierno, y le concediera disolución de Cortes, y nuevas elecciones, en las cuales se componía un Parlamento a su medida por métodos inmorales y antidemocráticos. Ello desautorizaba moralmente tanto a los moderados como a los liberales. Nadie creía en los políticos conservadores, ni en los del Partido Conservador, ni en los del Partido Liberal. Y mientras todos decían querer acabar con el caciquismo, todos lo utilizaban para asegurarse las elecciones cada vez.

Los hombres con algunas ideas positivas, se habían hecho republicanos, pues los Reyes estaban dando espectáculos lamentables en todos los aspectos, en la vida política, en la económica y en la privada. Para todos era evidente que había que cambiar muchas cosas y en profundidad. Pero los republicanos eran un “totum revolutum” imposible de coordinar y de coordinarse: los republicanos reformistas, eran la derecha de este grupo, y hasta toleraban una monarquía que estuviera dispuesta a democratizarse, a renunciar a su soberanía, a admitir que los soberanos son los españoles representados por sus Diputados. Y que estuviera dispuesta a renunciar a sus privilegios en los negocios, muchas veces a costa de los españoles, y en el mando del ejército, muchas veces en contra de los intereses de España. Los republicanos catalanes querían un Estado Federal en el que cada región se buscase sus propio futuro de acuerdo con sus necesidades y aspiraciones, lo cual era una trampa al sistema, pues partía de la desigualdad absoluta de que Cataluña era la región más industrializada y con canales de comercialización hacia Italia, sur de Francia, norte de África y reserva monopolística del mercado español, lo cual dejaba a las demás regiones, agrícolas y pobres, inermes. La “igualdad federal” sería la mortaja del resto de los españoles. Los socialistas eran republicanos, pero querían un Estado obrero, y que los empresarios se sometieran a sufragar las necesidades de los trabajadores. Los anarquistas habían decidido hacer la revolución comunista libertaria, el reparto de los bienes con abolición de la propiedad, y algunos de ellos querían imponerlo por la fuerza de las armas.

Y mientras tanto, los católicos españoles defendían el integrismo religioso, un catolicismo que censuraba incluso los mensajes del Papa. Los vascos, la segunda región industrializada siderúrgica, metalúrgicas, minas de mineral de hierro, y astilleros, eran muy católicos y defendían una autonomía vasca al margen del resto de España, y los gallegos y valencianos se estaban organizando para cuando llegara la espantada general.

La deuda del Estado era impagable. Los privilegios exportadores e importadores innumerables. Los impuestos indirectos sobre productos de primera necesidad gravaban a pobres y ricos por igual, y nadie quería los impuestos directos que gravaran a los que más tenían. Impuestos indirectos al lujo, no existían. El Estado era financieramente ingobernable. Y parecía que todos pretendieran llevarse cuanto podían de ese enfermo.

Los derechos de los españoles no se respetaban. Si en 1812 se habían conseguido las declaraciones de derechos y la Constitución, las Constituciones sucesivas se habían convertido en letra muerta al servicio de las oligarquías de turno, o los partidos dominantes de turno. No había un reparto de la propiedad justo, ni libertades iguales para todos, ni sistema de justicia para los pobres. En este terrario, parecía que cualquier revolucionario que propusiera luchar contra alguien o contra todo, tuviera razón.

España estaba a punto de convertirse en un Estado fallido, lo cual contrastaba con su pretensión de establecer un Protectorado sobre Marruecos, sultanato al que consideraba Estado fallido, y tal vez otro Protectorado en Portugal. Era absurdo. Y para mantener el absurdo tenían que morir muchos españoles cada año.

Todos tenían conciencia de estar a punto de ser Estado fallido, y los unos recurrían al “regeneracionismo” que debía resucitar al país, mientras los otros predicaban unos Estados nuevos y una maldita sepultura para España.

Entender este galimatías o conjunto de absurdos, era complicado hasta para los mismos españoles.

         La ruptura de Maura con el Rey Alfonso XIII.

     Esta vez, el Rey otorgó la confianza sin evacuar consultas previas con los jefes de los partidos, y ello se consideró una intromisión imperdonable de Alfonso XIII. El que eligiera a Romanones era secundario, aunque ello significara quitarle el Gobierno a los conservadores.

Maura se encolerizó contra el Rey: Maura escribió en contra del Rey y dimitió como Diputado. Maura argumentaba que no se trataba solamente de que no hubiera alternancia entre conservadores y liberales, que no la había, sino de que si el Rey nombraba a quien quería, era completamente inútil el pacto de alternancia que todos asumían desde tiempos de Cánovas. El Rey estaba asumiendo una ascendencia sobre el Poder Ejecutivo, a la vez que la tenía sobre el legislativo, pues podía conceder, o no, disolución de Cortes. Dimitieron con Maura unos 20 Diputados más, pero no lo hicieron el resto de líderes conservadores como Dato, González Besada, Sánchez Guerra o La Cierva.

     Maura odiaba que el Rey coquetease con los liberales y tolerase las conversaciones de éstos con los grupos de izquierda republicanos. Exigía el cumplimiento del pacto de El Pardo, que en ese momento era lo mismo que exigir el Gobierno para los conservadores y para él mismo.

El 1 de enero de 1913, Maura exigió al Rey la retirada de la confianza a los liberales y amenazó con la retracción de los conservadores. Los conservadores no tomaron a bien las amenazas de Maura al Rey, y creían que Maura estaba pidiendo una dictadura sostenida por el propio Rey. Gran parte del Partido Conservador abandonó a Maura, y se fue a la facción de Dato. Dato era el sector más moderado del Partido Conservador.

         El intento de reforzar al Partido Liberal.

     En enero de 1913 murió Moret, uno de los grandes líderes liberales que en ese momento era Presidente del Congreso de Diputados (fue sustituido por Villanueva en mayo).

     Romanones quería atraer al sistema a la gente de izquierda moderada como Melquiades Álvarez. Melquiades Álvarez era un republicano reformista que predicaba la reforma agraria, la reforma militar y la reforma educativa, como base para hacer evolucionar España y para desarmar a la derecha conservadora. Su discípulo con más futuro político sería Manuel Azaña. Las formas de gobierno le parecían a Melquiades Álvarez accidentales y transitorias, y afirmaba que las reformas trascendentales que necesitaba España, se podían hacer en un sistema republicano, o también con la monarquía. Este movimiento reformista estaba arraigado en la Universidad, que en 1914, alcanzaba nivel europeo occidental gracias a una generación de estudiosos importantes de fines del XIX y principios del XX.

     Pero muchos liberales no estaban de acuerdo en negociar con republicanos, y eso significaba el enquistamiento de los problemas del Partido Liberal, y la imposibilidad de evolucionar para atender a la realidad española de su tiempo.

         Las indecisiones de Azcárate.

     El 14 de enero de 1913, Gumersindo de Azcárate fue a ver a Alfonso XIII. Creía que el Rey era culpable de muchos de los males que le estaban ocurriendo a España, pero intentó dialogar con él. Al salir, pronunció una frase enigmática, pues las conversaciones con el Rey no se cuentan: “Salgo tan republicano como cuando entré, pero creo que han desaparecido los obstáculos tradicionales”. Tuvo que explicar esta frase, y dijo que se aplicaba al Partido Reformista, en el que había tantos monárquicos como republicanos. Tampoco aclaraba mucho.

         El Protectorado de Marruecos en 1913.

     El 27 de febrero de 1913 se reguló el protectorado español en Marruecos estableciendo un Alto Comisario que dependería en lo político del Ministro de Estado, y en lo militar de los Ministros de Guerra y Marina, y estaría auxiliado por:
Un Comité de Asuntos Indígenas; Un Comité de fomento de los intereses materiales del protectorado; Un Comité de asuntos financieros, tributarios y económicos.

     En lo militar, el Alto Comisario (general Felipe Alfau Mendoza) estaba auxiliado por los Comandantes Generales de Ceuta (general Francisco Larrea Liso), de Melilla (general Francisco Gómez-Jordana Sousa) y de Larache (general Manuel Fernández Silvestre).

     Para el gobierno indígena, se escogió un Jalifa o jefe del protectorado, nombrándose a Muley el Mehdi ben Ismael ben Mohammed, conocido como El Mehedi. El Jalifa residía en Tetuán.

     Inmediatamente se vieron las dificultades del Protectorado: en oriente, la zona de Melilla no obedecía al Jalifa como no había obedecido antes al sultán, y la zona del Rif era rebelde, pero Gómez-Jordana se esforzó por ensanchar la zona de dominación española hacia el sur y el oeste. En occidente, Muley Ahmed ben Mohammed al Raisuni se consideraba señor natural de la zona de Tánger (Yebala), se instaló en Tazarut, en las montañas, y se consideró enemigo de España y del Jalifa Al Mehedi, y se proclamaba fundamentalista islámico (integrista musulmán). El gran jefe de las cábilas de Yebala, El Raisuni, buscó entonces armas en Alemania, e inició otra etapa dura de guerra contra España. Esta vez, España encontró en Francia colaboración contra El Raisuni.

     En junio de 1913, España defendió Tetuán (general Alfau y coronel Berenguer) y Larache y Alcazarquivir (general Silvestre) que estaban siendo atacadas por El Raisuni. Silvestre fue ascendido a general por méritos de guerra. La zona no se pacificaba, y Alfau dimitió, siendo sustituido por el general José Marina Vega. Gómez Jordana, desde Melilla, avanzaba hacia el sur y hacia el oeste, con más suerte que Alfau.

     La política de Romanones en Marruecos era hacer que los indígenas aceptaran la paz española, afirmarse en Tetuán, Arcila, Larache y Alcazarquivir, y aportar infraestructuras a fin de que los marroquíes se convencieran de la bondad de la “civilización occidental” española.

     La guerra, iniciada en 1907, continuaba. Y continuaría hasta 1925.

         Los temas legales polémicos.

     Romanones anuló la Ley del Candado, pues estaba prevista para dos años, y ya habían pasado. Como no se había aprobado la Ley de Asociaciones de Canalejas, todo quedaba en suspenso. La cuestión religiosa quedó pendiente y volvió a aparecer en 1931.

     Romanones autorizó que los soldados no católicos pudieran no asistir a misa, y que los niños, cuyos padres no lo deseasen, no recibieran lecciones de catecismo en la escuela.

     En cuanto a la Ley de Mancomunidades, que había iniciado Canalejas y había retomado Romanones, no se aprobó, y se cerraron las Cortes en junio por vacaciones. Los grupos Liberales, excepto el de Romanones, mostraron su disconformidad con la Ley de Mancomunidades. Los moderados estaban en contra. Y el asunto quedó pendiente.

Montero Ríos, líder de una facción liberal, votó el 11 de junio en contra de la ley de Mancomunidades que presentó Romanones, líder de otra facción liberal. Se produjo entonces una disidencia del partido liberal que se denominó «Demócratas«: García Prieto, marqués de Alhucemas abandonó el partido liberal. Montero Ríos quedaba marcado como disidente.

         Remodelaciones de Gobierno de 1913.

     La polémica dentro del Gobierno era evidente, y se reflejó en las dimisiones y ceses de Ministros:

     Remodelación de 24 de mayo de 1913:  Fomento, Rafael Gasset Chinchilla; Gracia y Justicia, Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones.

     Remodelación de 13 de junio de 1913Gracia y Justicia, Pedro Rodríguez de la Borbolla y Amozcótegui de Saavedra;  Instrucción Pública y Bellas Artes, Joaquín Ruiz Jiménez[2]Estado, Antonio López Muñoz.

     A la crisis de la Ley de Jurisdicciones 1906, Semana Trágica de 1909, y muerte de Moret, se unirá en 1913 la ruptura de Romanones con García Prieto, dentro del Partido Liberal, y la ruptura de Maura con Dato, dentro del Partido Conservador.

         El viaje de Alfonso XIII a Francia.

     Durante el Gobierno de Romanones, Alfonso XIII hizo una visita a París, y evaluó las posibilidades de que España participase en la guerra que se avecinaba y todos preveían. Su idea era alinearse junto a Francia y Gran Bretaña, en contra de Alemania, y pedía que a cambio se le entregase Portugal a España. Alfonso XIII proponía dos formas de sometimiento de Portugal: o bien se entregaba el territorio directamente a España; o bien se establecía un protectorado de España sobre Portugal.

     Aquello parecía política ficción: un Estado como España, que no era capaz de permanecer de pie por sí mismo, ni era capaz de guardar el orden en Marruecos, que se le había confiado en 1904, quería establecer un nuevo Protectorado e involucrarse en un nuevo problema para el que no tenía dinero, ejército, ni motivos. La única explicación es que los políticos españoles estaban buscando alguien que les pagase el dinero que les faltaba y resolviese los problemas que ellos no sabían resolver.

         La moción de confianza a Romanones.

En 25 de octubre de 1913, al volver a abrirse las Cortes tras las vacaciones de verano, se le puso la moción de confianza a Romanones. Montero Ríos decidió que la votación fuera abierta, es decir, con libertad de voto de cada Diputado y sin disciplina de partido, y Romanones la perdió por 102 a 107. Romanones dimitió el 25 de octubre de 1914.

Pero, al igual que todos estaban de acuerdo en que dimitieran los sucesivos Presidentes del Gobierno, nadie estaba de acuerdo en quién debería gobernar.

Maura entendía que tocaba gobernar al Partido Conservador, pues el Partido Liberal había fracasado. La voz pública sabía que el Rey, precisamente, temía llamar a Maura, su enemigo, y decidiría que siguieran los liberales contra viento y marea. Maura dimitió como diputado y como jefe del Partido Conservador, para no ser un obstáculo a que gobernase un conservador.

     Lerroux y Melquiades Alvarez dijeron que Maura era un demagogo indigno, algo que no entendemos en el caso de Lerroux sino como enemistad personal con Maura.

El Rey, llamó a Palacio a algunos líderes republicanos (Gumersindo de Azcárate, Manuel Bartolomé Cossío, Santiago Ramón y Cajal) que salieron hablando muy bien del Rey. Rechazó la invitación Pablo Iglesias. El mundo político estaba al revés: los republicanos salían hablando bien del Rey, y el conservador Maura, hablando en contra.

Montero Ríos no quería encargarse de unificar a los liberales y José Echegaray se sentía viejo. Montero Ríos propuso a García Prieto para gobernar, pero Romanones se opuso porque García Prieto era un disidente del Partido Liberal. El resultado fue que el Rey se decidió por los conservadores “idóneos” de Dato.

     El problema obvio era que las facciones del partido liberal quedaban descompensadas y ello denotaba que no había “un Partido Liberal”, sino un pacto de intereses entre barones, igual al del Partido Conservador.

         La fragmentación del Partido Conservador.

     En el Partido Conservador las cosas estaban igual que en el Partido Liberal: los canovistas y silvelistas estaban con Dato. Dato había discrepado de Maura en cuanto a la sentencia de Francisco Ferrer, y en la predilección de Maura por Juan de la Cierva. No obstante, Dato ayudó a Maura hasta 1913. Pero en esta fecha empezó a pensar en un Partido Conservador sin Maura. La causa era que Maura se oponía a todo pacto entre los liberales y la izquierda, lo cual no gustaba al Rey ni a los mauristas. Maura estaba vetando la política de un partido que no era el suyo, demonizándolo.

     Con esta actitud, Maura cerraba posibilidades a los liberales y cerraba el pacto de El Pardo, que decía exigir cuando le convenía. Y Maura estaba creando disidencias dentro de su propio partido, pues había gente conservadora que creía que había que integrar a la burguesía media baja de izquierdas en el sistema político.

A Maura le empezaron a acusar de no tener más programa político que la “intransigente honradez” que le llevaba a oponerse a todo. Y la conclusión de todos sus enemigos, incluso los conservadores, era que Maura debía ser eliminado de la política.

Frente a Maura, Dato pensaba que había que los conservadores debían respetar las políticas internas de los liberales, y había que aceptar posibles pactos de éstos con la izquierda.

     Ante esta crisis interna del partido, Maura renunció a la jefatura del partido el 1 de enero de 1913. Dato era el sucesor.

     El panorama político español era preocupante: el Partido Liberal Fusionista se había convertido en un escenario de lucha interna entre las facciones del propio partido. Y el Partido Liberal Conservador, una vez desaparecido el liderazgo de Maura, iba por el mismo camino.

         Novedades políticas en 1913.

     En 1913 se fundaron las Juventudes Socialistas, siendo su primer jefe Tomás Meabe, y resultando un éxito total, pues abrieron unas 139 delegaciones en España.

     El PNV en 1913 pasó a denominarse Comunión Nacionalista.

         La Liga de Educación Política.

     En 1913 apareció la Liga de Educación Política Española. Era una idea de José Ortega y Gasset y un grupo de intelectuales, en la vieja convicción de que la educación conduce al progreso. Es una idea utópica, difundida en el siglo XVIII y repetida miles de veces cuando las personas no saben qué hacer ante un problema. Es tan irracional como la contraria de afirmar que si enseñas a un ladrón, robará más dinero por métodos más sofisticados.

     Este movimiento era hijo de la Junta de Ampliación de Estudios de 1907, y agrupaba a jóvenes profesores universitarios que deseaban criticar el sistema político español y diferenciar la España oficial de la España real. Significaba una voluntad de ruptura con el mundo de la Restauración y se hacía desde un colectivo bien formado. Este colectivo sustituía al viejo colectivo de periodistas que fue crítico político en el último tercio del XIX, y a los intelectuales del 98, individualistas ante todo. Para este nuevo grupo de intelectuales, España era el problema y Europa la solución. Europa representaba la democracia en política y la modernidad en economía y sociedad. Fue la llamada generación de 1914, entre los que estaban Azaña, Negrín, Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró, Juan Ramón Jiménez… algunos de los cuales constituyeron la primera vanguardia literaria del XX español. Cuando Picabia y Delaunay se refugiaron en España durante la Gran Guerra, apareció una vanguardia artística impactada por Cezanne y les fauves franceses.

Auge de la industria metalúrgica.

     El País Vasco conoció un gran impulso desde estos años, y durante la Gran Guerra. Su punto fuerte era la siderurgia y metalurgia, y la probabilidad de una guerra daba posibilidades a estos ramos industriales.

     En 1913 apareció la Fábrica Española de Construcciones Mecánicas en Beasaín, para fabricar vagones de ferrocarril, pues España era fuertemente deficitaria en este campo. Había pequeños talleres trabajando el material ferroviario como Cardé y Escoriaza en Zaragoza, Talleres de Amurrio, Fábrica de Oliveros, Herederos de Múgica, Talleres de Miravalles, Talleres E. Grasset. El gran impulso a la fabricación de vagones llegó en 1914 al no poder importarlos, pero ello supuso un gran problema para los productores en 1918, al acabarse la guerra. En 1917 surgió otra gran constructora de vagones que fue Compañía Auxiliar de Ferrocarriles CAF en Beasaín, del Marqués de Urquijo. En 1918 surgió Babcock and Wilcok con talleres en Galindo. Por ello, entre otras cosas, Cambó dio una ley proteccionista en 1918, lo cual mantuvo la producción nacional hasta 1933, e incluso se abordó la construcción de locomotoras. Al amparo de esta ley proteccionista surgirían nuevos talleres de material ferroviario en 1920, a partir de talleres navales que se reconvertían, tales como Sociedad Española de Construcción Naval y Euskalduna.


[1] Santiago Alba Bonifaz, 1872-1949, fue un abogado zamorano formado en Valladolid, que se colocó como Gerente de El Norte de Castilla en 1893, y se juntó al grupo de Germán Gamazo y Joaquín Costa. En 1906, se afilió al Partido Liberal en la facción de Moret y fue Ministro de Marina en noviembre de 1906. Colaboró con Romanones y fue Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes en marzo de 1912, y de Gobernación en diciembre de 1912. Fue Ministro de Gobernación en diciembre de 1915, y de Hacienda en abril de 1916. Se hizo popular porque consiguió un crédito de mil millones de pesetas, lo cual permitió al Gobierno español sobrellevar la Gran Guerra. En 1917, creó una facción liberal propia que se llamó “Izquierda Liberal”. Fue Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes en marzo de 1918, y de Hacienda de nuevo en noviembre de 1918. Remató su carrera política como Ministro de Estado en 1922. Luego, se exilió en 1923-1931 a París, apareció como independiente en 1931, se hizo del Partido Republicano Radical y fue el principal hombre de Lerroux en 1933. De nuevo se exilió a Portugal en 1936.

[2] Joaquín Ruiz Jiménez 1854-1934 fue Ministro de Instrucción Pública en junio de 1913 y de Gobernación en abril de 1916. Fue padre de Joaquín Ruiz-Jiménez Cortés 1913-2009.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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