VIRREYES DE NUEVA ESPAÑA EN EL XVIII-XIX.

 

 

 

EL VIRREINATO DE NUEVA ESPAÑA.

 

El virreinato de Nueva España era un territorio muy complejo, que llegó a tener dos Reales Audiencias bajo gobierno directo del Virrey, México y Guadalajara, además de las más independientes de Santo Domingo y Guatemala.

En 1526 se creó la Audiencia de Santo Domingo.

En 1527 se creó la Real Audiencia de México.

En 1535 se creó el virreinato de Nueva España.

En 1543 se creó la Audiencia de Guatemala.

En 1548 se creó la Real Audiencia de Guadalajara (Nueva Galicia) para atender los inmensos territorios del norte.

Desde 1551 tenía Universidad propia.

Producía plata en Guanajuato y en Potosí.

 

Del Virrey de Nueva España dependían nueve capitanías generales, si incluimos la de México.

 

 

CAPITANÍA GENERAL DE SANTO DOMINGO.

 

Creada en 1526, al tiempo que se creaba la Audiencia de Santo Domingo. De ella dependían la Capitanía General de Puerto Rico y la Capitanía General de Cuba y en ciertas épocas el territorio de Venezuela.

Ya había existido una Audiencia desde 1511, pero fue eliminada tras la caída de los Colón.

Dependía del Virrey de Nueva España.

 

 

CAPITANÍA GENERAL DE YUCATÁN.

 

Creada en 1565, dependía de la Real Audiencia de México en asuntos civiles, y de la Real Audiencia de Guatemala en asuntos jurídicos.

 

 

CAPITANÍA GENERAL DE GUATEMALA

EN EL XVIII.

 

La Capitanía General de Guatemala, creada en 1540, dependía del Virrey de Nueva España, comprendía los territorios de Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Costa Rica y tenía su capital en Santiago de Guatemala, ciudad dotada con la Universidad de San Carlos. En 1543 fue dotada de Real Audiencia con sede en Guatemala.

En 1563 se trasladó la Real Audiencia a Panamá, pero regresó en 1568.

Tenía minas de plata en Chiantla y producía abundantes frutos tropicales.

Estaba muy poco habitada y a mediados del XVIII daba un censo de 9.349 habitantes.

Guatemala era gobernada por un Capitán General del que dependían los gobernadores de Comayagua, Costa Rica, Nicaragua, y Chiapas.

Tenía imprenta desde 1660 y Universidad Pontificia de San Carlos Borromeo desde 1676.

Tras el Tratado de San Ildefonso de 1796 por el que España se unía a Francia, Inglaterra castigó esta zona del Caribe apoderándose de la isla de Trinidad y tratando de tomar Puerto Rico, aunque fracasó en lo segundo.

 

 

CAPITANÍA GENERAL DE CUBA.

 

Creada en 1607, la Capitanía General de Cuba dependía de la Real Audiencia de Santo Domingo y del Virrey de Nueva España.

Cuba tenía la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de la Habana desde 1728. Era gestionada por los dominicos y enseñaba principalmente teología. Anteriormente funcionaba como centro de estudios superiores el Colegio del Convento de Predicadores de La Española en Santo Domingo creado en tiempos de Carlos V, complementado con un colegio de jesuitas sito en la misma isla. Los jesuitas llevaron colegios de enseñanza media a Cuba.

Las Antillas españolas quedaron dañadas en la Paz de Ryswick de 1697, cuando España le cedió a Francia la parte occidental de La Española (Haití), una tierra en la que los corsarios de Tortuga habían fundado una colonia en 1630. La zona fue concedida a la empresa “Compañía Comercial de San Luis” hasta que ésta le vendió los derechos en 1718 a “Compañía de las Indias” que se limitaba a explotar el territorio pero no a abastecerle y gobernarle.

De la Capitanía General de Cuba dependía Florida y también la Luisiana en el tiempo que fue española.

En la Paz de Basilea de 1795, España le cederá a Francia el resto de la isla de La Españoal, trasladando a los españoles y a las instituciones de gobierno a Cuba. Como los franceses no emigraban a la nueva posesión, ahora denominada Haití, las autoridades francesas importaron negros que, muy desatendidos, fueron cuna de rebeliones constantes.

Contrastaba el panorama de La Española, tan miserable, con el auge que adquirió Cuba: Allí se fundaban nuevas poblaciones como Jaruco, Pinar del Río, San Julián de Güines… llegando a tener, en 1777, 172.620 habitantes. La mitad eran blancos, la cuarta parte negros libres y la cuarta parte negros esclavos.

También prosperó Puerto Rico y se convirtió en el objetivo principal de los ingleses, pero nunca pudieron tomarlo. El ataque principal lo hizo Harvey en 1797 con una escuadra y 10.000 hombres, pero fue rechazado por Ramón de Castro.

En la Habana estaba uno de los astilleros más importantes de España, similar a El Ferrol, Cádiz o Cartagena.

Cuba producía café, cacao, índigo, azúcar y tabaco.

 

 

CAPITANÍA GENERAL DE PUERTO RICO.

 

Creada en 1542, dependía de la Real Audiencia de Santo Domingo y del Virrey de Nueva España.

 

 

CAPITANÍA GENERAL DE FILIPINAS.

 

Creada en 1565, Filipinas dependía del Virrey de Nueva España como una Capitanía General más, con Real Audiencia propia, la de Manila. Fue independiente de Nueva España en 1821, y se independizó de España en 1898.

Comprendía los archipiélagos de Filipinas, Palaos, Guam, Marianas y Carolinas.

 

 

CAPITANÍA GENERAL DE LAS PROVINCIAS INTERNAS.

 

Creada en 1776, tenía su sede en Guadalajara (Nueva España) y extendía su jurisdicción por el sur de los actuales Estados Unidos.

 

 

 

CAPITANÍA GENERAL DE VENEZUELA.

 

Desde 1742 y hasta su independencia, la Capitanía General de Venezuela perteneció judicialmente a la Audiencia de Santo Domingo del virreinato de Nueva España.

En 1777 se creó la Gobernación de Venezuela con los territorios de Venezuela, Nueva Andalucía (Cumaná), Maracaibo, Guayana (Angostura), Margarita y Trinidad.

 

 

 

 

VIRREYES DE NUEVA ESPAÑA EN EL XVIII.

 

Con la desaparición de los Austrias en 1700, América sufrió algunos cambios: los virreyes ya no procederían de alta nobleza sino de la nobleza media y siempre fueron militares en ejercicio (excepto Azanza).

 

Febrero de 1697 – noviembre de 1701, José Sarmiento Valladares y Arines Troncoso Romay, 1643-1708, conde consorte Moctezuma y de Tula, duque de Atrixco, nombrado en 1696, tomó posesión en febrero de 1797. Empezó su mandato haciendo concesiones a los jesuitas para fundar misiones en California, y el jesuita Juan María Salvatierra visitó a los indios tarahumaras y fundó el poblado de Loreto. El jesuita Eusebio Kino descubrió que California no era una isla, sino que estaba unida al continente por el norte. José Sarmiento hizo frente a las hambres periódicas que sufría ciudad de México y puso un almacén de trigo y maíz para cubrir épocas de escasez, y aun así, en 1697, no logró evitar la revuelta de los pobres que no estaban dispuestos a comprar, aunque fuera a precios populares tasados. Los caminos de Nueva España estaban infectados de ladrones y salteadores, y Sarmiento Valladares ordenó la pena de muerte para los asaltantes de caminos. Las calles de ciudad de México estaban en situación parecida de delincuencia, y Sarmiento Valladares dividió la ciudad en ocho cuarteles o barrios, gobernados cada uno por un alguacil mayor, que debían enviar a los delincuentes a Puerto Rico. Más problemas que encontró, Sarmiento Valladares fueron las inundaciones sistemáticas sobre la laguna de México, la destrucción del Palacio Virreinal en una revuelta de 1692 y la presencia ilegal de ingleses en las costas de Campeche y Yucatán. El 7 de marzo de 1701, llegó la noticia de la muerte de Carlos II de España y el designio de Felipe V como sucesor, y se declaró partidario de Carlos de Habsburgo. Inmediatamente se le ordenó ceder el cargo a Juan Ortega Montañés, lo cual hizo pacíficamente y regresó a España, donde juró al rey Felipe V.

 

Noviembre de 1701 – noviembre de 1702, el arzobispo Juan Ortega y Montañés 1627-1708, Virrey interino entre la dimisión de Sarmiento Valladares y la llegada del nuevo Virrey. Ortega y Montañés había estudiado en Cartagena, Málaga y Alcalá, donde se licenció en Leyes y había sido designado inquisidor para Nueva España, donde fue ordenado obispo de Guatemala y de Valladolid (Morelia), destacando por su exagerado celo religioso. En febrero de 1686 sustituyó en el virreinato al conde de Galve, y con ese motivo se trasladó a ciudad de México. Sus problemas fueron las revueltas sistemáticas que padecía la ciudad. En esa ocasión eran los estudiantes los que protestaban por la existencia de una picota en el baratillo (mercadillo) e intentaron quemarla. Ortega Montañés puso una picota nueva y clausuró el baratillo.

En noviembre de 1701, Ortega y Montañés volvió a ejercer como Virrey en Nueva España por cese de Sarmiento Valladares y esta vez al cargo de Virrey se le sumó el de Arzobispo de México. Su mayor problema en esta época fue el acoso inglés a los barcos que comunicaban con España. Como Virrey, fortificó Veracruz y Tampico para que se defendieran de los ingleses. A partir de 1701 se suprimieron las encomiendas: En 1701 las de los absentistas. En 1703, se puso una media annata o retención de ingresos en favor de la Corona. En 1704 se concedió «renta por una vida» previo pago de annatas. En 1708 se suprimieron definitivamente todas las encomiendas.

 

Noviembre de 1702 – noviembre de 1710, Francisco Fernández de la Cueva y Enríquez, 1666-1733, X duque de Alburquerque, marqués de Cuéllar, marqués de Caldereyta, conde de la Torre, era sobrino de Francisco Fernández de la Cueva, Virrey de Nueva España en 1653-1660. Aprobó la presencia de franceses y su comercio de esclavos en Veracruz, al tiempo que confiscaba los bienes de holandeses, ingleses y portugueses que estaban en guerra contra España. Constató que los ingleses se habían asentado en Belice, y ordenó al Gobernador de Yucatán, Martín de Urzúa y Aritmendi atacar sus establecimientos en Yucatán y Belice. El asentamiento de Belice había sido iniciado por Peter Wallace y lo había llamado Walix, de donde el nombre evolucionó a Valis y más tarde a Belice. Cortaban madera y la comercializaban hacia Inglaterra. No se consiguió expulsarles, aunque sí se les castigó y destruyó alguna vez el poblado. Los jesuitas continuaron sus exploraciones en California y fundaron muchos poblados-misiones aunque siempre quejándose de que el Virrey no les daba dinero. Los problemas de ladrones, sublevaciones de indios, protestas populares por los precios altos, multitudes de vagos y ociosos en las calles, hicieron muy difícil el gobierno de Nueva España. En 1710 el Virrey estableció el Tribunal de la Acordada, fruto de un acuerdo entre el Virrey y la Audiencia, por la que un grupo de policías perseguía a los delincuentes y su jefe tenía potestad para ejecutar sobre la marcha a los cogidos in fraganti.

Felipe V necesitaba mucho dinero para la guerra ordenó que el clero de América diezmara para el rey, que los funcionarios contribuyeran con una parte de su salario y que los hacendados entregasen una parte de sus beneficios. El Virrey puso en ejecución esas órdenes, en las Exacciones Nuevas de 1702, lo cual causó el natural descontento entre quienes no estaban acostumbrados a tributar. El Virrey puso además “contribuciones voluntarias” que no eran nada voluntarias.

En lo tocante a corrupción por compra de cargos de gobierno y por soborno de funcionarios, el Virrey Fernández de la Cueva no hizo nada.

 

1710-1716, Fernando de Alencastre Noroña y Silva, 1641-1717, III Duque de Linares, IV marqués de Valdefuentes, según propias palabras, encontró el reino de Nueva España corrompido de modo que los ricos hacían fortuna a costa de inmoralidades, los pobres robaban, los eclesiásticos estaban amancebados y los funcionarios eran corruptos. Se propuso trabajar en la moralización de los funcionarios y del clero, pero no hizo nada destacable en ese campo, excepto rezar y proteger a los jesuitas. Sus prejuicios religiosos hicieron de él un gobernante mediocre, y con motivo del terremoto de México de 16 de agosto de 1711, socorrió a los pobres con dinero suyo privado, pero tampoco hizo mucho más. En asuntos más graves de Gobierno, hizo dejación de soberanía en muchos temas: concedió a los jesuitas de California autoridad sobre los militares españoles; ante la inconsciencia del franciscano Francisco Hidalgo que propuso a los franceses colaboración para misionar juntos en Texas, se le ocurrió llevar otros franciscanos que fundaran otros poblados-misiones. Algunas otras concesiones le vinieron dadas desde España, pues por el Tratado de Utrecht de 1713, los ingleses tuvieron derecho a instalarse en Veracruz, sustituyendo a los franceses, y tenían permiso para la venta de negros, pero con esa excusa vendían impunemente todo tipo de mercancías. Los esclavos eran muy demandados por los agricultores y ganaderos de Nueva España. En 1713 Inglaterra obtuvo también el «navío de permiso» un navío que podía comerciar con América, lo cual fue el origen de un contrabando masivo y, en términos reales, la pérdida del monopolio comercial de España sobre América, pero este navío actuaba más en Portobelo. Otro punto negativo de la actuación del Virrey Alencastre, es que ante su incapacidad para recaudar más con los impuestos, decidió endeudar el virreinato a fin de enviar fondos a España, dejando una mala situación para el siguiente Virrey.

Como actuaciones positivas, podemos citar que reforzó el ejército con cuatro barcos y 600 fusiles a fin de controlar los intentos de penetración de Francia, Inglaterra y Holanda en Nueva España, que fundó una biblioteca pública, que abrió un museo de Ciencias Naturales. Alencastre murió al poco de cesar en el cargo.

 

1716-1722, Baltasar de Zúñiga y Guzmán, 1658-1727, I duque de Aragón, II marqués de Valero, VII marqués de Almonte, V marqués de Alenquer, el cual había sido antes Virrey de Navarra y de Cerdeña. Heredó muchos y graves problemas de su antecesor, como la penetración de franceses en Texas en condiciones tales que el cacique indio Tixjanaque consideró conveniente para él pedir ayuda al Virrey en México. La actuación de Baltasar de Zúñiga se limitó a fundar nuevas misiones, a pesar de que las sequías del desierto tejano estaban expulsando a los colonos que se aventuraban a cultivar la zona. Envió civiles voluntarios, soldados y convictos, y los puso bajo la autoridad de los franciscanos, pero esos proyectos fracasaron todos a medio o largo plazo, porque los colonos acababan abandonando en cuanto no tenían ayudas. Las dificultades, en un lugar tan áspero, se incrementaban por la luchas entre blancos e indios, debido a que los recursos eran pocos y los indios de Texas no se avenían a trabajar para los hispanos. El problema de Nueva España en Texas era que la despoblación daba una oportunidad a los franceses que presionaban desde el Mississippi. En el sureste de Nueva España seguían presentes los ingleses explotando la madera, sobre todo la de campeche para tintes. En 1718 se destruyeron las instalaciones inglesas de nuevo, y de nuevo los ingleses volvieron a la explotación de la madera. En el Caribe, los franceses se instalaron en La Española, y Baltasar de Zúñiga les expulsó en 1720. Solamente permanecían con cierto éxito las misiones de los jesuitas en California, y ello se debía a las aportaciones monetarias que hacía el Virrey, pero no era una empresa sostenible a largo plazo, pues los indios Tamaulipas estaban en pie de guerra y la situación dependía militar y económicamente del Virrey. Y un nuevo problema sobrevenido fue la concentración en Nayarit (Nueva Galicia, actual Jalisco) de delincuentes huidos de la justicia, lo cual provocaba luchas entre ellos y los indios nayaritas. El proyecto de repoblar Texas, Nuevo México y Arizona en 1720-1721 era una utopía, pues no había población suficiente para ello.

En 1719 sufrió la invasión francesa en Pensacola, pero fue capaz de expulsarlos. En 1720 tuvo que luchar contra los daneses que intentaban instalarse en las islas de San Juan y Santo Tomás.

En 1722, Baltasar de Zúñiga volvió a España y ejerció como Presidente del Consejo de Indias.

 

1722-1734, Juan de Acuña Bejarano, 1658-1734, I Marqués de Casafuerte, era limeño, hijo del Presidente de la Audiencia de Lima, que era español, había sido Corregidor de La Plata y de San Luis de Potosí, donde se había casado con una mujer del lugar, y Gobernador de Huancavelica antes de llegar a la Audiencia de Lima. El padre murió antes de nacer Juan, y la familia se trasladó a España, donde Juan de Acuña fue paje de Carlos II e hizo ingreso en el ejército. Fue Gobernador de Messina (Sicilia) y ganó el título de Marqués de Casafuerte. Fue Capitán General de Aragón. Y en 1722 fue nombrado Virrey de Nueva España.

Inició una política de recorte de gastos y lucha contra los abusos de los funcionarios, algo completamente necesario después de los discutibles gobiernos de Fernando de Alencastre y de Baltasar de Zúñiga de subvencionar misiones en el norte, luchar interminables guerras con los indios, luchar contra los ingleses en Belice y Jamaica. Tuvo éxito y, en 1726, logró enviar dinero a España.

El problema de las misiones del norte fue estudiado con cuidado: se envió a Pedro de Ribera, que estuvo tres años viendo el territorio, al cabo de los cuales elaboró el Reglamento General de Presidios, de 1729, en el que informaba de la situación real de la zona, los problemas que había y las enormes extensiones de terreno de las que se estaba tratando. Tras este informe, Juan de Acuña decidió enviar exploradores a esos territorios, que parecían tan grandes como Europa entera. La opinión general era que había que repoblarlos, pero Juan de Acuña no quiso continuar la política de sus predecesores, que era un pozo sin fondo de gastos, en el que los franciscanos se oponían a la llegada de colonos que no estuvieran sometidos a su jurisdicción. En 1730 hubo ataques apaches y Juan de Acuña envió contra ellos a José de Urrutia. En 1724 reprimió la sublevación de Nayarit.

En cuanto a la política contra los ingleses, Juan de Acuña envió varias expediciones de castigo sobre Valis (Belice) e incluso en una ocasión Antonio de Figueroa arrasó su poblado, pero los ingleses de Jamaica tenían mucho interés en el tinte del palo campeche y siempre volvían. La fundación de Salamanca en 1722 no sirvió para atraer suficiente población hispana a la zona.

Trató de ser un gobernante ilustrado y reformó la Administración, Hacienda y Justicia particularmente, y mejoró los servicios de Ciudad de México mediante la Casa de la Moneda, el Edificio de la Aduana, almacenes, depósitos, el Paseo de la Alameda, el Paseo de Iztacalco e inició las obras de la colegiata de Nuestra Señora de Guadalupe. Mejoró el puerto de Acapulco y el de Veracruz. Mandó juntarse a los productores y vendedores de plata de Ciudad de México en una calle, Calle de Plateros (actual calle de Madero), a fin de controlar la actividad económica. Cuidó la ley y peso de la moneda acuñada. Mejoró la llegada de agua potable a Ciudad de México y a Veracruz. Reconstruyó hospitales y colegios.

Limitó el poder de la Inquisición y de los Tribunales de Justicia con el fin de que no se excedieran en las cuantías de las multas y castigos impuestos, fuente de corrupción, sino que fueran proporcionales al delito cometido.

 

1734-1740, Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta, 1658-1747, arzobispo de México, 1734-1740, sustituyó a Juan de Acuña por fallecimiento de éste. Juan Antonio de Vizarrón era de Cádiz y había sido designado arzobispo de México en 1730, por lo que tenía muy poco conocimiento de Nueva España y de América cuando llegó a Virrey. Continuó las expediciones de castigo sobre Valis (Belice), con distinto éxito de unas a otras. También sufrió fuertes ataques de los ingleses, pues el almirante Vernon atacaba el Caribe (tomó Portobelo, La Guaira y Santiago de Cuba), y el almirante Anson atacaba el Pacífico. Con la guerra de la Oreja de Jenkins la situación empeoró, pues Nueva España, junto a Perú, se ocupó de fortificar Florida, Puerto Rico, Santo Domingo y Cartagena, unas defensas demasiado alejadas unas de otras como para ser eficaces. En 1739, Inglaterra saqueó Portobelo en Panamá, pero fracasó en Cartagena de Indias. Los españoles dieron permiso de corso a los armadores que lo deseasen, y muchos buques ingleses fueron apresados por corsarios españoles.

En 1736 sufrió una epidemia de fiebre amarilla en Tabucaya, que se extendió por casi todo el virreinato y acabó con la vida de decenas de miles de personas, sobre todo indios.

Hubo nuevas sublevaciones de los indios de California, y el arzobispo ordenó que los soldados de California recuperaran sus mandos habituales y naturales y que los jesuitas perdieran la prerrogativa de mandar sobre el ejército.

Continuó la tarea de su predecesor de explorar el norte, mandó explorar Nuevo Santander y, en 1736, se descubrieron minas de plata en Arizona.

Continuó la tarea de racionalizar Ciudad de México reparando sus calles.

 

En 1738, los buques que iban a América por libre, sin la protección de la Armada, se llamaban «buques de registro» que eran buques fletados por particulares que obtenían una autorización, o registro, en la Casa de Contratación. Sustituyeron a los galeones del rey que formaban flota y comboy para el viaje a América en marzo de cada año, es decir, que la navegación oficial se vio sustituida por la de iniciativa y responsabilidad privada.

 

1740-1741, Pedro de Castro Figueroa y Salazar, 1678-1741, duque de la Conquista en 1735, marqués de la Gracia Real en 1729, era un militar gallego de las Guardias de Infantería Española, al que correspondió gobernar una época de guerra entre España e Inglaterra. Perdió sus documentos en el asalto que sufrió el navío que le llevaba a Nueva España, y la Audiencia se negó a reconocerle como virrey. Mientras revisaba las defensas de Veracruz, enfermó de disentería, y murió al poco.

 

1742-1746, Pedro Cebrián y Agustín, 1687-1752, conde de Fuenclara. Estaba casado con la hija de Baltasar Patiño marqués de Castelar y Secretario de Despacho de Guerra, y gracias a su suegro fue embajador en Venecia y en Viena. Al ser nombrado Virrey en 1742, se trasladó a Nueva España en un barco francés, para protegerse frente a los ingleses. Llego a Veracruz y enfermó de la peste que asolaba la ciudad, pero superó la enfermedad.

Llevaba instrucciones para detener y juzgar al “historiador“ italiano Lorenzo Boturini, el cual había llegado a Nueva España en 1736 ilegalmente, sin permiso del Consejo de Indias, y se había puesto a recopilar y glosar milagros de la Virgen de Guadalupe, más bien falseados, al tiempo que recogía algunos datos sobre las sociedades indias antiguas. También recogía donativos para la coronación de la Virgen de Guadalupe. Todo ello era muy polémico, por falta de rigor del pretendido historiador. Fue llevado a España y declarado inocente en un juicio.

Respecto a la guerra con Inglaterra empezada en 1739, Pedro Cebrián decidió prudentemente no atacar las posiciones inglesas y limitarse a cuidar de las defensas de las posiciones españolas, pues España no tenía recursos suficientes para otra cosa.

En cuanto a los problemas de la colonización del norte, éstos resultaban irresolubles, pues el territorio era amplísimo y los indios no se dejaban “colonizar”, sino que atacaban a los colonos que invadían sus territorios, incluidos los franciscanos del noreste y jesuitas del noroeste. Siguió explorando el norte, pero la empresa resultaba muy cara. En 1748 creó Nuevo Santander en territorio tamaulipa para evitar así las correrías de estos indios. Entre 1740 y 1753 se hicieron muchos poblados como Burgos, Altamira, Camargo, Reinosa, Soto de la Marina…

En la administración del territorio ya colonizado, reparó el acueducto de Chapultepec y ensanchó la calzada de San Antonio Abad.

Las cosas se le complicaron mucho al Virrey Pedro Cebrián cuando murió su protector, Baltasar Patiño y se perdió, a manos de George Anson, el barco que debía llevar ayuda de Acapulco a Manila. Decidió subir todos los impuestos en mucha cuantía, y ello provocó muchas denuncias de los afectados ante el Gobierno de España, por lo que el Virrey decidió pedir su relevo, aunque su sustitución se demoraría un año. Pedro Cebrián se volvió a España.

 

1746-1755, Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, 1682-1768, I Conde de Revillagigedo, el cual era militar cántabro campurriano, de los Tercios Españoles, que había luchado para Felipe V en la Guerra de Sucesión.

Su mejor servicio al Estado español lo llevó a cabo como Gobernador de Cuba en 1733-1746, donde fortificó el puerto de La Habana y organizó milicias ciudadanas que hicieron temible esa posición militar. En 1738 (ó 1741) había creado la Real Compañía de Comercio de La Habana, la cual comercializaba ropa venida de Europa, tabaco, y esclavos que se distribuían por todo América. También construyó barcos de guerra. De alguna manera, los ingleses reconocieron la labor de Juan Francisco de Güemes cuando atacaron casi todos los puertos importantes del Caribe, excepto La Habana, donde se limitaron a bloquear a distancia el tráfico de salida y llegada de buques. En mayo de 1745, Güemes sufrió un ataque de apoplejía y pidió su relevo, pero Ensenada consideró que no se podía prescindir de un administrador tan eficaz y le destinó a Nueva España.

Como Virrey de Nueva España siguió la política de su antecesor Pedro Cebrián, y también fue acusado de enriquecerse ilegalmente como era ya habitual que los criollos de Nueva España hicieran con todos los que les subían los impuestos. Con el estallido de la guerra en 1739 faltaba azogue (mercurio) y la producción de plata disminuía. Los tiempos no eran buenos. Amplió libertades comerciales y rebajó tarifas aduaneras, lo que le permitió perseguir el contrabando. Reprimió el contrabando de la Liga Hanseática con poco éxito, pues los comerciantes mexicanos colaboraban con los holandeses. acabó prohibiéndoles anclar en Veracruz. Exigió a los funcionarios la permanencia en sus puestos de trabajo.

Respecto a la política de pacificar y colonizar el norte (sur y oeste de los actuales Estados Unidos), en Texas expulsó a algunos franceses que pretendían instalarse en el territorio y pactó con el Gobernador de Nueva Orleans que prohibiera la emigración al oeste del Mississipi. En la costa del Caribe, al sur de Texas, fundó la provincia de Nuevo Santander (actual estado de Tamaulipas) y allí creó varios poblados. En 1754 hubo una sublevación de los indios de Sonora y California y mataron a algunos misioneros. California era catequizada por jesuitas que hacían trabajos geográficos al tiempo que ejercían sus misiones religiosas. El Gobernador de Sinaloa hubo de reprimir la sublevación. En 1755, el marqués de Altamira y José Escandón culparon a los misioneros de buena parte de los desórdenes que se producían en el norte, pues se enfrentaban a los colonos que iban por su cuenta y no se sometían a los misioneros, y también provocaban enfrentamientos con los indios. Se decidió que los poblados-misiones organizasen milicias ciudadanas y se defendieran por sí mismos de los indios, privándoles del servicio de defensa del ejército. La Iglesia de Nueva España en bloque protestó.

En cuanto a la presencia británica, se continuó atacando a los colonos de Yucatán y Belice, pero los ingleses volvían siempre.

El virrey Juan Francisco de Güemes obtuvo superávits de hacienda, pero fue muy criticado en Nueva España por los motivos que acabamos de exponer. No fue así en España, donde se le premió a su vuelta con el título de conde de Revillagigedo y se le hizo Capitán General de Madrid.

 

1755-1760, Agustín de Ahumada y Villalón, 1715-1760, II marqués de las Amarillas, un militar de Reales Guardias Españolas que había sido Gobernador de Barcelona. En 1755, el rey Fernando VI le encargó restablecer las buenas relaciones con la Iglesia católica y proteger “la evangelización de las Indias”, lo que se tradujo en 1756 en que el Virrey declaró a la Virgen de Guadalupe patrona de Nueva España, pero, al tiempo, intentó controlar los negocios de los religiosos de Puebla que fabricaban aguardiente sin pagar impuestos. Estudió el problema de la recaudación de impuestos que tantas protestas estaba generando, pero no podía dejar de enviar dinero a España. En su tiempo se descubrieron yacimientos de plata en Nuevo León y ello salvó el problema. Se gastó mucho dinero porque intentó pacificar a los indios comanches del norte, sanear la laguna de ciudad de México, sanear la ciudad de Veracruz, defender los territorios del sur frente a británicos, franceses y piratas del Caribe y protegió a la población dañada por la erupción de un volcán, en lo que invirtió dinero suyo particular. No hizo mucho hincapié en acabar con la corrupción entre los funcionarios. Murió en 1760 tras una temporada de sufrir apoplejía.

 

Febrero de 1760 – abril de 1760, Francisco de Echávarri interinamente, desde la muerte del Marqués de las Amarillas a la llegada de nuevo Virrey. Echávarri era juez de la Audiencia.

 

Abril 1760 – octubre 1760, Francisco Antonio Cagigal de la Vega, 1695-1777, interinamente. Era un militar cántabro de Reales Guardias Españolas, que había sido Gobernador de Santiago de Cuba donde resistió un ataque inglés en 1741. Pasó a ser Gobernador de La Habana en 1746-1760 y era partidario del libre comercio del hierro. En abril de 1760 sucedió al Virrey Agustín de Ahumada interinamente. No supo resolver el problema de los altos impuestos y protestas de los criollos de Nueva España, y decidió arrendar el cobro de impuestos del juego y de las aduanas de Veracruz, retrocediendo en la política fiscal de los Borbones a tiempos de los Austrias. Cuando fue nombrado un Virrey titular, volvió a La Habana como Gobernador, hasta 1761.

 

1760-1766, Joaquín de Montserrat i Cruilles, marqués de Cruilles, 1760-1771, militar valenciano miembro de las Guardias Españolas, el cual había obtenido su título nobiliario en Nápoles. Fue Gobernador de Badajoz en 1751, antes de ser Virrey de Nueva España. Recibió instrucciones de resolver los problemas de Hacienda, con indios, de colonización de Texas y Nuevo Santander, en las relaciones con la Iglesia católica y problemas en el comercio con España y con Filipinas, es decir, un resumen de todo lo que estaba pasando en Nueva España.

Al llegar a Nueva España, se encontró una Hacienda arruinada, en parte por las sublevaciones que soportó Agustín de Ahumada, en parte por los desastres naturales, en parte por las guerras contra franceses e ingleses, pero también por la corrupción que se había instalado entre los funcionarios. También eran importantes los gastos debidos a “situados” o subvenciones que los virreyes daban a destacamentos militares, misiones y colonias de repoblación, y en el caso de Nueva España a Filipinas. Los virreyes anteriores habían tomado muchos empréstitos de particulares que dejaban a Hacienda en situación difícil. La actuación de Joaquín de Montserrat en ese tema fue pedir más préstamos.

En cuanto a la guerra con Gran Bretaña, Cruilles aseguró al Secretario de Despacho de Indias, Arriaga, que Nueva España estaba libre de ataques porque Veracruz y San Juan de Ulúa eran fortalezas muy temibles. Arriaga se quedó preocupado por esa comunicación y le advirtió si estaba en condiciones de defender La Habana, Puerto Rico, Cartagena y Portobelo, lo cual sorprendió y disgustó al Virrey. Cruilles emprendió todo tipo de campañas contra los enemigos de España: reprimió la sublevación de Yucatán; envió a Juan de Villalba contra los ingleses a La Habana; envió a Cayetano María Pignatelli Rubí Corvera y Saint Clement, marqués de Rubí, contra los franceses en las fronteras del norte. En 1762, los ingleses tomaron La Habana y los argumentos de Joaquín de Montserrat cayeron. España envió al general Villalba a organizar la defensa americana, y ello sentó mal al Virrey. El general Villalba llevó consigo un Regimiento de Infantería América, con 1.300 soldados, y un Regimiento de Dragones, que llegaron a Nueva España en 1764, y pidió la organización de tropas de milicianos. Asimismo, Villalba extinguió la compañía de alabarderos que era guardia personal del Virrey y que no hacía función importante alguna. El Virrey protestó y la Audiencia se puso de parte del Virrey. Ante el problema generado, España envió un Visitador con poderes excepcionales y mando sobre ambos, que fue José de Gálvez, con instrucciones resolver los problemas de hacienda y del ejército. Gálvez no encontró colaboración en el Virrey. Gálvez despidió a muchos funcionarios y creó las intendencias.

En la política de colonización del norte, Joaquín de Montserrat cometió el error táctico de crear muchos puestos militares fronterizos, lo cual dispersaba la fuerza militar española y la hacía ineficaz.

En 1763 y debido al Tratado de París, muchos territorios norteamericanos debieron ser cedidos a los ingleses. En 1763, Francia cedió la Louisiana a España, territorio que se incorporó al Virreinato de Nueva España.

En 1764 España puso un servicio de correos regulares.

En 1765, 12 puertos españoles y 20 americanos fueron autorizados a comerciar entre sí, lo que significaba el fin del monopolio de Sevilla-La Habana. Los puertos españoles autorizados eran Barcelona, Los Alfaques, Palma, Alicante, Cartagena, Almería, Málaga, Cádiz, Tenerife, La Coruña, Gijón, Santander. Este decreto supone que los aragoneses, catalanes en este caso, ya podían comerciar con América. El permiso será ampliado en 1788 a un nuevo puerto que era San Sabastián. Con esta medida, el contrabando bajó en un 60% y los precios bajaron a la mitad.

En 1766 hubo revuelta de mineros del Real Monte, porque les fue suprimido el privilegio de quedarse con el exceso del mineral de plata obtenido sobre el cupo diario. Y es que, en general, la minería de plata estaba decayendo por falta de azogue (mercurio).

En su Juicio de Residencia, Cruilles tuvo dificultades por la acusación de fraude a la Real Hacienda, pero no se pudo probar nada.

 

A partir de 1766, en España se decidió tomar precauciones en el nombramiento de Virreyes, se hizo un saneamiento de personas, tratando de evitar la corrupción y se envió a gente de confianza como virreyes:

 

1766-1771, Carlos Francisco de Croix, 1699-1786, marques de Croix, era un francés de las Reales Guardias Valonas del ejército español con una carrera brillante, pues fue capitán general de Andalucía y de Galicia antes de ser Virrey de Nueva España. Encontró en Nueva España al general Villalba y al Visitador José de Gálvez haciendo todo tipo de reformas, y se mostró colaborador. Organizó las milicias ciudadanas y fortificó Veracruz y Acapulco. La aparición de las milicias incomodaba a los comerciantes y clases medias novoespañolas porque no estaban excluidos de ese servicio. Envió situados (subvenciones) a La Habana, Guatemala, Luisiana y Filipinas. Para pagar estos inmensos gastos, estableció monopolio de venta de tabacos, vendiéndolos a alto precio. También puso impuestos sobre naipes, bulas, aguardiente y pólvora. Se despidió a muchos funcionarios de Veracruz y Acapulco por corruptos.

Ejecutó en 1767 la expulsión de los jesuitas, unos 3.000 individuos. La expulsión acarreó rebeliones en San Luis de la Paz, San Luis de Potosí, Guanajuato y Michoacán, que acabaron con 85 ejecutados y casi un millar de desterrados y condenados a trabajos forzosos.

Puso a misioneros franciscanos en California para sustituir a los jesuitas. Con este motivo llegó a California el franciscano Junípero Serra, mallorquín, que se hizo famoso en Monterrey por fundar misiones en Alcalá, San Carlos Borromeo, San Gabriel, San Luis Obispo, San Francisco, San Juan Capistrano, Santa Clara y San Buenaventura y San Diego en 1769. Luchó contra los indios de Sonora y Sinaloa. Reorganizó el ejército colonial y observó las primeras revueltas que los independentistas mexicanos asumieron como antecedentes de las suyas de 1810-1820.

En 1768, hizo una propuesta de introducir Intendencias, que fue escuchada en 1782, en la Ordenanza de Intendencias, y se crearon 12 para México, 8 para Río de la Plata, 2 para Chile, 8 para Perú, 1 en Cuba, 1 en Caracas. En teoría, el intendente era un simple recaudador de impuestos, pero en la práctica actuaba como juez y como organizador de las autoridades de su territorio (audiencia y virrey al tiempo). La aparición del Intendente supuso la subordinación de todos los cabildos a su autoridad y la pérdida de libertad que estos tenían. Con la aparición de los Intendentes, los cabildos perdieron autonomía y fueron sometidos a las leyes, las cuales se hacían cumplir mediante «visitadores». Para controlar a las Audiencias, en 1776 se pusieron unos «regentes» que eran como corregidores o visitadores enviados por el rey, pero de la justicia. La causa del retraso en la puesta en funcionamiento de las Intendencias, desde 1768 a 1782, fue que la Audiencia se opuso, no por las intendencias en sí, sino por prohibiciones que estaba haciendo el Visitador como llevar armas personales, perseguir ociosidad y escándalos, y entrada de la policía a las iglesias y conventos a detener a delincuentes.

En 1768 se generalizaron los Intendentes, de nacionalidad española, para controlar la corrupción y revitalizar la economía, quitándosele el poder a las autoridades tradicionales ocupadas por los criollos.

La Corona puso en venta los baldíos a fin de obtener recursos y contribuciones a hacienda. No se encontraban compradores porque las tierras eran malas y caras, excepto en el caso de los grandes latifundistas que querían redondear sus propiedades. El latifundismo se incrementó: en México aparecieron «ranchos» de 700-800 Ha. de extensión media. El problema social empeoró pues los pobres perdieron recursos al perder los ejidos y baldíos.

El Gobierno de Carlos Francisco de Croix fue tan satisfactorio para la Corona, que Carlos III le eximió de Juicio de Residencia, le premió al llegar a España, y le hizo Capitán General de Valencia.

 

1771-1779, Antonio María de Bucareli y Ursúa Henestrosa y Lasso de la Vega, 1717-1779, era un militar sevillano, hijo de nobles por ambos lados, creó el consulado, el Tribunal de Minería, el Monte de Piedad, el Hospital de Dementes, Casa de Maternidad y Casa de la Moneda, terminó los fuertes de San Juan de Ulúa y de Perote, empezó el Fuerte de San Diego. En 1771 dio libertad de comercio y navegación. Puso en marcha la lotería.

Empezó su trabajo haciendo revisión de todos los problemas y decisiones tomadas recientemente, ratificando las más y eliminando algunas. En 1772, José de Gálvez regresó a España y terminó la época de reformas. Bucareli decidió no subir más los impuestos, pero fue firme en recaudarlos.

Reforzó las milicias con la creación de la Compañía de Acapulco, la Compañía del Presidio del Carmen, y la compañía de San Blas en Nayarit. Hizo que los soldados del general Villalba regresaran a España.

La defensa frente a los indios la organizó mediante patrullas de 25 hombres que se movían por el territorio. Este sistema estuvo vigente hasta que España intervino en 1776 y envió a Teodoro de Croix, sobrino del Virrey Carlos Francisco de Croix, como “Gobernador militar de las Provincias Internas” con mando sobre Sinaloa, Sonora, California, Nueva Vizcaya, Coahuila, Texas y Nuevo México, al mando de un ejército, el cual no tenía hombres ni dinero sino el que debía enviarle el Virrey Bucareli.

En California creó muchos poblados e introdujo a los dominicos en las misiones que antes fueron de los jesuitas. Por mar, envió expediciones que exploraron toda la costa, hasta Alaska.

En 1776, España apoyó la independencia de Estados Unidos frente a Inglaterra. España parecía no advertir el peligro de contagio a su propia sociedad. En realidad sí que era consciente de ello y actuaba a través de su embajada en Francia para defender la idea de que era Francia la que apoyaba a los rebeldes americanos. España aportaba dinero a Estados Unidos al tiempo que atacaba Gibraltar y Mallorca, lo cual era hostigar a los ingleses creándoles nuevos frentes de guerra. En 1783 España se apoderó de Menorca, pero tuvo que firmar que, a cambio, retiraba el apoyo a los insurrectos americanos.

Bucareli murió de pleuresía en 1779.

 

1779-1783, Martín Díaz de Mayorga, 1721-1783, era un militar de Reales Guardias Españolas, hijo y nieto de militares, que en 1772 llegó a Gobernador y Presidente de la Audiencia de Guatemala en 1773-1779, donde hizo un esfuerzo para recuperar la ciudad del terremoto de junio de 1773, a propósito de lo cual hubo una disputa entre Martín Díaz, que quería llevar la ciudad a otro emplazamiento, y el arzobispo de Guatemala que quería reconstruirla en el mismo emplazamiento. Quedó cansado de disputas y pidió el relevo a José de Gálvez, y éste le pidió que asumiese interinamente el Virreinato de Nueva España hasta que pudiese llegar un nuevo Virrey, cosa que se demoró cuatro años, coincidentes con la guerra Inglaterra-España 1779-1783.

Llegado al Virreinato de Nueva España, y con conocimientos previos del problema vistos desde Guatemala, su destino anterior, Martín Díaz de Mayorga sabía de la magnitud del problema de defender Nueva España, incluyendo Luisiana, Cuba, Guatemala y Filipinas. Pidió ayuda a Gálvez y éste le puso en Veracruz a Pedro Antonio de Cossío, el cual tenía las competencias de Hacienda en todo el virreinato, mientras Martín Díaz se ocupaba de asuntos militares y de gobierno. Construyó el fuerte San Diego en Acapulco, algunas fortificaciones en Veracruz y la fábrica de pólvora de Tacubaya. Completó las milicias ciudadanas y los regimientos, creó el Regimiento de la Costa del Sur, mejoró la sanidad y los alojamientos militares. Como complemento de la lucha contra los ingleses, apoyó a los “ingleses-americanos” sublevados en Louisiana contra Inglaterra.

En 1781, atacó una sublevación de indios en Izúcar (cerca de Puebla de los Ángeles), y los vecinos del lugar salieron en defensa de los indios.

En 1782 se produjo la Real Ordenanza de Intendencias, ley que, a efectos fiscales y hacendísticos, dividió el territorio en más de 30 intendencias, coincidentes con regiones naturales americanas. La ciudad de México fue dividida en ocho cuarteles que se subdividían en 32 cuarteles menores. En Perú se crearon 8 intendencias. El intendente llegaba con funciones de hacienda, justicia, policía y guerra, y asumía por tanto muchas funciones que antes correspondían al virrey, gobernador y Audiencia. Los Cabildos quedaban también sometidos a la inspección de unos “subdelegados” que asumían las funciones de antiguos corregidores y alcaldes mayores. Además apareció la figura del “visitador” para informar al rey de los problemas observados en la administración americana.

En 1783 creó la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. Embelleció la ciudad de México. También tuvo que hacer frente a una epidemia de viruela en la que gastó muchos recursos.

 

1784-1784, Matías Gálvez Gallardo, 1717-1784, era el hermano mayor del Visitador José Gálvez, que había hecho tantas reformas en Nueva España en 1764-1772 y que fue después Secretario de Despacho de Indias. Era militar del Cuerpo de Artillería. Su hermano le colocó como Intendente de tropas y milicias en Guatemala en 1778, y desde ese cargo pasó a Gobernador y Presidente de la Real Audiencia de Guatemala en 1779, antes de ser Virrey de Nueva España en abril de 1783, cargo en el que estuvo 19 meses.

En Guatemala realizó la asombrosa gesta, sólo explicable por su parentesco, de levantar un ejército de 14.000 hombres de infantería y caballería ante el previsible ataque inglés. Los ingleses atacaron en 1779 y Matías de Gálvez pudo contraatacar a fines de año en San Fernando de Omoa (Honduras) y San Juan de Nicaragua, y en otros puntos. La paz con los ingleses les regaló a éstos Belice definitivamente. Matías Gálvez construyó Nueva Guatemala ayudado por el arquitecto Díez Navarro desde 1777, y por Antonio Bernasconi a partir de 1783, proyectando una catedral, palacio episcopal, casa de la moneda y varios conventos para mendicantes y hospitalarios. El ingeniero Miguel Galisteo intentó un canal entre el lago Nicaragua y el Pacífico, pero lo encontró imposible.

Tomó posesión del Virreinato de Nueva España en 1784 y estuvo apenas nueve meses en el cargo. Se esforzó por poner alumbrado y empedrar calles, cuidar acequias y puentes y realizar la división en cuarteles de ciudad de México proyectada por su antecesor. Falleció en noviembre de 1784.

 

1785-1786, Bernardo Gálvez Gallardo y Ortega, 1746-1786, I conde de Gálvez, y vizconde de Gálbezton (Galbeston) era hijo de Matías Gálvez. Fue un militar andaluz con una familia poderosa, que pasó a América en 1765 a las órdenes de Juan Villalba, el general que debía enmendar la situación militar de Nueva España, al tiempo que su tío, el Visitador José Gálvez era la máxima autoridad del virreinato. Fue destinado al Regimiento de Infantería de la Corona de San Felipe el Real en Chihuahua, bajo las órdenes de Lope de Cuéllar. El principal problema de Nueva Vizcaya por entonces eran las luchas contra los indios. Gracias a su mucha influencia política, Bernardo Gálvez fue nombrado enseguida Comandante en Jefe del Regimiento, y como tal jefe, siguió la política de pactar con las tribus indias, y luchar contra los que se negaban a pactar, que fue el caso de los apaches.

En 1771 regresó a España junto con su tío José Gálvez. Pero en 1776 regresó a América como Gobernador de Luisiana, territorio que había sido cedido por Francia a España en 1763 y que tenía muchos problemas con los indios, varios problemas con los colonos franceses, y algunos ataques de los ingleses. Decidió ayudar a los independentistas estadounidenses a fin de hacer daño a sus enemigos ingleses, y utilizó para ello como intermediario al irlandés Oliver Pollock. Bernardo Gálvez sólo contaba con una fuerza de 1.478 soldados, pero abundantes armas y municiones, alimentos y comida llegada expresamente desde España. Tras observar la debilidad inglesa en el transcurso de la guerra, atacó poblados ingleses al este del Mississipi (Manchac, Baton Rouge y Nazchez) y conquistó en 1781 Mobila y Penzacola y la isla de Nueva Providencia en las Bahamas. Los ingleses acabaron capitulando y renunciando a todos sus asentamientos en la zona excepto San Agustín de la Florida y Jamaica, a cambio de sus vidas y su transporte a Inglaterra. Recuperó Florida Occidental y Florida Oriental para España dejando a los ingleses sin apenas puertos en el Caribe. Por este triunfo, Carlos III nombró a Bernardo de Gálvez conde de Gálvez. Gálvez completó su trabajo fundando pueblos alrededor de Nueva Orleans, como Galveztown, Nueva Iberia, Barataria y Tierra de Bueyes, en los que instaló a colonos canarios, malagueños, franceses y algunos estadounidenses y canadienses. Y regresó a España.

En 1784 fue nombrado Gobernador de Cuba, donde se enteró de la muerte de su padre en Nueva España en junio de 1785, y enseguida fue nombrado Virrey de Nueva España. En su limitada estancia en el cargo, pues sólo vivió 17 meses más, practicó una política “ilustrada” de iluminar las calles, continuar el palacio de Chapultepec en México y abrir el camino de México a Acapulco, el puerto del Pacífico, además de proteger a los naturalistas que estudiaban la flora y fauna del país.

Murió en noviembre de 1786, tal vez envenenado.

 

Noviembre de 1786 – agosto de 1787, Alonso Núñez de Haro, 1729-1800, arzobispo de México, se hizo cargo interinamente del virreinato. Núñez de Haro era sobrino de un canónigo de Toledo (España) quien le hizo estudiar en los dominicos y luego en San Clemente de los Españoles en Bolonia, lo que le permitió ser canónigo de Toledo y más tarde acumular los beneficios de las canongías de cuenca y de Segovia. En 1772 fue nombrado arzobispo de México y destacó por fundar dos conventos para descalzas, un colegio para niñas llamado San Miguel de Belén. En 1786 se hizo cargo del virreinato y su carácter dominante chocó con el Superintendente Subdelegado de Hacienda Bernardo José Mangino, intendente del ejército y corregidor de México, hasta que logró expulsarle en 1787. También se enfrentó a los miembros de la Audiencia por cuestiones personales. En 1787 dio también una ley polémica, una “ley de santuario” por la que los religiosos podían discutir a las autoridades civiles la entrega de personas que se hubieran refugiado en sagrado.

 

1787-1789, Manuel Antonio Flórez Maldonado Martínez Angulo y Bodquin, 1722-1799. Fue un marino andaluz educado en la Escuela de Guardiamarinas de Cádiz, uno de los centros de más altura científica de su momento. Estuvo por primera vez en América en 1744 estudiando el problema de límites entre Brasil e Hispanoamérica.

En 1771 gobernó la Comandancia General de El Ferrol, una de las bases militares españolas.

En 1775 fue designado Virrey del Nuevo Reino de Granada, y se incorporó en 1776, y gobernó hasta 1781. Allí construyó el camino de Chocó a Antioquia, fomentó la agricultura, estimuló la formación de gremios, protegió la minería, fundó hospicios, mejoró hospitales, abrió una imprenta en San Fe, creó la Real Biblioteca en 1777 con los fondos de los jesuitas expulsados. En 1777 recibió al Visitador Francisco Gutiérrez de Piñeros que llegó con la misión de mejorar los ingresos de hacienda y para ello estableció un estanco de tabaco, renta de naipes y aguardientes y abrió la Dirección General de Rentas, aduana de Cartagena y aduana de Santa Fe.

En 1779 se marchó a Cartagena con motivo de la guerra y ya no volvió a Santa Fe, pues dedicó el tiempo a reorganizar las milicias y mejorar las fortificaciones de Cartagena, Santa Marta, Riohacha y Bayahonda.

En 1781 surgió en Socorro el “movimiento del común” contra las subidas de impuestos. Las revueltas por este motivo se habían iniciado antes en Simacota, Mogotes, Barichara, y Charalá, pero tomaron más amplitud en Socorro cuando se hicieron cargo de la dirección del movimiento comunero Juan Francisco Berbeo, Salvador Plata, Antonio Monsalve y Francisco Rosillo, los cuales llegaron a reunir en sus filas a unas 20.000 personas, criollos, mestizos e indios, que marcharon sobre Bogotá. El Gobierno estaba gestionado por la Audiencia, pues el Virrey estaba ausente, y la Audiencia hizo con los comuneros el acuerdo de Zipaquirá, por el que la Audiencia se comprometía a bajar los impuestos y los comuneros a retirarse y desmovilizarse. El acuerdo fue bendecido por el obispo Antonio Caballero y Góngora. Los comuneros disolvieron sus fuerzas y entonces sus líderes fueron apresados y descuartizados, y los impuestos no se bajaron. En 1782 cesó Manuel Antonio Flórez, y en 1783 regresó a España.

En 1787-1789 fue Virrey de Nueva España. Las competencias de Hacienda y Guerra las tenía un intendente, Fernando Mangino, hasta que el cargo fue suprimido. Cuando Manuel Antonio Flórez recuperó todas las competencias, dividió las Provincias Interiores en dos: Comandancia General de Poniente, que comprendía California, Sonora, Nuevo México y Nueva Vizcaya; y Comandancia General de Oriente, que comprendía Coahuila, Texas, Nuevo Reino de León, Saltillo y Parras. Hizo una alianza con los apaches, que significó una época de paz después de muchas guerras. Exploró las costas del norte del Pacífico, donde Esteban José Martínez llegó a Nootka.

Favoreció las tertulias literarias, los periódicos, la Sociedad Patriótica de Veracruz, un Jardín Botánico en 1788, la Academia de San Carlos en la que se estudiaba arquitectura, escultura, pintura y grabado, el Colegio y Tribunal de Minería y construyó un teatro en Ciudad de México.

No se le hizo Juicio de Residencia pues el rey consideró excelente su gestión y le nombró conde de Casa Flórez, título que no aceptó, pero sí lo hizo su hijo. En 1789 regresó a España donde vivió diez años más en medio de un gran prestigio militar.

 

1789-1794, Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla y Horcasitas, 1740-1799, II conde de Revillagigedo, hijo del virrey de Nueva España de 1746 Juan Francisco de Güemes, había nacido en La Habana y era por tanto criollo. Se hizo militar en Nueva España, en donde vivió hasta 1756, y cuando tenía 16 años pasó a España a ingresar en el ejército español, en el que ascendió rápidamente gracias a sus relaciones familiares. Fue Jefe del Regimiento de la Reina en Ceuta y con ese regimiento se trasladó a Panamá, donde tuvo enfrentamientos con las milicias ciudadanas locales. Allí conoció la noticia de la muerte de su padre en España, y se trasladó a España sin los debidos permisos, por lo que fue alejado de todo cargo político y militar. En 1779, Floridablanca le repescó para el asedio de Gibraltar, acción militar de poco éxito. En 1788 se le propuso para Virrey de Río de la Plata, y al poco para Virrey de Nueva España, cargo este último que sí aceptó, y se trasladó a su destino en 1789.

En Nueva España hizo un gobierno de tipo ilustrado, una obra asombrosa en los cinco años que duró su mandato: pavimentó con piedras las calles de ciudad de México alrededor de la Plaza Mayor, niveló el suelo de la Plaza Mayor, empedró la plaza, puso cuatro fuentes en las esquinas, mejoró el abastecimiento de agua potable de la ciudad, suprimió el mercado que la ensuciaba, le hizo alcantarillas y completó el alumbrado público que estaban construyendo sus antecesores con más de 1.000 faroles nuevos, puso servicio de limpieza y de recogida de basuras en carros, reordenó paseos, plazas y alamedas, organizó un servicio de policía diurna y serenos nocturnos que hizo disminuir los robos y asesinatos, prohibió las borracheras y las blasfemias, puso coches de servicio público, construyó escuelas de primaria, escuelas para indios, escuela para niñas Las Vizcaínas, mejoró el puerto de Veracruz, creó en 1792 la Escuela de Minas dotada con laboratorio, creó en la Academia de San Carlos cursos de Matemáticas, Botánica, Anatomía y Fisiología, Pintura y Escultura, hizo un Jardín Botánico, hizo excavaciones en yacimientos aztecas y descubrió la “piedra del sol” tonalamatl o calendario azteca. Incluso proyectó un Archivo General para guardar los papeles de la administración de Nueva España de todos los niveles. Para compensar la supresión del mercado de la Plaza Mayor, abrió tres mercados urbanos, El Volador, Santa Catalina y El Factor, e hizo un reglamento de mercados y de policía. Reformó Hacienda, Justicia, Policía e intentó conocer el número de habitantes y residencia de cada uno así como la riqueza de que disponían, un objetivo demasiado amplio para sus posibilidades. Cambió el plan de Intendencias para gobernar Nueva España, poniendo 16 en lugar de 12. Puso correo entre México y las distintas intendencias, con frecuencia bisemanal, proyectando una red de caminos con centro en ciudad de México. Arregló los caminos del país, sobre todo el camino de Veracruz a Jalapa y el de México a Toluca. Intervino igualmente en la mejora de las ciudades de Veracruz, Toluca, Guadalajara, San Blas y Querétaro.

Proyectos con menos éxito fueron el de revitalizar la industria textil del algodón, y enviar colonos a California. Igualmente resulto complicado vigilar a los franceses, los cuales, sólo por su lengua, eran sospechosos de difundir las ideas revolucionarias. Hay que tener en cuenta que los sucesos violentos de la Revolución Francesa empezaron en 1789. Güemes estuvo preocupado por una posible invasión francesa e Nueva España, y duplicó el número de regulares para estar preparado.

Para pagar todos estos gastos, hizo reformas de impuestos, entre los que destacó el establecimiento de dos sorteos anuales de lotería.

Sabemos que Ciudad de México tenía en ese momento 111.000 habitantes y que los colectivos que más destacaban en la ciudad eran el de religiosos (7.878 personas) y el de militares (4.250 personas).

Sabemos que Nueva España tenía tres millones y medio de habitantes y que producía mucho maíz y trigo y exportaba colorantes, tabaco y azúcar. Que la minería estaba pasando muchos problemas por falta de azogue y que Juan Vicente de Güemes proyectó importar mercurio de China.

Después de 1794, Güemes regresó a España y en 1796 fue Gobernador de Barcelona.

 

1794-1798, Miguel de la Grúa Talamanca de Carini y Branciforte, I marqués de Branciforte, 1755-1812, era un militar andaluz, descendiente de italianos, cuyo acto más trascendente de su vida fue casarse con una hermana de Manuel Godoy, el gobernante de España de tiempos de Carlos IV. Esta circunstancia le llevó a ser virrey de Nueva España en 1794 en unas circunstancias penosas para el gobierno español, donde había estallado la “burbuja del papel” o crisis económica por la excesiva y desmesurada emisión de papel moneda. La crisis era muy profunda y, de hecho, España no saldría de ella en décadas, hasta mediados del siglo XIX. España necesitaba mucho dinero para cubrir deudas y obligaciones, y se recurrió a todo lo que se podía, expropiaciones, desamortizaciones, multas. Como resultado de ello, Godoy y su cuñado Miguel de la Grúa no tuvieron ninguna simpatía popular, a pesar de que Godoy era un populista que había ascendido por las simpatías populares.

Al llegar a Nueva España, fundó la sociedad Económica Mexicana de Amigos del País, la cual no tenía mucho sentido en Nueva España, salvo hacerse popular el Virrey. Introdujo la vacuna de la viruela e hizo bajar los precios del pan, acciones que nos sugieren populismo.

En 1795, por la Paz de Basilea, España cedió a Francia la totalidad de la isla La Española o Santo Domingo. Haití ya lo había cedido en 1697.

En 1795 empezó su verdadera forma de gobernar, con la supresión de la prohibición de repartimientos de indios. Los indios volvieron a la situación de dependencia legal y económica de sus patronos, como había sido desde la conquista española y, en la práctica, nunca había dejado de ser.

Otro gran problema generado por Miguel de la Grúa fue la lucha de los consulados: los principales consulados eran México, Guadalajara y Veracruz. Los consulados eran asociaciones de grandes comerciantes, reconocidas oficialmente por el Rey de España, con competencias para fomentar el comercio (mejora de puertos y de caminos) y para reunir y dar información económica. Lo más interesante era que el Rey les había concedido un 0,5% del valor de todas las mercancías que llegaban a su zona de influencia, un ingreso muy substancioso y apetecible. El problema surgió cuando el consulado de Veracruz pretendió vender sus productos en todas las ciudades de Nueva España, sin pasar por México como venía ocurriendo hasta entonces. Eso significaba que el virrey perdía su 0,5%. Y como Veracruz tenía el apoyo del gobierno de Madrid, el Virrey estaba molesto. Veracruz se propuso construir un camino de Veracruz a México, y ello encoraginó al Virrey.

En cuanto a la política militar, Miguel de la Grúa aprovechó la guerra contra Francia para confiscar los bienes de los franceses en Nueva España y Luisiana, y fue acusado por primera vez de corrupción. Vendió cargos militares, como también se estaba haciendo en España y de nuevo fue acusado de corrupción. Y en 1797 confiscó los bienes de los británicos, y de nuevo fue acusado. Como también exigía contribución de los ayuntamientos, el ayuntamiento de ciudad de México le acusó formalmente, pero no fue capaz de obtener sentencia como deseaba. En otro orden de cosas, Miguel de la Grúa utilizó la Inquisición para perseguir a los revolucionarios de ideas francesas, lo cual también le hizo impopular. Respecto a la política de su antecesor de retirar armas a los ciudadanos y duplicar el número de soldados regulares, Miguel de la Grúa decidió todo lo contrario, abrir milicias ciudadanas por todo Nueva España, y vender los cargos militares generados al mejor postor.

El resultado de todo ello es que los libros de historia le acusan de corrupción. En 1798 el malestar contra él era grande y fue destituido. En 1808 Miguel de la Grúa se hizo afrancesado, y en 1814 se le anularon los títulos y honores y se confiscaron sus bienes.

 

1798-1799, Miguel José de Azanza Alegría, 1745-1826, fue un navarro que se formó en Nueva España como visitador al servicio de José de Gálvez, y en 1771 regresó a España, ingresó en el ejército y pasó al Departamento de Estado, en el que fue intendente en Toro, Salamanca, Valencia, Murcia y en el ejército del Rosellón, y también fue embajador en Prusia y Rusia. En 1795 fue Secretario de Estado y en 1796 Secretario del Despacho de Guerra, los más altos cargos de Gobierno en España. Era un hombre del círculo de Manuel Godoy y en 1797, fue nombrado Virrey de Nueva España, a donde se incorporó en 1798, poco después de conocer la caída transitoria de Godoy.

En Nueva España, como buen conocedor de los problemas militares, y al tanto de las labores de su predecesor en el Virreinato, hizo contrarreformas disolviendo milicias ciudadanas, profesionalizando el ejército y tratando de eliminar personajes aupados a altos cargos por su colega de 1794-1798. Mejoró las defensas de Veracruz, La Habana y Acapulco. En 1799 reprimió una “conspiración de los machetes” que pretendía declarar la independencia de Nueva España en un golpe de Estado que empezaría secuestrando al Virrey y detuvo a su cabecilla, Pedro Portilla. Era un levantamiento sin importancia, resaltado con fines de propaganda personal tal vez.

En materia de Gobierno civil, prosiguió reformas como las de su predecesor Juan Vicente de Güemes, de promoción económica y social del país. Su actuación de gobierno más divulgada en el virreinato fue la matanza de miles de perros callejeros.

Su sucesor en el cargo, fue apresado por los ingleses y devuelto en 1800. Él mismo, cuando salió para España, fue apresado y llevado a Jamaica, y liberado al poco. En el Juicio de Residencia fue considerado buen Virrey.

De regreso a la vida ordinaria, se convirtió en enemigo de Manuel Godoy, del que sabía muchas cosas por vía de su antecesor Miguel de la Grúa. Estuvo entre los conspiradores contra Carlos IV. Fernando VII le hizo Secretario de Despacho de Hacienda y, en abril de 1808, miembro de la Junta de Gobierno, o Regencia de España.

En 1808 se declaró partidario de José I, para el que fue Secretario de Despacho de Indias en febrero de 1809, embajador en París en marzo de 1810, y Secretario de Estado, Secretario de Despacho de Negocios Extranjeros, Secretario de Despacho de Indias, y Secretario de Despacho de Negocios Eclesiásticos en abril de 1811. José I le nombró duque de Santa Fe. Aprovechó las expropiaciones y desamortizaciones para comprar fincas a buen precio, y se hizo odioso a los “patriotas” españoles. En 1814 hubo de exiliarse a Burdeos.

 

1800-1803, Félix Berenguer de Marquina y Fitzgerald, 1736-1826, se había formado en la Escuela de Marina de Cartagena, un centro de alto nivel científico y había llegado a profesor en esa escuela. En 1788-1793 solicitó salir de la Escuela y marchar a Filipinas y fue nombrado Gobernador en Filipinas, donde concedió libre comercio al puerto de Manila, excepto para productos europeos. Se mostró autoritario y dictatorial, vendió cargos públicos, despilfarró el dinero en empresas poco aconsejables. Abandonó filipinas sin esperar Juicio de Residencia y fue multado por ello, pero no cayó en desgracia.

En 1799 fue nombrado Virrey de Nueva España, pero fue apresado por los ingleses en el trayecto La Habana-Veracruz, a principios de 1800, a la altura de Yucatán y conducido a Jamaica, y liberado al poco. No pudo tomar posesión de su nuevo cargo hasta abril de 1800. En octubre de 1800, España cedió Luisiana a Francia y ésta se la vendió poco después a Estados Unidos. La época de gobierno de Berenguer fue difícil porque los ingleses practicaban una piratería masiva y sistemática en el mar y en los poblados costeros, en táctica de ataque relámpago que no permitiera la reacción de los novoespañoles. Berenguer decidió trasladar los bienes de Veracruz al interior, a Jalapa, para dificultar estos ataques y reforzar las defensas de San Juan de Ulúa. Otra gran dificultad de gobierno fueron las constantes rebeliones de indios, entre las que destacó la del indio Mariano en Tepic bajo la bandera de la Virgen de Guadalupe, pero también hubo rebeliones en Teocelo (Pedro Martín), Nayarit, Durango, Guanajuato, Jalisco y Sonora. Félix Berenguer reforzó los presidios de la zona del Colorado donde había un problema de bandolerismo estadounidense en Texas. La parte positiva para España es que cuando se firmaron las paces con Portugal en 1801 y con Inglaterra en 1802, los envíos de plata se restablecieron.

Se opuso a subvencionar a los mineros argumentando escasez de recursos, pero la Junta Superior de la Real Hacienda de Nueva España, concedió una reducción de impuestos del 50%. Protestó Félix Berenguer y se enfadó el rey de España, y las subvenciones fueron retiradas seis meses más tarde.

En enero de 1803, Berenguer renunció.

 

1803-1808, José Joaquín Vicente de Iturrigaray y Aróstegui de Gaínza y Larrea, 1742-1814, era un militar, hijo de militar, que aprovechó la forma de gobernar de Manuel Godoy para ofrecerle su colaboración, y logró ser nombrado en 1793-1798 Gobernador de Cádiz y, en 1802, Virrey de Nueva España. Se incorporó a su destino en 1803.

Continuó los proyectos de sus antecesores de vacunar contra la viruela, construir el camino de México a Veracruz, sanear la laguna de México, defender el norte frente a los colonos estadounidenses, fortificar Veracruz y La Habana. Pero las instrucciones que había recibido de Godoy eran recoger mucho dinero para salir adelante en la terrible crisis económica en que se había metido España, y ello le hizo bastante impopular, sobre todo cuando en 1804 realizó la desamortización de tierras de la Iglesia en América, mucho antes que en España que fue de 1836. La desamortización estaba pactada con el Papa, pero no fue bien aceptada por la Iglesia mejicana. Otro punto en su contra fue la utilización de su cargo como Virrey como una oportunidad de enriquecerse mediante el comercio, lo cual no hubiera tenido nada de malo si no hubiera sido porque importaba productos exentos de impuestos haciendo competencia desleal a los otros comerciantes. Pero tampoco esto era algo completamente nuevo entre los militares y Virreyes españoles, aunque tomó relevancia en este momento concreto.

Nueva España se fracturó políticamente entre los “españoles” (españolistas) que dominaban la Audiencia, y los criollos que dominaban el Ayuntamiento de México. La actuación del Virrey, forzada a obtener recursos para España, le hizo impopular y favoreció el discurso independentista criollo.

En mayo de 1808 llegaron noticias de los sucesos de Aranjuez, abdicación de Carlos IV y caída de Godoy, y a fines de mes sobre el 2 de mayo madrileño. El Virrey perdió entonces el apoyo de los españoles y tampoco tenía el de los criollos. En julio se supo que había guerra en España y que se estaban formando Juntas Provinciales en el bando patriota, pero todavía creían que sólo era la Junta Suprema de España e Indias de Sevilla. El 9 de agosto, el Virrey convocó a las personalidades políticas de México y en esa reunión, Primo de Verdad argumentó que, una vez depuesto Fernando VII por los franceses, la soberanía revertía en el pueblo. La Audiencia replicó que la soberanía le correspondí a la Junta de Sevilla, pero Primo de Verdad dijo que ellos tenían igual derecho que los de Sevilla a erigirse en Junta.

El Virrey no supo qué actitud tomar respecto a la posición de Francisco Primo de Verdad y Ramos, José Antonio Cristo (auditor de Guerra), Juan Francisco de Azcárate y Lezama (abogado) y de Melchor de Talamantes (fraile mercedario), miembros del Ayuntamiento de ciudad de México que querían iniciar un autogobierno provisional hasta la liberación de Fernando VII, la cual no era esperable.

A mediados de agosto llegaron desde Sevilla el brigadier Manuel Francisco Jáuregui y el oficial de marina Juan Jabat, y pidieron que se reconociera la soberanía de la Junta Suprema Central española. Pero entonces los independentistas supieron que había más Juntas, que la Junta de Asturias actuaba por su cuenta en el norte de España, y confirmaron su autonomía.

La idea general de los “españoles” de Nueva España era que el peligro más evidente para España era que el propio Virrey Iturrigaray se declarara independiente, y decidieron dar un golpe de estado y derrocar al Virrey. Los independentistas fueron ajusticiados, apresados o deportados.

Los miembros de la Audiencia y el ejército y el arzobispo de México, apoyados por hombres del estanciero Gabriel Joaquín de Yermo, detuvieron al Virrey y le enviaron a España. En 1810 fue encontrado inocente de sedición. En 1819 fue encontrado culpable de corrupción administrativa.

Nueva España producía oro por valor de 7.000 marcos anuales y, sobre todo, tenía unas 3.000 minas de plata, además de algunas de hierro, cinc, antimonio y arsénico. La plata se trabajaba en talleres en Querétaro, Acámbaro, San Miguel el Grane, Saltillo. También se producían carrozas y muebles por muchas partes del territorio. En Durango se hacían pianos y clavicordios. Nueva España era un recurso muy importante para ambos bandos de la guerra española, los afrancesados y los patriotas.

 

Septiembre de 1808 – julio de 1809, Pedro de Garibay, 1729-1815, era un militar madrileño que servía en Nueva España desde 1764, y en 1808 era el oficial del ejército con mayor graduación y antigüedad, tenía 79 años, al que correspondía legalmente la interinidad del virreinato en caso de ausencia del Virrey titular. Fue proclamado Virrey, pero como un juguete en manos de la Audiencia. No obstante, el nuevo Virrey se mostró con alguna energía y capaz de opinar diferente.

El nuevo Gobierno apresó a los independentistas, fueron asesinados algunos y quedaron en prisión otros.

El primer problema sobrevenido fue la actitud de los hombres del Cuerpo de Voluntarios levantado por Gabriel Joaquín de Yermo, los “chaquetas” que habían propiciado el golpe de estado, actitud de abuso de poder, que hubieron de ser disueltos en octubre de 1808. E inmediatamente apareció un problema de más calado y trascendencia, el futuro de Nueva España: Por un lado, Carlota Joaquina de Borbón, reina de Portugal y Brasil, reclamaba la unidad de Latinoamérica bajo su Corona y la de su hijo Pedro, actitud que no fue aceptada por los novohispanos. Por otra parte, Napoleón de Francia deseaba un imperio francés y envió desde el norte un ejército mandado por Octavio de Alvimar, que decía reconocer como Virrey de Nueva España al duque de Saint Simón. También fue rechazado.

La situación política empeoró notablemente: El obispo de Michoacán, Abad y Queipo, protestó a España la situación de inseguridad vivida en Nueva España, y la Audiencia de México también pidió el preceptivo relevo de Virrey. En Sevilla, se decidió nombrar Virrey interinamente al arzobispo de México Francisco Javier de Lizana.

 

Julio de 1809 – 8 de mayo de 1810, Francisco Javier de Lizana y Beaumont, 1749-1815, era de La Rioja (España), estudió Cánones y Leyes en Zaragoza, y se hizo sacerdote, fue profesor en Alcalá de Henares, canónigo de Toledo, obispo auxiliar de Toledo, y luego obispo de Teruel en 1801, y arzobispo de México en 1803. En julio de 1809 resultó designado Virrey. Durante su mandato en Nueva España, los movimientos independentistas eran muy fuertes, destacando la Conjura de Valladolid de diciembre de 1809, y el arzobispo Lizana no tomó medidas duras contra ellos ante la Audiencia, sino que creó una Junta de Seguridad y Buen Orden en 21 de diciembre de 1809, gestionada por él mismo, pues se reservaba los casos de orden público, lo que molestaba un tanto a la Audiencia. Embargó los bienes del marqués de Branciforte y del duque de Terranova, por afrancesados, y se los envió a los patriotas españoles. Pero se mostraba partidario de la conciliación y el diálogo con los rebeldes, y los españoles recelaban de él. En enero de 1810, cesó la Junta Suprema Central y se estableció un Consejo de Regencia en España, que cesó a Lizana el 8 de mayo.

 

De 8 de mayo a 13 de septiembre gobernó Nueva España la Audiencia Gobernadora, en espera de Virrey.

 

14 de septiembre de 1810 – 4 de marzo de 1813, Francisco Xavier Venegas de Saavedra y Rodríguez de Arenzana, 1754-1838, marqués de la Reunión de Nueva España. Era un marino extremeño retirado, que se reenganchó en el ejército en 1808, en el bando patriota, con motivo de la guerra, y fue gobernador de Cádiz en 1810 y enseguida Virrey de Nueva España en septiembre de ese mismo año. Al tiempo de llegar a su destino, supo de la rebelión de Miguel Hidalgo Costilla en Dolores, y decidió reprimir “ejemplarmente” la acción de los que denominó “insurgentes”, cosa que solucionó en cuatro meses fusilando a los más destacados cabecillas. Pero el movimiento independentista no cesó con esa medida, y continuó de la mano de Ignacio López Rayón en el centro del territorio y de José María Morelos en el sur. Comenzó una guerra sucia, en la que cada uno de los bandos exterminaba prisioneros y simpatizantes del otro. En marzo de 1812, la constitución española le cambió el título, pasando a ser Jefe Político Superior de Nueva España, pero Venegas era absolutista y declaró estado de sitio para no tener que aplicar la constitución en Nueva España, además de prohibir la libertad de prensa en una ley llamada de libertad de prensa. En 16 de septiembre de 1812, España le desautorizó, pero el nuevo Jefe Político Superior no llegó hasta marzo de 1813, y cuando Venegas regresó a España en 1814, ya estaba reinando el absolutista Fernando VII, que le recompensó por su actuación en Nueva España.

 

4 de marzo de 1813 – 20 de septiembre de 1816, Félix María Calleja del Rey Brauder Losada Campaño y Montero de Espinosa, 1753-1828, I Conde de Calderón. Empezó como Jefe Político Superior como le denominaba la Constitución de Cádiz, y pasó en 1814 a Virrey, de nuevo, al restaurarse el absolutismo en España. Llegó a Nueva España en 1789 con el Virrey Juan Vicente de Güemes, y se hizo cargo de la fuerza militar de Nueva España, y destacó por sus victorias contra las masas del cura Hidalgo en 1810. En enero de 1813, parecía el hombre idóneo para tomar el poder y fue propuesto como Jefe Político Superior, cargo que aceptó el 4 de marzo de 1813. Inmediatamente organizó un ejército poderoso con el dinero procedente de expropiar los bienes de la Inquisición, un préstamo de los comerciantes y la hipoteca sobre el cobro de alcabalas, con lo cual pudo reunir 39.000 soldados profesionales y 44.000 de milicias ciudadanas, un ejército muy grande en tierras americanas. En mayo de 1814, Calleja se convirtió en Virrey, pues el absolutismo de España acabó con los Jefes Políticos y volvieron los antiguos cargos. Tomó como su hombre de confianza al mando de las tropas a Agustín de Iturbide e impuso el “terror de Estado” diezmando y quintando los pueblos que acogían a rebeldes o “insurgentes”, como gustaba llamarles Calleja. Fue cesado en 1816, volvió a España en 1818 y fue premiado con el título de conde de Calderón, y Capitán General de Andalucía. Recibió el encargo de organizar un ejército para reconquistar América, el cual estuvo listo el 1 de enero de 1820, pero el ejército no salió, sino se rebeló contra el Gobierno de España. Calleja fue apresado en Mallorca. Fue liberado en 1823 y nombrado Capitán General de Valencia.

 

1816-1821, Juan José Ruiz de Apodaca, 1754-1835, I conde de Venadito, Virrey de 1816 a 1820 y Jefe Político Superior en 1820-1821. Conocía América desde 1770 pues hacía servicios de transporte desde España. En 1812 fue nombrado gobernador de Cuba, y en septiembre de 1816 Virrey de Nueva España. Empezó su gobierno ofreciendo indultos y logró reducir el número de sublevados, pero en 17 de abril de 1817 llegó de España un nuevo rebelde, apoyado por ingleses y holandeses, Francisco Xavier Mina, que tuvo que ser reducido, capturado el 27 de octubre en la hacienda de Venadito y fusilado 15 días más tarde. Tras la muerte de unos 10.000 independentistas, las sublevaciones estaban decayendo. En enero de 1820 se sublevaron los liberales en España, y el 31 de mayo de 1820 se restableció en Nueva España la constitución de 1812, pasando Ruiz de Apodaca a ser Jefe Político Superior y no Virrey. Su jurisdicción se reducía al territorio de Nueva España y no a los territorios circundantes como ocurría en el virreinato. Los absolutistas del ejército español en Nueva España se incomodaron, y el coronel Agustín de Iturbide organizó una conspiración antiliberal que se llamó “Conspiración de la Profesa”. Apodaca, no quería tomar medidas contra Iturbide, su hombre de confianza, y le confió tropas en el sur, donde estaban los principales independentistas. Iturbide pactó con Guerrero la independencia de México en febrero de 1821. Y en julio, los militares españoles depusieron a Ruiz de Apodaca y le enviaron a La Habana en octubre de 1821.

 

5 de julio 1821 – 21 de julio de 1821, fue Jefe Político Superior interino, Pedro Francisco Novella Azábal Pérez y Sicardo, 1769-1822, hasta la llegada del gobernante oficialmente nombrado en España.

 

Agosto de 1821 – septiembre de 1821, fue Jefe Político Superior Juan O`Donojú O`Ryan, 1762-1821, un andaluz de ascendencia irlandesa de los O´Donnohue, militar que había sido capturado por los franceses en Zaragoza y llevado a Francia, de donde huyó en 1811 y fue Secretario de Guerra para las Cortes de Cádiz. Como liberal, en 1814 fue encarcelado en el Castillo de San Carlos de Mallorca, y en marzo de 1820 fue liberado y nombrado Capitán General de Andalucía. En 1821 fue designado Jefe Político Superior de Nueva España, a donde llegó en agosto de 1821 con ánimo de pacificar el territorio. Su primer problema era la sublevación absolutista y decidió pactar con Iturbide, en una entrevista que tuvo lugar en Córdoba el 23 de agosto de 1821, en la que O`Donojú reconoció la independencia de México como mal menor, ordenó a Novella abandonar ciudad de México a los independentistas y firmó la Paz de La Patera (en Villa de Guadalupe) integrándose en el Gobierno independentista. No sabemos las verdaderas intenciones de O`Donojú, pues murió dos meses más tarde.

 

 

 

 

Post by Emilio Encinas

Emilio Encinas se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca en 1972. Impartió clases en el IT Santo Domingo de El Ejido de Dalías el curso 1972-1973. Obtuvo la categoría de Profesor Agregado de Enseñanza Media en 1976. fue destinado al Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega en 1976-1979, y pasó al Instituto Santa Clara de Santander 1979-1992. Accedió a la condición de Catedrático de Geografía e Historia en 1992 y ejerció como tal en el Instituto Santa Clara hasta 2009. Fue Jefe de Departamento del Seminario de Geografía, Historia y Arte en 1998-2009.

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