GOBIERNO SILVELA, DICIEMBRE 1902.

         Gobierno conservador de Francisco Silvela

            6 diciembre 1902 a 18 julio 1903

                 (Gobierno Silvela-Maura).

  Presidente del Consejo de Ministros, Francisco Silvela de le Vielleuze

  Gobernación, Antonio Maura Montaner / 6 febrero 1903: Antonio Maura Montaner / 14 febrero 1903: Francisco Silvela de le Vielleuze interinamente / Antonio Maura Montaner.

  Agricultura, Industria y Comercio y Obras Públicas, Francisco Javier González de Castejón y Elío, marqués de Vadillo.

  Estado, Buenaventura Abárzuza Ferrer[1].

  Gracia y Justicia, Eduardo Dato Iradier.

  Guerra, Arsenio Linares Pombo / 3 abril: Manuel de la Cerda Gómez Pedroso / 13 abril 1903: Arsenio Linares Pombo.

  Marina, Joaquín Sánchez de Toca Calvo.

  Hacienda, Raimundo Fernández Villaverde, marqués de Pozo Rubio/ 25 de marzo de 1903: Faustino Rodríguez San Pedro[2].

  Instrucción Pública y Bellas Artes, José Manuel Allendesalazar Muñoz de Salazar.

     Si añadimos a estos nombres el de Juan de La Cierva Peñafiel, tendremos los principales dirigentes conservadores de principios del XX. Estaban todos. Y los tres líderes principales en este Gobierno, eran Silvela, Maura y Villaverde.

     Era un Gobierno regeneracionista como todos los de la época, y había surgido a raíz de un discurso de Maura pidiendo: que los ciudadanos participaran más en las elecciones, una solución a los regionalismos, y un espíritu de colaboración con la Iglesia.

Pero la distribución de carteras ministeriales fue ya toda una crisis dentro del Partido Conservador: Un problema era que Maura, proveniente del partido liberal, tuviera ya una cartera fundamental, siendo un recién llegado. Otro, que se pusiese a un civil al mando de Marina. Otro, que el general Arsenio Linares, un derrotado de 1898, tuviera un ministerio. Y un último problema era que Fernández Villaverde, que ya había tenido enfrentamientos con Silvela, repitiera como Ministro en el puesto de Hacienda.

     Raimundo Fernández Villaverde era un escollo para cualquier Gobierno porque exigía mantener los impuestos y no abusar del crédito, lo cual difería en el tiempo las inversiones en comunicaciones y en educación.  Opinaba que primero era sanear Hacienda, y luego, ya se harían las inversiones necesarias o convenientes.

Pero no menos problemático era Antonio Maura, el cual quería reformar toda la Administración, y ello iba a requerir gastos. Así planteado, eran dos problemas en uno: las reformas, y su financiación.

El primer enfrentamiento en el Consejo de Ministros apareció a los pocos días de empezar, cuando Silvela, Maura y Sánchez Toca dijeron que había que invertir en barcos de guerra, y Villaverde dijo que no.

     Y un último problema de este Gobierno era que se había perdido el apoyo de Germán Gamazo Calvo, muerto en noviembre 1901, el integrista católico que aportaba la fidelidad de la Iglesia, y la de los agricultores castellanos, pero también se ganaba el evitar las muchas diferencias de opinión que siempre presentaba Gamazo.

     Francisco Silvela de Le Vielleuze fue el líder conservador entre 1899 y 1903. Era un católico de misa diaria que exigía a sus colaboradores que también fueran a misa cada día. Su carácter era el de un hipocondríaco que pensaba que todo le saldría mal. Ello le perjudicaba mucho. Sus principales objetivos eran poder llegar a unas elecciones libres, sin caciquismo, y eliminar el problema catalán de fondo, problema que entendía que se reducía a unos pequeños grupos populistas, muy activos, a los que había que someter a la disciplina social. Trató de agradar a los burgueses catalanes dejándoles hacer mancomunidades de municipios y asociaciones de provincias, y dándoles obispos y gobernadores catalanes. No se lo agradecieron.

     Anteriormente, en 1900, Silvela había promulgado la Ley de Accidentes de Trabajo que obligaba a los patronos a pagar una indemnización a los obreros accidentados, o muertos mientras estaban trabajando. Esto obligaba a los patronos a contratar un seguro, u organizar una mutua para accidentes de trabajo. Los empresarios catalanes no se lo perdonaban a Silvela.

     Para reformar el ejército, Silvela pidió la colaboración de Camilo García Polavieja, general que había luchado en Filipinas, y de Valeriano Weiler, general que había luchado en Cuba. Polavieja pidió una enorme cantidad de dinero para modernizar el ejército, y hacer de él un arma semejante a los de las potencias europeas. El Ministro de Hacienda, Villaverde, le negó ese dinero porque consideraba que con una deuda del Estado que ya consumía el 60% del presupuesto anual no podía acceder a incrementar esa deuda. Polavieja dimitió, y no se hizo ninguna reforma.

         Los liberales en enero de 1903.

     El 5 de enero de 1903 murió el líder liberal Práxedes Mateo Sagasta y surgió el problema de la sucesión en la jefatura del partido: En realidad, el partido era regido por una gerontocracia con Vega de Armijo 79 años, López Domínguez 74, Montero Ríos 71 y Moret 65 años, junto a algún personaje más joven como José Canalejas, 49 años, y Álvaro de Figueroa y Torres conde de Romanones, 40 años. Y no había perspectivas de renovación, pues otro joven todavía, como Antonio Maura, 50 años, se había ido al Partido Conservador. Con esta directiva, el partido vivía más con recuerdos de la revolución de 1868, que con la realidad del momento.

     Sagasta había unido a los liberales en 1882 en torno a la Izquierda Dinástica de los demócratas Moret, Montero Ríos y Canalejas, a los que luego integró en el Partido Liberal Fusionista, pero Izquierda Dinástica nunca desapareció del todo, y seguía siendo un grupo distinto, una facción del Partido Liberal Fusionista.

     El Partido Liberal dependía de la habilidad de cada líder sectorial para negociar con los distintos jefes de las facciones que lo componían. Pero el único líder reconocido por todos había sido Sagasta. Al morir éste, todo el andamiaje del Partido Liberal Fusionista se venía abajo.

     En diciembre de 1902, Sagasta le había encargado a Montero Ríos un programa para el partido, y ese programa era el problema más urgente del Partido Liberal en 1903:

     A la muerte de Sagasta en enero de 1903, el partido votó a los nuevos líderes: la mayoría entendió que Montero Ríos había sido designado sucesor, dado que se le había encargado redactar un nuevo programa de partido. Por cierto, el nuevo programa de Montero Ríos hablaba de acción social del Gobierno, sociedades de previsión y de regulación de los contratos laborales, lo cual era ciertamente moderno, propio del siglo XX, pero acababa con el liberalismo feroz defendido por los progresistas, y ello no gustaba a los burgueses que sostenían los partidos dinásticos. Montero Ríos obtuvo 210 votos y Segismundo Moret obtuvo 194. El liderazgo no era claro. La minoría se negó a aceptar a Montero Ríos, y el Partido Liberal empezó a actuar en dos grupos, el de Monteró Rios y el de la oposición a Montero Ríos.   Y por otro lado, el general Serrano era líder de otra facción liberal en la que también destacaba López Domínguez.

     En enero de 1903, un grupo de ex Ministros y otros políticos, le comunicaron a Montero Ríos que presentase la redacción de su nuevo programa de partido.

     El 6 de febrero de 1903 se reunieron los líderes liberales: Eugenio Montero Ríos, Segismundo Moret, Antonio Aguilar marqués de Vega de Armijo, Amós Salvador Rodrigáñez, Antonio Aguilar conde de Romanones y Fernando Merino Vallarino, para intentar la unión del partido en torno a un programa mínimo que tratara de mejorar la capacidad económica, intelectual y moral del proletariado a través de los siguientes puntos:  abaratar los productos de primera necesidad; eliminar algunos impuestos de consumos; favorecer el establecimiento de comercios en el medio rural; favorecer las cooperativas rurales; desarrollar las sociedades de accidentes de trabajo y montepíos; promover Cajas de Ahorro subvencionadas por el Estado; conseguir unas serie de derechos: derecho de asociación; jurados mixtos; respeto a la libertad de capital; legislación sobre el contrato de trabajo; establecimiento de enseñanzas técnicas; enseñanza ambulante en el medio rural.

     Enseguida, el otro grupo de políticos liberales rechazó el programa del grupo de Montero Ríos, porque éste defendía que los religiosos se debían someter al Derecho común, y al contrario, ellos decían que el Estado debería respetar el derecho de asociación de los religiosos.

     Quedaba patente una vez más que el Partido Liberal Fusionista estaba dividido. Y entonces se nombró un Directorio que arbitrase en el asunto. Y otra vez más, el Directorio no resolvió nada. El Directorio recomendó elegir un jefe único para el partido, y tampoco se pusieron de acuerdo en ello.

     Los grupos de oposición a Montero Ríos en 1903 eran principalmente tres facciones:

  La de Eugenio Montero Ríos y su Partido Liberal Democrático, fundado en noviembre de 1903.

  La de Segismundo Moret Prendergast.

  La de Antonio Aguilar Correa marqués de Vega de Armijo.

     Diferenciar entre las tres facciones era imposible, porque ninguno tenía programa, lo cual quiere decir que podían cambiar de opinión en cada momento. En realidad, todos se peleaban por ser el líder supremo del Partido Liberal Fusionista. Ello daba lugar a paradojas, como que Canalejas, el más radical de los fusionistas, militara en el grupo de Montero Ríos, el más moderado de los fusionistas.

     Pero en 1904, los líderes de las distintas facciones aparecían unidos. Lo que les agrupaba era estar contra la política de Maura, pasado al Partido Conservador en diciembre de 1902, porque Maura había hecho un acuerdo con la Santa Sede en junio de 1904 legalizando todas las órdenes religiosas.

     Moret exigió que todos apoyaran al líder de facción que fuera designado Jefe de Gobierno, el cual se convertiría por ello mismo, y durante su mandato, en jefe del partido. El acuerdo tácito funcionó algún tiempo. Pero no habían sido conscientes de la tontería que acababan de “perpetrar”, pues de hecho, el Monarca decidía quién era el Jefe de Partido Liberal Fusionista en cada momento.

Y el partido Liberal Fusionista siguió sin programa y sin líder muchos años. Para disimularlo, presumían de ser anticlericales, y confundían voluntariamente ser anticlericales con ser muy liberales, lo cual era un absurdo.

     Los líderes y programas liberales fracasaron uno tras otro. Se entiende que no recuperaran el poder hasta junio de 1905, rompiendo la regla de la alternancia con el Partido Conservador. El partido recuperó un líder con Canalejas en 1910. Cuando más adelante, murió Canalejas en noviembre de 1912, los líderes de las facciones principales serán Álvaro de Figueroa conde de Romanones y Manuel García Prieto.

     Los periódicos liberales eran: El Imparcial y El Correo.

     La reforma de la Administración Local de Maura.

Maura conocía el caciquismo y trataba de eliminarlo mediante el sufragio corporativo en los Ayuntamientos. El Gobierno Silvela, a propuesta de Maura, presentó una Ley de Bases de Reforma de la Administración Local, que no progresó, y entonces, Maura organizó unas elecciones, las de 1903, pero sólo logró que los republicanos progresaran en las ciudades, no moviéndose nada las cifras en el campo, con lo cual los políticos consideraron que Maura había fracasado. Cuando dimitió Silvela en julio de 1903, la opinión pública creía que la esperanza de cambio y de moralidad de los Gobernantes estaba en Maura. Maura hablaba de falso catalanismo y de corrupción electoral en toda España como problemas a solucionar. En julio de 1903, fue llamado a gobernar Villaverde, pero al persistir la popularidad de Maura, se hizo crisis de Gobierno y en diciembre se nombró a Maura.

      El Impuesto de Utilidades de Villaverde.

     Raimundo Fernández Villaverde sí tuvo éxito en su gestión de Hacienda. Aparte de negarse a muchos gastos, consiguió poner un «impuesto sobre utilidades» que gravaba con diferentes tasas a los salarios, las acciones y los beneficios empresariales, lo cual era racional y de justicia social.

Pero dicho impuesto causó muchas controversias y huelgas. Una de estas huelgas enfrentó a Costa con su amigo Paraíso, cofundador de Unión Nacional, y este partido se disolvió al poco de nacer, siendo el definitivo descrédito de Joaquín Costa.

Pero había otro factor a considerar, el orgullo español tras la pérdida de la escuadra en 1898. Muchos conservadores querían recuperar la escuadra, y ello costaba muchísimo dinero. Tras la discrepancia por el asunto de los barcos, Villaverde dimitió el 25 de marzo de 1903, y fue sustituido por Faustino Rodríguez San Pedro.

     Por otro lado, Silvela estaba intentando un programa imposible de ampliación del gasto, y Villaverde mostró su disconformidad: pretendía Silvela abrir créditos ilimitados para los grandes industriales y terratenientes, lo cual es un error económico grave, y Villaverde le recordó que si hacía tal cosa iba a provocar una inflación que llevaría a la devaluación o al ahorro masivo del gasto público. Los empresarios se negaron a devaluar porque ello conllevaba importaciones más caras y exportaciones más baratas y exigieron que se hiciera a costa de bajadas de sueldos de funcionarios públicos. Eso provocó mucha intranquilidad entre los funcionarios, y la dimisión del Gobierno a la postre.

     También era costumbre desde Hacienda, repartir ascensos y subidas de sueldo a personas de confianza, lo cual era una inmoralidad denunciada por Maura en aquellos días. Con repartos de dinero se ganaban las elecciones, pero se arruinaba España.

         Nuevas “estrellas” políticas en 1903.

     En el año de 1903 surgió un nuevo personaje en la Historia de España, pues Alejandro Lerroux ganó las elecciones en Barcelona. De momento, parecía un personajillo insignificante. Hablaremos mucho de él en capítulos siguientes.

     Otro personaje que aparecía por entonces era Santiago Alba, subsecretario de la Presidencia del Consejo de Villaverde. Alba apareció como conservador. Más tarde le veremos como Ministro de Marina en un Gobierno liberal en 1906, con López Domínguez.

         Nuevo impulso al republicanismo.

     El 25 de marzo se reunieron los líderes republicanos Salmerón, Nákens, Morayta, Chávarri, Picón, Lozano, Ureña, Giner, Joaquín Costa, Blasco Ibáñez, Lerroux y Menéndez Pallarés, para derribar la Monarquía e imponer la República. Los periódicos republicanos eran El Liberal y El País. La idea republicana estaba implantada en las universidades, y Salamanca se puso en huelga en abril y, tras dos muertos en enfrentamientos con las fuerzas del orden, todas las Universidades la siguieron a la huelga[3].

         El Instituto de Reformas Sociales.

     En 25 de abril de 1903, Silvela creó por Decreto el Instituto de Reformas Sociales que sustituía a la Comisión de Reformas Sociales creada en 1883 por Moret, pero con la misma función. Se abría paso la idea de que el Estado debía intervenir en trabajo y servicios sociales, lo cual rompía con un dogma liberal absurdo de la no intervención del Estado. Nótese, que ésta y otras reformas sociales españolas, las viene haciendo la derecha.

     Los objetivos del Instituto de Reformas Sociales eran: preparar la legislación sobre el trabajo; conseguir mejoras de vida del obrero y mejores condiciones de trabajo; crear unos servicios de estadística laboral y servicios de inspección laboral.

El fin general a que debía servir el IRS, era la armonización de capital y trabajo.

El IRS constaba de: una Junta Directiva de 30 miembros, de los cuales 18 eran designados por el Gobierno, 6 por las patronales y 6 por los trabajadores; una Inspección de Trabajo que hacía información y supervisión del cumplimiento de leyes y condiciones de trabajo; unas Juntas Locales integradas por el alcalde, párroco o médico titular, secretario, representantes de los patronos y representantes de los obreros del pueblo; y unas Juntas Provinciales integradas por el Gobernador Civil, un vocal designado por la Real Academia de Medicina, un secretario y representantes de los patrones y de los obreros. Para su mayor efectividad, se decidió que los órganos del IRS pudieran reunirse sin que fuera necesaria la presencia de todos sus miembros vocales. El IRS es para nosotros una fuente muy importante de información sobre el coste de la vida, mercado de trabajo, jornadas, salarios, migraciones, huelgas, leyes y política social de otros Estados europeos. En 1919 la Junta Directiva se amplió a 60 miembros: 16 de la patronal, 16 de los sindicatos, 16 de las corporaciones y 12 de Estado. Fue disuelto el 2 de mayo de 1924.

         Las elecciones de abril-mayo de 1903.

     Silvela pidió al Rey disolución de Cortes y elección de otras nuevas. La costumbre era que el Ministro de Gobernación suspendiera de funciones a los Ayuntamientos hostiles a su partido y se asignasen diputados a los distritos de acuerdo con los caciques. Silvela y Maura, novatos entonces, creyeron que esas costumbres debían eliminarse y el resultado fue que en Madrid, Barcelona y Valencia ganaron los republicanos a los monárquicos.

     Silvela y Maura intentaron unas elecciones limpias, sin caciquismo. Era un asunto por encima de las posibilidades del Gobierno, pues la realidad no se podía cambiar con unos simples decretos. Era un acto de fe en el regeneracionismo, el cual era un tanto romántico. Y el resultado fue que su propio partido abandonó a Silvela.

     Maura compartía con Silvela el proyecto de acabar con el sistema de caciques, y con las malas prácticas electorales, pero las eleciones no fueron limpias tampoco en 1903. El esfuerzo de Maura fue laudable y no quedó en el vacío, pero el problema era algo a resolver en una generación o dos, y no en las pocas semanas de una campaña electoral.

     Del 26 de abril al 9 de mayo de 1903 hubo elecciones. La participación electoral aumentó respecto a elecciones pasadas, y ello indica que volvía la confianza a los electores. Pero el aumento de los votantes benefició más a los republicanos que a otros grupos.

Votaron republicano: grandes ciudades como Madrid (25-30% del censo y 60% de los votantes), Barcelona (24-28% del censo y 65% de los votantes), Valencia (30-35% del censo y 55% de los votantes) y Zaragoza (20% del censo y 50% de los votantes).

     En total, los republicanos obtuvieron 36 diputados, y de ellos, 24 en capitales de provincia. En 1899 habían obtenido 18 diputados, y en 1901, 19 diputados. Para explicar este aluvión de votos republicanos, hay que decir que Joaquín Costa se presentaba con los republicanos. También hay que apuntar que los republicanos violentos no se presentaron en estas elecciones, sino que sólo los partidarios de la lucha legal se presentaron. En 1903, volvían a llamarse Partido Republicano, pero los que se habían presentado provenían de Unión Republicana, el grupo de Nicolás Salmerón de 1900.

     En 1903 nació en Valencia la primera “Casa del Pueblo” a impulsos de Blasco Ibáñez y los republicanos. La idea la copiará en 1906 el Partido Radical en Barcelona y de allí se extendieron al resto de España y a UGT. Servían para instalar escuelas, periódicos, bibliotecas, cooperativas de consumo, mutualidades e incluso dar apoyo a grupos artísticos. Al observar el éxito republicano, los socialistas abrirían muchas casas del pueblo.

     En sentido contrario, se debe tener en cuenta que los monárquicos no estaban motivados para votar, pues ambos partidos monárquicos, Liberal Conservador y Liberal Fusionista, estaban en crisis. De todos modos, el partido que convocaba, el Liberal Conservador, ganó las elecciones por amplia mayoría, como siempre ocurría en España:

  El Partido Liberal Conservador obtuvo 230 escaños;  El Partido Liberal Fusionista obtuvo 93 escaños; El Partido Republicano obtuvo 36; Otros republicanos catalanes y vascos 7; Carlistas 7; Independientes, 11 escaños.

Las elecciones de Maura fueron más participativas, pero no menos caciquiles que las anteriores, y eso explica los resultados victoriosos de su partido. Los resultados de los grandes ganadores no eran significativos, pues ya se sabía que funcionaba el caciquismo. Los resultados de hoy podían ser diferentes en unas nuevas elecciones al mes siguiente. Lo significativo era que crecían los republicanos.

         Torpeza de Alfonso XIII.

El Rey Alfonso XIII temía que pudieran derrocarle, y culpó a Maura del progreso republicano en las elecciones. Demostraba ser un Rey con poco sentido de Estado, que le importaba más su suerte personal que el devenir de España. Criticó las ansias de Maura y Silvela por tener unas elecciones limpias. Y sin el apoyo del Rey, el Gobierno apenas duró mes y medio. Estaban empezando a chocar los intereses de las personas que querían limpiar la política, con los intereses del Rey, que Alfonso XIII creía que eran prioritarios.

     Maura, que creía estar actuando honradamente, se decepcionó del Rey. El Rey rectificó y dijo en público estar satisfecho con Maura, pero sólo era una pose oficial. Poco después, Maura fue responsabilizado de la muerte de unos estudiantes en abril pasado, y Maura encajó de nuevo el golpe que le enviaba el Rey. El problema de Maura en abril de 1903 había sido que había utilizado a la Guardia Civil, armada con fuego real, para oponerse a las manifestaciones estudiantiles.

         Nuevos problemas de Gobierno en 1903.

     Los empresarios catalanes exigieron ser eximidos de los impuestos de utilidades de Villaverde, que identificaban con imposiciones centralistas. Creían en un liberalismo sin impuestos a los empresarios. Una interpretación más fácil era pensar que estaban pidiendo privilegios burgueses. Desgraciadamente, los partidos políticos de la oposición al Gobierno Silvela hicieron causa común con los que se oponían a los nuevos impuestos, lo que no tenía más sentido que hacer acoso y derribo al Gobierno. La piña en contra de los impuestos forzó la dimisión de Silvela.

     El Gobierno habló con Delcassé, de Francia, para repartirse entre los dos el norte de Marruecos. Se volvía a la política de “grandezas”, lo cual no tenía sentido en un Gobierno arruinado.

         Las Cortes de mayo de 1903.

     El 18 de mayo de 1903 se abrieron las Cortes, y Maura insistió en erradicar el caciquismo y sistemas de falseamiento de elecciones.

     El 18 de julio de 1903, las discusiones entre Ministros por problemas de control del gasto y por el caciquismo, llevaron a la dimisión de Silvela: El Ministro de Marina presentó de nuevo unos proyectos para construir una escuadra, que España no estaba en condiciones de pagar. El Gobierno rechazó los proyectos del Ministro de Marina. El Rey intervino y cesó al Gobierno. La prensa volvió hablar de una nueva “crisis oriental”, o del Palacio de Oriente, es decir una cacicada de Alfonso XIII.

     Seco Serrano dice que el conflicto entre la Marina y el Gobierno no fue casual o incidental, que Villaverde había hablado en el Congreso de que España no se podía permitir esos enormes gastos en ese momento para la reconstrucción de la escuadra, y se había decidido eliminar al Gobierno Silvela.

El Rey llamó a Silvela, que dimitió a petición del Rey. Silvela se deprimió, se sintió fracasado, y ya no saldría de su depresión en el resto de su vida. No sabemos quién tomo la iniciativa del cese, si el Rey o Silvela. En el primer caso, sería “crisis oriental”, en el segundo, sería una crisis normal de Gobierno. Tal vez el Rey había escuchado las palabras de Villaverde de que un plan como el que él proponía permitiría pedir créditos internacionales y abordar las reformas que España necesitaba. O tal vez el Rey estuviera indignado con la política de Maura y hubiese decidido quitar al Gobierno. Maura había actuado en las elecciones de abril incluso contra miembros de su propio partido, intentando obtener una mayoría a su favor dentro del Partido Conservador, pero sin caciquismo. Los conservadores acusaban a Maura de manipulador. Santiago Alba se pasó al Partido Liberal en este momento.

Los posibles sucesores de Silvela en el Partido Conservador, eran Raimundo Fernández Villaverde, Antonio Maura, recién llegado al partido desde el Partido Liberal, y Ricardo de la Cierva. Éste último no tenía suficientes apoyos dentro de su partido.

     Maura estaba eliminado de antemano como sucesor en la Presidencia del Gobierno, pues el Rey no quería unas elecciones limpias donde los republicanos pudieran ganar muchos concejales y diputados, y Maura quería elecciones limpias y acabar con el caciquismo. Ambos proyectos eran incompatibles. Y el Rey ordenó a Villaverde formar Gobierno.

     Silvela se retiró de la política. Moriría dos años después, en 1905.


[1] Buenaventura Abárzuza Ferrer, 1843-1910, era un cubano que había sido ministro de Ultramar en un gobierno Sagasta en 4 de noviembre de 1894 a 23 de noviembre de 1895, y fue Ministro de Estado en diciembre 1902.

[2] Faustino Rodríguez San Pedro 1833-1925 fue Ministro de Hacienda en marzo de 1903, de Estado en diciembre de 1903, y de Instrucción Pública en enero de 1907.

[3] En estos años aparece en los textos el apellido Pi como dirigente político. Se suele tratar de Francisco Pi Arsuaga, hijo de Pi i Margall, el cual estuvo entre los republicanos en 1903, y en Solidaridad Catalana en 1907. También se puede tratar de Joaquín Pi Arsuaga, otro hijo de Pi y Margall, que en 1912 era dirigente de los Republicanos federales.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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