LA ENSEÑANZA DE PRINCIPIOS DEL XX.

Conceptos clave: enseñanza primaria, enseñanza media, Escuela Nueva, Escuela Moderna, el bachillerato de 1926. 

En el tema de la enseñanza, el siglo XIX había terminado en medio de una hiriente polémica entre los que querían una libertad para que la Iglesia católica adoctrinara a los niños desde pequeños, y los que la querían para adoctrinarlos en la rebeldía socialista y anarquista. Es decir, los que querían una enseñanza regulada a favor de los privilegios de la Iglesia, y los que querían regularla en contra de los intereses de la Iglesia. Todos estaban de acuerdo en adoctrinar a los niños. Quizás todos estaban pensando más en la difusión de sus ideas que en los niños. En el caso de los niños, la libertad para adoctrinar es libertad para luchar contra la libertad de pensamiento individual. Es maléfico que se invoque como un derecho, la libertad para acabar con la libertad. En la práctica, todo enseñante adoctrina de alguna manera, pero hay unos adoctrinamientos de partido o de institución, y otros individuales, de enseñante, hay adoctrinamientos en posiciones radicales, extremistas y violentas, y adoctrinamientos en sistemas de tolencia y respeto a los demás. El tema es peliagudo. Otro tema es la diferencia en este campo entre la enseñanza privada, creada a veces específicamente para el adoctrinamiento, y cuya ideología los padres conocen de antemano, y la enseñanza pública estatal que, en teoría, debe ser neutra. Y un tercer tema es si al alumno se le deja escapatoria para pensar por sí mismo, o se le coacciona con notas, castigos y presiones de compañeros para que adopte unas posiciones políticas. En un nivel de enseñanza donde el adolescente tiene una decena de profesores, la capacidad de adoctrinamiento de uno de ellos frente a los demás, es limitada, si existen los órganos de vigilancia adecuados. Algunos ignorantes creen que los adoctrinamientos son problema de los profesores de “letras” en asignaturas como filosofía, historia  y Literatura, cuando la realidad es que el profesor de matemáticas, física, química, geología, biología, puede escoger los autores que explica y los que no, las ideas que difunde y las que no, igual que cualquier otro profesor. No existe el profesor “aséptico”, sino el culto y el ignorante.

         El Estado en la enseñanza.

     En 1900 fue creado el Ministerio de Instrucción Pública, y empezó a combatirse el analfabetismo que se calculaba en un 63,8% de la población, casi el 99% entre las mujeres. Antonio García Alix estrenó un rimbombante “Ministerio de Instrucción Pública y de Ciencias, Letras y Bellas Artes” el 18 de abril de 1900, para dedicar la máxima atención a un problema que parecía sencillo a los políticos de principios del XIX, y se había ido complicando progresivamente. García Álix quiso conjugar el respeto a la enseñanza pública con el respeto a la enseñanza privada, y quiso hacer una Ley de Enseñanza, pero fracasó. Ni los católicos, ni los socialistas, ni los anarquistas querían dar una oportunidad a sus enemigos, y la libertad individual de conciencia y la convivencia entre enseñantes se hizo imposible. El Ministro cesó en marzo de 1901.

García Álix fue sustituido por el Conde de Romanones, en 1901-1903, y éste decidió que la enseñanza debía ser centralista, dirigida desde el Estado, de modo que cada centro no enseñase el programa que le viniera en gana, sino se atuviese a una normativa que garantizase que las aulas se dedicaban a la enseñanza de la cultura, y no a otros fines políticos o religiosos. Es decir, confió en que, poniendo la enseñanza en manos de los políticos, se solucionaría el conflicto. Evidentemente, no había pensado en la posibilidad de que políticos de izquierdas alcanzasen el poder. Y desde un punto de vista objetivo, pensar que los políticos tienen una moralidad superior a la de los profesores, es un a priori sólo demostrable en la casuística.

En el siglo XX, en cada nivel de enseñanza se imponía una Dirección General: la Dirección General de Enseñanza Primaria apareció en 1911, la de Bellas Artes en 1915, la de Segunda enseñanza en 1925, y la de Enseñanza Superior en 1925. Tambien se decidió poner un servicio de inspección por niveles.

También se decidió la desconexión del bachillerato y la Universidad, de modo que los centros de secundaria no fueran centros preparatorios para el ingreso en la Universidad, sino que tuvieran sentido docente por sí mismos y en sí mismos.

Pero el Estado estaba en desventaja, debido a los errores cometidos en el pasado: No tenía suficientes profesores, ni suficientes aulas, ni suficiente dinero, y no se podía hacer cargo de la enseñanza. Las infraestructuras estaban en manos de la Iglesia católica, de los Ayuntamientos y de las asociaciones vecinales. No podía hacerse cargo de la enseñanza, pero se podían hacer algunas reformas. El problema se complicaba por todas partes.

     La enseñanza primaria.

La enseñanza primaria fue definitivamente protegida por la Ley de 26 de octubre de 1901 por la que el Estado se encargaba de pagar el sueldo a los maestros. Hasta entonces les pagaba el Ayuntamiento respectivo, si éste decidía hacerlo y tenía fondos. Ahora los maestros pasaban de hecho a ser funcionarios del Estado, si bien con un estatuto especial que les daba la libertad de cátedra, o derecho a enseñar lo que creían que era su deber enseñar, dentro de las directrices oficiales. La enseñanza pública se convirtió en estatal, en vez de ser local, y ello dio facultades al Estado para decretar que fuera voluntaria la enseñanza religiosa, y para exigir que los exámenes estuviesen regulados por inspectores.

La Ley 26 de octubre de 1901 había hecho obligatoria la enseñanza para niños de 6 a 12 años. Eran imprescindibles miles de unidades escolares, pero el Estado no las tenía, y al estar en quiebra económica técnica, tampoco podía construirlas.

Para disponer de aulas, el Estado decidió que las escuelas de enseñanza elemental no dependieran de los Ayuntamientos, sino del Ministerio de Instrucción Pública. Las infraestructuras en manos municipales pasarían al Estado. De este modo pretendía hacerse con los locales necesarios para impartir las clases, pero estos locales, o no existían en algunso casos, o estaban en condiciones impracticables.

También se le ocurrió al Ministro ordenar que los patronos de fábricas de más de 150 obreros, mantuvieran obligatoriamente una escuela, lo cual proporcionaba algunas aulas más al Estado, pero ello solucionaba algunos problemas de algunas ciudades grandes, y no los de los pueblos pequeños, ni los de donde no había grandes fábricas, que era donde vivía la inmensa mayoría de la población española.

Las escuelas tardaron mucho en ser construidas: en 8 de junio de 1910 se proyectaron las Escuelas Nacionales de Primera Enseñanza. Se inició por entonces un plan de construcciones escolares con objeto de llevar al menos una escuela a cada poblado español. El tema iba para largo. Las escuelas no se construyeron en cantidades notables hasta tiempos de la Segunda República 1931-1936, y se hizo en condiciones muy precarias, pues como no había dinero, se aceptaron donaciones de particulares.

El resultado inesperado es que aparecieron miles de donantes que entregaban sus palacetes para la instalación de una escuela en su pueblo. Algunas eran auténticas joyas del arte, que fueron abandonadas y muchas veces destruidas, primero por los niños, y luego por la guerra de 1936. La abundancia de locales hizo notoria la carencia de maestros, y se decidió que las unidades escolares fueran atendidas por voluntarios, por lo que resultó que la mayoría de las escuelas fueron atendidas por mujeres católicas, que enseñaban a cantar y rezar, que era lo que sabían, y casi nada de matemáticas y física, que no sabían. No se podía pedir más a quien nada cobraba por trabajar. El objetivo de tener aulas suficientes se cumplió hacia 1960, cuando la población estaba emigrando y ya no fueron necesarias tantas escuelas rurales. Poco después las escuelas rurales empezaron a ser abandonadas por falta de niños.

1902 fue un año excelente para los maestros pues se hicieron presupuestos del Estado con inclusión de sus sueldos en el Presupuesto Estatal.

En 1903, empezaron a funcionar las Escuelas Graduadas, con distintos niveles y un maestro para cada nivel, las cuales se crearon para mejorar la pedagogía. Ello significaba la necesidad de más maestros, y no los había.

Por otra parte, las Escuela Normales que preparaban maestros, empezaron a matricular a más chicas, lo que al poco tiempo permitió escolarizar párvulos (menores de seis años) en algunos lugares concretos. Se consideraba que los párvulos sólo podían ser tratados adecuadamente por mujeres.

En la época 1903-1931, la formación del maestro mejoró, las retribuciones subieron, la obligación de ir a la escuela todos los días se exigió con más rigor, y la opinión pública cambió en el sentido de que empezó a creer en que la escuela era algo bueno, y en algunos casos, necesario.

     En 1907, época de Maura, se dio un nuevo paso en la política educativa cuando se exigió como obligatoria la enseñanza primaria desde los 6 a los 12 años y se puso a los maestros un sueldo de 100 pesetas al mes, lo que les permitiría sobrevivir, si completaban sus ingresos con clases particulares, permanencias y trabajos de copistas, pendolistas, contables y escribientes.

En 1909 se crearon las Escuelas Superiores de Magisterio, que en 1911 pasaron a denominarse Escuelas de Estudios Superiores de Magisterio, en un intento de mejorar la calidad de los maestros.

En 1911 se puso a los maestros un sueldo mínimo de 1.000 pesetas anuales, lo que no les permitía vivir sin dedicaciones complementarias. En 1918 cobraron 1.500 pesetas, en 1923 alcanzaron las 2.000 pesetas, y en 1936 llegaron a las 3.000 pesetas de mínimos. La inflación altísima de 1914-1925 nos hace considerar que las subidas de sueldo no fueron suficientes, sino que su poder adquisitivo perdió capacidades. Sólo para poder comer, necesitarían un 25% más, y además necesitarían vivienda, calefacción, vestido y algunos gastos de bolsillo.

El 1 de enero de 1911 la Dirección General de Primera Enseñanza ordenó que se controlara tanto la efectiva impartición de clases, como que se realizaba efectivamente el pago a los maestros. Eso indica que las órdenes tardaban mucho de pasar del papel a la realidad.

La enseñanza media.

En agosto de 1901, Romanones intentó mejorar la calidad de la enseñanza secundaria, o enseñanza media, y tuvo poco éxito, porque preparar un profesor no es fácil. Y los universitarios solían hacer Derecho, para colocarse en la Administración, pero no en la enseñanza, donde se cobraba poco. De todos modos, Romanones intensificó la inspección sobre los colegios privados a fin de que no utilizaran las aulas con fines ajenos a la instrucción. Pero, al enfrentarse al problema de la obligatoriedad de la asignatura de religión, que existía en todos los colegios españoles, no se atrevió a continuar su reforma en el sentido de eliminar la asignatura de religión, ni se atrevió a poner límites a los católicos adoctrinantes. La Universidad sí que consiguió cierta autonomía, pues en ese nivel de edad no era tan peligroso el adoctrinamiento.

La de 1901, era otra reforma más, tras las reformas de 1894 y 1895, que habían suscitado mucha polémica en torno a la supresión de la asignatura de religión. Romanones constató que la enseñanza privada, que en España era la de la Iglesia católica casi siempre, tenía más calidad que la pública estatal, y se esforzó por dar calidad a la pública, lo cual no se lograría hasta los años sesenta, momento en que se invirtió la situación.

Romanones intentó conectar la enseñanza con el mercado laboral: los institutos fueron transformados en «Institutos Generales y Técnicos» y se introdujeron en los programas asignaturas de comercio, industria, agricultura, que acompañaban a las asignaturas tradicionales. Como siempre, no de dotó a los centros de profesorado específico, aulas específicas y dotación específica a estas asignaturas, y los profesores de siempre volvieron poco a poco a las asignaturas de siempre, que eran las únicas para las que estaban preparados.

El Plan de Estudios de 1903, perduró hasta 1926, algo insólito en la historia de España, donde las reformas educativas duran lo mismo que el Ministro que las hizo.

La enseñanza universitaria,

En la enseñanza universitaria, García Álix y Romanones reformaron las Facultades de Letras, Derecho, Ciencias y Farmacia, para levantar el nivel, que aparecía demasiado bajo en España respecto a los países de su entorno. Y también impulsó la enseñanza profesional mediante las Escuelas Técnicas.

     García Álix, en su reforma de 1901, estableció nuevas secciones de estudios en algunas Facultades Universitarias, actualizó los planes de estudios, fomentó las Escuelas Técnicas Superiores y las Escuelas Especiales, e incluso incrementó el presupuesto destinado a Universidades. Pero, para cambiar la Universidad era casi imprescindible la autonomía universitaria, pues era imposible cambiarlo todo de golpe, y lo realista era cambiar algo en algunas Universidades y tratar de extenderlo a las demás. Y para eso, no bastaba el dinero ni las leyes, sino una voluntad expresa de grupos de profesores dispuestos a cambiar.

     Evolución del problema de la enseñanza.

Todos los españoles se dieron cuenta del enorme poder que suponía controlar las mentes de los niños de 10 a 16 años, cuando se forman las inteligencias personales. Y todos quisieron hacerse con ese poder.

El 3 de febrero de 1910 se pusieron limitaciones a la inspección estatal en centros privados en temas de condiciones higiénicas de los locales, y en medidas para impedir actos contrarios a la moral, la patria o la ley. Los centros privados no querían ser controlados.

Los no católicos también quisieron tener sus propias escuelas privadas al margen de las existentes: Hacia 1914 aparecieron en España algunas “escuelas al aire libre” con métodos de enseñanza nuevos. El movimiento se había iniciado en Barcelona en 1906 con las “Colonias Escolares”, pero se difundió a partir de 1914 con la Escuela del Bosque, 1922 con la Escuela del Mar, 1923 con la Escuela Guinardó, y 1930 con la Escuela San Andrés. El nuevo método de enseñanza era el método Montessori.

     El problema de la enseñanza es complejo pues hay que tener en cuenta al discente, el papel de los padres o tutores del discente, el medio en el que se mueve el discente, las instituciones estatales dedicadas a la enseñanza, el interés de la sociedad por el tema docente y por cada situación particular de cada alumno y cada profesor, a los docentes, y a los medios que el Estado o el promotor dedican a la enseñanza.

     En cuanto al discente de principios del siglo XX, era importante progresar en el respeto a la libertad del niño, la potenciación de la enseñanza en el campo femenino, y la extensión de la cultura a muchísimos más niños y niñas, hasta alcanzar la totalidad de los mismos.

     En cuanto al medio en que se movía la enseñanza, los principios del siglo XX habían conocido un gran progreso de las ciencias y las técnicas, un enorme progreso en el interés general por que los niños tuvieran conocimientos, una constatación de que la enseñanza en grupo era mucho más conveniente que la tradicional enseñanza individualizada, propia de estudios filosóficos y literarios de épocas pasadas. En grupo, es más difícil ejercer autoridad sobre los alumnos y más difícil manipular la conciencia del niño. Pero el grupo requería técnicas nuevas. Lo normal es que se compararan sistemas diversos como el británico, francés, belga, alemán, italiano y suizo. El sistema docente debía tomar una posición respecto a cada sistema, estudiarlo, copiarlo, ignorarlo, o hacer refritos entre algunos de ellos.

     En cuanto al docente, lo primero es que esté formado a un nivel adecuado al esfuerzo que se le pide, lo cual era difícil, pues las personas adecuadamente formadas no se dedicaban a un oficio como la enseñanza en el que se malvivía, y tenía fama de ser asunto de pobretones. Era un oficio socialmente degradante. Se decía “pasas más hambre que un maestro de escuela”. De ello se deduce que lo segundo es que el profesor esté retribuido de forma digna.

En cuanto al papel de los padres y madres, nunca fue considerado de forma central y fundamental, siendo como son, los educadores de sus hijos. La educación es cosa de 168 horas a la semana, y no está en manos de un profesor que tiene al alumno tres o cuatro horas a la semana. El profesor es un simple colaborador en la educación del niño, y en el siglo XX, ya no era el mentor único que contrataban las familias ricas para sus hijos y que convivía con ellos los días y las noches. El gestor de una residencia estudiantil, que está con el chico más de cien horas a la semana, sí tiene mucha influencia en la educación y, sin embargo, no es considerado en las leyes educativas. Los padres y madres, que son los educadores de sus hijos, tratan de delegar la función educadora en los profesores, lo cual es un imposible, salvo en los internados religiosos donde los profesores conviven con los alumnos. Esos olvidos legales dieron muchos problemas a lo largo del siglo XX, que la sociedad calló como si no existieran.

La crítica hecha por Galdós a la Iglesia en Electra 1901, tuvo mucho eco social. El 19 de febrero de 1912, Ramón y Cajal, Ortega y Gasset, Giner de los Ríos, Manuel García Morente, Bartolomé Cossío, Julián Besteiro, pidieron la supresión del catecismo en la escuela.

         El “reformismo educativo” español.

     Se dijeron reformistas los que querían una enseñanza distinta a la que padecían a principios del XX.

     El reformismo educativo estuvo representado por la Institución Libre de Enseñanza ILE, la Escuela Nueva Socialista y la Escuela Moderna. La mayor parte de los pensadores de estas corrientes, centraban sus esfuerzos en el anticlericalismo, en quitarle a la Iglesia la conformación de las mentes de adolescentes, y tomar ellos ese poder. La ILE, que había empezado en un krausismo cristiano, se había vuelto anticlerical.

         La Institución Libre de Enseñanza[1].

     La Institución Libre de Enseñanza, ILE, se originó a partir del krausismo de 1867-75. Giner, Azcárate, Salmerón, Figuerola, Calderón y González Linares habían sido separados de la Universidad en 1875, y decidieron crear una enseñanza media y superior paralela a la estatal. El 16 de agosto de 1976 fueron aprobados los estatutos, los cuales decían que la ILE era una institución científica en sus objetivos, y libre respecto a fuerzas religiosas, filosóficas y políticas. Sus únicos dogmas serían la búsqueda de la libertad y de la ciencia[2].

     La Institución Libre de Enseñanza era una institución privada, una sociedad por acciones, que empezó como Universidad paralela, y derivó a la enseñanza secundaria, e incluso a la primaria, dejando la enseñanza superior un poco de lado por tratarse de un objetivo demasiado elevado para ellos. En 1878, ya supieron que una Universidad Libre iba a ser imposible de financiar, y renunciaron dolorosamente a ella, pero creían que, preparando una primaria y secundaria de calidad, forzarían a la Universidad estatal a mejorar, sus alumnos conquistarían las cátedras de la Universidad y, luego, las reformarían desde dentro. Era un objetivo a largo plazo, pero creían en él. Practicaban la coeducación de ambos sexos, pero en el campo de lo femenino tuvieron pocos éxitos. Tuvieron el apoyo de Emilia Pardo Bazán y de Concepción Arenal, pero sacaron pocas alumnas de gran capacidad intelectual.

     El método de trabajo de la Institución Libre de Enseñanza era intuitivo-activo. Dejaban un poco de lado los textos que había que aprenderse de memoria en los sistemas tradicionales, y dejaban que el propio alumno buscase los problemas y las soluciones dentro de una convivencia que buscaba el saber. Hacían excursiones escolares para ver cosas, organizaban colonias de verano para disfrutar estudiando y descansando. Lo más importante era la libertad, el no sometimiento a los viejos autoritarismos docentes. Creían que la formación intelectual debía ir de la mano de una formación moral y de una formación física.

     El Boletín Oficial de la ILE fue muy leído. Interesó a los noventaiochistas como Lucas Mallada, Macías Picavea y Joaquín Costa.

     La Institución Libre de Enseñanza creó centros de enseñanza en Madrid, Valencia, Oviedo, Bilbao, Barcelona, Sabadell, Cartagena, Zaragoza, Valladolid, Salamanca, Sevilla y Lisboa, un Laboratorio de Biología Marina en Santander, un Instituto Central de Meteorología, un Museo Pedagógico, un Centro de Estudios Históricos dirigido por Menéndez Pidal, una Residencia de Estudiantes abierta en 1910, un Instituto Escuela creado en 1918 para renovar los métodos pedagógicos. Pero la posibilidad de estar en todas las provincias, y convertirse en una verdadera alternativa de enseñanza, quedaba muy lejos de las posibilidades prácticas de una institución privada.

     Por ello, la ILE no abordó la enseñanza entre los pobres, beneficencia que no estaba en sus objetivos. Nunca pudo alcanzar a los hijos de la gran burguesía porque éstos estaban acaparados por los centros católicos de enseñanza. No fue grata a los socialistas y ácratas, porque éstos tenían sus propios centros de enseñanza y adoctrinamiento de niños y adultos.

     Celebraron Congresos Pedagógicos en Madrid 1882, Valencia 1886, Pontevedra 1887, Barcelona 1888, y el Lusoamericano de 1892.

     En 1892-1907, la Institución Libre de Enseñanza alcanzó el punto de máxima relevancia intelectual cuando en 1907 creó la Junta de Ampliación de Estudios. Esta institución estaba pensada para la formación de futuros profesores e investigadores, y se proponía enviar al extranjero a los mejores alumnos para que completasen sus estudios. La selección de becarios se hacía con criterios objetivos sobre preparación del alumno para ello, y no con criterios de origen familiar, o de relaciones religiosas o ideológicas. Al alumno becado se le hacía una recomendación de lo que debía ver y estudiar en el extranjero, y una comprobación a su regreso de lo que había estudiado. Cada año se enviaban unos 57 pensionados al extranjero. Fueron becarios de la ILE: Antonio Machado, Ortega y Gasset, Rey Pastor, Pérez de Ayala, Azaña, Barnés, Besteiro, De Cossío, Hernando y Fernando de los Ríos. También hubo muchos aprovechados que vieron la posibilidad de financiación de uan estancia en el extranjero subvencionada por la ILE, pero se trata de problemas menores.

     La Junta de Ampliación de Estudios tenía como principal enemigo universitario al integrismo católico. Su objetivo era conceder a alumnos y profesores becas en el extranjero. Y se sabía que en el extranjero, los alumnos no se dedicaban al proselitismo católico, sino a la ciencia, muchas veces contraria a las eneseñanzas católicas integristas.

     En 1910 se concentró en Madrid lo más selecto del profesorado de la Institución a fin de lograr una mayor calidad universitaria a través de la Residencia de Estudiantes., creada el 6 de mayo de 1910. Una vez llegados a la Universidad, los chicos tenían la oportunidad de asistir a la Residencia de Estudiantes, lugar en la que los profesores y los alumnos podían charlar y discutir los temas de clase, fuera del aula. Otros Colegios Mayores tomaron iniciativas similares en forma de conferencias, cursillos y prácticas de laboratorio en el Colegio, complementarias a las clases de la Universidad.

     La Residencia de Estudiantes era presidida por Jiménez Fraud. Se ubicó en la Calle Fortuny 14 de Madrid. Albergaba  estudiantes y profesores, y en ella se daban conferencias y se celebraban tertulias. Fue la espina dorsal de la ILE. Los residentes se consideraban a sí mismos una minoría de privilegiados de los que dependía el futuro de España. Eran serios, disciplinados y austeros, como cualquier secta lo es. Participaban del carácter salvífico de muchos españoles del momento, pero bajo otros supuestos ideológicos.

     Otras iniciativas de la ILE fueron: La Escuela Superior de Magisterio, y el Instituto Escuela, y también organizó muchas misiones pedagógicas en el medio rural.

          Las escuelas obreristas

     Las escuelas nacidas de los teóricos socialistas y anarquistas aparecieron en torno al Sexenio Revolucionario, 1868-1874, y se desarrollaron muy poco durante la Restauración Borbónica, pero sí triunfaron una vez iniciado el siglo XX. Propugnaban la educación integral racionalista, laica, cienticifista y positiva, pero se limitaban al ámbito de los obreros y campesinos entre los que creían tener clientela política. La calidad era variable, según los maestros, y nunca tuvieron una importancia decisiva en la alfabetización y desarrollo científico español, que es una cosa muy compleja, como hemos visto en los párrafos dedicados a la ILE.

     La Escuela Única socialista funcionaba donde estaba implantada UGT,  y más bien sólo en Madrid y su zona de influencia. No tuvo apenas alumnos antes de 1920. Lo más importante en este tipo de enseñanza fue la Escuela Nueva de Núñez Arenas.

     La Escuela Nueva de Manuel Núñez Arenas, fue una iniciativa de este señor, protegida más tarde por el Partido Socialista Obrero Español. Desde 1879, los socialistas querían una educación conjunta para ambos sexos, y que se extendiera a todos los ámbitos de la ciencia, industria y artes, que la enseñanza fuera gratuita en el nivel de primera enseñanza y que hubiera Escuelas Profesionales donde se impartiera una enseñanza laica. Cuando apareció la Escuela Nueva en Madrid, en 1910, los socialistas la identificaron como su modelo de enseñanza, pero la Escuela Nueva no tenía todavía ideología política. En 1911, la Escuela Nueva introdujo variaciones en el Plan de Estudios e impartió unos ciclos de conferencias, que anunciaban su politización socialista. En 1913, se declararon socialistas. En 1915, la Escuela Nueva participó en el X Congreso del PSOE. La representaban Jaime Vera, Andrés Ovejero, y Luis Araquistáin, y presentaban su modelo de enseñanza como un proyecto de extender la cultura entre la clase trabajadora, sin dogmatismos exclusivistas, y aceptando a todos los enseñantes que se prestaran a colaborar, sin exigirles militancia en el PSOE. En 1918, los enseñantes presentaron en el Congreso del PSOE las “Bases para un Programa de Instrucción Pública”, y el PSOE las aprobó. En 1920, se constituyó la Federación de Docentes Socialistas, una iniciativa de UGT para fortalecer un movimiento social en la escuela, utilizando la Escuela Nueva. La asociación de maestros afiliados a UGT estaba presidida por Rodolfo Llopis, el cual redactó unas bases para la reforma de la enseñanza y las presentó al XIV Congreso de UGT en 1920. Estas ideas tendrían bastante influencia en los años 1931-1933.

     La Escuela Moderna de Barcelona fue obra de Francisco Ferrer i Guardia, un anarquista que escribió La Escuela Moderna. Explicación y Alcance de la Enseñanza Racionalista, título que da nombre a su modelo de enseñanza. Aportaba a la enseñanza que quería ser una enseñanza laica, pero insistía en que la enseñanza burguesa era irreformable, que debía ser destruida y sustituida por un sistema nuevo conducente a una sociedad libre, justa e igualitaria, que prescindiera de los mitos burgueses de autoridad y propiedad. Era pues, una enseñanza muy ideologizada. Gustaban del naturalismo de Rousseau, del positivismo de Comte, del anarquismo de Proudhon, de Reclus, Lagardelle, y Robin, e incluían un antimilitarismo y antirreligiosidad. En algunos aspectos usaban técnicas de Decroly.

La Escuela Moderna se abrió en 1901 en Barcelona, y emitió un Boletín con un programa ideológico. Propugnaba la libertad del niño y la interpretaba como la supresión de premios y castigos, exámenes y recompensas, puestas por los maestros. El método consistía en visitar en grupo centros sociales y culturales, granjas agrícolas y ganaderas, fábricas, y explicar su funcionamiento y problemas, entre los que eran fundamentales los problemas obreros. A ello añadía algunas ideas anticlericales, el rechazo de la idea de patria, la negación de que el Estado tuviera ningún derecho a existir, y hablaba de cambiar todas las costumbres españolas establecidas y aceptadas.

En la Escuela Moderna, Ferrer proporcionaba unos textos elaborados por él mismo, que se hicieron catecismos en las demás escuelas de este tipo y perdieron todo su sentido. Ferrer divulgaba las ideas de Kropockin, anarquismo violento.

     El obrerismo libertario o ácrata era una escuela fundamentalmente catalana que preparaba alumnos para la revolución, para el laicismo militante, el cientificismo, el puritanismo, el antiautoritarismo, el igualitarismo. Su método preferido era el autodidacta, a partir de unas lecturas y unos textos proporcionados por la propia escuela, es decir, autodidactismo dirigido.

En 1906, la Escuela Moderna ya tenía 50 centros en Cataluña, Valencia, y Andalucía. En 1909 aparecieron algunas escuelas modernas en Iberomérica. Ferrer proyectaba tener en Barcelona un Museo pedagógico y una Biblioteca Central abierta a todo el público, a la que pudieran acudir las Escuelas Modernas de su entorno.

Las aulas eran mixtas en cuanto a sexo de los alumnos y en cuanto a mezcla de clases sociales. Los alumnos que asistieron a las Escuelas Modernas fueron hijos de profesionales liberales, pequeña y media burguesía, obreros cualificados, pues sólo las familias con cierto poder adquisitivo podían prescindir de los niños y enviarlos a la escuela. Las familias pobres enviaban a sus hijos a ganarse el sustento en la calle, o a ayudar en la empresa familiar.

En 1909, Ferrer fue ejecutado tras un proceso judicial que tuvo muchas y graves repercusiones políticas y sociales. Las Escuelas Modernas siguieron existiendo, pero cada una tomó un rumbo diferente, como es propio del anarquismo, lo que significó que no hubo un modelo pedagógico de Escuela Moderna, sino varios, el de los masones racionalistas que se hicieron cargo de algunas, el de los ácratas que se quedaron con otras, y cada una dependió de la personalidad de su director.

La ejecución de Francisco Ferrer en 1909, fue un golpe duro para esta tendencia pedagógica, pues desaparecieron los libros de texto y el autor de los mismos que podía hacer otros similares. Las ideas de Ferrer no se volvieron a reactivar hasta el Congreso Librepensador Español de Barcelona de octubre de 1910.

Una vez desaparecido Ferrer, el nuevo líder del movimiento ácrata fue Anselmo Lorenzo Asperilla, nacido en Toledo, madrileño de formación, el cual escribió Solidaridad en 1909, y Contra la Ignorancia en 1913.

En 1917-1923, se abrieron muchos centros de enseñanza de sindicatos obreros en Cataluña, País Valenciano y Andalucía, entre los que destaca la “Escuela de Arte Fabril y Textil de Barcelona”, en 1917. Pero las ideas ácratas se difundían mejor por medio de las revistas que de los colegios y hay que hacer constar la aparición de revistas como Revista Blanca, Solidaridad Obrera, Tierra y Libertad. Ello era así, porque los colegios de los ácratas estaban mal dotados, tenían muy pocos alumnos y cerraban en el momento más inesperado por falta de recursos.

              Otras escuelas privadas.

     La docencia privada laica no obrerista. La docencia laica había aparecido tras la Constitución de 1869, y se había extendido entre los burgueses, los internacionalistas, los protestantes. Decayó mucho a partir de 1874, al restaurarse los Gobiernos conservadores.    En Cataluña hubo tres tendencias laicas: la escuela laica burguesa, el laicismo neutralista y el obrerismo libertario.

     La enseñanza burguesa laica era una iniciativa de anticlericales catalanes. Progresó mucho a partir de 1880 en medio de un ambiente general en el que había muchísimos centros religiosos y estaban llegando a España todavía más: Los Escolapios se instalaron en Villanueva y la Geltrú en 1877, y los jesuitas en Sarriá en 1882. Algunos  catalanes habían creado en 1882 la Confederación Anticlerical, institución ligada a Unión Barcelonesa de Librepensadores. Aparecieron entonces publicaciones anticlericales como La Tempestad, dirigida a hombres, y La Luz del Porvenir, dirigida a mujeres.

La Confederación Anticlerical contaba con 19 establecimientos de enseñanza primaria y secundaria. Bartolomé Gabarró Borrás fue un pedagogo de poco nivel, pero representativo de esta tendencia anticlerical. Era un polemista y se expresaba en La Tronada Anticlerical, e incluso llegó a organizar un Congreso de Amigos de la Enseñanza Laica, 1888, Barcelona. En el siglo XX, estos laicos se expresaron en El Eco de la Enseñanza Laica, publicado en Barcelona y difundido entre la pequeña burguesía republicana.

     El laicismo neutralista tenía adeptos en Madrid y no era anticlerical, pero también tuvo algunos seguidores en Cataluña, como La Ilustración Obrera de Tarragona, El Ateneo Tarraconense de la Clase Obrera, y la Escuela Industrial y Mercantil de Sabadell.

     Las escuelas protestantes fueron muy pocas, y evidentemente trataban de extender el protestantismo en España. Los protestantes llegaron cuando se toleró la libertad religiosa y, entonces, creyeron que su labor de apostolado sería fácil. Pero se encontraron con que había muchos integristas católicos que no estaban dispuestos a dejarles vivir en paz, párrocos, alcaldes, guardias, obispos que les ponían todo tipo de inconvenientes e incluso lanzaban a la población contra ellos.

El 18 de septiembre de 1896, 22 obispos se reunieron en Lugo y redactaron seis peticiones al Gobierno: entendían que  la llegada de los protestantes a España era un abuso en contra de los derechos de la Iglesia católica, decían que peligraba la unidad territorial de España y que incluso los gallegos que se habían hecho protestantes, proyectaban pedir la salida de Galicia del Estado español y su anexión a Gran Bretaña.

El 26 de noviembre de 1909, tres obispos se dirigieron a Maura para decirle que la libertad que estaban defendiendo los liberales conducía a sucesos como los de la Semana Trágica de 1909.

El 1 de marzo de 1922, los obispos católicos insistieron ante el Gobierno de España. En realidad, los conversos al protestantismo fueron muy pocos, unas 15 ó 20 comunidades de distintos credos evangélicos, y abrieron escuelas de primaria y de media en Madrid, centros urbanos de Cataluña, País Valenciano, Andalucía y algunos pueblos grandes de Castilla, Galicia, Alto Aragón y Menorca.

Los principales centros de enseñanza protestantes fueron el Seminario Teológico Unificado, y el Seminario Bautista. En 1923, al advenimiento de la Dictadura de Miguel Primo de Rivera, la mayoría de los centros protestantes fueron cerrados. En 1930, quedaban en España media docena de centros entre los que estaban las Asambleas de Hermanos, la Iglesia Bautista, y la Iglesia Evangélica Española.

El Ateneo de Madrid, Fomento de las Artes y Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, también tenían sus propias escuelas privadas.

         Las reformas de la Dictadura.

Miguel Primo de Rivera, el dictador español de 1923-1930, restringió la libertad de enseñanza el 13 de octubre de 1925 y el 19 de mayo de 1928. Pero en su favor hay que decir que construyó muchas escuelas e institutos, y puso en marcha la Ciudad Universitaria de Madrid, cosa que no se había hecho anteriormente. También es preciso apuntar, que no dispuso de suficiente dinero para esas obras, y todas quedaron iniciadas, y muchas veces paradas cuando empezó la República de 1931, y seguirían casi igual cuando empezó la guerra de 1936 y destruyó muchas de estas instalaciones. Al final, las acabó Franco, a lo largo de décadas.

Miguel Primo de Rivera inició un plan para hacer 2.000 unidades escolares de nueva planta, y restaurar 4.000 unidades escolares deficientes. Era una obra inmensa para las posibilidades presupuestarias, pero muy poco para la renovación de 36.000 unidades escolares, que debían ampliarse al doble de esa cantidad.

Eduardo Callejo de la Cuesta hizo en 1926 una reforma del Bachillerato y de la Universidad. Era un abogado madrileño, catedrático de Derecho Natural en Valladolid, que fue nombrado Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes en 3 de diciembre de 1925 y cesó el 28 de febrero de 1930 voluntariamente.

El Decreto de 25 de agosto de 1926 sobre el Bachillerato, quiso privar al bachillerato elemental de su sentido propedéutico, y concentrarlo en una actividad formativa que debía alcanzar la mayoría de la población española, al tiempo que incrementaba el sentido preparatorio del Bachillerato Preuniversitario de cara a tener una calidad de estudios universitarios. Dividía el bachillerato en dos etapas de tres años cada una, llamadas bachillerato elemental y bachillerato superior preuniversitario. Y cada etapa tenía secciones de ciencias y letras. En la primera etapa, trataba de limitar el excesivo número de exámenes y dar una formación integral y general. La segunda etapa tenía como fin primordial el reconducir la masiva llegada de estudiantes al bachillerato y dejar en ella solamente a los que deseaban ingresar en la Universidad. Impuso un texto único para que todos los españoles tuvieran nivel de conocimientos similar. Creó 34 institutos de enseñanza media nuevos.

El Plan de estudios Callejo de la Cuesta, de 1926, perduró hasta 1931. Los textos se unificaban, los contenidos fueron puestos al día y los métodos fueron renovados, pero el Plan no pudo sobrevivir a la revolución de 1931, cuando se proclamó la República.

La reforma no estaba exenta de carga política pues Callejo de la Cuesta concedió validez a los títulos otorgados por los colegios privados. Se avivaba una polémica, pues no todos los colegios católicos eran de igual nivel, los había de nivel superior a la enseñanza pública, generalmente agustinos y jesuitas, y los había de nivel medio, y también de nivel muy bajo, a veces vergonzante.

              El cambio de libro de texto.

Una de las consecuencias más importantes de estos movimientos culturales de la enseñanza que venimos exponiendo, fue el cambio en el libro de texto.

     El libro de texto obligatorio es, ante todo, un control que la Administración hace sobre los profesores. Cuanto más detallados estén los temas, mayor control estatal. Y si se exigen exámenes conjuntos, el profesor nunca podrá salirse de las cuestiones explicitadas en el libro de texto, pues los alumnos no superarían el examen. Los Gobiernos muy controladores, ponen programas larguísimos, inabarcables, para que ningún profesor tenga tiempo ni oportunidad de explicar cosas fuera de programa. Lo hacen los partidos de derechas, los de centro y los de izquierdas. Todos quieren tener controlado al profesorado.

     Lo contrario al libro de texto son los apuntes individuales de cada profesor, sin examen igual para todos los alumnos, pues no todos han tenido los mismos profesores. En este plano entramos en otro tema polémico: Si los apuntes y explicaciones del profesor son controlados por la Inspección. Cuando los apuntes son impresos antes de comienzos de curso, son perfectamente controlables, pero cuando no hay plan previo del profesor, la actuación del profesor se hace absolutamente incontrolable.

     Los libros de texto anteriores a la década de 1920 se elaboraban en forma de preguntas y respuestas ya elaboradas (forma de catecismo) y trasmitían perfectamente una ideología determinada.  El control del Estado sobre el profesor era total, pues no se podía salir ni de las preguntas ni de la textualidad de las respuestas. Una postura, pretendidamente intermedia, es poner muchos libros de texto y que los profesores elijan uno, pero esa postura elimina la individualidad del profesor, y si los textos a elegir no son muy diferentes, no hay opción real alguna de discrepancia.

En tiempos anteriores, los progresistas de 1836 habían defendido la libertad total de elección de texto por el profesor. Las disposiciones de 1838 dejaron esta competencia en manos del Claustro, libro que debía ser aprobado después por el Gobierno. Los conservadores de 1845 hicieron que el texto se eligiera de entre una lista que elaboraba el Ministerio de Instrucción Pública. En 1849 la lista se elaboró por concurso nacional bajo supervisión del Ministerio. La Ley Moyano de 1857 obligó a utilizar libros de texto en todos los niveles de la enseñanza, y además debían estar aprobados por la autoridad eclesiástica. En 1868 se pasó a la libertad de elección de libro texto por los profesores, de entre una lista aprobada por el Ministerio.

     En el siglo XX se pasó a confeccionar textos sin preguntas previas ya elaboradas, pero la idea de la libertad siguió en un nivel parecido: en 1932 se elaboraron 10 textos por materia para que eligieran los profesores. En 1936 se suprimieron los libros de texto de la ideología contraria, cada bando suprimió a los favorables al otro. En 1945, la Ley de Educación Primaria permitió la libre elección de texto de entre los aprobados por el Ministerio. Y en 1974 se estableció un régimen de autorización de los libros de texto, y del material didáctico.

     Los políticos tienen miedo a los profesores. Quieren profesores “ovejas”, fácilmente conducibles por el perro pastor. Y cada político que toca poder en España, cambia la Ley de Educación.

     Adoctrinar es fácil para el profesor poco erudito, mucho más fácil que ponerse a estudiar, que es una tarea larga y tediosa, a partir de la cual poder enseñar. Y cuando el profesor adoctrina, y no es corregido por las autoridades responsables, es porque tiene detrás sectores sociales que le apoyan, los partidarios de esa doctrina, e incluso los adolescentes que quieren soluciones y no problemas, normas seguras que les ayuden en su inseguridad juvenil. Los Gobiernos tienen interés por controlarlo todo. Los partidos tienen interés por controlar la enseñanza. Los sindicatos tienen ese mismo interés. La Iglesia quiere controlarla. Los poderes locales creen que tienen derecho a controlarla. ¡Qué difícil es enseñar!


[1] Más información en la entrada 19.20.14.

[2] Vicente Cacho Viu, La Universidad Española en la época de la Restauración, 2002, reeditada por Rialp como La Institución Libre de Enseñanza. 2010. Cacho Viu vivió de 1929 a 1997.

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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